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martes, 11 de noviembre de 2014

Capítulo 1


**: ¿Llevas mucho tiempo en la agencia?

La princesa Vanessa de Wynborough contempló atentamente a la mujer pulcramente vestida que caminaba nerviosa por el vestíbulo de la mansión del señor Efron.

Ness: ¿Perdón?

**: Tú también has venido por lo de la entrevista de trabajo, ¿verdad? -preguntó la mujer-. Yo fui niñera de los Hendrickson durante años, pero se han ido al extranjero y he preferido quedarme en Albuquerque. Aunque ya no sé qué es peor, si vivir en Hong Kong o trabajar para Zac Efron.

En ese preciso instante, Vanessa lo comprendió todo. Una entrevista de trabajo. Ese era el motivo por el que le había resultado tan fácil entrar en casa de Efron. Su secretaria creía que había pedido cita para una entrevista de trabajo.

Zac Efron era, sin duda, el hombre al que más difícil resultaba acceder de todo el estado de Nuevo México. Durante cerca de una semana, a Vanessa le habían estado dando todo tipo de excusas cada vez que había intentado verlo.

Ella sospechaba que en realidad el señor Efron ni siquiera había recibido sus mensajes. No le habría sorprendido lo más mínimo que este hubiera autorizado a su secretaria a filtrar sus visitas. Sin embargo, aquella mañana había tenido suerte. Había llamado por teléfono y, sin identificarse previamente, había pedido ver al señor Efron. Su secretaria le había preguntado que si quería concertar una cita y Vanessa apenas había tenido tiempo de responder afirmativamente cuando la otra mujer la había citado para las tres en punto de la tarde sin pedirle siquiera el nombre.

Y Vanessa acababa de comprender que la única razón por la que había conseguido atravesar las puertas de aquella fortaleza era que había sido confundida con una de las candidatas al puesto de niñera.

**: Supongo que habrá oído los rumores -la otra mujer parecía incapaz de permanecer quieta-. Ya sabe, los rumores sobre Zac Efron.

Ness: Pues la verdad es que no.

La otra aspirante al puesto se acercó a ella y le dijo en voz baja:

**: Su mujer murió hace unos años en circunstancias misteriosas. He oído decir que él era uno de los principales sospechosos de su muerte, pero la policía no encontró nunca pruebas para acusarlo -se estremeció-. Qué lugar tan lúgubre.

Ness: Está lloviendo -señaló. Había empezado a llover mientras ella se dirigía desde Colorado hacia allí-. Con este tiempo, no hay lugar que no parezca lúgubre.

Había un espejo en la pared que estaba frente a ella y aprovechó para examinar críticamente su reflejo. Llevaba una blusa blanca abrochada prácticamente hasta la barbilla, una falda, una chaqueta de lana gris y zapatos de tacón. Su pelo no era castaño, ni rubio como el de sus hermanas. Aunque brillaba ligeramente bajo la tenue luz que se filtraba por las ventanas, continuaba siendo irremediable y vulgarmente negro. Y no enmarcaba un rostro de exótica belleza, como el de Allyson, ni de una elegancia regia, como la de Alice, ni siquiera un rostro encantador como el de Anne.

No, mientras sus hermanas parecían verdaderamente unas princesas, Vanessa tenía un aspecto más similar... al de una niñera. Tenía el rostro excesivamente redondeado para su gusto, la boca demasiado suave y unos ojos marrones a los que ella no concedía ningún valor.

**: Debe de ser imposible dormir en esta casa -continuó diciendo la otra mujer-. Me pasaría la noche preguntándome si fue él el asesino -tomó su abrigo y su bolso y se dirigió hacia la puerta-. Me voy. Creo que prefiero estar en Hong Kong.

Ness: Qué tontería -comentó para sí cuando la otra mujer se marchó-. Si no sabe realmente lo que pasó. Solo son rumores que...

En ese momento, se abrió una de las puertas del vestíbulo y asomó la cabeza una mujer de aspecto latino.

*: ¿Es usted la única? -preguntó con un alegre acento mexicano mientras entraba en la habitación-.

Ness: Eso parece -contestó en tono de disculpa-. Sin embargo... -cerró la boca bruscamente-.

Ya tendría tiempo de disculparse por la confusión tras haber visto al elusivo Zac Efron.

*: Yo soy Claire -se presentó la mujer de pelo cano-. Soy el ama de llaves de Zac.

Claire y Zac. Resultaba agradablemente informal. Vanessa reparó entonces en la indumentaria de Claire: llevaba unos vaqueros, una enorme sudadera y unas playeras de lona.

Claire: Todavía no puede atenderte, ¿pero por qué no vienes conmigo de todas formas?

Mientras el ama de llaves la conducía por un largo pasillo, Vanessa tuvo que esforzarse para seguirla y dejar de contemplar extasiada aquella hermosa propiedad, una extensa finca con el suelo de cerámica, arcos en las ventanas y un patio repleto de flores, a pesar de la fría lluvia otoñal.

Vanessa subió tras Claire dos tramos de escaleras hasta llegar a un pasillo suficientemente ancho como para dar cabida a un juego de sillas y sofá que parecía hacer las veces de sala de espera.

Claire: La habitación de Zac está en la torre -le explicó, mientras se detenía al lado de una puerta de madera-. Y esta es la puerta de su despacho. Los niños y la niñera duermen en el ala este, en el segundo piso -señaló hacia el sofá-. ¿Por qué no te sientas? Zac no tardará en llegar.

Mientras Vanessa se sentaba, Claire se alejó por las escaleras.

La joven exhaló entonces un largo suspiro. Bueno, allí estaba. Faltaban solo unos minutos para que se encontrara con el hombre que podía contestar a todas sus preguntas.

¿Pero estaría dispuesto a hacerlo cuando averiguara que se había servido del engaño para meterse en su casa? Seguramente no. De modo que lo mejor que podía hacer era intentar pensar rápidamente lo que le iba a decir.

Vanessa tomó aire nuevamente y practicó la más agradable de sus sonrisas.

«Señor Efron, es un placer poder encontrarme por fin con usted. Pero creo que ha habido un malentendido, señor. Su ama de llaves me ha confundido con una de sus futuras empleadas, cuando la verdad es que soy una princesa. Y ese, señor, ese el motivo de mi visita. Mi hermano mayor, el príncipe Andrew Hudgens, fue secuestrado cuando era niño. Durante estos últimos treinta años, ha sido dado por muerto, pero mis tres hermanas y yo tenemos razones para pensar que es posible que no haya muerto en todos estos años. Señor Efron, creemos que su socio, el señor William Hemsworth, podría ser nuestro hermano y el verdadero heredero del trono de los Wynborough».

Sí. Todo saldría perfectamente.

Vanessa cerró los ojos y se imaginó a su hermana Allyson y a su secretaria, Ashley Tisdale, volando desde Colorado a Nuevo México para sacarla del lío en el que se estaba metiendo.

Aquello era un error. Viajar hasta Albuquerque, asumiendo que podría encontrar a Will Hemsworth y dando por sentado que no habría dificultad alguna para reunirse con Zac Efron había sido un error. Ella no estaba hecha para jugar a James Bond. Aquello era mucho más propio de Allyson o Anne. Debería haberse limitado a ir al hogar infantil de Arizona en el que al parecer Andrew había estado tras haber sido secuestrado. Pero no sabía qué tipo de locura se había apoderado de ella y al final se había mostrado de acuerdo en ir a Albuquerque.

Donde había sido confundida con una niñera.

Oh, Dios. Por mucho que lo deseara, ya no podía dar marcha atrás. Si al final fracasaba, no iba a ser porque hubiera dejado de intentarlo. Tomó aire y volvió a ensayar:

«Señor Efron, lo que tengo que decirle puede parecerle una completa locura, pero tengo que preguntarle, señor...»

La puerta del despacho se abrió en ese momento. Y tras ella apareció Zac Efron.

Vanessa lo había visto en fotografías. Y sabía por tanto que era un hombre extraordinariamente atractivo. Pero las fotografías no hacían justicia a la realidad.

Era más alto de lo que esperaba, debía de medir cerca de uno ochenta. Sus hombros tenían prácticamente la misma anchura que la puerta y llevaba el pelo, un pelo rubio cobrizo, completamente despeinado, como si hubiera estado mesándose los cabellos frustrado. Tenía un rostro atractivo, pero de duras facciones y la boca apretada en una sombría mueca. Sus ojos, aunque de expresión cansada, eran intensamente azules.

Zac: Siento haberla hecho esperar -dijo con una aterciopelada voz de barítono-. Pase.

Vanessa tuvo que pasar delante de él para entrar en su despacho. Lo hizo rápidamente, percibiendo al pasar la suave fragancia de su colonia. Acababa de entrar, cuando sonó el teléfono del despacho. Vanessa se quedó paralizada, sin saber si debía seguir avanzando o quedarse esperando en el pasillo.

Pero Zac Efron cerró la puerta.

Zac: Lo siento, tengo que atender esta llamada. ¿Pero por qué no se sienta? Enseguida estaré con usted.

Ness: Si quiere, no me importaría... -comenzó a decir, señalando hacia la puerta-.

Zac: No, no tardaré. Por favor, siéntese.

Mientras Vanessa se sentaba lentamente en el borde de uno de los sofás de cuero, Zac se acercó al teléfono. Estaba de espaldas a ella, con la mirada fija en la ventana y se frotaba el cuello, intentando aliviar la tensión de sus músculos.

Zac: Efron -contestó-.

Vanessa intentaba no escuchar y fijaba la mirada en las manos que entrelazaba nerviosa en su regazo.

Zac: No -la voz de Zac no dejaba ningún género de dudas-. Absolutamente no -rió, pero en su risa había más incredulidad que humor-. No lo estoy escondiendo. Créame, si supiera dónde está Will Hemsworth, iría ahora mismo a verlo.

Will Hemsworth. El hombre que podía ser su hermano. Vanessa prestó atención a la conversación.

Zac: Sí, es posible que llame o se deje caer por aquí en cualquier momento. Así es como actúa normalmente -comentó, sentándose en el borde de su escritorio-. Pero no puedo prometerle nada -rió nuevamente-. Dios, no lo sé. Puede estar en cualquier parte. La última vez se fue a Nepal. Nepal. Es increíble, siempre lo he querido como a un hermano, ¿pero qué puede esperarse de alguien que huye a Nepal?

Se levantó y se volvió hacia ella. Vanessa borró rápidamente la sonrisa que había asomado a sus labios al oírlo reír y fijó su mirada en una acuarela.

Zac Efron no sabía dónde estaba Will Hemsworth. Pero creía que podía dejarse caer por allí en cualquier momento. De modo que si Vanessa de verdad quería encontrar al señor Hemsworth...

Zac la estaba mirando. Continuaba hablando por teléfono y, aunque ella al principio pensaba que no le estaba prestando la menor atención, advirtió que le estaba mirando disimuladamente... ¿las piernas?

Pero aquello era absurdo. Si alguien tuviera la osadía de mirarle las piernas a una princesa, miraría las de Alice o las Allyson, no las suyas. Aunque sus piernas no fueran poco atractivas, no vestía de una forma que pudiera atraer la mirada de un hombre en su dirección. Eso en el caso de que el hombre en cuestión fuera suficientemente intrépido como para mirar las piernas de una princesa, cosa que habitualmente no ocurría.

Pero, por supuesto, Zac Efron no tenía idea de que ella era una princesa.

Zac colgó el teléfono.

Zac: Lo siento -se disculpó-.

Ness: No pasa nada.

Advirtió en ese momento que continuaba mirándola de una forma desconcertante. Estudiándola.

Zac: Es usted más joven de lo que esperaba -dijo de repente, rodeando el escritorio para sentarse frente a ella-.

Ness: ¿Más joven?

Zac: Con este trabajo tendrá que vivir en la casa. Y si tiene marido y familia a...

Ness: No, no tengo marido.

Zac: ¿Y novio?

Ness: No -contestó sonrojándose violentamente-.

Zac: ¿Cuántos años tiene?

Ness: Veintisiete -aquello era absurdo. Las preguntas de aquel hombre eran tan directas que resultaban groseras. Y además, ella no estaba allí porque aspirara al puesto de niñera-. ¿Y usted?

Oh, Dios, ¿cómo se le había ocurrido devolverle la pregunta?

Zac: Treinta y dos, por lo menos hasta enero del año que viene, entonces cumpliré treinta y tres.

Ness: Lo siento, yo...

Zac: No, es justo. Tiene usted derecho a contestar mis preguntas como le apetezca. ¿Le gustan los niños?

Vanessa pestañeó nuevamente.

Ness: Yo...

Zac: Sí, ya sé, es una pregunta estúpida teniendo en cuenta el trabajo que quiere conseguir, pero he conocido a muchas niñeras a las que no les gustan los niños en absoluto -se inclinó hacia ella y la miró intensamente-. Lo menos que necesitan mis hijos es ser respetados. Y, créame, si pudiera pagarle para que también los quisiera, lo haría. -Se levantó de repente, como si ya no fuera capaz de seguir conteniendo su energía-. Nuestra última niñera se marchó sin despedirse de Jess y de Alex. Para mí es importante encontrar a alguien que comprenda la importancia de su trabajo. Esos niños saben demasiado bien lo que significa ser abandonados y... creo que me estoy adelantando un poco. Ni siquiera le he preguntado su nombre.

Ness: Me gustan los niños -contestó suavemente-.

Y era cierto. Zac Efron parecía desesperado por encontrar una niñera y si ella continuaba aferrándose a aquella loca excusa, podría quedarse en su casa hasta que William Hemsworth apareciera.

Y también estaría allí para observar los ojos sorprendentemente azules de Zac Efron brillando de pasión.

Zac sonrió, suavizando al hacerlo la dureza de sus facciones.

Zac: Me alegro de saberlo, señorita...

Vanessa cruzó disimuladamente los dedos y, por primera vez en su vida, actuó dejándose llevar completamente por un impulso:

Ness: Hudgens, Ness Hudgens.

Fue algo extraño. Cuando Zac le tendió la mano para estrechársela, ella le mostró la suya como si se la estuviera ofreciendo para que se la besara. Le había parecido un gesto más propio de la reina de Inglaterra que de una niñera.

Pero aunque por su suavidad, su mano parecía bien cuidada, advirtió que tenía las uñas cortas. Algunas incluso mordidas. ¿Y quién había oído hablar de una reina que se mordiera las uñas?

Ness le estrechó la mano con firmeza y aunque era absurdo basarse en ese tipo de intuiciones, aquello mejoró todavía más su opinión sobre ella.

Zac: ¿De dónde es? -le preguntó, liberando su mano-.

Ness le sostuvo abiertamente la mirada. Y aquello también le gustó.

Ness: De Wynborough -le dijo con un acento que a Zac le recordaba al de Mary Poppins-. Una pequeña isla situada cerca de Inglaterra.

Zac: ¿Y qué es lo que le ha hecho venir hasta aquí?

Ness: Tengo familia... en Aspen. Colorado -añadió, como si él pudiera desconocer dónde estaba Aspen-.

Sí. A Zac le gustaba. Y era una buena cosa porque, como Claire le había hecho saber, Ness Hudgens era la única candidata al puesto de niñera. Las demás habían huido asustadas por el tamaño de la propiedad, o por los lúgubres rumores que la rodeaban.

Fijó la mirada en los ojos pardos de Ness, preguntándose qué habría oído ella.

Zac: ¿Alguna vez ha sido arrestada?

Ness soltó una carcajada.

Ness: ¡No!

Zac: Estupendo. Yo tampoco.

Algo casi imperceptible asomó a sus ojos y Zac comprendió que Ness había oído algo sobre él. Pero no le preguntó nada al respecto. Quizá estuviera demasiado nerviosa para hacerlo. O quizá fuera demasiado educada...

Demasiado educada, decidió. Ness Hudgens no lo temía. Dios, y cuánto le gustaría que pudiera transmitir sus tranquilos modales a Jess. Desde que Brittany había muerto, su hija parecía una auténtica salvaje. En cuanto a Alex... el niño había dejado de hablar. No había nada que Zac deseara más que volver a escuchar la voz de su hijo...

Zac: ¿Durante cuánto tiempo ha trabajado como niñera? La agencia no me ha enviado ningún informe.

Ness: ¿No? Bueno, soy nueva. Pero... le enviaré mi informe por fax -se enderezó en su asiento-. Realmente, señor Efron, tengo que ser sincera. No me envía ninguna agencia. Me enteré de que ofrecían este trabajo a través de... -se aclaró la garganta-, un conocido. Pero me encargaré de que reciba hoy mismo un informe con mis referencias. Sin embargo.... -Zac la observaba atentamente, consciente de que allí había algo raro, a pesar de su admisión. Ness tomó aire y lo miró con firmeza-. Me temo que descubrirá que no estoy preparada para este trabajo. Jamás he trabajado de niñera -le dirigió la más dulce y esperanzada de sus sonrisas-. Pero todo el mundo tiene que empezar alguna vez, ¿no?

Era adorable. Le inspiraba un cariño que pocas personas habían podido despertar en él. Y no era que la encontrara atractiva, sexualmente atractiva. Claro, tenía un par de piernas admirable y una figura esbelta y perfectamente proporcionada... De acuerdo, sí, era atractiva. Devastadoramente atractiva, pero tenía un rostro fresco y dulce que encajaba más bien con la imagen de una hermanita pequeña.

Tenía unas facciones delicadas y unos maravillosos ojos marrones, rodeados de oscuras pestañas. Intentaba mostrarse remota y fría, pero no podía disimular la atractiva mezcla de inteligencia, interés e inocencia que se escondía tras su mirada. Y aunque Zac hubiera preferido contratar a una niñera con experiencia, Ness tenía razón: nadie nacía con ella.

Zac: Necesitará carné de conducir, ¿lo tiene?

Ness: Por supuesto, ¿por qué?

Zac: Tendrá que encargarse de traer y llevar a los niños al colegio. Asisten a un colegio privado que está a unos cuantos kilómetros de aquí. Y de vez en cuando tienen que acudir a fiestas y cosas de ese tipo -o al menos eso esperaba. Porque la verdad era que las relaciones sociales de Jess, que estaba ya en octavo grado, eran prácticamente inexistentes-. Y Jess va a clase de clarinete varias veces a la semana.

Ness: Así que, básicamente, lo que usted necesita es un chofer -apuntó-.

Zac: No, créame. Va a tener mucho más trabajo de lo que puede parecer. Tendrá algunas horas libres mientras los niños estén en el colegio, pero necesitaré que esté disponible por las noches. Y durante las vacaciones, tendrá que estar disponible durante veinticuatro horas al día.

Ness: ¿Veinticuatro horas...?

Zac: Veinticuatro horas al día siete días a la semana. Será compensada por su dedicación, por supuesto.

Ness: Por supuesto, pero... -abrió los ojos de par en par-, ¿cuándo ve usted a sus hijos?

Zac: Desde ahora hasta Año Nuevo voy a estar extremadamente ocupado -dijo, como si de esa manera estuviera contestando a su pregunta. Se levantó bruscamente-. Antes de continuar hablando, me gustaría que los conociera. Jessica tiene trece años y Alexander seis. No es fácil tratar con ninguno de ellos -forzó una sonrisa-. Pero supongo que es normal, teniendo en cuenta quién es su padre.

Vanessa lo miró muy seria.

Ness: A mí no me parece que su padre tenga ningún problema.

Zac: Su madre murió hace tres años y ninguno de los dos parece haberse acostumbrado a su pérdida.

Ness: No creo que eso sea algo a lo que un niño pueda acostumbrarse.

Desde luego, pero la actitud de Jess y Alexander escapaba a toda normalidad.

Zac: Jess se muestra bastante hostil -le explicó a Ness-. Sus notas son pésimas y se ha escapado varias veces de casa. Nunca demasiado lejos como para que no haya podido encontrarla, pero es una situación...

Ness: Terrible -terminó por él-. Puedo imaginármelo. Debe haber sufrido mucho.

Zac: Ella necesita algo que yo no soy capaz de darle. Y en cuanto a Alex... -sacudió la cabeza. Su hijo había escogido un camino diferente para escapar de la realidad tras la muerte de su madre. Zac señaló hacia la puerta-. Este quizá sea un buen momento para que los conozca, si todavía sigue interesada en el trabajo.

Ness: Señor Efron...

Zac: Zac, por favor. En esta casa no nos gustan las ceremonias.

Ness: Zac -alzó la mirada hacia él-. ¿Te importaría sentarte un momento? Eres demasiado alto y me temo que lo que tengo que decirte requiere que nos estemos mirando de frente.

Zac sonrió. Aquella mujer era increíble. Pero, como probablemente lo que iba a decirle era que no quería el trabajo, tampoco le sorprendió excesivamente. Así que se sentó obedientemente a su lado con expresión de resignación.

Ness: Aunque me gustaría aceptar este empleo, no estoy segura de ser la persona más adecuada para el puesto -le dijo muy seria-. En realidad, yo no estoy buscando un trabajo permanente y me parece que Jess y Alexander necesitan una niñera dispuesta a quedarse a su lado hasta que sean adultos. Me temo que esos niños ya han sufrido demasiados imprevistos en sus vidas.

Aquella mujer era increíble. Quería el trabajo, pero estaba rechazándolo por el bien de sus hijos.

Zac: Supongo que sería mucho esperar que pudieras cambiar de opinión. ¿Pero podría convencerte para que te quedaras, por ejemplo, unos diez años?

Ness sonrió, haciendo que asomaran unos encantadores hoyuelos a sus mejillas.

Ness: ¿Diez años durante veinticuatro horas al día? No, gracias.

Zac: ¿Y estás segura de que no es negociable?

Ness: Me halaga que tenga interés en contratarme después de nuestra breve reunión -contestó, tratándolo nuevamente de usted-. Pero no, señor, no es negociable. Me gustaría poder tener mi propia familia algún día y...

Zac: Por supuesto, lo comprendo. Es solo que... me encuentro en una situación un tanto delicada. En la agencia me han dicho que enero es la mejor época del año para encontrar candidatas, pero no puedo esperar tanto tiempo. Apenas puedo esperar hasta mañana. Necesito a alguien de forma inmediata.

Vanessa lo miró pensativa.

Ness: Yo podría quedarme hasta enero si me diera una semana libre por Navidad. No es lo más adecuado, pero quizá, si los niños supieran desde el primer momento que va a ser algo temporal...

Zac: Creo que será mejor que los conozcas antes de hacer tu generosa oferta.

Ness se levantó.

Ness: Condúzcame entonces a sus habitaciones -ordenó con un involuntario tono de superioridad-.

Zac: Por aquí, majestad -contestó señalando hacia la puerta-.

Ness: ¿Perdón? -farfulló-.

Zac: Era una broma. Creo que es tu acento, me resulta un tanto regio...

Ness: ¿De verdad? -lo miró completamente sorprendida-. Lo siento, no me había dado cuenta...

Zac: Relájate. Te sienta muy bien.




Bueno, primera duda solucionada: Zac no está casado.

¡Thank you por los coments!

Espero que os haya gustado este primer capítulo. La novela se pondrá más interesante, ya lo veréis. Capítulo dos el jueves alrededor de esta hora.

¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Wooooow no esta casado pero hay personas que le tienen miedo.
Y Ness... se mete en la boca del lobo para encontrar a su hermano.


Me encantoooooooooo!!!!!

Unknown dijo...

Woooooo!! Me encantó!!! Muy buen capi! Pero Zac cree que ella es muy buena persona porque no quiere aceptar el trabajo jajaja.. si supiera..

Me causan intriga los hijos de Zac, sobretodo el niño que no habla :(

Síguela prontito!! :D

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