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domingo, 12 de mayo de 2013

Capítulo 4


Zac: Tomaremos un taxi para ir a la casa -anunció protegiéndose los ojos del sol con la mano, a manera de visera, mientras divisaba a lo lejos el camino que partía del pequeño puerto. Alex y Jessica contemplaban felices las olas que se estrellaban contra el muelle-. La isla solamente cuenta con un taxi, pero siempre viene cuando llega el transbordador de la tarde. ¿Te sientes bien, Vanessa? -la observó, mientras ella se apartaba un mechón de cabello de su frente húmeda, perlada de gotas de sudor-.

Ness: Sí, estoy bien.

Se sentía un poco cansada y pensó que se debía a la tensión de estar al lado de Zac, cuando poco antes había decidido firmemente expulsarlo por completo de su vida. Por supuesto, nunca se le había ocurrido dejar de ver a sus hijos; había contado con preparar las visitas de manera que no tuviera que encontrarse con él.

Zac: El descanso te sentará bien -opinó-.

Ness: Es probable que a los dos nos beneficie un poco de paz y tranquilidad -comentó-.

Le sorprendió que pudieran hablar de manera civilizada, como seres humanos normales. Pensó que si Zac mantenía las distancias, como le había prometido, esas vacaciones sí resultarían beneficiosas para ella.

Alex: ¡Es el taxi, papá! -exclamó y saltó entusiasmado, cuando el coche se acercó levantando una nube de polvo-.

Zac: Así es, hijos míos -respondió y le acarició el cabello oscuro-.

Diez minutos después, Vanessa contemplaba la vieja granja con ojos nostálgicos y una intensa expresión en el corazón, puesto que sabía que el pasado nunca podría recuperarse y, bajo esas circunstancias, los recuerdos la herían.

Nada había cambiado: las paredes encaladas, las ventanas de postigos verdes, los emparrados que protegían del sol la terraza que rodeaba la casa. En el patio, más allá de la casa, pudo ver la ducha, como punto central de un oasis rodeado de una valla de cañizas de color fuego. Unos metros más allá, la pequeña cala y el mar luminoso.

Con una maleta en cada mano, Zac avanzó hacia la puerta principal y con un movimiento de cabeza indicó a las dos mujeres y a los niños que lo siguieran.

Jess: ¡Quiero ir al mar! ¿Puedo ir al mar, mamá? -preguntó tirando de la mano a Vanessa, que había cogido la otra maleta que llevaban-.

Ness: Cuando hayamos sacado la ropa de las maletas y encontremos tu traje de baño, querida -le sonrió a su hija-.

Zac: Eso no llevará mucho tiempo -aseguró. Dejó las maletas al pie de las escaleras y cogió en brazos a la niña. Extendió la mano hacia su hijo-. Subiremos para averiguar qué habitación os han preparado. Después, veremos dónde van a dormir mamá y Sophia.

Ness: Parece que estás muy bien organizado -comentó mientras lo seguía por las escaleras de madera-.

Zac: Por supuesto, no me gusta dejar las cosas a su aire. Aunque no he vuelto aquí desde nuestra luna de miel, pago a un agente para que vigile la casa. Cuando se enteró de mis planes, se encargó de preparar la casa junto con un joven del lugar, llenando la despensa, preparando las habitaciones y todas esas cosas.

Ness: No fue nuestra luna de miel -inmediatamente después de pronunciar esas palabras, maldijo su propia estupidez-.

¿Qué podría haberle motivado a decir eso?

Zac: ¡Qué poco romántica eres, Ness! -exclamó. Ella detectó un brillo de satisfacción en su mirada de falsa inocencia-. Es cierto que vivimos aquí cuatro meses después de la boda, pero fue como una luna de miel para mí... y también para ti, si recuerdo bien tu comportamiento de entonces.

Vanessa se ruborizó ante el comentario. Recordó su exuberancia juvenil, la manera en que se abandonó en los brazos del hombre que pensó sería su compañero para toda la vida. Le mortificaba que la hiciera recordar algo que había pensado mantener enterrado para siempre en su subconsciente.

Zac abrió la puerta de una habitación, la observó y comentó:

Zac: Ah, dos camas gemelas... esta es vuestra habitación, ángeles míos -sonrió a los pequeños-. Me pregunto quién dormirá en la habitación contigua.

Ness: Yo... ¡oh! -se quedó sin habla cuando él abrió la puerta de la otra habitación y vio una sola cama de matrimonio-.

Zac: Me siento halagado -murmuró. Le quitó la maleta de la mano y la colocó sobre la cama-. Me preguntaba si le darías la espalda a la habitación que una vez compartimos, de la misma manera que decidiste darle la espalda a nuestra unión.

Zac habló en inglés para que Sophia, que esperaba pacientemente a su lado, no sospechara nada de su actitud.

Ness: Me olvidé de eso... así como me olvidé de todo lo concerniente a aquellas vacaciones -indicó-. No me importa dónde voy a dormir... siempre y cuando no sea contigo.

Zac: No temas. Tengo todas las intenciones de respetar tu deseo de vivir en celibato. Como te niegas a recordar cosas de este lugar, te recordaré que hay una habitación grande en la planta baja. Ordené que la dispusieran para que yo pueda trabajar y dormir allí -hizo una pausa y la miró con ironía-. Créeme, el trabajo que tengo que hacer mantendrá ocupado el tiempo suficiente a mi libido. Sophia y tú podéis dormir tranquilas en vuestras camas virginales, seguras de que no me acercaré a vosotras -se volvió, le dijo algo en griego a Sophia y la condujo a su habitación-.

Vanessa apretó los dientes de indignación. Empezó a vaciar su maleta, incluyendo el vestido de noche de seda amarillo que Ashley le había regalado esa misma mañana.

“Todo es parte del tratamiento terapéutico, Ness” -le había insistido Ashley-. “Si te valoras lo suficiente y te vistes para gustarte a ti misma, no dependerás del efecto de nadie para sentirte bien”.

Vanessa no discutió para no herir los sentimientos de su amiga y aceptó la elegante prenda.

Contenta de que la habitación tuviera su propio baño, tomó una ducha y después se puso un vestido de algodón del mismo color que sus ojos.

Se asomó a la ventana y su mirada fue más allá del césped y las rocas que se extendían cerca del límite de la propiedad, para quedar fija en la playa de fina arena. Sophia y los niños estaban allí, nadando y jugando. Eran preciosos, fuertes y llenos de vitalidad. Pensó en ese momento que jamás se arrepentiría de todo lo que sufrió cuando, a consecuencia de una toxemia, tuvo que permanecer medio drogada en la cama de un hospital, para asegurarse de que sobrevivieran. ¡Habría sacrificado su vida, de haber sido necesario, para salvarlos!

¡No quería llorar! Con furia se limpió las lágrimas con el dorso de la mano. ¡Ellos eran felices! Amaban a su padre, a Sophia y a Emili. Vanessa se preguntó quién podría dudar de la conveniencia de su propia decisión. Pero una sombra cruzó por su mente. ¿Habría pecado de egoísmo al aceptar la sugerencia de Zac de ir allí con ellos? La rutina de los niños había sido interrumpida por sus ausencias esporádicas, antes de hacer ese viaje. Una vez que ya había tomado la decisión, ¿no habría sido mejor para ellos una separación total?

De todas formas, pensó, ya era demasiado tarde para lamentar su decisión y si se marchaba en ese momento ocasionaría trastornos aún peores. Se alejó suspirando de la ventana. Decidió sacar el máximo provecho de la situación y reunirse con ellos en la playa.

Como esperaba escapar de la casa sin encontrarse con Zac, le dio un vuelco el corazón al llegar al final de la escalera y verlo cuando salía de la sala. Llevaba un vaso de refresco en una mano.

Zac: ¿Podrás concederme unos minutos de tu tiempo? Estoy seguro de que estás ansiosa por saber que te va a resultar muy fácil evitarme. Quiero que estés tranquila. ¿Puedo ofrecerte una bebida?

Vanessa dudó un momento. Le atraía la sugerencia de beber algo fresco; además, él tenía razón, necesitaban fijar alguna pauta de comportamiento.

Ness: ¿Zumo de naranja? -sugirió-.

Observó cómo él sacaba una botella de una pequeña nevera. Sirvió el contenido en un vaso y añadió hielo.

Zac: Salud -murmuró con irónica cortesía y levantó su vaso hacia ella. Observó cómo Vanessa se llevaba el vaso a los labios-. Espero que no te desilusione el hecho de que no haya modernizado este lugar, pero siempre me pareció que su encanto radicaba en su simplicidad.

Ness: ¿Simplicidad? -repitió-.

Zac la recorrió con la mirada de una manera que hizo que la sangre se le agitara en las venas.

Zac: Una simplicidad relativa, entonces -corrigió-. Admito que hice algunas mejoras, pero muy pocas. No hay televisión, lavadora, aire acondicionado, ni aparato o muebles lujosos. La construcción básica de la casa no fue alterada. Todavía es posible reconocer en ella a la granja que solía ser, antes de que los jóvenes la abandonaran para hacer fortuna en tierra firme -hizo una pausa-. Un agente inmobiliario, que desea construir en este lugar una urbanización de apartamentos, se puso en contacto conmigo.

Ness: ¡Imagino que no se te ocurrirá venderlo! -exclamó alarmada-.

Zac: ¿Por qué no? -encogió los hombros-. Si el precio es el adecuado, sería un estúpido si me negara.

Ness: Pensé que amabas este lugar... -empezó a decir pero de repente se detuvo-.

Se recordó que lo que él pudiera hacer ya no era asunto suyo.

Zac: Amar... -repitió pensativo-. Eso se presta a interpretaciones, ¿no es así, Ness? -la observó-.

Ness: Yo... tú... íbamos a hablar de otras cosas, me parece -le recordó-.

Notó que Zac entornaba los ojos en un gesto de desaprobación, ya que había querido volver al tema original. Sintió que los músculos del estómago se le tensaban por el pánico. Zac se había declarado desarmado por la decisión judicial; sin embargo, no había señales de ello en la manera orgullosa que tenía de levantar la cabeza o en la expresión de su rostro.

Zac: Ah, sí -su sonrisa era benévola y al mismo tiempo amenazadora-. Si tu olvido de la habitación que una vez compartimos no se extiende a la cocina, donde una vez preparaste nuestros alimentos, recordarás que las comodidades, aunque suficientes, no son de primera.

Ness: No recuerdo haber cocinado mucho aquí -admitió-.

Lamentó sus palabras al ver el brillo divertido de sus ojos.

Zac: No, encontramos otras maneras para pasar el tiempo -comentó-, y las tabernas subvinieron perfectamente nuestras necesidades, como sucederá ahora, al menos por lo que a mí respecta. Eres libre para hacer lo que quieras, por supuesto. Si necesitas refrescarte la memoria respecto a cómo llegar al pueblo o a las tiendas... -hizo una pausa y levantó las cejas-.

Ness: Gracias, estoy segura de que lo recordaré.

Zac: Lo suponía -dijo con satisfacción-. En ese caso, no necesitarás ningún consejo de mi parte. La mayoría de los días trabajaré en mi habitación; también me encargaré de mis propias comidas. Puedes decirles a los niños que los veré en la playa cuando tenga tiempo. ¿Estás de acuerdo?

Ness: Suena ideal -opinó. Antes de salir de la habitación, dudó-. ¿Cuánto tiempo piensas estar aquí?

Zac: Solo el necesario -aseguró-. ¿Por qué? ¿Necesitas cancelar algunos compromisos sociales?

Ness: No, pero deseo continuar con mi vida lo antes posible.

Salió de la habitación con la cabeza bien alta. Le pareció oírlo reír.


A medida que transcurrieron los días, Vanessa fue dejándose llevar por la rutina de comer, dormir y relajarse con un libro en la terraza que daba al mar. En ocasiones, se reunía con Sophia en la playa para supervisar el juego de los mellizos, bajo una enorme sombrilla.

La joven Sophia era una empleada excelente y Vanessa se avergonzó de su anterior antipatía hacia ella. Los niños estaban encantados en su compañía y ella nunca los dejaba solos, a pesar de que, en varias ocasiones, Vanessa la había alentado para que se tomara todo el tiempo libre que necesitara.

Diez días después, Vanessa suspiró satisfecha cuando terminaba de leer una novela romántica. Dejó el libro en la mesa de la terraza y se sirvió un vaso de limonada de la jarra que estaba a su lado. Sentía una gran tranquilidad al estar allí, al aire libre, protegida de los rayos del sol por el techado de bambú. Ashley le había dado al menos una docena de novelas, todas del mismo género y en inglés, como parte de la terapia.

Ash: Disfrútalas -le había sugerido a Vanessa-. Te ayudarán a volver a creer en los finales felices, a pesar de los episodios traumáticos.

Ness: ¿Traumáticos? -preguntó sonriendo-.

Ash: ¿Qué hay de malo en eso? Nadie puede acusarme de ser una sentimental; sin embargo, creo que una actitud mental adecuada puede lograr maravillas. ¡Piensa en la felicidad... y serás feliz! Lo último que necesitas en este momento, querida, es compadecerte a ti misma. ¡Relájate y cree!


Vanessa admitió que Ashley tenía razón. Le encantaba leer esos libros y al terminar cada uno sentía una profunda alegría. Resultaba agradable imaginar que otras personas resolvían sus problemas y sus aventuras terminaban felizmente, aunque ese no fuera su caso.

Se sentía mucho mejor que cuando llegó a la isla. Por supuesto, le había ayudado el hecho de estar con los niños y el ambiente de la isla, lo cual había evitado que pensara en los días por llegar. También era cierto que el plan de Ashley estaba surtiendo efecto. Se miró las manos y advirtió lo mucho que había mejorado su piel desde que empezó a usar las cremas que le dio su amiga.

Ashley le había dicho:

“El hecho de que ya no ames a Zac no es excusa para que dejes de amarte a ti misma. Tienes que tener la mejor apariencia por tu propio bien, Ness. Orgullo, autoestima... al sentirte segura proyectas esa seguridad y eso significa que te prestas atención...”

Su amiga estaba en lo cierto, pues día a día Vanessa fue notando cómo su apariencia mejoraba. Incluso sospechaba que había ganado algo de peso, lo cual necesitaba mucho. La terrible sensación que la había dominado cuando le comunicaron la sentencia de los tribunales de separar a los mellizos, parecía desaparecer poco a poco. Sus respuestas ante lo que veía y la rodeaba eran más agudas y apreciativas...

Dejó el vaso vacío sobre la mesa y se puso de pie para contemplar la pequeña cala. La tarde ya estaba avanzada y Sophia se encontraba cuidando a los mellizos en la playa. La mayoría de las tardes tenían la playa entera para ellos, pues había muy pocos turistas. Pero ese día era diferente, pues Zac estaba con ellos.

Por instinto, Vanessa cerró los puños con fuerza al escuchar su risa, profunda y vibrante. Sus ojos lo buscaron. Zac salía en ese momento del agua; llevaba un traje de baño de color oscuro y su torso brillaba al sol. Vanessa pensó, en ese mismo instante, qué aquel hombre era dueño de su destino.

Sintió un nudo en la garganta y se preguntó por su propia reacción. Era casi como si lo viera por primera vez, pues había vuelto a experimentar aquella especie de entusiasmo inicial. Recordó que fue esa aura de autoridad lo que más la atrajo de él en un principio. Zac, señor y amo...

Se dijo que tenía que apartar esos pensamientos, para después recordar que aquellos meses de separación la habían inmunizado contra él. Pero entonces, ¿cómo era posible que su cuerpo traicionero recordara sus respuestas pasadas? Decidió que todo se debía a los libros, pues la lectura de las aventuras amorosas de otras personas, aunque fueran ficticias, en cierta forma debían de haberla estimulado. Ya era demasiado tarde para reparar su error; sin embargo, no estaba dispuesta a permanecer sentada allí, observándolo y alimentando su alma con la belleza física de Zac. Todo lo que tenía que hacer era volverse y subir a su habitación.

No obstante, permaneció donde estaba, oculta entre las sombras, mientras Zac se dirigía hacia la casa. Al llegar a la ducha del jardín, se colocó debajo de ésta y dejó correr el agua sobre su cuerpo. Cerró los ojos y levantó el rostro hacia el sol.

¡Estaba magnífico! Cuando sus manos se deslizaron hacia la cintura del traje de baño y extendió el elástico para permitir que el agua fresca cayera sobre su piel desnuda y lavara los restos de arena Vanessa emitió un gemido.

Cuando Zac terminó de ducharse, tomó la toalla que había dejado colgada en una pared cercana y miró a Vanessa con los ojos entornados. Ella decidió que ya era suficiente. Impresionada por aquellas sensaciones que había esperado no volver a experimentar nunca más, entró en la casa y huyó hacia su habitación. Una vez allí, descansó un momento, pues el corazón le latía con mucha fuerza.

Decidió que una ducha fría le ayudaría a tranquilizarse, así que se quitó las sandalias y el vestido. Se estaba quitando el sostén cuando alguien llamó a su puerta.

Solo una persona podía llamar de esa manera, pensó Vanessa. Por un segundo pensó ignorarlo, pero volvió a llamar, con más fuerza esa vez.

Zac: ¿Vanessa? Quiero preguntarte algo -manifestó con impaciencia-.

La joven se dijo que no debería tener tanto miedo de encontrarse con él. Además, pensó, la puerta no tenía cerradura; lo único que tenía que hacer Zac para abrirla era empujarla. Le sorprendió que no lo hubiera hecho ya.

Ness: ¡Espera! -pidió-.

Se puso una bata de seda y la cerró sobre su cuerpo medio desnudo.

Fue al abrir la puerta y ver a Zac, cuando comprendió que había esperado verlo todavía en traje de baño. Se tranquilizó un poco al ver que estaba equivocada.

Zac: ¿Me permites un momento?

Tenía el cabello húmedo y vestía una camisa gris y pantalones cortos.

Ness: Por supuesto -respondió turbada-.

Se apartó para que él entrara. Él la recorrió con la mirada.

Zac: ¿Duermes bien, Vanessa? -Inquieta por la manera que tenía de mirarlo, la joven solo pudo asentir. Intentó disimular su agitación al ver que él se acercaba a la cama de matrimonio y fijaba la mirada en el camisón de seda de color amarillo. Cuando deslizó los dedos por la prenda, la joven se quedó sin aliento-. ¿Tienes sueños felices o la ausencia de tu nueva amistad te impide descansar?

Pensó que era imposible no enfadarse al detectar el brillo burlón de la mirada de Zac. Con una sangre fría que estaba muy lejos de sentir, encogió los hombros y decidió interpretarlo mal con toda determinación.

Ness: Duermo muy bien, muchas gracias. Desde que vivo con Ashley, descanso perfectamente por las noches.

Zac levantó las cejas, pero ella notó que su mandíbula se tensaba.

Zac: Me alegro mucho de saber que tu sistema nervioso ha vuelto a su estado habitual -acarició el camisón de seda-. Pero yo me refería a la ausencia de tu otro amigo... el fiel Drew.

Vanessa sintió deseos de reír, porque aunque le gustaba Drew y era un buen compañero, le parecía ridícula aquella insistencia de Zac acerca de que fuera o pudiera ser su amante. ¿Acaso no podía ver que él mismo había destruido su pasión y que no le había quedado nada que pudiera entregar a otro hombre? La indignación pronto sustituyó a la diversión. Estaba cansada de proclamar su falta de interés por Drew de una manera continua. ¡Que Zac creyera lo que quisiera!

Ness: Eso no es asunto tuyo -respondió con frialdad-.

Zac: ¡Si tu comportamiento mancha la reputación de nuestros hijos, sí lo es!

Ness: ¿Cómo te atreves? -preguntó montando en cólera-. ¡Tú, precisamente tú, no eres el más indicado para lanzar la primera piedra!

Por un momento Zac frunció el ceño, intrigado; después hizo una mueca.

Zac: Ah, sí, comprendo. El que esté sin pecado que lance la primera piedra -sonrió pensativo y ella comprendió que no iba a negar su acusación, pues eso era algo que no había vuelto a hacer desde hacía mucho tiempo-. Sin embargo, sería una lástima que escogieras «saltar de la sartén a la cocina».

Al escucharlo, Vanessa no pudo evitar echarse a reír.

Ness: Lo siento, Zac -se disculpó sin sinceridad-. Tu inglés es magnífico, pero el dicho es «saltar de la sartén al fuego».

Zac: En ese caso, mi versión es más ilustrativa -comentó con voz sedosa-. Ese hombre cocina, lava los platos... «la cocina» me parece una palabra más apropiada para él.

Ness: ¡Eres un estúpido machista! -exclamó-. Drew es un chef brillante y creativo y también es copropietario del restaurante en el que trabaja. Aunque se ganara la vida lavando platos, ¿crees acaso que eso me importaría?

Zac: ¡Un hombre es en parte lo que hace! -respondió encogiéndose de hombros-.

Ness: Lo cual te convierte en un procesador de información lógico y frío, que no puede hacer juicios subjetivos basados en la piedad, la compasión y la comprensión. ¡Duro! ¡Cruel! ¡Simple!

Vanessa se llevó una mano a la garganta, desesperada, al pronunciar la última palabra. ¿Qué estaba haciendo? Pensó que había dejado atrás las discusiones y en ese momento estaba permitiendo que Zac la provocara...

Zac: Tu descripción de mi carácter es excelente -comentó e hizo una ligera reverencia-. Sin embargo, hay muchos elementos que se combinan en un hombre. Es posible que no los hayas descubierto todos.

Ness: O quizá no quiera descubrirlos -murmuró-. ¿Tu preocupación por mi descanso es el único motivo por el que has venido aquí?

Zac: Tu descanso nocturno siempre me preocupará, Ness mía -aseguró. Fijó la miraba en ella al tiempo que enfatizaba sus palabras proporcionándoles un segundo sentido-, pero hay otro motivo. He reservado una mesa para los dos esta noche, en una de las tabernas. Vendré a buscarte esta noche a las ocho.

Ness: Eres muy amable, pero ya he preparado una ensalada de pollo para esta noche. Para todos.

Zac: ¿Todos? -preguntó con ironía-. Me temo que yo no fui avisado.

Ness: Todos... excepto tú -corrigió entre dientes-. Dijiste que te encargarías de tu propia comida.

Zac: ¿Temes estar a solas conmigo, Ness? -la observó levantando una ceja-. ¿Qué supones que podría hacerte delante de todo el mundo, en una taberna?

Vanessa conocía esa sonrisa, y sabía que conllevaba problemas, así que se puso a la defensiva.

Ness: Hay otras formas de abuso, aparte del físico -comentó-. ¡No deseo pasar la noche recibiendo insultos!

Zac: ¿Supones que ese es mi propósito? -Parecía dolido-. Puedo asegurarte que mis motivos son al mismo tiempo más agradables. Pensé que podríamos aprovechar la oportunidad de estar solos para tratar el asunto de dónde vas a vivir cuando regresemos a Kethina. Aun de manera provisional, el lugar en el que actualmente estás alojada no es satisfactorio. Por supuesto... -se encogió de hombros-, si prefieres que hablemos del asunto aquí, en este momento...

Posó la mirada en su pecho, que revelaba la agitación de su respiración, y Vanessa sintió que los pezones se le endurecían.




Esta claro que se siguen queriendo XD. Ness babeando al ver a Zac en bañador, mojado... Quién no... XD Y Zac celoso del supuesto amante de Ness. Están haciendo el ridículo a parte de perder el tiempo peleando y evitándose XD. En fin, ya se darán cuenta de su error.

¡Gracias por los coments!

Lucia, claro que mis novelas son geniales B-) Es que si no lo fueran no las leería XD.

Lau, si estuviéramos frente a frente te diría que no me escuchas, pero en este caso te digo que no me lees ¬_¬ Ya dije dónde y cuándo diría los capítulos que tiene esta novela. Ahora es tarea tuya buscar dónde lo puse =P XD
¡Aprende de una anónima que sí se entera de las cosas!

¡Comentad!
¡Un besi!


7 comentarios:

Unknown dijo...

ME ENCAAAAAAAAAANTO!
ME PARECE A MI O VA A PASAR ALGO ENTRE ELLOS? NO SE AGUANTA ESTAR ASI, SE AMAN.. Y VA A PASAR ALGO, POR ALGO ZAC FUE HASTA LA HABITACION DE NESS DESPUES QUE ELLA LO MIRARA.. Y MAS SI LA INVITA A CENAR.

Unknown dijo...


AME MUCHISIMO EL CAPITULO!
YA QUIERO SABERR QUE VA A PASAR... SERIA BUENO QUE PONGAS ADELANTOS DEL PROXIMO CAPITULO JAJAJA, SERIA DIVERTIDO.

Lau B. dijo...

La verdad no se que pensar de este Zac
aveces me siento como Aww este tipo es un hombre con todas sus letras!
y otras lo quiero matar porque se cree la ultima coca cola del desierto! OMG!
Estoy de acuerdo contigo en cuanto a lo de que se dejen de negar los sentimientos pero no puedo culpar a Ness... ella tiene que tener su dignidad!
es decir YO jamas volveria con un hombre que creo que desde el principio no me amo y para terminar me puso los cuernos no con una sino con dos!Y una de esas era mi hermana!!
publica prontisimo!
Bye
Xx Lau

Lau B. dijo...

PS: lo siento yo soy asi despistada, es mas puede que lo haya leido pero no lo recuerde XD
Ademas soy perezosa! asi que tambien es probable que no lo haya leido! Que horror! XD

Lau B. dijo...

Publica pronto ya quiero saber que pasa en el capitulo 5

Anónimo dijo...

he checado el primer capii y en tus comentarios dices k no te gustan la musica o noves coreanas
a mi me encantan debes verlas siquiera dale una ojeada vas a ver k te gustan ami tampoco me gustaban asta k mi amia me hizo ver y si k son fabulosas
ii sobre el capii me super encanta

Anónimo dijo...

claudix quisiera ser contacto contigo io tambn soy de peru y me encanta las SNSD y su ultima cancion i got a boy y los super junior k viniero el 27 de abril si no me ekivoko
estuvo paja el concierto

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