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lunes, 11 de marzo de 2019

Capítulo 27


Jeff se encontraba de pie en la cabina de control que daba al estudio, y se mordía el labio con nerviosismo. Vanessa estaba a punto de grabar su primer programa desde la muerte de Brittany.

Jeff: Cámara tres, sobre Vanessa -dijo, y siguió impartiendo órdenes-. Cámara dos, zoom de alejamiento. Cámara uno, toma más amplia y panorámica. Ahora, plano cono de Ness. Música. Aplausos. Vídeo en playback.

Aplaudió, como hicieron también los demás que estaban en el control. Desde ese lugar, que dominaba el estudio, vieron cómo el público se ponía de pie y aplaudía.

Vanessa, de pie en su nuevo decorado, dejó que los aplausos la envolvieran. Sabía que eran una muestra de apoyo y bienvenida. Cuando se le llenaron los ojos de lágrimas no se molestó en reprimirlas.

Ness: Gracias -suspiró-. Es magnífico estar de vuelta. Yo... -Se interrumpió mientras paseaba la vista por el público. Entre los desconocidos vio algunos rostros familiares. Rostros de la sala de redacción, de la producción-. Es magnífico veros. Antes que nada, quiero agradeceros las cartas y llamadas que he recibido durante toda la semana pasada. Vuestro apoyo nos ha ayudado mucho a mí y a todos los que hacemos este programa, en un momento tan difícil. -Pensó que ese era todo el espacio que concedería al pasado-. Ahora quisiera presentaros a una mujer que nos ha proporcionado muchas horas de entretenimiento. Es una mujer luminosa, con un talento tan extraordinario como sus ojos. Según Newsweek, Kate Lowell es capaz de prender fuego a la pantalla con un movimiento de sus pestañas, con el brillo de su sonrisa. Ha demostrado con creces su popularidad y su éxito al mantenerse como la actriz más taquillera durante dos años seguidos, y al ganar un Oscar por su interpretación de la heroica e inolvidable Tess en Impostura. Señoras y señores, Kate Lowell.

El público estalló en aplausos. Kate irrumpió en el plató con el aspecto confiado y fresco de una auténtica estrella. Pero cuando Vanessa le cogió la mano, la encontró fría y temblorosa. La abrazó fuerte.

Ness: No digas nada que no quieras decir -le murmuró al oído-. No pienso presionarte para que reveles nada.

Kate vaciló un momento.

Kate: No sabes cuánto me alegro de que estés aquí, Ness. Sentémonos, por favor. Me tiemblan las piernas. 

No fue un programa fácil. Vanessa pudo llevar adelante los primeros diez minutos con sabrosos comentarios sobre Hollywood, que mantuvieron entretenido y divertido al público. Hasta el punto de que ella llegó a pensar que Kate había cambiado de idea con respecto al anuncio que se proponía hacer.

Kate: Me gusta interpretar personajes fuertes y de carácter -cruzó las piernas-. Y actualmente proliferan los guiones con mujeres fuertes, mujeres que no son simples espectadoras de la vida, sino que tienen convicciones y principios por los que están dispuestas a luchar. Y agradezco la oportunidad de encarnar a esas mujeres, porque en mi caso no siempre luché por lo que quería.

Ness: ¿Sientes que ahora sí puedes hacerlo, a través de tu trabajo?

Kate: Me identifico con muchos de los personajes que he interpretado. Sobre todo con Tess, una mujer que lo sacrificó todo y lo arriesgó todo por su hija. De alguna manera, yo soy una imagen especular de Tess. Las imágenes del espejo son opuestas. En mi caso, yo sacrifiqué a mi hija, mi oportunidad con mi hija, cuando decidí entregarla en adopción hace diez años.

Jeff: ¡Joder! -En la cabina de control, abrió los ojos de par en par. En el público reinaba un silencio asombrado-. Joder -repitió-. Cámara dos, plano muy corto de Kate. Maldita sea.

Pero mientras se mordía el labio con preocupación, observó la cara de Vanessa. Comprendió que ella lo sabía, y suspiró. Ella lo sabía...

Ness: Un embarazo no querido, en cualquier momento, o circunstancia, es algo aterrador -deseaba que su público recordara bien eso-. ¿Qué edad tenías?

Kate: Diecisiete años. Como sabes, Ness, yo tenía una familia que me apoyaba, un buen hogar. Acababa de iniciar mi carrera como modelo, y creí que el mundo estaba a mis pies. Pero de pronto descubrí que estaba embarazada.

Ness: ¿Qué me dices del padre? ¿Quieres hablar de él?

Kate: Era un muchacho muy bueno y dulce, y estaba tan asustado como yo. Fue mi primer amor. -Sonrió al recordarlo-. Y yo fui también su primera relación. Estábamos deslumbrados el uno con el otro y con lo que sentíamos. Cuando se lo conté, los dos nos quedamos asombrados y en silencio. Estábamos en Los Ángeles, y habíamos ido a la playa. Permanecimos sentados contemplando el mar. Él me propuso casarse conmigo.

Ness: Para algunas personas esa es la solución. ¿Para ti no?

Kate: No. No era la solución para mí, para él ni para el bebé -prosiguió, y echó mano de todos sus recursos para mantener la voz serena-. ¿Recuerdas cómo solíamos conversar de lo que nos gustaría hacer en la vida?

Ness: Sí, lo recuerdo -tomó la mano de Kate-. Tú nunca tuviste dudas en ese sentido.

Kate: Siempre quise ser actriz. Había progresado un poco como modelo, y me proponía conquistar Hollywood a toda costa.

Ness: ¿No pensaste en abortar? ¿En hablar de esa posibilidad con el padre de la criatura, con tu familia?

Kate: Sí, lo hice. En tan difícil situación, mis padres me apoyaron. Yo los había herido, los había decepcionado. No entendí cuánto hasta que fui mayor y vi las cosas con más perspectiva. Pero ellos jamás titubearon. No sé por qué tomé esa decisión. Fue una decisión puramente emocional, pero creo que el firme apoyo de mis padres me ayudó a llevarla adelante. Decidí tener el bebé y darlo en adopción. Jamás imaginé, por lo menos hasta que llegó el momento de hacerlo, lo difícil que me resultaría.

Ness: ¿Sabes quién adoptó la criatura?

Kate: No. No quise saberlo. Había decidido cederla a personas que la amarían y la cuidarían. De modo que ya no era mi bebé sino de ellos. Ahora tiene casi once años. -Con los ojos llenos de lágrimas, miró a la cámara-. Espero que sea feliz. Espero que no me odie.

Ness: Miles de mujeres se enfrentan a lo mismo que tú. Cada decisión que tomen es la suya, por difícil que sea. Creo que una de las razones por las que interpretas tan bien a mujeres admirables es que has pasado por una de las pruebas más difíciles y dolorosas a las que se enfrenta una mujer.

Kate: Cuando interpreté a Tess, me pregunté cómo habrían salido las cosas si hubiera tomado una decisión diferente. Nunca lo sabré.

Ness: ¿Lamentas tu decisión?

Kate: Una parte de mí siempre lamentará no haber sido madre de esa criatura. Pero creo que, después de todos estos años, finalmente he comprendido que en realidad fue la decisión más acertada. Para todos.

Ness: Volveremos en un momento -dijo a la cámara, y luego miró a Kate-. ¿Estás bien?

Kate: Más o menos. Nunca pensé que sería tan difícil. -Hizo dos inspiraciones profundas, pero siguió con la vista fija en Vanessa, en lugar de mirar el público-. Ahora me acribillarán a preguntas. Dios mío, no quiero ni pensar en la prensa de mañana.

Ness: Saldrás adelante.

Kate: Sí, Ness. -Se inclinó y apretó la mano de Vanessa-. Era muy importante para mí hacer esto aquí, contigo. Durante unos minutos he tenido la sensación de que estábamos aquí las dos solas, conversando como solíamos hacerlo.

Ness: Entonces quizá a partir de ahora te mantendrás en contacto conmigo.

Kate: Sí, lo haré. ¿Sabes?, mientras hablaba me he dado cuenta de por qué odiaba tanto a Brittany. Yo creía que era porque me estaba usando. Pero en realidad era porque estaba usando a mi hijita. Me ayuda mucho entenderlo.


Ash: Un programa estupendo -afirmó cuando Vanessa entró en el camerino-. Tú lo sabías. Me di cuenta de que lo sabías. ¿Por qué no me lo dijiste? A mí, tu productora y tu mejor amiga.

Ness: Porque no estaba segura de que ella se atreviese a seguir adelante. -La tensión de la última hora le provocaba dolor en los hombros. Mientras se los masajeaba, se acercó al espejo para cambiarse el maquillaje-. No me parecía bien hablar sobre el tema hasta que ella lo hiciera. Cuéntame cuál ha sido la reacción del público, Ashley.

Ash: Diría que un sesenta y cinco por ciento estaba con Kate, que un diez por ciento no logró superar el asombro, y que el resto quedó muy impresionado al ver caer a la diosa de su pedestal.

Ness: Me lo imaginaba. No está mal -comentó mientras se ponía crema humectante en la cara-. Ella estará bien. ¿Y tú en qué bando estás, Ashley?

Ash: En el de Kate. Debió de ser un infierno para ella, pobrecilla. Por Dios, Ness, ¿qué la hizo decidir hacerlo público?

Ness: Bueno, tiene que ver con Brittany -comenzó, y se lo contó todo-.

Ash: Chantaje. Sabía que esa mujer era una hija de puta, pero jamás pensé que caería tan bajo. Supongo que la lista de sospechosos ha aumentado en varias decenas de personas. ¿No creerás que Kate...?

Ness: No, en absoluto. -No porque no hubiera barajado esa posibilidad, pensó Vanessa, con actitud lógica y hasta objetiva-. Aunque yo creyera que Kate asesinó a Brittany, ella no tenía ningún motivo para matar a Mike. Ni siquiera lo conocía.

Ash: Supongo que no. Ojalá la policía solucione el caso de una vez y encierre a ese lunático. No sabes cuánto me preocupa que sigas recibiendo esas notas. Al menos dormiré mejor al saber que Zac no se marchará de la ciudad hasta que esto haya terminado.

Ness: ¿Cómo lo sabes?

Ash: Porque... -miró su reloj-. Dios, ¿qué hago aquí? Tengo mil cosas...

Ness: Ashley -se puso de pie-. ¿Cómo sabes que Zac no abandonará la ciudad hasta que esto haya terminado? Tengo entendido que viajará a Roma después de Navidad.

Ash: Caramba, seguramente me he confundido.

Ness: Venga ya.

Ash: Caray, Ness, no me gusta nada la expresión de tu cara.

Ness: ¿Cómo lo sabes?

Ash: Porque él me lo dijo; ¿satisfecha? Yo debía mantener la boca bien cerrada, pero ya ves. Ha cancelado lo de Roma y cualquier otro compromiso fuera de Chicago.

Ness: Entiendo -bajó la vista-.

Ash: No, no lo entiendes, porque tienes las anteojeras puestas. ¿Realmente esperas que Zac tome alegremente un vuelo que lo lleve al otro lado del Atlántico mientras todo esto sucede aquí? Por el amor de Dios, Vanessa, él te quiere.

Ness: Lo sé -afirmó muy tensa-. Yo también tengo cosas que hacer -se marchó-.

Ash: Felicidades, Tisdale.

Mientras mascullaba imprecaciones, Ashley llamó a la oficina de Zac. Si involuntariamente había desatado una guerra, lo menos que podía hacer era advertir a Zac.


En su oficina ubicada sobre la sala de redacción, Zac colgó y miró a Barlow James con evidente malhumor.

Zac: Estás a punto de recibir refuerzos. Vanessa viene hacia aquí.

James: Espléndido. -Complacido, Barlow se reclinó en su asiento y estiró los brazos-. Arreglaremos esto de una vez por todas.

Zac: Ya está arreglado, Barlow. No pienso ir a ningún lugar que esté a más de una hora de casa hasta que la policía atrape a ese maníaco. 

James: Zac, entiendo tu preocupación por Vanessa. Pero tu reacción es exagerada.

Zac: ¿Ah, sí? Pues yo creía estar comportándome como un hombre cabal.

James: Puede conseguir protección durante las veinticuatro horas del día. De profesionales. Dios sabe que una mujer en su posición financiera puede darse el lujo de tener lo mejor. Eso no debe herir tu hombría, Zac, porque tú eres un periodista, no un guardaespaldas. Y -prosiguió antes de que Zac pudiera responder- aunque eres un periodista muy hábil, no eres detective. Deja que la policía haga su trabajo y tú dedícate al tuyo. Tienes una responsabilidad para con el programa, para con la gente que trabaja contigo. Para con el canal, la red, los anunciadores. Tienes un contrato, Zac. Estás obligado a viajar a donde estén las noticias. Tú aceptaste esos términos. Demonios, si hasta los exigiste.

Zac: Demándame -sugirió-. 

Miró hacia la puerta que se abría.

Vanessa entró con su traje de seda, los ojos lanzando chispas y el mentón levantado. Cada paso era un desafío. Se acercó al escritorio y lo golpeó con las palmas.

Ness: No lo toleraré.

Zac no se molestó en fingir que no sabía de qué hablaba.

Zac: Tú no tienes nada que ver con esto, Vanessa. Es mi decisión.

Ness: Ni siquiera me lo has comentado. ¿Pensabas poner alguna ridícula excusa de que el viaje había sido cancelado? Me habrías mentido.

Habría sido capaz de matar por ti, pensó Zac y se encogió de hombros.

Zac: Me parece que nada de esto es necesario -precisó-. ¿Cómo fue el programa esta mañana?

Ness: Basta. No sigas -miró a Barlow-. Tú puedes ordenarle que vaya, ¿verdad?

James: Pensaba que podía. -Levantó las manos y las dejó caer-. He venido de Nueva York con la esperanza de hacerlo entrar en razones. Pero eso es imposible. -Con un suspiro, se puso de pie-. Estaré en la sala de redacción durante la próxima hora.

Zac esperó a que la puerta estuviera cerrada.

Zac: Más vale que aceptes, Vanessa. No lograrás hacerme cambiar de idea.

Ness: Quiero que vayas -enfatizó cada palabra-. No quiero que lo que está pasando interfiera en nuestras vidas. Es importante para mí.

Zac: Tú eres importante para mí.

Ness: Entonces hazlo por mí.

Zac tomó un lápiz, lo hizo girar entre los dedos y lo partió en dos.

Zac: No.

Ness: Esto podría poner en peligro tu carrera.

Zac: No lo creo.

Ness: Podrían cancelar tu programa.

Zac: Bien, supongamos que deciden cancelar un programa con una audiencia muy alta, que produce muchas ganancias y que ha obtenido premios, solo porque yo decido no viajar por un tiempo. -Miró a Vanessa con expresión divertida-. En ese hipotético caso tendrías que mantenerme hasta que consiga un nuevo empleo. A lo mejor me gusta y decido no trabajar más y dedicarme a la jardinería o al golf. Incluso podría ser tu manager.

Ness: Esto no es una broma, Zac.

Zac: Tampoco es una tragedia. Me quedo aquí, Vanessa. Y llegaré al fondo de este asunto.

Ness: ¿Eso es lo que has estado haciendo? ¿Por eso el martes por la noche repitieron un programa? Y todas esas llamadas de Jenner. Estás trabajando con Jenner, ¿verdad?

Zac: A él no le importa. ¿Por qué debería importante a ti?

Ness: Detesto esto. Detesto que nuestras vidas privadas y profesionales se mezclen y desequilibren. Detesto estar tan asustada. Pegar un respingo cada vez que oigo un ruido en el pasillo, o prepararme para lo peor cada vez que se abre la puerta del ascensor.

Zac: Eso es exactamente lo que yo siento. Ven aquí. -Extendió una mano y tomó la de ella cuando Vanessa se acercó al escritorio. La hizo sentar sobre sus rodillas-. Tengo miedo, Vanessa, mucho miedo.

Ella abrió la boca, sorprendida.

Ness: Nunca me lo dijiste.

Zac: El orgullo masculino es una cuestión espinosa. Lo cierto es que necesito estar aquí, participar en la investigación, saber qué está sucediendo. Es la única manera que tengo para luchar contra el miedo.

Ness: Prométeme que no te arriesgarás.

Zac: Él no me persigue a mí, Vanessa.

Ness: Quisiera estar segura de eso.

Cerró los ojos. Pero no estaba segura.


Cuando Vanessa se marchó, Zac bajó al archivo de vídeo. Desde el asesinato de Mike tenía la sensación de que había olvidado algo. O que lo había pasado por alto.

Lo que Barlow dijo sobre responsabilidades y lealtades le hizo surgir un recuerdo. Zac rebuscó entre las cajas de videocasetes hasta encontrar la correspondiente a febrero de 1992.

Puso la cinta en la máquina y avanzó por las noticias locales, internacionales, deportivas y parte meteorológico. No estaba seguro de la fecha exacta, pero sí de que la conexión previa de Drew Seeley con Chicago habría merecido por lo menos un informe completo sobre su homicidio.

Encontró más de lo que esperaba.

Zac entrecerró los ojos para observar al periodista de la CBC en una nevada acera de los suburbios.

«La violencia estalló en las primeras horas de la mañana en este suburbio de Nueva York. Drewis Seeley, productor sénior del popular Programa de Brittany fue abatido a tiros esta mañana en el exterior de su casa, en Brooklyn Heights. Según una fuente policial, Seeley, oriundo de Chicago, al parecer se disponía a salir para su trabajo cuando le dispararon a quemarropa. La esposa de Seeley se encontraba en la casa... -La cámara hizo una lenta panorámica-. Despertó poco después de las siete de la mañana al oír un disparo.»

Zac escuchó el resto del informe. Después visionó otra semana de noticias para enterarse de la marcha de las investigaciones.

Luego se dirigió a la sala de redacción. Encontró allí a Joe en el momento en que el cámara salía para un trabajo.

Zac: Pregunta.

Joe: Que sea breve. Tengo que irme enseguida.

Zac: Febrero del noventa y dos. Homicidio de Drew Seeley. Tú cubriste esa noticia, ¿no?

Joe: ¿Qué quieres saber? -ratificó y se frotó las uñas sobre su sudadera-. Mi arte es incomparable.

Zac: De acuerdo. ¿Dónde le dispararon?

Joe: Por lo que recuerdo, fuera de su casa. Sí, al parecer estaba limpiando el parabrisas de su coche.

Zac: No, me refería a qué parte del cuerpo. ¿En el pecho, el estómago, la cabeza? Ninguno de los informes que he comprobado lo menciona.

Joe: Oh -frunció el entrecejo y entrecerró los ojos como para evocar la escena-. Habían limpiado todo bastante bien cuando llegamos allí. En ningún momento vi el cadáver. -Abrió los ojos-. ¿Conocías a Drew?

Zac: Un poco.

Joe: Sí, yo también. ¿Por qué tu interés?

Zac: Por algo en lo que estoy trabajando. ¿El periodista que trabajaba contigo no pidió detalles a la policía?

Joe: A ver… era Clemente, sí. No duró mucho por aquí. Era muy chapucero. No sé bien qué averiguó. Oye, tengo que irme. Espera un momento... Me parece haber oído que a Drew le dispararon en la cara. Jodido, ¿no?

Zac: Sí, muy jodido -asintió y una sensación de satisfacción lo inundó-.


A media mañana, Jenner se tomó un pastelillo y un café, mientras estudiaba las fotografías sujetas a un tablero de corcho. La sala de reuniones estaba ahora en silencio, pero había dejado las persianas abiertas en la puerta de cristal que la separaba del resto de la comisaría.

Brittany Snow. Mike Crosby. Miró lo que les habían hecho. Sabía que si las observaba lo suficiente, entraría en una suerte de trance, un estado mental que le permitiría obtener ideas y posibilidades.

Estaba enfadado con Zac. Ese hombre debería haberle contado los detalles de su conversación con Crosby. Por leve que hubiera sido lo ocurrido, era competencia de la policía. La idea de que Zac entrevistara solo a Crosby le quemaba más a Jenner que el café que estaba bebiendo. Recordó la última reunión que habían mantenido, en las primeras horas de la mañana en que Crosby fue asesinado.


Arnold: Sabemos que la persona que efectuó el disparo conoce a la señorita Hudgens -había dicho Jenner antes de levantar un dedo-. Conocía la relación que había tenido con Crosby. -Levantó otro dedo-. Conoce la dirección de Vanessa, conocía la de Crosby, y posee suficientes conocimientos del estudio como para emplazar la cámara y hacerla funcionar después de matar a Brittany Snow.

Zac: De acuerdo.

Arnold: Las notas han aparecido debajo de la puerta de Vanessa, sobre su escritorio, en su coche, en el apartamento que ella todavía conserva en Old Town. Así pues, tiene que ser alguien que trabaja en la CBC -concluyó Jenner-.

Zac: De acuerdo. En teoría. Podría ser alguien que trabajó allí. Es posible que se trate de un admirador que estuvo en el estudio. Un miembro habitual del público que asiste a sus programas. Muchas personas poseen conocimientos rudimentarios de televisión como para hacer funcionar una cámara.

Arnold: Me parece que eso es exagerar las cosas.

Zac: Sigamos. Él la ve todos los días por televisión.

Arnold: Podría ser una mujer.

Zac lo pensó un momento y meneó la cabeza.

Zac: Es una posibilidad muy remota. Descartémosla por un momento y consideremos esta otra teoría. Es un hombre, un hombre solitario y frustrado. Vive solo, pero todos los días Vanessa entra en su casa a través del televisor. Ella está sentada allí con él, le habla, le sonríe. Él no se siente solo cuando ella está allí. Y quiere tenerla allí todo el tiempo. No le va bien con las mujeres. Les tiene un poco de miedo. Sabe planear bien las cosas, probablemente tiene un trabajo decente, de cierta responsabilidad, porque es eficiente y meticuloso.

Arnold: Vale -reconoció Jenner, impresionado- parece que ha hecho los deberes.

Zac: Así es. Porque estoy enamorado de Vanessa, creo entender a ese hombre. Lo cierto es que él tiene su temperamento, es un hombre irascible. Pero no mata en medio de un ataque de furia. Creo que lo hace con total frialdad. -Eso era lo que más lo asustaba-. Destroza mi casa, y la oficina de Vanessa. Escribe en la pared lo que él considera una traición. ¿De qué manera lo traicionó ella? ¿Qué cambió de la época en que Vanessa recibió la primera nota hasta el asesinato de Brittany?

Arnold: ¿Que ella lo eligió a usted?

Zac: Hace dos años que Vanessa está conmigo -se inclinó hacia delante-. Acabábamos de comprometernos cuando se produjo el asesinato de Brittany y los destrozos.

Arnold: ¿De modo que mató a Brittany porque estaba despechado con Vanessa Hudgens?

Zac: Mató a Brittany y a Crosby porque ama a Vanessa Hudgens. ¿Qué mejor manera de demostrar su devoción que eliminar a las personas que la acosan o fastidian? Él destrozó las cosas de Vanessa, pero en especial los bocetos del vestido de novia, las noticias del compromiso publicadas en los diarios, las fotografías donde aparecíamos Vanessa y yo. Estaba furioso porque ella había anunciado públicamente que prefería a otro hombre y no a él, y estaba dispuesta a comprometerse para demostrarlo.

Jenner asintió lentamente y comenzó a hacer dibujitos sobre una hoja de papel.

Arnold: ¿Cómo es que no le han dado el diploma de psiquiatra? Dígame, ¿por qué ese tipo no va detrás de usted?

Zac: Porque yo no he herido a Vanessa. Mike sí lo hizo, el día que lo mataron, y también hace un par de años, cuando cayó en la trampa preparada por Brittany.

Arnold: Lamento no haber hablado con él -reconoció Jenner-. Tal vez sabía algo o había visto algo. Tal vez había recibido amenazas.

Zac: Lo dudo mucho. Era la clase de persona que habría acudido a la policía. O me lo habría dicho a mí cuando lo entrevisté.

Arnold: Usted estaba demasiado ocupado propinándole una paliza.

Zac: No ocurrió así. Él intentó golpearme y yo solo me defendí. De todos modos, lo que quiero decir es que él me lo habría dicho cuando fui a verlo a su consulta.

Jenner interrumpió sus dibujos.

Arnold: ¿Fue a verlo por el asesinato de Brittany Snow?

Zac: Era una teoría.

Arnold: ¿Una teoría que no consideró necesario comentar conmigo?

Zac: Era algo personal.

Arnold: Nada es personal en esto, nada. -Jenner se echó hacia delante y entrecerró los ojos-. Lo he dejado participar en esta investigación porque lo considero un hombre inteligente, y comprendo la posición en que se encuentra. Pero si me oculta cosas quedará al margen de la investigación.

Zac: Haré lo que tenga que hacer, teniente, con o sin usted.

Arnold: Los periodistas no son los únicos que pueden hostigar. Recuérdelo. -Jenner cerró la carpeta y se puso de pie-. Ahora, tengo mucho trabajo por delante.


No, pensó ahora Jenner: admiración y comprensión aparte, no estaba dispuesto a permitir que Zac investigase por su cuenta. Tal vez él no quería reconocer que su vida estaba en peligro, pero Jenner sabía que sí.

Se puso de pie para servirse más café y miró por la puerta de cristal.

Arnold: Hablando de Roma... -murmuró y abrió la puerta-. ¿Me buscaba? -le preguntó a Zac y le hizo una seña al agente que le cerraba el paso-. Está bien, agente. Veré al señor Efron. -Le hizo una leve inclinación de la cabeza a Zac-. Tiene cinco minutos.

Zac: Nos llevará un poco más -observó las fotografías que se exhibían en el tablero. Eran instantáneas de las dos víctimas tomadas antes y después de su muerte-. Tendrá que pinchar otro juego de fotografías en este tablero.


Veinte minutos después, Jenner telefoneo al detective de Brooklyn Heights.

Arnold: Nos mandarán un fax -le dijo a Zac-. Está bien, Efron, ¿quién sabía que Seeley le estaba pasando información a Brittany?

Zac: Los del equipo de trabajo de Vanessa. De eso estoy casi seguro. Como de que la información seguramente se había filtrado a la sala de redacción. Siempre ha habido mucha interacción entre la gente que trabaja con Vanessa y la sala de redacción. ¿Estamos en este momento en la misma longitud de onda? Tres personas están muertas porque de alguna manera amenazaron a Vanessa.

Arnold: No puedo comentar nada sobre eso, Efron.

Zac: Maldita sea, no estoy aquí como periodista. No estoy tratando de sonsacarle información. ¿Quiere cachearme para ver si llevo un micrófono oculto?

Arnold: No creo que esté buscando una noticia -afirmó Jenner-. Si lo hubiera pensado, no habría entrado usted aquí. Pero creo posible que esté demasiado acostumbrado a hacer las cosas a su manera, a conducir su propio espectáculo, como para entender la delicada cuestión de la cooperación.

Zac dio un golpe sobre la mesa.

Zac: Si piensa que se va a librar de mí, está muy equivocado. Y sí, tiene razón en lo del hostigamiento, teniente. Con una sola llamada puedo hacer que una docena de cámaras lo sigan a todas partes. Puedo presionarlo tanto que no podrá estornudar sin que alguien le ponga un micrófono bajo la nariz. Antes de que parpadee, Chicago se verá sacudida por la historia de un asesino múltiple. El jefe de policía y el alcalde se sentirán encantados, ¿no cree? -Esperó un instante-. Usted me usará a mí, o yo lo usaré a usted. Usted elige.

Jenner se cruzó de brazos.

Arnold: No me gustan las amenazas.

Zac: A mí tampoco. Pero haré mucho más que amenazarlo si trata de quitarme de en medio. -Miró las fotos de las víctimas en el tablero-. Ese cabrón podría perder la cabeza en cualquier momento y tratar de poner una fotografía de Vanessa allí. Usted está furioso porque he hecho algunas investigaciones por mi cuenta. De acuerdo, enfádese. Pero úseme. O yo lo usaré a usted.

Jenner reprimió su irritación al calcular todo el daño que podría causar una guerra con los medios de comunicación.

Arnold: Bien, Efron, digamos que Seeley fue la primera víctima de tres... pero mantengamos esa teoría en privado.

Zac: Le dije que no estoy aquí como periodista.

Arnold: De acuerdo. Seguiremos adelante con esa teoría, y con que únicamente un número reducido de personas tenían un móvil. -Le indicó una silla a Zac y esperó a que se sentara-. Hábleme de esas personas. Empiece por Loren Bach.

Jenner abrió el expediente sobre Loren que Brittany había encargado a Beeker.


Cassie entró en el despacho de Vanessa y suspiró. Se encontraba de pie sobre un taburete bajo en el centro de la habitación, y la modista estaba a sus pies. Las dos en medio de metros y metros de seda blanca.

Cassie. Es una hermosura.

Ness: Está apenas en los comienzos -también suspiró al pasar la mano por la extensa falda, prendida con alfileres al cuerpo de encaje del vestido. De encaje irlandés, pensó. Para Zac-. Pero tienes razón.

Cassie: Traeré mi cámara. -Inspirada, corrió hacia la puerta-. No te muevas.

Ness: No pienso ir a ninguna parte.

**: Por favor, quédese quieta -se quejó la modista-.

Vanessa tuvo que esforzarse para no desplazar el peso de un pie al otro.

Ness: Estoy quieta.

**: Vibra como un resorte.

Ness: Lo siento -respiró hondo-. Supongo que estoy nerviosa.

Cassie: La futura novia -dijo al regresar con una cámara de video-. Vanessa Hudgens, la reina de la televisión diurna, ha elegido un elegante vestido de...

**: Seda italiana -informó la modista-. Con toques de encaje irlandés y perlas.

Cassie: Exquisito -elogio mientras filmaba-. Díganos, señorita Hudgens -con el zoom enfocó la cara de Vanessa-, ¿cómo se siente en esta ocasión tan especial?

Ness: Aterrada.

Cerró los ojos. Si la prueba del vestido llegaba a tardar cinco minutos más del tiempo estipulado, durante toda la semana tendría que recuperar ese tiempo.

Cassie: Si permanece un momento inmóvil, haré una toma circular para que nuestros espectadores puedan percibir el efecto total del vestido -dio un paso al costado y realizó una panorámica-. Esto formará parte de mi creciente videoteca sobre lo que ocurre detrás de La hora de Vanessa.

Vanessa sintió que su sonrisa se tensaba.

Ness: ¿Tienes muchas cintas?

Cassie: Sí. Un poco de esto, un poco de aquello. Simon, al arrancarse los pocos pelos que le quedan. Margaret, cuando arroja pelotillas de papel masticado. Tú, mientras corres hacia el ascensor.

El corazón de Vanessa comenzó a latir con fuerza.

Ness: Supongo que nunca le he prestado atención. Hay tantas cámaras por todas partes. Siempre tienes esa a mano, ¿no?

Cassie: Uno nunca sabe qué momento memorable o humillante puede registrar.

Vanessa recordó que alguien la había grabado a ella, dormida frente a su escritorio, cuando llegaba al trabajo, cuando se marchaba, al hacer compras, cuando jugaba con el bebé de Ashley en el parque.

También la habían filmado en el estudio, junto al cuerpo de Brittany.

Cassie, que entraba y salía de la oficina decenas de veces por día. Cassie, que conocía en detalle las actividades de Vanessa. Cassie, que había sido novia de uno de los cámaras del estudio.

Ness: Apaga eso, Cassie.

Cassie. Solo un momento más.

Ness: Apágala.

Cassie: Lo siento. -Sorprendida, bajó la cámara-. Supongo que me he dejado llevar por el entusiasmo.

Ness: No te preocupes. Es solo que me siento algo nerviosa.

Vanessa logró sonreír de nuevo. Qué ridículo, se dijo. Era descabellado imaginar que Cassie fuera capaz de matar.

Cassie: Es tu primer día de vuelta al trabajo -le rozó la mano y Vanessa tuvo que hacer un esfuerzo para no apartarse de un salto-. Dios sabe que esto era un verdadero manicomio después del programa, con todas las llamadas que recibimos sobre Kate Lowell. ¿Por qué no te tomas un descanso cuando termines con la prueba del vestido y te vas a tu casa? Yo puedo ocuparme de reubicar los compromisos que tienes para la tarde.

Ness: Me parece una buena idea. Tengo muchas cosas que hacer en casa. 

Cassie apretó los labios.

Cassie: No me refería a que salieras de un manicomio para meterte en otro. No vas a poder hacer nada allí, con todos esos pintores y obreros. -Vio que los ojos de Vanessa miraban detrás de ella y volvió la cabeza-. Hola, Jeff. Está fabulosa, ¿no crees?

Jeff: Sí, ya lo creo. -Miró la cámara que Cassie sostenía-. ¿La has filmado?

Cassie: Por supuesto. Para inmortalizar este momento. Oye a menos que se trate de una crisis, no digas nada, ¿vale? Esta es una ocasión trascendental: Ness se marcha temprano a su casa.

Jeff: Una buena idea. Zac ha llamado, Vanessa. Me pidió que te dijera que tiene una reunión y te verá en casa. Calcula estar allí a eso de las cuatro de la tarde.

Ness: Creo que yo llegare antes.

**: No si no se queda quieta -murmuró la modista-.


Eran apenas las tres y cuarto cuando Vanessa se puso los zapatos y cogió su maletín.

Ness: Cassie, ¿puedes llamar a Tim?

Cassie: Ya lo he hecho. Debe de estar esperándote abajo.

Ness: Gracias. -Se detuvo junto al escritorio de Cassie, y se sintió avergonzada y ridícula por lo que había pensado un rato antes-. Siento lo de la cámara, Cassie.

Cassie: No te preocupes. Sé que soy una pesada. -Rió por lo bajo-. Creo que me gusta serlo. Te veré mañana.

Ness: Está bien. No te quedes hasta tarde.

Más tranquila, Vanessa se acercó al ascensor y consultó su reloj. Con suerte, sorprendería a Zac al llegar antes que él.

Podría ocuparse de una montaña de papeles y llamadas telefónicas desde su casa. Después, si programaba un rato de descanso, pensaría en algo que le gustara a Zac.

Mientras salía a la calle, decidió que cenarían tarde, muy tarde.

El golpe de sol hizo que se pusiera las gafas oscuras. Luego, subió a la limusina que la aguardaba.

Ness: Hola, Tim.

Cerró los ojos y se desperezó. La temperatura del coche era maravillosamente cálida.

Tim: Hola, señorita Hudgens.

Ness: Un día precioso, ¿verdad?

Por puro hábito, cogió la botella de zumo de frutas que siempre había allí para ella. Con despreocupación, miró la espalda del chófer. Pese al calor reinante en el vehículo, tenía el cuello de la chaqueta levantado, y la gorra bien encasquetada.

Tim: Sí, ya lo creo que sí.

Comenzó a beber el zumo y abrió el maletín. Apartó la carpeta titulada «Planes para la boda» y buscó la correspondencia del día, que Cassie le había preparado. Siempre consideraba que el trayecto de ida y vuelta de la oficina era parte de la jornada de trabajo. En este caso, debía recuperar el tiempo perdido probándose el vestido y marchándose más temprano que de costumbre.

Pero al llegar a la tercera carta, las palabras se volvieron borrosas. No había ningún motivo para sentirse tan cansada a esa hora del día. Fastidiada, deslizó los dedos debajo de las gafas para frotarse los ojos. Pero su visión se nubló todavía más, como si se hubiera frotado los ojos con aceite. Sintió que le daba vueltas la cabeza y su brazo cayó pesadamente sobre el asiento.

Se sentía tan cansada y tenía tanto calor... Como a cámara lenta, trató de quitarse la chaqueta. Los papeles cayeron al suelo y el esfuerzo por recogerlos aumentó su mareo.

Ness: Tim...

Se inclinó hacia delante y se apoyó contra el respaldo del asiento delantero.

Él no contestó, pero esa palabra le sonó opaca y lejana aun a sus propios oídos. Mientras luchaba por enfocar la vista, la botella semivacía del zumo se escurrió entre sus dedos adormecidos.

Ness: Algo anda mal... -logró balbucear mientras lentamente se deslizaba hacía el suelo alfombrado del coche-. Muy mal...

Pero él no respondió. Vanessa se imaginó cayendo a un abismo oscuro e insondable.


2 comentarios:

Caromi dijo...

OMG!!OMG!!
de toooodos los que pensé, ni por aqui se me pasó por la mente Tim!!
Que pasará? Saldra bien Nessa? Super Zac ira a salvarla??
Pública pronto please

Maria jose dijo...

Oh dios creo que ya estamos por conocer al loco
Ya quiero leer el proximo capitulo
Siguela pronto
Saludos!!!

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