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miércoles, 22 de mayo de 2013

Capítulo 9


A la mañana siguiente, Vanessa suspiró con enfado, sacó el disquete que había usado y apagó el ordenador. Había estado intentando continuar con sus muestrarios, pero todos sus talentos creativos parecían haberla abandonado.

De forma vaga creyó oír el sonido del timbre de la puerta, pero no se preguntó quién podría ser, puesto que estaba absorta reflexionando sobre lo mucho que la había turbado su discusión de la noche anterior con Zac.

Emili llamó a la puerta del estudio antes de entrar.

Emili: Es la señora Adams. Desea verla -anunció-.

El ama de llaves parecía ansiosa, como si esperara una grosera negativa. Antes, ese hubiera sido el caso, pero no en ese momento, pensó Vanessa. El sufrimiento le había hecho madurar... y la madurez le había dado cierta dignidad.

Ness: Está bien, Emili. Precisamente iba a descansar ahora. Puedo dedicarle unos momentos.

De manera automática, se arregló el cabello con dedos nerviosos.

Hubo un tiempo, durante su enfermedad, en que no le importó su apariencia. En ese momento sí le importaba, en particular, bajo la mirada de la mujer que había compartido más que ella la vida de Zac. Quizá fuera una cuestión de vanidad, pero en ese momento se encontraba a gusto vistiendo una elegante blusa de color rosa y una falda blanca recta.

Amber: Buenos días -saludó, antes de empezar a hablar en inglés-. Alexander me dijo que aceptaste uno de mis gatitos -le enseñó una caja grande, perforada con varios agujeros, y la colocó sobre el escritorio-. Es un macho, muy bonito. Acaba de separarse de su madre -antes de que Vanessa pudiera decir algo, abrió la caja y sacó a un gatito gris, de ojos verdes y orejas largas y puntiagudas-.

Ness: ¡Oh, es precioso! -exclamó cogiendo al gatito, encantada por su apariencia exótica, oriental, tan diferente del típico gato británico-. A los niños les encantará -comentó forzando una sonrisa-. Los llamaré. ¿Puedo ofrecerte alguna bebida?

Amber: Café... gracias -se sentó-.

Era la viva imagen de una eficiente mujer de negocios. Llevaba un vestido de algodón de color azul marino.

Los ojos de Jessica y Alex brillaron de entusiasmo y excitación cuando vieron al gatito. Se lo llevaron poco después a Emili para que lo atendiera y fuera acostumbrándolo a su nuevo ambiente.

Ness: Espero que no la estén molestando -le comentó a Emili momentos después, cuando esta última llegó con la bandeja con café-.

Emili: ¡Por supuesto que no! -exclamó-. Son encantadores. Sophia ha encontrado una caja para que duerma el gatito. Por el momento, están observando cómo juega con una pelota de ping-pong.

Ness: Has sido muy amable al acordarte de ellos -dijo con cortesía a Amber, cuando Emili se hubo marchado. Sirvió una taza de café y se la entregó-, y también al molestarte en traerlo hasta aquí.

Amber: Quería hablar contigo -confesó. La miró con desafío por encima del borde de la taza-. Tengo entendido que te negaste a cenar con los Robinson esta noche.

Vanessa se sentó.

Ness: ¿Te ha mandado Zac? -le preguntó con tono frío-.

Amber arqueó las cejas.

Amber: Señora Efron... nadie me ha mandado. Tal vez no tenga acciones en el negocio; sin embargo, desempeño un trabajo muy importante allí. ¡No soy ninguna mensajera!

Ness: Lo sé. Sin embargo, en un nivel personal... -los celos le hicieron sentir un sabor amargo en la boca-.

Amber: Ah... entonces, es lo que suponía. ¡Crees que entre tu marido y yo existe algo más que una relación profesional!

Ness: ¿Y no es verdad?

Sabía que debería haberse callado por orgullo, pero había hecho la pregunta sin pensar.

Amber: Esa es una pregunta que deberías hacerle a tu marido.

Ness: Ya se la hice y lo negó -indicó-.

Amber: ¿Y no le crees? -la miró sin demostrar ninguna emoción-. Entonces, le estás haciendo una gran injusticia al dudar de su palabra y de su honor. Si en ciertas ocasiones he ocupado tu lugar, solo fue porque tú te negaste a acompañarlo y porque a la compañía le convenía que alguien lo hiciera. Y siempre se trató de reuniones sociales, jamás encuentros íntimos.

Ness: Pero... -empezó a decir e hizo una pausa-.

¿Podría creer en las palabras de Amber? La tentación de hacerlo era irresistible, porque no tenía prueba verdadera alguna de la infidelidad de Zac. Sus sospechas nacieron por un complejo de inferioridad, cuando su mundo se derrumbó, y también por una sensación de culpa, porque ya no podía ser la esposa cariñosa y amable que Zac deseaba y necesitaba.

Fue como si Amber le leyera el pensamiento.

Amber: Pero necesitas algo más que mi palabra para convencerte... ¿Qué más quieres saber... que tengo una relación plenamente satisfactoria con un hombre y que no necesito ninguna más? Pues créelo, porque es verdad. La fe que necesitas debes hallarla en tu propio corazón. Deberías preocuparte no por la absurda ilusión de que seduje a tu marido, sino por el futuro de la compañía. El contrato que puede darnos Robinson es el proyecto más importante que nos han ofrecido. ¡Puede hacernos progresar mucho! Mi hermano y tu marido trabajaron duro durante mucho tiempo en busca de una oportunidad como esta. El asistir a una cena sería una contribución muy pequeña por tu parte.

Ness: Tan pequeña que difícilmente podría hacer cambiar una decisión basada en la efectividad y la capacidad -comentó-.

Amber: Es posible -aceptó-. Aunque a veces, son los detalles pequeños los definitivos, ¿no te parece? Lo importante es que el señor Robinson es un cliente potencial y que ha expresado su deseo de conocerte. Negarte a verlo sería una grosería. La manera en que escojan demostrar tu descontento hacia tu marido es asunto tuyo, pero como esto afecta a mi hermano, me he tomado la libertad de pedirte que reconsideres tu decisión.

Ness: ¿Por qué quiere conocerme? ¿Cómo es que sabe de mi existencia?

Amber: Vio la fotografía tuya que Alexander tiene en su escritorio -explicó-.

Ness: ¿Fotografía? ¿Qué fotografía?

Habían transcurrido años desde que posó por última vez ante una cámara. Le impresionó mucho que Zac tuviera una fotografía suya.

La mirada de Amber se dulcificó, como si fuera consciente de la confusión de Vanessa y se compadeciera de ella.

Amber: En la fotografía, apareces sentada ante una mesa, luciendo un vestido de color escarlata con adornos blancos en el cuello y manga larga.

Ness: ¡Mi vestido de boda! -exclamó-.


Se casó una fría mañana de principios de febrero. Consiguieron un permiso especial y la ceremonia se llevó a cabo en la oficina del registro civil. Llevaba el cabello recogido y lucía un precioso sombrero de color escarlata.

En el banquete de bodas que celebraron en la villa, rodeada de su familia, disfrutó plenamente de la alegría de sentirse enamorada y bailó con Zac, retrasando el delicioso momento en que consumarían su amor por primera vez como pareja casada.

Aquella noche, cuando el último invitado se marchó, Vanessa exclamó:

Ness: ¡Podría seguir bailando toda la noche! -se apoyó en el borde de la mesa y se soltó el cabello-.

Zac: El baile ha terminado, amor mío -sus ojos brillaron de alegría y ella se estremeció de felicidad. Zac levantó en ese momento la cámara del hermano de Amber-. Sonríe, mientras te cuento cuáles son mis planes hasta mañana.

Obediente, Vanessa sonrió y al terminar de comunicarle sus planes, Zac oprimió el botón de la cámara. Dejó la cámara y llevó a Vanessa a la habitación que les habían preparado.


Vanessa había supuesto que esa fotografía debía de estar con las otras, en el álbum. Nunca había imaginado que Zac pudiera lucirla en su escritorio. En aquella época ella estaba en su mejor momento, parecía una ninfa. ¡Qué comparación con la actualidad! En ese momento tenía más años, estaba más delgada y, física y emocionalmente, estaba endurecida por el nacimiento de sus hijos y por su propia estupidez.

Ness: No soy la misma mujer -comentó con un estremecimiento-.

Amber: Todos cambiamos -observó-. Eso no es un crimen. Además, ante los ojos de los que nos quieren, el cambio es imperceptible.

Ness: ¡Zac no me quiere! -aseguró-.

Pronunció las palabras antes de poder evitarlo y se ruborizó por haber revelado su dolor a esa mujer que no era ni amiga ni enemiga, y cuyo interés solo estaba motivado por los asuntos financieros.

Amber terminó su café y se puso de pie.

Amber: Respecto a eso, no puedo decir nada, puesto que él nunca me reveló sus sentimientos hacia ti -indicó-. Resulta irónico que, teniendo en cuenta que los griegos generalmente son reacios a incluir a sus mujeres en sus asuntos de negocios, tu marido, que sí desea hacerlo, se vea obligado a recurrir a otra mujer cuando desea compañía femenina.

Ness: Estamos separados... llevamos vidas diferentes -era como si estuviera disculpándose de haber cometido algún horrible crimen-. ¿Por qué vivir una mentira?

Amber se encogió de hombros.

Amber: ¿Por qué? Porque Alexander te necesita. Después de todo, no hay nadie más que pueda ocupar tu lugar. Son unas cuantas horas, una comida excelente, buena compañía, compatriotas. ¿Es demasiado pedir?

Ness: ¡Espera! -le pidió. Amber, que ya se dirigía hacia la puerta se detuvo al oírla-. Quizá sea demasiado tarde. Es probable que él no haya aceptado la invitación por mí.

Amber: Sí la ha aceptado -susurró-. Ha decidido no comentar nada hasta el momento de la cena en su hotel. Entonces se disculpará diciendo que en el último momento telefoneaste para decir que tenías un fuerte dolor de cabeza y que no podías salir de casa. De esa manera, tu ausencia ofenderá menos.

Ness: No tengo ropa adecuada -indicó-.

Amber: Sin embargo, tienes dinero para comprarla. Además no queda lejos y puedes ir en taxi. Tendrás suficiente tiempo para ir a la peluquería y hacer algunas compras, antes de encontrarte con Alexander.

Pensó que Amber tenía razón; si quería hacerlo, podía lograrlo. El problema estribaba en si podría desempeñar el papel que Zac esperaba que hiciera, sin fallarle y perjudicarlo. ¿No sería preferible su ausencia a dar una imagen muy diferente de la joven alegre y vibrante que una vez había sido?

Ness: Lo pensaré -dijo al fin-. Necesito tiempo para tomar una decisión. No le digas nada a Zac al respecto. Si decido ir, le telefonearé a la oficina, antes de que se vaya.

Amber: Prometo no decir una sola palabra -indicó y sonrió por primera vez-. Lo único que sabrá tu marido es que te traje un gatito. No desearía perjudicar una buena relación de trabajo con él al admitir que me he inmiscuido en sus asuntos personales. Simplemente me pareció una oportunidad demasiado buena para no aprovecharla. Quizá, con el tiempo, me perdones. Pensaba que era necesario que habláramos con franqueza. Gracias por el café, estaba delicioso -le tendió la mano y Vanessa se la estrechó. Antes de partir, añadió-: Los Robinson se hospedan en el Elixir Palace y Alexander estará allí a las siete.

Desde la puerta principal, Vanessa observó a Amber mientras se dirigía hacia su coche. Pensó que aquel asunto tenía que ser muy importante para la compañía, cuando Amber Adams en persona la había pedido que asistiera a la cita. Si Zac se hubiera acercado a ella de otra manera la noche anterior, tal vez habría aceptado acompañarlo. No, eso era tratar de descargar la culpa de sus propios hombros. Se sintió inadecuada, incapaz de llevar a cabo un compromiso social con el suficiente aplomo. Comprendió que Amber le había contado la verdad, de la misma forma que Rebecca tampoco le mintió en su carta.

Comprendió que, al ser incapaz de lograr que su matrimonio funcionara, había querido culpar del fracaso a otras personas y no aceptó lo que Zac con tanta insistencia le aseguró. ¡Qué tonta había sido! Ya era demasiado tarde para salvar su matrimonio, pero no para ayudarlo en su trabajo. Era lo menos que podía hacer por él.

Pensativa, fue a su habitación. Se miró ante el espejo y decidió aceptar el desafío; su apariencia había mejorado mucho durante los últimos meses. Decidió que mejoraría todavía más con un vestido adecuado. Se acarició el rostro; gracias a la ayuda y consejos de Ashley, su piel era suave otra vez. ¿Y su cabello. Estaba terrible... Recordó el comentario de Amber respecto a que fuera a una peluquería. Por supuesto, eso era una posibilidad.

Indecisa, se apartó del espejo. ¿Podría pasar una noche con Zac, fingiendo que todavía eran amantes? ¿Debería desempeñar el papel de la esposa devota, por el éxito de su marido? Podía intentarlo, ir a Atenas, comprarse un vestido, ir a la peluquería... Podría tomar la decisión después, todavía tenía tiempo. Podía cambiar de opinión.

Al fin tomó la decisión y fue a la habitación de los niños para comentarles a ellos y a Sophia que pretendía ir a la capital.

Ness: No estoy segura de cuánto tiempo tardaré -informó-. Es posible que acepte una invitación para cenar, así que por favor no os preocupéis si vuelvo tarde.

Abrazó a los niños y acarició a Tigris, el gatito. Luego bajó para informar a Emili de sus intenciones.

Mientras esperaba que llegara el taxi que había pedido, se acordó de su anillo de compromiso. No había vuelto a usarlo desde que estuvo embarazada, cuando se le hincharon los dedos de las manos.

Sintió una dulce nostalgia al abrir el estuche de terciopelo. El anillo tenía un rubí central, rodeado por ocho diamantes. Notó que le quedaba un poco grande; no le importó, pues tenía otro anillo.

Envuelta en papel fino y suave estaba la sortija que Zac le compró cuando nacieron los niños. Nunca la había usado y casi se olvidó de su existencia hasta ese momento. Era una sortija de oro con rubíes y diamantes que formaban medio arco. No se fijó muy bien en ella cuando Zac se la regaló, pues en aquella época estaba obsesionada con la supervivencia de sus hijos.

¡Qué cruel había sido con él! Zac nunca volvió a mencionarle la existencia de ese anillo; sin embargo, era obvio que le había costado mucho dinero. Con seguridad se habría sentido muy dolido de que ella no apreciara su gesto.

¡No se sorprendía de que con su actuación hubiera matado todo el afecto que él alguna vez sintió por ella! Se puso el anillo y bajó para encontrarse con el taxista. ¡Si tenía valor para ir al Elixir Palace, también lo tendría para usar la sortija!

Era mediodía cuando llegó a Atenas. Entró en una cafetería y pidió una pizza y un café, antes de ir de compras. Mientras buscaba un vestido adecuado, vio un salón de belleza. Resultaba obvio que era de gran categoría, pero necesitaba un buen tratamiento y estaba dispuesta a pagar por ello.

Por fortuna, pudo conseguir que la atendieran de inmediato. El tratamiento duró cerca de tres horas.

**: ¡Listo! -exclamó el peluquero-. ¡Ya puede mirarse, señora!

Ness: ¡Oh! -exclamó sorprendida al mirarse al espejo-.

Era un milagro. Su cabello tenía un aspecto magnífico y el peinado, con melena en la parte posterior, le encantó.

**: Todavía podemos corregir la parte del frente, si no le gusta -comentó el profesional-.

Ness: ¡Mi marido no me reconocerá! -era sorprendente la metamorfosis-.

Era como haber nacido otra vez, como si se hubiera apoderado de otra personalidad para dejar atrás el pasado. Sus labios parecían más llenos, más sensuales, y su mirada más profunda. Sacudió la cabeza, maravillada.

**: ¿No le gusta? -preguntó el hombre, desilusionado-.

Ness: Sí, si, claro -se apresuró a asegurar. Consultó su reloj; ya era tarde-. ¿Cuánto le debo?

Después de pagar, salió a la calle y se dedicó a ver los escaparates de las elegantes boutiques. Por fortuna, las tiendas en Grecia permanecían abiertas hasta tarde.

Cuando vio el vestido de seda color escarlata, no tuvo la menor duda. Tenía dos piezas y la blusa sin mangas llegaba hasta las caderas. La falda era muy ceñida. La belleza de aquel vestido estaba en la tela, el color y el corte. No necesitaba ningún adorno. El pequeño reloj de oro que siempre llevaba y sus anillos bastaban.

No era un vestido barato, pero tampoco demasiado caro. También compró unas sandalias con tacón y un bolso de noche. Pensó en la ropa interior que usaría.

***: Tenemos lo indicado, señora -aseguró la vendedora mostrándole una combinación de licra y encaje de color escarlata-, le quedará como una segunda piel.

Ness: Me la llevo. También quiero dos pares de las mejores medias que tengan.

Eran casi las seis cuando salió de la boutique. Ya no podría arrepentirse, no después de haberse gastado una pequeña fortuna. Lo único que tenía que hacer era decirle a Zac que había cambiado de opinión... y esperar que se sintiera contento.

Buscó una cabina telefónica y marcó el número de la oficina de Zac. Esperó con impaciencia y no recibió ninguna respuesta. Después de esperar durante varios segundos más, colgó el auricular. Eso era algo que no había previsto; en ese momento solo podía hacer una cosa: ir al Elixir Palace, cambiarse allí y rezar para que Zac acudiera a la cita... y lo hiciera solo.

Media hora después, descubrió con alivio que el tocador del vestíbulo era espacioso y estaba vacío. Se cambió en un reservado y salió para mirarse en un espejo grande. Se retocó el maquillaje y puso especial atención en los ojos. Usó un lápiz de labios cuyo color hacía juego con el vestido.

Cuando faltaban quince minutos para las siete, salió al vestíbulo del hotel. En la caja del vestido nuevo llevaba la ropa que se había quitado. Descubrió que el restaurante estaba en la planta baja, más allá del bar.

Pensó que, cuando entrara Zac, seguramente anunciaría su presencia en la recepción o se dirigiría al bar. Si se sentaba en el vestíbulo, podría verlo llegar. Aunque él fuera directamente a la habitación de los Robinson, tendría que pasar cerca de ella para llegar a los ascensores.

Con una calma que estaba muy lejos de sentir, Vanessa escogió un sillón desde el cual podía ver las enormes puertas de cristal que daban a la calle. Trató de relajarse.

Se preguntó qué haría en el caso de que Zac no apareciera.

¿Volvería a Andrómeda? Pensó que había sido una tonta al meterse en ese problema, sin asegurarse antes de que Zac todavía tuviera necesidad de ella. Miró el reloj de nuevo y vio que faltaban dos minutos para las siete.

Llevaba sentada allí quince minutos; de vez en cuando alguien le lanzaba una mirada curiosa. ¿Y si el gerente del hotel interpretaba mal su presencia y le pedía que se fuera?, se preguntó estremecida. ¡Zac nunca llegaba tarde! Le daría dos minutos más y si no llegaba, se marcharía.

Como de costumbre, Zac tenía una apariencia magnífica. Vestía un traje oscuro y llevaba un portafolios en una mano. Se dirigió con un aire de natural autoridad hacia la recepción. No miró ni hacia la derecha ni hacia la izquierda. Sin estar lo bastante cerca como para escuchar lo que le decía al recepcionista, Vanessa esperó, nerviosa. Zac le entregó el portafolios al hombre con una sonrisa, antes de volverse.

Ness: Zac... -dijo con voz ronca e insegura, pues él no parecía haberla visto. Zac se detuvo y volvió la cabeza en dirección a ella. Estaba a dos metros de distancia y la miró como si fuera una desconocida. Vanessa comprendió que lo había estropeado todo, que seguramente debía de haber cambiado de opinión y haberles dicho a los Robinson que ella no iría. O peor aun: tal vez ya había escogido a otra mujer para que ocupara su lugar-. Lo siento... no es importante... solo pensé... ahora mismo me voy -intentó alejarse deseando poder evaporarse en el aire-.

Zac: ¿Ness? -la miró de pies a cabeza-. ¿Qué es...? -tragó saliva y sacudió la cabeza de un lado al otro, como si no pudiera creer lo que veían sus ojos-.

Ness: Traté de telefonearte a la oficina, pero era tarde y no me contestaron -se disculpó-. No tengo intención de estropear nada, si es que has hecho otros planes...

Zac: Decidí afeitarme en la peluquería, en lugar de utilizar mi maquinilla eléctrica -comentó, quizá para explicar por qué no había contestado el teléfono-. ¿Debo entender que has cambiado de opinión respecto a cenar con nosotros esta noche?

Ness: Yo... sí -lo miró a los ojos, en espera de su reacción-. Si no es demasiado tarde y todavía quieres que esté presente -la voz le temblaba-.

Zac: ¿Por qué, Ness?

Lo miró sorprendida. Sabía que no podría confesarle la verdad, no podía decirle que a pesar de todo lo que había hecho y dicho, había descubierto que todavía lo amaba y que deseaba que tuviera éxito, aunque ella no pudiera compartirlo con él.

Ness: Pensé que un buen detalle exigía otro por mi parte... -respondió encogiéndose de hombros-. Me prometiste que le enseñarías mi trabajo a Allan Carver...

Zac: ¿Y pensaste que no lo haría si no hacías lo que te pedí?

Ness: Algo así -manifestó y sonrió-. Me pareció un buen intercambio... pero si has cambiado de planes...

Zac: No -aseguró-, todo sigue igual. En el último minuto me iba a disculpar por tu ausencia. Espera un momento, vamos a librarnos de tus cosas -la cogió de la mano y la llevó con él a la recepción. Allí entregó la caja al empleado dejándole instrucciones de que la guardaran junto con su portafolios. En seguida, la condujo hacia el bar-. Esto es una sorpresa, Ness. No sabía que cedías ante el chantaje. Quizá debí haber utilizado esto antes en nuestra relación.

Ness: ¡No! -exclamó e intentó liberar su mano, pero él la agarró con más fuerza-.

Zac: Esto es otra sorpresa, amor mío -le levantó la mano y los anillos brillaron bajo la luz-. ¡Creía que los habías tirado! Parece que tu codicia fue mayor que el desagrado que sentías por mí.

Ness: Son unos anillos preciosos -comentó haciendo un esfuerzo para que él no se diera cuenta de que sus palabras la habían herido-. Algún día, nuestra hija los lucirá. Me los puse esta noche porque pensé que se esperaría de mí que los usara. Imaginé que querrías dar a los Robinson la impresión de que estamos felizmente casados.

Zac: Por supuesto, tienen la impresión de que te quiero -comentó-. De ti depende demostrar si sientes o no lo mismo -sonrió-. Ness, creo que nunca me diste las gracias por ese anillo.

Vanessa sabía que él tenía razón en lo que decía. La vergüenza y el pesar la hicieron ruborizarse.

Ness: La verdad es que no escogiste una buena esposa -comentó-, aunque supongo que ya deberías saberlo; no es nada nuevo.

Zac: Mmm... La reparación borra muchos pecados. Recuerdo que sí me agradeciste el anillo de compromiso. Una demostración similar de gratitud sería bastante aceptable. No solo serviría como penitencia, sino que también daría el tono para esta noche, ¿no te parece?

Vanessa cometió el error de detenerse a pensar cómo le había dado las gracias por el regalo de la sortija. Cuando lo recordó, ya era demasiado tarde, pues Zac la tomó en sus brazos, le puso un dedo bajo la barbilla y la besó en los labios.

El beso se hizo más profundo y Vanessa se vio obligada a apoyarse en sus hombros para no caer. El cuerpo de Zac estaba en un contacto íntimo con el de ella, sus muslos se oprimían contra la falda de seda.

Zac deslizó las manos por su espalda para acariciársela con los pulgares. Era un beso de castigo, pero sin violencia física. Tomó lo que Vanessa estaba dispuesta a dar, pidió más y lo tomó también, ya que ella no tuvo la fuerza de voluntad suficiente para negárselo. Fue un beso de castigo porque él demostró su superioridad.

Vanessa estaba sin aliento cuando él la soltó, impresionada por su propia respuesta.

Zac le tomó la mano y la condujo hacia el bar, pero se detuvo de pronto cuando ella exclamó:

Ness: ¡Espera! Tienes la boca manchada de carmín -le aseguró-.

Sacó un pañuelo del bolso y le limpió los labios, mientras sonreía con dulzura.

Vanessa continuó delineando la curva de los labios de Zac con tanto interés, que no se dio cuenta de que una pareja se acercaba hacia ellos, contemplando la escena con interés y diversión. Zac le tomó la muñeca, abrazó a Vanessa por la cintura y la hizo volverse hacia ellos.

Zac: ¡Ah, Philip y Catherine! -exclamó con una voz bien modulada-. Quiero preséntalos a mi mujer... Vanessa.




Bueno, ahora sí que se empieza a vislumbrar la luz al final del túnel XD. Ya era hora, dado que solo quedan dos capítulos XD.
Y por cómo se ha arreglado Ness para la cena, me da que la noche acabará muy bien ;)

¡Gracias por los coments! Habría puesto capi antes pero se me fue el santo al cielo XD.

Estoy deseando ver a quién criticáis en este capi. En el anterior algunas defendíais a Ness y otros a Zac. Pero en este lo vais a tener difícil. Los dos se han portado bien XD.

Lau, has dado en el clavo. Ya verás cuando Ness le comente a Zac lo de Drew y Ashley. Has sido mas astuta que Ness XD.

¡Comentad!
¡Un besi!


4 comentarios:

Unknown dijo...

WOW WOW Y MAS WOW.
EL CAPI HA ESTADO MAGNIFICO, INTERESANTE, GENIAL, GRANDIOSO, ESPLENDIDO!

HA SIDO EL MEJOR CAPI SIN DUDASSSS!!!
AME AME AME EL CAPI.

Unknown dijo...

SUBEEE PROONTOO!!

ME EMOCIONE! TOODO ES PERFECTO AHORA JAAJA

Lau B. dijo...

POR DIOS! ES EL HOMBRE MAS DULCE DEL MUNDO (A SU MANERA)
LO AMO...
me siento tan bien, este capitulo me hizo sentir como si hubiese defendido al que lo merecia!
Fui la unica que lo defendio!! XD... bueno ya!
Estoy feliz porque de una manera u otra Vanessa se esta dando esa oportunidad de ser feliz de nuevo, aunque no lo crean, emocionalmente, cuando una persona se "arregla", en el sentido de ir a una peluqueria y comprar ropa la ayuda a avanzar porque es un a volver a ser ella misma, es un paso a sentirse mejor!
En cuanto a Amber! me cae bien! fue muy tierno de su parte ir y hablar con Ness
Por ultimo Zac.... ese hombre si que se sabe cobrar sus regalos XD
por favor publica prontisisisisisisisisisimo
Creo que todas necesitamos saber que va a pasar en el siguiente capitulo...
¿Por fin se acabaran las peleas?...
PUBLICAAAAAAA
Bye
Xx

Lau B. dijo...

Por primera vez (no se si solo en esta novela) le he dado click diez veces a feliz!
y vas a estar orgullosa de mi porque el segundo
Aaww fue mio... ^.^ XD
Publica pronto
PS: sobre lo de que di en el clavo... Yo seria buena investigadora, no como Justin McPhee (XD), pero soy muy intuitiva! lo cual si soy sincera no me agrada porque me hace pensar que van a volver a discutir... ya veremos
Publica prontoo!

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