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domingo, 15 de abril de 2012

Prólogo


Dr.: Me alegro de saber que le va tan bien, señor Efron -el médico escribió una receta-. Veinticuatro meses desde el trasplante es una buena marca. El corazón parece que funciona maravillosamente. Esta es otra receta para sus medicamentos contra el rechazo. ¿Alguna pregunta?

Zac cogió el papel que le entregaba el médico.

Zac: Gracias -se acarició la zona que rodeaba a la cicatriz que marcaba el punto donde latía el corazón del donante-. ¿Alguna vez ha oído...? ¿Algún otro receptor le ha comentado... que sintiera cosas raras después del trasplante?

El médico dejó de ordenar el historial de Zac y lo miró fijamente.

Dr.: ¿Cosas raras? ¿Como qué?

Zac se encogió de hombros. Se sintió ridículo por sacar el tema.

Zac: La verdad es que no es nada. Algunas cosas que no me pasaban antes. Comida que no me gustaba y que ahora sí me gusta...

El médico sonrió sin dejar de mirarlo.

Dr.: A lo mejor quiere hablar con otros receptores. Tenemos un grupo de apoyo que colabora con el hospital -dudó un instante-. Hay pruebas, obtenidas de comentarios de pacientes, de que algunas veces los recuerdos se trasplantan con el órgano. Se llama memoria celular. Un paciente descubrió que le entusiasmaba el pollo frito y a otra le gusta la cerveza, cuando antes no la soportaba.

«¿Pero cuántos recuerdan una cara?»
se preguntó Zac para sus adentros. «¿Cuántos recuerdan una voz y tienen recuerdos íntimos de una mujer concreta que no conocen?».

Zac: Gracias -dijo en voz alta-. Lo pensaré.

Dr.: Se reúnen los terceros jueves del mes, creo -el médico miró disimuladamente el reloj-. ¿Es todo?

Zac: Una cosa más. Me gustaría darle las gracias personalmente a la familia del donante. Ya sé que va contra las normas...

El médico sacudió la cabeza antes de que terminara la frase.

Dr.: Ya sabe que el programa de trasplantes tiene unas normas de confidencialidad muy estrictas. Puede escribir una carta y los encargados del programa se la harán llegar a la familia. Puede poner su nombre y teléfono. Si ellos quieren ponerse en contacto, puede hacerlo.

Zac: Ya lo he hecho -había escrito una nota una semana después del trasplante, pero no había dado su nombre-. Solo... me gustaría conocerlos. Aunque fuera verlos desde lejos.

Quizá escribiera otra carta con su nombre.

El médico sonrió con comprensión.

Dr.: Es muy amable que quiera expresar su agradecimiento, pero hay familias que no pueden soportar que les recuerden lo que han perdido. Para ellos es excesivo encontrarse de repente con alguien que tiene un órgano de alguien querido.

Zac: Lo entiendo -lo dijo con un tono calmado aunque por dentro gritaba que quería saber quién era la mujer que se había metido en su cabeza-. Gracias.

Dr.: De nada. Siga así. Creo que nunca había visto a un paciente con un corazón trasplantado que estuviera en tan buena forma física. Desde luego, usted tenía mejor salud, salvo por las consecuencias del accidente, que la mayoría de personas que están en la lista de trasplantes.

Zac asintió con la cabeza.

Zac: Por el momento, me siento de maravilla.

«Excepto porque al parecer tengo la memoria de otra persona además de su corazón».

Dr.: No dude en llamarme inmediatamente si tiene fiebre o le pasa algo inusual. Si no, lo veré dentro de seis meses para el reconocimiento y la biopsia.

El médico se levantó y extendió la mano, que Zac estrechó. El médico salió de la habitación y Zac agarró la camisa del gancho donde la había colgado para que el médico lo examinara. Se dio cuenta de que tenía la receta en la mano y la dejó sobre la mesa para vestirse.

Al hacerlo, se fijó en un historial. Su historial. Dudó mientras sus principios se debatían con la necesidad de saber más, pero lo agarró y lo abrió. Echó una ojeada a las primeras páginas y no encontró lo que buscaba, pero por lo menos supo que el corazón del donante había llegado desde el hospital John Hopkins, en Baltimore, al de Temple, en Filadelfia, donde él lo había recibido.

Al cabo de unos momentos, mientras se abotonaba las mangas, el médico volvió a entrar y cogió el historial mientras sacudía la cabeza.

Dr.: Me parece que necesito uno de esos medicamentos para la memoria que toma todo el mundo -dijo con una sonrisa forzada-. Cuídese, señor Efron.


2 comentarios:

Natasha dijo...

Holaaaa
tengo mil años desde la ultima vez que te comente pero tengo como 5 horas desde la ultima vez que visite tu blog, ya estoy ansiosa por leer la nove nueva!!!!

por cierto, te tengo una historia.. recuerdas que siempre alague tu novelas "el collar de la novia" ? bueno, es una de mis novelas favoritas!!!! la he leido tres veces, en febrero la termine oootra vez, y antes yo tenia una mentalidad de no leer novelas que no fueran de zanessa.. algo como "Si no es Zanessa no me interesa" xD pero eso ha cambiado no solo me lei el collar de la novia sino las otras dos! (ya voy por la de miley y liam por la parte donde liam se entera de que Milety no puede tener hijos)y debo decir que me encantan!!! no tanto como la primera pero si las adoro y lamento no haberlas leido antes pero antes no aceptaba leer cualquier novela con facilidad jajajaja

en fin.. sigo sin inter porque mi compu esta mala pero aqui siempre estoy leyendo o releyendo tus novelas....

byee <3

Anónimo dijo...

me encanto tu novela(: esta buenisíma siguela porfavor<3! o más bien, ¿dónde puedo encontrar el siguiente capítulo?

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