topbella

viernes, 13 de junio de 2014

Capítulo 15


Zac no daba créditos a sus oídos. Vanessa se dio media vuelta y caminó hasta el viejo Cadillac. Tenía el mismo aspecto que cuando era una jovencita de dieciséis años.

Él la siguió. Empezó a desabotonarse la camisa de franela al llegar al Cadillac, pero Vanessa lo detuvo. Luego le desabrochó los botones ella misma. Cuando le hubo quitado la camisa, apretó los labios contra su acelerado corazón mientras bajaba las manos hasta el cinturón.

Lo tocó a través de la gruesa tela de los vaqueros, acariciándolo lentamente con los dedos, y Zac emitió un jadeo ahogado.

Zac: Como no subamos al coche ya, dudo que podamos hacerlo -dijo con voz áspera-.

Vanessa alzó los ojos para mirarlo. Tenía el cabello sobre la cara y las mejillas congestionadas.

Ness: Ya estamos en el coche.

Zac: Soy capaz de tumbarte en el suelo de cemento.

Ness: No parece muy cómodo.

Ya le había desabrochado el botón de los vaqueros y le estaba bajando la cremallera con delicadeza, sin tocarlo apenas. Aquel leve roce resultaba más erótico que la caricia de una mano experimentada.

Zac: Súbete al maldito coche -dijo entrecortadamente-.

Ness: Dentro de un momento -le bajó el pantalón y se arrodilló delante de él. Tomó el miembro con la boca, solo para probarlo. Él dejó escapar un desesperado gemido de placer. Ella se retiró al instante y lo miró con los ojos muy abiertos-. ¿Te he hecho daño?

Zac: No. Dios, no.

Enterró los dedos en su pelo y la empujó otra vez hacia sí con suavidad.

Era lo más erótico que había sentido en toda su vida. Vanessa no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Simplemente experimentaba, tocando, saboreando, chupando. Zac no tuvo que guiarla. Se apoyó en el Cadillac, por miedo a que le fallaran las rodillas, y dejó que ella lo llevara al borde del orgasmo con su boca dulce e inexperta. Al oír sus gemidos, comprendió que estaba tan excitada como él.

Se retiró de ella, la tomó en brazos con facilidad y la introdujo en el coche. El asiento trasero del Cadillac era tan grande que casi parecía una cama. Después de quitarle las braguitas de algodón, Zac empujó suavemente a Vanessa para que se echara en el asiento, pero ella negó con la cabeza. Cambió de posición y se puso encima mientras él se recostaba en el respaldo de cuero.

Zac le deslizó la mano debajo de la falda y comprobó que estaba húmeda. Preparada.

Ness: Enséñame cómo se hace -susurró-.

Los condones estaban en el pantalón, fuera del coche. Y Zac no pensaba parar por nada del mundo. Se agarró el miembro y lo acercó a la vagina de Vanessa, rozándola apenas. Notó cómo ella se estremecía.

Zac: Solo tienes que moverte despacio. Ya verás cómo te gusta... -Vanessa ya se estaba introduciendo el miembro lentamente, y Zac apenas podía hablar-. Después sigue moviéndote.

Ella siguió sus instrucciones. Despacio, muy despacio, fue bajando hasta poseerlo por completo. Zac le rasgó el vestido y le cubrió los senos con las manos, tocándola, acariciándola hasta que sintió que su cuerpo se contraía y se tensaba alrededor del miembro.

Con un jadeo de pura necesidad, Vanessa se echó encima de Zac y recostó la cabeza sobre su hombro.

Sus pechos eran extraordinariamente sensibles. Tenía los pezones duros como piedras, y Zac deseó paladearlos con la boca. Iba a hacerlo cuando Vanessa le susurró al oído:

Ness: Quería que te corrieras en mi boca. -Él casi, se corrió entonces. Su miembro pareció hincharse dentro de ella, y Vanessa lo miró con los ojos abiertos de par en par-. Todavía no.

Y empezó a moverse.

Zac la dejó hacer. Sus movimientos cobraron velocidad. Empezó a jadear, a emitir fuertes gemidos, y él la rodeó con los brazos y elevó las caderas mientras ambos alcanzaban el clímax al mismo tiempo. Ella dejó escapar un grito agudo y suave antes de derrumbarse sobre Zac, llorando. Parecía una muñeca rota, pero él sabía que se sentía satisfecha. Aunque le faltaba el aliento, la obligó a alzar la cabeza y le dio un suave y apasionado beso en los labios. Sintió que una nueva contracción recorría su cuerpo.

Zac dejó la ropa desperdigada en el suelo del taller y cerró la puerta con el pie. Luego llevó a Vanessa arriba, a su cama. Se tumbó a su lado y la abrazó fuertemente y, por primera vez en su vida, durmió con una mujer.

Cuando Vanessa se despertó, era de día y estaba sola. Zac había pasado la noche con ella. Abrazado a ella. En un momento determinado, Vanessa se había despertado y lo había sentido dentro de sí. En otro momento simplemente permanecieron allí tumbados, besándose sin parar. Zac sabía besar muy bien. Sabía hacerlo todo muy bien.

Vanessa tenía frío, estaba sudada y sentía dolores en todas partes. Necesitaba ducharse y ponerse ropa limpia. Pero, sobre todo, necesitaba a Zac.

No se oía ninguna música en el taller. Vanessa se levantó de la cama y se envolvió con la sábana.

¡Maldición, cómo le dolía el cuerpo! Pero un buen baño caliente haría maravillas.

Fue hasta el cuarto de baño y llenó la bañera hasta el borde. Al meterse en la bendita agua caliente, exhaló un suspiro de placer. ¿Cómo podía estar tan destrozada y sentirse tan bien al mismo tiempo?

Recostó la cabeza en el frío borde de la bañera y cerró los ojos. Notó que una sonrisa se formaba en su semblante. Zac le había dicho que podía hacerla gritar, y era cierto. Pero no le había dicho que podía hacerla sonreír.

Cuando se sintió lista para salir de la bañera, miró alrededor. En el cuarto de baño solo había una toalla, y estaba mojada. La toalla de Zac. Vanessa se la acercó al rostro y pudo oler el jabón y champú que había utilizado. Inhaló el aroma, como si fuera una droga, y por primera vez comprendió por qué Zac había guardado el vestido. Ella también se habría llevado aquella toalla y habría dormido con ella, como la adolescente enamorada que había sido siempre.

Se envolvió de nuevo en la sábana y, al regresar a su cuarto, comprobó que Zac había subido la maleta. Se puso rápidamente los vaqueros y un viejo suéter de lana. Estaba preguntándose si Zac subiría al cuarto cuando oyó un ruido arriba. Un crujido débil, como la pisada de un fantasma.

Se quedó muy quieta y escuchó atentamente. Otro ruido. Como si arrastraran algo por el suelo. Zac debía de estar en el piso de arriba, aunque Vanessa ignoraba qué hacía allí.

Lo más lógico habría sido bajar a la cocina, buscar algo para desayunar y mantenerse alejada de Zac mientras fuera posible. Su cuerpo necesitaba recuperarse y sabía que, si él volvía a tocarla, sería incapaz de negarse.

Pero en aquellos momentos su cerebro no se guiaba por la lógica. Decidió subir para ver qué estaba haciendo Zac.

La escalera estaba sumida en la oscuridad.

De haber tenido una imaginación hiperactiva, Vanessa habría pensado que allí arriba había monstruos esperándola. Pero era una mujer realista. Salvo en lo que a Zac Efron se refería.

Los peldaños crujían bajo sus pies. Vanessa subió con cuidado, pues no quería pisar otra rata reventada. Además, tenía la extraña sensación de que alguien o algo la observaba.

El pasillo era igual que el del piso inferior. Todas las puertas estaban cerradas a cal y canto. Todas menos una situada en el lado izquierdo del pasillo. La única luz procedía de aquella habitación. El grisáceo resplandor del día.

Ness: ¿Zac? -llamó. No hubo respuesta. Solo un ruido de algo que se movía en la habitación. No eran pisadas de ratas. Era algo más grande, más contundente. Vanessa avanzó por el pasillo, pisando con fuerza el crujiente suelo para hacer notar su llegada-. ¿Zac? -repitió-.

Tampoco entonces hubo respuesta.

Llegó hasta la puerta y vio que estaba entreabierta. Vanessa la empujó para abrirla del todo, pero en la habitación no había nadie. Ni un alma.

Permaneció inmóvil mientras sus ojos se acostumbraban a la tenue luz. La habitación era idéntica a la suya, aunque estaba completamente vacía. Las paredes y el suelo de madera estaban cubiertos de manchas oscuras, había varios desconchones en el yeso, como si alguien hubiese estrellado algo contra la pared. Las manchas eran más oscuras allí.

Vanessa pudo sentir el dolor y la maldad que la envolvían como un gélido manto. Y comprendió que fue allí donde Mike había muerto. Las manchas eran las marcas de su sangre.

El calor de la calefacción no llegaba hasta aquel piso. O, si llegaba, ella no podía sentirlo. Solo podía sentir el dolor y el horror que habían llenado aquella habitación tres meses atrás, que aún vivía dentro de aquellas cuatro paredes, sediento de venganza.

Vanessa notó una presencia detrás de ella, y un escalofrío de terror le recorrió la columna. Allí no había nadie, le dijo su mente racional. Pero sabía que ya no estaba sola y no se atrevía a volverse, temerosa de lo que pudiera ver. Permaneció inmóvil, con los ojos clavados en la habitación cubierta de sangre reseca.

Algo la empujó con fuerza, algo tan insustancial como una ráfaga de viento. Vanessa cayó hacia el interior de la habitación y el suelo cedió bajo sus pies.

Gritó. Se había hundido hasta las rodillas en los podridos tablones y estaba atrapada. Miró rápidamente hacia la puerta, pero no vio a nadie.

La madera se había desmoronado a su alrededor y, cada vez que forcejeaba para liberarse, se hundía aún más a medida que el suelo seguía cediendo. De repente, temió que unas manos fantasmales tirasen de ella desde abajo para arrastrarla hasta algún infierno indescriptible, y volvió a gritar, esta vez llamando a Zac.

Cuando oyó el fuerte ruido de sus pisadas en la escalera, suspiró con alivio. Él no podía haberla empujado. No habría tenido tiempo de empujarla, bajar y subir de nuevo.

Zac la agarró por los brazos y la sacó de entre los tablones podridos mientras ella emitía un grito de dolor. Después la arrastró hasta el pasillo. Vanessa se apoyó en la pared, con las piernas temblorosas, y observó cómo él cerraba la puerta y echaba el pestillo, dejando allí dentro la maldad. La verdad.

Zac: ¿Qué coño hacías ahí dentro?

Vanessa empezaba a sentir un dolor punzante en la pierna. Le temblaba todo el cuerpo.

Ness: Fue ahí donde murió, ¿verdad? -inquirió con voz baja, tensa-. En esa habitación asesinaron a Mike. Hay manchas de su sangre por todas partes. Dios santo, ¿no podías haber limpiado la sangre, por lo menos?

Silencio.

Apenas podía ver la silueta de Zac en el oscuro pasillo. Era imposible leer su expresión.

Zac: No deberías haberte puesto a husmear.

Ness: ¡Diablos, ni siquiera debería haber venido, y ambos lo sabemos! Mi lugar no está aquí y desde luego, no está en tu cama.

Zac: Ni en el asiento trasero de mi coche. Ni en la cocina. Ni en el suelo del taller. Ni dondequiera que acabemos haciéndolo. Pero es ahí donde deseas estar.

El dolor que Vanessa sentía en la pierna no era nada comparado con la dureza de sus palabras.

Ness: Vete al infierno.

Se retiró de la pared, pero le fallaron las piernas. Zac la tomó en brazos rápidamente.

Zac: Deja de forcejear -gruñó mientras se retorcía para zafarse de sus brazos-. Me harás enfadar, y no te conviene verme enfadado. Estás herida y no puedes caminar, así que cállate y déjame ayudarte.

Una vez que llegaron a la cocina, Zac la sentó encima de la mesa de roble. Había algo en el fuego, algo que olía deliciosamente. Vanessa notó que su estómago vacío gruñía a causa del hambre.

Intentó bajarse de la mesa, desde luego, pero él la sujetó.

Zac: No hagas que me cabree todavía más. Te has lastimado la pierna y no quiero que me pongas una demanda. No tengo seguro y, aunque sé que te encantaría quitarme el taller y quemarlo hasta los cimientos como tributo a tu querido Mike, he trabajado mucho para comprarlo y no pienso perderlo. Así que quédate quietecita y deja que te eche un vistazo. Mierda -añadió al cabo de un momento-.

Ness: Mierda -repitió al ver la sangre en la pernera de los tejanos-.

Con razón le dolía tanto.

Zac: No te muevas. -Fue hasta un cajón y sacó algunas cosas. Luego regresó y le cortó el pantalón hasta la rodilla con unas tijeras antes de que pudiera protestar. Tenía tres tajos profundos en la pierna. Ya no sangraba, pero tenía el pie empapado de sangre-. Échate en la mesa.

Ness: Me parece que eso ya lo he oído antes -dijo con tono sarcástico-.

Zac: Compórtate, Vanessa.

La empujó con suavidad y ella obedeció, cerrando los ojos.

Ness: ¿Me empujaste tú? ¿Arriba, en esa habitación?

Zac, que había empezado a desinfectar las heridas con sumo cuidado, apenas dudó.

Zac: No quería que entraras allí. ¿Por qué iba a empujarte? Las tablas del suelo están muy podridas. He reparado el tejado esta misma primavera, porque estaba lleno de goteras. Pero no me quedó dinero para arreglar el maldito suelo. ¿Para qué diablos subiste?

Ness: Oí que algo se movía allí arriba. Pensé que eras tú.

Zac: Yo estaba en el taller. Eso que oíste sería una rata. Este sitio debe de estar infestado de ellas. Nadie sube nunca ahí arriba. -Vanessa se estremeció. Cuando él hubo terminado de vendarle la pierna, se incorporó y lo miró. Tenía las manos manchadas de su sangre-. ¿Te encuentras bien? -preguntó, casi a desgana-. Estás pálida como un fantasma.

Ness: Los fantasmas no existen, ¿verdad? Mike murió. No puede volver.

Zac: Sí, murió. Yo identifiqué el cadáver, Vanessa. No hay duda de que era él, a pesar de las condiciones en que estaba.

Ness: ¿Condiciones? -repitió con voz débil-.

Zac: Vamos, Vanessa, sabes muy bien en qué estado quedó. Lo golpearon hasta reducirlo a sanguinolenta pulpa. Ni la misma Duquesa lo habría reconocido, de no ser por la ropa y las joyas que llevaba.

Ness: Entonces, ¿no pudo producirse un error en la identificación?

Zac negó con la cabeza.

Zac: Yo estaba aquí cuando sucedió todo, Vanessa. Mike nunca llegó a salir del garaje.

Ness: ¿Cómo que estabas aquí? -inquirió empezando a dudar-. ¿Sabías lo que estaba ocurriendo?

Zac no la miró.

Zac: Yo no era la niñera de Mike. Se alojaba en el tercer piso, ¿recuerdas? Y yo trabajo en el taller con la música a todo volumen.

No era una respuesta sincera. Zac había ido hasta el fregadero para lavarse las manos, y Vanessa notó lo tenso que estaba.

Ness: Me estás mintiendo.

Él la miró por encima del hombro.

Zac: ¿De qué me acusas, pequeña? ¿De asesinar a Mike? ¿De atraerte al tercer piso para intentar matarte? ¿No crees que podría haberte estrangulado en la cama, sencillamente?

Vanessa se bajó de la mesa. El tobillo le dolía, pero podía aguantarse de pie.

Ness: No sé qué creer. Lo único que sé es que mientes.

Zac se dio media vuelta y se apoyó en el fregadero.

Zac: ¿Sí? ¿Quieres que te demuestre cuánto te importa?

Ness: ¿Qué quieres decir?

Zac empezó a acercarse lentamente, y Vanessa se quedó paralizada. Aquel hombre era el peligro personificado, y todos sus instintos le gritaban que huyese. Pero permaneció donde estaba.

Él se inclinó y le susurró al oído:

Zac: No te importa que yo matara o no a Mike. No te importa que pueda tener algún absurdo motivo para matarte. Tan solo tengo que tocarte, y todo dejará de importarte -le deslizó la mano entre las piernas. A pesar del tejido de los vaqueros, ella se estremeció y se inclinó hacia él. Zac le pasó los labios por el cuello-. Se llama atracción sexual, pequeña -murmuró-. Estás en mi poder, y lo que yo haya hecho o pueda hacer no importa nada. Lo único que importa es que harás lo que yo diga. ¿Verdad?

Vanessa deseaba tocarlo. Deseaba rodearlo con los brazos y atraerlo fuertemente hacia sí. Deseaba hacer todo lo que él le pidiera, y más.

Pero no podía.

Ness: ¿Tuviste algo que ver con la muerte de Mike?

Apenas fue capaz de pronunciar las palabras.

Esperaba que Zac se retirase de ella, pero no lo hizo. Le encajó un muslo entre las piernas y empezó a acariciarla. Ella jadeó.

Zac: ¿Confías en mí?

Vanessa deseaba confiar en él. Deseaba vaciar su mente y su corazón de todo lo que no fuera Zac. Iba a hacer que se corriera si seguía haciendo aquello, y ella no quería. Quería que parase, que le hablase, que le dijera que no debía temer nada, que podía confiarle su misma vida.

Zac: ¿Confías en mí? -repitió sin dejar de acariciarla con el fuerte muslo, y Vanessa notó los temblores de un incipiente orgasmo. Le costaba respirar. De no estar apoyada en la mesa, se habría derrumbado en el suelo. Estaba a punto, y él lo sabía-. ¿Confías? -preguntó una vez más, pasando suavemente los labios por los de Vanessa, y ella deseó más-.

Ness: No -gimió-.

Zac: ¿No? ¿Qué quieres decir, que no haga esto o que no confías en mí?

Ness: Yo... yo... -temblaba tanto que casi no podía hablar-. No, no confío en ti -dijo al fin-. Y no, no pares.

Zac se retiró tan bruscamente que ella estuvo a punto de caer de espaldas sobre la mesa. Alzó la cabeza para mirarlo, desconcertada, pero él ya se había alejado.

Zac: Lo siento, pequeña. No puedes tener lo uno sin lo otro.

Salió a la oscuridad de la noche y cerró dando un fuerte portazo.




¡Por Dios! ¡Demasiados detalles! ¡Con decir que se acostaron en el coche hubiera bastado! ¡Qué animales!
Viernes 13 y curiosamente Vanessa casi se rompe las piernas. ¿Coincidencia? XD XD


¡Thank you por los coments!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

WOW QUE CAPITULO!!!
Y SEGURAMENTE QUIEN EMPUJO A VANE FUE MIKE... POR DIOS QUE PRIMO MAS MALO TIENE POBRE VANE.
Y ZAC.... NO SE QUE DECIR YA DE ESO, NO SE SI ZAC ES UNA VICTIMA MAS DE LAS SITUACIONES O QUE...
PERO.... VANESSA SE EMBARAZO DE ZAC? TENGO ESA GRAN DUDA.


SUBE PRONTO, AME EL CAPI.

Unknown dijo...

Jajaja par de puercos! :D :D :D :D
No entiendo a Vanessa, primero dice que se quiere acostar con él y luego se quiere alejar de él y dice que no pertenecen el uno al otro... entonces lárgate de esa casa, pues!!! Esa niña no hace caso! Jaja está obsesionada con él y él también con ella..
Pero no se cuidaron!!!!!!! Ahora saldrá embarazada??? Chaaas!!!

Me encantó el capítulo!!
Síguela pronto!!!!!!! :D
Cuidate!

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