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jueves, 12 de enero de 2017

Capítulo 13


Vanessa Hudgens era la última persona con la que Zac había esperado pasar aquella Nochebuena. Y al mismo tiempo era la única persona con la que quería pasarla. La guio fuera del aparcamiento subterráneo y se dirigió con ella hacia el edificio de apartamentos donde vivía, en una tranquila calle de Park Slope. La miró. Iba a entrar en su hogar, en su vida. Esperaba no haber dejado la casa muy desarreglada.

El viejo caserón de ladrillo tenía guirnaldas de adornos navideños en los escalones de la entrada y en torno al portal. En el vestíbulo, alguien había colgado un ramito de muérdago encima de la hilera de buzones. Había un gorro de Santa Claus sobre el poste de la escalera. Un aroma a velas perfumadas flotaba en el aire. Era tarde, así que no hablaron hasta que estuvieron dentro del apartamento del tercer piso.

La invitó a entrar y se la quedó mirando, observando su reacción. En algún momento de su vida había decidido ser limpio y ordenado. El lugar no tenía un aspecto tan malo, ni olía como una jaula de hámster. Pero tampoco parecía el tipo de lugar al que habría pertenecido Vanessa Hudgens.

Era como una flor exótica, completamente fuera de su elemento. Pero de repente esbozó una sonrisa. Se quitó el abrigo y se lo entregó.

Ness: Gracias. Me habría congelado de no ser por esto. -Con el abrigo de diseñador que le había dado a su amiga, probablemente él habría pagado el alquiler de un mes-. Dime… ¿qué ibas a hacer antes de que escucharas la llamada de auxilio? -le preguntó, sorprendiéndolo al mostrarse un tanto nerviosa-.

Zac: Me he saltado la misa de esta noche. Pero supongo que me será perdonado ese pecado, teniendo en cuenta lo que hicimos por tu amiga.

Vanessa asintió y se estremeció levemente.

Ness: Espero que se recupere del todo.

Zac: Debiste de llevarte un buen disgusto, viendo a tu amiga así.

Ness: No estoy segura de que fuera alguna vez mi amiga, pero no quería que se hiciese daño alguno.

Zac: Ahora depende de ella. Hiciste una buena obra, Vanessa.

Ness: ¿De veras? ¿Y qué hay de la comida, cuando me pidió un adelanto y se lo negué? Ahí empezó todo.

Zac: No siempre se acierta la primera vez. ¿Qué tal si te sientas y descansas? -le indicó un sofá de pana marrón-.

Su esmirriado árbol de Navidad estaba montado sobre una mesa cerca de la ventana, algo torcido y combado bajo el peso de demasiadas bombillas.

Dejó un mensaje en el contestador de sus padres mientras servía dos copas de vino tinto y le entregaba una.

Zac: ¿Qué tal? ¿Te encuentras ya bien?

Ness: Supongo que sí -en vez de sentarse, se dedicó a pasear por el apartamento, como él había hecho en el suyo. Cuando estudió su colección de fotografías enmarcadas, la expresión de su rostro le rompió el corazón-. Fotos de familiares y amigos -dijo nostálgica, antes de sentarse en el sofá-. Es bonito.

Se merecía tener amigos y una familia propia, pensó Zac. Era una buena persona. Y sin embargo, de algún modo, se había enredado en una vida que era mucho menos de lo que se merecía y mucho más de lo que quería realmente.

Él no era culpable de ello, pero había jugado su papel. Años atrás la había abandonado porque había sentido que, privado de una carrera como jugador de hockey, nunca habría podido aspirar a estar a su altura. Lo había creído de verdad. Pero luego se había reconciliado con el final de sus sueños y se había fabricado una nueva vida.

Se le ocurrió pensar que Vanessa seguía siendo una mujer rica y sofisticada, pero ya no la consideraba tan inalcanzable como antes. La vida le había asestado un duro golpe, y él se había reconciliado con ello. Sin embargo, ahora le estaba ofreciendo una segunda oportunidad.

Observó el movimiento de su garganta mientras tragaba un sorbo de vino. Tenía la clase de rostro que siempre sería hermoso a cualquier edad, resplandeciente de juventud o atemperado por los años. Sabía que querría estar allí para verlo, para ser testigo de aquella transformación, por muy desquiciado que pareciera y por muy distintos que fueran sus respectivos mundos. Y quería que todo eso empezara ahora, ya.

El aire entre ellos se había calentado, electrizado. Algunas cosas nunca cambiaban.

Zac: Vanessa -le quitó la copa y la dejó sobre la mesa-. ¿Qué estás haciendo aquí?




¡Qué corto!
¡Estamos deseando que Vanessa conteste a esa pregunta!

¡Gracias por los coments y las visitas!
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¡Besis!


2 comentarios:

Lu dijo...

Me gustaría ya saber que va a responder Ness... Me intriga.
Me ha gustado el capi pero fue corto 😢


Sube pronto 😆

Maria jose dijo...

Que corto!!!!
Como me intriga esta novela
Ya quiero saber la respuesta
Sube pronto


Saludos!!!

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