topbella

miércoles, 12 de agosto de 2015

Capítulo 9


Aunque Zac parecía tan relajado como lo había estado en el juicio, no había pronunciado una palabra desde que salieran del juzgado.

Vanessa sabía que su corazón se había roto al entregar a Brad al doctor Barker sin luchar, pero también sabía que no daría muestras de ello. Lo estudió con la mirada, pero su expresión era inescrutable.

Lo único claro era que no la llevaba a la casa. Entonces vio que estaban acercándose a la alta verja de entrada del castillo D’Arillac. El guardia los dejó pasar.

¿Los habrían invitado Brittany y Andrew a comer y él no le había dicho nada? Era muy amable por su parte, se dijo, pero en ese momento lo que necesitaba era estar a solas con su marido para hablar con él.

Ness: Por favor, ¿no podríamos ir a casa?

Zac: ¿Cuál es el problema, Vanessa? ¿Qué es lo que pasa?

Ness: Te lo diré cuando lleguemos allí.

Zac tenía que saber ya la verdad, pero Vanessa no tenía intención de revelarle una noticia así en la propiedad de otra persona, aunque fuera la de su mejor amigo. Merecía estar en su propia casa cuando le desvelara aquello que cambiaría sus vidas para siempre.

Zac dio marcha atrás tan rápido que Vanessa tuvo que agarrarse a los brazos del asiento para no resbalarse. Aquel ya no era el hombre relajado y con control de sí mismo que había estado con ella en el juzgado. Tomaba las curvas como si estuviera compitiendo en el Grand Prix de Montecarlo.

Al llegar a la casa, Zac frenó haciendo chirriar los neumáticos. Vanessa se bajó de inmediato y entró en la casa.

Zac la siguió y dio un portazo tras de sí. Los ojos le ardían de furia, igual que cuando la había encontrado en la cocina del chalet de Andrew en Zermatt.

Zac: Muy bien, ya estamos en la casa. Ahora vas a decirme qué ocurre. Quiero una respuesta ya, Vanessa.

Ness: Zac, yo... -comenzó con voz trémula. Trató de humedecerse los labios, pero tenía la boca seca-. Cuando regresé a Washington, empecé a tener dolores de cabeza y acabé yendo a nuestro medico de cabecera para que me hiciera un chequeo. Y entonces... entonces fue cuando descubrí que...

Era mucho más difícil de lo que había imaginado...

Zac: Descubriste ¿qué? -rugió impacientándose-.

Ness: Vamos a tener un hijo -le soltó-.

De nuevo el silencio inundó el recibidor. Vanessa se retorció las manos, incómoda.

Ness: Sé que esto es una sorpresa para ti, para mí también lo fue... -se atrevió al fin a alzar la vista. Zac la miraba fijamente, como si estuviera paralizado-. Mi médico me mandó a un ginecólogo, el doctor Cutler y, cuando fui a visitarlo, estaba ya de seis semanas. Me dijo que la fecha aproximada del nacimiento sería el catorce de junio.

Zac: ¿Eso fue antes, o después de enterarte de que Amber había muerto al dar a luz?

Aquella era la pregunta que más había estado temiendo, la pregunta cuya respuesta haría que él creyese que solo había vuelto a Suiza por ese motivo.

Ness: Antes -dijo sin mirarlo. Lo escuchó resoplar con fuerza-. Cariño... -le instó presa del temor-. ¡Yo me enteré de mi estado justo antes de saber de la muerte de Amber! Te lo habría dicho inmediatamente si no se hubieran dado unas circunstancias tan trágicas. Pero, después del accidente y todo por lo que estabas pasando, temía que esto solo complicara aún más las cosas.

Zac: ¡De modo que decidiste volver a jugar con mi vida como si fueras Dios!

Había tardado demasiado en ser sincera con él, tenía que haberle dicho aquello tres meses antes.

Zac: ¿Qué clase de esposa lanza a su marido a los brazos de otra mujer por el bien de un niño que podría no ser hijo suyo? ¿Y qué clase de mujer le oculta que lleva en su seno un bebé que es de ambos?

Ness: Yo... lo siento, cariño, no sabes cuánto lo siento... -le dijo con el rostro bañado en lágrimas-. Debí haberte llamado en cuanto lo supe, pero lo hice todo al revés. Cuando quise darme cuenta de lo que había hecho, estabas embelesado con Brad y pensé que era más importante ayudarte primero a conseguir la custodia.

Zac: ¡Dios mío! Primero utilizas a Andrew, después a Henry... -la acusó-. Cuando te dije en Zermatt que era demasiado tarde para que intentaras salvar nuestro matrimonio, nunca se me ocurrió que llegarías a chantajearme con nuestro propio hijo.

Ness: No era una estratagema para acercarme a ti -le dijo, desesperada-. Sabía que pensarías eso, pero estás equivocado. He estado esperando todo este tiempo para que pudieras concentrarte solo en Brad. Así, en caso de que el juez fallase en tu contra, yo podría darte algo que nadie podría quitarte.

Zac: Yo pensaba que te conocía, Vanessa, pero veo que no es así -murmuró-.

Un intenso dolor podía leerse en sus ojos, y su voz era tan débil que Vanessa quiso morir por el daño que le estaba haciendo.

Zac salió de la casa como una exhalación y, unos segundos después, ella escuchó el chirriar de los neumáticos del coche. No quería ni pensar en que pudiera tener otro accidente. «Por favor, Dios mío, no dejes que le pase nada. Nuestro bebé necesita a su padre.»

¿Qué podía hacer? ¿A quién podía recurrir? Necesitaba hablar con alguien que conociese a Zac mejor que nadie. Vanessa corrió al estudió y llamó a la residencia de los Efron en París.

Ness: ¿Ashley? -exclamó en cuanto oyó la voz de su amiga-.

Ash: ¡Vanessa! ¡Estaba rogando a Dios para que llamaras! Henry ya nos ha dicho las malas noticias -dijo con voz agitada-. ¿Cómo está mi hermano?

Ness: De... de eso es de lo que quería hablarte... ¡Ay, Ashley! ¡No sé qué hacer!

Ash: ¿Dónde estás?

Ness: En nuestra nueva casa.

Ash: ¿Y Zac?

Vanessa cerró los ojos con fuerza.

Ness: Se ha ido.

Ashley se quedó callada un momento.

Ash: ¿Qué quieres decir? ¿Dónde se ha ido?

Ness: ¡No lo sé! -exclamó atormentada-.

Ash: ¿Ha ocurrido algo más, no es eso? ¿Qué es lo que no me has contado? No, espera, no contestes. Voy a colgar e iré hacia allí en uno de los jets de nuestra compañía. Estaré allí dentro de una hora. No se te ocurra hacer ninguna locura, como marcharte antes de que yo llegue.

El auricular estaba empapado con el sudor de la mano de Vanessa.

Ness: N... no. ¿Sabes la dirección?

Ash: Bien sur. Me voy corriendo, enseguida estaré allí. Te veré pronto, cariño.

Vanessa colgó el teléfono y fue a la torre. Se puso unos vaqueros y una blusa amplia, se echó encima una chaqueta y fue al embarcadero a esperar. En caso de que Zac regresara, no quería que las encontrara en la casa, así que pensó que lo mejor sería que se fueran a dar un paseo por el lago para poder hablar tranquilamente.

Vanessa desató la lona que cubría el pequeño yate y sacó las llaves del bolsillo interior, donde Zac solía esconderlas. Cansada física y anímicamente, se recostó sobre el asiento acolchado, mirando el cielo encapotado. Se había levantado brisa sobre el lago, haciendo que bajara la temperatura, pero a Vanessa le pareció agradable. El cabeceo del yate sobre el agua era muy relajante.

No sabía cuánto tiempo llevaría allí sentada cuando oyó la voz de Ashley llamándola. Se incorporó en el asiento tan rápido que le dio un calambre en el costado. Se pasó al asiento del conductor y tocó la sirena.

Ness: ¡Aquí, Ashley!

Ash: Me estaba preguntando dónde estarías -respondió corriendo hacia el embarcadero y saltando dentro del yate con ella-.

Ness: Gracias por venir -sollozó-.

Se abrazaron largo rato y fue Ashley quien se apartó primero, con una expresión sorprendida en el rostro. Sus ojos, parecidos a los de Zac, bajaron hasta el vientre de Vanessa.

Ash: ¡Dios mío! -exclamó-. ¿De cuánto estás?

Ness: Trece semanas.

No se le escapaba nada.

Ash: ¿Cuándo lo ha sabido mi hermano? -inquirió poniéndose seria de pronto-.

Ness: Hoy, después del juicio.

Ashley gimió, disgustada, compadeciéndola.

Ness: En... en cuanto se lo dije, me acusó de jugar con su vida por segunda vez y se fue con el coche. Pisó de tal modo el acelerador que me extraña que no hayas visto las marcas de los neumáticos al entrar.

Ash: Oh, Vanessa... -musitó volviendo a abrazarla-. ¡Pero es una noticia fantástica! Esto hará que mi familia salga del infierno en que ha estado desde el accidente. -Vanessa se estremeció y Ashley puso la mano afectuosamente sobre su brazo-. Vamos, no te pongas trágica, mujer. No es el fin del mundo... Más bien es el principio.

Ness: Me gustaría creerlo, pero Zac me detesta.

Las lágrimas le nublaban la vista.

Los hermosos rasgos de Ashley adquirieron una expresión de amistosa burla.

Ash: Ya, y supongo que eso explica que te haya comprado el Château des Fleurs.

Ness: ¿El Château des Fleurs?

Ash: ¿No conoces la historia de la casa? Se construyó en el siglo XIX a modo de compensación para el segundo hijo de los D’Arillac, ya que era el hermano mayor quien heredaba el título de príncipe. Que Andrew haya accedido a vender la casa a Zac indica lo mucho que lo aprecia.

Vanessa estaba atónita ante lo que acababa de descubrir, pero sacudió la cabeza.

Ness: No puede ser, Zac compró la casa por Brad, no por mí.

Ash: ¿Ah, sí? ¿Crees que lo ha comprado para un niño pequeño? Me parece que tú y yo tenemos que hablar.

Ness: Sí, pero no aquí. Vamos a dar una vuelta en el yate para que podamos estar a solas -le dijo sacando dos chalecos salvavidas de un armarito y entregándole uno-.

Ash: ¿Quieres decir por si vuelve Zac? -inquirió mientras se ataba las cintas del chaleco-. ¿Tan acobardada te tiene?

Ness: No... Bueno, sí... Pero no en el sentido que piensas.

Ashley entrecerró los ojos, suspicaz.

Vanessa puso en marcha el motor y dieron marcha atrás para alejarse del embarcadero. Durante unos minutos navegaron a una velocidad constante, pero después Vanessa pisó el acelerador y se alejaron más de la orilla.

Vanessa miró al cielo. Parecía que estaba más oscuro, pero había otros yates en el lago, y un par de embarcaciones de vela. No queriendo arriesgarse, fueron solo un par de kilómetros más lejos. Entonces detuvo el motor para que el viento las arrastrara poco a poco de nuevo hasta el embarcadero.

Ash: Bien, ya estamos solas. Quiero que me cuentes todo lo que pasó desde que la princesa fue a verte a Ville d’Eaton.

Aquella forma de referirse a Eatonville era uno de los muchos chistes que hacían que el abuelo de Vanessa la adorara.

¡Era tan fácil hablar con Ashley! Todo el dolor y la angustia que había ido guardándose fueron saliendo poco a poco en los minutos siguientes.

Ness: Haré cualquier cosa para que Zac pueda estar cerca de su hijo -aseguró a Ashley al concluir su relato-. Si quiere podrá visitarlo todos los días, pero no puedo aceptar quedarme con la casa. No he hecho nada que merezca tal grado de generosidad. Sé que se sentirá responsable por el bebé y querrá que los dos vivamos en un buen lugar, pero no puedo aceptarlo. Andrew se lo vendió a Zac, no a la que pronto será su ex mujer. Tú conoces muy bien a tu hermano, Ashley. ¿Cómo se lo digo sin aumentar la distancia que hay entre nosotros?

Ash: No lo hagas, acepta su oferta -replicó encogiéndose de hombros-.

Ness: Pero Ashley...

Los ojos marrones de su amiga centellearon.

Ash: ¿No me has pedido mi opinión? Pues sigue mi consejo y quédate con la casa. Zac tiene razón en una cosa: es cierto que intentas orquestarlo todo. Sé que lo haces con la mejor de las intenciones, para hacer feliz a todo el mundo, pero la vida no puede estructurarse de ese modo, como estás comprobando -la reprendió. Lo que decía Ashley era la pura verdad-. Por una vez, deja de analizarlo todo, vive al día. Tienes que concentrarte en lo que es mejor para ti y para el bebé. Si Zac no te amara, no habría comprado la casa ni te habría dado carta blanca para que la decoraras a tu gusto. Y, respecto a la idea de convertir el invernadero en un restaurante, estoy convencida de que Zac pidió permiso a Andrew hace ya tiempo. Deja que sea mi hermano quien orqueste las cosas esta vez. Quizá te sorprenda.

Vanessa había estado escuchándola con atención, e iba a levantar la cabeza para decirle que seguiría su consejo, cuando una gran ola golpeó la embarcación, empapándolas.

Habían estado tan abstraídas en la conversación, que no se habían dado cuenta de que el agua se había encrespado. Estaban muy lejos del embarcadero. El agua las había arrastrado a unos cuatro kilómetros de la otra orilla. El cielo empezó a iluminarse con relámpagos.

Ness: ¡Tenemos que volver!

Ashley asintió con el rostro lívido por el miedo.

Sin perder tiempo, Vanessa arrancó el motor y giró el yate en dirección al embarcadero. El viento soplaba con más fuerza. Nunca había visto una tormenta así sobre el lago. No había forma de avanzar entre el oleaje, parecía que la masa de agua, de unos cuarenta y cinco kilómetros, se hubiera convertido en el océano.

Ash: ¡Dios mío! -gritó aterrorizada-. ¡Mira allí!

Vanessa estaba luchando por evitar que el yate volcara. Al levantar los ojos en la dirección que señalaba su amiga, casi se le paró el corazón. Bajo uno de los nubarrones más negros, se había elevado una columna de agua. Vanessa observó espantada cómo se aproximaba girando hacia ellas. «¡Dios mío, es un tifón!»

En una ocasión, navegando con Zac, él le había dicho que la proximidad del macizo del Jura producía a veces aquel extraño fenómeno. Le explicó que ocurría sobre todo en los meses de verano, pero también durante las tormentas, bien entrados octubre y noviembre. Le había advertido que si alguna vez se topaba con una, debía dar un giro de noventa grados para alejarse de ella y dirigirse a la orilla a toda prisa.

Siguiendo su consejo, giró el timón, pero el oleaje la obligó a decelerar. Ashley tenía tanto miedo que ya ni chillaba, no hacía más que santiguarse. Verdaderamente necesitarían un milagro para salir de allí con vida.

Vanessa trataba de no mirar atrás. Temía que, de hacerlo, el miedo la paralizase. Para empeorar más las cosas, comenzó a llover, y no precisamente unas gotas, sino una verdadera cortina de agua.

Si seguía lloviendo con esa fuerza, pronto el yate se hundiría. Vanessa empezó a murmurar todas las oraciones que sabía, mientras intentaba hacer avanzar la embarcación a través de las revueltas aguas. No podía ver nada. Los dientes les castañeteaban por el miedo y el frío.

Ash: Va... vamos a morir, Vanessa...

Ness: ¡No, no di... digas eso! ¡Lo con... conseguiremos!

«¡Quiero criar a mi hijo con Zac!»

Parecía que llevaran horas navegando sin rumbo cuando el yate chocó contra algo. Ashley cayó al suelo de la embarcación y el impacto lanzó a Vanessa contra el timón, pero afortunadamente el salvavidas suavizó el golpe.

En ese momento, les llegaron voces. Antes de que pudieran darse cuenta de lo que ocurría, una pareja de mediana edad las estaba sacando de la embarcación.

**: ¿Se encuentran bien? ¿Pueden andar? les preguntaron. Vanessa y Ashley asintieron con la cabeza-. Entren a la casa -las apremió la mujer-, allí podrán calentarse y secarse.

Realmente era proverbial la hospitalidad de los suizos. Se presentaron como Brenda y Larry Yackman y las llevaron a su casa.

A petición de Vanessa, Larry fue a llamar por teléfono para intentar ponerse en contacto con su marido. Brenda les dio unos albornoces, les permitió darse una ducha y les sirvió un tazón de sopa caliente. Al cabo de un momento había lavado su ropa y la había puesto a secar. Mientras la mujer les servía un enorme plato de estofado de ternera, Larry entró en la cocina y sonrió a Vanessa.

Larry: Acabo de hablar con su esposo. Estaba realmente frenético. Me ha dicho que estará aquí enseguida.

Ashley dirigió a su amiga una mirada de «te lo dije». La idea de ver a Zac llenó de gozo a Vanessa.

Larry: Escuchamos el pronóstico de tormenta -explicó- y salimos a asegurar nuestro barco. Y entonces vimos el suyo acercándose a nuestro embarcadero.

Ness: Siento que chocáramos contra él, no se podía ver nada. Les pagaremos la reparación.

Larry: Por favor, no se preocupen por eso ahora.

Pronto su ropa estuvo seca. Vanessa y Ashley se vistieron, sintiéndose como nuevas. Volvieron a la cocina para dar las gracias por todo a Brenda y, mientras estaban allí charlando, entró Larry acompañado de dos caballeros altos e increíblemente apuestos. Uno de ellos era Zac. Aún tenía puestos los pantalones del traje que había llevado en el juicio, pero su camisa estaba manchada y húmeda, y habían desaparecido la corbata y la chaqueta. El otro hombre era...

Brenda: ¡Es el príncipe Andrew!

La exclamación de Brenda no consiguió que los ojos de Vanessa se apartaran de su marido. Ya no parecía el hombre que se había ido enfadado en el coche horas antes sin intención de volver.

La exagerada palidez en su rostro indicaba sus verdaderos sentimientos. Se acercó a Vanessa y Ashley y las abrazó al mismo tiempo.

Zac: ¡Gracias a Dios que estáis a salvo! -el temblor de su voz ponía de relieve su inmensa preocupación. Las abrazó aún con más fuerza y hundió el rostro en el cabello de Vanessa, besándola como si fuera lo más preciado para él-. Estaba con Andrew cuando informaron del aviso de tormenta. Corrimos al embarcadero a asegurar su yate, y después al nuestro, y fue entonces cuando vimos el tifón -explicó. Vanessa sintió cómo se endurecían los tendones de sus brazos, como si estuviera reviviendo aquel momento de horror-. ¡Dios mío...! Cuando descubrí que nuestro yate no estaba y no te encontré por ninguna parte...

Andrew: Lo que no esperábamos era encontrar a Ashley contigo -intervino-.

Ash: Os lo explicaremos después -respondió sonriendo-. Pero gracias a Vanessa no estamos muertas. Ha sido muy valiente y supo reaccionar en el acto. Si hubiera sido por mí, me temo que ahora estaríamos en el fondo del lago.

Ness: No es verdad -replicó humildemente-.

Ash: Claro que lo es, sabías lo que estabas haciendo, mientras que yo me limité a quedarme sentada esperando lo inevitable. Me siento avergonzada de mí misma.

Ness: Recordé lo que Zac me dijo que debía hacer en un caso así, eso es todo -dijo separándose de su esposo para mirarlo a los ojos-. Siempre te estaré agradecida por ese consejo, nos ha salvado... a los tres.

Vanessa lo vio tragar saliva antes de bajar la vista a su vientre, cubierto por la blusa, y atraerla hacia sí de nuevo.

Zac: Vámonos a casa -murmuró en su oído-.

El tacto de sus labios hizo que el deseo atravesara su cuerpo como una descarga eléctrica. Por encima de sus anchos hombros, vio los ojos de Ashley brillando de forma cómplice. Vanessa recordó entonces su consejo: «Deja de analizarlo todo, vive al día». Eso era precisamente lo que pensaba hacer.

Una vez fuera, Andrew ayudó a Ashley a subir al asiento del acompañante de su Land Rover, mientras Vanessa y Zac ocupaban los asientos de atrás. Este tomó entre sus brazos a su esposa, que se sintió inmensamente feliz.

Zac no dijo nada, pero Vanessa podía sentir su corazón latiendo apresuradamente contra su pecho. Era una comunicación que no requería palabras.

Todo lo que necesitaba era que la retuviera así, junto a él. Haría lo que Ashley le había aconsejado: se dejaría llevar por lo que sentía en vez de pensar.

La calidez del cuerpo de Zac, su sólida constitución, el familiar aroma de su piel combinado con el del jabón que utilizaba en la ducha... La mezcla de todos aquellos detalles despertó en Vanessa el deseo que había estado reprimiendo los últimos meses.

En un gesto instintivo, hundió el rostro en su cuello y se encontró besándolo, sin poder evitarlo.

Sintió como Zac contenía el aliento un instante y supo que él también estaba a punto de perder el control. Habían hecho demasiadas veces el amor como para que ella no supiera interpretar las señales que indicaban que no podía esperar a que estuvieran a solas.

Vanessa levantó la cabeza y mordió suavemente el lóbulo de su oreja. Aquel siempre había sido uno de sus puntos sensibles. Le encantaba volverlo loco. Y lo estaba consiguiendo, podía sentir la tensión en su cuerpo.

Cuando Andrew detuvo el Land Rover junto al Château des Fleurs, Zac se bajó tan rápido que Vanessa no tuvo tiempo ni de parpadear.

Andrew asomó la cabeza por la ventanilla.

Andrew: No os preocupéis por Ashley, pasará la noche con nosotros. Que descanséis.

Y el coche dio marcha atrás y se alejó.




Ay, por fin parece que se reconcilian. ¡Qué bonito!
Pero aún falta un capítulo.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Que lindo capítulo!
Me ha encantado. Me dio miedo la reacción de Zac, el siempre piensa mal de todo lo que hace Ness.
Y el final del capi me ha encantado! Es muy tierno, parece que ya se van a reconciliar.


Sube pronto. Ame este capitulo

Maria jose dijo...

Nooooo!!!! Yo quiero leer el próximo capítulo
No me había dado cuenta que ya iba a terminar
Sube el capítulo por favor
Esta novela es muy buena y tuvo una gran
Historia con lindos sentimientos
Síguela pronto
El siguiente capítulo es el mas esperado

Besos

Publicar un comentario

Perfil