topbella

martes, 3 de abril de 2012

Capítulo 9


Cuando salió quince minutos más tarde, limpia y perfumada con el negligé flotando alrededor de su cuerpo y el cabello suelto por la espalda, Zac estaba tumbado en la chaise longue.

Estiró perezosamente una mano y la atrajo hacia sí con gesto posesivo.

Zac: Hueles de maravilla -murmuró hundiendo el rostro en su cuello-.

Con el corazón latiéndole con fuerza, Vanessa se puso tensa, recordándose que no debía flaquear. Si a Zac le molestó su falta de respuesta, no lo demostró.

Zac: Espero que te haya gustado la ropa que elegí para ti. Pero tengo otro regalo. -Le ofreció la caja azul marino con el anagrama de Marshall Brand en oro-. ¿No la abres? -preguntó al ver que ella se quedaba mirándola fijamente sin moverse-.

Al ver que no hacía ningún movimiento, Zac le quitó la caja y utilizó la uña de pulgar para abrirla.

Vanessa no pudo evitar quedarse sin respiración.

Sobre un lecho de terciopelo había un precioso collar con seis aguamarinas brillantes. A los lados descansaba un juego de pendientes igual de maravilloso.

Zac: Será mejor que te lo pruebes -sugirió mientras ella observaba en silencio aquel juego de joyas tan exquisito. Con dedos torpes, Vanessa se colocó los pendientes en sus delicados lóbulos-. Perfecto -murmuró ladeando suavemente la cabeza hacia un lado-. Ahora el collar. Pero no, déjame a mí -le pidió cuando ella iba a agarrarlo. Se colocó detrás y lo colocó alrededor de su cuello esbelto antes de inclinarse a besarle la nuca. Vanessa todavía temblaba por su caricia cuando la giró para poder mirarla-. Sí… Aunque para ver mejor el efecto deberían estar sobre la piel.

Zac apartó a un lado la seda marfil del negligé.

Ella sintió el collar suave y frío sobre su piel caliente, y gracias al espejo del vestidor pudo ver que las aguamarinas eran exactamente del mismo color que sus ojos.

Al recordar las palabras de Zac, se sintió durante un instante sobrecogida por la emoción.

Zac captó aquella emoción y la malinterpretó.

Zac: Supongo que vas a decirme que, a pesar de llevar mi anillo, te sientes prisionera -dijo fríamente-.

Ness: ¿De qué otra manera quieres que me sienta? -respondió enfadada consigo misma por haber flaqueado-.

Zac se puso de pie con la mandíbula apretada.

Zac: Bueno, si es así, lo mejor será que le saque partido a mi dinero.

Deslizándose las manos por los hombros, le bajó los tirantes del negligé y se lo quitó. Cuando la prenda del suelo cayó al suelo, Zac la tomó en brazos y la colocó sobre la cama de matrimonio. Y luego, rápidamente pero sin dar apariencia de prisa, se quitó la ropa y, como si fuera un sultán, se quedó mirándola.

Era preciosa. Tenía un cuerpo esbelto, piernas largas de bailarina y curvas sutiles.

Pero era más que una belleza.

Mucho más.

Aquella boca ardiente y generosa y esos ojos almendrados la convertían en una combinación entre una belleza exótica y la chica de la puerta de al lado.

El cabello negro y largo desparramado por la almohada y los ojos café brillando y chispeando como un mar tropical sobre su piel de vainilla, se sumaban a aquel exotismo.

Zac le deslizó muy despacio un dedo desde la garganta hasta el vientre.

Con el corazón golpeándole con fuerza contra las costillas, Vanessa clavó los ojos en su rostro.

Sin apartar la vista de ella, Zac le recorrió la curva del seno y la escuchó respirar más deprisa cuando le rodeó en círculo el pezón de terciopelo. Consciente de que no serviría de nada, ella no hizo amago de resistirse, pero tampoco se rendiría, pensó con firmeza.

Como si le hubiera leído el pensamiento, Zac sonrió con ironía. Cuando se reunió con ella en la cama, Vanessa se puso tensa involuntariamente. Él estaba lo suficientemente excitado como para tomarla en aquel instante, pero no era capaz de forzar a ninguna mujer.

Colocándose a su lado, le rozó los labios con los suyos en un beso lento, sin prisa, como si estuviera satisfecho con la idea de pasar la velada sin hacer nada más.

Cuando los labios de Vanessa se abrieron bajo los suyos, Zac comenzó a acariciarla con suma delicadeza, como si fuera un tesoro más precioso que las aguamarinas que llevaba puestas.

El cariño, la ternura, envolvieron su corazón de calor y fundieron su resistencia con la facilidad con la que el calor de una vela derrite la cera.

La boca de Zac siguió a sus manos, con delicadeza, acariciando las zonas más sensibles. Cuando llegó a la suave carne de entre sus piernas y comenzó a lamerla con la lengua, ella se estremeció y dejó escapar un sonido gutural.

Zac: Quédate como estás y disfruta de lo que voy a hacerte -murmuró con suavidad-.

Ardiendo ya de deseo, Vanessa no hubiera podido hacer otra cosa. Zac la sintió rendirse a aquellas sensaciones, rendirse a él mientras la seducía lentamente, incrementando el calor hasta que el placer hizo explosión dentro de ella y, arqueando la espalda, se agarró a la sábana sobre la que estaba tendida.

Pero Zac no se detuvo. Hizo que aquel deseo se reconstruyera una y otra vez, satisfaciéndolo una y otra vez. Cuando Vanessa se convencía de que ya no podría haber más, había más. Cuando por fin sintió su peso, pensó medio mareada que ya no le quedaba nada más que dar, nada que recibir.

Pero se equivocaba.

Y entonces el sentido común llamó a su puerta. Una vez más se había entregado a él, había permitido que la sedujera, que la manipulara, cuando debió haberse mantenido fuerte.

Tal vez Zac hubiera fingido ser cariñoso, tierno, pero todo había sido una farsa. Y aunque no podía negar el inmenso placer que le había proporcionado, no había resuelto nada. Aquello no cambiaba las cosas.

Como si sus pensamientos lo hubieran perturbado, Zac se estiró y se levantó. Entonces, sentándose al borde de la cama, se inclinó para besarla tiernamente.


Zac: Es hora de que nos pongamos en marcha. -Vanessa alzó las manos para quitarse los pendientes y el collar, pero él se lo impidió-. Quiero que los lleves -aseguró con dulzura y firmeza al mismo tiempo-. Y el anillo también -ordenó agarrándolo de la mesilla y deslizándoselo en el dedo-.

Ness: De acuerdo -respondió consciente de que no tenía sentido intentar discutir-.

Podría mandar más adelante a Ashley o a Alex a devolver las joyas y aquella ropa tan fina.

Al verlo caminar desnudo hacia el otro cuarto de baño, Vanessa no pudo evitar pensar que era un ejemplar magnífico de macho. Las caderas estrechas, la cintura, los hombros anchos y la línea elegante de la espalda podrían haber sido los de una estatua de Miguel Ángel. El modo en que movía la cabeza y la confianza en sí mismo con la que hablaba desprendían una autoridad innata.

Sin embargo, si lo que había dicho Miley era cierto, podría haber terminado psicológicamente dañado. Pero aunque no había sido así, no tenía escrúpulos a la hora de tratar a las mujeres, pensó Vanessa mientras se arreglaba para la velada. ¿Sería que, como su madre lo había rechazado, estaba devolviéndoles la pelota a las mujeres en general?

Aquello podría explicar su crueldad con Tess. Pero no lo excusaba.

Acababa de darse los últimos toques de maquillaje cuando reapareció Zac vestido con una chaqueta impecable, el cabello peinado y recién afeitado.

Sintiendo, como siempre, el poder de su magnetismo, Vanessa pensó en lo guapo que estaba vestido de noche y en cuánto lo amaba.

Con la respiración entrecortada, deseó no tener que dejarlo, deseó que las cosas hubieran sido distintas aunque sabía que aquel pensamiento era completamente inútil.

Ladeando ligeramente la cabeza, Zac la miró de arriba abajo, observando el vestido ajustado y las sandalias doradas a juego, las piedras marrón café tintineándole en las orejas y en el cuello, el elegante recogido del cabello y el toque discreto de maquillaje.

Ness: ¿Estoy bien? -preguntó nerviosa al sentir la intensidad de su mirada-.

Zac sonrió con aquella sonrisa que siempre conseguía tocarle el corazón.

Zac: Amor mío, estás espectacular -murmuró tomándole la mano y besándole las yemas. Conmovida hasta la médula por aquel apelativo cariñoso, Vanessa seguía sin poder moverse cuando Zac le puso un chal por encima de los hombros-. Como no vamos a salir del edificio, no necesitas abrigo.

Incapaz de protestar, Vanessa agarró el bolsito de noche a juego con las sandalias y, sintiendo las piernas temblorosas, salió con él del apartamento.

Mientras atravesaban un arco al final del pasillo y pasaban por una serie de galerías de mármol, Vanessa se obligó a sí misma a idear un plan para escapar.

¿Sería mejor regresar por donde habían venido? ¿O resultaría más rápido encontrar otra salida al otro lado del edificio?

Como no estaba muy segura de dónde estaban las salidas, ni si podría encontrar con facilidad un taxi en alguna de ellas, sería más seguro limitarse a lo que ya conocía. Pero así tardaría más. Lo que le daría a Zac la posibilidad de atraparla. Porque estaba segura de que en cuanto se diera cuenta de que no estaba iría tras ella.

Pero en cuanto estuviera en un taxi se encontraría relativamente a salvo. Por supuesto, Zac sabría enseguida adonde había ido, pero en casa de Ashley estaría a salvo. Y entonces podría dejar atrás los últimos días y comenzar una nueva vida. Una vida de la que Zac no formaría parte.

Vanessa suspiró con fuerza, como si la perspectiva de no volver a verlo la dejara sin aire. Pero aquello era lo mejor que podía hacer.

Lo único que podía hacer.

Alzando la barbilla, miró hacia arriba y descubrió sorprendida que Zac tenía los ojos clavados en ella.

Zac: ¿Te apetece la cena de esta noche? -le preguntó con naturalidad-.

Ness: Oh, sí, muchísimo. -Preguntándose si habría cometido el error de hablar con demasiado entusiasmo, añadió-: Siempre he soñado con bailar y cenar en el Starlight Room.

Zac: Entonces me alegro de haber acertado -aseguró con dulzura-.

El Starlight Room estaba situado en un último piso al final del complejo, encima de una pista de patinaje que en verano se convertía en una piscina al aire libre.

Era circular, con forma de seta exótica, y sus ventanas ofrecían una magnífica vista de Londres.

Vanessa había visto el Starlight Room de lejos, pero hasta aquel momento nunca había estado allí. Y cuando pusieron el pie dentro, sintió una punzada de emoción. Un hombre vestido con un traje impecable se acercó a recibirlos en cuanto entraron en el lujoso vestíbulo.

**: Buenas noches, señores -dijo agarrando el chal de Vanessa-.

Un instante más tarde apareció un maître altísimo que, tras saludar a Zac por su nombre, lo guió ceremoniosamente hacia el restaurante.

El lugar era tan glamoroso como Vanessa había soñado. Parecía sacado de las
Mil y una noches. Había una mesa en cada ventana y una pista central de baile.

La mayoría de las mesas estaban ocupadas por clientes sofisticados vestidos de etiqueta. En el aire flotaba un aroma a perfume francés y había joyas suficientes como para empedrar los Campos Elíseos.

Normalmente, Vanessa se hubiera sentido incómoda en un sitio así, intimidada y fuera de lugar ante semejante despliegue de riqueza. Pero era consciente, no sin cierto orgullo, de que era una de las mujeres mejor vestidas. Y además iba del brazo de un hombre impresionante.

Encima de un estrado había una orquesta tocando una pieza latinoamericana, una melodía romántica acompañada de maracas.

Por encima de ellos, el cielo era una cúpula azul índigo salpicada de estrellas, y a través de las ventanas podía ver la nieve cayendo suavemente, añadiendo un toque mágico a la escena. En lugar de mesa para dos, como había imaginado, los sentaron en una preparada para cuatro. Vanessa miró a Zac esperando que corrigiera el error, pero no lo hizo.

En cuanto se acomodaron apareció un camarero con una botella de champán y un cubo de hielo.

*: ¿El señor desea que la abra?

Zac: Todavía no, gracias -dijo girándose hacia Vanessa cuando el camarero se hubo marchado-. ¿Quieres que hagamos realidad la primera parte de tu sueño?

Ella dejó el bolso en la mesa y se refugió en sus brazos. Zac la sujetaba con delicadeza y seguridad al mismo tiempo.

Hacía más de un año que habían bailado juntos por última vez, y mientras se movían siguiendo el ritmo como si fueran uno solo, Vanessa recordó lo feliz que había sido entonces.

Incluso ahora Zac hizo que fuera un momento romántico y maravilloso. Si las cosas hubieran sido diferentes, habría podido bailar toda la noche entre sus brazos encantada.

Cuando terminó la melodía latinoamericana, todos aplaudieron y regresaron a la mesa.

Cuando Vanessa vio quién estaba sentado allí, abrió la boca tanto que sintió que la mandíbula le rozaba el suelo.

Zac la tomó de la cintura y la guió hacia la mesa. Allí, sonriendo en su dirección, estaban sentados Ashley y Alex vestidos de gala. Se levantaron para saludarlos y Vanessa observó cómo Alex y Zac se estrechaban la mano.

¿Desde cuándo se llevaban tan bien los dos hombres?, pensó confundida.

Todavía sin habla, Vanessa tomó asiento cuando Zac le apartó la silla y la besó dulcemente en la cabeza, un gesto que hizo suspirar a Ashley.


Ash: Déjame verlo -dijo buscando la mano de su amiga para ver bien el anillo-. Vaya… Menuda pieza… Tengo que decir que cuando Zac y yo hablamos por primera vez y me dijo cómo estaban las cosas y que necesitaba mi ayuda, me quedé un poco preocupada. Pero ahora, al ver lo bien que ha salido todo, no puedo estar más contenta.

¿Qué clase de mentiras le habría contado a Ashley para conseguir que Alex y ella se pusieran sin problemas de su parte?, se preguntó Vanessa.

Tartamudeando de emoción, Ashley continuó hablando.

Ash: Y para ponerle la guinda a la tarta, ¡el Starlight Room! La sola idea de venir a cenar aquí me dejó sin respiración. Aunque me temo que no podemos quedarnos a bailar. Tenemos entradas para ir al teatro en primera fila. Cortesía de Kate, la novia de Alex, que es una de las guionistas.

A una señal de Zac, el camarero se acercó a toda prisa y abrió con destreza la botella de champán, llenando las cuatro copas.

Tras brindar, dieron un sorbo, miraron la carta y pidieron.

Para Vanessa todo aquello parecía irreal, y sintiéndose como si estuviera atrapada en una obra de teatro virtual, escogió al azar.

Los hermanos charlaron y rieron animadamente durante toda la velada mientras disfrutaban de una cena exquisita. Vanessa no habló mucho, pero nadie pareció darse cuenta.

Cuando estaban terminando el café, apareció un camarero para decirles que su taxi esperaba fuera. Ashley y Alex le dieron las gracias al anfitrión y se pusieron de pie para marcharse. Ashley le dio un abrazo a su amiga y le dijo:

Ash: Llámame en algún momento durante las vacaciones y hablaremos largo y tendido.

Zac: Que disfrutéis de la obra -les deseó estrechándoles la mano antes de que se fueran-.

Sentada completamente quieta, como si fuera una estatua, Vanessa los vio marcharse y se sintió vacía, notaba como si tuviera un agujero interior, como si fuera un fantasma. Ahora que era demasiado tarde se preguntó si habría hecho bien guardando silencio.

En lugar de haberles dejado marcharse creyendo que todo estaba bien, ¿debería haber reventado aquella maravillosa burbuja? ¿Admitir el modo en que Zac la había tratado? ¿Admitir lo falso que era su compromiso?

Debería haberlo hecho. ¿Por qué se habría arriesgado Zac a invitar a sus amigos a cenar, sabiendo que podía contarles todo allí mismo?

¿Acaso después del modo en que se había subido al coche en Denaught, sin rechistar, pensaba verdaderamente que no lo dejaría?

En ese caso, demostraría una gran arrogancia por su parte.

Zac: ¿Quieres bailar? -le preguntó con la cortesía de un desconocido-.

Vanessa estiró los hombros y negó rotundamente con la cabeza.

Ness: Lo que quiero es que me cuentes qué le has contado a Ashley para ponerla de tu parte.

Zac: La verdad.

Ness: Ella ya sabía la verdad.

Los ojos azules de Zac brillaron con fuerza.

Zac: Solo sabía lo que tú le habías contado, y ésa no era la verdad.

Ness: Si crees que…

Él le posó un dedo en los labios.

Zac: Ya va siendo hora de que ajustemos cuentas, pero tenemos que regresar al apartamento y hablar franca y sinceramente.

Ness: No voy a ir contigo -aseguró con orgullo. Tenía miedo de volver a flaquear si regresaba con él-. Quiero marcharme.

Zac: Si todavía quieres irte cuando hayamos terminado de hablar, llamaré a un taxi y te pagaré un hotel todo el tiempo que necesites. Pero ahora me gustaría bailar una vez más contigo.

Zac se puso de pie y le ofreció la mano.

Tras un instante de vacilación, Vanessa la aceptó y permitió que la guiara a la pista de baile.

La orquesta estaba interpretando una melodía de Jerome Kem, un fox trot lento y soñador, y Zac la estrechó con fuerza, colocando la mejilla sobre su cabello.

Pero aunque una parte de ella deseaba dejarse arrastrar por la magia, la necesidad de saber qué había ocurrido para que Alex y Ashley cambiaran de opinión de aquel modo era más fuerte.

En cuanto Zac pagó la cuenta y recogió su chal, se dispusieron a regresar al apartamento.

A Vanessa le resultó extraño volver a aquel lugar cuando había tomado la firme decisión de no hacerlo, y se preguntó si estaría haciendo lo correcto.

¿Y si aquél era un truco más para que hiciera lo que él quería? A Zac se le daban bien los trucos.

Vanessa se detuvo entonces bruscamente y se giró hacia él.

Ness: ¿Me prometes que después de que hayamos hablado no impedirás que me marche?

Zac: Cuando me hayas escuchado, si todavía quieres irte, te prometo que no te lo impediré -aseguró insistiéndole a seguir caminando-.

Ella suspiró desesperada. ¿Qué podría decirle que consiguiera cambiar la situación de forma tan radical como para que quisiera quedarse?

Cuando llegaron al apartamento, Zac le sugirió dulcemente:

Zac: Mientras enciendo la chimenea, ¿por qué no te cambias y te pones cómoda?

Estaba deseando hacerlo, así que Vanessa se metió en el dormitorio sin retraso.

Lo primero que hizo fue quitarse los pendientes, el collar y el anillo y guardarlos a buen recaudo. Después dejó el maravilloso vestido y los accesorios en el armario y se puso el traje, las botas y los pendientes de oro que había llevado aquel mismo día.

Si Zac pensaba que se vestiría con el negligé, pensó Vanessa con sarcasmo, iba a sufrir una gran decepción.

Cuando regresó al salón, en la chimenea ardían alegremente unos troncos de madera. Dos copas, una botella de brandy y otra de oporto con el cuello envuelto en una servilleta de papel descansaban sobre la mesa baja.

Vanessa se detuvo un instante en el umbral, y, con un brillo de ironía en los ojos, Zac observó su traje y sus botas pero no hizo ningún comentario.

Él se había quitado la chaqueta y la corbata y se había desabrochado los dos botones superiores de la camisa, dejando al descubierto la fuerte columna de su cuello. Tenía las mangas remangadas a la altura del codo, mostrando sus brazos musculosos recubiertos de vello oscuro.

Tenía la mejilla un poco tiznada. Como si la mirada de Vanessa lo hubiera hecho consciente de ello, alzó la mano para limpiarse y terminó todo manchado. Sin pensar en lo que hacía, siguiendo su instinto, Vanessa buscó una servilleta y la humedeció con la punta de la lengua antes de limpiarle el tizne. Entonces, al darse cuenta de lo que había hecho y enfadada consigo mismo por hacerlo, dio un paso atrás y arrojó la servilleta sobre la mesa como si le quemara.

Ness: Eso ha sido una estupidez -murmuró-.

Zac: No, ha sido muy bonito.

Zac le agarró la mano que había sujetado la servilleta y se la llevó a los labios.

Sonrojada, mirando a todas partes menos a él, Vanessa se sentó en la silla más cercana.

Un segundo más tarde, Zac se puso en cuclillas delante de ella y comenzó a quitarle las botas.

Ness: Las necesitaré cuando me vaya -protestó-.

Zac: Si es que te vas.

Ness: Me iré -aseguró intentando ganar terreno-.

Zac se encogió de hombros.

Zac: Como quieras. Pero si te las dejas puestas estarás incómoda.

Durante un instante, Vanessa se sintió conmovida por su ternura y sus atenciones, pero enseguida recordó que no podía permitírselo, así que lo miró con el ceño fruncido.

Para su sorpresa, Zac soltó una carcajada.

Sin poder evitarlo, ella sonrió a su vez.

Zac: Eso está mejor -la alabó-. Y ahora, ¿oporto y brandy?

Ness: Solo un poquito, por favor.

Cuando le pasó un oporto con brandy y se sirvió a sí mismo una copa de lo último, Zac tomó asiento frente a ella y, observando fijamente su dedo desnudo, dijo:

Zac: Te has quitado el anillo.

Ness: Sí. Lo cierto es que nunca quise llevarlo -se apresuró a decir-. No entiendo por qué insististe en comprarlo.

Zac: Soy partidario de hacer las cosas al menos una vez en la vida -contestó con voz pausada-. Y nunca antes me había dado el placer de comprar un anillo de compromiso.

Ness: A Tess le compraste un anillo.

Ya estaba. Lo había soltado.

Zac: ¿Qué te hace pensar eso? -Al ver que ella vacilaba, insistió-. Pensé que íbamos a hablarnos con franqueza.


Ness: Vino una noche a la clínica y dijo que quería verme -admitió finalmente tras vacilar un instante-. Me dijo que era tu prometida. Que os ibais a casar.

Zac: Nunca estuvimos prometidos -afirmó con rotundidad-.

Ness: Llevaba un anillo. Una esmeralda con forma cuadrada.

Zac: Su abuela le dio una esmeralda cuadrada… Una herencia familiar, por decirlo de alguna manera. Fue cuando cumplió veintiún años. Puedes preguntárselo a Helen si no me crees.

Ness: Oh…

Zac: Cuando Tess te dijo que era mi prometida, ¿tú qué dijiste?

Al recordar el dolor y la humillación que había sufrido aquel día, Vanessa experimentó un espasmo de dolor que le endureció la expresión del rostro.

Ness: Le dije que no tenía ni idea de que estuvieras prometido.

Zac: ¿Te trató con desprecio? -le preguntó con mucha calma-.

Ness: La verdad es que no. Dijo que no me culpaba a mí en particular. Que las mujeres se arrojaban a tus brazos y era normal que tú te aprovecharas. Y que si no hubiera sido yo habría sido cualquier otra.

Zac: ¿Qué más te dijo? -quiso saber entornando sus ojos azules-.

Ness: Que, como ella había vuelto a casa, aquello tenía que terminar. Tú eras suyo. Yo comenté que me sorprendía que quisiera quedarse contigo si eras esa clase de hombre. Ella contestó que sí quería, y que si estaba pensando en la posibilidad de que te dejara libre, que me fuera olvidando. Que por un lado tú no querías dejarla y por otro teníais un acuerdo.

Zac: ¿Qué clase de acuerdo? -preguntó con voz cortante-.

Ness: Me dijo que su padre no pensaba que una mujer pudiera dirigir con éxito un negocio, y como le preocupaba el futuro de su hija, accedió a dejarte todas las industrias Carroll si te casabas con ella y la cuidabas. Tess añadió que erais amantes desde hacía algún tiempo, por lo que a ti te parecía bien legalizar la situación.

Zac: ¿Y tú te lo creíste? -preguntó mirándola con ojos de hielo-.

Ness: ¿No era verdad?

Zac dejó caer con fuerza el vaso sobre la mesa.

Zac: No, no lo era. Tess y yo nunca fuimos amantes y nunca llegué a ningún acuerdo con mi padrino.

Aunque estaba claro que Zac estaba furioso, Vanessa no se atemorizó.

Ness: Pero heredaste el imperio Carroll cuando él murió.

Zac: Sí. Christopher siempre tuvo la intención de dejármelo a mí. Pero tras reservar una gran cantidad de dinero en un fondo para Tess. Pero entonces tuvo una mala racha y durante los dos últimos años de su vida se vio obligado a enfrentarse a serios problemas financieros. Cuando se decidió a admitir la verdad y me pidió ayuda, su imperio estaba ya al borde de la bancarrota. Lo que lo salvo fue el apoyo económico que yo le presté.

¿Era aquello a lo que Miley se refería cuando dijo que en el momento en que Christopher tuvo problemas, Zac estuvo a su lado contra viento y marea?

Zac: Cuando murió -continuó explicando-, yo había puesto tanto capital en las empresas que a efectos prácticos ya me pertenecían a mí.

Vanessa no tenía ninguna duda de que le había dicho la verdad.





Oh... la verdad sale a la luz... XD XD

¡Solo falta un capi!
Espero que me comentéis mucho y que os haya gustado este capi.

En respuesta a tu pregunta, Abigail, te diré que sí. Siempre adapto las características de los personajes reales a los de Zac y Vanessa, y si meto a personajes de su círculo de amistades y conocidos, como Ashley Tisdale o Miley o Drake o Drew, que los meto también mucho, pues también adapto las características. Y no creas que me lleva mucho tiempo adaptarlas y poner el nombre de quien habla delante de los diálogos, me lleva tan solo unos días, también depende de lo largas que sean las novelas, pero no me suele llevar más de 2 semanas.
De hecho, cuando acabe esta, tengo para publicar 14 novelas adaptadas más.
Así que tenéis novelas pa rato XD XD XD.

¡Bye!
¡Kisses!

3 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Ho ho ho..
Y salio la verdad...
Awwwwwww
solo queda un capi??
lo esperare con ansias..
siguela
:D

Abigail dijo...

Oh wow pones mucho empeño!!! eh leído muchas novelas adaptadas a Zanessa pero en Univision q hay un foro d Zanessa y d HSM entoncs pz ahí las publican y no m gustaba leer novelas tratando yo d cmbiarles las características conforme vas leyendo y tu eres la unica q veo q lo hace...sigue asi...jajajaja...q bn q tienes mas noves q publicar!!!!ya kiero leerlas!!!

Abigail dijo...

No pz creo q todo lo q Ness creía sobre Zac no es cierto!!! ya se esta desenmascarando todo!!!! siempre pasa lo mismo cn Zac en las noves....ella siempre cree cosas malas d él y al final nada es cierto...esa Tess no m cae... salió bien mentirosilla...Siguela!!! Kiero ver q mas revela Zac!!!!!

Publicar un comentario

Perfil