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jueves, 16 de mayo de 2013

Capítulo 6


Ness: Gracias, Drew, ha sido una velada encantadora -aceptó la mano que le ofrecía su acompañante y bajó del coche-.

Se encontraban en un pequeño patio, frente a un edificio de apartamentos, donde se encontraba el que el agente de Zac había localizado para ella.

Las palabras de Vanessa eran sinceras, pues Drew la había llevado a dar un paseo por Atenas y habían cenado en un restaurante al aire libre. Eso había contribuido a que Vanessa se olvidara un poco de la tristeza que la dominaba desde que regresó de Konstantinos. Le estaba muy agradecida a Drew por haberle sugerido que pasaran juntos uno de los pocos días que tenía libres.

Durante los cinco días que siguieron a su regreso, de acuerdo con los derechos de visita que le otorgaron los tribunales, Vanessa no había visto a sus hijos. Para ella fueron unos días de agonía. Por las noches, cuando no podía dormir, no dejaba de repetirse que el bienestar de los niños estaba por encima de sus inestables emociones.

Drew: Debemos hacerlo de nuevo, Vanessa -le sugirió en ese momento, poniéndole un brazo sobre los hombros mientras la guiaba hacia los arcos que comunicaban con el patio interior-. Te lo habría sugerido con anterioridad, pero mientras todavía estabas casada, hubiera dado lugar a incómodas especulaciones.

Vanessa pensó que, en ese caso, y si se hubiese enterado, también habría tenido que enfrentarse con Zac.

Ness: Todavía estoy casada, Drew.

Drew: ¡Pero no es lo mismo! -aseguró con enfado-. Solo porque ese canalla no te conceda total libertad, eso no significa que tengas que considerar sus sentimientos. ¡Es un obseso! Además, ¿quién te impide que vivas tu propia vida? ¡Él no puede quitarte a los niños, puesto que ya has renunciado a ellos!

Ness: ¡No he renunciado a ellos! -negó-. Lo único que hice fue ceder, para que mis hijos vivieran en la misma casa. Estoy segura de que en cualquier momento podría cambiar de opinión, siempre que no le dé a Zac ningún motivo para que sostenga en los tribunales que no soy apta para cuidar de Jessica. ¿Puedes ver la diferencia? Puedo soportar vivir separada de ellos, porque sé que fue decisión mía, pero si Zac piensa que tiene motivos para cambiar la orden oficialmente... ¡entonces no podría resistirlo!

Drew: Ness, estás temblando. Lo siento. No fue mi intención alterarte, sin embargo, no puedo evitar preguntarme por qué no trataste de demostrar que Zac no era un padre adecuado.

Ness: Porque... porque siento que yo, siendo la madre, conseguiría la custodia de forma automática. De cualquier manera, no pude demostrar su infidelidad y, aunque hubiera podido hacerlo, no estoy segura de que hubiera podido utilizarlo en su contra. Tengo la sensación de que a los griegos les está permitido ser infieles con sus mujeres, como una prueba de su virilidad.

En el fondo, Vanessa sabía que esa no era toda la verdad. El solo pensamiento de acusar a Zac en público le repugnaba. Además, él nunca había dicho que ella pudiera ser una madre inadecuada, a pesar de que la manera en que ella misma se comportó durante los tristes días que siguieron al nacimiento de sus hijos, cuando lo sorprendió en los brazos de Rebecca, bien pudo haber sido utilizado por otro hombre para crear serias dudas sobre su estabilidad mental.

Drew: Supongo que podrías decir que la mayoría de los hombres piensan de la misma manera -comentó-. No me incluyas en esa mayoría.

Ness: Eres un buen hombre, Drew -le aseguró dándole unos golpecitos en la mano que permanecía apoyada en su hombro-. Me sorprende que alguna encantadora señorita no se haya enamorado de ti.

Drew: ¡Eso no es probable! -exclamó y se echó a reír-. Sabes tan bien como yo, que a pesar de que la familia griega abre sus puertas a una novia extranjera, pues suponen que asimilará su cultura por medio de su dominante marido, no ofrece tal concesión al hombre extranjero que intente arrebatarle a una de sus hijas. Además, ya he encontrado a la mujer que quiero.

Ness: ¡Drew, no! ¡Por favor, no! -lo miró temerosa. Se encontraban en la entrada del edificio-. No sé lo que habría hecho sin ti y sin Ashley, y para mí los dos sois mis mejores amigos, pero... no estoy preparada para otra relación.

Drew: Con el tiempo lo estarás -aseguró. Tenía poco menos de treinta años y muchas jóvenes estarían encantadas de tenerlo como amante-. En realidad, esperaba que ahora que ya no vives con Ashley y tienes tu propio apartamento... -hizo una pausa y Vanessa negó con la cabeza-.

Ness: Aunque deseara realmente, no es tan sencillo como eso. No puedo arriesgarme a que me califiquen públicamente como una mujer fácil.

Drew: ¿Y si no fuera por los niños? -insistió-.

Ness: No, no es lo que deseo, Drew... por favor, créeme -angustiada, se le quebró la voz-. Creo que sería mejor que no volviéramos a vernos a solas -apartó la mirada, pues no soportaba ver su expresión de dolor-. Tengo que entrar. Estoy muy cansada.

Retrocedió un paso, pero Drew fue más rápido y la sorprendió al enterrar los dedos en su cabello y atraerla hacia él de forma violenta. La besó con pasión en los labios.

Drew: ¡Maldito Alexander Efron! -maldijo y luego la soltó-. ¡Lo maldigo por el tirano que es! Te dejó marcada como te hubiera dejado una marca al rojo vivo. Que sea a tu manera, Ness. Al menos, soy un hombre que puede aceptar un «no» por respuesta... pero recuerda, si alguna vez me necesitas, ya sabes dónde encontrarme.

Vanessa observó cómo se alejaba hacia su coche. Nunca lo había visto tan enfadado, pero, ¿acaso no se había equivocado siempre al juzgar a los hombres? Con tristeza se tocó los labios. Nunca había sospechado el amor tan profundo que Drew había admitido. Si la frustración iba a sacar la bestia que existía en Drew, entonces, su decisión de no volver a verlo había sido la más acertada, por el bien de ambos, pensó suspirando.

Metió la llave en la cerradura y, al abrir la puerta, se quedó petrificada de temor al ver que se filtraba la luz por la puerta entreabierta de la sala. Dominó el pánico y esperó a que su pulso se calmara. Se dijo que la explicación era sencilla; con seguridad se había olvidado de apagar la luz antes de partir. Con decisión, abrió la puerta por completo.

Zac: ¿Dónde has estado para volver a estas horas?

Ness: Fuera. ¿Y tú por qué has entrado aquí a la fuerza?

Zac: No he entrado a la fuerza, amor mío. Puesto que he pagado este apartamento, comprenderás que tengo derecho a tener una llave, ¿no es así?

Ness: ¡Pero no para utilizarla sin ser invitado! -exclamó temblando. Al ver lo furioso que estaba, comprendía que no podía esperar ganar una discusión con él, pero algo la obligó a enfrentarse a él-. ¿Por qué has venido aquí, Zac?

Zac: Para llevarte a Villa Andrómeda.

Ness: ¿Qué? Debes de estar bromeando.

Por un momento, pensó que había ido a reclamarla como su esposa, como su amor, como la mujer sin la cual no podía vivir, pero por la expresión de Zac comprendió que la verdad era muy diferente.

Zac: ¡Desearía estar bromeando! -aseguró con amargura-. Créeme, no estoy aquí por mi gusto. Estos últimos días han sido los más tranquilos que he disfrutado desde que te traje a Grecia.

Sus palabras fueron como una bofetada para Vanessa, pero se negó a acobardarse ante su mirada cruel.

Ness: Entonces, ¿por qué cambias ese estado feliz de las cosas?

Zac: Alex ha sufrido un accidente.

Ness: ¡Oh, cielos! ¿Qué ha ocurrido? ¿Dónde está? -angustiada, agarró a Zac de los brazos-. ¿Ha muerto?

Zac: Por supuesto que no. Ni siquiera está malherido -dijo con frialdad y ella hizo un esfuerzo por controlar una náusea-. Hace un par de días, instalaron un columpio en el jardín. Pensé que sería una distracción para ellos. En lugar de sentarse atado en el asiento, como se le dijo, nuestro hijo decidió ponerse de pie sobre el columpio, mientras Sophia atendía a Jessica. El resultado fue inevitable... se cayó.

Ness: ¿Sufrió una contusión? ¿Se rompió algo? -tuvo que agarrarse a él para sostenerse-.

Zac: ¡Basta, Ness! -por primera vez, detectó cierta compasión en la voz de Zac. Él le apartó las manos de su cuerpo y las tomó entre las suyas-. Cálmate y escúchame. Fue más la impresión y el temor de ser castigado por desobedecer; pero, por supuesto, lo llevé al hospital y le hicieron unas radiografías. No hay nada que la naturaleza no pueda curar en unos días, excepto...

Ness: ¿Excepto? -insistió con ansiedad-.

Zac: Excepto que quiere a su madre -explicó encogiéndose de hombros-. Sabe que no puede verte todos los días, pero se niega a comprender por qué no puedes estar a su lado cuando él está mal. Está convencido de que se le ha castigado por algo que ha hecho mal y no deja de decir que lo siente y de preguntar cuándo lo perdonarás.

Ness: Iré de inmediato -las lágrimas rodaron por sus mejillas y se las limpió con el dorso de la mano-.

Permitió que la llevara hasta su coche. Le sorprendió no haber visto antes el coche, cuando estuvo en el patio minutos antes, pero en ese momento estaba muy ocupada rechazando las atenciones de Drew.

Minutos después, Sophia abrió la puerta principal, antes de que Zac metiera la llave en la cerradura.

Sophia: Ahora está durmiendo... -le informó-. Los dos están durmiendo -le sonrió a Ness-. Estará bien, ahora que usted se encuentra aquí... ya lo verá.

Ness: Tengo que subir a verlo -dijo y no esperó para ver si Zac estaba de acuerdo-.

Subió los escalones de dos en dos, muy preocupada. Apretó los dientes al abrir la puerta de la habitación de los niños, temerosa, a pesar de lo que Zac le había asegurado, del estado de salud de Alex.

Los dos niños dormían tranquilos. Las camas gemelas estaban separadas por una mesita donde brillaba una luz tenue.

Vanessa se arrodilló al lado de su hijo y murmuró:

Ness: ¡Oh, Alex, hijo mío! -le tocó la frente con los dedos, como si quisiera transmitirle un mensaje de consuelo sin despertarlo-. Mamá está aquí, cariño.

Con cuidado, apartó la sábana que lo cubría. El niño estaba vestido con un pijama y ella buscó ansiosa con los ojos alguna señal de daño. No encontró ninguna. Dudó, pues deseaba despertarlo, abrazarlo...

Zac: Déjalo, Ness. Déjalo dormir -ordenó-.

La miraba como si fuera una extraña. Vanessa sintió una aguda opresión en el pecho. Zac no la quería allí. Pensó que, si Alex no se hubiera quejado de que ella no iba a verlo, él no le habría informado.

Ness: Creo que tienes razón.

Tuvo que hacer un gran esfuerzo para controlar su angustia, pero comprendió que no tenía sentido molestar al niño.

Suspiró y lo cubrió con la sábana. Se inclinó para besarle en la mejilla con dulzura antes de volverse hacia la otra cama para besar también a Jessica.

Se incorporó y se tambaleó un poco. Era el resultado del cansancio y de la fuerte impresión que había recibido. Notó que Zac la observaba.

Después de un momento, Vanessa comentó:

Ness: Bueno, parece que no soy indispensable, después de todo -trató de hacer una broma, pero dos lágrimas escaparon de sus ojos para deslizarse por las mejillas. Las ignoró-. Te telefonearé por la mañana para saber cómo está, ¿de acuerdo? -no esperó respuesta-. Ahora, si pudieras pedirme un taxi, te lo agradecería.

Zac: ¿Cuánto, Ness? -la observó fijamente, inexpresivo- ¿Lo suficiente como para despedirte de mí con tanta pasión como lo hiciste con tu escolta de esta noche?

Ness: ¡Nos estabas espiando! -exclamó ruborizada de indignación-.

Zac: ¡Calla! -la sacó de la habitación de los niños y cerró la puerta-. Los niños ya han presenciado suficientes discusiones entre nosotros como para que el recuerdo les dure toda la vida. Déjalos dormir en paz -la empujó hacia las escaleras-. Podemos terminar esta conversación abajo, si eso es lo que quieres.

Ness: No, solo quiero volver a mi apartamento.

No pudo evitar que la llevara hacia la sala.

Zac: Si te comportas como una adolescente besuqueándote con su pareja en un patio iluminado, debes de saber que te arriesgas a ser observada -indicó con tono cortante-. Por fortuna, no fuiste tan irresponsable como para invitarlo a pasar la noche contigo.

Ness: Nunca existió la más mínima posibilidad de que lo hiciera -aseguró-. Como todavía te preocupas por mi moral, tal vez te guste saber que no volveré a salir con él.

Zac: Bien. Aunque... ¿por qué esperas que me crea eso, cuando insistes en acusarme de infidelidad, sin motivo y a pesar de que lo negué repetidamente? Solo espero que me digas la verdad, Ness, porque hay algo más que quiero saber. ¿Qué te propones hacer respecto a Alex?

Ness: ¿Qué quieres decir? -preguntó con impaciencia-.

Zac: Me refiero a cuando se despierte mañana y se ponga a llorar -explicó-.

Ness: ¡Él estará perfectamente mañana! ¡Dijiste que no había sufrido ninguna lesión!

Zac: Físicamente no, pero emocionalmente está hecho pedazos. ¡Cielos, mujer! ¿Cómo puedes estar tan ciega? Durante los últimos nueve meses, aunque viviste en la casa de Ashley, visitaste a los niños todos los días, hasta ahora. Para ellos no es fácil aceptar tu ausencia, a pesar de lo bien que se lo hayas explicado. ¡Dios mío! Lo menos que puedes hacer es pasar aquí la noche y estar presente cuando él te llame por la mañana.

Ness: ¡No puedo! -aseguró-.

Pensaba que prolongar esa agonía podía ser demasiado cruel para ambos y para los niños.

Zac: ¿Por qué, Vanessa... por qué? -preguntó con agresividad-. ¿Hay algún motivo o es que todavía sientes placer al oponerte a mí solo por gusto?

Ness: ¡Eso no es justo! -se defendió al instante-. Yo, a mi vez, debería preguntarte si todavía disfrutas intimidándome.

Zac: ¿Intimidándote? -repitió levantando las cejas, sorprendido-. ¿Cuándo te he intimidado yo, Vanessa?

Ness: ¡Todo el tiempo! -lo miró con desafío-. Desde el primer momento en que pisé esta casa, me diste órdenes como... como si...

Zac: Como si te amara y deseara que te establecieras en este nuevo y extraño ambiente con las menores dificultades posibles -indicó y la miró a la cara-.

Ness: ¡No! Fue como si yo fuera una criatura que necesitara ser disciplinada -lo corrigió-.

Zac: ¿De verdad? Debo admitir que no recuerdo haberte intimidado.

Ness: ¿No recuerdas aquella mañana que pasamos recogiendo flores silvestres? Cuando se me cayeron por accidente, insististe en que me arrodillara a recoger cada una por separado y las colocara otra vez en el cesto.

Zac: ¿Aquel primero de mayo, después de casarnos? -frunció el ceño como si tratara de recordar aquella ocasión-.

Ness: Llenamos un gran cesto -le recordó-. Recuerdo que fue un día precioso; yo quería que me llevaras a la costa, después de la comida...

Zac: Y te dije que no podía, porque tenía que trabajar en un programa importante.

Por su expresión risueña, Vanessa comprendió que no había fingido recordar.

Se estremeció y comprendió que no debía de haber mencionado ese ejemplo en particular. Si él podía recordar perfectamente, al igual que ella...


En aquella ocasión, Vanessa se había enfadado porque deseaba disfrutar plenamente ese día. Como lo amaba con desesperación, no quería compartir a Zac con nada ni con nadie... y mucho menos con un ordenador. En ese momento comprendía que había sido egoísta, pero entonces se había sentido desatendida y había demostrado su desaprobación arrojando las flores silvestres al suelo.

Ya había llegado a la puerta cuando él la llamó y le pidió que las recogiera y las pusiera en agua.

Ness: ¿Por qué? -le había preguntado con enfado-. Solo son hierbas. Que Emili las recoja y las tire. Después de todo, para eso le pagamos.

Zac: Le pagamos para que sea ama de llaves, no para que limpie las consecuencias de tus rabietas de adolescente, Ness. Ahora, recógelas.

Vanessa se le había quedado mirando, sorprendida. Su corazón  latía con fuerza, dominado por una confusa mezcla de emociones. Una parte de ella quiso desafiarlo y salir de la habitación, pero la otra parte le indicó que existían límites con él. Por otro lado, su orgullo le impedía rendirse por completo.

Al final, sonriendo con dulzura e inocencia, se había arrodillado para recoger con cuidado las flores, pensando que ella ganaría al final, cuando él también se arrodillara.


En ese momento, Zac le comentó:

Zac: Hiciste lo que te pedí y las recogiste todas.

Ness: Eso fue hace mucho tiempo... -indicó-.

Por la expresión de Zac comprendió que él recordaba perfectamente la escena que tuvo lugar aquella tarde de primavera. Dejó de hablar, pues de repente sintió un nudo en la garganta.

Zac: Cuatro años -comentó-. Ya estabas embarazada, pero no lo sabíamos... -su voz se suavizó por la emoción-. Te arrodillaste delante de mí y me miraste con tus adorables ojos...

Ness: ¡Zac... por favor!

No deseaba que él continuara, que describiera lo que sucedió después, porque todo aquello quedó en el pasado.

Era un sueño mágico que se destrozó a la luz de la realidad.

Zac: Me dijiste que lo sentías, que no deseabas entrometerte en mi  trabajo... -advirtió cómo ella se ruborizaba-... después, deslizaste la mano por la parte interior de mi muslo, apoyaste la cabeza sobre mis piernas...

Vanessa empezó a temblar, confundida. Su cuerpo respondía a las palabras de Zac, como una vez respondió a sus caricias.

Ness: Esto es absurdo... -manifestó con desesperación-.

Zac: Oh, no lo es. Deseo estar seguro de que recuerdas cómo terminó todo.

¡Como si pudiera olvidarlo! Ella ganó al fin, como esperaba, porque Zac era incapaz de resistirse en aquellos días. Aceptó su silenciosa invitación para tumbarla en el suelo y cubrirla con el peso de su cuerpo.
Las flores cayeron una vez más al suelo, sobre su rostro y su piel desnuda, cuando Zac le desabrochó el vestido.


Vanessa protestó al sentir el duro contacto del suelo en la espalda y él rió. Era la risa triunfante de un hombre que ya disfrutaba de la seguridad de su satisfacción inminente. La levantó en sus brazos y caminó hacia la puerta, para llevarla a la intimidad de su habitación. Una vez en la puerta, Vanessa proclamó su victoria al murmurar:

Ness: ¿Qué va a pasar con las flores?

Zac: ¡Que Emili las recoja... para eso le pagamos! -exclamó-.

Vanessa sintió que su triunfo era completo.

Ese día, él ya no trabajó en el ordenador. Mucho más tarde, Vanessa descubrió un pequeño crisantemo estrujado contra su seno y lo guardó entre las páginas de su Biblia, en el Libro de los Hechos, donde aparecía la historia de Vanessa.


Ness: Lo recuerdo -confesó en ese momento. Los ojos de Zac estaban fijos en sus labios-. También recuerdo lo que les sucedió a las flores. Emili las puso en agua y más tarde, esa noche, hice con ellas una corona para la puerta principal, para que bendijera nuestra casa y nuestras vidas para siempre -a pesar de su decisión, se le quebró la voz-. Debieron haberse secado y durado más tiempo... pero, al cabo de unas semanas, se desintegraron.

Fue una especie de señal premonitoria, el problema, pensaba Vanessa en ese momento, fue que entonces estaba demasiado ciega para verla.

Zac: Siéntate, Ness -le pidió señalando una silla-. Creo que hay una solución para esta situación -ella obedeció y se sentó, sobre todo porque sus piernas se negaban a sostenerla-. Pondré tu apartamento nuevo a la venta y podrás residir aquí, en Andrómeda, durante los próximos meses.

Ness: ¡Eso es ridículo! Lo convertiría todo en una farsa...

Zac: ¿No lo has hecho ya? -preguntó con amargura-.

Ness: Pero... -empezó a decir, pero se detuvo, consciente de que él tenía razón-.

Sin embargo, también sabía que cada vez que lo veía, le resultaba difícil recuperarse emocionalmente.

Zac: ¡Primero escúchame! -le pidió cruzando los brazos sobre el pecho. Después inclinó el cuerpo hacia adelante-. Mi plan es que separemos la villa de la misma manera que separamos la casa Konstantinos. Podrás disponer de la habitación principal y yo dormiré en el sofá del estudio. Durante el día, mientras trabajo, tendrás el mando de la casa. Por las noches, puedes retirarte a tu habitación. Estoy seguro de que estarás de acuerdo en que es lo bastante grande para que no tengamos problemas de espacio.




No sé si se ha cumplido vuestro deseo de que este capi sea más feliz para Ness...
Yo creo que no, ¡pobrecita! Zac la trata muy mal. Y lo peor es que es sin razón. Mira como se ha puesto cuando la ha visto con Drew. ¡Eso en mi pueblo son celos! XD XD

¡Gracias por los coments!

Lau, sí que estoy contenta de que estés sorprendida =D. ¡Así es como debe ser! Porque cuando os imagináis lo que va a pasar a continuación me da mucha rabia  (¬_¬) ¡Se supone que tiene que ser surprise! Ya me dirás cuantas veces le has dado a la casillita de "triste" esta vez XD.

Lucia, no te preocupes. Más adelante Zac le dirá a Ness porqué la llevo a la isla. Aunque la espera se os hará eterna XD.

Camy, espero tener pronto el capi listo en la otra nove. ¡Paciencia!

¡Comentad!
¡Un besi!


6 comentarios:

Lau B. dijo...

no entiendo por que alguien siempre hace click en "Aaww"--> esto significa ternura Y NO NAY NADA TIERNO EN ESTOS CAPITULOS!
la manera en la que se comportan los dos deja mucho que desear lo unico que puedo decir que me ha empezado a gustar de los dos es que son unos muy buenos padres. estan dispuestos a sacrificar su propia "tranquilidad" por sus hijos lo que de cierta manera me hace admirarlos... y me dan pena, pero no pena de verguenza sino de lastima!
Alice Porfavor! no te demores en publicar las cosas tristes me ponen como loca y me llenan de MUCHISIMA ansiedad!
Necesito encontrarle un sentido a todo lo que esta pasando Vanessa...
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Bye
Xx

Lau B. dijo...

PS: como ya te habras dado cuenta le di muchisisisisisisisimas veces a TRISTE y un par de veces a ira... solo un par...

Lau B. dijo...

Se me olvido decir algo...
En cuanto a Drew resulta que Zac tenia toda la razon para estar celoso ¿Por Qué? porque a este chico si le gustaba Vanessa... a pesar de que a ella no a el si! Aunque eso no le da derecho a reclamar porque la infiel no fue ella...
Me duele decir esto con el alma pero...
SHAME ON YOU EFRON!

Unknown dijo...

POR DIOOOOOOOOOS!
POBRE NESSA... VA A TENER QUE VIVIR DE NUEVO CON ZAC.. PERO ESPER QUE ESO MEJORE SU SITUACION.

SUBE PRONTO

Natasha dijo...

Zac sigue enamorado de vanessa y quiere recuperarla, por eso quiere que viva en su casa, aparte de que cree que es lo mejor para los niños, esos celos son obvios.

Natasha dijo...

TIENES QUE SEGUIRLAAA POR FAAAAAAA <3
SOY COMO LAU B! no puedo vivir con esa tristeza de los capis :(

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