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domingo, 19 de mayo de 2013

Capítulo 8


Vanessa lo miró a los ojos y asintió.

Ness: Por favor, continúa, estoy segura de que ya has pensado en algo -comentó-.

Zac: Así es. La primera regla será no discutir delante de nuestros hijos. Tienen que entender que lo que el futuro les tiene reservado fue el resultado de una decisión que tomamos entre nosotros dos.

Ness: Eso me parece justo -comentó-.

Zac: La segunda regla será que pasaremos un día a la semana juntos, como una verdadera familia.

Ness: ¿Te refieres a comer juntos?

Zac: A comer y a todo... excepto dormir juntos -indicó-.

Ness: Yo... no estoy segura de poder continuar con esto -comentó. Le aterraba verse forzada a acercarse a él-. ¡Cambias los términos constantemente!

Zac: Solo por el bien de los niños -aseguró-. Fuiste tú quien quiso separar a la familia... bueno, tuviste éxito. Si te resulta difícil soportar la situación, de cualquier manera tienes que hacerlo.

Ness: La familia estaba destrozada de todos modos -opinó desviando la mirada-. Lo único que quise fue regularizar la situación.

Zac: ¡Querías robarme a mis hijos! -exclamó-.

Ness: ¡No! ¡Nunca se me ocurrió eso! -se encogió de hombros-.

Zac: ¿Creías que no les quería?

Vanessa pensó que durante una corta temporada, había estado convencida de ello, puesto que Zac parecía indiferente a sus necesidades y se contentaba con dejarlos al cuidado de Sophia. Dormía profundamente por las noches, mientras ella permanecía sentada junto a la doble cuna de los mellizos, sufriendo por su salud, escuchando su respiración aterrada ante la menor alteración de su ritmo. En ese momento, cuando ya era demasiado tarde, estaba dispuesta a admitir que su propia ansiedad había sido algo patológico, el resultado de su enfermedad depresiva.

Ness: Pensé que tenías otros intereses -comentó y logró conservar la compostura, a pesar de que sus nervios estaban a punto de estallar-.

Lo último que deseaba era empezar el día con una discusión.

Zac soltó una carcajada.

Zac: ¡Por supuesto, mis aventuras extra-matrimoniales! Me halagas si crees que pude hacer eso.

Ness: Antes lo creía, pero ahora he cambiado de opinión -confesó ruborizada ante su mirada crítica-. Si... quieres que lo admita... pues bien, acepto que tú y Rebecca no mantuvisteis una relación amorosa.

Zac: ¿Es eso cierto? -fijó la mirada en los labios de Vanessa antes de deslizarla hasta el escote en forma de pico de su camisón-. Sí, Vanessa mía, me alegro mucho de oírte admitir que estabas equivocada. Solo lamento que necesitaras tanto tiempo para aceptar mi palabra y la de Rebecca.

Ness: Yo... nunca leí la carta que ella me escribió -confesó-. Al menos, no hasta anoche. Eso... me ayudó a ver las cosas con mayor claridad.

Zac dijo algo en griego, que ella no comprendió, pero la expresión de su rostro no le dejó ninguna duda de su exasperación.

Zac: Me casé con una niña cuando te hice mi mujer -comentó. Vanessa no podía replicar nada. Con tristeza pensó que había madurado mucho durante los últimos meses, en particular, desde que se enfrentó al horror de perder la custodia de los niños. Con tono cortante, Zac añadió-: Ya es demasiado tarde para cambiar de opinión. No permitiré que vuelvas a jugar con las vidas de los niños. Anoche tomaste una decisión y espero que la mantengas.

Ness: A todo esto, no sé lo que esperas conseguir con ese día «familiar».

Zac: Una tregua en las hostilidades -sugirió con impaciencia-. Conseguimos pasar unos días en Konstantinos sin problema, ¿no es así? Lo único que pido es que un día a la semana, el domingo, demostremos a nuestros hijos que podemos llevarnos bien. Con suerte, cuando llegue el momento de que vivamos en casas diferentes, ellos se sentirán en libertad para confiar de igual manera en cualquiera de nosotros, sin tener ninguna traición por nuestra parte. Respecto al resto de la semana, no es necesario que nos veamos. Estoy seguro de que podemos establecer unas reglas fijas, para evitar encontrarnos cuando acostemos a los niños, por ejemplo -la observó y estudió su reacción-.

Vanessa odió el tono sarcástico que creyó detectar en sus palabras y la ira le hizo cerrar los puños. Durante su corta y turbulenta relación, ella había mantenido la actitud más agresiva y eso era algo de lo que no se sentía nada orgullosa. Sin embargo, ¿acaso Zac no era también culpable, por haber utilizado su natural comportamiento autoritario para provocar deliberadamente su ira?

Ness: Estoy segura de que podemos. Me sorprende que quieras pasar tanto tiempo en mi compañía.

Zac: Oh, creo que podré soportar compartir la misma habitación que tú, una vez a la semana, amor mío.

La miró fijamente a los ojos, hasta que Vanessa sintió que se asfixiaba.

Parecía hipnotizarla y ella no podía dejar de mirarlo, no podía romper el hechizo. Estaba tan cerca que Vanessa podía tocarlo con solo extender una mano. Al ver tan cerca de ella aquel cuerpo que había conocido de manera tan íntima, el pulso se le aceleró en las venas.

Sintió pesar ante la crueldad de la naturaleza. Durante meses había permanecido en un estado de aislamiento emocional y cuando menos lo esperaba, se derretía y salía a flote el dolor que con tanto esfuerzo había intentado enterrar en el pasado. Y las palabras que había pronunciado, amor mío, aumentaban ese dolor. Cerró los ojos apretando los párpados con fuerza. Después de un momento, Zac rió y comentó:

Zac: Me parece que tendrás que entrenarte un poco más para aceptar mi presencia, ¿no te parece? Inténtalo, Vanessa, por el bien de Alex y de Jessica. Siempre fuiste una actriz estupenda, estoy seguro de que podrás lograrlo. Después de todo, solo es una solución provisional. Puedes consolarte esperando ansiosamente tu libertad final, ¿no es así?

Vanessa no respondió y volvió la cabeza. Deseó que él se marchara de una vez y la dejara sola. Cuando escuchó que la puerta se abría y luego se cerraba, pudo relajarse y se dijo que estaba contenta porque él no se había atrevido a tocarla. Hizo caso omiso del sentimiento de desilusión que experimentó cuando se fue.

Se abrazó las rodillas y se inclinó hacia delante; el cabello le cayó sobre el rostro. Pensó que el divorcio era el final, y no esa separación legal en la que se había quedado atrapada.


Tres semanas más tarde, tuvo que admitir que por primera vez en tres años, una sensación de paz y felicidad se extendía sobre Villa Andrómeda.

Durante los días de trabajo, Zac salía de la casa temprano después de desayunar con los niños. Últimamente, Vanessa no había podido resistir la tentación de acercarse a la ventana de su habitación para verlo caminar por el sendero, hacia su coche. Los recuerdos invadían su corazón cuando admiraba su paso atlético y su porte orgulloso. Con pesar admitía que él se merecía más de lo que ella le había dado.

Pensaba que si Zac no tuviera un sentido tan alto de la responsabilidad habría desaparecido de su vida, en lugar de casarse con ella. Sin saber a ciencia cierta si aquella noche la dejó embarazada, ni siquiera esperó para averiguarlo y anunció sus intenciones como si fueran parte de un plan ya concebido, en lugar de una reparación instantánea por haber tomado... o aceptado su virginidad como un presente de Año Nuevo. En la inmadurez de la adolescencia, Vanessa había llegado a creer que él la amaba.

Desde que vivía en Grecia era consciente de la naturaleza del orgullo que habitaba en el alma de los griegos, su esencia de inviolable libertad. Conocida como orgullo, podría ser mejor definida como «honor» que como «orgullo».

Demasiado tarde, Vanessa comprendió que fue el orgullo de Zac lo que lo obligó a tomar la decisión de casarse. Por supuesto, ella no debió aceptarlo, pero no fue así y al casarse con él, arruinó la vida de ambos.

Se apartó de la ventana y empezó a vestirse. Escogió unos pantalones de lino de color azul turquesa y una blusa sin mangas.

Zac había cumplido su promesa convirtiendo la habitación principal en una confortable sala para ella, con un sillón adicional y una mesa, así como una librería y un televisor. Era allí donde Vanessa se refugiaba todos los días, antes de las seis, cuando volvía Zac. Cuando tenía pensado volver más tarde se lo dejaba dicho a Emili para que Vanessa hiciera sus planes.

Ese era uno de esos días, se recordó Vanessa. Mientras se maquillaba pensó que tendría suficiente tiempo para pasear con los mellizos hasta las tiendas del pueblo esa mañana. Después, comerían en el jardín. Más tarde visitaría a Ashley, mientras los niños dormían la siesta.

Al regresar continuaría con los diseños de telas que estaba haciendo mientras Sophia se encargaba de la merienda de los niños. Le había sorprendido agradablemente la sugerencia de Zac para que ella utilizara en su tiempo libre los programas gráficos que estaban disponibles en el sofisticado ordenador de su estudio.

A pesar de que muchas veces había deseado ejercitar su talento creativo, Vanessa jamás había pensado que algún día Zac le permitiría trabajar o le animaría a que lo hiciera. Tenía que admitir que en ese momento las cosas eran diferentes. Sin embargo, había aceptado encantada su sugerencia, así como su ofrecimiento de mostrar su trabajo a Allan Carver, un amigo suyo que era director de una empresa textil. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para no abrazarlo de alegría.

Mientras se cepillaba el cabello tuvo que admitir que no pudo haber tenido una mejor terapia que la sugerencia de Zac. Con entusiasmo trabajaba en el ordenador diseñando telas todos los días y abandonaba el estudio antes de que Zac regresara.

Al bajar por la escalera, escuchó las voces de los niños, que estaban sentados a la mesa. Charlaban animados, y no advirtieron su presencia. En ese momento, Vanessa se preguntó cómo había podido pensar alguien alguna vez en separarlos. Si el juez hubiera visto la escena que en ese momento estaba viendo, habría comprendido la crueldad de lo que se proponía.

Jess: ¿Podemos tener un gatito mamá? -preguntó al advertir su presencia-.

Alex: Por favor, mamá, por favor -le pidió. Sus ojos tenían el mismo brillo que los de su padre-. La gata de Amber tuvo cuatro y no puede quedarse con todos. Papá nos lo dijo anoche cuando llegó a desearnos buenas noches. Dice que podemos tener uno si tú no tienes inconveniente.

Jess: Y tú no lo tienes, ¿verdad, mamá?

Vanessa reprimió una sonrisa, pues sabía que sus hijos eran capaces de encantar y de convencer a cualquiera. Fingió que consideraba el asunto y observó cómo esperaban ansiosos su decisión.

Ness: Podréis tenerlo si me prometéis que vosotros mismos lo cuidaréis -respondió al fin-. Eso significa que tendréis que ponerle comida fresca a horas regulares y también darle mucha agua. Emili ya tiene suficiente trabajo al atendernos y no queremos darle más trabajo.

Se sirvió una taza de café y lo saboreó lentamente. Observó cómo los niños comían con apetito y entre bocado y bocado discutían sobre el nombre que iban a ponerle al nuevo miembro de la familia.


Cuando los niños se retiraron a dormir la siesta a mitad de la tarde, Vanessa fue al apartamento de Ashley.

Ash: ¡Ness! -exclamó encantada-. ¡Estás maravillosa!

Ness: ¡No lo creo! -respondió riendo-. Sin embargo, debo admitir que valió la pena seguir tu consejo. Tengo mejor apariencia que hace dos meses, ya no parezco una vieja bruja.

Ash: Nunca tuviste esa apariencia -aseguró-. Solo estabas demasiado cansada y muy pálida. Supongo que no te has arrepentido de tu decisión de volver con Zac.

Ness: ¡No he vuelto con Zac! -aseguró-. He vuelto a la villa, eso es todo. No es lo mismo. En realidad, apenas nos vemos.

Ash: ¿Intentas decirme que no hay posibilidad de una reconciliación?

Ness: ¿Reconciliación? -repitió-. No, por supuesto que no. ¿Cómo podría ser? ¡Estamos separados legalmente!

Ash: Pero vivís bajo el mismo techo -indicó-. ¿Intentas decirme que no pasáis tiempo juntos?

Ness: Pasamos los domingos juntos, como un día especial dedicado a la familia. Fue idea de Zac. Pensó que sería bueno para los niños que vieran que nos llevamos bien.

Ash: Mmm... ¿Y os lleváis bien?

Ness: En cierta forma, sí -se sentó en un sofá-. No discutimos delante de los niños, nos respetamos mutuamente y evitamos temas peligrosos.

Ash: Interesante -comentó-. Estoy segura de que los niños están contentos con la situación, pero... ¿qué hay acerca de ti... y de Zac?

Ness: Supongo que está aburrido, pero pone buena cara.

Ash: ¿Y qué hay de ti, Ness...? ¿Es eso lo que quieres?

Ness: Quiero... -empezó a decir y se detuvo. Quería poder retroceder en el tiempo, volver a la época en que Zac y ella eran amantes y solo vivían el uno para el otro. Deseaba volver a aquel tiempo de falsa ilusión, cuando fue tan feliz. Quería otra oportunidad para recuperar el amor que nunca debió perder-. No lo sé -mintió, pues no podía decirle la verdad a Ashley-.

La expresión de Ashley se transformó y sus ojos reflejaron tristeza y conocimiento a la vez.

Ash: Todavía lo amas, ¿no es así, Ness?

Ness: ¡No! -exclamó con demasiada rapidez-. Él no me quiere -fijó la mirada en sus manos, humillada por su confesión-.

Ash: No hay conexión entre esas dos frases, tú lo sabes -opinó-. Es verdad lo que Drew me dijo, ¿no es así? Él no tiene ninguna oportunidad contigo.

Ness: Lo aprecio como amigo... -explicó-. Es simpático y amable. Lo último que deseo es herirlo, pero...

Ash: No es el hombre adecuado para ti -terminó por ella-. Sí, estaba segura de que él no tenía posibilidades. Estoy segura de que la decisión que tomó era la correcta.

Ness: ¿Decisión? -preguntó y esperó una explicación-.

Ash: Sí, él no quiso avergonzarte al telefonearte o visitarte en la villa, por lo que me pidió que te diera la noticia. Aprovechó una oportunidad maravillosa para trasladar el restaurante de Kethina a Atenas. Es lo que siempre quiso. Hasta ahora, no había reunido el capital suficiente para hacer ese movimiento y extenderse, pero recibió una oferta de un hotelero de Atenas que está dispuesto a poner el dinero necesario y figurar como socio secreto. Drew y su socio estudiaron el asunto a conciencia y están convencidos de que, incluso con un tercer socio, el potencial de ganancia es enorme.

Ness: ¡Eso es fantástico! -exclamó con alegría-. Oh, sé lo mucho que eso significará para él. ¿Cómo conoció a ese hombre?

Ashley se encogió de hombros.

Ash: En apariencia, se enteró de la reputación del restaurante y, después de visitarlo en varias ocasiones, decidió que podría ser una mina de oro si tuviera una mejor situación. El asunto es, querida, que Drew quiere que me vaya a Atenas con él y trabaje allí.

Ness: ¡Tienes que hacerlo, por supuesto! -exclamó-.

Ash: Eso es lo que he decidido, pero me alegro mucho de oírtelo decir a ti. No me gustaría que pensaras que te abandono. Si alguna vez me necesitas, Atenas no está muy lejos y siempre serás bienvenida -sonrió-. Ahora que Zac y tú habéis firmado un tratado de paz, no necesitarás un refugio.

Ness: No, no lo necesitaré -comentó-. Sin embargo, seguiré visitándote, y llevaré a los niños. Nunca olvidaré lo mucho que os debo a ti y a Drew. Os deseo a los dos toda la alegría, felicidad y suerte que os merecéis.

Ash: Si Drew hubiera pensado que tenía alguna posibilidad contigo, creo que no habría aceptado la sugerencia de ese nuevo socio -comentó y sonrió-. Estoy segura de que tomamos la decisión correcta. Vamos a tomar una taza de té. Después, te pondré al corriente de todo.


Vanessa regresó temprano a la Villa Andrómeda y se dirigió al estudio de Zac. Unos minutos después, ya se hallaba ensimismada en su trabajo. Los resultados de su trabajo de diseño con el ordenador eran excelentes. Pensó que ya tenía un muestrario suficiente para presentárselo a Zac, y si él aprobaba su trabajo, podría mostrárselo a su amigo.

Zac: ¡Eso es impresionante! -opinó-.

Al escuchar su voz, Vanessa se volvió y contuvo la respiración. Como estaba tan concentrada en su trabajo, no había oído a Zac.

Ness: ¡Oh! -exclamó. Sintió pánico, como si la hubiera sorprendido haciendo algo malo-. ¡No tenía ni idea de que fuera tan tarde!

Apagó la impresora, pero Zac volvió a activarla. Al hacerlo, colocó la mano sobre la de ella.

Zac: Esta noche no estoy de humor para condenar a los transgresores de pactos -comentó sin soltarle la mano-.

Con la mano libre tomó el muestrario y empezó a hojear las páginas.

La mano de Vanessa se tensó bajo la de él e intentó soltarse. El silencio de Zac la llenaba de dudas. Se dijo que no podía permitir que Zac descubriera el efecto que tenía sobre ella. Le temblaban las piernas y sentía una opresión en el pecho. ¿Y si él le decía que su trabajo no era bueno?

Ness: Solo son esbozos -explicó con los ojos fijos en el muestrario-. Por supuesto, estuve alejada del negocio durante mucho tiempo...

Zac: Mmm... -la miró a la cara-. No estoy calificado para dar una opinión profesional... sin embargo, pienso que trabajas con gran destreza y que tu trabajo demuestra mucha imaginación -le soltó la mano-. Ya puedes apagarla.

Ness: Gracias.

Zac: Ness, antes de que te vayas... necesito que me ayudes en un asunto de negocios.

Ness: ¿Sí?

Tenía los brazos ocupados con el muestrario, los bolígrafos y los papeles, y se detuvo de camino a la puerta. Se sintió intranquila y esperó a que él continuara. Zac se acercó, la observó y sonrió.

Zac: Tengo un compromiso importante para cenar mañana y quiero que me acompañes.

Ness: No, no lo haré, Zac -aseguró con voz fría-. Solamente me he trasladado aquí por el bien de los niños y nuestro acuerdo solo indica que debo compartir tu compañía los domingos -advirtió que su mirada se oscurecía de ira y que fruncía los labios-. ¿Por qué no invitas a Amber, como haces siempre? ¿Acaso tiene otra cita?

Zac: En esta ocasión, Amber no es la más indicada para acompañarme. -Metió las manos en los bolsillos y la miró-. Mi cliente es un inglés apellidado Robinson. Su mujer lo acompaña y los dos me han comunicado su interés por conocer a mi esposa, o sea, a ti. Parece que la señora Robinson es de la misma región de Inglaterra que tú.

Vanessa lo miró con desafío; le latía el corazón aceleradamente. Zac parecía muy seguro de sí mismo, confiado en su victoria; sin embargo, le estaba pidiendo demasiado.

Vanessa se estremeció al prever la cólera de Zac ante su negativa.

Ness: Entonces tendrás que decirles que ya no estás casado.

Iba a alejarse, pero él la detuvo sujetándola por el hombro y se le cayeron varios papeles al suelo.

Zac: ¡Déjalos! -ordenó cuando ella se dispuso a recogerlos. La agarró por ambos hombros y ella solo pudo sostenerle la mirada-. Es demasiado tarde para eso, además, estoy casado, te guste o no.

Ness: ¡Solo formalmente! -exclamó-, y solo porque te negaste a aceptar el divorcio que yo deseaba -temblorosa, intentó liberarse de sus manos sin éxito-.

Zac: No discutamos, Ness -tenía el rostro tan cerca del de ella que Vanessa podía aspirar el aroma de su piel. Todo su cuerpo respondió a su cercanía-. Este contrato significa mucho para mí, para la compañía y, obviamente, para ti. ¡Cuanto más dinero gane, mejor vida podrás llevar cuando nos separemos!

Ness: No es bueno que intentes sobornarme -sugirió-. Mi respuesta sigue siendo no. Ahora, ¿quieres soltarme? -Algo brilló en el fondo de los ojos de Zac, aunque Vanessa no supo si era ira o desdén. Durante un par de segundos, contuvo la respiración; sentía la tensión de Zac y se preguntó cómo iba a reaccionar. El temor la hizo añadir-: Estás contradiciendo la orden de separación al utilizar la violencia contra mí.

Zac: ¿Violencia? -la miró. Su rostro parecía una máscara-. Dios mío, ¿te atreves a acusarme de eso? ¿Es eso lo que planeas... tentarme para que te golpee y así puedas volver ante los tribunales y reclamar la custodia de los niños? -le soltó los brazos y se volvió, pero no antes de que ella advirtiera su expresión de dolor-. Recoge tus papeles y vete de aquí, antes de que me sienta tentado a demostrarte la verdadera naturaleza de la violencia.

Vanessa se arrodilló y recogió sus papeles. Le temblaban las manos. Era consciente de la ira que había despertado en el hombre por quien en otro tiempo habría dado la vida. Y él pensaba que ella lo contrariaba por gusto.

No había manera de explicarle el dolor que, de haber aceptado, le habría producido el participar en la mascarada que le había propuesto. Levantó la mirada y observó la espalda de Zac, sus hombros, sus caderas, sus piernas musculosas...

Se incorporó y se dirigió hacia la puerta. Cuando se le nubló la vista, comprendió que estaba llorando.




Bravo, Zac. Lo has conseguido. Hiciste llorar a Ness. ¿Estás contento? (¬_¬)
De verdad, ¡que hombre más bruto! Podría haber sido más encantador a la hora de invitarla a la cena. Pero a él todo le gusta hacerlo por las malas (¬_¬).
Veremos a ver cómo acaba esa cena...

¡Gracias por los coments!

Lau, ¡no te equivoques! La mala de las novelas es Amber XD. Que ya sabemos todas que es a causa de la de Hairspray. Pero lo recuerdo por si acaso XD.

Lucia, sigue leyendo con atención porque la novela va a seguir dando giros inesperados de 180 grados XD. Yo la verdad tampoco no sé a qué esperan para reconciliarse. Supongo qué a que Zac deje de ser un bruto (¬_¬).

Claudix, de nada. Lee los comentarios por si tu nueva amiga te vuelve a dejar un mensaje ^_^

¡Comentad!
¡Un besi!


8 comentarios:

Milagros L. dijo...

me encanto el capii
ojala zac la trate con mas cariño y pueda convencerla de ir a la cena
espero con ansias el siguiente capitulo
bye**

Anónimo dijo...

primer lugar
fascinante el capii ojala las cosas se arreglen entre ellos y zac deje de ser tan duro con ella pobresita asta le hizo llorar k malo


Anónimo dijo...

segundo lugar mis chicas favoritas son seo hyun y yoona
si ojala llegen a peru estoy tan emocionada
mi amia i yo somos fanaticas de snsd y suju aunque ella es un poco mas de suju k vinieron pa su cumple no te imaginas como estuvo
ah kasi lo olvido de k parte de peru eres io soi de lima

Unknown dijo...

Wowww, el capi empezo taaaan bien y termino tan malll :(
pense que bueno.. como habia empezado asi de bien iba a seguirr! Pero zac tuvo que arruinarlo todo de nuevo!! Este hombreee, tiene que aprender a respetar a SU mujer.

Se hace el que no ama a ness, pero la ama con todo su corazon y eso lo deja necio y hace todas esas barbaridades que hacen llorar a ness!

Me encaanto el capi, sube pronto :)

Lau B. dijo...

1. Socio secreto? por que no me gusta eso?
Zac puede tener muchas razones para hacer que el sueño de Drew ("Su enemigo") se cumpla... la inicial alejarlo de Ness y si se lleva a Ashley ("La bruja") mata dos pajaros de un tiro... Just Saying
2. No me parece para mi Zac no es el culpable de que Ness llore, el intento invitarla cordialmente pero ella como siempre se niega a todo lo que el le pide! Si te acusan de usar la violencia contra tu mujer sin fundamentes obviamente te vas a enojar! Cada intento que el hace por acercarce a ella Ness lo malinterpreta. De cualquier manera hay algo que no me pueden negar cuando una persona tiene problemas emocionales, como claramente Ella los tiene, hasta un tono inadecuado o una mirada acusadora hacen que las lagrimas comiencen a correr, con esto no digo que Ness sea la culpable solo que tenemos que darle credito a Zac, el esta haciendo su mejor esfuerzo por darle tiempo y enamorarla de nuevo
3. Me parece que vas a tener que publicar en seguida XD tienes muchos comentarios y de diferentes personas! Tal y como te gusta! YOU GO GIRL!!!
PS: tengo esperanzas de que todo mejore
8 de 11 la siguiente debe ser algo bueno... eso espero, con esta novela la verdad no se!
Una cosa mas: Ewwww gato!!!! XD ... really Eww!:S :P
Xx
Bye

Lau B. dijo...

Uff! creo que me quedo largo.... :S XD
PUBLICA PRONTO!!!!!!

Lau B. dijo...

Estoy decepcionada de mi misma! Una ida al cine y no pude ser la primera en comentar! mira todas las que me ganaron :( Tenia un record personal... XD

Lau B. dijo...

I just can't believe I'm de only one defending Zac... SHAME IN ALL OF YOU! XD

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