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martes, 14 de mayo de 2013

Capítulo 5


Ness: No -respondió con demasiada rapidez y se encontró una vez más con la sonrisa de Zac-.

Pensó que él tenía razón, tenían que tratar el tema de dónde iba a vivir en el futuro y una taberna tranquila sería un buen lugar para hacerlo. Sabía que no debería abusar de la hospitalidad de Ashley. Podrían llegar a un acuerdo en el que ella aceptara menos de lo que él le había ofrecido en los tribunales.

Zac: ¿Y bien? Podríamos hacer que al mismo tiempo fuera una cena de celebración -sugirió-.

Ness: ¿Te refieres a brindar por el fin de nuestro matrimonio?

Se sentía como si él le hubiera atravesado el corazón con una espada. Sin embargo, su matrimonio había estado agonizando durante años...

Zac: Eso sería falso, amor mío -comentó-, puesto que todavía eres mi mujer, a pesar de que quisieras lo contrario.

Ness: ¡Solo formalmente! -aseguró-.

Zac: No obstante, todavía eres mi mujer y la madre de mis hijos, ¿no es así, Vanessa? -no esperó su respuesta-. Tal vez valga la pena celebrar eso... pero no, la celebración en la que estaba pensando era la de tu cumpleaños.

Ness: ¿Mi...cumpleaños? -nunca antes se había sentido tan estúpida como en ese momento por haberse olvidado de su cumpleaños. Sin embargo, tenía una excusa, pues aparte del trauma causado por los sucesos recientes, en Grecia no se celebraban los cumpleaños, sino los días del onomástico-. Me olvidé -confesó-.

Zac: Es fácil de olvidar, en especial, porque las tarjetas de felicitación de Inglaterra deben de estar esperándote ahora mismo en Kethina. Como yo te privé del placer de recibirlas el día de tu cumpleaños, lo menos que puedo hacer es ofrecerte una buena cena servida con un excelente vino. A no ser, por supuesto, que mi compañía te resulte repulsiva.

A pesar de que le resultaba imposible vivir con él, su compañía no le era repulsiva. Se dijo que era Zac el que la encontraba repulsiva a ella. El recuerdo de la última vez que compartió su cama, pasó por su mente. Demasiado herida siquiera para intentar decir la mentira, hizo un gesto con las manos.

Ness: Supongo que necesitamos hablar sobre el futuro -indicó-.

Zac: Entonces, vendré a buscarte. Ya le he dicho a Sophia que regresaremos tarde.

Tan pronto como Zac salió de la habitación, Vanessa se tomó una ducha deseando que el agua pudiera borrar el efecto que él le había causado. Había habido cierta frialdad en el tono aparentemente cortés de Zac cuando le preguntó si había dormido bien, como adivinara que el descansar una vez más en la cama donde ambos habían encontrado tanta satisfacción, intensificaba la sensación de vacío que la acompañaba durante todos esos días. ¡El precio que le había estado pidiendo pagar por esos últimos días era muy alto!

Salió de la ducha y se secó con energía para aliviar la tensión de los músculos. Recordó lo entusiasmada que estuvo cuando se enteró de que iba a tener mellizos y cómo ese entusiasmo se nubló por mala salud y la ansiedad que siguió a la operación de cesárea, el tener que estar confinada en la unidad de cuidados intensivos.

Fue al volver a casa cuando se enteró de que Zac había contratado a Sophia como enfermera y niñera. Temerosa por la salud de sus hijos y todavía un poco deprimida, le molestó la presencia de la joven griega. Pensó que la chica estaba allí porque ella resultaba inadecuada, en particular, porque no había podido alimentar a los niños en persona.


Vanessa había exigido que los pequeños compartieran la habitación principal con sus padres, para que ella pudiera supervisarlos durante las veinticuatro horas, pero Zac se negó a ello.

Zac: ¿No comprendes, Ness, que todavía estoy luchando por establecer firmemente el negocio? Es una industria en desarrollo y tenemos que lanzarnos a por todas o nos hundiremos. No necesito dormir mucho, pero sí que nadie interrumpa mi sueño... de lo contrario, terminaremos en la bancarrota.

Ness: ¡Eres un ser duro y egoísta! -había acusado-. Son tus hijos... tu responsabilidad. ¡Apenas te ven!

Zac: Yo cumplo con esa responsabilidad al ganar dinero para mantenerlos -había respondido. En ese momento Vanessa se había preguntado si sería posible amar y odiar a un hombre al mismo tiempo-. Sé razonable, Ness. Los dos los queremos, pero tu amor es obsesivo. Pasas todas las horas del día con ellos y Sophia duerme en la habitación contigua, con la puerta abierta. Si ellos se inquietan, ella sabe que puede llamarnos de inmediato.

Ness: ¡Si es así como piensas, voy a pedir que coloquen una cama en la habitación de los niños para poder dormir allí! -había insistido-.

Si Zac se lo hubiera prohibido, quizá su relación no se había deteriorado tanto, pero no se lo impidió y Vanessa continuó adelante con sus planes.

Después, las discusiones entre ellos cada vez fueron mayores, provocándose por trivialidades. Debido a su falta de tacto, al final no había un beso de reconciliación o un gesto cariñoso. Vanessa fue perdiendo vitalidad. Odiaba el ser en que se había convertido, pero no encontraba ni la energía ni la fuerza de voluntad suficientes para cambiar la situación.

Pensativa, Vanessa se dispuso en ese momento a aplicarse un poco de crema, para protegerse convenientemente la piel.

Nadie había sido más consciente que ella de su terrible apariencia, ni nadie estuvo más dolido cuando Zac empezó a acudir en compañía de Amber Adams a las reuniones sociales a las que Vanessa se negaba a asistir con él.

Tenían entonces los niños año y medio de edad, cuando ella le echó en cara ese acto de traición.

Zac se estaba colocando sus gemelos de oro, cuando Vanessa entró en la habitación que ya no compartía con él y le preguntó:

Ness: Si tienes que ir, ¿por qué no lo haces solo?

Zac: ¿Quieres privarme de toda compañía femenina? Amber, como sabes, es la hermana de mi codirector, así como secretaria de la compañía. No solo es preciosa y simpática, sino también una buena amiga, cuya compañía valoro.

Todavía en ese momento, Vanessa podía recordar cómo la habían herido aquéllas palabras.

Ness: ¿Tanto en la cama como fuera de ella? -había preguntado para advertir un momento después cómo Zac apretaba la mandíbula en un gesto de ira mal contenida-.

Zac: Como tú ya no deseas compartir mi cama, tu interés por quién lo haga resulta impertinente -le había respondido-. ¡No tengo intención de darte una lista! Sin embargo, no volverás a decir eso sobre Amber o lo lamentarás. Como no deseas acompañarme en una ocasión como la de esta noche, ni eres la mujer adecuada para hacerlo, no hablarás mal de la mujer que ha ocupado tu lugar. ¿Entendido?

Como respuesta, después de mirar a su alrededor, había cogido el despertador con la intención de lanzárselo a la cara. Zac lo había esquivado, pero no por completo; empezó a sangrar por una ceja. Aterrada y avergonzada por su acción, Vanessa había salido huyendo del dormitorio. Esa había sido la única manera en que pudo desahogar toda su frustración y depresión, una depresión que la había acompañado todos los días destruyendo el orgullo que una vez había sentido por sí misma.

Zac no regresó esa noche y ella permaneció sentada sola en la sala. Echó de menos la compañía de Rebecca, David y sus padres, Zac nunca la había amado; eso fue lo que pensó aquella noche. Al menos, se dijo, estaba preparada para admitir la verdad. Víctima de la provocación inmadura de ella misma, y también de su propia naturaleza sensual, Zac se había casado simplemente obligado por su sentido del honor, por haber tomado su virginidad... y haber sido sorprendido en el proceso.


Después de terminar de aplicarse la crema, entró en la habitación y eligió ropa interior de seda y encaje y un vestido de algodón.

Una semana después del amargo encuentro con Zac, siguió recordando, había quedado sorprendida y entusiasmada cuando Rebecca se presentó un día ante su puerta y les anunció que pretendía pasar con ellos parte de sus vacaciones de verano, si era bienvenida.

En ese momento, Vanessa dudó que Zac aceptara a un miembro de su familia en su casa, pero se equivocó, pues su marido dio la bienvenida a su hermana con los brazos abiertos... literalmente.

En ese momento decidió que debía dejar de torturarse de esa manera. Si había existido alguna oportunidad de salvar su matrimonio, todo eso quedó atrás. Pensó que si Zac no hubiera encontrado consuelo en su hermana, lo habría encontrado en otra mujer. Hacía mucho tiempo que Rebecca había vuelto a Inglaterra, pero... ¿acaso Zac no seguía viendo a Amber Adams?

Vanessa decidió que de alguna manera se obligaría a enfrentarse a los resultados de aquel error trágico que ambos cometieron.

Vanessa estaba contemplando a sus hijos, que dormían plácidamente, antes de bajar para ver a Zac, cuando lo oyó entrar en la habitación.

Zac: Encantadores, ¿no te parece? -comentó con voz dulce poniendo un brazo sobre los hombros de Vanessa-.

Ness: Sí -respondió y al ver su rostro, reconoció el orgullo y el amor que sentía por sus hijos-.

¿Cómo mirar alguna vez que él no los quería? La miró con tristeza por un momento. Su mirada tenía tal poder de atracción, que le resultó imposible desviar la vista.

Zac: Dime, Ness... ¿valió la pena todo tu sufrimiento?

Antes de responder, Vanessa recordó la toxemia, la cesárea, las semanas de interminable tormento cuando temió por la vida de sus hijos.

Ness: Por supuesto -respondió y se encogió al sentir que la mano de Zac se cerraba sobre su brazo-.

Zac: ¿Ya estás lista? -advirtió la respuesta de la joven y la soltó-.

Ness: Supongo que sí.

Había elegido para esa noche un vestido de algodón con un estampado en tonos gris y fucsia, con escote en forma de pico y la falda amplia. Llevaba unas sandalias con tacones, de color gris. Se dio cuenta de que Zac la miraba intensamente al bajar la escalera.

Tensa, esperó algún comentario sarcástico por haberse arreglado tanto para la ocasión, pero él no dijo ni media palabra sobre el vestido o el maquillaje. Zac le abrió la puerta principal. Vanessa le agradeció que al menos no la criticara.

Zac: Pensé que podíamos ir a Vincent's -le comentó-. No es probable que haya mucha gente, pero de cualquier manera, le pedí a Vincent que nos reservara una mesa con vistas al mar. Quizá ya conozcas esa taberna.

Ness: No -indicó-.

Se tensó cuando él la cogió del brazo.

Zac: Pues entonces descubrirás que esa taberna está por encima de las demás. Tiene algunas especialidades que no encontrarías en ningún restaurante.

Ness: Me gustaría conocer ese lugar -comentó con cortesía y se dirigieron hacia la taberna de Vincent-.


La taberna era muy diferente de las otras de la isla. Las mesas tenían manteles de tela y estaban decoradas con pequeños jarros con flores. El propietario se acercó a recibirlos.

Zac: Vincent lleva aquí apenas un año; sin embargo, tiene una clientela muy selecta -manifestó al advertir la sorpresa de Vanessa-, en especial entre los propietarios de yates. Te sorprendería lo lejos que puede llegar a viajar la gente para saborear el filete Diane de Vincent o la langosta thermidor.

Dos horas después, Vanessa comprendió por qué la taberna tenía tanta clientela. La cena consistió en marisco con crema de queso, filete, una ensalada griega y crepés Suzette. Todo ello regado con un excelente vino seco de Creta.

Vanessa temía empezar a discutir con Zac, pero comprendió que al menos allí en la taberna, no lo harían, como era característico en sus recientes encuentros.

Empezó a relajarse cuando comprendió que lo que él iba a decirle esperaría hasta la llegada del café y la copa. Tuvo que admitir que la atmósfera era perfecta: la brisa tibia, el cielo claro con una media luna brillante que iluminaba el mar oscuro y la suave música de fondo.

Decidió que ese no era un ambiente adecuado para unos ex amantes. Advirtió que Zac había disfrutado mucho con la comida y que parecía muy relajado. Resultaba obvio que no apreciaba la ironía de aquella situación.

Ness: ¡Oh! -exclamó cuando las luces se apagaron de pronto y las mesas solo quedaron iluminadas por la luz de las velas-.

Miró hacia la cocina, al oír los aplausos que procedían de las otras mesas.

Vincent apareció triunfante con una copa llena de fruta y helado, decorada con adornos luminosos. Atravesó la sala y se dirigió hacia Vanessa.

Vincent: ¡Felicidades, señora! -dijo colocando la copa delante de la joven-. ¡Qué viva cien años! Reciba usted nuestras más cálidas felicitaciones.

Ness: Oh, pero no puedo... -horrorizada por el tamaño del postre que le ofrecían, empezó a protestar, pero se detuvo en seco cuando las luces se encendieron de nuevo y vio la desilusión que se reflejaba en el rostro de Vincent-. ¡Qué maravillosa sorpresa! No tengo palabras para agradecérselo... ¡Tiene una apariencia magnífica!

Vincent: Cuatro clases de helado, cerezas, melón... -le informó-. ¡Es un postre célebre!

Ness: Estoy segura de que lo es -comentó y sonrió a Vincent. Al notar que Zac parecía muy divertido, añadió-: Tal vez podría traer otra cuchara, Vincent. ¡Esta creación merece ser compartida!

Vincent: De inmediato, señora -chasqueó los dedos y dio la orden a un camarero que pasaba. Cuando le llevaron la cuchara, se la tendió a Zac-. Que disfruten de su celebración.

Zac: Touché. Sabes que no soy muy aficionado a los helados.

Ness: ¡Y tú sabes que yo no tengo mucho apetito! -se defendió-. Fue culpa tuya que él se enterara de que hoy es mi cumpleaños... nadie más pudo habérselo dicho.

Zac encogió los hombros.

Zac: Yo se lo mencioné cuando reservé la mesa -admitió-. Pensé que eso nos daría un tratamiento preferente. Debo admitir que me olvidé de su escandalosa manera de celebrar los aniversarios entre su clientela.

Ness: Es encantador... el único problema es que debió de haberse presentado con la sorpresa antes de que pidiera el postre -opinó-.

Zac: ¿Y perderte los crepés Suzette? Bueno, no debemos ofenderlo, supongo que tendré que ayudarte a comerlo -hundió la cuchara en la mezcla de fruta y helado y lo probó-. Está delicioso. Pruébalo -y le ofreció una cuchara-.

Vanessa dudó por un momento, consciente del desafío existente en ese gesto. ¿Qué daño podía haber al concederle esa pequeña victoria? Obediente, abrió la boca y cerró los ojos al sentir la cuchara en la lengua.

Ness: Delicioso -murmuró al recuperar el aliento-.

Por la mirada risueña de Zac, comprendió que había quedado satisfecho con su respuesta. Entre los dos, pudieron terminar la copa de fruta y helado.

Zac: Hacía mucho tiempo que no compartíamos un postre juntos, ¿no te parece, Vanessa? -colocó su cuchara en el plato, junto a la copa-. Tal vez sea el último que compartamos, lo cual me hace recordar que tengo algo para ti -ella apartó la mirada y parpadeó, en un esfuerzo por reprimir las lágrimas. En el pasado habían vivido días maravillosos... si Zac la hubiera amado tanto como ella lo amó...-. Vanessa...

Ness: ¿Sí?

Zac: Es un pequeño regalo, para felicitarte por tu cumpleaños y para decir sto kalo -le entregó una cajita-.

La frase que él había escogido tenía un significado muy especial en griego. Se empleaba principalmente para las despedidas definitivas y quería decir: «A donde quiera que vayas, que encuentres siempre algo bueno».

El no aceptar el regalo sería ofensivo, pero Vanessa recordó un antiguo refrán que decía: «Temo a las guijas, incluso cuando regalan cosas». ¿Qué nueva humillación le tenía preparada?

Como si Zac le hubiera leído el pensamiento, añadió:

Zac: ¡Tómalo, Vanessa!

En silencio, ella aceptó la cajita y la abrió. Era un hermoso huevo de porcelana azul de Paros, con un diseño en relieve en el que aparecía Cupido con el arco en la mano y la aljaba a la espalda.

Era una pieza de coleccionista. Cuando Vanessa tenía quince años, había ahorrado hasta el último céntimo para comprar una pieza similar de porcelana de Limoges. Todavía era una de sus posesiones que más apreciaba... y él lo sabía.

Ness: ¡Es exquisita! -exclamó colocándosela en la palma de la mano-.

Sintió una tristeza profunda que no quiso analizar.

Zac: En mi país, un huevo simboliza una nueva vida... un nuevo comienzo. Me alegro de que te haya gustado -comentó. Llamó al camarero para que le llenara de nuevo la copa de brandy-. Ahora, a los negocios, Vanessa -esperó hasta que el camarero se hubo alejado después de llenarle la copa-. Decidí romper por completo con el pasado. Tengo la intención de vender Villa Andrómeda.

Ness: ¡Oh, no! -exclamó sin poder evitarlo-.

Al instante, se cubrió los labios con una mano. Siempre había imaginado que los mellizos vivirían en aquella casa, que gozarían de sus espaciosas habitaciones, que jugarían en los jardines que ella misma había cuidado. La casa había sido diseñada para un millonario estadounidense y salió al mercado poco después de que se casaron ellos, cuando el anterior dueño tuvo que regresar a Estados Unidos.

Vanessa se enamoró de la casa a primera vista y durante el primer año de su matrimonio disfrutó añadiéndole un toque personal.

Después de un momento, Vanessa preguntó:

Ness: ¿En realidad tienes que hacerlo?

Zac: Como tengo que proporcionarte una residencia separada, me temo que no tengo otra opción. Además, solo son tabiques y cemento, que un arquitecto colocó con algo de gracia. Es verdad que antes me parecía el séptimo cielo... pero eso fue simplemente una ilusión que ambos sufrimos por aquel entonces.

Ness: ¡Yo necesito muy poco! -aseguró. En su angustia, se inclinó sobre la mesa hacia él-. Puedo arreglármelas con un par de habitaciones, ahora que te cedí la custodia de Jessica. Dame un poco de tiempo y conseguiré un empleo para mantenerme...

Zac: Estás diciendo tonterías -replicó-. Aparte de tus derechos en el capítulo económico, tienes derecho a tener a los dos niños contigo, de vez en cuando. Por el bien de ellos, tendrás que vivir en un lugar adecuado.

Ness: Nunca se me ocurrió pensar en eso -admitió con franqueza-.

Lo único que deseó fue alejarse de Zac, y nunca llegó a plantearse esa posibilidad.

Zac: Tal vez tarde algún tiempo en encontrar un comprador -comentó-. Después de todo, es una propiedad grande y el mercado de propiedades aquí es muy diferente del de Inglaterra. Le he pedido a un agente inmobiliario que busque un lugar adecuado para ti, temporalmente. Con un poco de suerte, cuando regresemos a Kethina ya lo habrá encontrado.

Ness: No has debido molestarte -indicó-. Ashley está contenta de compartir conmigo su apartamento, hasta...

Zac: ¡Pero yo no! -la interrumpió-. Esa bruja te hechizó cuando estuviste en el hospital. Se aprovechó de que te negabas a verme para envenenarte la mente... y lo ha seguido haciendo desde entonces.

Vanessa se dijo que Zac no podía estar más equivocado, sin embargo, nada que ella dijera en defensa de Ashley podría convencerlo de lo contrario.

Ness: ¿Y crees que mi mente no estaba ya envenenada después de sorprenderos a ti y a mi hermana abrazados?

Zac murmuró unas palabras en su idioma, lo cual hizo que varias cabezas se volvieran hacia ellos y lo miraron con una mezcla de diversión y asombro. Se puso de pie.

Zac: Creo que ya debemos irnos -comentó-.

Metió la mano en el bolsillo y sacó un puñado de dracmas.

Después se volvió para partir, y a Vanessa no le dejó más opción que seguirlo. Una vez afuera, la joven tropezó con una piedra y estuvo a punto de caer. Él la sujetó por el brazo. De inmediato, ella lo rechazó.

Zac: ¡Dios mío! -le apretó con fuerza el brazo-. ¿Siempre tienes que reaccionar como si estuviera a punto de violarte?

Vanessa luchó por controlar el temor e ira que hacían que la sangre le hirviera en las venas.

Ness: Prefiero que no me toques -murmuró-.

Zac la atrajo hacía sí, sin prestar atención a su protesta.

Zac: ¿Por qué todavía tengo la sensación de que quieres rebelarte? ¿Quieres abandonar a tus hijos, darle la espalda por completo a este episodio de tu vida? -le preguntó con voz ronca, muy cerca de su oído; de repente la hizo recordar tiempos felices-. ¡Desearía tener derecho para hacerte confesar la verdad!

Ness: ¡No! ¡Nunca te he mentido! -al sentirse tan cerca de Zac, su dominio de sí misma empezó a desmoronarse-. De cualquier manera, eso no es asunto tuyo. Ya no tienes ningún control sobre mí.

Zac: Creo que ninguno de los dos se cree eso en realidad -indicó. Deslizó los dedos con sensualidad por su brazo-. ¿Lo ponemos a prueba? -deslizó las manos hasta los hombros y le besó en la boca. Fue un beso duro que despertó la pasión en el cuerpo de la joven. Cuando al fin se apartó, Zac le dirigió una mirada helada, sin demostrar compasión o pesar alguno por haberla humillado de esa forma-. Si piensas entregarme a la policía por romper el acuerdo, te lo advierto... diré que me provocaste.

Ness: ¿Hay algo más de lo que quieras hablar? -preguntó con forzada calma-. Si no es así, me gustaría volver ahora mismo.

Zac: Por supuesto -su mirada quedó fija en el rostro ruborizado de Vanessa-. Ya he terminado lo que vine a hacer aquí, por lo tanto, no tiene sentido permanecer en la isla. Te agradeceré que le des instrucciones a Sophia para que esté lista para mañana al mediodía.




¿Ya está? ¿Ya se van de la isla? Y yo que creía que la reconciliación se produciría allí... Craso error XD.

¡Gracias por los coments!

Lucia, seguro que te has decepcionado porque tu creías que iba a pasar algo entre ellos. Yo también lo creía. Así que comparto tu decepción XD. Me pides que ponga adelanto. Lo he pensado, no creas que no, pero mejor no. Así os tengo picadas XD.

Lau, me encanta tu manera de describir a Zac XD. La verdad, tienes razón con lo de la coca-cola XD. Pero más adelante ya verás como cambiará de actitud. Porque la verdad es que ahora se comporta como un cretino (¬_¬).

Anónimo, como estáis empeñadas XD, pues si tengo ocasión echaré un vistazo a las series coreanas. Pero la música no. Porque aparte de que no entenderé una mierda XD, ya estoy hasta las narices del Gangnam Style XD.

Por cierto, Claudix, anónimo dejó un comentario dirigido a ti en el anterior capítulo. Te aviso ahora por si no lo has visto.

¡Comentad!
¡Un besi!


5 comentarios:

Lau B. dijo...

No se que decir... En realidad es muy triste
El que Vanessa se torture de esa manera e incluso el mismo Zac.
No veo el punto de amarse de una manera tan dañina.
Parece como si todo el mundo fuera a terminar lastimado...
De verdad espero que el cambio de actitud de Zac venga pronto sino...
Estoy sorprendida! eso te debe alegrar :)
para el capitulo 5 siempre esta pasando algo entre los dos y con esta novela... un beso para humillar no cuenta
publica lo mas pronto que puedas
Bye
Xx

Lau B. dijo...

Por cierto hice click en la casilla de triste como diez veces... just saying

Unknown dijo...

AY NOOOOOOOOOOO!
HA SIDO MUY TRISTE, Y MMAS PARA LA POBRE VANESSA
NO PUEDO CREER QUE ZAC LE HAGA ESO! ZAC TIENE QUE CAMBBIAR PARA BIEN, VA A TERMINAR PEOR NESSA.

Unknown dijo...

Y MI DUDA ES... PORQUE HAN IDO A LA ISLA?
ZAC LA LLEVO PARA DESPEDIRSE DE ELLA? :(
HA SIDO TRISITISIMO! ESPERO QUE EL PROXIMO CAPI SEA MAS ALEGRE PARA NESSA.

Milagros L. dijo...

me encanto el capii ah espero k en tu otra nove ia pongas el sgte capitulo y obvio aqui tmbn
bye**

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