topbella

jueves, 23 de mayo de 2019

Capítulo 13


Vanessa entró de mala gana en la librería agotada, irritable y ansiando diez minutos de tranquilidad. Se concedió un instante de ineludible autocompasión.

Era la dueña de la puñetera tienda, ¿no? Tendría que poder tomarse un día libre, salir a divertirse un rato haciendo… no se le ocurría nada.

Porque no estaba de humor para diversiones. Estaba de humor para estar sola, gozosamente sola en una habitación silenciosa, mirando al infinito un par de horas.

Miley: ¡Buenos días! -estaba sentada, feliz, al ordenador. Su sonrisa amplia y luminosa le produjo a Vanessa un dolor de cabeza instantáneo-. ¿Qué tal todo?

Ness: Como sería de esperar después de llevar a rastras a tres niños al dentista, oírlos reñir y lloriquear todo el camino, a la ida y a la vuelta. Seguían haciéndolo cuando los he soltado en el colegio. No me extrañaría que sus profesores me mandaran una orden de arresto.

La sonrisa de Miley se transformó en cara de pena.

Miley: No es buena forma de empezar el día.

Ness: Ni para ellos ni para mí -soltó el bolso y el maletín en la escalera. Como lo de pasarse el día en silencio mirando al infinito no iba a poder ser, al menos necesitaba un café antes de ponerse a trabajar. Y la verdad, trabajar le apetecía aún menos que aguantar las riñas de tres críos-. Voy a enfurruñarme un rato arriba -dijo, sirviéndose el café-. E intentaré no pensar en que la semana que viene tienen revisión con el pediatra. Tal vez me largue de casa.

Miley: Trabajas demasiado.

Ness: No estoy de humor para disentir. Ni para recordarme que dentistas y pediatras exigen el pago de sus servicios.

Miley: Siento decirte que tienes tres mensajes.

Ness: ¿Tres? -Eso pedía un chorro de caramelo en el café-. Si hace media hora que hemos abierto.

Miley: Lo siento. Eh… además, tenemos una especie de escape en el baño del almacén. Lo siento mucho, de verdad.

Factura del fontanero en potencia. No había caramelo que aliviara ese dolor.

Ness: Oh, bien.

Miley: Igual te estás quitando toda la porquería de en medio de golpe.

Ness: Cuanta más quito, más sale. Como lo de los panes y los peces. Así que más vale que me ponga a ello.

Miley agitó el taco amarillo de los mensajes y sonrió expectante.

Ness: Me encargaré de esto primero. Estaré arriba por si me necesitas y aunque espero que no durante la próxima hora. -Alargó la mano para coger los mensajes y se vio de pronto en medio de un pequeño tira y afloja-. Lo necesito para devolver las llamadas.

Miley: Ya, pero…

Revolviéndose nerviosa en la silla, Miley empezó a tirar del taco, ladeando la cabeza bruscamente.

Ness: Miley, por Dios. ¿Qué te pasa? Te prohíbo que tomes más cafeína hasta… ¡Oh! ¡Oh, Dios mío!

Vanessa soltó el taco para cogerle la mano a Miley. En la que lucía un bonito y resplandeciente anillo de compromiso.

Miley: ¡Me caso!

Ness: Ya lo veo. Oh, Miley, qué anillo tan bonito.

Miley: ¿Verdad? No puedo parar de mirarlo. Me encanta. ¡Me encanta! Pensé que no ibas a verlo nunca.

Ness: Me cegaban la autocompasión y las cosas de la fontanería. ¿Cuándo ha sido?

Miley: Will me lo pidió anoche. Había estado tan raro durante esta última semana que me preocupaba que quisiera cortar.

Ness: Si está loco por ti, Miley. Obviamente -añadió volviéndole la mano a Miley para estudiar el anillo desde otro ángulo-.

Miley: Sí, pero, como había estado tan raro… Entonces anoche, lo encontré muy serio y me dijo que teníamos que ir a dar un paseo por el parque. No sabía qué pasaba.

Ness: Me alegro muchísimo por ti -soltó el café para poder abrazarla-. ¿No tenías ni idea?

Miley: Cero. Es decir, llevamos juntos dos años y la posibilidad estaba en el aire, claro. Pero no me lo esperaba. -En sus ojos pardos brillaron lágrimas de felicidad-. Se puso de rodillas, Vanessa, allí en el quiosco de música de Shafer Park.

Ness: ¿En serio? Uau, Miley.

Miley: ¡Lo sé! ¿Quién lo habría pensado? Lo quiero tanto, y me iba a cabrear mucho que quisiera romper conmigo. ¡Y ahora mira! -Agitó la mano en el aire de nuevo-. Nos vamos a casar. Casi reviento esperando a que llegaras para poder enseñártelo.

Ness: Déjame verlo otra vez.

Encantada de complacerla, Miley le tendió la mano.

Miley: Lo ha elegido él mismo.

Ness: Es precioso. Perfecto. ¿Cuándo os…? -Sonó la puerta y entraron dos clientes-. Luego seguimos hablando.

Aún tardó media hora en subir, organizarse e instalarse. Devueltas las llamadas, se acordó del escape y bajó corriendo a echarle un vistazo.

Estaba acuclillada en el baño, con un cubo bajo la gotera, cuando entró Ashley.

Ash: Te he mandado tropecientosmil mensajes esta mañana.

Ness: Dentista, trauma, compromiso, trabajo. Y ahora fontanería. Dios, qué día, y aún no son ni las doce.

Ash: Miley me ha contado lo suyo con Will… y le salían arcos iris luminosos de los ojos. Ah, y es casi la una.

Ness: No puede ser.

Ash: Es, y solo tengo un minuto. Brittany está aquí.

Ness: ¿Qué? ¿Cuándo?

Ash: Ha llegado hacia las once, algo que sabrías si miraras el móvil. Un par de tíos de los que trabajan en el hotel le han subido los muebles que se ha traído. ¡Ya está aquí!

Ness: ¿Necesita ayuda con el resto de las cosas?

Ash: Todavía no he podido hablar con ella. Quiero acercarme, ayudarla a instalarse, deshacer el equipaje y todo eso cuando pase el jaleo de la comida. ¿Puedes venirte?

Ness: Pues… -Ya era la una de la tarde-. A ver si Mazie puede quedarse un rato con los niños después del colegio.

Ash: Si ella no puede, seguro que Zac sí. Salvo que aún sigáis con vuestra riña de tortolitos.

Ness: ¿Riña de tortolitos?

Ash: Eso me han dicho. Que hace un par de noches estuvisteis en mi restaurante, discutiendo.

Ness: No estábamos discutiendo. Por Dios. -Aunque Zac no tuviera razón-. Pero no le voy a pedir a Zac que me cuide a los críos después de trabajar todo el día.

Ash: Sí, bueno. Intenta venir, aunque no puedas quedarte mucho. A fin de cuentas, es una extraña en tierra extraña.

Ness: Ya se me ocurrirá algo.

Ash: Guay -estudió la gotera que golpeteaba musical el fondo del cubo-. Deberías pedirle a Zac que te arregle ese escape.

Vanessa miró ceñuda a Ashley, cuyo color de pelo se aproximaba ya más al granate con gruesas mechas doradas.

Ness: ¿Qué pasa, que ahora es mi manitas particular?

Ash: Oye, una de las ventajas de acostarte con un manitas al que le gustan tus hijos es que puedes tirar de él cuando lo precises. Tengo que irme. Te veo en el piso de Brittany.

Ella no iba a «tirar de Zac». Llevaba seis años apañándoselas sin la ayuda de ningún hombre, manitas o no. Que hubiera empezado a salir con Zac no significaba que de pronto se hubiera vuelto inútil.

Molesta, corrió arriba, donde guardaba un juego básico de herramientas. No tenía más que coger una llave inglesa y apretar la junta. Eso lo hacía cualquiera.

Ness: Voy a arreglar la gotera -le dijo a Miley al volver a bajar-. Si me llaman, coge el recado. No tardaré mucho.

Miley: ¿Estás segura? Puedo llamar y nos mandarán a alguien de la obra.

Ness: Te voy a regalar tu propio juego de herramientas por tu compromiso.

Miley: Prefiero un picardías.

Ness: Herramientas. -Agitó las que llevaba-. No siempre tienes un hombre cerca. Las mujeres tenemos que saber hacer pequeñas reparaciones domésticas.

Miley: Si tú lo dices.

Ness: Lo digo.

Más decidida que antes, se dirigió al baño. Se sentó en el suelo, y abrió el estuche. No era la primera vez que arreglaba una tubería, una puerta que chirriaba, un cajón que se atascaba. Había hecho frente a la máxima frustración de todo progenitor: los juguetes que necesitaban montaje. Estando casada, como pasaba tanto tiempo sola, había tenido que aprender a hacer lo que se terciara. Luego, había seguido aprendiendo.

No podía permitirse llamar al fontanero cada vez que tuviera alguna gotera. Como mucho, llamaba a su padre cuando se le atascaban los desagües o el cortacésped empezaba a renquear -que ya lo hacía- o se le presentaba algún otro problemilla.

Podía perfectamente arreglar una gotera sin la ayuda de ningún profesional. Cogió la llave inglesa y se puso manos a la obra.

En cuestión de diez frustrantes minutos, la gotera se convirtió en un chorro lento pero constante de agua.

Pero daba igual, no pasaba nada. Sabía dónde había metido la pata. Solo tenía…

Zac: ¿Tienes licencia para eso?

Colorada y esforzándose por no ponerse furiosa, miró a Zac.

Ness: Ya casi lo tengo.

Zac: Déjame echar un vistazo.

Ness: Ya casi lo tengo -repitió-.

Zac se agachó sin más y le quitó la llave inglesa de la mano.

Zac: Parece que necesitas una junta nueva. Probablemente tenga algo que te valga en el camión. Voy a tener que cortar el agua unos minutos.

Ness: Sé cortar el agua yo sola.

Zac: Vale, pues hazlo mientras yo voy a por la junta.

Se irguió y la ayudó a ponerse de pie.

No se había afeitado esa mañana, observó ella, y necesitaba un corte de pelo. Y olía a serrín. Todo eso junto le sonó a sonrisita de macho déjame-a-mí-preciosa.

Ness: ¿Te ha llamado Miley?

Zac: No. ¿Por qué?

Vanessa negó con la cabeza y salió a cortar el agua.

Así que necesitaba una junta nueva, se dijo mientras lo veía hacer el arreglo de forma rápida y competente. Habría terminado averiguándolo, y sabía dónde comprar la puñetera junta de la puñetera tubería.

Zac: Bueno, yo creo que ya está. Voy a dar el agua otra vez a ver si…

Ness: Ya la doy yo.

Al verla dar media vuelta y salir airada, Zac arqueó las cejas.

Dejó correr el agua del lavabo, comprobó las tuberías y guardó las herramientas de Vanessa.

Zac: Esto me lo cobro. -Con desenfado, le alzó la cara por la barbilla y la besó-. Pagado. ¿Por qué no me has llamado?

Ness: Porque lo estaba arreglando yo.

Zac estudió su rostro, sus intensos ojos marrones perplejos y pacientes.

Zac: ¿Estás cabreada conmigo o con la tubería?

Ness: Estoy… -Prefirió poner freno a la nueva diatriba que le nacía en la garganta. No era culpa de Zac-. He tenido un día horrible, eso es todo. Agradezco la ayuda.

Zac: Encantado. Por cierto, puedo quedarme con los niños después del colegio para que le eches una mano a Brittany con la mudanza.

Ness: ¿Qué pasa, acaso tenemos escuchas en la tienda? -inquirió-. ¿O es que hay un interfono de largo alcance entre mi librería y el hotel?

Zac: Que yo sepa, no, pero he visto a Ashley cuando he ido a Vesta a por un panini para almorzar.

Ness: Le he dicho que iba a llamar a Mazie.

Zac: Y ahora tengo que volver a preguntarte si estás cabreada conmigo.

Ness: No, ¿por qué iba a estarlo? -Pero lo dijo furibunda, porque sí lo estaba, aunque ignoraba por qué-. No quiero que creas que te tengo fichado como chapuzas, canguro o lo que surja. Sé cómo arreglar estas cosas. Llevo años haciéndolo.

Zac: No lo pongo en duda -le dijo con frialdad, mirándola-. ¿Hay alguna razón por la que no puedas aceptar ayuda si se te ofrece, o es solo la que te ofrezco yo?

Ness: No. Sí. Ay… -Se apretó los ojos con los dedos-. Dios, qué porquería de día, empezando por la visita al dentista con los tres niños.

Zac: ¿Caries?

Ness: No, habría sido aún peor. Perfecto, seguro que a los chicos les encantará verte, si estás seguro de que tienes tiempo.

Zac: Puedo hacerme un hueco en mi apretada agenda.

Ness: Eh… los recogeré yo y empezaremos a hacer los deberes. Les he prometido que les prepararía unos tacos si se portaban bien en el dentista, y aunque no ha sido así, lo pasaré por alto porque son fáciles y rápidos de preparar.

Zac: ¿Qué tal si voy hacia las cuatro? ¿Te parece bien así?

Ness: Sí, gracias.

Zac: Pues luego nos vemos.

Ness: Zac… Siento haber sido tan borde contigo. Te agradezco de verdad que me hayas arreglado el escape.

Zac: No pasa nada. -Se dispuso a salir, y luego se detuvo-. Sabes qué, Vanessa, el hecho de que sepas hacerlo todo no significa que tengas que hacerlo.

Puede que no, se dijo ella. Pero no quería olvidarse de cómo se hacía.


Alex vio a Zac recoger sus cosas. Sabía que su hermano no estaba de buen humor y decidió indagar y llegar al fondo del asunto.

Alex: Oye, no nos vendría mal que nos echaras una mano en el taller.

Zac: Se requieren mis servicios en otra parte.

Alex: De niñera. Te tiene pillado por los huevos, hermano.

Zac le hizo un gesto obsceno con el dedo.

Alex: Supongo que tienes que hacer méritos si quieres camelártela después de la pelotera que tuvisteis en Vesta.

Zac: ¿Qué pelotera? -Lo miró, ceñudo-. No tuvimos ninguna pelotera.

Alex: No es eso lo que me han contado.

Zac: Fue una «conversación». Si la gente no distingue… ¡Mierda! -Dio una patada a una de las ruedas delanteras del camión-. Tal vez es ella la que no distingue. ¿Qué sé yo?

Alex: Tu primer error es intentar entenderla. Nadie entiende a las mujeres.

Zac: Le pasa algo. Casi me arranca la cabeza por arreglarle una gotera en el baño de PLP. Es por Lizzy, es eso.

Alex: ¿Vanessa piensa que se la pegas con tu fantasma?

Zac: No es mi fantasma. Vanessa se asustó la otra noche cuando les estuve enseñando a ella y a los niños el hotel, y Christopher vio a Lizzy.

Alex: Vaya, ¿ya has conseguido que el niño comparta tus delirios?

Zac: No es delirio, y lo sabes de sobra. -Le hizo a Bobo un gesto de pulgar arriba, al verlo hacer pis en el neumático que él acababa de patear-. Si no, ¿por qué tu perro se sube a esa habitación y se queda ahí todo el día?

Alex: Es un perro, Zac. Tampoco pretendo entenderlo a él. -Pero debía reconocer que aquello era interesante-. El crío dijo que la vio.

Zac: Y la vio. Yo nunca les había hablado de ella a los niños. -Le contó a Alex el incidente-. Entonces Vanessa se puso nerviosa y se cabreó. Por lo visto, sigue así.

Alex: Se le pasará. Llévale flores o algo.

Zac: No tengo tiempo de comprar flores. Además -pateó el neumático otra vez-, yo no he hecho nada.

Alex: Sí, eso es importante -meneó la cabeza compasivo. Cuando Zac se metió en el camión, se asomó por la ventanilla-. Siempre creerá que has hecho algo, así que lo mejor es que la confundas con flores. Así es más fácil que termines pillando.

Zac: Eres un cabronazo.

Alex: Soy realista, hijo. Ve a hacer de niñera, a lo mejor eso equivale a las flores para una mujer como Vanessa.

A lo mejor, pensó mientras se alejaba. Pero él no se quedaba con los niños porque hubiera hecho algo. Solo le echaba una mano.

Le gustaba echarle una mano. Quería echarle una mano. Tarde o temprano Vanessa tendría que acostumbrarse.

Cuando llegó a la casa, los niños se volvieron locos. Le subió el ego y el ánimo al verlos revolotear a su alrededor, disputándose su atención, asaltándolo con preguntas y suplicándole que jugara con ellos.

Ness: Tranquilizaos un poco -ordenó, luego le puso una mano en el hombro a Luke mientras se volvía hacia Zac-. Hay que terminar unos ejercicios de mates.

Zac: ¿De mates? Mira, lo que mejor se me da.

Luke: Llevamos una eternidad con los deberes -protestó-.

Ness: Desde luego lo parece. Solo nos queda esta ficha y ya eres libre.

Zac: Vete ya. Esto ya lo hacemos nosotros.

Ness: Oh, pero…

Zac: Aquí no tenemos tiempo para las mujeres.

Christopher: ¡Noche de tíos! -apretó sus pequeños bíceps como Zac le había enseñado a hacerlo-.

Ness: ¡Hora y media de tíos! -lo corrigió, luego miró la bolsa que Zac dejaba sobre la encimera-.

Zac: Eso no es asunto tuyo. Son cosas de hombres.

Volvió a cogerla enseguida, le dio un beso suave que hizo que Liam fingiera arcadas mientras Luke miraba la ficha y Christopher intentaba trepar por la pierna de Zac como un mono.

Ness: Estupendo -se quedó mirando a Luke, después le acarició el pelo-. No le hagas tú las operaciones. Y vosotros estad calladitos para que vuestro hermano pueda terminar. Luego jugáis todos juntos. No vendré muy tarde.

Zac: Pásalo bien -se sentó a la mesa-. A ver qué tenemos aquí…

Vanessa volvió a mirar a Luke, luego los dejó.

Luke: Hay que hacer las sumas de tres números y luego escribir aquí el resultado. No entiendo por qué ponen tantas.

Zac: Vas bien.

Liam: ¿Nos das lo de la bolsa ahora? ¿Son galletas?

Zac: No y no. A la sala de juegos, los dos. Quiero que separéis todos los muñecos de acción en buenos y malos, y que forméis equipos con ellos.

Christopher: ¿Para qué?

Zac le apretó la tripita a Christopher con un dedo.

Zac: Para la guerra.

La perspectiva de la guerra los hizo salir escopeteados entre alaridos atronadores.

Zac: A ver, cincuenta más ocho más doscientos.

No tardaron mucho y descubrió que, más que ayuda, lo que Luke necesitaba era alguien que lo tuviera centrado.

Liam: Toma. Te has cargado a ese pringado.

A juzgar por los gritos procedentes de la sala de juegos, habían empezado la guerra sin él. Cogió la bolsa y la llevó a la mesa.

Zac: Y por los deberes de matemáticas, completados con honores, un regalo oportuno. -Sacó la cinta métrica-. Está es de verdad, no de juguete. Una de las mías. Habrá montones de cosas que medir por aquí.

Luke tiró de la cinta, la soltó y esta se enroscó de nuevo.

Zac: Si quieres que se quede fuera, aprietas aquí y se fija. Para soltarla, aprietas otra vez.

Sin decir nada, Luke lo probó unas cuantas veces. Luego miró a Zac.

Luke: ¿Por qué me regalas esto?

Zac: Cuando estuvimos en el hotel, me pareció ver que te interesa cómo se fabrican las cosas, y cómo se arreglan, cómo funcionan. Mi padre me regaló una cinta métrica cuando…

Luke: Tú no eres mi padre.

Zac: No -contestó, y se dijo «huy»-. Pero me he acordado de que a mí me la regalaron cuando era niño y he pensado que te gustaría tener una.

Luke: Te he visto besar a mi madre. Y también te he visto hacerlo antes.

Zac: Sí.

Luke dejó la cinta métrica en la mesa y se cruzó de brazos.

Luke: ¿Por qué la besas?

Zac: Porque me gusta. A lo mejor deberías hablarlo con ella.

Luke: Lo estoy hablando contigo.

Zac: Vale, perfecto. -Así que la respuesta, se dijo, también debía serlo-. Me gusta mucho tu madre. Besarla es una forma de demostrárselo.

Luke: ¿Os vais a casar?

¡Uau! ¿Cómo se le explica a un niño de ocho años el largo y peliagudo trecho que separa los besos del matrimonio?

Zac: Nos gustamos, Luke, y nos gusta estar juntos, hacer cosas juntos.

Luke: Miley se va a casar, me lo ha dicho mamá.

Zac: Sí, pero…

Luke: No te puedes casar con ella sin preguntármelo primero. Soy el mayor.

Zac: Vale.

Luke: Ni puedes besarla si ella no quiere.

Zac: Muy bien.

Luke: Me lo tienes que jurar.

Aunque lo dijo con mirada y voz fieras, Zac vio que le temblaba un poco el labio inferior.

Un chico valiente, pensó. Valiente de narices.

Zac: Sabes, yo también perdí a mi padre.

Luke asintió con la cabeza.

Luke: Lo siento.

Zac: Sí, es duro. Los hijos debemos cuidar de nuestras madres. Es nuestro deber. Tú lo haces muy bien, Luke. No besaré a tu madre si ella no quiere. Tampoco le pediré que se case conmigo sin preguntártelo a ti primero. -Le tendió la mano-. Te lo juro.

Luke se quedó mirando la mano un instante, escudriñó el rostro de Zac. Luego se la estrechó.

Zac: ¿Todo arreglado entre tú y yo?

Luke alzó un hombro.

Luke: Supongo. ¿Vienes a jugar con nosotros para poder besar a mamá?

Zac: Bueno, no me viene mal, pero vengo porque es divertido, y me caéis bien. Pero a vosotros no os voy a besar.

El comentario le provocó una carcajada a Luke, que volvió a coger la cinta.

Luke: ¿Has traído una cinta para cada uno?

Zac: No, he traído algo distinto para cada uno.

Luke: ¿Puedo verlo?

Zac: Claro. He traído este pequeño nivel para Christopher. Ves, cuando lo pones encima de una superficie, miras las burbujas del centro. ¿Ves que las burbujas quedan entre esas rayas? Eso es porque la mesa está nivelada. En cambio… -Elevó un extremo del nivel para que las burbujas se ladearan-. ¿Ves?

Luke: Sí. -Fascinado, lo probó-. Flipante.

Zac: Y esto es un destornillador de estrella.

Luke: ¿De qué estrella?

Zac: Buena pregunta. No tengo ni idea. -Tendría que investigarlo-. Lo llaman de estrella porque, ves, tiene esos picos en la punta en vez de ser plano como los otros. Este es lo bastante pequeño para que Liam pueda desatornillar los compartimientos de las pilas de vuestros juguetes cuando haya que cambiarlas.

Luke: Es muy guay.

Zac: Con más herramientas y algunos materiales, podríamos construir algo un día.

El niño se animó de pronto.

Luke: ¿Como qué?

Zac: Ya pensaremos en algo.

Luke: Vale. Me gusta la cinta métrica. Y que sea de verdad y eso. Voy a enseñársela a Liam y a Christopher, y a medir algo.

Zac: Buena idea. Enseguida voy para allá.

Cuando el niño se fue, Zac se quedó un rato sentado. Confiaba en haber manejado correctamente el espinoso asunto. Le daba la impresión de que sí, pero, ufff, se alegraba una barbaridad de que el mal trago hubiera pasado.


Vanessa sorbió el champán que Ashley le había ofrecido y estudió el apartamento de Brittany. Limpio, pensó, práctico, y provisional. Obviamente Brittany pensaba igual, porque había reducido la mudanza a lo esencial.

Britt: He vendido muchas cosas y le he regalado algunas a mi hermana. Mi hermano se ha quedado con la cama. Yo no la quería, y él no tenía ningún reparo en dormir donde yo solía acostarme con Jonathan. -Se encogió de hombros-.

Ash: Mejor para ti. Comenzar de cero, sitio nuevo, todo nuevo.

Britt: He decidido que no voy a comprarme una hasta que me mude al apartamento del otro lado de la calle. De momento, me apañaré con el colchón nuevo.

Ash: Muy inteligente -brindó con ella-. Mira en Bast, al final de Main. Casi todos los muebles del hotel vienen de allí. Y David me dijo que retendrían todo lo que fuera llegando hasta que empiecen a amueblar. Harán lo mismo con lo de la gerente.

Britt: Puede. Echaré un ojo de todas formas -examinó las cajas de mudanza, las paredes y los suelos desnudos-. Ay, Dios, ¿qué he hecho? -Se volvió de pronto, con los ojos como platos, algo desquiciada-. He vendido la mitad de mis cosas, tengo cosas guardadas con las que no sé qué hacer, he dejado una ciudad que me chifla y no volveré a tener un empleo decente en Dios sabe cuánto tiempo. ¿Por qué lo he hecho?

Ness: Lo que pasa es que estás agobiada.

Britt: ¿Agobiada? El agobio ni siquiera se aproxima a mi auténtico estado actual. Esto es una locura. Yo no soy así. Ni siquiera sé dónde estoy.

Ash: En Boonsboro -se volvió hacia la ventana que daba a Main Street-. Has estado aquí decenas de veces. Ves, ahí está mi restaurante.

Britt: Ya sabes a qué me refiero.

Ash: Lo que sé es que estás a punto de ocupar un puesto ideal para ti en un lugar donde tienes amigas. Las mejores amigas posibles, listas y sensuales, guapas y sabias.

Ness: Y modestas y encantadoras -añadió, pero Brittany no rió-.

Britt: ¿Cómo sé yo que es el puesto ideal para mí? Aún no lo he ocupado.

Ashley la achuchó con un solo brazo.

Ash: Sé lo que necesitas.

Britt: Tenéis razón. Sois sabias. Necesito un poco más de champán.

Ash: No… bueno, eso luego. Ahora -se metió la mano en el bolsillo-. David me ha dado la llave. Tu llave del hotel. Vamos a ir ahora para que te acuerdes de por qué estás aquí.

Britt: Aún no he terminado de deshacer el equipaje. A lo mejor no lo hago nunca. Aquí no hay sitio suficiente para toda mi ropa. -Se apretó la cabeza con las manos-. ¿Qué voy a hacer con mi ropa?

Ash: Ya se nos ocurrirá algo. Pero ahora vamos a explorar tus futuros dominios.

Ness: Ashley tiene razón. -Pese a que el hecho de que entraran en el edificio ellas tres solas era algo que inquietaba un poco a Vanessa, puso todo el entusiasmo de que fue capaz-. Has dicho antes que no has pasado por allí desde que llegaste.

Britt: He estado intentando organizarme.

Ash: Luego te ayudo.

Ness: Yo vendré a ayudarte mañana -le prometió-. Al menos un ratito.

Britt: Vale, perfecto. Pues vámonos.

Ness: Seguro que viste la entrada -cogió su chaqueta al salir, bajaron por las escaleras de servicio-.

Britt: Sí, es preciosa. El edificio es estupendo, no os lo discuto. Lo que no entiendo es qué me ha hecho pensar que yo podría llevarlo.

Ash: Que eres lista, tienes conciencia de ti misma, que es lo mismo que ser sabia, en realidad, y esta es la clase de reto con el que disfrutas.

Brittany se quedó mirando a Ashley y resopló mientras cruzaban al otro lado de la calle.

Britt: Bonitas palabras. Se te ha olvidado decir que soy guapa y sexy.

Ash: Cuesta decirlo, Miss Condado de Filadelfia.

Britt: Guapa y sexy siempre hay que decirlo.

Ash: Van a adoquinar ya el suelo -dijo señalándolo-. Tendríais que echar un vistazo a la parte de atrás de la tienda de regalos y veríais lo que han hecho allí. Fabuloso. Toma -le dio la llave a Brittany-. Abre tú.

Allá va, se dijo, introduciendo la llave en la cerradura.


2 comentarios:

Carolina dijo...

No culpo a Ness pero tampoco se la tenía que agarrar con Zac por querer ayudarla ¬¬
y él cada vez es mas lindo, hasta como le habló a Luke, porque otro lo mandaba al cacho XD, o se hacia el loco
sigual pronto porfis!!

Maria jose dijo...

Que linda la platica del hijo de vanessa con zac
Pobre zac el es muy bueno
Espero y vanessa no lo trate mal
Siguela pronto
Saludos!!!

Publicar un comentario

Perfil