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domingo, 16 de noviembre de 2014

Capítulo 3


Jess: No me extraña que no estés casada. Basta con mirar tu ropa interior para entenderlo.

Vanessa ni siquiera arqueó una ceja. Continuó deshaciendo sus maletas en silencio.

Jess: ¿Cómo esperas atrapar a un hombre con una ropa interior como esta?

Tomó unas bragas de algodón blanco y las sostuvo frente a ella.

Ness: La ropa interior suelo llevarla debajo de mi ropa. Así que no creo que tenga nada que ver con mi habilidad para atrapar a un hombre.

Jess: Eso no es cierto -comenzó a girar las bragas, sujetándolas con un dedo-. Mi padre es soltero, ¿verdad?

Ness: Eso no es... -comenzó a protestar, consciente de hacia dónde quería dirigir Jess la conversación-.

Jess: Y es bastante guapo, ¿verdad?

Ness: Jess, realmente preferiría...              

Jess: Es una pregunta muy fácil de contestar y las dos sabemos que la respuesta es sí. Sí, es muy atractivo. De hecho, podría ser una estrella de cine.

Ness: De acuerdo, sí -admitió-, tu padre es bastante atractivo, pero no sé qué tiene que ver eso con...

Jess: ¿Con tu ropa interior? -terminó por ella-. Claro que tiene que ver. Vas a vivir en esta casa durante un mes y medio. En la misma casa en la que vive Zac. ¿No se te ha ocurrido pensar que podrías llegar a tener algún tipo de relación con él?

Ness: ¿Con tu padre? -soltó una carcajada mientras colgaba los pocos vestidos que se había comprado en el armario-. No, definitivamente, no se me ha ocurrido.

Jess: En otras palabras, lo que me estás diciendo es que tú miras a un nombre extremadamente atractivo que sabes que es soltero y rico y ni siquiera se te ocurre pensar que es un marido potencial.

Ness: No es tan sencillo, Jess. No todo el mundo está buscando marido.

Jess: Pero tú sí -no había ni una sombra de duda en su voz-. Mírate, muñecos y bebés. Te gustan, ¿eh? Probablemente hasta tengas un camisón de florecitas rosas -comenzó a abrir los cajones de la cómoda en busca de aquel camisón, pero Vanessa se apoyó contra el mueble, impidiéndole que siguiera haciéndolo. Aun así, Jess no abandonó la conversación-. Estoy segura de que sueñas con un maravilloso vestido de novia y un príncipe azul y con ser feliz después de tu maravillosa boda.

Vanessa observó a Jess mientras esta se dejaba caer en la cama.

Ness: ¿Y tan terrible te parece? -le preguntó a la niña-.

Jess: ¿Para ti? -hizo una mueca-. No. Si es eso lo que quieres, buena suerte. Espero que algún día tengas gemelos. Tu problema no es que quieras casarte. Tu problema es que miras a tipos como papá, como Zac, y piensas que están totalmente fuera de tu alcance. Y aquí es donde volvemos a donde hemos empezado, porque la culpa de todo eso la tiene el que lleves una ropa interior tan aburrida. Te lo explicaré con un ejemplo. Tú estás aquí, ¿de acuerdo? Llevando esa ropa interior tan sosa. Y de pronto entra Zac. Habláis, pero no sucede nada. No saltan chispas entre vosotros por culpa de esa ropa. Mientras estás hablando, durante todo el tiempo estás pensando en que eres la niñera y es imposible que a él le guste alguien como tú.

Para tener trece años, Jess estaba demostrando ser increíblemente astuta. Definitivamente, había llegado el momento de ir a buscar a Alexander.

Ness: Creo que esta conversación ha...

Jess: Y ahora, imagínate lo que sucedería si llevaras algo de seda y encaje. Algo fabulosamente interesante.

Ness: Jess, ya es suficiente. Para.

Jess: Estoy a punto de llegar a donde quiero, no me vas a hacer callar ahora, ¿verdad?

Vanessa miró a la niña con las cejas arqueadas. Sabía que estaba manipulándola, pero sacudió la cabeza.

Ness: Di lo que tengas que decir. Y que el cielo me ayude.

Jess: Ya sabes lo que dice el refrán, «Dios ayuda a quien se ayuda». Y eso es lo que estoy intentando hacer aquí. Estoy intentando ayudarte a que te ayudes.

Ness: ¿Ya has dicho lo que querías decir? Porque si todavía no has acabado, ya es hora de que vayas pensando en hacerlo.

Jess: De acuerdo -se levantó-. Sigue poniéndote tu ropa de niñera si te apetece.

Vanessa bajó la mirada hacia la falda y la blusa que llevaba. Ropas de niñera, muy bien. Pero el caso era que le gustaban.

Jess: Pero esta vez -continuó-, ¿por qué no te pones algo realmente sorprendente debajo? Zac no sabrá lo que llevas, pero tú sí. Y mientras estés hablando con él, estarás pensando en el maravilloso aspecto que tienes en ropa interior. Y no pensarás que Zac está fuera de tu alcance porque te considerarás suficientemente buena, así que, en vez de nerviosa y tímida, serás más atrevida. Y antes de que él pueda darse cuenta siquiera, estará invitándote a salir. Y esa es la razón por la que deberías quemar toda esta aburrida ropa interior.

Vanessa miró fijamente a Jess.

Ness: Bueno, tendré en cuenta tu consejo, gracias. ¿Y podrías darme alguna idea también para tratar a Alex?

Jess: ¿No vas a intentar refutarme?

Ness: No, déjalo, gracias.

Jess se encogió de hombros.

Jess: Como quieras.

Tomó el monopatín con el que había entrado en la habitación, se montó en él y salió patinando al pasillo.

Vanessa se asomó a la puerta para decirle:

Ness: ¿No crees que eso deberías hacerlo fuera?

Jess volvió a encogerse de hombros.

Jess: Esta casa es muy grande y a Zac no le importa. Ah, y probablemente Alex esté en el cuarto de juegos -contestó mientras se alejaba-.

Vanessa se asomó al cuarto de juegos y silbó tentativamente. La habitación estaba vacía, o al menos eso parecía.

Pero donde quisiera que Alex se hubiera ido, no podía estar lejos. La televisión estaba encendida. En la pantalla aparecían imágenes de La Dama y el Vagabundo, una excelente elección para un niño que fingía ser un perro.

Vanessa apagó el televisor, sacó la cinta de vídeo y volvió a silbar.

Y allí estaba. Una pequeña barbilla, un rostro ovalado y dos enormes ojos castaños asomándose por detrás de las cortinas. Como niño, Alexander era demasiado vergonzoso para enfrentarse a ella. Pero siendo un perro, podía observarla todo lo que quisiera, porque los perros jamás tenían vergüenza.

Vanessa se sentó en el suelo, abrió el bolso que se había llevado con ella y sacó un juguete. Era un sonriente cerdito sosteniendo un balón de fútbol. Se lo mostró y Alexander comenzó a avanzar hacia ella.

Vanessa alzó entonces el juguete, quitándolo de su alcance.

Ness: Siéntate -le dijo con firmeza, como si fuera un auténtico perro-.

Alex se sentó, manteniendo la mirada fija en el juguete. Vanessa se lo acercó lentamente para que lo olfateara y le acarició suavemente la cabeza. Entonces Alex la miró.

Ness: Me llamo Ness. ¿Te acuerdas de mí? Voy a quedarme para cuidarte durante las próximas semanas. -Alex no dijo una palabra, pero tampoco Ness esperaba que lo hiciera-. Ven aquí, perrito -era tan pequeño que Vanessa podía levantarlo sin problemas-. Todos los cachorritos necesitan a alguien en quien acurrucarse, ¿no crees?

Alex no le rodeó el cuello con los brazos, pero tampoco se resistió. Se estrechó contra ella y Vanessa lo sentó en su regazo.

El niño tomó entonces el juguete con la boca, se apartó y dejó caer el juguete en frente de Vanessa.

Ness: ¿Qué es lo que quieres?

Lo entendía perfectamente, pero quería ver si podía conseguir que pronunciara alguna palabra.

Pero Alex continuaba sin hablar. Se limitó a acercarle el juguete empujándolo con la nariz.

Vanessa decidió hacerle caso. Al fin y al cabo, ya había conseguido darle un abrazo, algo que sospechaba jamás habría logrado si lo hubiera tratado como a un niño.

Ness: ¿Quieres que te lo tire?

El niño ladró feliz.

Vanessa lanzó el juguete al centro de la habitación y Alex corrió a buscarlo y se lo devolvió.

Ness: Buen perrito -lo animó-. Eso ha...

Zac: ¿A qué viene esto?

Zac Efron estaba en el marco de la puerta mirándola con expresión tormentosa.

Alexander desapareció como por arte de magia.

Ness: Estamos empezando a conocernos -le explicó a Zac-.

Zac: Preferiría que conocieras a Alexander niño, más que al perro.

Bueno, había que reconocer que la bienvenida de Zac Efron estaba siendo considerablemente más fría que la de sus hijos.

Ness: Creo que deberíamos tener esta conversación en otra parte.

Zac: No tengo un perro, tengo un hijo. Y la conversación ha terminado, no tengo nada más que decir.

Ness: Es posible que usted ya no tenga nada más que decir, señor, pero yo ni siquiera he empezado -aunque rara vez lo utilizaba, en su educación de princesa había sido adiestrada para imprimir un tono glacial a su voz-. Quizá deberíamos trasladarnos a su despacho. Eso -añadió con una sonrisa-, si tiene tiempo para ir de excursión.

Parte de la propia frialdad de Zac desapareció.

Zac: No está tan lejos, pero si lo prefieres, podemos ir a alguna habitación que esté más cerca.

Su propio dormitorio estaba prácticamente al lado, pero no le había parecido bien invitarlo, a pesar de que contaba con una pequeña sala de estar. Media hora antes, lo habría sugerido de la forma más inocente, pero tras la conversación que había mantenido con Jess sobre su ropa interior...

Para su desgracia, no era capaz de dejar de pensar en la ropa interior que en ese momento llevaba puesta.

¿Pero sinceramente pensaba que Zac Efron estaba fuera de su alcance?

Difícilmente, en términos de poder, riqueza y posición social. De hecho, en eso estaban prácticamente empatados. Zac era uno de los hombres más ricos de América y ella un miembro de la realeza de Wynborough.

Sin embargo, en términos de romanticismo, pasión, amor, y deseo... Bueno, en eso no había ninguna duda. En cuanto a atractivo, Zac Efron la aventajaba de forma considerable. Y no porque ella no fuera en absoluto atractiva. Sencillamente, no tenía nada especial. Exactamente como su ropa interior.

Ness: No, vayamos a su despacho -le dijo a Zac-. Un paseo me vendrá bien para aclarar mis ideas. Ahora mismo vuelvo, Alexander -anunció, echando un último vistazo a las cortinas-. ¿Cuántas habitaciones tiene exactamente la casa? -comentó, mientras se dirigían al despacho-.

Zac: Demasiadas.

Ness: ¿Y por qué la compró? Bueno, es una casa preciosa, no me mal interprete, pero...

Zac: Es enorme -terminó por ella-. Cuando la compramos, además de enorme estaba destrozada. Pero es un edificio con mucha historia. Los Beatles pasaron aquí un fin de semana en mil novecientos sesenta y ocho.

Vanessa soltó una carcajada.

Ness: Y yo que pensaba que era una casa con historia porque había sido construida por un bandolero mexicano.

Zac: Y no estás del todo equivocada. Aunque el hombre en cuestión era americano, de Syracusa. Y aunque oficialmente no estaba considerado como un bandolero, era un ladrón de ganado y caballos. Había hecho una fortuna en Texas y se instaló en Nuevo México para escapar de la justicia. Ya ves, Ness, creo que solo en América pueden llegar a poner a una calle el nombre de un ladrón.

Ness: ¿Y puede saberse cuál es el nombre de este ladrón en particular?

Zac: Oh, sí. Se llamaba Henry Efron. Y sí, es uno de mis antepasados.  

Ness: Oh, Dios mío.

Zac: Era un jugador y perdió toda su fortuna, incluyendo esta casa, en el juego. Su hijo, Ford, también fue un gran jugador y a los veinte años había conseguido dinero suficiente para volver a comprar la casa, pero el propietario no quería vendérsela. Al parecer, Henry, además de jugador, era un mujeriego y en sus aventuras había incluido a la mujer del nuevo propietario.

Ness: Caramba.

Zac: Ford tuvo un triste final a manos de un pistolero que puede haber sido Billy el Niño. Cuarenta años después, un nieto de Ford hizo una fortuna vendiendo licor durante los años de la Ley seca. Se llamaba Howard y él también intentó recuperar la que había sido la casa de su familia. Llego a un acuerdo verbal con su dueño, pero este murió antes de poder firmar el contrato. La casa la heredó un sobrino del dueño, que la transformó en un hotel. Esa es la razón por la que hay tantos baños y de que los Beatles estuvieran aquí. El hotel fue un próspero negocio hasta mil novecientos setenta, cuando el sobrino murió y dejó la casa a sus dos hijos. Estos vivían en Los Angeles y dejaron el hotel en manos de un gerente que no fue capaz de mantenerlo. De esa forma comenzó a arruinarse la propiedad. -Se interrumpió un instante antes de continuar explicándole-: Mi padre, Arthur, también intentó comprarla, pero tuvo problemas de liquidez con la crisis de la bolsa y no llegó a hacerlo. Murió hace varios años.

Ness: Lo siento.

Zac: Podría haber sobrevivido al cáncer, pero no sobrevivió a la quimioterapia. Sufrió una infección y... A veces pienso que fue la esperanza de recuperar la casa lo que lo mantuvo vivo durante algunos meses más.

Ness: ¿Entonces cuándo compraste tú la propiedad?

Zac: No mucho después de que él muriera. El año que nació Jess -abrió la puerta de su despacho y encendió la luz-. En realidad, no tenía ningún interés en ella, pero cuando me enteré de que la iban a tirar, decidí que no podía permitir que lo hicieran. Y tengo que reconocer que me divertí mucho arreglándola.

La diversión y Zac Efron eran dos conceptos que a Vanessa le costaba imaginar juntos.

Zac: Ahora adoro este lugar. Y disfruto mirando esas viejas fotos de la casa -se dirigió hacia el mueble bar-. ¿Te apetece un refresco?

Ness: No, gracias -contestó, metiéndose las manos en los bolsillos para intentar dar una imagen relajada y natural. Algo que le parecía casi imposible estando en aquel lugar-. Y gracias también por contarme la historia de la casa. Es fascinante que después de todo ese tiempo un Efron haya vuelto a recuperarla.

Zac tomó una lata de refresco y se sentó detrás de su escritorio.

Zac: Sí, a veces tengo la esperanza de que mis antepasados puedan estar paseándose por esta casa, disfrutando de lo que no pudieron disfrutar cuando vivían -cambió de tema bruscamente-. Creo que quizá sea bueno que hablemos de Alex. Y sobre Jess también. A veces cuesta creerlo, pero en cuanto siente a su hermano amenazado, lo defiende como defendería una loba a sus cachorros -señaló una de las sillas de cuero del despacho-. Siéntate, por favor.

Vanessa se sacó las manos de los bolsillos y se sentó al borde de una silla.

Zac: Fue ella la que le dio a Alex su apodo -continuó explicándole-. Brittany y yo lo llamábamos Alexander, y ella pensó que el nombre del bebé era «Doggie». Sólo tenía siete años, y supongo que encontraba normal que a un niño se le diera un nombre que significaba perrito. En cualquier caso, creo que ahí está la raíz del actual problema de mi hijo.

Ness: En realidad no creo que Alexander tenga un problema. Creo...

Zac: Desayuna en un plato para perros. Si eso no es un problema, no sé... -se interrumpió así mismo-. De acuerdo. Mira, Brittany murió hace tres años. Tres años. Y durante todo este tiempo, el niño está viviendo en un mundo que él mismo se ha creado -sacudió la cabeza con pesar-. Y me da miedo que algún día decida no volver a salir de él.

Ness: Tiene seis años -señaló-, a esa edad pocos niños tienen los pies en la tierra. Estudié algo de psicología en la universidad y aunque no soy una experta, señor...

Zac: Zac, llámame Zac.

Ness: Es una costumbre difícil de romper -murmuró-, tanto como para algunos la costumbre de interrumpir a los demás.

Zac: Lo siento -se disculpó-. Continúa, por favor.

Ness: A mí me parece que fingirse un perro es su manera de enfrentarse a una situación nueva que lo asusta. Alexander es terriblemente tímido y, sin embargo, ahí está, viéndose forzado a tratar con la niñera número cuatro mil quinientos no se qué, algo que ha tenido que hacer desde que su madre desapareció de su vida.

Zac: Doce -la corrigió-. Han sido doce niñeras.

Ness: ¿En tres años?

Zac: En cuatro. Contratamos una niñera en cuanto Brittany enfermó. Mia adoraba a los niños, y también a Brittany, pero se fue cuando… -se interrumpió bruscamente-.

Y Vanessa se descubrió preguntándose si se habría ido porque había visto u oído demasiado para sentirse segura en aquella casa.

Vanessa se regañó a sí misma por pensar algo así. Zac no había asesinado a su esposa, a pesar de lo que decían los rumores. De hecho, acababa de contarle que Brittany había enfermado.

Permanecía en ese momento frente a ella presionándose la frente con la mano, como si le doliera la cabeza, y Vanessa se sentía incapaz de presionarlo con preguntas sobre la muerte de Brittany. Ya tendría oportunidad de leer en alguna biblioteca lo que los periódicos habían dicho sobre ella, y si tenía preguntas que hacerle, hablaría abiertamente con él.

Zac: Las otras niñeras duraron muy poco -continuó explicándole-. Algunas solo unos días. Prácticamente ninguna era capaz de dominar a Jess y a Alex.

Ness: Debe de haber sido espantoso para los niños. No pretendo culparte, por supuesto -añadió precipitadamente-, sé que los adoras...

Zac: ¿Pero?

Ness: Pero tener doce niñeras en cuatro años habría sido una dura prueba para cualquier niño, y más todavía para uno tan sensible como Alex. A mí me parece, Zac...

Por fin estaba consiguiendo tutearlo, pero le resultaba excesivamente íntimo el tono que el tuteo imprimía a la conversación.

Zac estaba observándola, prestándole toda su atención. Y de pronto, sonrió ligeramente, las duras líneas de su rostro se suavizaron y el azul de sus ojos se intensificó.

Zac: Gracias, sé que no te resulta fácil tutearme.

Vanessa intentó no dejarse afectar por la suavidad de su voz.

Ness: A mí me parece -continuó-, que Alex se ha enfrentado al caos en el que se ha convertido su vida extraordinariamente bien. No tiene ningún motivo para confiar en mí, de hecho, yo solo voy a estar aquí durante unos meses y estoy segura de que él lo sabe. Por eso no quiere correr el riesgo de sentirse vinculado a mí. Y si tenemos eso en cuenta, lo único que puedo decir es que me ha dado una calurosa bienvenida. Así que, a menos que me lo prohíbas, continuaré siguiéndole el juego si esa es la única forma de establecer contacto con él.

Zac: No -contestó inmediatamente-. Todavía no las tengo todas conmigo, pero tienes razón en cuanto a lo de la timidez de Alex.

Ness: Alex es muy tímido, pero Doggie no -le explicó, refiriéndose al alter ego del niño-. Y no veo ninguna razón por la que él no pueda utilizar ese resorte para vencer su timidez.

Zac: El caso es que ese resorte me está volviendo loco -admitió con inmensa tristeza-. Esa es la parte más dura de ser un padre soltero. Tengo que enfrentarme solo a todo. Brittany era tan paciente con los niños...

Vanessa sintió una inmensa compasión por él. Era imposible que aquel hombre hubiera matado a su mujer. Absolutamente imposible.

Ness: Bueno, ahora cuentas conmigo. Y haré todo lo que pueda para ayudarte.

Zac: Supongo que es demasiado pronto para que te pregunte si has considerado la posibilidad de quedarte de forma permanente.

Vanessa soltó una carcajada y se levantó.

Ness: Será mejor que vuelva con los niños -comenzó a caminar hacia la puerta-.

Zac: Ness -la llamó. Cuando la joven se volvió, le dijo con voz cálida-: bienvenida a nuestra casa. Espero que podamos hablar un rato todos los días, quizá por la noche, cuando Jess y Alex se hayan acostado. Así podrás informarme de cómo van los niños.

Ness: Me parece... una propuesta inteligente -contestó con un hilo de voz-.

Zac: Entonces, ¿nos vemos a las nueve en mi despacho? Alex suele acostarse a las nueve menos cuarto, pero Jess no lo hace hasta las diez y media o las once. ¿Te parece bien?

A Vanessa le latía violentamente el corazón. Cuando Zac había empezado a decir que le gustaría que hablaran un rato todos los días, había cometido la estupidez de creer que lo hacía porque disfrutaba de su compañía. Pero no. Por un momento, había olvidado que era una niñera, que Zac estaba completamente fuera de su alcance y que ella llevaba una ropa interior aburrida. Por no mencionar que Zac todavía estaba enamorado de su esposa.

Zac: Te veré esta noche entonces.

Ness: De acuerdo.

Vanessa se volvió nuevamente para marcharse, alegrándose de que no pudiera leerle el pensamiento, pero Zac volvió a detenerla.

Zac: Ness, espera -se dirigió hacia ella-. Has olvidado...

Vanessa se sintió completamente confundida al sentir la mano de Zac en su trasero. ¿Qué estaba haciendo?

Zac: Toma, te habías olvidado de quitar la etiqueta -le tendió una pequeña tarjeta-.

Ness: Oh, Dios mío -musitó-.

Sabía que estaba sonrojándose. Y se sonrojó todavía más cuando se dio cuenta de que para descubrir la etiqueta, Zac había tenido que mirarle directamente el trasero.

Zac: No pretendía avergonzarte -susurró con una sonrisa-.

Vanessa tomó la etiqueta. Rozó su mano al hacerlo y alzó la mirada hacia sus ojos. Vio entonces que la sonrisa había desaparecido de su rostro.

Zac retrocedió, como si hubiera tenido de pronto la impresión de que estaban demasiado cerca.

Zac: Lo siento. Tengo la mala costumbre de avisar a la gente cuando lleva la bragueta desabrochada. Y quito las etiquetas de las camisas de gente a la que ni siquiera conozco. Es una costumbre que me ha causado algunos problemas.

Ness: Y yo necesitaría a una persona como tú constantemente a mi lado -admitió. Se dirigió hacia la puerta-. Creo que debería...

Zac asintió, retrocediendo nuevamente.

Zac: Entonces nos veremos a las nueve.

Ness: ¿No te esperamos a la hora de cenar? Quiero decir... Bueno, supongo que a los niños les gustaría verte.

Zac: No, yo... bueno, tengo una conferencia y...

Ness: Oh, es una pena.

Zac: Sí, bueno, te veré más tarde.

Aquello era verdaderamente extraño, pensó Vanessa una vez en el pasillo. ¿Qué habría sucedido? ¿Habían sido imaginaciones suyas, o realmente Zac se había puesto repentinamente tenso? ¿Habría mal interpretado su invitación a que cenara con ellos?

Sabía que era absurdo pensar que podía querer cenar con ella, pero, probablemente, querría ver a sus hijos, ¿o no?

Vanessa bajó las escaleras y se dirigió al cuarto de juegos.

Sí, era absurdo pensar que Zac Efron podía tener algún interés en cenar con ella.

Independientemente de la ropa interior que llevara, aquel hombre estaba completamente fuera de su alcance.




No estés tan segura de eso, Ness... No sabes lo que circula por la mente de Zac XD
Ya lo irás descubriendo.

Me da que Jessica les va a traer muchos problemas a ambos XD.

¡Thank you por los coments!

Claudix, aclaro tu duda. La novela es moderna y Vanessa es una verdadera princesa. Actualmente las princesas existen. Hay países que en lugar de tener presidentes, tienen reyes. En España tenemos rey. Nuevo rey, por cierto, desde hace poco. Su mujer es la reina y sus hijas las princesas. Y Vanessa es la princesa de un pequeño país. Espero haber aclarado tu duda.

¡Comentad, please!

¡Un besi!


3 comentarios:

Unknown dijo...

Me parece a mi que Ness le va a tener que hacer caso a Jess y cambiar su ropa interior. Es raro que una nena tenga tanta la razon! Es algo increible. Creo que Jess quiere que Ness se quede y sea como su madre y esposa de Zac.


Me parece a mi o hay amor en el aire? Creo que tienen una cita Zanessa jajaaj.

Sube prontoooo

Unknown dijo...

Ohhh cierto, tienes razón! Había olvidado ese detalle, todavía existen reyes y príncipes.. William y Kate.. siempre los veo en internet y me olvido de ellos ¬¬
Gracias por la explicación!

Ayayayy! Debo decir que me encanta la actitud desenfadada de Jess, puede que no la utilice de la mejor manera, pero sé que puede mejor :)
Y Zac me da tanta pena! :( Se nota que ama a sus hijos y se preocupa por Alex.. :( Pero allí está Vanessa al rescate! :D

Me encanta la nove, síguela pronto! :)

Maria jose dijo...

Este capítulo me ha sacado una sonrisa de mi boca
La novel esta muy buena y me esta gustando
Mucho esta relación de zc y vanessa
Sube pronto!!!
Me gusta que esta novela sea moderna

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