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sábado, 22 de agosto de 2015

Capítulo 1


Ness: Parece que tu invitado por fin ha llegado, abuelo -dijo de pie junto a una de las ventanas del salón de Hudgens House, la propiedad que su abuelo poseía en Hampshire-.

Estaba observando como un deportivo negro se acercaba a la entrada de la vivienda.

Le resultó imposible ver la cara del conductor del vehículo ya que los cristales de este eran ahumados pero, aun así, estaba segura de que se trataba de Zac Efron, el actor y director inglés que durante los últimos diez años había tenido al caprichoso mundo de Hollywood en la palma de su elegante mano.

**: No seas tan dura con él, Vanessa. ¡Solo llega cinco minutos tarde y ha tenido que venir conduciendo desde Londres! -la reprendió su abuelo indulgentemente desde su mecedora-.

Ness: Entonces quizá hubiera sido buena idea por su parte tener en cuenta la distancia que iba a tener que recorrer y haber planeado mejor el tiempo.

No había ocultado su desagrado ante la visita del actor. La idea de que este quisiera escribir y dirigir una película sobre la vida de su difunta abuela le resultaba inaceptable.

Desafortunadamente, no había sido capaz de convencer a su abuelo de que rechazara aquella proposición… razón por la que en aquel momento Zac Efron estaba aparcando su lujoso deportivo negro en la entrada para vehículos de Hudgens House.

Se apartó de la ventana antes de ver al hombre en cuestión salir del deportivo; ya sabía qué aspecto tenía. Probablemente el mundo entero reconocería a Zac Efron después de que, a principios de aquel mismo año, hubiera tenido un éxito rotundo en los festivales de cine con su película más reciente en la que, aparte de ser el director, tenía un papel protagonista.

De treinta y tantos años, era alto y esbelto, tenía unos anchos hombros, un poco largo el cabello castaño y unos penetrantes ojos azules, así como una nariz aristocrática. Su boca era realmente sensual y se sabía que el profundo timbre de su voz provocaba que a las mujeres de todas las edades les recorriera el cuerpo un intenso escalofrío. Zac Efron era el actor y director de cine mejor pagado a ambos lados del océano.

Su apariencia y encanto habían sido la causa de que en innumerables ocasiones hubiera salido fotografiado en revistas y periódicos con la última mujer que había compartido su vida… ¡y su cama! Y la razón que tenía para haber ido allí aquel día era utilizar dicho encanto para convencer a su abuelo de que le diera permiso y lo ayudara a escribir un guión sobre la emocionante vida de su abuela, Anastasia Romanski. De pequeña, esta había huido de la revolución rusa junto a su familia, que había viajado hasta Inglaterra. De adulta se había convertido en una de las muchas secretas y olvidadas heroínas de su país de adopción.

Anastasia había fallecido hacía tan solo veinticuatro meses, con noventa y cuatro años. Su necrológica en un periódico había atraído la atención de un entrometido periodista, que tras haber ahondado más profundamente en la vida de la anciana había descubierto que la existencia de Anastasia Hudgens era mucho más interesante de lo que se había revelado. El resultado había sido la publicación hacía seis meses de una biografía sensacionalista sobre Anastasia… biografía que había provocado que su abuelo sufriera un leve ataque al corazón.

Dadas las circunstancias no era de extrañar que Vanessa se hubiera quedado horrorizada al enterarse de que Zac Efron quería rodar una película sobre su abuela. Y, peor todavía, al descubrir que el actor y director tenía una cita con su abuelo para discutir el proyecto.

¡Había decidido que era una discusión de la que formaría parte!

Zac: Señor Hudgens -dijo acercándose con cuidado a estrechar la mano del anciano tras haberle acompañado Little, el mayordomo, al salón de Hudgens House-.

Geoffrey: Señor Efron.

A juzgar por la firmeza con la que le devolvió el apretón de manos al actor, era difícil creer que tenía noventa y cinco años. Su oscuro cabello solo tenía algunas canas.

Estaba muy erguido vestido con un traje de chaqueta azul.

Zac: Llámeme Zac, por favor -pidió-. Debo decirle que es todo un placer que haya accedido a verme hoy…

Ness: ¡Entonces el placer es solo suyo!

Geoffrey: ¡Vanessa! -reprendió a su nieta de manera afectiva-.

Zac se giró para mirarla. Ella todavía estaba junto a la ventana y el sol que se colaba a través del cristal le hacía imposible ver las facciones de su cara. Pero la hostilidad que había reflejado su voz había dejado claro que no estaba en absoluto de acuerdo con su visita.

Geoffrey: Señor Efron, le presento a mi nieta, Vanessa Hudgens -continuó-.

Zac, que aquella misma mañana antes de salir de su hotel londinense se había puesto al día acerca de todos los miembros de la familia Hudgens, sabía que el nombre de Vanessa era el segundo nombre de Anastasia. Ella se llamaba como su abuela.

En ese momento Vanessa se apartó de la ventana y pudo verla con claridad. Le causó un gran impacto el gran parecido que guardaba con su antecesora. Era bastante alta y tenía el pelo color azabache… resultado de una impresionante mezcla entre cabello negro y moreno. Su piel era ligeramente morena, parecía porcelana, y sus ojos marrón chocolate. Tenía la nariz pequeña y muy recta, así como unos carnosos labios.

Obviamente su estilo de peinado era diferente al de su abuela, que había tenido el cabello arreglado en un clásico corte a la altura de los hombros, mientras que Vanessa lo llevaba por la cintura. El vestido negro que había elegido ponerse añadía el toque final a su elegante imagen.

Aparte de esas pequeñas diferencias, Zac sabía que era como si estuviera delante de Anastasia Romanski cuando esta había tenido veintinueve años.

Ella lo miró con desprecio.

Ness: Señor Efron.

Él inclinó la cabeza.

Zac: Señorita Hudgens.

Ness: Soy la doctora Hudgens -corrigió con frialdad-.

Zac pensó que ella tenía la gracia y belleza de una supermodelo en vez de la anodina apariencia de una doctora en arqueología.

Geoffrey: Vanessa, quizá debas ir a informar a la señora Little de que vamos a tomar el té ahora… -sugirió dulce pero firmemente-.

Los carnosos y sensuales labios de ella esbozaron una mueca.

Ness: ¿Es una indirecta poco sutil para que te deje unos minutos a solas con el señor Efron, abuelo? -supuso con sequedad, todavía mirando a Zac con la desaprobación reflejada en los ojos-.

Geoffrey: Creo que es lo mejor, cariño -la animó con detenimiento-.

Ness: ¡No permitas que el señor Efron utilice su conocido encanto para persuadirte de que estés de acuerdo con algo o de que firmes cualquier documento antes de que yo regrese! -advirtió-.

Zac: No se me ocurriría hacer algo así, doctora Hudgens -aseguró-. ¡Aunque me halaga mucho que piense que tengo encanto!

Sabía que quizá no debería utilizar su sentido del humor en aquella situación. Obviamente el tema del pasado de su abuela afectaba mucho a Vanessa Hudgens.

Ness: Todavía no lo conozco bien como para haber decidido qué es exactamente, señor Efron -comentó con frialdad-.

Él se dio cuenta de que Vanessa no consideraba su encanto como un atributo. Era una pena ya que el parecido físico de ella con su abuela había despertado en él una gran intriga. Aunque Vanessa parecía querer restar importancia a aquella semejanza con su falta de maquillaje y el peinado en el que había arreglado su preciosa melena.

Pero no podía ocultar el hecho de que sus seductores ojos marrones y su carnosa boca eran verdaderamente atractivos… ¡y su escultural figura increíble! Antes de aquel día, Vanessa solo había visto a Zac Efron en la gran pantalla, donde siempre aparecía alto, moreno y muy poderoso. Era una imagen que había creído magnificada por el tamaño de la pantalla.

Pero había estado equivocada. Incluso vestido de manera formal con un traje de chaqueta negro, camisa de seda blanca y corbata gris, Zac Efron seguía siendo igual de carismático en carne y hueso.

Geoffrey: Ya basta, cariño -la reprendió seriamente-. No me cabe la menor duda de que el señor Efron y yo nos las arreglaremos estupendamente durante el corto espacio de tiempo que estés ausente -añadió, lanzándole una clara indirecta-.

Ness: Por supuesto, abuelo -contestó con un tono de voz más dulce mientras sonreía a Geoffrey afectivamente-.

A continuación se marchó.

Su abuelo era la única familia que le quedaba. Sus padres habían fallecido hacía catorce años cuando la avioneta en la que habían viajado había caído al mar en la costa de Cornwall.

A pesar de que ya tenían más de ochenta años, Anastasia y Geoffrey se habían hecho cargo de su traumatizada nieta y la habían acogido en su casa sin pensarlo dos veces. Como resultado, Vanessa era mucho más protectora de sus abuelos de lo que hubiera sido bajo otras circunstancias… hasta tal punto que consideraba los planes de Zac Efron de hacer una película sobre su difunta abuela como sensacionalismo hollywoodiense. Sin duda, también le había influido la espantosa biografía que se había publicado sobre Anastasia, en la que se le había representado como el equivalente ruso de Mata Hari trabajando para los servicios de Inteligencia británicos.

Obviamente Zac Efron veía el proyecto como un medio para ganar numerosos premios más que añadir a su considerable colección de ellos. Era una pena, por él… ¡ya que Vanessa estaba decidida a impedir que la película se rodara!

Geoffrey: Me temo que Vanessa no aprueba la idea de que hagas una película sobre mi difunta esposa, Zac -murmuró tuteando a su invitado-.

Zac: ¡Nunca lo habría adivinado! -respondió con una compungida sonrisa reflejada en los labios-.

El señor Hudgens sonrió a su vez levemente.

Geoffrey: Por favor, siéntate y dime qué es exactamente lo que quieres de mí -dijo, sentándose de nuevo en su mecedora-.

Zac: ¿No deberíamos esperar a que regrese su nieta antes de discutir nada al respecto? -preguntó esbozando una mueca al sentarse en la silla que había delante de la mecedora-.

Era consciente de que la actitud de Vanessa Hudgens iba a suponer un problema que no había previsto cuando el día anterior había viajado a Inglaterra con el propósito de discutir los detalles de la película con Geoffrey Hudgens.

Había escrito al anciano por primera vez hacía unos meses… le había enviado una carta en la que le había explicado resumidamente su idea sobre la película. La misiva que había recibido dos semanas después de Geoffrey Hudgens había sido cautelosamente esperanzadora. Ambos habían hablado varias veces por teléfono antes de que el señor Hudgens le hubiera sugerido que se vieran en persona para hablar más en profundidad del tema.

Pero en ninguna de aquellas comunicaciones le había comentado Geoffrey la resistencia de su nieta a que se realizara la película.

Geoffrey: Te aseguro que finalmente Vanessa estará de acuerdo con lo que sea que yo decida -declaró-.

A Zac no le cabía ninguna duda de que cuando era necesario el anciano podía ser tan persuasivo como su difunta esposa había tenido fama de ser… pero de una manera totalmente diferente; el papel que Geoffrey Hudgens había jugado en los acontecimientos sucedidos en el siglo anterior estaba incluso más rodeado de misterio que el de Anastasia. El anciano había ocupado un puesto muy importante y de mucha responsabilidad en la seguridad de Inglaterra antes de haberse jubilado hacía ya veinticinco años.

¿Podía sorprenderle que Vanessa Hudgens tuviera la misma fuerte determinación que sus abuelos? ¡O que su visita prometiera desencadenar una guerra de voluntades entre ambos! Una guerra que tenía toda la intención de ganar…

Ness: No habréis discutido nada de importancia durante mi ausencia, ¿verdad? -preguntó en voz baja al volver a entrar en el salón, seguida de cerca por Little-.

El mayordomo llevaba en las manos una bandeja de plata cuyo contenido colocó en la mesa de café que había delante del sofá en el que ella se sentó.

Vanessa miró de manera interrogante a su abuelo y a Zac, que estaban sentados delante de ella.
Geoffrey volvió a censurarla con la mirada mientras Zac respondía.

Zac: Ninguno de los dos nos habríamos atrevido a hacerlo, doctora Hudgens…

¡Pero Vanessa estaba segura de que Zac Efron se atrevería a hacer cualquier cosa!

Ness: ¿Quiere su té con leche y azúcar, señor Efron? -ofreció, acercándole el azucarero-.

Zac: Solo quiero leche, gracias.

Ella asintió con la cabeza mientras echaba dos cucharadas de azúcar en la taza de su abuelo justo antes de comenzar a servir el té.

Ness: Sin duda, a medida que nos hacemos mayores es más difícil mantener el peso ideal.

Geoffrey: Cariño, realmente creo que esta constante animosidad contra Zac no es necesaria -la amonestó al levantarse Vanessa para darle su taza de té después de haberle ofrecido la suya a Zac-.

Ness: Tal vez no -concedió ruborizándose levemente-. Pero estoy segura de que el señor Efron puede defenderse solo si siente que es necesario.

Lo cierto era que Zac estaba perdiendo la paciencia ante los maliciosos comentarios de Vanessa. En apariencia era una mujer bella y delicada, pero según lo que había experimentado él, su delicadeza no iba más allá de su aspecto físico.

Zac: Desde luego -espetó-. Ahora, si pudiéramos volver a hablar de Butterfly

Ness: ¿Butterfly…? -repitió al sentarse en el sofá y cruzarse de piernas-.

Zac: Era el nombre en clave de su abuela…

Ness: Eso ya lo sé, señor Efron -interrumpió resueltamente-.

Zac: También va a ser el título de mi película -explicó lacónicamente-.

Ness: ¿No es algo impertinente por su parte? -preguntó frunciendo el ceño-. Por lo que sé… -continuó con cautela- no se ha acordado siquiera que vaya a haber una película, ¡por no hablar de que ya tenga un título!

Tras decir aquello miró a su abuelo de manera interrogante. Su tensión era palpable.

Geoffrey: No creo que haya ninguna manera en la que podamos evitar que el señor Efron ruede esta película, Vanessa -comentó encogiéndose de hombros-.

Ness: Pero…

Geoffrey: Con o sin nuestra cooperación -añadió con firmeza-. Personalmente, después de la publicación de aquella espantosa biografía, preferiría que se me permitiera decir algo sobre el contenido de la película a no poder opinar.

Los ojos de Vanessa reflejaron un gran enfado al dirigir su mirada hacia Zac.

Ness: Si se ha atrevido a amenazar a mi abuelo…

Geoffrey: Zac no me ha amenazado, cariño -aseguró-.

Zac: ¡Y a Zac le ha ofendido mucho que se haya insinuado que lo ha hecho! -exclamó mirando a Vanessa con frialdad-.

Afortunadamente ella se dio cuenta de que tal vez se había excedido con aquel último comentario. No era excusa que hubiera estado predispuesta en contra de Zac desde antes de siquiera conocerlo, solo se había basado en las cosas que había leído sobre él, sobre todo ya que Zac había sido encantador desde que había llegado a Hudgens House. Pero estaba segura de que tras sus obvias indirectas, el antagonismo entre ellos sería recíproco.

Se preguntó qué habría esperado el actor y director que ocurriera cuando había organizado una cita con su abuelo… ¿haberse visto solo con un hombre de noventa y cinco años que había sufrido un ataque al corazón recientemente, que ambos habrían sido muy educados y que él se habría marchado habiendo obtenido la completa cooperación de Geoffrey? Si eso era lo que había esperado, obviamente no conocía a su abuelo. Incluso veinticinco años después de su supuesta jubilación, Geoffrey seguía siendo un peso pesado. Y ella consideraba que solo estaba un paso por detrás de su abuelo.

No solo era una reconocida profesora universitaria londinense, sino que corría el rumor de que iba a convertirse en la jefa de su departamento cuando en un par de años su maestro se jubilara… y no había llegado a esa situación con solo veintinueve años siendo tímida y retraída.

Ness: Me disculpo si me he equivocado -murmuró-. Al decir el señor Efron que Butterfly era el título de su película, me dio la impresión de que las cosas ya habían sido acordadas entre ambos.

Zac: Disculpas aceptadas -respondió con la voz crispada. Sus anchos hombros no parecían menos tensos-. Obviamente preferiría seguir adelante con su consentimiento, señor Hudgens -añadió, asintiendo con la cabeza ante el anciano-.

Ness: ¿Y con su cooperación? -terció secamente-.

Unos fríos ojos azules la miraron.

Zac: Desde luego.

Ella contuvo el escalofrío que amenazó con recorrerle la espina dorsal… escalofrío de cautela y no de placer, que sería lo que seguramente sentiría la mayoría de mujeres cuando Zac Efron posaba sus ojos en ellas. Al mirarla él de arriba abajo, supo lo que estaría pensando; que era una mujer que prefería una apariencia austera. Sus pestañas eran naturalmente largas y oscuras, por lo que no necesitaba ponerse rímel. De hecho, no iba maquillada en absoluto… salvo un leve toque de brillo de labios. No llevaba anillos, ni pulseras, ni pendientes.

Sabía muy bien que no tenía nada que ver con las bellas y esbeltas actrices en cuya compañía había sido visto y fotografiado Zac frecuentemente durante los últimos diez años. Dudaba que él supiera qué hacer con una mujer inteligente… Se reprendió a sí misma y se preguntó por qué debería importarle lo que Zac Efron pensara de ella. No había ninguna razón para que ambos volvieran a verse después de aquel día… y no debía preocuparse en absoluto por lo que pensara de ella como mujer.

Ness: Creo que no está perdiendo solo su tiempo, señor Efron, sino también el de mi abuelo y el mío…

Geoffrey: Cariño, voy a ofrecerle a Zac mi apoyo y cooperación. Voy a permitir que lea cartas y papeles personales de Anastasia -dijo con firmeza-. Pero solo bajo ciertas condiciones.

Vanessa se giró para mirar a su abuelo con los ojos como platos.

Ness: ¡No puedes estar hablando en serio!

Geoffrey: Es lo mejor para poder controlar una situación que sé que es inevitable, en vez de intentar emprender una inútil lucha contra ello.

Zac no sintió la euforia que hubiera esperado que se apoderara de él ante el hecho de que el señor Hudgens le hubiera dado la bendición a su idea de rodar una película sobre Anastasia y le hubiera otorgado acceso a algunos de los documentos personales de su difunta esposa. Tuvo la impresión de que fueran cuales fueran aquellas condiciones, no iban a gustarle.

Obviamente Vanessa se sentía igual de intranquila y no pudo evitar levantarse abruptamente. Se quedó mirando a su abuelo durante varios segundos mientras fruncía el ceño. Pero entonces la expresión de su cara se suavizó ligeramente.

Ness: Recuerda lo que ocurrió después de la publicación de aquel terrible libro…

Zac: ¡Me ofende que siquiera piense en comparar la película que pretendo rodar con esa basura sensacionalista! -espetó levantándose bruscamente a su vez-.

Ella se giró para mirarlo con gran frialdad.

Ness: ¿Cómo puedo pensar otra cosa?

Zac: Tal vez si me diera una oportunidad…

Geoffrey: Ya es suficiente -dijo riéndose entre dientes-. No es un buen presagio si los dos no podéis estar en la misma sala sin discutir.

La inquietud que había sentido Zac aumentó al mirar al anciano.

No le engañó en absoluto la inocente expresión que este tenía reflejada en la cara.

Zac: ¿Le importaría explicarme cuáles son sus condiciones? -provocó con cautela-.

Geoffrey se encogió de hombros.

Geoffrey: Mi primera condición es que no se haga ninguna copia de los documentos personales de Anastasia. De hecho, no podrán salir de esta casa.

Aquello iba a complicar un poco las cosas. Significaba que Zac tendría que pasar varios días, quizá incluso una semana, en Hudgens House para poder leer los citados documentos y tomar notas antes de comenzar a escribir el guión de su película. Pero aunque tenía una agenda muy ocupada, no había ninguna razón que le impidiera hacerlo. ¡En numerosas ocasiones a lo largo de los años se había hospedado en lugares mucho menos recomendables que la elegante y cómoda Hudgens House!

Geoffrey: Mi segunda condición… -comenzó a decir-.

Zac: ¿Exactamente cuántas condiciones hay? -quiso saber-.

Geoffrey: Solo dos -aseguró con sequedad-. Y la primera condición solo se aplicará si accedes a la segunda.

Zac: Está bien -respondió asintiendo con la cabeza-.

Geoffrey: Oh, no daría mi consentimiento todavía, Zac -advirtió con ironía-.

A Vanessa no le gustó en absoluto el calculador brillo que vio reflejado en los ojos de su abuelo.

Ness: Adelante, explica tu segunda condición… -animó a Geoffrey-.

Geoffrey: Tal vez ambos debáis sentaros primero…

Ella se sintió muy tensa y pudo notar como aumentaba la cautela en Zac.

Ness: ¿Es necesario que nos sentemos?

Geoffrey: Oh, creo que sería aconsejable -confirmó-.

Zac: Si no le importa, yo me quedaré de pie -espetó-.

Geoffrey: Como quieras -contestó riéndose-. ¿Vanessa?

Ness: También prefiero quedarme de pie -murmuró con recelo-.

Geoffrey: Muy bien -dijo mirándolos a ambos-. La conversación que habéis mantenido me ha resultado muy… amena, por decirlo de alguna manera. ¡Y os aseguro que hay muy pocas cosas que un hombre de mi edad encuentre divertidas!

Frustrada, Vanessa se dio cuenta de que su abuelo estaba riéndose de ellos. Estaba entreteniéndose a su costa.

Ness: ¡Explica cuál es la segunda condición, abuelo!

Geoffrey esbozó una leve sonrisa mientras reposaba los codos en los apoyabrazos de la silla.

Geoffrey: Vanessa, obviamente tienes reservas sobre el contenido de la película de Zac…

Ness: ¡Con toda la razón!

Zac: En absoluto -la corrigió en tono grave-. Yo no soy el responsable de aquella terrible biografía… y jamás he escrito o protagonizado ninguna película que tergiverse la realidad.

Ness: ¡Dudo que la mayoría de actores de Hollywood reconociera la verdad aunque la tuviera delante de la cara! -espetó con el desprecio reflejado en los ojos-.

Él no supo quién había acortado la distancia entre ambos, pero en aquel momento se encontraban tan cerca el uno del otro que sus narices estaban casi rozándose. Vanessa lo miró y él frunció el ceño.

Repentinamente se dio cuenta del leve toque insidioso del perfume de ella; una embriagadora combinación de canela, limón y… mucho más perturbador… una ardientemente enfurecida mujer.

Al tenerla tan cerca pudo ver que sus increíbles ojos marrones tenían un círculo negro alrededor del iris, círculo que les otorgaba una extrañamente luminosa cualidad que era casi fascinante combinada con las pestañas más largas y oscuras que jamás había visto. Su piel era como de porcelana fina, tenía la misma delicada apariencia.

Pero era una delicadeza en completa contradicción con la sensualidad de su carnosa boca. Tenía los labios ligeramente separados, labios tras los que podían entreverse unos blancos y perfectamente alineados dientes. Imaginó que estos podrían morder con pasión a un hombre tan fácilmente como... ¿Qué demonios? Se echó hacia atrás abruptamente al darse cuenta de que había permitido que sus pensamientos divagaran sin sentido… debido al antagonismo que obviamente había entre ambos. Además, Vanessa Hudgens era el prototipo de mujer retraída centrada en su carrera profesional del que él siempre había huido.

Se relajó ligeramente antes de girarse para mirar al todavía divertido Geoffrey.

Zac: Estoy de acuerdo con Vanessa…

Ness: ¡Qué alentador! -lo interrumpió con sequedad-.

Zac: Es mejor que explique cuanto antes sus términos -terminó-.

Geoffrey: Esperemos que los dos estéis también de acuerdo sobre mi segunda condición -dijo dejando de sonreír-. He estado pensando y dada la falta de entusiasmo de Vanessa sobre tu película y tu propia determinación de demostrarle que se equivoca, Zac, creo que lo más adecuado sería que mi nieta te ayudara a investigar y recopilar los documentos personales de Anastasia.

Ness: ¿Qué…? -espetó impactada-.

Zac compartía el obvio horror de ella ante la mera sugerencia de que trabajaran juntos aunque fuera un minuto, ¡por no hablar de los días o semanas que tardaría en analizar todos los documentos de Anastasia Hudgens!




Me encantan las relaciones amor-odio. Y la de estos dos la va a ser XD

¡Thank you por los coments y las visitas!

¡Lau, vaya surprise! Creí que te había tragado la tierra. Me alegro de que sigas leyendo las novelas aunque no vea comentarios tuyos. Espero que te estén gustando. Esta es muy chula, seguro te gusta.

¡Comentad, please!

¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

Wow me ha encantado!
Gran comienzo para una gran novela.
Me gustaría saber mas de la historia de la abuela de Ness
Y me encanta la relación odio-amor de Zac y Ness pero creo que ya se esta sintiendo la tensión entre ellos.
Me ha encantado!!!


Sube pronto

Lau B. dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Lau B. dijo...

Te juro que podía ver los rayitos y las chispas entre ellos dos!!
ME ENCANTA!!!
Amo que la actitud de Vanessa sea así. Siento que aun no hemos ni visto todo lo que hay que ver del carácter de Zac pero con Vanessa si se pone peor LA RESPETO!
En serio me gusta esta novela.... Y mira que es difícil que yo diga eso, en especial desde el primer capítulo!

Ya quiero ver como sigue!
Publica pronto

Maria jose dijo...

Muy interesante
Odio-amor el mejor genero de novela
Ya quiero seguir leyendo
Se que será una novela muy divertida
Síguela pronto

Besos

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