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lunes, 30 de junio de 2014

Capítulo 20


La nieve la seguía hacia el este como un fantasma hambriento que deseara devorarla.

Vanessa esperó poder dejar atrás la tormenta, pero ésta parecía avanzar a su ritmo. Puso la radio del coche y oyó el parte meteorológico. Las noticias no eran nada alentadoras: la tormenta se desplazaba hacia el este, y había otra que se acercaba procedente del sur.

De adolescente, Vanessa había adorado la nieve. Cuando nevaba, todo se cubría de un hermoso color blanco; las escuelas se cerraban y el paisaje adquiría un aspecto mágico.

Pero ahora la nieve, pese a su blancura, parecía un lienzo oscuro y sofocante que ensombrecía el cielo, un presagio de muerte y perdición que caía a su alrededor en forma de ventisca.

Cuando Vanessa llegó por fin al pueblo de Danvers, Connecticut, estaba oscureciendo, a pesar de que aún era temprano.

El pueblo aparecía desierto. La calle principal estaba formada principalmente por dos hileras de tiendas vacías, en su mayoría cerradas con tablas. Alguna persona bienintencionada había puesto luces de Navidad, pero la mitad estaban apagadas, de modo que la silueta del muñeco de nieve semejaba un signo de interrogación.

Vanessa se detuvo en la gasolinera para llenar el hambriento depósito del Cadillac. Mientras salía del coche, alguien salió para atenderla.

**: Yo me ocuparé, señora -dijo un anciano de arrugadas facciones-. ¿Quiere que revise también el aceite?

Ness: No es necesario. Solo quiero poner gasolina.

**: Qué preciosidad de coche -dijo el anciano. Dada su edad, debía de haber visto muchos vehículos como aquél en su juventud-. ¿Va bien?

Ness: Sí, muy bien.

**: Debe de haberlo restaurado un experto. Seguro que le ha costado una pasta.

Ness: Me lo han prestado.

El anciano emitió un silbido.

**: Pues el dueño debe de quererla mucho. Nadie presta un coche como éste si no es por amor.

Vanessa dejó escapar una risita desprovista de humor.

Ness: Me temo que el dueño ni siquiera cree en el amor. Solo cree en los coches.

**: ¿Y acaso hay alguna diferencia? -dijo el anciano-. Esta preciosidad puede valer tranquilamente cincuenta de los grandes. Trátela con cuidado.

Vanessa parpadeó. El anciano debía de estar chiflado. Un viejo coche no podía valer tanto dinero. De ser así, Zac no se lo habría prestado. Ni le habría dicho que lo abandonase cuando ya no lo necesitara.

Ness: El pueblo parece muerto -dijo cambiando de tema-.

**: Está muerto. La fábrica cerró hace veinticinco años, y cada vez se va más gente. Antes había cinco gasolineras en el pueblo. Ahora solo queda la mía. Todo el mundo se ha trasladado a las ciudades. Diablos, ya ni siquiera viene la gente rica que solía venir en otra época -el anciano cerró el depósito-. ¿Qué hace una jovencita como usted en un pueblo fantasma como éste?

Ness: Estoy buscando las ruinas de una vieja mansión llamada Dungeness Towers.

**: ¿«La Mazmorra»? ¿Para qué quiere ir allí? Solo quedan un par de torres a punto de derrumbarse y unos cuantos fantasmas, quizá. Es peligroso acercarse. Desde luego, no es sitio para una mujer. Y menos en medio de una tormenta de nieve.

Vanessa miró de soslayo el enorme parabrisas del Cadillac.

Ness: Creo que ha dejado de nevar.

**: Pero no tardará en empezar de nuevo. ¿Para qué quiere ir a «la Mazmorra»?

Ness: Soy escritora -respondió con total naturalidad. Ella, que jamás había sabido mentir-. Estoy escribiendo un artículo sobre los magnates de Connecticut, y mis investigaciones me han conducido hasta Dungeness Towers.

**: ¿Magnates? Sí, supongo que podría decirse que el viejo James Hudgens fue un magnate. Construyó la fábrica que daba trabajo a la gente del pueblo. No era mala persona, pero su hijo era un bastardo sin entrañas. Vendió la fábrica a una corporación a la que le importaba un carajo la gente o la economía del pueblo. La compraron para aprovecharse de los fiscales y luego la cerraron.

Ness: Pero el hijo de James siguió viviendo aquí, ¿verdad? Murió en la mansión, ¿no es cierto?

**: Sí, y también su mujer. La casa se incendió y los dos quedaron atrapados en una de las torres. Esa noche nevaba mucho y los bomberos no pudieron llegar hasta que fue demasiado tarde. Ese pobre niño estaba fuera, sentado en la nieve, oyendo los gritos de sus padres mientras morían abrasados. Siempre me pregunté qué habría sido de él. Un suceso así debió de marcarlo mucho.

Ness: Sí, debió de ser muy duro para él -dijo en tono neutro-.

Mike nunca se mostró traumatizado por lo ocurrido. De hecho, Vanessa había pensado que no se encontraba en la casa cuando ocurrió la desgracia. No sabía que Mike había estado allí, que había sido el único testigo y el único superviviente.

**: Yo que usted evitaría a los Hudgens -dijo el anciano-. Son una familia maldita. Además, en «la Mazmorra» no encontrará nada de interés. Hace unos diez años se instalaron en ella unos traficantes de droga, y la policía llegó a sospechar que alguien utilizaba la vieja cochera como taller clandestino, pero no pudieron detener a nadie.

Ness: ¿Como taller clandestino?

**: Sí, ya sabe, esos sitios donde se desmontan coches robados y se reconvierten para darles una apariencia totalmente distinta. Es un negocio que da bastante dinero, aunque hay que ser muy rápido y muy bueno para hacerlo sin que te pillen.

Vanessa aferró con fuerza el volante. No debería sorprenderle... Era lógico que Zac se hubiese ganado la vida vendiendo droga y manipulando coches robados. Sin embargo, no resultaba tan lógico en el caso de Mike; probablemente por eso no habían llegado a pillarlos nunca.

Ness: Quiero echar un vistazo al lugar antes de que anochezca. Hacer unas cuantas fotos.

El anciano meneó la cabeza.

**: Como quiera, señorita. Pero las carreteras están en un pésimo estado. Luego no diga que no se lo advertí.

Ness: Espero no tener problemas. Además, allí no hay nadie, salvo fantasmas, quizá. Y no creo en ellos.

**: ¿No? Pues yo no estaría tan convencido. A veces se ven luces en la mansión, cuando en teoría no debería haber nadie en ella.

Ness: Los fantasmas no existen -insistió con firmeza-. ¿Puede decirme cómo se llega hasta las ruinas?

**: Diablos, está bien. Usted sabrá lo que hace. Cuando llegue a la esquina del final de la calle, gire a la izquierda y siga en esa dirección. Al cabo de cinco o seis kilómetros encontrará un pequeño camino que se desvía hacia la izquierda. Estará cubierto de vegetación y probablemente ni siquiera lo verá.

Ness: ¿Es el camino que conduce a la mansión?

**: Sí. Está en muy malas condiciones. Lamentaría mucho que estropease usted el coche de su novio.

Novio. En otra época, Vanessa habría dado cualquier cosa con tal de que el chico malo de Marshfield fuera su novio.

Pero, qué diablos, más valía tarde que nunca. Más valían cinco minutos de fantasía que la brutal realidad.

Ness: Mi novio me perdonará. Me quiere.

El anciano tenía razón. El camino apenas resultaba visible, y Vanessa estuvo a punto de pasar de largo. Era una locura conducir por aquel sendero desierto, que iba estrechándose más y más a medida que avanzaba.

Vanessa se había adentrado algo más de un kilómetro en el bosque cuando vio que un árbol caído bloqueaba el camino.

Pisó el freno de golpe y observó con horror cómo el Cadillac se deslizaba por la nieve antes de detenerse a pocos centímetros del grueso tronco.

Después de sopesar sus opciones, Vanessa apagó las luces del coche y abrió la guantera con la esperanza de encontrar una linterna. No había ninguna. Buscó a tientas debajo del asiento del conductor y dio con algo estrecho y cilíndrico. Lo sacó y lo dejó caer enseguida.

Era una pistola.

Vanessa encendió la luz del techo para echarle un vistazo. Debía de pertenecer a Zac. A Vanessa no le gustaban las armas, pero su padre sí había sido aficionado a ellas y opinaba que todo el mundo debía aprender a conocerlas y a respetarlas.

No era precisamente respeto lo que Vanessa sentía en ese momento, pero al menos pudo distinguir que estaba bien engrasada, limpia y cargada. Incluso sabría disparar con ella.

Volvió a introducir la mano debajo del asiento y sacó una caja de balas y la linterna que había estado buscando. ¿Habría dejado Zac la pistola allí intencionadamente o por descuido?

No, no habría cometido un descuido tratándose de un arma.

Después de ponerse el chaquetón, Vanessa se bajó del coche y volvió a guardar la pistola debajo del asiento. Al fin y al cabo, ¿contra quién iba a utilizarla? ¿Contra Mike? ¿Contra Zac? No, no era probable.

Las botas que compró en la tienda de saldos distaban de ser impermeables, y la nieve se filtraba en ellas mientras Vanessa avanzaba por el sendero. No había huellas de neumáticos, ni señal alguna de que alguien hubiese estado allí en los últimos diez años.

Vanessa siguió caminando hasta que, al fin, vio las torres recortadas contra el cielo.

Eran dos, aunque una de ellas estaba prácticamente en ruinas. La primera también parecía a punto de derrumbarse. Al pie de las torres había montones de madera quemada, metal retorcido y vidrios rotos. Nadie había tocado aquel lugar desde que se produjo el incendio en el que perecieron los padres de Mike. Era extraño que Isabella no hubiese hecho restaurar la mansión o, al menos, limpiar los restos del desastre. No, lo había dejado todo tal como estaba. ¿Por qué?

Quizá se le había hecho difícil ocuparse del asunto por el dolor y el horror de las circunstancias en que murieron su hermana y su cuñado. O tal vez había dejado la mansión así a petición de Mike. Era imposible saberlo.

Vanessa rodeó la inmensa superficie plagada de ruinas y miró de reojo la torre destrozada. Parecía un oscuro vigilante gótico que le advertía que se alejara de allí.

Al principio, creyó que la luz que brillaba en la oscuridad era cosa de su imaginación. Entornó los ojos, pero el viento y la nieve dificultaban la visibilidad.

Empezó a caminar en esa dirección. Se golpeó la cara con la rama de un árbol y dejó escapar un grito de dolor que rompió el silencio del bosque nevado.

Aquello era una idiotez. Tenía frío, se sentía fatal y la oscuridad impedía ver nada. Se dispuso a volverse, pero en ese momento cambió la dirección del viento y la luz se vio de nuevo con nitidez.

Vanessa siguió adelante, pues, agarrando con fuerza la linterna.

¿Qué había dicho el anciano? ¿Que allí había habido un taller clandestino? En ese caso, ella lo encontraría. La estructura de madera de dos plantas debió de servir de cochera en otros tiempos, y en el piso superior estarían las habitaciones de los criados. La luz procedía de una ventana del segundo piso. Vanessa comprendió que al fin hallaría lo que estaba buscando: respuestas.

Ni siquiera intentó moverse con sigilo mientras abría las puertas de la cochera. Las escaleras eran estrechas y oscuras, no muy distintas de las del garaje de Zac. Los carcomidos peldaños de madera crujían bajo sus pies.

Vanessa siguió subiendo, con el corazón acelerado, hasta que llegó a la puerta situada en lo alto de la escalera. Podía llamar, desde luego, pero le parecía una estupidez; de modo que simplemente alargó la mano hasta el pomo y abrió la puerta.

Mike: ¿Buscas fantasmas, Vanessa? -Estaba sentado junto a la ventana, con una pistola en el regazo-. Pues has encontrado uno.




¡Pánico! ¡Qué cunda el pánico!
Oh my God! ¡El chiflado de Mike va armado!
¡Zac, corre!

¡Thank you por los coments!

¡Leonela, bienvenida! Me alegro de que estés al día con mis novelas.
Por cierto, en el anterior capi dije que quedaban dos capis. Me equivoqué =P. ¡Quedan 3!

¡Comentad, please!

¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

estuve todo el finde en lo de una amiga estudiando porque rindo mañana. Llegue hace un rato a casa y lo primero que hice fue venir a ver si había capitulo!!!! y gracias al cielo subiste! jajajajjajaj
finalmente se develo el misterio, mike está vivo, espero que nessie deje de ser tan ingenua y le caigan las fichas de una vez!!
que se de cuenta que zac se reformo y la ama!!
y que zachy se apure porfaaaaa
Ahora voy a entrar en sindrome de abstinencia hasta que vuelvas a subir ajjajajaja
Besote!

Unknown dijo...

Pooooor dios!!! Estoy muriendo de nervios por Vane.
Solo espero que Zac llegue a tiempo... solo eso.
Y Mike... es un perro!!! No puede ser taaan malo con su propia prima y amigo... pero bueno, alguien tenia que ser el malo, entonces Mike no esta muerto verdad?

Sube prontooooo :)

Unknown dijo...

OOOMMMGGGG!!!!!! Mike está vivoooooooooo!!! Bueno, eso parece!!! Wow!!! Creo que era un poco obvio, pero él odia a Vanessa porque Zac está enamorado de ella!!!!!! Y Mike lo quiere a él!!!!!!! Está locoooo!!!
Zac, llega rápido!!!

Síguela pronto!
Cuídate!

Maria jose dijo...

Omg!!!!! Ya quiero más capítulos
Estos últimos están muy cardiacos jajajaja
Mike esta vivo!!!!! Y vanessa en peligro!!!!
Espero que zac no tarde en llegar
Ya quiero ver cuando se junten los 3 va a
Este muy emocionante el siguiente
Sube pronto please!!!!!
Saludos a todas

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