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sábado, 25 de mayo de 2019

Capítulo 14


Al entrar, Brittany no dijo nada. Vanessa empezó a hablar, pero Ashley negó con la cabeza. Captando el mensaje, Vanessa optó por callar.

Había pilas de cajas por todas partes, apenas un pasillo entre ellas. Los armarios de cocina, se dijo Vanessa. Así que la instalación empezaría pronto, pero temió que Brittany no pudiera apreciar el bonito suelo de baldosas porque las cajas y las lonas lo ocultaban casi todo.

Fueron abriéndose paso hasta la amplia arcada, serpenteando.

Britt: Los colores son buenos -señaló evasiva, pero se quedó entre las cajas un rato antes de seguir por el corto pasillo hasta la zona del vestíbulo. Allí hizo un ruidito, de placer y de sorpresa-. Precioso. Elegante y exclusivo sin llegar a ser recargado. ¿Sabéis si esta parte se puede pisar también?

Ash: David me ha dicho que, si había algún sitio por donde no pudiéramos pasar, estaría cortado el paso -queriendo verlo por sí misma, cruzó el embaldosado y encendió la luz de obra de uno de los baños-. Madre mía.

Britt: ¿Qué? Oh -entró y acarició el dibujo estilizado de los azulejos-. Fijaos en cómo recoge los detalles del mosaico de baldosas sin duplicarlos. Me encanta.

Ash: ¿Lo quieres?

Brittany miró a Ashley con las cejas arqueadas.

Britt: Estoy segura de que hay mucho más que ver.

Siguió hasta la primera habitación y se paró ante la cinta que cruzaba el umbral de la puerta del baño.

Habían puesto el suelo, vio Vanessa, y recordó aquel primer momento con Zac, allí mismo. La súbita y asombrosa sensación de una presencia. El aroma a madreselva.

Retrocedió, dejó a sus amigas comentando admiradas los colores, los detalles de los azulejos y se fue al comedor.

Britt: Tiene un aspecto estupendo -dijo al unirse a Vanessa-.

Siguió escudriñando el techo y al poco se acercó a las ventanas de la fachada.

Ness: ¿De verdad no estás segura?

Sin dejar de mirar por la ventana, Brittany alzó los hombros.

Britt: Supongo que me siento fuera de mi elemento, y eso me inquieta. Todo esto es un cambio tan grande… y es lo que quiero… creo que lo necesito… pero ahora que lo he hecho me pregunto si estoy preparada para este gran cambio. -Se dio la vuelta-. Aun así, este sitio tiene algo. Me habla, y me hace pensar que quizá este sea mi elemento ahora. Cuando estoy aquí, me siento bien. Probablemente me volverá a dar el ataque de pánico en cuanto cruce la calle, pero aquí me siento bien. -Volvió a alzar la vista al artesonado del techo. Entonces oyó unos pasos arriba-. Ashley debe de haber subido sin nosotras.

Ash: No, no he subido.

Alzó la vista también, según entraba.

Ness: Serán Alex o David.

Ash: A lo mejor, pero no he visto sus camionetas fuera, ni a la entrada ni detrás.

Britt: Pues arriba hay alguien y, teniendo en cuenta que las puertas están cerradas con llave, tiene que ser alguien que tenga llave. -Para resolver el misterio, salió al pasillo y se detuvo al pie de la escalera-: ¡Hola!

El eco devolvió su voz; luego se hizo el silencio.

Ash: Será el fantasma -sonrió divertidísima-. Vamos a ver.

Ness: Ashley…

Pero ya subía con brío la escalera. Resignada, Vanessa la siguió acompañada de Brittany mientras Ashley seguía llamándola.

Ash: ¿No es alucinante? -se encontraba a la puerta de E y D-. ¿Lo oléis? -Inspiró hondo-. Huele a verano. A madreselva.

Ness: Imaginaciones tuyas.

Pero Vanessa cruzó los brazos, helada, porque también ella lo olía.

Britt: Pues entonces la mía va por el mismo camino. Fascinante -entró-. ¿Ha investigado alguien de quién se trata? Sería… -Dio un respingo al ver que se abría la puerta del balcón-. ¡Eh, mirad eso!

Ness: La puerta no estaba bien cerrada. Por eso ha entrado alguien -insistió-.

Ash: ¿Cargado con un buen montón de madreselva? No lo creo -se acercó a la puerta y la abrió un poco más. Volvió a cerrarla-. Además, tampoco es fácil acceder al porche desde fuera, no habiendo luz por encima.

Britt: No parece triste, ¿no? -recorrió la estancia, volvió a abrir la puerta y salió-. Lo que sea parece cordial.

Ness: No puede parecer nada, porque es piedra, ladrillo y madera -espetó súbitamente furiosa-.

Ash: También lo era Hill House -añadió con voz más baja y profunda-: Y lo que fuera que rondaba por allí lo hacía solo.

Ness: Bueno, ya vale. -Esta vez se volvió contra ella-. Déjalo de una vez. No es más que un edificio antiguo. Los suelos crujen. Tienen que arreglar esa puerta. Nada más.

Ash: Cielo… -le cogió la mano-, ¿por qué te enfadas?

Ness: ¿Estáis aquí las dos intentando hacer de esto el hotel encantado y todavía me preguntas por qué me enfado?

Ash: Sí. -Agarró a Vanessa más fuerte-. Si fuera solo que no crees en fantasmas, pensarías que es una gilipollez, pero no te cabrearías.

Ness: No estoy cabreada. Solo cansada de verme obligada a hablar de fantasmas como si existieran.

Ash: Vale. A mí no me molesta que tú no creas. ¿Por qué te molesta a ti que yo sí?

Ness: Tienes razón. Toda la razón. He tenido un día espantoso, y aún he de hacer la cena. Debería irme a casa.

Britt: Venga, vámonos.

Ness: No, no, quedaos vosotras, ved el resto. Lo siento. Estoy rendida, de verdad. Yo no… -Se le quebró la voz, desarmándola-. Yo no creo en todo esto.

Ash: Bien, no pasa nada -se encogió de hombros, irritada-. Vamos arriba para que Brittany vea su apartamento.

Ness: No quiero creer en todo esto. -Se le hizo un nudo en la garganta, los ojos se le llenaron de lágrimas-. Si es posible, ¿por qué Cody no vino a mí?

Ash: Vanessa. -Antes de que Vanessa pudiera escaparse, Ashley ya la tenía abrazada-. Lo siento. No se me había ocurrido.

Ness: Es una bobada. Soy boba. -Cediendo, rindiéndose, Vanessa se echó a llorar-. Y es una bobada que me cabree, pero ¿por qué ella sí que puede volver? ¿Por qué ella sí que puede quedarse?

Ash: Ojalá lo supiera.

Ness: Christopher la vio.

Ashley se apartó de golpe.

Ash: ¿Qué? ¿Cuándo?

Ness: Cuando estuvimos aquí con Zac. Me asusté al verlo subir la escalera, sonriéndole… a esa mujer. Y me enfureció. ¿Por qué la ve a ella, Ashley? ¿No debería haber tenido la oportunidad de ver a su padre? Aunque solo fuera una vez. Una vez. Dios. -Salió al porche, para que le diera el aire. Mientras estaba junto a la barandilla, Brittany le puso un pañuelo en la mano. Luego la abrazó por un lado, Ashley por el otro-. No tiene sentido que me cabree. -Suspiró trémula, secándose las lágrimas-. No sirve de nada que pregunte por qué. Todo eso ya lo he hecho, y ya lo he superado. Cuando empezaron a hablar de que había fantasmas, no lo creí, pero sí que era interesante. Como puede serlo una novela. Una buena historia, nada más. Pero con lo de Christopher…

Britt: Tienes derecho a preguntar -susurró-. Aunque no haya respuesta.

Ness: No sabía por qué me afectaba tanto, hasta ahora. Quizá no podía admitirlo.

Ash: Venga, salgamos de aquí. Vamos al piso de Brittany y nos sentamos a hablar un rato.

Ness: No, ya estoy bien. Es mejor saberlo, reconocerlo, superarlo -se volvió y vio que la puerta se abría más. Y suspiró hondo-. Más vale que lo supere, porque me parece que ella no se va a mover de aquí.


Al día siguiente, Zac se reunió con sus hermanos en la pequeña lavandería. Si David no hubiera convocado la reunión, habría dormido una hora más -dos, quizá-, teniendo en cuenta que había previsto trabajar en casa toda la mañana.

Pero David era David, decidió, y las reuniones y los planes eran su perdición.

David: El electricista va a venir esta mañana a instalar las luces exteriores de aquí y las nuevas luces interiores de la tienda de regalos. Aunque las cajas están marcadas, comprueba varias veces los apliques, Zac. Y, como sé que vas a preguntarme por qué, te explicaré que, entre las de aquí y las del otro lado de la calle, debe de haber cerca de doscientas luces. No nos conviene perder tiempo, dinero y mano de obra haciendo cambios por un error de rotulación.

Zac. Bien. Lo haré antes de irme a mi oficina. Y, como sé que me vas a preguntar, sí, tengo mi lista de comprobación.

David: Pues ya que estás…

Le añadió media docena de tareas y llamadas a la lista.

Zac: ¿Y qué coño vas a hacer tú mientras yo estoy colgado del puto teléfono?

David le dio la vuelta a su portapapeles de clip. La longitud de la lista enmudeció a Zac.

Alex: ¿Por qué no le encasquetas una parte a la gerente?

David: Porque le vamos a dar un par de días para que se instale, por el amor de Dios. Ya se ganará el alquiler la próxima semana, créeme -pasó una página del clip-. He empezado esta lista para ella. ¿Qué vas a hacer tú mientras yo instalo el mostrador de la tienda?

Alex: Tengo a dos hombres allí, perforando -comprobó su propia lista-. Cuando abran el mercadillo, irán a recoger el escritorio que escogió mamá y lo subirán al despacho de la tienda. Aún están con la pintura del exterior, que se está eternizando, así que voy a pedirles que empiecen dentro, con el Vestíbulo, ahora que el suelo ya está puesto.

David lo localizó en la lista mientras Zac se tomaba el café y en la radio empezaba a sonar country rock con la llegada de los operarios.

David: Mamá tiene una cita en Hagerstown -les recordó David-, de modo que se pasará por aquí de camino a casa. Dile a los trabajadores que viene la jefaza. Eso es todo.

Zac: Alabado sea el Señor.

Al ver a Zac bostezar, Alex esbozó una sonrisa pícara.

Alex: La noche de canguro te dejó hecho polvo, ¿eh?

David: ¿Estás hablando en clave? Si habláis en clave, necesito que me pongáis al día.

Zac: No, no hablamos en clave, y no, no me dejó hecho polvo. Lo que pasa es que no he dormido mucho. A lo mejor porque hacer de canguro no implica tener sexo.

Alex siguió sonriendo con picardía.

Alex: ¿Tenía jaqueca?

Zac: Qué gilipollas eres -dijo a media voz-. No era el momento… habría resultado violento que me acostara con ella con los niños al final del pasillo. Todavía no están listos para eso; lo vi cuando Luke me abroncó por besar a su madre.

Alex: ¿No jodas? -La sonrisita se volvió sonrisón-. Qué tío más grande.

Zac: Sí, es digno de admiración, cómo cuida de su madre. Son unos críos geniales. Christopher quiere que le haga ataúdes para meter a sus muñecos de acción cuando mueran en combate. ¿A quién se le ocurre?

David: Ojalá se nos hubiera ocurrido a nosotros -musitó-. Habría sido guay. Podríamos haberlos enterrado a todos, hacerles sus lapiditas con los emblemas labrados.

Qué gran idea, pensó Zac.

Zac: Luego resucitarían, revividos por alguna fuerza sobrenatural, para vengarse.

David: Se podrían pirograbar los emblemas en las tapas de los ataúdes. Cada hombre debería tener el suyo. Aún tienes el estuche de pirografía, ¿no?

Zac: Claro. Tío, eso le encantaría.

Alex: Mientras vosotros jugáis, yo me voy a trabajar -se enganchó el cinto de herramientas-. Hay muchos restos de contrachapado por la obra -añadió al salir-.

David esperó a que Alex se hubiera alejado y estuviera gritándole a los trabajadores.

David: Que sepas que, si los haces, querrá participar, y se va a pedir a Lobezno y Veneno, como siempre.

Zac: Seguro. ¿Y tú?

David: Claro que quiero. Me pido a…

Zac: Me pido a Spidey y al Caballero Luna.

David: Joder. A Spiderman lo quería yo.

Zac: Demasiado tarde.

David: Batman y Joker.

Zac: Es un comienzo.

Tenía pensado ir derecho a casa, derecho a su despacho, pero lo pillaron para que se calzara unos guantes y ayudara a quitar la valla antigua. Luego lo llamaron de la tienda de regalos para que le preguntara a Madeline qué expositores quería poner en la pared izquierda de la tienda.

Cuando salía de allí, vio al peluquero sentado en el banco de la puerta del salón de belleza de Sherry y se paró a hablar con él.

Derek: Está quedando genial. -Juntos vieron cómo el electricista instalaba uno de los grandes faroles que flanqueaban las puertas-. He oído decir que haréis una fiesta cuando esté terminado.

Zac: Eso he oído yo también.

Derek: La gente que pasa por aquí en coche se desnuca mirando.

Zac: No tienen tus vistas, Derek. -Le sonó el móvil en el bolsillo-. Hasta luego. -Lo sacó mientras caminaba-. ¿Qué pasa, Alex, me echabas de menos?

Alex: Como un grano en el culo. Los de los azulejos tienen una duda sobre el diseño de la pared de aquí. Mamá está en Hagerstown, así que te toca resolverla a ti.

Zac: Voy para allá.

Al final, llegó al despacho más cerca de las diez que de las nueve, como pretendía. Pero no le importaba. Cada paso que daban -pensó mientras se servía en una taza lo que quedaba del café de por la mañana- era un paso más.

Se encargó de las llamadas primero porque era lo que más odiaba, y luego se puso a actualizar los planos de ubicación de los muebles con unas adquisiciones nuevas.

Una vez enviada la actualización por correo electrónico a todos, abrió el archivo. Se proponía rematar la rotulación ese mismo día, y más valía que les gustase.

Lo habían dejado en tres fuentes posibles porque nadie quería decidirse por una. Pues bien, él lo decidiría por todos ellos.

Jugueteó con los tres tipos, con el espaciado, el tamaño, los colores. Se levantó, dio una vuelta, se acercó a la ventana y contempló el edificio, buscando inspiración. Volvió a su mesa, verificó de nuevo las medidas, hizo cálculos y jugueteó un poco más.

Necesitaba comer algo, decidió, y pidió que le subieran una calzone de Vesta.

Ya está, se dijo, e imprimió una copia. Se la llevó a la ventana y la sostuvo en alto con un ojo cerrado. Sonrió.

Y vio que lo que había hecho era bueno.

Para darle fuerza y convicción, volvió a sentarse e hizo un rótulo para la tienda de regalos con la misma paleta y la misma fuente.

Zac: Adelante, está abierto -gritó al oír que llamaban a la puerta. Se levantaba ya, buscándose la cartera, cuando apareció Vanessa con una caja de pizza y terminó de alegrarle el día-. ¿Sacándote un plus en Vesta? Seguro que te dan buenas propinas.

Ness: Ahorro para comprarme un coche nuevo. -Le ofreció la caja y una sonrisa-. Estaba abajo cuando te preparaban el pedido, así que he dicho que te la subía yo porque quiero hablar contigo. Te la han anotado en tu cuenta.

Zac: Bien hecho. -La dejó a un lado-. Nos la partimos.

Ness: Gracias, pero voy a pillarme una ensalada, luego estaré como una hora ayudando a Brittany. Pero antes quería…

Zac: No te he dado propina. -Ancló las manos a sus caderas y la atrajo hacia sí-. Hueles genial.

Y estaba genial, se dijo, mucho más relajada y contenta de lo que había estado desde su «conversación» sobre Lizzy.

Ness: He estado probando unas nuevas lociones corporales que estamos pensando en vender. Esta es de melocotón y miel.

Zac: Vendida.

Se inclinó hacia delante y se diluyó en un beso, en melocotones y miel, en Vanessa. Demasiado tiempo, pensó, cuando ella se le colgó del cuello. Demasiado sin abrazarla, sin tenerla de verdad.

Ness: Das unas propinas estupendas.

Zac: Eso solo es la entrada. -La hizo retroceder hacia la puerta-. Para el resto, tienes que venir conmigo.

La instó a salir del despacho y la guió al interior de su apartamento.

Ness: Zac -rió, pero él detectó el pero en su aliento, notó que temblaba cuando le mordió el labio inferior-. No puedo. No podemos. Así, en mitad del día.

Zac: El descanso del almuerzo.

Ness: Sí, pero…

Zac: Pienso en ti a todas horas. -Siguió haciéndola recular, deslizando los labios por su cuello para capturar los de ella-. En volver a estar contigo así. Es muy duro verte y no poder tocarte.

Ness: Lo sé. Yo…

Zac: Déjame acariciarte.

Ya lo hacía, sus manos la recorrían, moldeándola, propagando un deseo que le embotaba el sentido común.

Ness: Supongo que no pasará nada porque llegue un poco tarde.

Zac le metió la mano por debajo de la falda del vestido, le acarició la pierna, la entrepierna y la pierna de nuevo.

Ness: Decididamente, no, no pasará nada porque llegue tarde.

Vanessa cayó de espaldas en la cama, con el corazón acelerado, el cuerpo agitado. Loco, insensato, maravilloso, pensó cuando la boca de él se instaló en ella y sus dientes le mordisquearon el pecho de una forma tan increíblemente sexy a pesar del tejido que se interponía entre los dos.

Soltó un débil grito de asombro cuando los dedos de él culebrearon de nuevo por debajo de su vestido y se introdujeron en ella.

Ness: Dios. Ay, Dios.

Zac: Déjate llevar. -Desbocado, la estimuló todavía más al tiempo que devoraba la piel caliente de su cuello-. Déjate llevar.

Vanessa corcoveó debajo de Zac, agarrándose fuerte a la maraña de sábanas, con la mirada ida. Al llegar al clímax, profirió un gemido largo y trémulo que, como una flecha, le acertó de pleno a él en la entrepierna.

Cuando ella se quedó saciada, cuando cerró los ojos, Zac se bajó los vaqueros, le subió la falda del vestido y la penetró.

Volvió a oírse el grito de asombro, y Vanessa se agarró a sus caderas, clavándole las uñas.

Mirándolo a los ojos, pronunció estremecida su nombre.

Luego enroscó las piernas en su cintura y lo siguió, igualando su frenesí.

Agotados, se quedaron tendidos el uno junto al otro, aún medio desnudos, respirando con dificultad.

Ness: Debería traerte yo siempre la calzone.

Zac: Por mí, genial.

Vanessa cerró los ojos, para saborear aquello un instante más.

Ness: Lo anotaré en mi lista de prioridades.

Él levantó la cabeza.

Zac. Durante el día, querrás decir.

Ness: No, a media mañana de un día laborable, y aún llevo la ropa puesta. Casi toda.

Zac: Tenía algo de prisa. -Se inclinó y acarició los labios de ella con los suyos-. Pero, si quieres, te puedo desnudar ahora y volvemos a empezar.

Ness: No sé si mi organismo o mi horario podrían con otra propina. Pero agradezco mucho tu mecenazgo.

Zac: Las mejores calzone del condado. Mierda, ya voy yo -espetó al oír que llamaban a la puerta del apartamento-.

Que, por supuesto, no estaba cerrada con llave, recordó tras oír la voz de Ashley. Se calzó deprisa los vaqueros mientras Vanessa se levantaba como un resorte e intentaba alisarse el vestido.

Ness: ¡Un momento! Enseguida salgo.

Pero ella ya había llegado a la puerta y estaba allí, boquiabierta, señalando.

Ash: ¡Habéis echado un polvo! Miraos, con esa cara de gusto y de culpa. Mi cuerpo ya no puede soportar más tanta envidia. Voy a tener que buscarme un tío de alquiler. ¿Cuánto cobras?

Zac: ¡Qué graciosa!

Vanessa se quitó el coletero, después cayó en la cuenta de que había dejado el bolso -con el cepillo dentro- en el despacho de Zac.

Ness: Estábamos a punto de…

Ash: Todo parece indicar que más bien ya habéis acabado.

Zac: Qué chispa tiene -dijo volviéndose hacia Vanessa y señalando a Ashley con el pulgar-.

Luego los dos se sonrieron como… como dos personas que acababan de echar un polvo, se dijo Ashley.

Ash: He llamado a la puerta. Del despacho primero, que era adonde habías pedido que te subiéramos la calzone… y adonde Vanessa me ha dicho que te la traía porque «quería hablar contigo» -añadió dibujando las comillas con los dedos-.

Ness: Y quería, pero no lo he hecho. Oye, voy a cepillarme… el pelo. En un rato estoy en casa de Brittany.

Ash: No, no os vais a echar otro. Me niego. Como lo hagáis, me pongo a llorar y me corto el pelo yo misma. ¿No querréis ser responsables de eso?

Ness: Solo voy a arreglarme un poco. Enseguida voy. Te lo prometo.

Ashley no dijo nada, se limitó a señalarlos, los miró con los ojos fruncidos y después se fue.

Zac: Creía que no se iría nunca. ¿Por qué no…?

Ness: No -alzó una mano para interrumpirlo-. Ni hablar. Lo he prometido. Tengo que ir por mi bolso. Quería hablar contigo, disculparme.

Zac: ¿Por qué?

La siguió al despacho.

Ness: Por no haberte dado ni siquiera las gracias por encargarte de los niños ayer, por ponerme borde cuando me arreglaste el lavabo y cabrearme la noche que fuimos al hotel y luego a cenar… que es el motivo de todo lo demás. -Cogió el bolso y miró alrededor-. Creo que no había estado nunca aquí, en tu despacho. Qué bonito. Muy tuyo. ¿Eso es un baño?

Zac: Sí.

Ness: Necesito el espejo. -Entró, dejó la puerta abierta y se cepilló el pelo-. Ashley, Brittany y yo fuimos al hotel mientras estabas con los chicos. Y, bueno, oímos algo arriba, como pasos. Y la olimos allí arriba. La puerta del balcón se abrió. -Se quitó el coletero de la muñeca y se hizo una coleta-. Me puse superborde con ellas, igual que contigo. No -decidió-, peor aún. Me cabreé muchísimo.

Sacó el lápiz de labios y se los retocó.

Zac: ¿Por qué?

Ness: Esa es la cuestión. Y entonces caí en la cuenta de por qué. O quise caer al fin. Entendí que estaba enfadada porque, si es posible, si de verdad sucede, si realmente es posible volver, entonces…

Zac: Mierda. Cody. No se me había ocurrido, no había pensado en él. Lo siento.

Ness: No, lo siento yo. Tú no tenías por qué caer en eso. Ni yo tenía por qué pagarlo contigo, ni con ellas. Claro que es lo que tiene enfadarse, que al final siempre lo pagas con quienes se preocupan por ti.

Para rematar la faena, sacó la polvera.

Zac: Yo te hice daño, y no puedo pasarlo por alto.

Ness: Tú no, la situación. Además, ahora que sé por qué me sentí de ese modo, ya no me dolerá.

Zac: ¿Así, sin más?

Ness: Me pasé un buen rato llorando después de acostar a los críos, y estuve dándole muchas vueltas. No, ya no me dolerá. -Volvió a guardar la polvera en el bolso mientras salía del baño-. No sé por qué algunas personas vuelven… o eso se cuenta. Así que no puedo saber por qué Cody no volvió. O tal vez sí y yo no estaba preparada o no era lo bastante abierta, y no lo vi ni lo sentí. Lo que sé es que se ha ido, y no puedo cabrearme por eso con él, ni contigo, ni… con lo que sea que haya allí arriba. Lo siento, y te agradezco que les enseñaras el hotel a los niños, que me arreglaras el lavabo y que te ocuparas de ellos ayer para que yo pudiera solucionar esto.

Zac: De nada.

Ness: Bueno, ahora sí que me tengo que ir.

Zac: Quiero verte este fin de semana.

Ness: Y yo quiero que me veas este fin de semana. -Se refugió en los brazos de él y lo abrazó un instante-. Deja que le eche un vistazo a mi agenda.

Zac: Te llamo luego.

Ness: Vale. -Se acercó a la puerta y la abrió-. Otra cosa… gracias por la propina.

Zac se dirigió a la ventana y esperó a verla cruzar la calle. Lo hizo corriendo, con las faldas al vuelo, las piernas al descubierto. Al llegar a la esquina de enfrente, Vanessa se volvió, lo vio allí y saludó con la mano antes de salir hacia la parte posterior del edificio, a toda prisa.

Pensó en ella, en el amor. Lo que costaba, lo que ofrecía. Luego se llevó la caja de la calzone gélida al microondas del despacho para recalentársela.


No fue hasta el final de la jornada laboral cuando volvió al hotel. Con la cabeza en otras cosas, olió la pintura antes de verla.

Haría falta otra mano, pero el sereno color paja de las paredes ya captaba la luz y jugaba con los tonos de las baldosas. Oyó el intenso chirrido de la sierra de diamante y los golpes de los martillos. Al llegar al pie de la escalera, lo alcanzó la voz de su madre.

Perfecto, así los tendría a todos de golpe.

Encontró a su madre y a Caroline en la segunda, en la habitación Eve y Roarke.

Zac: ¡Hola! Confiaba en encontrarte por aquí.

Pasó al baño.

July: ¡Mira esto! -le tendió una ficha técnica-. El toallero eléctrico perfecto para este baño.

Zac: Pero si ya has…

July: No, el otro no lo pedí porque no estaba segura del todo. Con este sí lo estoy. Vidrio térmico.

Zac: Es un poco…

July: Cariño, lo sé, pero es ideal. Parece futurista.

Zac: Es muy moderno, sí. -Mientras lo estudiaba, recordó el resto de los accesorios-. Queda bien con las luces y el equipamiento que vamos a poner aquí.

July: Bien, porque ya lo he pedido. Pero esa no es la gran noticia.

Zac: No estarás embarazada, ¿verdad?

Su madre le dio una palmada en el brazo.

July: Caroline…

Zac: ¿Caroline está embarazada?

July: ¿Qué, hoy estás de buen humor? Pues no, y mejor así, porque Caroline va a ser la ayudante de la gerente.

Zac: Grande, sí. -Atónito, miró a su tía-. No sabía que quisieras trabajar aquí.

Caroline: Me muero de ganas -le brillaron los ojos solo de pensarlo-. Adoro este sitio, y dejar mi trabajo a tiempo parcial en la tienda no me va a doler nada. Se me da bien la gente, y ya sabes que me gusta entretener. Me he hecho un currículum.

July: Venga ya.

July le dio un codazo a su hermana.

Caroline: Son negocios, July. Familiares, pero negocios al fin y al cabo.

Zac: Por mí, estás contratada. Lo harás de miedo.

July: ¿Ves? Por unanimidad.

Caroline: ¡Qué emoción! Es que me encanta este sitio, de verdad. Así podré venir a pie en lugar de tener que coger el coche hasta… -Se interrumpió y negó con la cabeza-. Pero aún tenemos que ver qué tal nos llevamos Brittany y yo -alzó las manos y cruzó los dedos-. Luego lo haremos oficial.

Zac: Bueno, esto echa por tierra mi noticia.

July: Vanessa está embarazada.

Zac se quedó boquiabierto.

Zac: Cielo santo, mamá.

July: Ojo por ojo, cielo. ¿Qué noticia?

Zac: ¿Dónde están los demás?

July: Arriba, en el apartamento de Brittany. Como es fácil, han decidido subir a poner los azulejos del baño y la cocina.

Zac: Pues vamos a llamarlos, para poder hacer esto todos juntos. Salió y gritó al piso de arriba-: Reunión familiar, YA. En Eve y Roarke.

July: ¿De qué va esto, Zac?

Zac: Una cosa que he terminado hoy. Ah, y voy a tener que usar el taller un rato, que lo sepáis. Necesito hacer unos ataúdes.

July Efron no era fácil de asombrar, sobre todo cuando se trataba de sus chicos, pero aquello la dejó perpleja.

July: ¿Ataúdes?

Zac: Para los niños, para los muñecos de acción caídos en combate. Seguramente me vaya para allá cuando… Vale, ya están aquí.

David: ¿Qué pasa? Estábamos terminando.

Alex: Y yo quiero una birra.

Bobo entró despacio detrás de él y rodeó la estancia olisqueando a todos a modo de saludo.

Zac: Pues cómprame una a mí también -abrió su carpeta y sacó el modelo del rótulo-. Aquí lo tenéis. Como a alguien no le guste, me lo cargo de un martillazo. Me dolerá más si se trata de mamá o de Caroline, pero lo haré igual.

Alex lo escudriñó.

Alex: Ah.

David: ¿Qué fuente es esa?

Zac: La que he elegido yo -le dijo a David-. Te puedo liquidar. Tengo hermano de recambio.

Caroline: July, mira los colores.

Caroline agarró a Zac por el brazo a la vez que se inclinaba.

July: Son exactamente lo que quería, ese marrón intenso sobre canela claro.

Zac: Está hecho a escala. Hay espacio de sobra para la página web y los teléfonos sin que el nombre quede aprisionado.

Alex: No está mal -asintió con la cabeza, rascándole las orejas a Bobo mientras sonreía a Zac-. No está nada mal.

David: En todo caso, necesito la fuente. Si nos quedamos con esta…

Zac: Nos quedamos con esta.

David: La necesito para el membrete del papel, las tarjetas de empresa, las placas de las habitaciones, los llaveros…

Zac: Vale, calla ya -sacó un disco de la carpeta y se lo dio a David-. Está todo aquí.

July: Perfecto, como el toallero -le pasó el brazo por la cintura a Zac-.

Zac: He hecho uno para la tienda de regalos, he supuesto que ese iría en vertical, colgado de una escuadra, con la impresión a ambos lados.

July: ¡Me encanta! -lo cogió-. Caroline, vamos a ver si Madeline aún sigue ahí. Querrá ver esto. Buen trabajo. -Estrujó a Zac-. Muy bueno.

Alex: Me parece que te voy a invitar a una birra.

Zac: Me parece que sí.

Alex: Te veo allí. Tengo que recoger, que yo no he estado sentado a un escritorio todo el día.

David: ¿Me has dado el tamaño de la…?

Zac: Está todo ahí, David.

David: Ahora lo compruebo. Después de que Alex me invite a una birra.

Alex: ¿Y por qué te voy a invitar yo?

David: Porque te toca.

Alex: Y una mierda…

Lo discutieron por el camino.




De este capítulo me encantó lo educativo que es Zac con los niños: "lápidas para los superhéroes" 😆
Y lo buena amiga que es Vanessa: "te prometo que no echaré otro polvo" 😆


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Jajaja ashley me dio mucha risa
Que bueno que zac y vanessa tuvieron sus momento
Siguela pronto
Ya quiero saber mas de esta novela
Saludos!!!

Carolina dijo...

Jajajaja Ashley es lo máximo xD
Espero que tu no me hagas prometer eso ���� xD
Y Zac, es super comprensivo ��
Ness, que bueno que se dio cuenta que es lo que le molestaba, se entiende pero no debió agarrarsela con Zac
Aunque ya le dio una muuuuuy bueeena propina xD
Pública pronto please

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