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viernes, 3 de mayo de 2019

Capítulo 7


Como habían acordado, David llegó a Vesta a las nueve y media en punto para reunirse con Brittany y entrevistarla. Como había prometido mantenerse al margen, Ashley se entretuvo con los preparativos matinales: encendió los hornos, hizo las salsas para tenerlas listas cuando abrieran, a las once, y empezara el jaleo propio de los sábados.

Cuando entró David, Brittany estaba sentada a la barra, tomando café y revisando sus notas.

David se pasó el maletín a la mano izquierda y le tendió la derecha.

David: Brittany.

Britt: David.

David: Me alegro de volver a verte. Te lo agradezco, Ashley.

Ash: Lo que sea por el bien común -dijo desde la cocina-. ¿Café?

David: Me vendría de miedo. Ya me lo sirvo yo. -Como si estuviera en su casa, rodeó la barra hasta la cafetera que Ashley tenía en uno de los quemadores gemelos, se sirvió y se echó una dosis de azúcar-. ¿Te parece bien que nos sentemos a una mesa? -propuso-. ¿Qué tal el viaje desde Washington?

Britt: No fue mal. -Tomó asiento, analizándole como sabía que él la analizaba a ella. Sus ojos, de un azul claro y sereno, estaban fijos en ella-. Salí lo bastante pronto para evitar atascos.

David: No bajo mucho a D. C. Por los atascos, entre otras cosas. -Esbozó una sonrisa que suavizó los rasgos de su rostro-. Aquí todo va mucho más despacio.

Britt: Sí, desde luego. Es un pueblo bonito -dijo sin mojarse-. Disfruto mucho de la zona cuando vengo a ver a Ashley y a Vanessa.

David: Es muy distinto de Georgetown.

Tanteándonos, se dijo Brittany. Bueno, ella sabía bailar.

Britt: Busco un cambio. La rehabilitación y el rediseño de un edificio como el hotel, con su larga historia, debe de haber supuesto un gran cambio respecto al tipo de trabajo que Efron Family Contractors ha hecho en el pasado. Tú y tu familia habéis rehabilitado otros edificios antiguos, como este en el que estamos, pero no a esa escala. Debe de ser todo un reto.

David: Lo es.

Britt: Y ser dueño de un hotel, con sus exigencias, dificultades, peculiaridades… eso supone un gran cambio respecto del papel del patrón tradicional.

¿Quién entrevistaba a quién?, se preguntó David, y decidió que le gustaba.

David: Lo meditamos mucho tiempo, intercambiamos puntos de vista y concebimos una idea muy concreta. Nos proponemos hacer realidad esa idea.

Britt: ¿Por qué un hotel?

David: Apuesto a que has investigado la historia.

Britt: Eso no explica por qué tú y tu familia habéis concebido esa idea concreta.

La estudió mientras lo interrogaba. Fue dándole puntos: por su físico, primero. Un físico extraordinario, que sabía aprovechar. El pelo cortísimo le resaltaba los ojos. El corte y el color óxido del traje le realzaban el cuerpo, y clamaban control y autoridad.

Cierto aire de frialdad, observó, compensaba la sensualidad de sus ojos grandes. Bonita combinación.

David: En sus orígenes, era una fonda, un lugar donde descansaban los viajeros y sus caballos, y comían algo. Con los años, se sumaron varios propietarios. Cambió el nombre, pero, durante más de un siglo, sirvió de hostería. Lo convertiremos en eso, respetando su historia. Pero adaptado al siglo XXI, claro.

Britt: Ya me han puesto al tanto de algunos de sus elementos.

Sonrió entonces, y se evaporó la frialdad.

David le otorgó más puntos.

David: Lo estamos disfrutando. Esta zona tiene mucho que ofrecer a los visitantes: Antietam, Crystal Grottoes, Harpers Ferry, y mucho más. Ahora mismo, no hay un sitio en Boonsboro donde puedan alojarse esos visitantes. Cuando lo haya, atraerá a la gente, que querrá comer, comprar, curiosear por aquí. Le ofreceremos una experiencia única en un lugar hermoso con un servicio excepcional.

Britt: Exclusivo, particular, histórico. Un concepto interesante, el de poner nombres de parejas literarias a las habitaciones.

David: Parejas románticas. Cada habitación tiene su sabor, su ambiente. La clientela de los hoteles pequeños está compuesta mayoritariamente por parejas. Nos gustaría atraer a las parejas de luna de miel, a las que celebran un aniversario u ocasión especial. Proporcionarles una estancia memorable, para que vuelvan, y se lo digan a sus amigos. -Y basta ya de hablar de nosotros, se dijo, y sorbió un poco de café-. Tu currículum desde luego te cualifica para el puesto de gerente.

Britt: He traído una copia impresa del archivo que te envié por correo electrónico por si la quieres.

David. Claro.

Britt: El gerente tendría que vivir en el hotel, ¿no?

David: No puede administrar el hotel a distancia. Le facilitaríamos un apartamento. Uno de dos dormitorios, en la tercera planta. Salón, baño, cocina pequeñita; aunque el gerente tendría acceso a la cocina principal, y a la lavandería.

Britt: ¿Esa persona tendría que cocinar?

David: Solo el desayuno.

Britt: Pensé que querríais algo más. Si vais a tener los servicios de un hotelito, tendríais que ofrecer galletitas y magdalenas caseras, o algún tentempié. Vino y queso por la noche.

David: Eso sería un detalle bonito.

Britt: Ashley ha pensado en un servicio a domicilio para quienes no quieran salir.

David volvió la vista a la cocina abierta.

David: Genial. Incluiremos su menú en el pack de las habitaciones. Genial -repitió, y tomó nota-.

Britt: Queda por ver una serie de cuestiones prácticas, David. Lista de obligaciones, sueldo, días libres. Tareas domésticas, coladas, presupuesto, mantenimiento. Cualquiera que acepte un puesto así necesitará un ayudante. Nadie puede trabajar veinticuatro horas al día los siete días de la semana y las cincuenta y dos semanas del año.

David: Pues hablemos de eso.

Mientras discutían los pormenores, entró July. Ese día con gafas de sol de color verde menta, a juego con sus botines deportivos. Saludó con la mano a Ashley y fue derecha a la mesa.

July: Eres Brittany, ¿verdad? Yo soy July Efron. -Le estrechó la mano y luego le acarició el hombro a David-. ¿Cómo va todo por aquí?

David: Muchas preguntas. Y muchas ideas nuevas.

Brittany se revolvió en su silla y miró a July a los ojos.

Britt: Ya tenéis muchas estupendas. Estoy impresionada por la cantidad de detalles esenciales que habéis concretado ya. Vuestro plan de trabajo es muy completo para ser una empresa que no se dedica realmente a esto.

July: Hemos hecho sondeos, entre amigos y familiares, gente que viaja muchísimo. Qué le piden al hotel de sus sueños. Imagino que, una vez inauguremos, la experiencia nos irá enseñando, pero querríamos acertar todo lo posible a la primera.

Ash: ¿Te pongo un café, July? -le gritó-.

July: Tomaré un refresco del frigorífico. Llevo en pie desde las seis -le contestó mientras lo cogía-. No paro de darle vueltas a la cabeza. Me he dicho, David debe de estar repasando todos los detalles con Brittany, la descripción del puesto y todo lo demás. De modo que he decidido pasarme por aquí un momento antes de que vayamos al hotel, para decirte qué es lo que busco exactamente.

Britt: Desde luego.

July: Sin duda necesitamos alguien presentable, que sepa relacionarse con la gente, con mano izquierda. Pero no habrías durado en el Wickham si no supieras hacer eso. Quiero más. -Observando a Brittany, desenroscó el tapón de la botella de Coca-Cola Light-. Quiero alguien capaz de echar raíces, de convertir el hotel, y el pueblo, en hogar. Sería más feliz en el puesto, y haría mejor su trabajo. El día a día, las pequeñas cosas que fueran surgiendo ya iríamos solucionándolas. Pero, o te implicas o no. Tendrías que enamorarte del proyecto, o no saldrá bien, ni para ti ni para nosotros. -Sonrió-. David está pensando que es preferible que sepas manejar el software de reservas, que hagas bien los registros, lleves una base de datos de clientes, que sepas encontrar una habitación disponible cuando hay prisa. Supongo que sabes hacer todo eso y más, de lo contrario Ashley ni siquiera te habría propuesto. Pero esto no es solo un negocio, para nosotros no. Ese establecimiento necesita amor.

David. Nosotros le estamos dando mucho. Quiero dejarlo en manos de alguien que haga lo mismo. Y que sepa hacer unos gofres en condiciones.

Britt: No sé si soy la persona adecuada -dijo prudente-. No sé si estos son el sitio o la situación adecuados para mí. Mi vida… se encuentra en estos momentos en una fase de cambio. Solo sé que sí me interesa. Y ya estoy enamorada del concepto que habéis desarrollado, de lo que os proponéis.

July: Eso es un comienzo. ¿Por qué no nos acercamos, y echamos un vistazo? David y tú podéis seguir hablando de los detalles luego.

Britt: Me encantaría verlo.

Ash: Voy para allá enseguida. En cuanto llegue Franny.

David: La puerta trasera está abierta -cogió su maletín mientras se alzaba-. Alex y Zac le están echando un par de horas esta mañana.

July: Tendrás que hacer un ejercicio de imaginación -le dijo al salir-. Hemos avanzado bastante, pero aún queda mucho para que empiece a brillar.

Britt: Este es un gran proyecto. Bonita cantería.

Brittany estudió el perfil del edificio según bajaban la calle.

July le habló de un patio en el que Brittany solo vio escombros y barro sólido.

Pero los porches prometían, con aquellos encantadores puntales.

Entraron en el Vestíbulo y Brittany oyó a July hablarle de baldosas y de mesas, arte y flores; luego pasó por debajo de un arco ancho hacia lo que sería el comedor. El artesonado del techo: de ribetes blancos sobre marrón intenso, le explicó July. Unas mesas de madera lustrosa, descubiertas, con solo un jarroncito de flores cada una. Un arco de la piedra original en la pared del fondo y un gran aparador tallado delante. Lámparas de araña de hierro con motivos de hoja de roble y grandes globos de vidrio de color en forma de bellota.

Casi pudo verlo en las paredes sin pintar, el piso de hormigón, el lío de material. Observó lo bastante como para estar convencida de que faltaban un par de mesas de servicio, quizá debajo de las maravillosas ventanas laterales.

Bajaron, más piedra desnuda, ladrillo desnudo; pasaron por la futura lavandería, el despacho, hasta la cocina.

Escuchó de nuevo, trató de imaginar los armarios, muchos con frentes de cristal por aliviar la rigidez de la madera oscura. La encimera de granito, los electrodomésticos de acero inoxidable, el horno encastrado, el fogón de la isla en madera de color crema que contrastara con la oscura.

Britt: ¿La cocina no tiene puerta?

July: La dejaremos abierta -con las gafas de sol ancladas en la cabeza, los pulgares en los bolsillos delanteros de los pantalones, exploró el espacio-. Queremos que los huéspedes se sientan como en casa en cuanto entren por la puerta. Habrá siempre bebidas frías en el frigorífico: refrescos, zumos, agua.

Britt: ¿Como si fuera un enorme minibar?

July: Algo así. Queremos que los huéspedes se sirvan con naturalidad, no cobrarles por cualquier cosa. El precio de la habitación lo incluirá todo. Que les apetece una taza de café antes de desayunar, o cuando sea, y la gerente no está a mano, se lo pueden hacer aquí, o en la maquinita que vamos a comprar para la Biblioteca. Quizá debería haber también un cuenco con fruta de temporada. O galletitas.

David: Lo de las galletitas ya se le había ocurrido a ella.

July: ¿Ves?, sintonizamos. Esa es la idea. Relajarse, disfrutar, estar como en casa.

Brittany sintió una especie de calidez, y esa calidez se propagó por todo su ser mientras pasaban a Recepción. Apenas veía nada con tanta caja y tanta herramienta, pero empezó a visualizar. Un par de butacones de color verde pastel delante de la chimenea de ladrillo visto. Ni escritorios ni mostrador; una mesa larga, a medida, para la gerente. Embaldosado a juego con el de la cocina y el vestíbulo, y las ventanas derramando luz.

Brittany sabía que hacía preguntas demasiado prácticas sobre el registro de clientes, los ordenadores, el almacenamiento, la seguridad, pero, cuando terminaron con la planta baja y empezaron a subir, entendió por qué los Efron se habían enamorado de ese sitio.

July: Me parece que mis otros hijos están arriba, en la tercera planta -se volvió a mirarla-. ¿Qué tal si subimos y vemos el apartamento de la gerente? De paso conoces al resto de la familia.

Britt: Perfecto.

Sintió un pequeño tirón por la izquierda cuando se dirigían a la tercera planta.

July: Elizabeth y Darcy -le dijo al verla titubear-. Estas dos habitaciones de fachada tienen acceso al porche que da a Main Street.

Por un momento, le pareció que olía a madreselva, se volvió para mirar dentro. Y dio un respingo cuando Ashley gritó desde abajo.

Ash: ¿Estáis ahí arriba?

David: Vamos a la tercera planta.

Ash: He tardado más de lo que creía -subió corriendo-. ¿Qué te parece?

Britt: Grande, y extraordinariamente ideado. De las habitaciones, solamente he visto la de discapacitados, en la planta baja. Vamos a la tercera, luego iremos bajando.

Ash: Así puedes ver tu apartamento.

Brittany movió la cabeza, condescendiente, y siguió subiendo la escalera, agarrada a la barandilla provisional. Imaginaciones suyas, pensó, apartando la mano otra vez. Habría jurado que había tocado un metal suave.

July: El apartamento de la gerente. Y el Ático, en el que hay alguien muy liado.

Brittany entró detrás de ella. Oyó el silbido y el golpe seco de una pistola de clavos antes de verlo. La luz del sol lanzaba destellos a través de la ventana en la que trabajaba. Durante un segundo, no pudo verle el rostro, solo percibió su fortaleza y competencia mientras la pistola de clavos retumbaba de nuevo.

Acarició la madera, el mismo tipo de panel que Brittany había visto en el marco de las ventanas de la planta baja. Luego, dejó la herramienta y se volvió.

La miró con ojos fríos y calculadores. Se oyó el ruido de otra pistola de clavos procedente de algún lugar próximo. July habló, los presentó, pero a Brittany le pitaban los oídos. Apenas oyó su nombre, y sintió un alivio súbito y pueril de que no fuera Zac.

Alex.

Le estrechó la mano -advirtió un rasguño a medio curar en el dorso- y sintió un instante la palma callosa, endurecida, antes de que él la retirara.

Alex: ¿Qué tal?

Britt: Bien, gracias.

Pero no estaba del todo segura. Aumentó el acaloramiento, que se concentró justo allí. El exceso de detalle, de imágenes, amenazaba con saturarle el cerebro.

De pronto necesitó desesperadamente sentarse y beber algo -lo que fuera- muy frío.

July: ¿Te encuentras bien, cielo?

Brittany miró a July, cuya voz le llegaba como del fondo de un túnel larguísimo.

Britt: Mmm… demasiado café esta mañana -logró decir-. Estoy algo deshidratada.

Alex abrió una nevera y sacó una botella de agua. Como ella se quedó mirando sin más, él la abrió.

Alex: Toma, hidrátate.

Britt: Gracias. -Por primera vez, reparó en el perro, extraordinariamente casero, color caramelo, que, sentado y con la cabeza ladeada, la estudiaba-. Qué bonito detalle -dijo, para no tragarse media botella de un sorbo-. Los paneles laterales.

Alex: Sí, al final han quedado bien.

Zac: Mierda, me he quedado sin munición. ¿Tienes…? -entró despacio-. Ah, hola.

July: Y este es Zac. Le estamos enseñando esto a Brittany.

Zac: Sí, hola. Creo que nos vimos unos cinco segundos hace un par de años. Bienvenida al Ático. Vengo del final del pasillo, de lo que podría ser tu apartamento. Eh… ¿y Vanessa?

Ash: La he llamado antes de venir. Tenía que pasarse por PLP, no sé qué problema con internet.

July: Bueno, Brittany, vamos a enseñarte esta zona antes de pasar a ver tu apartamento -señaló con un gesto-. Esto será la sala, acceso al porche de la tercera planta por la puerta del final del pasillo. El dormitorio está al fondo, el baño entremedias.

Brittany la siguió por el breve pasillo, luego exclamó con los ojos como platos.

Britt: ¡Este espacio es enorme! Me encanta la pared flotante.

July: Mi hijo, el arquitecto. La encimera con doble lavabo a este lado, la ducha allí. La bañera, una preciosidad, a este lado de la pared. Este será de lujo, azulejos labrados, algún mosaico, apliques de cristal con partes de níquel pulido. Moderno con un toque del Viejo Mundo.

El Ático era un modelo de lujo, decidió Brittany, con la cama con dosel tallada que presidía el dormitorio, los elegantes taburetes a los pies, la delicada silla auxiliar.

Pensó que habían hecho de aquel espacio algo digno de la subida que requería.

Se le templaron los nervios cuando visitaron el apartamento del final del pasillo. Aquellas ventanas preciosas otra vez. Una cocina pequeñita, aunque David tenía razón: no necesitaría más. Partía de un salón que, pensó, haría útil y acogedor. Ni la mitad de lo que tenía actualmente, aun con el segundo dormitorio, pero con un acceso al porche, y a aquel hotel grande y decorado con tan buen gusto.

Desde luego era más que suficiente, se dijo mientras recorría la estancia. Además, era más del doble de grande que su primer estudio.

También un tercero sin ascensor, recordó.

Los armarios no serían un problema. Usaría el segundo dormitorio para eso, dado que el despacho estaba abajo. Y si quería tener visitas…

¿Cuándo había decidido que aceptaba el puesto, que quería vivir allí?

Britt: Una estancia estupenda, práctica y, como digo, bien distribuida.

July: Si llegamos a un acuerdo, podrás elegir el color de las paredes -dijo sonriente-. Ahora, si te parece, vamos a la Westley y Buttercup, la otra suite. Esa tiene su propia entrada exterior.

Britt: Me encantaría verla.

Le encantaba todo, pero no se lanzaría a por ello sin ultimar los detalles, negociar las condiciones, pensárselo bien.

Se trataba de un cambio importante: geográfica, personal y profesionalmente. No podía tomar una decisión así sin meditarlo.

Britt: Quedará fenomenal. -Estaba en el Ático otra vez, echando una última ojeada-. Todas las habitaciones son especiales, o lo serán. Y el edificio tiene carácter, promete.

July: ¿Podrías llegar a enamorarte de él?

Medio riendo, Brittany negó con la cabeza.

Britt: Creo que ya lo he hecho.

July: ¿Quieres el puesto?

David: Mamá, hay que…

July dio un manotazo al aire, como para librarse de David.

Britt: Quizá deberíamos… Sí. -La aterraba decirlo, pero era la pura verdad-. Claro que sí.

July: Contratada.

Ashley soltó un grito, agarró a la atónita Brittany y dio vueltas de alegría con ella.

Luego hizo lo mismo con July. Iba a por David, pero la detuvo levantando las manos.

David: Eso son cosas de chicas.

Así que le dio un puñetazo en el brazo.

Ash: Qué contenta estoy. Qué emoción. ¡Brittany!

Volvió a abrazarla, dando saltos.

Britt. Yo… señora Efron, ¿está segura?

July: July. Ahora estamos juntas en esto. Estoy segura. David y sus hermanos ya se pondrán al día. ¿Qué te parece si tú y yo nos vemos para comer en Vesta a, digamos, las doce y media? Bebemos un poco de vino y seguimos hablando.

Britt. Sí, por supuesto.

Vanessa llamó a la puerta y la abrió de un empujoncito.

Ness: No sabía si aún estaríais aquí. Se me ha hecho tarde. Para una cosa que me ha salido bien esta mañana, tres me han ido de pena. ¿Ya lo habéis visto todo?

Ash: Todas las habitaciones -proclamó sonriendo histérica-.

Ness: Ah, vaya.

July: Luego te enseño lo que no hayas visto, si quieres -le puso la mano en el hombro a Brittany-. Pero, primero, saluda a nuestra gerente.

Ness: Has… ¿De verdad? ¡De verdad! ¡Ay, Brittany!

Brittany se dijo que empezaba a marearse porque Vanessa la estaba estrujando y dejándola sin aire. Y no porque acabara de tomar una de las decisiones más importantes de su vida, guiada más por la intuición y la emoción que por el análisis y el intelecto.

Como las mujeres hablaban como cotorras, David se escabulló y volvió arriba.

Encontró a sus hermanos discutiendo la logística de la encimera del lavabo del baño del Ático.

David: Mamá la ha contratado.

Zac: Desde el punto de vista estético, queda mucho mejor si… -se detuvo a media frase-. ¿Eh?

David: Que mamá ha contratado a Brittany Snow.

Alex: ¿Cómo que la ha contratado? -se guardó la cinta métrica en el cinturón de las herramientas-. No puede contratarla así sin más.

David: Pues lo ha hecho. -Se pasó la mano por el pelo-. En el acto. No he podido decir esta boca es mía con tanto grito y tanto baile, sobre todo después de que llegara Vanessa y se uniera al jolgorio.

Zac: ¿Vanessa está aquí?

Alex: Vamos a centrarnos. ¿Cómo coño has dejado que pasara?

David: Oye, no me culpes a mí. Lo bueno es que Brittany está más que cualificada, pero…

Alex: Cualificada para andar dándose aires por un hotel de lujo de Washington D. C., donde tiene personal y dinero para chorradas. Joder, si ha subido un par de pisos a pie y casi se desploma -dijo asqueado-. A lo mejor por pasearse por una maldita obra con unos taconazos de doce centímetros. ¡Lleva traje de chaqueta, por el amor de Dios!

David: Bueno, venía a una entrevista.

Alex: Es carne de ciudad. El que este sitio despegue dependerá mucho de la gerente. Mamá y tú habláis con ella cinco minutos ¡y ya está en nómina!

David: Hoy la he entrevistado durante casi una hora, eso sin contar con la llamada del otro día. Me he leído su currículum, lo he verificado. -Cuanto más se oponía Alex, más se ponía David de parte de su madre-. Es lista, y conoce el negocio. Ha destacado detalles en los que nosotros ni habíamos pensado, y tenía sugerencias.

Alex: Sugerir es fácil. Otra cosa es que funcione. ¿Qué sucederá la primera vez que a alguien se le caiga el café al suelo? ¿Llamará a la gobernanta? No tenemos.

David: ¿Te has mirado siquiera su currículum? Lleva trabajando desde los dieciséis. Trabajó de camarera cuando estaba en el instituto.

Alex: Cojonudo. Eso fue en el instituto. Hablamos de ahora. ¿Qué ha sido de lo de debatir y votar los asuntos importantes de esta obra?

David: Pregúntaselo a mamá. Pero si es cuestión de voto, el mío está con el de mamá.

La discusión reforzó su postura.

Alex: Genial. ¿Y tú, qué? -señaló furioso a Zac-.

July: Eso, Zac -dijo desde el umbral de la puerta-, ¿tú, qué?

Todos se quedaron de piedra, incluida Vanessa, que se había acercado a July. Cuando se disponía a retroceder para escabullirse, July la agarró por el brazo.

July: No, espera. Enseguida terminamos. Por lo visto, Alex tiene algo que objetar a mi elección de gerente. Deduzco que David no.

David: A lo mejor habría… No, la verdad es que no -decidió sabiamente-.

July: ¿Zac?

Atrapado, Zac miró a su madre, luego a Vanessa y de nuevo a su madre.

Zac: Lo cierto es que solo he hablado con ella un segundo. Como bien ha dicho Alex, es un puesto importante. Es el puesto más importante. Pero yo sí he visto su currículum y estoy de acuerdo con David en que está más que cualificada. Es evidente que a ti te ha producido muy buena impresión, de lo contrario no la habrías contratado. Así que… supongo que ya tenemos gerente.

July: Arreglado. Ahora, antes de llevarme a Vanessa a la W y B, os diré a los tres, impresentables, que menos mal que Brittany no ha subido conmigo. Quizá habría decidido que no le apetece trabajar con tres tíos groseros y ofensivos. Respecto a ti -señaló a Alex-, te doy seis semanas desde que Brittany empiece a trabajar en el hotel para que te disculpes por cuestionar mi criterio.

Alex: Mamá…

July: No tengo más que decir. -Lo cortó, señalándolo de nuevo con el dedo-. Vamos, Vanessa.

Vanessa los miró como disculpándose y salió detrás de la cabreada July.

Zac: Genial -masculló frotándose la cara-. Eso ha estado genial.

Alex: «Supongo que ya tenemos gerente» -lo imitó-. Solo le has seguido la corriente porque te interesa estar a buenas con Vanessa.

Zac: ¡Cállate! No tiene nada que ver con Vanessa. -O casi nada-. Está cualificada; a mamá le gusta. Ya está.

Alex: Ni siquiera la conocemos.

Aunque también él estaba bastante cabreado, Zac asintió con la cabeza.

Zac: Ya la conoceremos. Tenemos ese piso enfrente de St. Paul. Ahora mismo está vacío. La instalamos ahí y la ponemos a trabajar con mamá y con David un tiempo. Haciendo pedidos de materiales, organizando el inventario, lo que sea. Así ella se hace una idea de cómo es la vida de los pueblos y nosotros de cómo es ella en realidad.

Alex abrió la boca para protestar, por principios, pero se lo pensó mejor.

Alex: Muy buena idea. Si se arrepiente o es un desastre, lo sabremos antes de que sea demasiado tarde.

David: Y si puedo encasquetarle parte de las llamadas, los listados, el trabajo sucio, tendré más tiempo para estar aquí y en el taller. Le ofrecemos el piso y un pequeño jornal -asintió con la cabeza-. Podría funcionar. Si ella accede.

Alex: Díselo a mamá. Ella conseguirá que acceda.

Zac: Yo se lo comento. Ha sido idea mía -añadió, y salió disparado. Las alcanzó junto a los escalones de salida-. ¡Eh, un momento! ¿Te lo han enseñado todo esta vez? -le preguntó a Vanessa mientras se acercaba-.

Ness: Sí. Quedará fenomenal. Tengo más ideas. -Dio un toque a su cuaderno-. July y yo vamos a comentarlas en cuanto las organice un poco. Gracias por el tour. No puedo entretenerme más.

Zac: ¿Puedes esperar un minuto? Así me das tu opinión. Mamá, ¿qué te parece que le pidamos a Brittany que se mude aquí ya, o en cuanto pueda? Podríamos cederle el piso de enfrente. De ese modo, tendría tiempo para aclimatarse al pueblo, conocer la zona. Además, podría ayudaros a David y a ti con lo que hacéis.

July se bajó un poco las gafas de sol y lo miró por encima de la montura.

July: ¿De quién ha sido idea?

Zac: Bueno, mía, pero Alex y David…

July: Qué gran idea. Eres, al menos de momento, mi hijo favorito. Se lo propondré durante la comida. Hablamos pronto, Vanessa. Mándame por correo electrónico lo que tengas del folleto cuando creas que está listo.

Ness: Eso haré.

July: Voy a llamar a Caroline -alejándose, sacó el móvil-.

Zac: Siento el drama familiar.

Ness: Nosotros también tenemos los nuestros. ¿De verdad no acepta Alex a Brittany?

Zac: Está cabreado porque mamá no se lo ha consultado antes -omitió lo de que era una rata de ciudad, iba de traje y llevaba taconazos-. Oye, he pensado que igual podría pasarme luego y echarte una mano con el patio.

Ness: ¿El patio?

Zac: Cortarte el césped. Echo de menos cortar el césped.

Ness: Ah, qué amable, pero lo he cortado esta mañana.

Zac: ¿Esta mañana? Aún es por la mañana.

Ness: Los niños no duermen en casa los sábados, sobre todo en verano. Lo bueno es que puedo hacer un montón de cosas antes de mediodía. Y eso está muy bien, porque los sábados son el día en que tengo que hacerlo todo, y los domingos, bueno, lo que ha quedado pendiente el sábado. Pero gracias.

Zac: No hay de qué. En serio.

Ness: Lo tendré presente. Tengo que marcharme, a buscar a los niños a casa de mi madre y luego al supermercado. Me alegra que hayáis contratado a Brittany. Será perfecta para el hotel, y el hotel perfecto para ella. Bueno, nos vemos.

Zac: Sí. Ven. -Rodeó con ella la escalera, se la llevó bajo el porche lateral-. Ayer eché de menos esto.

Le envolvió la boca con la suya, natural, agradable. Alargó el beso un poco más cuando ella le rodeó el hombro con la mano libre.

Ness: Prefiero esto a que me cortes el césped -susurró-.

Zac: Puedo hacer las dos cosas, cuando quieras.

Vanessa pensó que les llevaría un tiempo acostumbrarse el uno al otro.

Ness: Supongo que te veré el lunes.

Zac le acarició la coleta resplandeciente.

Zac: Luego te llamo.

Ness: Muy bien.

Le llevaría un tiempo acostumbrarse a todo, pensó mientras entraba en el coche. Las llamadas, los besos, las citas de viernes por la noche. Casi como volver al instituto… salvo por los niños, la compra, la colada por doblar y la contabilidad pendiente.

Mientras se alejaba, echó un último vistazo al hotel. Ese edificio llevaba más de dos siglos ahí, se dijo, y de algún modo lo estaba cambiando todo.


2 comentarios:

Carolina dijo...

OMG!!
Que tal culebron el que se va a armar entre Brittany, David y Alex
Eso de que no la tolera...del amor al odio....
Y Zanessa me encantan, son super tiernos, de verdad parecen parejita en el cole XD
Pública pronto

Maria jose dijo...

Que lio!!!!
Ya quiero saber que mas pasara
Siguela pronto
Zac y vanessa son muy tiernos
Sube pronto
Saludos

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