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viernes, 28 de noviembre de 2014

Capítulo 9


Quizá no había sido una buena idea. La perrera no era un lugar particularmente alegre. Con sus filas y filas de jaulas, parecía una cárcel para animales.

La supervisora que se la estaba mostrando a la vez que les explicaba en qué consistía el trabajo de los voluntarios, parecía sobrecargada de trabajo.

**: El parque más cercano está a cinco manzanas de aquí. Pero la verdad es que estos pobres animales solo esperan que se les dé una vuelta a la manzana de vez en cuando. ¿Alguna pregunta?

Vanessa miró a Alex. Este la miró a su vez con los ojos abiertos como platos.

Ness: ¿Hay que sacar a pasear a los perros en algún orden determinado?

**: Para eso tenéis que mirar la ficha que hay en la jaula de cada animal -contestó la supervisora y comenzó a alejarse de allí tras dirigirles una sonrisa de disculpa y llamar con un gesto a una compañera de trabajo que estaba al otro lado de la enorme habitación-. Si el perro ha salido a pasear el día anterior, elegid a otro que no haya salido tan recientemente.

Alex se había separado de Vanessa y se había agachado frente a la jaula de un perro ya viejo, cuya raza parecía imposible de determinar. Era un perro grande, de orejas caídas, mirada inteligente y expresión amistosa.

Ness: Este perro de aquí no tiene ficha -le señaló a la supervisora, alzando la voz-.

**: Oh, ese no necesita salir a pasear -le contestó-. Me temo que toda esa zona es nuestra versión del corredor de la muerte. Son los cachorros que están al otro lado los que necesitan más atenciones y los que más probabilidades tienen de ser adoptados.

El corredor de la muerte. ¡Dios santo!

Vanessa advertía por la expresión de Alex, que este, afortunadamente, no había entendido a qué se refería.

Ness: La señora Freeman nos ha pedido que saquemos a pasear a los cachorros -le explicó a Alex-. Ellos necesitan hacer más ejercicio porque están creciendo.

Alex volvió a mirar al perro más anciano, que movía lentamente la cola mientras intentaba tocar los dedos del niño con la nariz. Alex se echó a reír y el perro sacudió alegremente la cola.

Jess: Magnífico. Se ha encaprichado de uno al que están a punto de matar.

Alex se quedó completamente quieto y Vanessa se vio obligada a intervenir:

Ness: Jess...

Jess: ¿No sabes lo que es el corredor de la muerte? -le preguntó a su hermano-.

Alex negó con la cabeza.

Ness: Jess, no creo que... -la interrumpió-.

Jess: ¿No crees que debería saberlo? -se volvió nuevamente hacia su hermano-. Es terrible, Alex. Todos los perros que están en esta parte de la habitación están condenados a muerte. Les pondrán una inyección y jamás volverán a despertarse. ¿Y sabes por qué los matan? Porque nadie quiere cuidar de ellos.

Alex miró a Vanessa horrorizado.

Alex: Oh, Ness, por favor, no dejes que los maten.

Era una frase. Una frase completa. Incluso Jess parecía sorprendida.

Y Vanessa supo en ese momento que, aunque no lo había planeado, aquella tarde iba a llevar a casa más de una sorpresa para Zac.


Zac no había conseguido hacer nada. Estaba sentado en su despacho, con la mirada fija en la pantalla del ordenador, pensando en... Pensando en cosas en las que no debería pensar.

¿Pero qué diablos le había ocurrido?

Ness no era la clase de persona que disfrutaba del sexo por mero placer. Si le hacía saber que se sentía atraído por ella, esperaría de él algo más que una breve y explosiva semana de pasión.

Pero quizá, si se convirtieran en amantes, podría prolongar su estancia en la casa.

La idea era ridícula y Zac la descartó al instante. No era justo utilizarla de ese modo. Él odiaba que mujeres como Amber Von Tussle se acercaran a él por su riqueza y su poder, sin importarles en absoluto quién era Zac Efron en realidad.

No, los motivos por los que deseaba acostarse con Ness no tenían nada que ver con el hecho de que fuera la mejor niñera que había conocido. La verdad era que deseaba a Ness Hudgens porque deseaba a Ness Hudgens. Su única motivación era el sexo.

Por supuesto, eso ya era suficientemente malo. Pero Zac no podía darle nada más. Y sabía que podía terminar haciéndole daño.

Por tanto, lo que tenía que hacer era limitarse a disfrutar de su atracción por ella. Reconocerla como algo prohibido y disfrutar del tiempo que pasaba cerca de Ness, permitiéndose mirarla, pero sin tocarla jamás. El cielo sabía el tiempo que había pasado desde la última vez que había deseado tocar a una mujer. Era gratificante saber que su libido volvía a funcionar.

Así que se conformaría con su deseo, a no ser que Ness llamara a su puerta y anunciara que quería de él sexo puro y apasionado, sin ningún tipo de ataduras afectivas. Si eso ocurriera, Zac cerraría inmediatamente la puerta de su despacho y la desnudaría con los dientes.

Una inesperada llamada a la puerta le hizo sobresaltarse.

Inmediatamente se rió de sí mismo. Era imposible que fuera Ness, probablemente se trataría de Claire con el correo. O del jardinero, que querría hacerle alguna pregunta sobre algún árbol.

Zac abrió la puerta.

Y allí estaba Ness.

Ness: ¿Podemos entrar?

Había hablado en plural. Zac vio entonces que Alex estaba a su lado. Jess llegaba inmediatamente tras ellos.

Zac: Claro -contestó. Se aclaró la garganta y retrocedió para dejarlos pasar-. Alex, Jess, ¿qué os trae por aquí?

Ness: Alex tiene algo que decirte -le explicó haciendo entrar al niño en la habitación-.

Algo que decir. Caramba. Zac había estado hablando con un especialista esa mima mañana. Al final había aceptado hacerle una prueba al niño para averiguar si tenía algún problema de autismo o alguna posible enfermedad mental.

Ness apretó cariñosamente el hombro a Alex y este se dirigió hacia Zac:

Alex: Papá, Ness nos ha llevado hoy a la perrera.

Oh, Dios santo. Realmente había hablado. Había dicho una frase entera, claramente enunciada. Zac se dirigió al instante a la silla que tenía tras él. Necesitaba sentarse.

Zac: A la perrera. Caramba.

Miró a Ness. Sabía que todo lo que estaba sintiendo se reflejaba en su rostro, pero no tenía forma de disimularlo.

Ness asintió, mirándolo con ojos luminosos. Zac volvió a fijar la mirada en su hijo.

Zac: ¿Y lo has pasado bien?

Alex: No -contestó con vehemencia-. Es horrible. Tienen un corredor de la muerte y hemos descubierto que iban a matar mañana a Dex.

Dex. Zac volvió a mirar a Ness, pero esta continuaba mirando a Alex.

Alex: Y Ness me ha dicho que ese perro era muy viejo y no viviría mucho -continuó explicando-, pero yo he dicho que no me importaba y ella me ha dicho que si yo quería cuidarlo tendría que ser un niño casi siempre y no un perro, porque el perro necesita a un niño que pueda cuidarlo.

Brillante. Ness era increíble, sorprendentemente brillante. Zac quería reír. Quería llorar. Y quería abrazar a Ness, pero Alex continuaba mirándolo tan serio y con tanta intensidad que lo único que pudo hacer fue asentir.

Zac: Bueno, sí, en eso tiene razón.

Alex: Y Ness ha dicho que si Dex, lo hemos llamado así, no puede quedarse con nosotros, pagará para que viva feliz en una residencia para perros y podremos ir a verlo todos los días. Pero por favor, papá, es tan bonito... Yo quiero que viva con nosotros.

Un perro. En Efron.

Alex miraba a su padre esperanzado. Incluso Jess se había asomado a la puerta, esperando oír su respuesta.

Zac: ¿Qué tipo de perro es?

Alex: Un chucho -le explicó-. Creo que es una mezcla de setter irlandés y pastor alemán y otras muchas cosas. Es bastante grande -admitió-.

Zac no podía creer que estuviera realmente allí sentado, teniendo una conversación con su hijo. El niño había hablado más durante los últimos dos minutos que durante los últimos dos años.

Zac: Supongo que es un perro de buen carácter.

Alex: Claro que sí.

Zac: Y no tendrá ningún antecedente de comportamiento agresivo -añadió mirando a Ness-.

Ness: Ninguno. Su propietaria era una anciana que sufrió un derrame cerebral y tuvo que ser ingresada en una residencia. No había nadie que pudiera hacerse cargo del perro. Faltaban solo unas horas para que lo mataran y es cierto lo que ha dicho Alex. Si tú no quieres que el perro se quede en casa, yo estaría encantada de pagar...

Zac: ¿Pero estás bromeando? -repuso-. Si me parece una idea genial -miró a su hijo-. ¿Ese perro es tan bueno como me has dicho? -Alex asintió con entusiasmo-. Yo siempre he deseado tener un perro -continuó explicando-. Un perro de verdad. Y por lo que habéis contado, parece que por fin vamos a tener un perro magnífico.

Alex se arrojó a los brazos de su padre y lo abrazó con fuerza.

Alex: Oh, gracias, papá -alzó la cabeza-. ¿Puedo ir a decirle que va a quedarse en casa?

Zac: Claro.

Intentó disimular una carcajada al imaginarse a su silencioso hijo yendo a hablar a un perro.

Alex: ¡Vamos, Jess! -casi tiró a Vanessa en su carrera hacia la puerta-.

Zac se reclinó en su silla, como si no supiera muy bien lo que tenía que hacer. Se llevó la mano a la frente y se tapó los ojos, frotándoselos como si tuviera un terrible dolor de cabeza.

Oh, Dios, se lamentó Ness. Por mucho que le gustara que su hijo hubiera vuelto a hablar, era posible que Zac odiara tener un perro en casa. Caminó hacia él.

Ness: Siento no haberte llamado antes, comprendo que esto puede parecerte una imposición, pero...

Zac: ¿Una imposición? Debes estar bromeando -se levantó con un ágil movimiento y se acercó a la ventana-. Tenía tanto miedo... Cuando ha entrado en mi despacho y me ha dicho que lo habías llevado a la perrera -se echó a reír, pero su risa estaba cargada de emoción-. Me he sentido confuso. Prácticamente había renunciado a él, Ness. Sinceramente, pensaba que lo había perdido. -Se volvió hacia ella. Tenía los ojos llenos de lágrimas-. Pero ha vuelto... -rió de nuevo, y una lágrima escapó de sus ojos-.

Vanessa, incapaz de resistirlo, se acercó hasta él y lo abrazó.

Zac la rodeó con sus fuertes brazos y la propia Vanessa estuvo cerca de las lágrimas.

Zac olía maravillosamente bien. Su colonia, la suave fragancia de su camisa y su propia, sutil e inconfundible esencia constituían una mezcla embriagadora. Vanessa podía oír los latidos de su corazón.

Zac: ¿Cómo puedo agradecértelo? -le susurró con voz ronca-. No llevas aquí ni una semana y yo he recuperado a mi hijo. ¿Cómo voy a poder pagártelo?

Ness: Solo ha sido cuestión de suerte -no podía moverse-.

Si a varios centímetros de distancia, Zac ya le parecía increíblemente atractivo, estando tan cerca de él corría el serio peligro de sufrir un infarto.

Zac: ¿No serás una especie de bruja, Ness Hudgens? Porque has conseguido hechizarnos a todos. ¿Qué voy a hacer contigo?

Vanessa se echó a reír. Porque la otra opción que le quedaba era besarlo, y sabía que no debía hacerlo. Zac continuaba mirándola y abrazándola con fuerza. Y, de pronto, le susurró una cifra desorbitante al oído.

Vanessa se quedó completamente helada.

Ness: ¿Perdón?

Zac: Al año. Si te quedas hasta después de enero. Con un veinte por ciento de aumento cada tres años.

Vanessa se separó inmediatamente de él. ¡Estaba hablándole de un salario!

Ness: No puedes estar hablando en serio.

Zac: Pues lo estoy. ¿Qué me dices a eso?

Vanessa se quedó boquiabierta. Pero rápidamente cerró la boca. Se encogió de hombros.

Ness: Pues lo que digo es... que no.

Zac: ¿No?

Ness: Me siento halagada, por supuesto, pero...

Zac: Te ofrezco el doble.

Vanessa dio media vuelta. Aquello se le estaba yendo de las manos.

Zac: Mi oferta sigue incluyendo un apartamento. Y te compraré un coche también. Y seguro médico. Tendrás todos tus gastos cubiertos y...

Vanessa se volvió para mirarlo.

Ness: Es imposible que alguien que esté en sus cabales le pague tanto a una niñera.

Zac: Quizá esté loco. Si el doble no es suficiente, dime tú cuánto quieres.

Ness: ¡Basta ya! Me estás haciendo sentirme muy incómoda -aquello era completamente absurdo-. Yo no tengo precio -le dijo, amablemente-. No quiero que me mal interpretes. Adoro a tus hijos -y, que el cielo la ayudara, sabía que no faltaba mucho para que se enamorara también de Zac-, pero el dinero no es algo que me importe.

Zac: Evidentemente. Aun así, supongo que tiene que haber algo que desees, algo a cambio de lo que puedas quedarte.

Deseaba besarlo. Lo deseaba a él. Pero Zac era un hombre que estaba fuera de su alcance. Ni siquiera jugaban el mismo juego. Mientras ella había estado pensando en lo maravillosamente que estaba entre sus brazos, él se había decidido a planificar una oferta para que se quedara.

Ness: Creo que tendría que ir a ver dónde están Alex y Jess.

Zac: Ness, si te he ofendido, lo siento. No era esa mi intención -se aclaró la garganta-. Y gracias por todo lo que has hecho hoy. Me gustaría que al menos consideraras mi oferta. Y... bueno, supongo que nos veremos a la hora de la cena.

Ness: ¿Vas a quedarte a cenar en casa esta noche? -fue incapaz de disimular su alegría-. A los niños les va a encantar -añadió rápidamente. Señaló hacia la puerta-. Ahora tengo que irme.

Y salió a tal velocidad del despacho que estuvo a punto de tropezarse.




Si tú no quieres el empleo, Ness... ¡me lo quedo yo!
No sé qué cifra habrá dicho Zac pero apuesto a que era bastante alta. De todas formas, Ness es una princesa así que ninguna cifra por alta que sea superará su posición XD

¡Thank you por los coments!

El próximo capi va a ser muy divertido y muy bonito. Os va a gustar.

¡Comentad, please!

¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

Wow wow wow y mas wow. Que gran capitulo, el mejor capitulo!! Alex ha hablado, por fin y todo gracias a Ness! Ay este capitulo fue el mejor me parece.
Ness es una genia y sabe como manejar a los niños sin ser niñera.



Sube prontooo

Unknown dijo...

Qué hermoso capítulo!!!!!!!! Alex por fin habló!!!!!!!! Es algo increíble en serio! Lo que hizo Ness fue muy inteligente!! Ojalá a partir de ahora la relación de los niños con Zac mejore!! :D

Súper linda nove!! Me encanta! :D
Síguela pronto!

Maria jose dijo...

Aaaamoooo esta novela!!!!!
Gran capítulo!!!!
Ya la había leído pero se me había
Olvidado comentar
Sube pronto
Este capítulo me puso muy sentimental
Sube pronto!!!!!

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