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sábado, 18 de mayo de 2013

Capítulo 7


Ness: No veo el por qué -indicó. Sorprendida por su sugerencia, no pudo ocultar su hostilidad-. El motivo de la separación legal fue porque...

Zac: Porque no querías compartir tu vida o tu cama conmigo -opinó-. Bueno, el resultado de la acción legal no nos dejó ninguna duda sobre lo último y solo te estoy sugiriendo que hagas lo primero, hasta que Jessica y Alex tengan la edad suficiente como para comprender que lo sucedido entre nosotros nada tiene que ver con ellos... que no son responsables de la falta de amor que hubo entre nosotros y que, a pesar de lo anterior, los queremos mucho -apretó los labios al descubrir la expresión de dolor de Vanessa-. Parece que tus esfuerzos en Konstantinos para que se acostumbraran a la idea de que íbamos a vivir separados no tuvieron el éxito que esperabas. Por el momento, están confundidos... y tristes. Y parece que yo tampoco he conseguido explicarles bien la situación.

A pesar del dolor que sentía, Vanessa no pudo evitar sonreír al ver que él admitía su derrota. Zac siempre había sido muy competente para enfrentarse con sus problemas y la joven comprendía perfectamente su frustración.

Ness: No lo sé... -empezó a decir-.

Se retorció las manos intentando evitar que le temblaran. Lo que Zac le había dicho tenía sentido. Quizá fuera poco ortodoxo, pero solo sería algo temporal.

Además, muchas parejas separadas seguían compartiendo una misma casa. ¿Podría hacerlo ella?

Zac: ¿Y bien? -insistió con voz suave. Luego le preguntó, entornando los ojos-. ¿Qué es más importante para ti, la felicidad de tus hijos o la tuya?

¿Cómo podía ser tan cruel, después del sacrificio que había hecho?, se preguntó Vanessa. A no ser que Zac todavía pensara que ella tenía la intención de huir con Drew. Después de haberlos visto juntos esa noche, y de presenciar el beso que Drew le dio a la fuerza, Vanessa no tenía muchas esperanzas de que le creyera, cuando negaba tener interés alguno por el hermano de Ashley.

Ness: Es lo mismo -respondió y levantó la barbilla con esquivo-. ¿Por cuánto tiempo sería?

Zac: ¿Cómo voy a saberlo? El tiempo que sea necesario... mientras los dos podamos soportarlo.

Ness: Necesito tiempo para pensarlo...

En su mente aparecieron los rostros inocentes de sus hijos. Se había convencido de que podría soportar vivir apartada de ellos. Quizá, si no hubiera tenido otra alternativa, habría encontrado la fuerza de voluntad para hacerlo, pero al serle ofrecida otra opción, aunque resultara traumática para ella, su resolución se había debilitado.

Zac: Tómate el tiempo que necesites. Empieza esta noche y ve pensando en ello cada día, eso te facilitará las cosas.

Ness: ¿Y qué pasará con mi apartamento... si acepto?

Zac: En realidad, no es adecuado. No me di cuenta de lo pequeño que es hasta esta noche, cuando estuve allí, esperándote. Esa es otra buena razón para que te quedes. Así tendremos tiempo para poner en venta ese lugar y adaptarnos otra vez a vivir bajo el mismo techo -se volvió y le preguntó de pronto-: ¿Quieres una copa? Yo voy a tomar una.

Ness: Gracias... sí -aceptó-.

Sería difícil, pero con cuidado, podría evitar verlo, permanecer inmune ante la poderosa aura masculina de su presencia, cerrar los ojos y la mente ante las mujeres que ocuparían su lugar... o que probablemente ya lo habrían ocupado. La recompensa valdría la pena; además, no sería para siempre.

Intentó imaginar el día en que los mellizos fueran lo suficientemente mayores para que ella pudiera apartarse de sus vidas, sin causarles un gran trauma, pero le resultó imposible. Sentía el peso de una gran culpa por haber trastornado sus vidas y sabía que en esa ocasión, debería estar preparada para garantizarles la estabilidad que necesitaban... durante todo el tiempo que fuera necesario.

Zac le tocó la mano y le preguntó:

Zac: ¿Hacemos ese trato, Ness? ¿Estarás aquí mañana por la mañana, cuando Alex se despierte?

Ness: Sí, siempre y cuando respetes la orden de separación.

Él no dijo nada, pero Vanessa detectó un brillo de satisfacción en sus ojos, antes de que se inclinara hacia ella para que brindaran con sus copas.


Diez minutos después, Vanessa se desvestía lentamente, pensativa. Encontró uno de sus camisones en el cajón donde lo había dejado, cuando abandonó esa habitación.

Pensó que la estancia en Konstantinos le había sentado bien. Se tocó uno de sus hombros desnudos y se pasó los dedos por el cuello. Se sorprendió al advertir que ya no estaba tan delgada. Sus senos habían recuperado su forma original y ya no tenía los ojos tan hundidos.

Por supuesto, el estado de su cabello todavía era terrible, ya que no había recuperado su suavidad, pero era indudable que su apariencia física había mejorado. Se estremeció al recordar el desagrado de Zac al ver su cuerpo la última vez que se acostó con ella. En ese momento emitió un gritito agudo cuando llamaron repentinamente a la puerta.

Se colocó la chaqueta sobre sus hombros desnudos y abrió un poco la puerta. Sabía que debía de ser Zac y le molestaba que invadiera de ese modo su intimidad.

Zac: No recogiste tus tarjetas de cumpleaños, Ness -indicó y le entregó varios sobres de diferentes tamaños-. Es un poco tarde, pero las felicitaciones no tienen fecha de expiración.

Vanessa le dio las gracias y lo despidió. Se sentó en la cama y empezó a abrir los sobres. Una tarjeta era de sus padres, otra de David y Marina, otra más de Brittany, su mejor amiga de la universidad. Quedaban tres tarjetas; en una reconoció la letra de su madrina y en otra, la de una tía. Ninguno de ellos estaba enterado de la situación de su matrimonio, aunque sus padres sí sabían que no había estado muy bien de salud y que había estado ingresada en una clínica.

Todos pensaban que, como habían transcurrido dos años después de su enfermedad, ya estaba recuperada y viviendo feliz con su familia. Esa era una ilusión que le había costado mucho esfuerzo mantener, pero sabía que un día tendría que decirles la verdad. Rebecca no se sorprendería ni se impresionaría.

La última tarjeta era la de su hermana; la reconocía por la letra. Un sobre similar le había llegado en su cumpleaños anterior y en el pasado mes de agosto había recibido una carta suya. También le había enviado dos tarjetas de Navidad. Para ella Rebecca había traicionado su confianza y afecto al haber alentado a Zac en su traición.


Vanessa no quería recordar, pero no logró apartar esos pensamientos al reconocer la letra de su hermana. Hacía tiempo que las cosas entre Zac y ella iban mal, desde que Vanessa regresó del hospital con los mellizos. En ese momento, viéndolo todo con más claridad, sabía que ella había tenido algo de culpa. Pensó sinceramente que debió de resultarle muy difícil a Zac convivir con ella. La inesperada aparición de Rebecca la confundió e intranquilizó, pues aunque luchó por ser la anfitriona que Zac esperaba que fuera, fracasó.

En aquella época se sentía a punto de explotar, incluso antes de aquel terrible día, cuando entró en la sala y descubrió a Rebecca en brazos de Zac. Su hermana tenía las manos apoyadas sobre sus hombros, como si fuera su amante... y él parecía aceptar con gusto la pasión de su hermana... Vanessa pudo comprobarlo.

La primera reacción de Vanessa fue la de lanzarse sobre su sorprendida pareja, gritando y golpeando a su hermana con las manos, mientras lanzaba palabras de acusación en términos que nunca antes había soñado con pronunciar.

Por encima de sus propios gritos, había escuchado la voz de Zac, que repetía una y otra vez:

Zac: ¡No es culpa de Rebecca! Yo le pedí que viniera.

Llamaron a un médico y llevaron a Vanessa a la clínica. Al principio pensó que la habían enviado a un manicomio para que pasara allí el resto de sus días y permaneció acostada, con la mirada fija en el techo. Se negaba a comer o beber; solo esperaba la muerte.

Sin embargo, poco a poco fue respondiendo al tratamiento. Aceptó que estaba enferma físicamente, ya que le habían diagnosticado una enfermedad hormonal, y que podrían curarla.

Se negó a ver a Zac o a Rebecca. Recordaba perfectamente lo bien que se habían llevado la primera vez, cuando se conocieron y después, cuando Zac y ella pasaron en Inglaterra la primera Navidad después de la boda. La guapa y encantadora Rebecca era mayor que ella, más madura, y poseía un encanto que le aseguraba el éxito en sus relaciones con los hombres.

Solo el hecho de poder ver diariamente a sus hijos en la clínica, pues Zac se los llevaba, así como la presencia de Ashley, la consolaron en aquellos terribles días. Cuando salió de la clínica, hacía ya bastante tiempo que Rebecca había vuelto a Inglaterra.

Zac le aseguró en todo momento que su afecto por Rebecca no iba más allá del que sentía como su cuñada, y le pidió que, sino creía en sus palabras, leyera la carta que Rebecca le envió. De esa manera, según él, le confirmaría lo que él le decía. Sin embargo, Vanessa se negó a creerle. Con el orgullo herido, guardó la carta sin abrir en un cajón de la cómoda. Fue entonces cuando pidió el divorcio y Zac se negó a considerar la idea.

Fueron transcurriendo los meses en una atmósfera de amargura y desconfianza, sin contacto físico entre ellos, hasta aquel día histórico, cuando Vanessa llegó demasiado lejos y le propinó a Zac una bofetada en la mejilla. Hasta ese momento, él se había mantenido frío, cortés y distante, pero su acción fue la gota que colmó el vaso.

Con los dientes apretados, Zac exclamó:

Zac: ¡Vale! ¿Es así como lo prefieres amor mío?

Vanessa pensó que iba a asesinarla y luchó con todas sus fuerzas. Él la levantó en brazos y la llevó a la habitación principal, la arrojó sobre la cama y le quitó la ropa.

Ness: ¡Zac! ¡No, no de esta manera!

Sus gritos fueron ahogados cuando Zac se tumbó sobre ella; la joven se retorció bajo su cuerpo.

Habían transcurrido muchos meses desde que hicieron el amor por última vez y la posibilidad de una relación forzada, como castigo, la llenaba de temor.

Zac: ¿Qué otra forma hay, cuando me llamas mentiroso, libertino y te niegas a escuchar mis explicaciones? ¡Si espero a que tú vengas a mí tendré que esperar toda la vida! -Estaba excitado y los movimientos de Vanessa aumentaron su deseo. Las manos de Zac temblaron sobre la piel de Vanessa y murmuró-. Así está bien, ángel mío... Lucha contra mí, pero cuando llegue el momento, te rendirás, dejarás que te haga mi prisionera...

A pesar del temor, Vanessa se rindió ante la magia de sus caricias. El deseo se reflejaba en el fondo de sus ojos, en el movimiento de sus labios, en sus senos, en los movimientos de sus caderas.

Meses después, Vanessa todavía podía recordar la pasión que la dominó aquella noche. En aquel momento estuvo segura de que, de alguna manera, ese acto violento de pasión lograría que una vez más pudieran compartir un futuro juntos, que ninguna mujer podría volver a quitarle a Zac, una vez que sus cuerpos se unieran en aquel acto de amor...

Zac: Ness...

Su nombre fue como una caricia en sus labios, mientras la miraba a los ojos.

La devoraba con una ansiedad terrible que parecía prometerle el éxtasis, pero de pronto, se detuvo y su mirada se posó en la cicatriz de la parte baja de su abdomen.

Vanessa pensó que aunque pudiera vivir cien años, nunca olvidaría aquella mirada de enfado que sustituyó a la anterior de deseo, la evidencia de la reacción del cuerpo de Zac al confirmar su rechazo total hacia ella. Vanessa gimió y se apartó con el corazón destrozado.

A pesar de que era muy tarde, se puso una camiseta y unos pantalones y fue a buscar refugio en el apartamento de Ashley. A la mañana siguiente, se encontró con que Zac le había dejado un mensaje. Aunque no aceptaba un divorcio, sí estaba de acuerdo en una separación legal.


Aquel proceso había durado nueve meses... como si fuera un período de gestación... y allí estaba de nuevo Vanessa, en su cama de matrimonio, sola, cansada...

Tenía entre los dedos la tarjeta de Rebecca. Le parecía extraño que su hermana todavía siguiera insistiendo. Sin darse cuenta, abrió el sobre. La tarjeta representaba un ramo de flores y Rebecca le felicitaba por su cumpleaños.

Se preguntó si acaso no se habría equivocado al interpretar mal todo lo que sucedió en aquel tiempo. No era la primera vez que se le ocurría pensar eso, pero en seguida lo olvidaba, pues temía engañarse y creer lo que con tanta desesperación había deseado.

Respiró profundamente y tomó una decisión. Con el pulso acelerado, sacó la carta del cajón y volvió a la cama. Se acomodó e intentó calmarse.

Le he pedido a Zac que te entregue esta carta cuando te sientas mejor. 

Querida Nessi... doy gracias al cielo porque él me pidiera que fuera cuando lo hizo. Me telefoneó y me dijo que estaba muy preocupado por ti, que creía que estabas sufriendo una especie de crisis nerviosa, pero que el médico no parecía concederle demasiada importancia. Me rogó que fuera a verte; que hablara contigo, porque antes solíamos estar muy unidas y de esta manera podrías confiar en mí.

¡Oh, Ness! Me quedé impresionada al verte. A pesar del terrible momento que pasaste, sabía que no deberías estar tan deprimida, por lo que llamé a Marina y le hablé de tus síntomas. Ella confirmó mis sospechas... que estabas padeciendo un extraño tipo de depresión postnatal, y que había avanzado demasiado. Necesitabas tratamiento especializado de inmediato.

Zac se quedó destrozado cuando se lo dije, se culpó por no haber actuado antes, pero, ¿cómo podía hacerlo, si todo aquel asunto escapaba a su conocimiento y experiencia? Estuvo llorando, Ness. No me dará las gracias por decírtelo, pero eso fue lo que sucedió. Se sentó maldiciéndose a sí mismo por lo que te hizo y, después, estalló en sollozos... eran los sollozos estrangulados de un hombre que nunca llegó a conocer el consuelo de las lágrimas. Yo también lloré, Ness, por vosotros. Entonces, extendí mis brazos hacia él y lo consolé. Él me abrazó como si fuera un niño pequeño, un niño cuyo mundo hubiese sido destruido... y fue en ese mismo momento cuando tú entraste...

Cuando leas esta carta ya estarás bien. El especialista que te atiende está empleando los métodos más modernos y está convencido de que pronto te recuperarás. Querida Ness, comprendo por qué no deseas verme de momento y, como no puedo hacer nada aquí, hoy regreso a Inglaterra, segura de que comprenderás que el único amor que tu marido y yo compartimos... es el que sentimos por ti.

«¿Zac lloró por mí?», esa fue la primera pregunta que acudió a su mente. Intrigada, Vanessa se pasó el dorso de la mano por la frente. Estaba convencida de que él la odiaba. Se dijo que sus miradas penetrantes con seguridad habían respondido a un sentimiento y desprecio a sus respuestas y preguntas, todo aquello simplemente había sido una forma de examinar su propia capacidad como esposa y como madre. Pensó que ella misma le había fallado. Lo sedujo, lo atrapó y, después, no pudo tener a sus hijos sin complicaciones, y además tampoco pudo alimentarlos. ¡Él tenía todo el derecho del mundo para detestarla!

Vanessa aceptaba que había estado enferma; sin embargo, muchas mujeres sufrían ese tipo de depresiones después de dar a luz y se recuperan sin tratamiento. ¿Acaso esa crisis nerviosa no era la prueba de que ella era una mujer demasiado inmadura y poco adecuada para seguir casada con un hombre como Zac? Cuando regresó de la clínica, recuperada de su depresión, estaba convencida de que él ya no la amaba. No escuchó sus protestas de lealtad y se negó a compartir su cama, porque era consciente y se avergonzaba de su fealdad.

¿A quién quiso castigar? ¿A Zac o a ella misma, por haberle odiado como esposa?, se preguntaba en ese momento.

Arrepentida, deseó poder recuperar aquellos primeros días, para no volver a cometer el mismo error. Pero lo había cometido, y no podía hacer nada para cambiarlo. Su hermana le había contado en la carta toda la verdad de lo ocurrido.

Cerró los ojos y dejó que la carta cayera de sus manos. Apagó la luz. La generosa y sabia Rebecca le decía en su carta que Zac la amaba; sin embargo, eso había ocurrido dos años atrás. Desde entonces, habían intercambiado insultos y se habían enzarzado en una batalla legal de la cual ambos habían salido perdiendo.

En ese momento, se decía Vanessa, se encontraba en una situación poco agradable... ¿y el amor? Se había perdido para siempre. La única carta de triunfo que tuvo en el juego del amor, la perfección de su cuerpo, la perdió al dar a luz a sus hijos. Si él la hubiera amado, no se habría apartado de ella con tanta repugnancia aquella terrible noche.

Con un grito ahogado de pesar, enterró la cara en la almohada. Comprendió que Zac había contado desde el primer momento con que ella aceptaría su sugerencia de quedarse en la casa, pues ya le tenía preparada la habitación. Advirtió que el camisón que se había puesto estaba recién lavado. Se acurrucó en posición fetal.

Recordó que durante los primeros días de su matrimonio, Zac y ella solían dormir abrazados. Pensó que si al menos hubiera creído en las palabras de lealtad de Zac cuando salió de la clínica, si hubiera tenido la necesaria confianza en él, habría podido salvar su matrimonio. En cambio, precisamente lo que hizo fue acelerar su destrucción.

Se dijo que esos pensamientos no la estaban conduciendo a ninguna parte. Siguiendo un impulso, se sentó y tomó su bolso. Encontró lo que buscaba y con un suspiro de placer, sacó de la cajita el huevo de porcelana que él le había regalado. Volvió a tumbarse y con la yema del pulgar acarició el relieve que representaba a Cupido. Y esperó poder conciliar el sueño para librarse así de la angustia que sentía.

Horas más tarde, Vanessa se despertó cuando alguien llamó a su puerta. Se sentó y se apartó el cabello del rostro; vio que los rayos del sol entraban por la ventana.

En respuesta a su invitación, Zac entró. Llevaba a Alex cargado al hombro.

Zac: El culpable quiere también tu perdón -anunció-. Vamos a ir a desayunar. Le he pedido a Emili que te lleve una bandeja.

Ness: Gracias -respondió y abrazó al niño cuando Zac lo depositó sobre la cama. Le examinó el rostro en busca de alguna herida y no encontró nada que la alarmara-. Tendremos que organizamos para el futuro, si vamos a seguir adelante con lo que hablamos anoche.

Zac: Eso no será difícil -aseguró-. Estoy mucho tiempo fuera. Podremos evitarnos sin mucha dificultad.

Ness: Sí.

Deseó desviar la mirada de aquel hombre de expresión indiferente, pero le resultó imposible.

Zac llevaba la camisa abierta y las mangas enrolladas hasta los codos. Vanessa supuso que debía de haber estado vistiéndose cuando Alex se despertó. Estaba afeitado, pero llevaba el cabello despeinado, como si simplemente se hubiera pasado los dedos. Sintió una ansiedad tan grande que se llevó una mano al pecho.

Pensó que resultaba irónico que aquellos sentimientos que habían permanecido dormidos durante tanto tiempo hubieran escogido ese momento para volver a la vida. Los suponía muertos, pero al parecer había estado equivocada.

Alex: ¿Qué es esto, mamá?

Se soltó de los brazos de Vanessa, se metió debajo de la sábana y volvió a salir. Cuando abrió la mano le enseñó el huevo de porcelana.

Ness: Es un regalo, querido. Se me debió de caer del bolso.

Alex: ¿Puedo comérmelo? -preguntó con curiosidad-.

Ness: ¡No! -exclamó riéndose. Le quitó el huevo de la mano y lo colocó sobre la mesita de noche-. No es para comer, sino para verlo y admirarlo -consciente del silencio de Zac, añadió con cierta desesperación-. Tu padre me lo dio.

De inmediato, el rostro de Alex se iluminó.

Alex: ¡Entonces, también te ha perdonado a ti! -exclamó-. No te hubiera dado un regalo si todavía estuviera enfadado contigo por habernos abandonado.

Ness: No es así, querido... -empezó a decir. Al mirar el rostro de su hijo, deseó poder recordar lo que significaba tener tres años y medio. ¿Qué era lo que podía entender Alex de todo lo sucedido?-. Papá y yo pensamos que estaría bien que tuviéramos dos casas, en lugar de una. Yo... me fui para ver si era una buena idea.

Alex: ¡Y no lo fue! -exclamó feliz-. Ahora que has vuelto, podrás empujarnos a Jess y a mí en el columpio.

Ness: Si te sientas bien, como se te indicó -comentó contenta de que el pequeño olvidara el tema de su ausencia-.

Se sintió desesperada al comprender lo difícil que sería preparar a los niños para su partida definitiva. Pasarían varios años antes de que llegara el momento indicado...

Zac: ¿Por qué no vas a buscar a tu hermana? -sugirió con calma-. Tenéis todo el día para columpiaros.

Alex: ¿Ya no volverás a marcharte? -le preguntó a su madre, mirándola con ansiedad-.

Después acató la sugerencia de su padre, bajó de la cama y se dirigió hacia la puerta. Allí se detuvo para mirarla de nuevo.

Zac: No por mucho tiempo -respondió antes de que Vanessa pudiera decir algo-. No mientras Jess y tú la queráis aquí con vosotros.

Ness: ¿Crees que ha sido prudente decirle eso? -le preguntó cuando el niño se fue-.

Zac: No lo habría dicho si no lo fuera -aseguró. Metió las manos en los bolsillos y la miró-. Tenemos que tener paciencia. Anoche fue una experiencia dramática para todos. Mira, Ness, esto no es fácil para nosotros. No hay una fórmula establecida que podamos seguir. Mientras tanto, como ayer aceptaste compartir esta casa conmigo, tenemos que establecer algunas reglas.




Vamos mejorando, vamos mejorando... Al menos ahora sabemos que Zac no la engañó. Fue todo fruto de la loca cabecita de Ness. XD
¿De qué reglas creéis que habla Zac?

¡Gracias por los coments!

Lau, ¡tranqui! La de los "Aww..." soy yo XD. En los capis no suele ser todo drama. Por eso marco esa casilla. Los momentos en los que aparecen los niños siempre son tiernos ^_^
Ah y espero que ya le empieces a encontrar sentido a todo lo que pasa. Que se te notaba muy nerviosa XD.

Nata, ¡cuánto tiempo! ¡Pero eres demasiado lista! Desvelaste el secreto de Zac (¬_¬). ¡Yo quería que fuera sorpresa! Pero no nos engañemos, era algo que sabíamos todas XD. Pero siempre es divertido que cunda la duda XD.

¡Comentad!
¡Un besi!


5 comentarios:

Lau B. dijo...

YO SABIA!
muy en el fondo estaba convencida de que Zac no le fue infiel a Ness... La ama!!
I'm so happy right now
Que bueno es saber el otro lado de la historia!
Vanessa yo se que a las mujeres nos encanta armar nuestra propia pelicula de cada situacion pero por el amor de Dios DOS AÑOS duro tu orgullo!
sip... lo tengo que decir SHAME ON YOU VANESSA!
Rebecca esta en mi lista de buenos otra vez!
y a pesar de que no me encante su proceder Amo a este Zac por su determinacion! el va a conseguir que Ness vuelva a el! Estoy segura!
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Bye
Xx

Lau B. dijo...

Espera queda Amanda!
no se que pensar sobre ese tema... si Zac ama tanto a Ness no creo que tenga nada con esa mujer! pero... es Amanda y un personaje con ese nombre utrae malas noticias!
7 de 11... esperemos que el proximo capitulo comienze el plan de Zac para recuperar a su esposa!

Unknown dijo...

wow wow, de a poco la novela va dando giros inesperados!
Zac lloro por ness y la amo, es lo mas tierrrrno de el capi de hoy!

Y menos mal que Zac no la engaño con la hermana de nessa, pero nessa es cabeza dura verdad? Como no va a escucharlo a zac.. pero bueno.

Unknown dijo...

De todos modos se nota de lejo que ness ama a zac, como zac a ness.. No se qe esperan para estar juntos.

Me ha encantado el capi, sube proonto.

Unknown dijo...

Lo sospeche desde un principio jaja! Sabia q Zac no la había engañado! :D
Me encantó el capiiii!! Se aman!! Acéptenlo! :D

Ohh!! El anónimo!! recién lo leoo!!(gracias por el aviso!) Qué bueno que SNSD es tu grupo favorito porque también es el mío! Me encantan! Son las mejores y mi miembro favorita es Tiffany, aunque las adoro a todas!
Dicen que van a empezar su World tour en junio! Ojalá vengan a Perú!

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