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jueves, 11 de febrero de 2016

Capítulo 7


Reinó un silencio pesado. Ella mantuvo la vista clavada en sus manos, negándose a mirarlo. Pero ya no fue capaz de soportar el suspense.

Ness: No puedes obligarme a casarme contigo.

Zac: De acuerdo.

Ness: ¿De acuerdo? -alzó la cabeza con brusquedad-.

Zac: No puedo forzarte a casarte conmigo -se encogió de hombros-. Dejaremos que un juez decida qué clase de custodia funcionará mejor.

Ness: Tú... tú no harías eso -se llevó una mano al cuello-.

Zac: Ya deberías conocerme bastante bien como para darte cuenta de que haré lo que digo.

Ness: Pero ahí radica exactamente la mitad del problema -expuso acalorada. En su agitación se levantó del sillón y gesticuló-. No te conozco. En toda nuestra vida hemos pasado un par de semanas juntos. ¿Cómo crees que podríamos hacer que el matrimonio funcionara?

Levantarse había sido un error. Zac avanzó hacia ella y la rodeó con los brazos, para acariciarle la espalda.

Zac: ¿Por qué no? Con mucho menos los matrimonios de mucha gente tienen éxito.

Ness: Indícame alguno -pidió con voz apagada contra su pecho-.

Zac: Eso es fácil. El de mis padres.

Lo miró, y comprendió que había sido otro error. Tenía sus labios demasiado cerca. Se apresuró a apoyar una mano en su pecho y lo mantuvo apartado cuando quiso acercarla más.

Ness: ¡Nada de besos! -apartó la vista-. ¿Su matrimonio fue arreglado?

Zac: Sus familias querían cimentar una relación de negocios. Mi abuelo había gastado gran parte del dinero de Thortonburg que consideró necesario que mi padre se casara con una noble rica.

Ness: Qué triste -no podía imaginar que a ella le eligieran a su marido-. Mi padre hizo exactamente lo opuesto. Desafió a su padre para casarse con una americana sin un centavo. Todo un escándalo para la época -sonrió-. Pero jamás lo lamentaron.

Zac: Parecen muy felices -dio la impresión de dudarlo-. Pero no estamos hablando de tus padres, sino de nosotros. Cuando me di cuenta de que te habías ido de Las Vegas sin mí...

Una llamada a la puerta interrumpió lo que iba a decir. Deprisa, Vanessa se apartó de sus brazos y se alisó la ropa arrugada.

Ness: Adelante.

**: Bienvenida a casa, alteza.

El alto y atractivo hombre con el uniforme del cuerpo de seguridad real se detuvo ante ella y se inclinó sobre la mano de Vanessa.

Ness: ¡Lance! -sin prestar atención al protocolo, ella abrazó al hombre de pelo oscuro-. ¿Has perdido a alguna princesa últimamente?

Lance: Selena fue muy astuta, os concedo eso -la miró con ojos grises cálidos-. Pero nunca más perderé a alguien durante mi guardia. Me costó un ascenso.

Ness: Lo dudo -rió-. Me he enterado de tu reciente éxito -tarde se dio cuenta de que Zac miraba con ojos centelleantes al desconocido que aún mantenía con familiaridad un brazo sobre sus hombros-. Zac, te presento a Lance Grayson... recién nombrado jefe de la División de Investigación del Cuerpo de Seguridad Real de Wynborough. Hace poco tuvo la desgracia de ser nombrado guardaespaldas de Selena -se escurrió del brazo musculoso de Lance y se retiró un paso, consciente del aura hostil que irradiaba Zac-. Lance, te presento al príncipe de Thortonburg.

Reinó un silencio que se prolongó más de lo debido mientras ambos, de complexión y altura similares, se evaluaban.

Lance: Milord Thortonburg -inclinó la cabeza-.

Ness: ¿Cuándo nos dejarás? -inquirió-.

Lance: Esta es mi última semana en la casa del rey -informó-.

Zac: ¿Había algún motivo para la interrupción? -su tono fue cortés, pero no dejó duda de que no se sentía complacido-.

Lance: El rey me pidió que os extendiera su invitación para que os alojarais aquí en el palacio durante vuestra visita. Si lo deseáis, yo me ocuparé de vuestra seguridad personal.

Zac: Por favor, déle las gracias al rey de mi parte, pero declino su invitación. Ya he realizado reservas en el Royal Drake Hotel.

Lance: Muy bien, señor -bajó la cabeza y luego se volvió a Vanessa con una sonrisa en los labios-. Os pido perdón por la intrusión.

Ness: ¿Por qué has sido tan rudo con Lance? -preguntó cuando la puerta se cerró-.

Zac: No me gustó la familiaridad que mostró contigo.

Ness: No seas ridículo.

Zac: No lo soy -soltó casi con un rugido-.

Desconcertada, ella decidió que era hora de aplacar a la bestia salvaje.

Ness: Si quieres, eres más que bienvenido a quedarte aquí. Estoy convencida de que mis padres se sentirán complacidos.

Zac: Sí -rió sin ninguna alegría-. Hasta que me vieran escabullirme de tu habitación -alargó la mano con tanta celeridad hacia ella que Vanessa no tuvo ocasión de esquivar sus brazos-. No pienso dormir bajo el mismo techo que tú a menos que estés en mi cama. Y no pienso dormir bajo otro techo durante mucho tiempo. Te vas a casar conmigo. Pronto. Antes de que me vea obligado a matar al próximo hombre que te ponga una mano encima.

Sus palabras enviaron una descarga de pura reacción primitiva por su espalda, aunque se negó a reconocer que su actitud hacía que se sintiera querida, protegida y... segura.

Ness: No he dicho que fuera a casarme contigo. Si no recuerdo mal, antes de que nos interrumpieran estábamos hablando de la posibilidad de dicho matrimonio.

Zac: No existe ni un solo motivo por el que no debamos casarnos -la acercó otra vez a él-. Bésame, princesa. Llevo lejos de ti menos de medio día y ahora también me veo obligado a pasar la noche en otra parte.

Ness: No quiero besarte -dijo irritada-. Eso solo confunde la situación.

Pero cuando sus manos bajaron hasta su trasero, pegándola a su cuerpo, ella gimió.

Zac: Piensa en lo que estaríamos haciendo ahora si todavía siguiéramos en Las Vegas -la voz fue un gruñido áspero en su oído y ella sintió su aliento ardiente contra la mejilla. Zac adelantó las caderas con firmeza y cuando Vanessa movió las piernas para acomodar su erección en el cálido cobijo de sus muslos, contuvo el aliento-. Te gusta provocarme, ¿verdad? -le mordió el lóbulo de la oreja-.

Su lengua ágil fue una caricia estimulante, y sintió que se le entrecortaba el aliento al tiempo que experimentaba una palpitación insistente en un sitio que necesitaba desesperadamente su contacto. Se retorció contra él y frotó el montículo contra la erección rígida que la presionaba.

Ness: No podemos hacer esto aquí -susurró-.

Zac: Lo sé, pero, ¿no es divertido fingirlo durante unos minutos? -bajó la boca por el costado de su cuello-.

Ness: ¿De verdad intentarías arrebatarme al bebé?

Fue un esfuerzo concentrarse en otra cosa. Notó que se quedaba quieto. Al final su ancho pecho soltó un suspiro y la puso de pie, a cierta distancia.

Zac: Haría cualquier cosa para conseguir que te casaras conmigo, princesa. Nunca más volverás a estar del otro lado del Atlántico sin mí -realizó un gesto impaciente-. Vanessa, te deseo. No solo hoy, sino por mucho, mucho tiempo -no sonó muy entusiasmado por el reconocimiento-. ¿Puedes decirme que tú no me deseas?

Ness: No -titubeó hasta que ganó la sinceridad-.

Zac: Entonces, cásate conmigo -con celeridad, volvió a besarla con incontenible pasión al tiempo que sus manos le recorrían el cuerpo y alzaban el jersey para coronar sus pechos. Cuando ella le rodeó la cintura, para pegarlo a su cuerpo a fin de sentir la prueba de su necesidad, Zac gruñó-. «Cásate conmigo».

Ness: Yo... -suspiró-. De acuerdo.

El cuerpo grande de él se quedó quieto un momento. Luego volvió a besarla, solo que en esa ocasión con una ternura que hizo que el corazón de ella se expandiera con esperanzas.

Zac: No lo lamentarás -prometió-.


Al día siguiente realizaron el vuelo corto que los separaba de Thortonburg y Zac la llevó hasta la cámara acorazada del castillo donde se guardaban las joyas de la corona. La fortuna de su familia estaba a la altura de la de Vanessa, y la serie de anillos que le mostró resultó incluso deslumbrante para una mujer acostumbrada a las gemas más preciosas. Cuando ella alzó las manos y le indicó que había demasiados anillos entre los que poder escoger, él se adelantó y eligió una esmeralda cuadrada rodeada de diamantes.

Era un anillo hermoso y cuando se lo puso en el dedo encajó como si lo hubieran hecho a su medida.

Zac: Es una señal -musitó satisfecho-. Pertenecía a mi bisabuela materna. Tenía ojos cafés, igual que tú, y su marido le regaló una serie de esmeraldas a juego con ellos -se inclinó y la besó hasta que ambos quedaron jadeantes-. Si eres buena, te daré el resto como regalo de boda.

Ness: ¿Y qué representa «ser buena»?

Apenas pudo creer que ese ronroneo saliera de su garganta.

Él rió entre dientes al incorporarse y hacer sonar la campanilla para que los criados que aguardaban entraran a guardar el resto de las gemas en la cámara.

Zac: Poco mientras durmamos bajo techos diferentes -musitó- Poco.

Tenía tantas ganas de ver a sus padres como de ir al dentista. Condujo el coche de lujo por la campiña hacia las colinas de Thortonburg, donde los esperaba toda su familia.

Iban a cenar con los Grandes Duques. Vanessa se había mostrado reacia a aceptar la invitación que les hizo su madre, Sara, el día anterior, y agradeció la preocupación que demostró hacia sus sentimientos. No obstante, le había dicho que era una excelente manera de llegar a conocerlo mejor, sabiendo que no podría resistir ese cebo.

Ness: Háblame más de tu infancia -pidió-.

Zac: ¿Mi infancia? Hay poco que decir, como ya te he contado. Estuve en el internado.

Ness: ¿Y las vacaciones?

Zac: Las pasaba casi siempre en el colegio -sintió un nudo en el estómago-.

Reinó un momento de silencio mientras ella digería esa información, aunque sabía que no lo iba a dejar.

Ness: ¿Por qué no ibas a casa?

«¡Zachary! Baja de ahí de inmediato. Subir a los árboles es para los plebeyos. Es hora de tu lección de equitación y me desagradará que vuelvas a llegar tarde».

Zac: No lo sé -se encogió de hombros-. Mi padre y yo no nos llevábamos muy bien. Parecía... más sencillo.

«Segundo en el campeonato nacional de Geografía. ¿Segundo? Realmente, Zachary, esperábamos más de ti. El nombre de los Efron es uno de los más antiguos y nobles de Europa...»

Ness: ¿Qué me dices de tu madre?

Zac: ¿Qué?

Ness: ¿Te llevabas bien con ella? -suspiró como si tratara con un niño intransigente-.

Zac: Claro. Pero cuando había que tomar alguna decisión, acataba el juicio de mi padre.

Ness: ¿Hace cuánto que no los ves?

Zac: Casi dos años. Pasaron a verme para hostigarme un poco en un viaje que realizaron a California.

Ness: ¡Dos años! ¿Y desde entonces no los has visto? -estaba asombrada-. Pero... -no sabía qué decir-... son tu familia.

Zac: Mira -dijo, deseando no mantener esa conversación-. Tus padres te adoran. No todo el mundo disfruta de esa buena suerte. No esperes que irradien gozo al verme -no pudo contener la risa amarga que soltó-. Por otro lado, es probable que tú y yo seamos invitados especiales ahora que mi padre ha obtenido lo que quería. El bebé es su máximo sueño.

Ness: No me digas que ya volvemos a la tontería del matrimonio arreglado. Mi padre afirma que no es verdad -indicó con tono agresivo-.

Por primera vez en años él tuvo dudas. ¿Era posible que el viejo maquinador le hubiera mentido todos estos años?

Zac: Ya verás a qué me refiero.

Fue lo único que comentó.

Minutos más tarde entró por la cancela del castillo después de que el guardia de servicio lo saludara por su título; tras avanzar por el terreno boscoso se detuvo ante las puertas enormes.

Esperaba que su padre no pensara que dicha visita se debía al deseo de una reconciliación, ya que no había nada más lejos de la realidad.

Mientras subían por la amplia escalinata de mármol, los recuerdos se agolparon en su cabeza. De niño había subido por ahí muchas veces. Su padre lo esperaría en lo más alto, y el niño pequeño que él había sido había temido sus primeras palabras.

«Te caíste del caballo en el partido de polo. ¡Te caíste del caballo! Si quieres que el rey de Wynborough te considere como un pretendiente adecuado para una de sus hijas, tendrás que mejorar».

Ness: Tienes un aspecto fiero -apoyó una mano en su brazo-. ¿En qué diablos piensas?

Zac: Solo revivía las escenas felices de mi juventud -con un esfuerzo, meneó la cabeza-. Vamos, acabemos con esto.

Ness: Hmm.

Ella no continuó hasta que Zac se detuvo y la miró.

Zac: Tú no crees que nos conozcamos tan bien, pero ya sé exactamente qué es lo que vas a decir.

Ness: No es verdad -comentó con tono indulgente-.

Zac: «¿Qué escenas de tu infancia revivías?» -hizo su mejor imitación de una voz femenina, provocando su risa-.

Ness: De acuerdo. Lo confieso. ¿Será que las mujeres son invariablemente curiosas? Y yo soy como las demás.

Zac: Ni lo sueñes -le tomó la mano y la acercó-. Créeme, no hay otra mujer en la tierra como tú -se llevó la mano a los labios-. Y lo digo en el sentido más positivo.

Ness: Gracias -musitó ruborizada. Pero cuando las pesadas puertas comenzaron a abrirse, le sonrió-. No creas que me has despistado. Ya retomaremos esta conversación.

Un mayordomo abrió la puerta y Zac vio que se trataba del mismo que llevaba siglos con su padre.

Zac: Buenas tardes, Trumble. ¿Cómo estás?

Trumble: Muy bien, milord. Bienvenido a casa -el rostro del anciano era un estudio de suave desaprobación, expresión que había exhibido desde que Zac era niño e intentaba entrar en la cocina con la serpiente de jardín que había capturado-. ¿Me permitís vuestros abrigos?

Zac se situó detrás de Vanessa y le quitó la capa que llevaba a los hombros, luego le entregó su chaqueta de piel.

Zac: Tenemos equipaje en el coche. ¿Podrías encargarte de que lo lleven a nuestra suite de invitados, por favor?

Trumble: Desde luego, milord. ¿Si sois tan amables de seguirme...?

Cuando el hombre dio media vuelta y avanzó por el vestíbulo, Zac dijo:

Zac: No te molestes en acompañarnos, Trumble. Conozco el camino. ¿La familia se encuentra en el salón?

Trumble: Como deseéis, señor.

El anciano mayordomo hizo un gesto rígido, y Zac pudo ver que su insistencia en la formalidad era una fuente de irritación. Algunas cosas jamás cambiaban. Al marchar por el vestíbulo, se inclinó cerca del oído de Vanessa.

Zac: Trumble lleva aquí desde tiempos inmemoriales. Nació viejo y gana premios anuales por su personalidad y encanto.

Ness: Sin duda parece un poco... agrio -rió con sonido musical-.

Zac: Los limones son dulces comparados con él, créeme.

Prosiguieron por el vestíbulo y giraron a la izquierda, poniendo rumbo a la estancia donde Zac sabía que estaría reunida la familia, tomando una copa antes de la cena. Las costumbres adquiridas rara vez variaban en la casa de su padre. Al pasar junto al cuarto de las mantelerías, Zac se detuvo y abrió la puerta. Vacío. Tomó la muñeca de Vanessa y la arrastró al cubículo oscuro al tiempo que encendía la luz.

Ella lo miró con ojos marrones muy abiertos y alarmados.

Ness: ¿Qué hacemos aquí?

La miró y sonrió. La rodeó con un brazo y con la otra mano le cubrió el vientre, rozándole con los dedos el suave montículo que había debajo.

Zac: Deja de pensar tanto -gruñó mientras se inclinaba sobre sus labios-. Desconecta el cerebro y sigue tus instintos.

La besó, y tal como sucedió las demás veces que la tocaba, el mundo desapareció y solo pudo sentirla, olerla y probarla a ella, incapaz de centrarse en otra cosa.

Zac: Tendrás que casarte conmigo pronto -susurró con voz ronca-.

Ness: De acuerdo.

Es posible que no lo hubiera oído de no haber estado mirándola. El júbilo se expandió por su interior hasta que pensó que era capaz de lanzar un grito de felicidad. Pero se obligó a soltarla, le alisó la ropa y sacó un pañuelo del bolsillo para limpiarse el carmín de los labios.

Zac: Acabemos con esto. Cuando antes vayamos a casa a Phoenix, mejor.

Cuando Zac abrió las puertas dobles, ella pensó que era como enfrentarse a un pelotón de fusilamiento. Con anterioridad ya había visto varias veces a las tres personas que había en el salón. «Pero no estabas embarazada y soltera», susurró la voz en su cabeza que aún la reprendía de vez en cuando.

La familia Efron se levantó cuando precedió a Zac. Aunque nadie comentó nada sobre su estado de maternidad, Vanessa sabía que era obvio por el sencillo traje de lana que lucía, y sintió que se ruborizaba cuando ellos abrieron un poco los ojos antes de apartarlos rápidamente para mirarla a la cara.

Fue de uno a otro, intercambiando breves saludos mientras Zac la seguía. Al acercarse al padre de él, percibió un destello profundo de emoción cuando el anciano observó a su hijo mayor, pero de inmediato desapareció y, después de saludarla, el Gran Duque se volvió hacia Zac con una cordialidad severa y tan distante que bien podría haber estado dirigiéndose a un noble al que apenas conocía.

Víctor: Bienvenido a casa, Zachary.

Zac: Gracias, padre.

Zac no se molestó en comentar nada más que los ayudara a suavizar el momento. Entonces intervino Vanessa.

Ness: Mi padre me ha comentado que habéis conseguido un potrillo excepcional de la yegua que cubristeis con su semental -comentó-.

Entonces se ruborizó al darse cuenta de que las prácticas de crianza no eran el tema más seguro de conversación en esas circunstancias.

Pero Víctor Efron asintió y le sonrió.

Víctor: Sí, es verdad. La última vez que los cruzamos conseguimos un caballo que ganó todas las carreras para los animales de dos años. Tu padre se quedó con aquél, y espero que este potrillo sea igual de excepcional.

Pasaron a su lado hacia donde la Gran Duquesa de Thortonburg se hallaba junto al sillón en el que había estado bordando antes de que llegaran.

Ness: Alteza -acercó la mejilla a la de la mujer mayor, cuya piel seguía igual de hermosa. Sus ojos azules mostraron una gran calidez al mirar a su hijo-. Gracias por recibirme.

**: Es un placer, querida -la Gran Duquesa le habló a ella, pero sus ojos anhelantes apenas se apartaron de Zac. Cuando Vanessa se apartó, extendió los brazos hacia su hijo mayor-. Oh, Zachary, es maravilloso tenerte en casa. Se te ha echado de menos.

Zac: Solo se trata de una visita, madre.

Una vez más, se mostró rígido y brusco, pero ella notó que los brazos se cerraban un rato en torno a la esbelta figura de su madre.

Sara: Una que esperamos que repitas a menudo -musitó con sonrisa serena la Gran Duquesa-.

Vanessa percibió el dolor que no pudo ocultar.

Ness: Y Alex -extendió ambas manos hacia el hermano de Zac-.

Un año menor que ella, habían asistido a bailes y fiestas con el mismo grupo de jóvenes aristócratas.

Alex: Princesa Vanessa. Ha pasado mucho tiempo -la acercó y le besó ambas mejillas-.

Ness: Hmm -se apartó y se quedó pensativa-. Casi cuatro meses. La última vez que te vi, te caíste durante una cacería y, si no recuerdo mal, aterrizaste en un charco de barro.

Alex fingió ponerse serio, luego sonrió y mostró un parecido asombroso con su hermano.

Alex: Tienes buena memoria. Demasiado buena -se volvió hacia el hermano mayor con la mano extendida-. Bienvenido, Zachary.

Zac: Gracias -se estrecharon las manos-.

En ese momento cayó un silencio incómodo. Vanessa pensó que era como si esas tres personas no supieran mantener una charla distendida entre ellas. Entonces comprendió que quizá eso fuera verdad. Comparándolos con su familia dicharachera, cálida y cariñosa, sintió que se le encogía el corazón. No era de extrañar que Zac tuviera problemas para permitirse sentir.

Cuando el silencio se tornó opresivo, abrió la boca para decir algo, cualquier cosa, pero él se le adelantó tomando su mano y alzando el anillo de compromiso que le había dado. Con un tono peculiarmente formal, anunció:

Zac: Padre, madre, Alex, tenemos algo que comunicaros -calló un momento y la miró-. Vanessa ha aceptado concederme el honor de convertirse en mi esposa. Dentro de dos semanas nos casaremos en Wynborough.

«¿Dos semanas?» De pronto el tiempo pareció precipitarse.

Él debió leer el asombro en sus ojos, porque entonces sonrió antes de volverse otra vez a su familia.

Zac: Por si no lo habéis notado, corre un poco de prisa -añadió con ironía-.

Víctor: ¡Vaya! -el tono del Gran Duque fue demasiado sonoro, demasiado entusiasta-. Es una noticia maravillosa, Zachary. Felicidades a ambos.

Sara: No sabía que los dos os conocierais -comentó la Gran Duquesa con felicidad pero cierta vacilación-.

Zac: Nos conocimos durante la gala benéfica infantil el otoño pasado -informó-. Vanessa fue a visitarme hace poco a mi casa de Phoenix. Después de la boda viviremos allí.

Sara: Pero no viniste a casa...

Calló de repente al darse cuenta de que su hijo mayor sí había estado en Europa en otoño, aunque había decidido no visitar a su familia. Se mordió el labio y apartó la vista. Vanessa vio el brillo de las lágrimas en los ojos de la mujer mayor.

Ness: Fue un viaje muy rápido -indicó con un impulso-.

Zac: Nos casaremos en Wynborough, pero nuestro hogar seguirá estando en Phoenix -repitió-.

Víctor: ¡En Phoenix! No puedes llevarte al posible heredero fuera del país -protestó el Gran Duque-.

Zac: Vanessa no puede ocupar el trono -soltó-. Brittany es la mayor, de modo que su primogénito será quien suba al trono. Recuerdo algunas cosas de mis clases de política, padre.

Víctor: Ha habido un cambio...

Sara: ¿Dónde tendrá lugar la boda? -intervino-.

Ness: En la Capilla Wynton -explicó agradecida-.

Veía que el temperamento de Zac se hallaba próximo al punto de ebullición, y al parecer también su madre lo había notado.

La duquesa estaba decidida a que la conversación regresara a temas más neutrales.

Sara: Entonces será mejor que nos dediquemos a los preparativos. Mañana llamaré a la reina para ofrecerle mi ayuda.

Zac: Gracias, madre -se adelantó y le dio un beso en la mejilla-. Y si ahora nos perdonáis, estoy seguro de que Vanessa querrá descansar antes de la cena. ¿Hay alguna habitación preparada?

Alex: ¿Acaso imaginas que no la hay? -se dirigió a la puerta. Eso consiguió que Zac soltara una risita y su hermano les indicó que lo siguieran-. Os llevaré a vuestras habitaciones.

Fueron tras el joven hasta la primera planta del castillo y tras avanzar por un pasillo largo él se detuvo y abrió una puerta.

Ness: Me alegro de volver a verte, Alex -comentó para romper el silencio que pendió entre los hermanos-.

Alex: Yo también de verte a ti -respondió, sosteniendo su mano unos momentos-. Buena suerte con el bebé. Será más fácil si es una niña, no me cabe ninguna duda. Entonces no habrá que tomar ninguna decisión.

Ness: Gracias -comentó con voz atribulada-.

Alex: Zac... -titubeó-. Sé que no ha sido fácil volver a casa.

Zac: No lo habría hecho si una mujer que yo me sé no me hubiera obligado a perseguirla por tres zonas horarias diferentes -alargó la mano y acarició el pelo de Vanessa-.

Alex: Lo sé -sonrió-. Pero quizá sea bueno. Papá y tú necesitabais esto -una pausa momentánea-. ¿Sabes?, él lo siente, aunque no sea capaz de manifestarlo. Últimamente se ha mostrado distinto... más suave... en gran parte porque le rompió el corazón comprender que te había alejado.

Zac: ¿Intentas decirme que ha aprendido de sus errores? -comentó con sarcasmo-.

La máscara de afabilidad se desvaneció del rostro de Alex. Vanessa sintió la tensión que reinó en la atmósfera. Los dos hombres se miraron.

Alex: No intento decírtelo, te lo digo -manifestó-. Recuerdo muy poco de lo sucedido entre vosotros. Si no eres capaz de perdonarlo, trataré de entenderlo. Pero espero que lo pienses.

Zac: Pides demasiado -suspiró-.

Alexander se encogió de hombros, sonrió y extendió la mano.

Alex: Gracias por venir, sean cuales fueren tus motivos. Me alegro de que estés aquí.

Zac titubeó. Luego, estrechó la mano de su hermano y atrajo al joven a un abrazo incómodo.

Zac: Me sorprende reconocer que yo también me alegro. Gracias.

Al siguiente instante la puerta se cerró y Zac y Vanessa quedaron solos en el cuarto. Durante un instante, él se preguntó qué significaban las extrañas palabras que su hermano le dirigió a Vanessa. Pero cuando miró a su mujer, todo se desvaneció de su mente salvo la necesidad de reafirmar su posesión.

Cerró el espacio que había entre ellos con tres pasos, la tomó por los hombros y la envolvió en sus brazos.




¡Qué bonito! ^_^
¡Pero todavía quedan dos capítulos!

¡Thank you por los coments y las visitas!
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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Pero que capitulo mas tierno
Alfin zac ya está demostrando el amor por Vanessa
Amo esta pareja son tan lindos
Síguela pronto
No puedo creer que solo falten 2 capítulos

Síguela

Unknown dijo...

Me encanto el capitulo!
De a poco Zac va mostrando lo que siente por Ness y creo que ella se dio cuenta.
Que tensa la relacion de Zac y su padre...
Amo esta nove.




Sube pronto :)

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