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domingo, 15 de enero de 2017

Capítulo 14


Vanessa no sabía qué responder. Cerraba y abría los puños mientras lo observaba, viéndolo tan absolutamente concentrado en ella. Ni siquiera se estaban tocando, pero podía sentir su calor. Ignoraba cómo contestar a esa pregunta. «¿Qué estás haciendo aquí?».

No quería nada, y lo quería todo a la vez. Él nunca lo comprendería.

Silenciosa, deliberadamente, se le acercó en el sofá y apoyó las manos sobre su pecho. Lo oyó contener el aliento, antes de que le sujetara las muñecas. Al principio temió que fuera a rechazarla, pero al instante le tomó una mano y se la llevó a los labios. Luego inclinó la cabeza para acariciarle levemente los labios con los suyos, presionando poco a poco, explorando. Fue una clase de beso que jamás antes había experimentado. Porque fue ferozmente sincero, y le habló de sentimientos incapaces de ser expresados con palabras.

Se sintió como si alguien hubiera acercado una llama a la mecha de una bomba. Se desbordó por dentro para derramarse hacia fuera, como si todos sus deseos y anhelos hubieran convergido en aquel único y desesperado momento. Lo abrazó, deslizando las manos por sus poderosos hombros, enredando los dedos en su espeso pelo que se le rizaba hacia el cuello. Volvió a sentirse joven, atolondrada, llena de esperanza y convencida de que al fin estaba en el lugar adecuado y con el hombre adecuado.

Zac se levantó del sofá sin soltarla, mirándola intensamente a los ojos.

Zac: Debo decirte -susurró- que no soy hombre de aventuras de una sola noche.

Ness: Esto no es eso.

Zac: ¿Qué es entonces?

Lo necesitaba. No sólo en sus brazos, sino en su vida. No sólo por esa noche, sino para siempre. Necesitaba dulces y abrasadores besos, carne ardiente contra carne ardiente. Infinitas conversaciones sobre cosas de las que solamente ellos entendían. El sencillo gozo de edificar una vida juntos, momento a momento. Era increíble la manera en que parecían conocerse y buscarse mutuamente. Eran como dos íntimos desconocidos que hubieran soñado durante años con aquel encuentro, habiendo avanzado siempre hacia él sin saberlo.

Ness: Esto es lo que debió haber sucedido hace años.

Zac sonrió.

Zac: Lo mismo estaba pensando yo.

Y volvió a besarla.

Sus bocas continuaron fundidas incluso mientras él empezaba a retroceder lentamente. Vanessa sintió la alfombra que no el duro suelo de madera bajo sus pies, y se apartó un instante para contemplar su dormitorio. Cama de matrimonio. Cómoda anticuada con una fotografía enmarcada de su familia. Un kit de limpiar zapatos en un rincón. Varias corbatas colgadas del respaldo de una silla.

Sonrió, tímido.

Zac: No estaba seguro de cuál ponerme esta noche. Estaba un poco nervioso.

Vanessa le tomó una mano y se la acercó al pecho, sobre su acelerado corazón. Se alegraba de que lo hubiera admitido.

Ness: ¿Lo notas? Yo estoy nerviosa ahora.

Zac: Sí -repuso, acariciándole el nacimiento del cuello con el pulgar-. También yo. Llevo pensando toda la vida en esto -señaló la malla dorada que llevaba, como si no supiera cómo empezar a quitársela-. Pero no me imaginaba que llevarías cota de mallas. Diablos, Vanessa, ¿acaso llevas un cinturón de castidad debajo?

Rio suavemente y se llevó las manos a la espalda para soltarse el broche de la malla, que resbaló por su torso hasta caer como una lluvia de monedas doradas a sus pies. Dio un paso hacia él, situándose dentro del círculo de sus brazos, y cuando alzó la vista hasta sus ojos, se vio a sí misma reflejada en ellos. El amor y la maravilla que descubrió en su propia mirada la dejaron sobrecogida.

Después de aquello, ya no hubo más momentos incómodos entre ellos, ni siquiera cuando se desnudaron. Vanessa solamente sintió una candente expectación y un maravillado asombro ante el descubrimiento de que por fin, inesperadamente, había encontrado algo real, algo destinado a dar profundidad y resonancia a su vida. A llenar los espacios vacíos donde una helada soledad había tomado residencia.

Zac apartó las mantas de la cama y la atrajo hacia sí. Un estremecido ardor la recorrió de la cabeza a los pies. Alzó las manos y lo acarició, descubriendo una forma, una textura y un calor que hasta entonces sólo había podido imaginar. Él correspondió a sus caricias con delicada ternura, despertándole exquisitas sensaciones que le hicieron formar con los labios un silencioso grito de sobrecogido júbilo. No podía dar crédito a la emoción con que acogía cada íntima caricia de sus manos, de su boca. El corazón estaba implicado en ello, desesperadamente comprometido; ahí era donde radicaba la diferencia.

En el instante en que se juntaron sus cuerpos, se aferró a él con fuerza, desesperada por encontrar una manera de fundirse con su alma. Hasta que de repente la encontró y le susurró amorosas palabras al oído mientras se dejaba arrastrar por el éxtasis, transportada y elevada a un estado de felicidad nunca antes conocido. Cuando al cabo de unos prolongados y gozosos momentos volvió a la realidad, Vanessa supo que era una persona diferente.

Sentía el cambio en lo más profundo de su ser. Después de aquella noche, estaba segura de ello, ya nada volvería a ser lo mismo.




¡Qué bonito!
A partir de ahora ya todo solo puede ir a mejor 😊
¡Solo queda un capítulo!

¡Gracias por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Besis!


2 comentarios:

Lu dijo...

Me encantó ❤❤❤❤
Que amor, al fin de dieron cuenta de sus sentimientos.
Fue muy tierno el capítulo.
Ya quiero leer el que sigue.



Sube pronto

Maria jose dijo...

Hermoso capítulo
Todo tiene que ser mejor ahora
Solo un capitulo
Ya quiero leerlo
Sube pronto


Saludos

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