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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Capítulo 8


Se oían risas en el cuarto de juegos. Zac se detuvo en el pasillo para escuchar. Jess estaba hablando de una película cómica que había visto hacía unos días y aunque Alex no decía nada, se oían sus risas.

Un rápido vistazo al interior de la habitación le reveló que Alex estaba sentado a la mesa, dibujando, como un niño cualquiera.

Jess y Ness jugaban al Monopoly en el suelo. La niñera estaba tumbada en la alfombra, con la barbilla apoyada entre las manos. El fuego de la chimenea hacía brillar su pelo y sus ojos bailaban mientras reía con lo que Jess le estaba contando. Su risa provocó un extraño efecto en el vientre de Zac y...

Zac se apartó rápidamente de la puerta y se apoyó contra la pared antes de que Ness alzara la mirada y lo viera.

¿Pero a quién estaba engañando?

Sí, claro que pensaba en Ness Hudgens como amiga, como una hermana pequeña. Pero aquella mujer era mucho más.

Era, sencillamente, maravillosa. Hasta con los vaqueros y una sencilla camiseta estaba encantadora. Era, además, la personificación de la esperanza. La prueba de que la vida podía continuar. Era dulce, cariñosa... Y estaba haciendo un trabajo maravilloso con los niños. ¿Por qué le extrañaba entonces pensar que era una persona especial?

Esas eran las razones que explicaban la extraña sensación de su estómago.

Ness salió del cuarto de juegos, caminando casi directamente hacia él.

Ness: Hola -lo saludó-, no esperaba verte esta tarde. ¿Va todo bien?

Zac: Sí, estoy... Todo va estupendamente.

Ness señaló la puerta del cuarto de juegos.

Ness: Deberías entrar. Esta noche vamos a cenar aquí mientras tomamos unas pizzas. Si tienes tiempo para tomar una porción, hemos pedido más que suficiente.

Ness olía sorprendentemente bien. Era su pelo. Zac tuvo que contenerse para no acercarse más a ella.

Zac: No, lo siento, llego tarde. Solo quería ver qué estaban haciendo los niños.

Y tenía que admitir que también quería ver a Ness. Le gustaba que le sonriera, y que lo mirara a los ojos; le gustaba sentir una relación cálida con alguien tras tantos años de frialdad.

Pero no era sexo lo que buscaba, sino amistad. Quizá si continuaba repitiéndoselo, terminara creyéndoselo.

Ness: ¿No quieres entrar a despedirte de ellos?

Zac: No quiero echar a perder el buen humor de Jess. Le basta mirarme para...

En ese momento sonó el timbre.

Ness: Iré a abrir la puerta. ¿Sabes? Jess ha sacado una nota excelente en el examen de ciencias. Creo que deberías felicitarla.

Zac la observó en silencio mientras ella bajaba corriendo las escaleras.

Volvió a sonar el timbre. Y Zac no tuvo necesidad de entrar en la habitación de juegos. Porque fue Jess la que salió al pasillo.

Jess: Ness, ¿vas a abrir tú la puerta? -gritó y se paró en seco al ver a su padre-.

Zac: Hola Jess -la saludó forzando una sonrisa-. Sí, hum, Ness ha bajado a abrir la puerta. Caramba, me han contado que has sacado muy buena nota en el examen de ciencias. Buen trabajo.

Jess se encogió de hombros.

Jess: Era muy fácil. Tendría que haber sido una completa idiota para no sacar un sobresaliente.

Zac: Bueno, entonces felicidades por no ser una completa idiota.

Era una pésima broma, pero Jess ni siquiera sonrió.

Jess: Sí, tienes razón.

Y se metió nuevamente en el cuarto de juegos.

Zac se apoyó contra la pared, sintiéndose completamente agotado. Dios, ¿cómo era posible que una conversación con su hija le repercutiera como el mayor esfuerzo físico?

Era tarde, tenía que irse. Tomó aire y asomó la cabeza por la habitación de juegos.

Zac: Eh, Alex, solo he venido para despedirme de ti. -Alex se lo quedó mirando con un gesto completamente inexpresivo-. Bueno, adiós.

Entornó mentalmente los ojos ante la debilidad de su propia voz. ¿Qué diablos le pasaba? Estaba sudando por el esfuerzo de hablar con sus hijos.

Alex alzó la mano haciendo un gesto que podría recordar remotamente a una despedida.

Zac: Adiós hijos, tengo que irme -y se marchó rápidamente de allí. Bajaba las escaleras de dos en dos, pero amainó la velocidad al ver a Ness acercándose con varias cajas de pizza y una botella de refresco en las manos-. ¿Quieres que te ayude?

Ness: No, gracias -se detuvo y le preguntó-: ¿Cómo te ha ido con los niños?

Zac: No lo sé -admitió-.

Ness intensificó su sonrisa.

Ness: Todavía estás vivo, supongo que ese es un buen indicador.

Zac: Hemos conseguido no gritarnos, al menos eso podría considerarse una victoria.

Ness: Definitivamente.

Allí estaba otra vez. Resurgía nuevamente aquel agradable sentimiento de esperanza.

Zac: Me gustaría poder quedarme a cenar en casa -comentó-.

Ness: Y a nosotros nos encantaría que lo hicieras.

«Nosotros». Había dicho «nosotros». No le había llamado señor Efron, pero podría haberlo hecho perfectamente. ¿Pero qué otra cosa esperaba? ¿Qué se enamorara perdidamente de él, como la protagonista de Jane Eyre? No, cuando Ness lo miraba, veía en él únicamente a su jefe.

Ness: Será mejor que te des prisa -le aconsejó-, o vas a llegar tarde a esa cena.

Ness tenía razón, pero aun así, Zac dudó.

Zac: Cuando les des las buenas noches a los niños, diles que los quiero, ¿de acuerdo?

Ness: Siempre lo hago -contestó y comenzó a subir las escaleras-.

Zac continuó bajando. Tomó el abrigo y el maletín que había dejado en el vestíbulo y salió a la calle completamente decidido a conseguir que Ness prolongara su contrato hasta después de enero.

Él era un experto negociador, averiguaría su precio y le haría una oferta que ella no podría rechazar.

Sabía que era una locura, pero no podía sacarse de la cabeza la idea de que Ness era lo mejor que le había ocurrido nunca a su familia.

Ni siquiera podía recordar la última vez que había deseado algo con tanta intensidad.


Jess había dejado un catálogo de ropa interior en la habitación de Ness.

Ropa interior. Páginas y páginas de ropa interior en las que resultaba extraño encontrar alguna prenda blanca.

Ness tiró el catálogo al suelo y se acercó al espejo para estudiar en él su reflejo.

Jess tenía razón sobre su camisón. Era blanco con florecitas rosas, lo llevaba abrochado hasta la barbilla y no era ni remotamente sexy.

Se desabrochó varios botones, intentando imitar a las modelos del catálogo. Se humedeció los labios y se ahuecó el pelo, pero en vez de conseguir el efecto romántico que buscaba, lo que parecía era que acababa de levantarse. Dejó que el camisón se deslizara por sus hombros. Y entonces pensó que lo único que parecía era tonta.

Todo lo que... Oyó un golpe e inmediatamente un lamento procedente de la habitación de Alex.

Ness se abalanzó hacia la puerta y corrió hasta el dormitorio del niño, pensando que se abría caído de la cama.

La puerta estaba ligeramente abierta. Vanessa la abrió de par en par. Y descubrió que Zac ya estaba allí. Alex estaba en el suelo, llorando suavemente, y Zac arrodillado a su lado. Debía acabar de llegar, porque en ese momento lo estaba levantando en brazos.

Vanessa se agachó a su lado.

Ness: ¿Está bien?

Zac acarició la cabeza del pequeño.

Zac: Lo creas o no, ha vuelto a quedarse dormido.

Ness: ¿Estás seguro de que está bien? Mi hermana pequeña se cayó una vez de la cama y se le puso un ojo morado. No lo descubrió hasta la mañana siguiente, pero si le hubiéramos puesto hielo nada más darse el golpe, podríamos haberlo evitado.

Zac movió ligeramente al niño para poder verle mejor la cara. Vanessa intentó apartarle el flequillo para verle bien la frente y al hacerlo rozó la mano de Zac.

Nees: Lo siento -musitó, sintiéndose inmediatamente estúpida-.

¿Por qué se disculpaba? Lo único que había hecho era tocarlo.

Alzó la mirada, esperando una de las amistosas sonrisas de Zac.

Pero Zac no estaba sonriendo. La estaba mirando como si hasta ese momento no hubiera sido consciente de que estaba allí. Bajó la mirada hacia su camisón, caído ligeramente por los hombros... y con cinco botones desabrochados. Oh, Dios.

Vanessa se echó hacia delante el camisón y descubrió al hacerlo que lo único que había conseguido era mostrar ligeramente sus senos.

Zac alzó la mirada bruscamente, como si acabara de darse cuenta de que la había estado mirando fijamente.

Zac: Estabas en la cama -susurró, como si tuviera dificultades para hablar-.

Ness: Todavía no -contestó conteniendo la necesidad de cubrirse hasta el cuello-. Yo me quedaré con él -le dijo, alegrándose de que la tenue luz disimulara su sonrojo-, pero tienes que ayudarme a meterlo en la cama.

Zac lo dejó en la cama y le explicó a Ness:

Zac: Todas las noches vengo un rato a estar con él antes de acostarme. No me importa quedarme.

Miraba fijamente a Alex, evitando desesperadamente mirar a la joven. Todavía era extremadamente consciente de que estaba cerca de él. Demasiado cerca, incluso. Quizá fueran imaginaciones suyas, pero tenía la sensación de que hasta podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo.

Y deseaba desesperadamente que se fuera.

Porque anhelaba desesperadamente que se quedara. Quería que se acercara todavía más a él para perderse en la dulzura de sus labios y en la exuberancia de su cuerpo. Ardía de ganas de acariciar la piel de aquellos senos que había podido entrever.

Era una completa locura.

Estaba en el dormitorio de su hijo. Su reacción ante aquella mujer era completamente inadecuada.

Todas las mentiras que había estado diciéndose durante aquellos días cayeron por tierra.

Una hermana, una amiga, ¡ja!

No podía seguir negando la evidencia: deseaba a la niñera de sus hijos. La había deseado desde que la había visto entrar en su despacho. De hecho, si pensaba en ello, tenía que reconocer que Mary Poppins siempre le había parecido una mujer excitante.

Ness continuaba allí, vacilante.

Pero él no iba a volver a mirarla.

Ness: ¿Estás seguro? A mí no me importa quedarme con él.

Zac: Estoy completamente seguro -respondió, sin apartar la mirada del niño-.

Y podría haber tenido éxito. Podría no haber vuelto a mirarla. Pero Ness se inclinó para apartarle a Alex el flequillo. Y al hacerlo le ofreció a Zac una panorámica completa de la parte delantera de sus senos.

Ness: Buenas noches -se despidió inocentemente, sin tener ni idea de lo que acababa de hacer-.

Zac: Buenas noches -susurró conteniendo la respiración hasta que la oyó salir del dormitorio-.

Dios, pensó Zac, tenía un serio problema.




Problema es decir poco, Efron.
La que también tiene un serio problema es Vanessa. Que una cría de doce años le diga como ligarse a su padre es humillante además de embarazoso XD.

¡Thank you por los coments!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


3 comentarios:

Maria jose dijo...

Ho dios este capítulo es perfecto!!!!
Ame este capítulo al igual que amo esta novela
Ya quiero leer mas y mas capitulos
Como te lo digo desde hace rato
Soy adicta a las novelas que pones aquí
Sube pronto que espero con muchas
Ansias el próximo capítulo
Esa jess me cae muy bien!!!
Sube pronto

Unknown dijo...

Un gran capitulo, es perfecto perfecto.
Por fin Zac se da cuenta que desea a Ness... y con que manera se dio cuenta que la desea no? Y Ness tan inocente, creo que falta poco para que pase algo entre ellos.
Me encanto el capi, amo esta novela, amo todas las novelas que subes. Soy adicta a leer tus novelas.


Sube prontooo :)

Unknown dijo...

:D :D :D :D Por fin Zac se dio cuenta que no quiere a Ness como una hermana o una amiga!!! Ahora solo falta que ella también se de cuenta!!!!!!
Será horrible cuando él se entere por qué ella está allí en realidad.. :(

Síguela pronto.. :)

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