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domingo, 2 de agosto de 2015

Capítulo 5


Zac debió haberla oído llegar, porque levantó la cabeza.

Zac: Ven, quiero que conozcas a la señora Von Tussle. Analise, esta es mi esposa, Vanessa.

Vanessa tuvo la sensación de estar flotando en alguna especie de sueño en el que no pudiera controlar las distintas partes de su cuerpo. Avanzó hacia ellos torpemente, sin poder dar crédito aún a sus ojos. Analise estaba allí... ¡Y había llevado al niño!

La amable expresión en los ojos de la mujer hizo que a Vanessa le entraran ganas de abrazarla, pero Zac no debía sospechar, de modo que le estrechó la mano y le dijo:

Ness: Encantada de conocerla, madame.

Analise: ¿Cómo está usted? -respondió siguiéndole el juego-.

Vanessa alzó la vista y miró a Zac. Sus profundos y azules ojos brillaban suavemente, como no los había visto brillar desde su marcha de Neuchâtel.

Zac: Saluda a Brad -le dijo haciendo un gesto hacia el bebé que tenía en brazos-.

Vanessa se quedó sin habla cuando bajó los ojos. No pesaría más de dos kilos y medio o tres, tenía una suave y fina mata de rizos oscuros y estaba profundamente dormido.

La adorable carita aceitunada, de rasgos harmoniosos y perfectos, se asomaba a través de un hueco en la toquilla que lo envolvía.

El corazón de Vanessa se derritió nada más verlo.

Ness: ¡Ay, Zac! ¡Es el bebé más precioso que he visto en mi vida! -Con los ojos llenos de lágrimas por la emoción, se volvió hacia Analise-. Debe estar loca con él.

El brillo en los ojos de la señora Von Tussle le indicó que así debía ser.

Analise: Sí -le confirmó-, es como volver a criar a Amber, solo que ahora no tengo a mi esposo para ayudarme. Le habría encantado ver a su nieto antes de morir.

Ness: ¿Cuánto hace que falleció?

Analise: Hará ya tres años.

En un gesto no deliberado, Vanessa puso la mano en el brazo de Analise.

Ness: Lo siento, ha debido tener que sobrellevar mucha tristeza, pero estoy segura que solo mirar a Brad la llena de dicha. ¡Es un bebé tan guapo!

Zac: ¿Estás oyendo lo que dicen de ti, hijo mío? -susurró mirando al bebé-.

«Hijo mío...» De modo que Zac ya lo consideraba como tal, se dijo Vanessa asombrada. Parecía que incluso se había olvidado de la rodilla. Podía estar un rato sin el bastón, pero ella sabía que luego le dolería, así que invitó a Analise a sentarse para que él también lo hiciera.

Zac: ¿Le importaría que le quitara la toquilla para verlo mejor? -preguntó a Analise-.

Analise: Claro que no, me sorprende que no me lo haya pedido antes. Espere, traeré su colchita del...

Ness: No se preocupe, madame -intervino suavemente-, aquí mismo tengo un edredón que hizo mi abuela para nosotros.

Y lo llevó al sofá, extendiéndolo junto a su marido para que este colocara al bebé encima.

Como si estuviera desenvolviendo el más maravilloso de los regalos, Zac empezó a desvestir al niño con el mayor cuidado hasta dejarlo en pañales. Mientras lo hacía una sonrisa iluminó su atractivo rostro; la primera que Vanessa le había visto desde su regreso a Suiza.

Vanessa se arrodilló en el suelo frente al bebé para verlo también. El querubín de Amber la tenía fascinada. Después de unos meses ella también podría admirar a su hijo. Y allí, mirando a aquel bebé, se repitió lo que había dicho a su marido: era imposible no enternecerse, aun cuando no fuera de ellos.

A pesar de su cuidado, era inevitable que las maniobras de Zac no despertaran al pequeño. Abrió y cerró la boquita primero, y después se abrieron sus ojos, mostrando unos iris castaños claros. De pronto rompió a llorar con todas sus ganas. Debía tener hambre.

Zac rió suavemente, llenando de alegría a su esposa, y se inclinó para besar la barriguita del bebé.

Zac: Eh, no llores, papá está aquí... -murmuró mirando al niño-.

Con bastante destreza, cambió luego los pañales al bebé, lo vistió, y volvió a liarlo en su toquilla.

Analise: Tenga -le dijo tendiéndole un biberón y un babero-. Dele de comer.

Vanessa se incorporó al instante, puso al bebé en los brazos de Zac y el pequeño hizo el resto. Bebía tan rápido y con tantas ganas que todos se rieron, y más aún cuando Zac soltó el biberón para hacer eructar al niño, que cooperó ruidosamente.

Se volvió hacia la madre de Amber.

Ness: Señora Von Tussle...

Analise: Llámame Analise, cariño.

Ness: Analise -se corrigió-, la cena está lista. ¿Quieres pasar conmigo al comedor? Podemos ir sentándonos mientras Zac acaba de dar de comer al bebé.

Analise: Bueno, no quisiera ser una molestia...

Ness: En absoluto -aseguró-. En cuanto supe que venías puse un cubierto más.

Las dos mujeres dejaron a Zac entregado al cuidado del pequeño. Tras acomodar a Analise, Vanessa fue a la cocina y llevó las distintas fuentes al comedor para servir la cena.

Sentía deseos de abrazar a la mujer y expresarle su gratitud, pero no sabía cómo se tomaría aquella demostración, ni qué pensaría hacer con respecto al bebé a partir del día siguiente, así que se sentó a la mesa con ella. Para su consternación, volvía a tener un apetito feroz.

Analise: Tenéis una cocinera estupenda -dijo a Vanessa más tarde-, nunca había probado una comida así.

Zac: Mi esposa es chef -respondió antes de que Vanessa tuviera tiempo de reaccionar-.

Vanessa se volvió y vio a Zac entrando en el comedor, apoyado en su bastón y sosteniendo al bebé con el otro brazo.

Analise: ¿De veras? -inquirió con incredulidad-.

Ness: Sí -asintió antes de poner un plato frente a su marido-, me crié con mi madre en casa de mis abuelos. Tienen un restaurante, así que desde pequeña soñé con llegar a tener algún día el mío propio... Un restaurante francés, claro está, siempre me ha parecido que la cocina francesa es la mejor del mundo.

Cuando Zac se hubo sentado a la cabecera de la mesa dijo:

Zac: Cada vez que prepara una comida es mejor que comer en un restaurante de cinco tenedores.

Analise: ¡Vaya, nunca había conocido a un chef! -dijo sonriendo-. No todos los hombres pueden presumir de tener una esposa que además sea chef, monsieur...

Zac dirigió una mirada enigmática a Vanessa.

Zac: Estoy totalmente de acuerdo, pero espero que me llame usted Zac antes de que acabe la tarde.

Y, para satisfacción de Vanessa, empezó a comer con gran apetito.

Cuando terminaron, Vanessa sirvió tarta de fresas y café.

Zac: Dime, Analise -dijo apurando su taza-. ¿Brad se porta siempre así de bien? ¿Se queda dormido en cuanto se toma su biberón?

Analise: Sí, hasta ahora siempre ha sido así -dijo con los ojos brillantes-. ¿Os gustaría quedároslo esta noche?

Ness: ¡Oh!, ¿podemos? -exclamó antes de caer en la cuenta de que no tenía derecho a intervenir-.

Analise: Por supuesto, en la bolsa que he traído hay suficiente leche en polvo como para que tengáis hasta mañana por la tarde, y todo lo que Brad pueda necesitar.

Zac: No sé cómo darte las gracias -le dijo con la voz ronca por la emoción-.

Vanessa tragó saliva.

Ness: Zac... Mientras tú te ocupas del bebé, si te parece, llevaré a casa a Analise con el coche.

Analise: Te lo agradecería enormemente -respondió sin dar tiempo a Zac a decir nada-. Mañana os llamaré para ver cómo van las cosas, Zac.

Él asintió con la cabeza y dirigió a Vanessa una mirada penetrante.

Zac: Conduce con cuidado.

Tiempo atrás, ella habría interpretado aquel ruego como inquietud por ella, pero las cosas habían cambiado. En aquel momento solo le preocupaba Analise.

Ness: Lo haré, te lo prometo.

Mientras conducía camino de la casa de Analise, el corazón de Vanessa rebosaba gratitud hacia la mujer que iba sentada junto a ella. ¡Había resultado ser tan generosa!

Ness: Analise...

Analise: No tienes que decir, nada, cariño, sé que dejo al hijo de Amber en las mejores manos.

Ness: Gracias por lo que has hecho -musitó a pesar de todo-, esta noche mi marido ha vuelto a ser el de siempre.

Analise: Parece muy entusiasmado con Brad, pero tendremos que esperar a mañana por la tarde para ver si sigue sintiéndose igual al respecto.

Ness: Yo sé que sus sentimientos no cambiarán -aseguró mirándola contrariada-. Zac ya lo adora, y eso no va a cambiar.

Analise: Tal vez, pero hay una razón por la cuál puede que no quiera seguir adelante con esto. Es posible que tu marido descubra algo que yo he notado esta noche al observaros a los dos juntos.

Ness: ¿Qué quieres decir?

Analise: Amber me aseguró que tu esposo era el padre del niño, pero ahora... No sé, no estoy segura.

Ness: Bueno, es cierto que no son como dos gotas de agua, pero...

La mujer giró la cabeza para mirarla.

Analise: Entonces has pensado lo mismo que yo, ¿no es verdad? Y tu esposo llegará a la misma conclusión, si es que no lo ha hecho ya.

Ness: Pero eso no es una prueba concluyente. Además, por ejemplo, tienen el mismo tono de piel. Y yo escuché a Amber decir a la doctora que Zac era el padre. Y ella no sabía que yo estaba al otro lado de la cortina...

Analise: Tal vez mi hija deseaba con tanta fuerza que así fuera, que terminó por creerlo.

Vanessa se sintió aliviada al ver que habían llegado al bloque de pisos donde vivía Analise. Estaba tan agitada por la conversación que no podría haber seguido conduciendo mucho más tiempo. Acercándose al bordillo, detuvo el automóvil.

Analise dejó escapar un gran suspiro.

Analise: Me temo que esa prueba de paternidad sí será necesaria, tal vez uno de los antiguos novios de Amber sea el padre del niño. ¿Por qué no lo lleváis mañana al hospital Vaudois para hacerle la prueba del ADN? Llámame cuando os digan a qué hora podéis ir y estaré allí. Debemos resolver este asunto cuanto antes, es lo mejor para todos.

Vanessa gimió por dentro. ¿Por qué tenían que complicarse tanto las cosas? ¡Y pensar que su marido estaba entusiasmado con un bebé que tal vez fuera de otro! Si el resultado de la prueba era negativo, Zac no renunciaría a él fácilmente.

Analise: Estoy tan preocupada como tú, Vanessa. Cuando se haya hecho la prueba me llevaré a Brad conmigo hasta que se sepa el resultado.

Ness: De acuerdo, trataré de conseguir que nos den la cita por la mañana -asintió-.

Analise: Estaré en casa todo el día, llámame cuando sepas la hora. Podéis acostar a Brad en el capazo, es solo una noche. Le doy el biberón a la una, a las cuatro y a las siete. Le gusta más bien caliente. Aparte de eso, creo que no tengo ningún otro consejo que darte, es un niño muy bueno. -Salió del coche y se agachó para despedirse de Vanessa-. Os veré mañana. Si tenéis cualquier problema, llamadme.

Ness: Gracias, lo haremos.

Esperó hasta que Analise hubo entrado en el edificio y arrancó el automóvil.

De camino a casa no podía dejar de preocuparse. ¿Cómo se tomaría Zac tener que devolver a Brad a Analise? En cualquier caso, no estaría de muy buen humor tras pasar la noche en duermevela.

Al entrar en el apartamento esperaba encontrar a su marido en el salón con el bebé, pero, a lo que parecía, se lo debía haber llevado al dormitorio. Vanessa recogió el capazo del suelo antes de ir hacia allí.

Zac había dejado la puerta entreabierta. La luz de la lámpara de la mesilla de noche bañaba su cuerpo musculoso tendido sobre la cama, vestido solo con unos pantalones de chándal grises. Tenía al bebé sobre su estómago y los dos parecían estar dormidos. Aquella visión de su apuesto marido con el pequeño Brad enterneció a Vanessa. No queriendo despertarlos, dejó el capazo en el suelo junto a la puerta del dormitorio.

Sabía que no podría conciliar el sueño, por lo que se puso a lavar los platos y arregló un poco el comedor.

Antes de irse a la cama, sacó el bote de la leche en polvo de la bolsa que había traído Analise y lo puso sobre la encimera de la cocina, para tenerlo a mano cuando el bebé se despertara. Mientras lo hacía, recordó con angustia que todavía no había dicho nada a Zac acerca de su estado.

No podía decírselo, aún no... No en ese momento, cuando Zac estaba tan preocupado por salir de aquella enrevesada situación. Exhausta física y emocionalmente, al fin se acostó.

Parecía que acabara de cerrar los ojos cuando el bebé empezó a llorar. Encendió la luz y miró su reloj. No era la una todavía, pero tal vez ya tenía hambre. Echándose la bata encima, fue apresuradamente al dormitorio principal.

Ness: Prepararé el biberón -dijo a su marido, que ya estaba acunando al niño en sus brazos-.

Regresó al cabo de unos minutos llevando de paso una bolsa con hielo para Zac. Pasó el biberón a su marido junto con un babero limpio y, tras un instante, el bebé estaba tomando su leche y la calma reinaba de nuevo.

Vanessa tuvo que hacer un esfuerzo para no quedarse mirando a Zac mientras le colocaba la bolsa sobre la rodilla. Sin la barba y el bigote, aquellas facciones que adoraba volvían a ser visibles. Parecía que hiciera siglos desde su último beso y se moría por volver a sentir su tacto, a sentirlo cerca de sí... Pero tal vez no volviera a besarla ni a acariciarla nunca.

Ness: Déjamelo, cariño, Analise me dijo que podíamos acostarlo en el capazo -dijo poniéndolo sobre la cama-.

Zac: ¿De qué habéis hablado en el coche?

Vanessa se mordió el labio, dudando entre decirle la verdad aquella noche o esperar a la mañana siguiente.

Zac frunció las cejas.

Zac: Vamos, Vanessa, sé que había algo de lo que quería hablarte, o no hubiera aceptado tan rápidamente cuando le propusiste llevarla a casa.

No se le escapaba nada, se dijo Vanessa sintiéndose estúpida. ¿Cómo había podido pensar que podría evitar esa conversación? Conociéndolo como lo conocía, sabía que no cejaría hasta que ella le contestara, de modo que, humedeciéndose los labios con la lengua, Vanessa le respondió, nerviosa:

Ness: Analise cree que Amber mintió cuando dijo que tú eras el padre.

Zac lanzó un improperio por lo bajo antes de pasarse la mano por el cabello.

Ness: Ella solo pretende ser justa contigo -continuó-, quiere estar absolutamente segura de que es tu hijo. Me ha pedido que llevemos a Brad mañana al hospital para hacer la prueba del ADN.

Vanessa vio cómo la mandíbula de Zac se endurecía.

Zac: De modo que ese es el motivo por el que nos ha dejado tenerlo esta noche -masculló-.

La ira que se advertía en su voz hizo temblar a Vanessa por dentro.

Ness: No, Zac, te equivocas, ella nunca pensó que Amber no estuviera diciendo la verdad... Hasta que os ha visto juntos esta noche.

Zac: ¿Qué quieres decir?

Ness: Es evidente que no le encontró un gran parecido contigo.

Zac: ¿Y tú también piensas eso? -exigió saber atravesándola con la mirada-.

Ness: Yo... Bueno, lo cierto es que no me recuerda mucho a ti, excepto por el color de la piel. Claro que hay muchos bebés que no se parecen a ninguno de sus padres. Es posible que sí sea tuyo. ¿Mencionó Amber alguna vez a otro hombre?

Zac: Yo nunca supe nada de su vida.

Ness: Pero si te acostaste con ella...

Zac: Si no me hubieras abandonado aquel día en el hospital, habría terminado de contarte la historia -le dijo en tono acusador-.

Ness: Pero ahora estoy aquí -respondió temblorosa, sentándose a los pies de la cama-.

Zac tomó al niño en brazos para hacerlo eructar.

Zac: Un amigo y yo íbamos montaña abajo tras una escalada cuando observamos indicios de un alud. Unos cuantos esquiadores habían quedado atrapados en la nieve bajo un saliente, y entre ellos estaba Amber. Cuando logré sacarla, estaba tan asustada y agitada que, cuando llegó el helicóptero de rescate me pidió que no la dejara sola, que subiera con ella. La llevé a la habitación de su hotel y le subí algo de cenar. Cuando le dije que tenía que marcharme prorrumpió en sollozos y me rogó que me quedara. Amber era una mujer atractiva de treinta y dos años, pero tras aquella experiencia al borde de la muerte parecía una niña. Sentí lástima de ella y la abracé un rato para que se calmara. Después de darme las gracias una y otra vez por fin se quedó dormida. Yo iba a marcharme entonces, pero estaba exhausto después de la escalada y del esfuerzo que tuvimos que hacer para sacar a aquellas personas de la nieve, y me quedé dormido yo también. En medio de la noche me desperté, y la encontré encima de mí, besándome... Y yo cometí el error de responder. Al cabo de un rato había ocurrido lo inevitable. Dios mío, no puedo recordar aquello sin sentir desprecio hacia mí mismo... Siempre había detestado a los hombres que utilizaban a las mujeres de esa manera, cuando yo no era mucho mejor que ellos. Había sucumbido en un momento de debilidad ante una completa extraña. No pasó nada más, créeme. Yo me disculpé por mi comportamiento y me fui. Después de aquello me sentía tan mal que no volví a acercarme a otra mujer hasta que te conocí a ti. Y, respecto a Amber, no volví a verla hasta aquel día que se presentó en mi oficina.

A veces dolía escuchar la verdad, pero para Vanessa fue también como una liberación. Ya no temía al fantasma de Amber, porque Zac no había tenido con ella una relación sentimental.

Ness: Analise me dijo que Amber había tenido muchos novios -dijo a Zac-, y que en aquella época había estado saliendo con un veterinario. Puede que él sea el padre del bebé.

Zac: ¿Te dijo si ese hombre fue al funeral y preguntó por el niño?

Ness: No -respondió poniéndose de pie-. Lo único que me dijo fue que Amber nunca había sentido nada serio por ningún hombre hasta que te conoció a ti.

Él sacudió la cabeza.

Zac: No me extraña que Analise me odiara tanto.

Ness: Sí, pero la honra el hecho de que ha sido capaz de vencer ese odio. Si no, no tendríamos la suerte de tener esta noche a Brad con nosotros. Cariño, deja que lo acueste en el capazo ahora que se ha dormido...

Su marido no debió haberla oído porque mantuvo al bebé en sus brazos.

Zac: Si cree que voy a devolvérselo mientras esperamos los resultados de la prueba, está muy equivocada. ¿Y si fuera mi hijo? No pienso tenerlo lejos de mí.

Vanessa sabía que eso iba a pasar. Lo que Zac no sabía, era que Analise no tenía intención de impedírselo, únicamente estaba tan preocupada corno Vanessa por el resultado de la prueba.

Si Zac no era el padre, para entonces se sentiría tan apegado al pequeño que no estaría dispuesto a renunciar a él. Vanessa no quería ni pensarlo. ¿Y si Analise hablaba con el verdadero padre y este quería hacerse cargo del niño?

Ness: Sé que es tarde, pero ¿crees que podríamos llamar a Henry para pedirle consejo? -preguntó a Zac-.

Él se quedó mirándola un instante.

Zac: Voy a llamarlo -decidió-.

Vanessa interpretó aquello como un permiso para ocuparse del niño. Fue hacia su esposo y tomó al bebé, rozando al hacerlo el ancho tórax de Zac. Aquel leve contacto provocó una ola de calor en su interior, y se estremeció de tal manera, que estuvo a punto de dejar caer al bebé.

Rehuyó la mirada de Zac y salió de la habitación apretando al niño contra sí como si fuese un escudo. En vez de acostarlo, lo llevó al salón y, tras extender sobre la alfombra oriental el edredón de su abuela, acostó al bebé encima y se tendió a su lado. Quizás el pequeño soñaba, porque de vez en cuando arrugaba la nariz y abría las manitas, para luego quedarse tranquilo, arropado en su toquilla.

Allí echada, dejó que el bebé agarrara su meñique y empezó a imaginar que Zac aún la quería y que Brad era su hijo. Comprarían una casa en las afueras de Neuchâtel con varias habitaciones, para poder tener varios hijos. También tendrían un perro, y ella plantaría flores y yerbas aromáticas en el jardín. Remodelaría la cocina a su gusto, convirtiéndola en la cocina que siempre había soñado, e invitaría a su madre y abuelos a pasar allí un mes o dos.

Ness: ¿Verdad que sería maravilloso? -preguntó al bebé, que había abierto los ojos y había girado la cabeza en dirección a ella-. ¡Oh, eres una preciosidad! -dijo besándolo en la mejilla. El bebé sonrió y ella repitió el gesto una y otra vez. Era difícil resistirse a los encantos de aquella criatura y, tomándolo en sus brazos, lo levantó en el aire-. Eres un verdadero ángel, ¡no has llorado ni una pizca desde que se fue tu grandmère! ¡Qué afortunados somos! -le dijo-.

Lo puso sobre su pecho y lo besó en la cabeza.

Zac: Vanessa...

No había oído entrar a Zac. No sabía cuánto tiempo llevaría allí de pie, apoyado en su bastón, pero el tono en su voz le indicó que algo lo había enfadado. Vanessa atrajo al bebé más hacia sí y se puso de pie. No iba a dejar que la intimidara y sostuvo su turbadora mirada sin pestañear.

Ness: ¿No estaba Henry en casa? -inquirió-.

Los ojos de Zac se entrecerraron sin dejar de observarla.

Zac: Sí, he hablado con él.

Vanessa sintió que la adrenalina se le disparaba.

Ness: ¿Y qué ha pasado?

Zac: Me ha dicho que hemos cometido un grave error quedándonos al bebé esta noche en vez de decir a Analise que resolveríamos esto por la vía judicial.

Ness: ¿Por qué? -exclamó- ¿No es mejor tratar de arreglar las cosas sin recurrir a los tribunales?

Zac: Henry cree que Amber y su madre me la han jugado desde el principio, que siempre han sabido que yo no era el padre.

«¡Oh, no!»

Zac: Es la clásica historia de la chica en apuros... El padre biológico debió de lavarse las manos y su madre le diría que acudiera al hombre más adinerado con el que hubiera tenido relaciones para que la sacara del apuro. Cuando Amber murió de forma tan trágica y el plan salió mal, su madre no quería al bebé, ni cargar con responsabilidad alguna, así que me tendió una trampa haciendo que me sintiera culpable.

Vanessa sacudió la cabeza desesperada.

Ness: Te equivocas, cariño, estás totalmente equivocado.

Él acercó su rostro al de ella.

Zac: No lo creo, todo encaja. Tras esperar bastante tiempo para hacer su agonía más creíble, contactó conmigo sabiendo que, aunque la prueba del ADN demostrara que yo no era el padre, me haría cargo de él -gruñó apretando el puño-. Henry me ha dicho que no le sorprendería que nos encontremos con que Analise ha desaparecido mañana por la mañana, con lo que el bebé quedaría bajo la protección del tribunal hasta que esta pesadilla llegue a su desenlace. Me ha aconsejado que no esperemos y le llevemos el bebé esta misma noche.

Ness: Pero Zac...

Zac: Vamos, necesito que conduzcas -la interrumpió bruscamente-.

Vanessa sabía que debía decirle la verdad, pero la asustaban las consecuencias que de ello pudieran derivarse. Sería mejor que el bebé no estuviese delante.

Ness: Espera un segundo -pidió a Zac-, iré a buscar el capazo.

Corrió al dormitorio, acomodó en el capazo al bebé y rebuscó en la bolsa que había llevado Analise hasta encontrar el chupete. Igual que hiciera con el biberón, Brad lo chupó con ansia. Vanessa le dio un beso en la frente y, se dirigía fuera de la habitación, cuando en ese momento entró Zac. Los ojos de ambos se encontraron y permanecieron mirándose un largo instante.

Ness: Antes de que hagamos nada, hay algo de lo que debemos hablar, pero no aquí. Vamos al salón para no molestar a Brad.

Zac: No hay tiempo. Henry dijo que...

Ness: Yo... sé algo que él ignora -interrumpió-.

El rostro de Zac se ensombreció.

Zac: ¿De qué diablos estás hablando? -masculló-.

Ness: Por favor, vamos al salón...

El brillo había desaparecido por completo de los ojos de su marido. La miraba fijamente, como si quisiera fulminarla.

Zac: Ya me pareció que estabas tardando mucho en hacer la compra... -siseó-.

¡Lo sabía! Vanessa se notó la boca seca.

Ness: Por favor, Zac. ¿no podemos tener esta conversación lejos del bebé?




Ahora que se encariñan con el bebé a lo mejor no es hijo de Zac v.v
Aunque yo creo que eso sería genial XD

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Qué capítulo
Ya quiero que zac se reconcilie con ella
Vanessa se lo merece
Esta novela esta muy interesante
Síguela pronto

Saludos

Unknown dijo...

Que capitulo por dios!
Le han tendido una trampa a Zac de verdad? Eso sería terrible porque se ha encariñado con el bebe.
Y me gustaría que Ness le diga que esta embarazada, creo que eso alegraría a Zac pero todo puede pasar.
Me ha encantado el capitulo.



Sube pronto

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