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sábado, 21 de abril de 2012

Capítulo 1


**: ¿Me concede este baile?

Vanessa Hudgens, que estaba hablando con su suegra, se volvió lentamente para mirar al desconocido. La verdad era que había empezado a cotillear con Penny cuando aquel hombre se levantó para cruzar la habitación, de modo que él seguramente sabría que no interrumpía nada importante.

Había estado observándola toda la noche, aunque ella no sabía quién era. El baile benéfico para el programa de donantes estaba abierto a todo el mundo.

Ness: Se lo agradezco... pero no bailo.

No recordaba la última vez que había dicho una mentira y las palabras se le atragantaban.

Penny Hannigan se rió.

Penny: Qué bobada, Vanessa -se volvió hacia el alto desconocido cuyo pelo rubio y corto tenía reflejos que parecían castaño claro-. Claro que baila. Le encanta bailar. Adelante.

La última palabra se la dirigió a Vanessa.

Vanessa esbozó una sonrisa forzada. Adoraba a su suegra, con quien seguía manteniendo un trato muy íntimo a pesar de la muerte de Mike, el marido de Vanessa, y sabía que Penny tenía buena intención. La buena mujer le había dicho muchas veces que era demasiado joven como para encerrarse, que Mike habría querido que saliera y encontrara a alguien con quien compartir su vida, pero ella preferiría que su suegra dejara de intentar emparejarla. Durante los últimos seis meses le había presentado un montón de solteros. Posó lentamente la mano en la que tenía extendida el hombre y lo miró a los ojos mientras sentía que la calidez del contacto le alteraba el pulso.

Ness: Gracias... será un placer...

Él tenía los ojos más azules y más claros que había visto en su vida y la mirada era tan intensa que se olvidó de lo que había dicho. Él la miraba penetrantemente, casi indiscretamente, como no había dejado de hacerlo desde que sus miradas se cruzaron al principio de la velada.

¿Quién era?

La agarraba con fuerza de la mano mientras la acompañaba a la pista de baile. Cuando él se volvió y la tomó entre sus brazos, ella se puso tensa antes de que pudiera evitarlo. No había bailado ni había estado en los brazos de un hombre desde la muerte de Mike.

**: Soy inofensivo -le susurró él al oído mientras la llevaba al compás del vals-.

Ella lo miró con incredulidad.

Ness: ¿Lo es?

El arqueó las cejas castañas y sonrió.

**: Más o menos. Me llamo Zac Efron.

Ness: Encantada de conocerlo, señor Efron -replicó intentando no hacer caso de la punzada que había sentido en las entrañas cuando él sonrió-. Yo me llamo...

Zac: Vanessa -terminó-. Vanessa Hudgens.

Ella esbozó una sonrisa inexpresiva para que no se notara lo mucho que le alteraba su proximidad y la forma de decir su nombre como si fuera interminable.

Ness: Me saca ventaja, señor Efron. ¿Nos conocemos?

Él negó con la cabeza.

Zac: No, pero me ha resultado muy fácil saber su nombre solo con preguntar quién era la preciosa mujer vestida de azul. Usted ha organizado el baile y casi todo el mundo la conoce.

Era verdad, pero ella tenía la sensación de que esa explicación tan amable ocultaba algo.

Ness: ¿Es usted de Baltimore, señor Efron?

Ella se concentraba en una charla trivial para intentar no pensar el los músculos que notaba claramente debajo del impecable esmoquin.

Zac: Por favor, llámame Zac. Soy de Filadelfia, pero me trasladé a Baltimore hace unas semanas. ¿Te has criado aquí?

Ness: Sí -inclinó la cabeza-. En Columbia, fuera de la ciudad.

Él la llevaba en círculos y ella se sentía diminuta en comparación con su poderoso cuerpo. Medía casi un metro y sesenta y cinco centímetros y nunca se había sentido baja. Su marido, Mike, medía más de uno setenta, pero tenía un cuerpo esbelto y atlético. Zac Efron era unos siete centímetros más alto que Mike y si no había sido jugador de fútbol americano, había perdido una oportunidad de oro.

Se movía con una ligereza increíble para un hombre tan grande y la llevaba con mucha soltura.

Zac: Daría cualquier cosa por saber lo que piensas.

Lo dijo con un susurro grave y ella sintió un estremecimiento en todo el cuerpo. Se rió e intentó disipar cualquier rastro de intimidad.

Ness: No vale nada. Estaba pensando en lo mucho que me gusta bailar.

Zac: Entonces, deberías hacerlo con frecuencia.

Ness: Soy viuda. No tengo muchas ocasiones -las palabras, dichas en voz alta, le parecieron atrevidas y muy dolorosas-.

Zac: Lo siento. ¿Hace cuánto falleció tu marido?

Aunque las palabras eran convencionales, él no parecía sorprendido por la confesión. Quizá se hubiera enterado cuando se enteró de su nombre.

Ness: Dos años -contestó-. Más tiempo del que pasamos casados.

Él le agarró la mano con más fuerza durante un instante.

Zac: ¿Fue algo inesperado?

Ness: Un accidente de coche. Un camión nos sacó de la carretera.

El rostro de Zac se crispó.

Zac: ¿Estabas con él?

Ella asintió con la cabeza.

Ness: Pero todo el golpe fue en su lado -sacudió la cabeza-. Lo siento. No es la conversación más apropiada para un acto social.

Zac: No te preocupes -el vals dio paso a un ritmo más rápido, pero él no la soltó-. Entiendo que no tienes hijos...

Ness: ¡Sí! -sonrió de oreja a oreja como siempre lo hacía al acordarse de Michael-. Tengo un hijo. Nació después de la muerte de su padre. Ya tiene casi diecisiete meses.

Zac Efron se quedó rígido con los brazos alrededor de ella. Abrió los ojos de par en par y ella llegó a pensar que sus palabras lo habían impresionado.

Zac: ¿Lo sabía tu marido?

Ness: No. Yo no lo supe hasta después del accidente. -Zac se paró y ella lo miró con preocupación-. ¿Te pasa algo?

Zac: No. Estoy bien -seguía mirándola con aquellos ojos penetrantes-. Ha tenido que ser muy doloroso.

Ella consiguió sonreír, aunque los meses de embarazo habían sido espantosos por la muerte de Mike y por saber que su hijo se criaría sin padre.

Ness: Lo fue, pero también fue un regalo increíble.

Zac: No puedo imaginarme todo lo que has tenido que pasar.

Ella volvió a sonreír y se tomó las palabras al pie de la letra.

Ness: El embarazo no estuvo mal, pero me habría ahorrado el parto.

Zac: No me extraña -sonrió y se le iluminaron los ojos-. ¿Quieres seguir bailando?

Ella asintió con la cabeza y entraron en una parte más movida del baile, pero ella notó que él parecía distinto. ¿Qué le habría pasado por la cabeza durante los últimos minutos? No podía dejar de pensar que había tenido algo que ver con la conversación sobre su hijo. Quizá él también hubiera tenido una muerte reciente y estuviera sensible.

Se dijo para sus adentros que eso era una tontería, que llevaba demasiado tiempo sin tratar con hombres y que había perdido práctica.

Bailaron hasta que acabó la canción. Ella sabía que no debería estar demasiado tiempo con él y darle esperanzas, pero hacía mucho tiempo que no bailaba y era un magnífico bailarín. No se parecía en nada a su marido, bailaba mucho mejor que Mike, pero la agarraba de una forma que hacía que se sintiera a gusto. Como se sentía en brazos de Mike. Era bastante desconcertante y cuando se dio cuenta, se apartó.

Ness: ¡Vaya! Será mejor que vuelva a la mesa. Me siento culpable por dejar sola a la pobre Penny.

Él la acompañó a la mesa y comprobó que Penny no solo no estaba sola sino que se había encontrado con una de sus mejores amigas. Dos cabezas maravillosamente peinadas estaban inclinadas y juntas, pero se irguieron y separaron en cuanto vieron que ellos se acercaban. La amiga de Penny, socia del club de bridge, sonrió y se levantó para volver a su mesa.

Vanessa hizo las presentaciones pertinentes y Zac le separó la silla para que se sentara.

Penny: Por favor, acompáñenos -le invitó-. Vanessa y yo pasamos demasiado tiempo juntas. Necesitamos un apuesto caballero.

Zac sonrió y mostró unos dientes blancos y perfectos.

Zac: Si están solas será porque quieren. Dos damas tan encantadoras como ustedes podrían tener a todos los hombres pendientes de ellas si quisieran.

Penny se rió abiertamente y Vanessa se dio cuenta, aterrada, de que su suegra estaba coqueteando con Zac Efron.

Penny: Además, es galante. Vanessa, quizá debieras quedarte con este.

Ness: A lo mejor no quiere que nadie se quede con él -replicó-.

Estaba francamente incómoda con el celestineo descarado de Penny.

Zac: Y a lo mejor sí.

Los ojos de Zac tenían un brillo burlón, pero también tenían una calidez que hizo que Vanessa tuviera que mirar a otro lado.

Penny: ¿Por qué ha venido a la gala de esta noche? -le peguntó sin dejar de sonreír-.

Zac se encogió de hombros.

Zac: No soy de aquí y me ha parecido que venir era una forma de conocer gente además de ayudar a una buena causa. Los trasplantes de corazón han salvado muchas vidas.

Penny: Es verdad, aunque, propiamente dicho, aquí no se recaudan fondos para los trasplantes de corazón -dijo, cuya sonrisa se había desvanecido-.

Zac: Ya lo sé -afirmó rápidamente-. Solo quería decir...

Penny: Pero tiene razón -le interrumpió-. Los trasplantes de corazón pueden ser maravillosos. -Vanessa estaba quieta como una estatua y solo quería que sus acompañantes cambiaran de tema-. No sé si Vanessa se lo ha comentado, pero mi hijo, su marido, falleció -lo dijo en voz baja-.

Zac: Sí, me lo ha dicho. Lo siento mucho.

Penny esbozó una sonrisa fugaz.

Penny: Gracias. Mi hijo donó su corazón -hizo un gesto con la mano que abarcó toda la habitación-. Es un acto maravilloso donde se puede recaudar fondos para la donación de órganos.

Zac tragó saliva y se pasó un dedo por el cuello de la camisa como si estuviera demasiado apretado.

Zac: Estoy completamente de acuerdo.

Penny: Lo único que lamento es no haber conocido a la persona que recibió el corazón de Mike -siguió diciendo-. Me habría gustado ver la cara de la persona que lleva una parte del cuerpo de mi hijo.

Vanessa hizo un gesto de impaciencia con la mano, pero se contuvo inmediatamente y juntó las manos sobre el regazo.

Ness: Eso es imposible, Penny. Ya conoces las normas. Es anónimo salvo que el receptor decida presentarse.

Penny asintió tristemente con la cabeza.

Penny: Ya lo sé -miró a Zac-. Recibimos una nota anónima del hombre que recibió el corazón. Era encantadora y me habría gustado mucho que hubiera querido conocernos. -Zac asentía con la cabeza y con gesto inexpresivo-. Vanessa no comparte mis ganas de conocer al receptor.

Vanessa habría querido estrangular a su suegra.

Ness: Es que... Mike ya no está y hay alguien por ahí que lleva su corazón. Me siento un poco... resentida. Ya sé que es mezquino e injusto, pero... -intentó sonreír para suavizar sus palabras-. Si funciona tan bien, ¿por qué no lo lleva Mike? Lo siento, Penny, pero por el momento no quiero conocer a esa persona.

Penny: Yo también lo siento, cariño -cogió la mano de Vanessa-. No quería parecer insensible a tu dolor -sonrió y se volvió hacia Zac-. Los trasplantes de órganos son bastante complicados y no solo por una cuestión médica.

Zac asintió con la cabeza. Miraba a las dos mujeres con ojos abatidos.

Zac: Muy complicado, desde luego.

Vanessa sintió lástima. Estaba claro que el trasplante de órganos no era algo agradable para él.

Ness: Zac, ¿has venido a Baltimore por motivos de trabajo?

El se volvió hacia ella con un alivio tan evidente que Vanessa estuvo a punto de sonreír.

Zac: Sí, soy arquitecto y he pensado abrir una sucursal de mi empresa aquí.

Penny: ¡Ah! Eres ese Efron -exclamó mientras se volvía hacia Vanessa-. Zac ha diseñado un no sé qué solar...

Se volvió hacia él para que se lo confirmara.

Zac: Una ventana.

Penny: Ha sido un éxito enorme. Leí un artículo sobre ti la semana pasada. Al parecer, tu ventana está revolucionando la construcción con energía solar.

Zac: Quizá.

Él inclinó la cabeza. Era la viva imagen de la humildad, una imagen difícil de compaginar con la seguridad del hombre real.

Penny: ¿Utilizas esa ventana en tus proyectos?

Él dudó.

Zac: No siempre. Me gustaría que me conocieran por la calidad de mis proyectos, no porque llevan algo peculiar.

Penny: ¿Te has hecho una casa impresionante y podemos visitarla? -no callaba-.

Ness: ¡Penny!

Vanessa estaba atónita, su suegra solía ser la personificación de la discreción.

Sin embargo, a Zac parecía no importarle.

Zac: La triste realidad, señoras, es que vivo en una casa muy pequeña en una zona bastante ruidosa de la ciudad mientras construyen la que será mi casa. Además, el contratista me dijo la semana pasada que van retrasados, por lo que voy a tener que esperar más de lo que pensaba.

Ness: Es una lástima.

Penny: Es absurdo -le corrigió-. No puedes vivir así.

Zac sonrió y se encogió de hombros.

Zac: Sí puedo, aunque no me guste.

Ness: Seguramente no pases mucho tiempo en casa si estás poniendo un estudio nuevo -comentó-.

Zac: La verdad es que sí lo paso. Tengo un director de estudio extraordinariamente competente que se ocupa de todos los asuntos cotidianos para que yo pueda seguir haciendo proyectos. Mi estudio privado está en mi casa.

Penny: Pero... para el proceso creativo es muy importante tener un espacio agradable -objetó-. Yo era pintora hasta que mis manos me lo impidieron... -levantó las manos y mostró los dedos retorcidos por la artritis-. Sé lo difícil que puede resultar.

Zac: Afortunadamente, es algo a corto plazo. El estudio estará funcionando dentro de dos meses y podré trabajar allí hasta que terminen mi casa.

Penny: Pero no puedes seguir viviendo en un sitio donde estás incómodo... ¡oh! -se puso una mano en el pecho-. He tenido una idea genial.

El tono entusiasmado aterró a Vanessa.

Ness: ¿De qué se trata?

Penny: ¡Zac puede vivir en la casa de invitados!

Ness: ¿La casa de invitados? -no daba crédito a lo que había oído-. Pero... el agua y la electricidad están cortadas.

Ni podían permitirse el contratarlas, se dijo a sí misma.

Además, la casa de invitados que había en la extensa finca que compartía con Penny se veía desde la casa principal. La mera idea de tener a ese hombre tan cerca hacía que sintiera algo parecido al vértigo.

Penny: Un detalle sin importancia. Es una solución perfecta -se volvió hacia Zac-. Es una casa de dos pisos con dos dormitorios, cocina completa, sala y comedor. Estoy segura de que es mucho más grande y más tranquila que donde vives ahora. ¡Sería perfecta para ti!

Vanessa pensó que rechazaría amablemente el ofrecimiento después de agradecérselo una y mil veces.

Zac: Es muy generosa, señora Hannigan. Se lo agradecería eternamente -se detuvo-. ¿Está amueblada?

Penny: No -inclinó la cabeza-. ¿Es un inconveniente?

Zac: En absoluto. Tengo algunos de mis muebles en la casa de la ciudad -arqueó las cejas-. Si lo dice en serio, estaría encantado de aceptar.

Vanessa lo miraba fijamente. ¡Eso no era lo que él debía decir!

Penny: Maravilloso -su tono indicaba que el asunto estaba zanjado-. Mañana la limpiaremos. Podrás mudarte a principios de la semana que viene.

Zac: ¿Cuál es la renta?

Penny agitó una mano.

Penny: No hace falta...

Zac: Sí -lo dijo tan rotundamente que, por una vez, Penny no parecía dispuesta a discutir-. Lo es. No puedo aceptar un regalo así. Además, yo me ocuparé del agua y la electricidad.

Penny: Bueno, si insistes... -su voz era un poco siniestra-. Ya lo hablaremos más tarde y llegaremos a un acuerdo.

Vanessa quiso gritar que eso era imposible, pero, en realidad, la casa era de Penny y podía invitar a quien quisiera.

Miró a su suegra con la intención de que interpretara el mensaje que estaba mandándole con los ojos. ¿Qué sabía de Zac Efron? Había leído algo sobre él, ¿pero era suficiente? Que hubiera patentado un invento no lo convertía en alguien aceptable.

Zac: Como acabamos de conocernos -dijo Zac-, me parece que lo correcto es que le dé algunas referencias mías. Las mandaré el lunes.

Vanessa pensó que era como si le leyera los pensamientos, pero había uno que no había captado. ¿Qué pasaría con Michael? ¿Había pensado Penny en que la presencia constante de un desconocido podía afectar a su hijo? ¿Le gustaban los niños a Zac? Penny le había prometido silencio y había veces que Michael era cualquier cosa menos silencioso. Ella tampoco iba a estar todo el día callando a su hijo porque el vecino necesitara paz para trabajar.

Tomó aire para tranquilizarse. Ese Efron tenía algo que la desconcertaba, pero no sabía qué era. Era como si sus ojos azules traspasaran la careta que se había construido y llegaran hasta la mujer insegura que era en realidad. Era como si la conociera, aunque estaba segura de que no se habían visto jamás. Era un hombre que no se olvidaba fácilmente.

Zac, que parecía no darse cuenta de lo que pasaba por la cabeza de Vanessa, cogió una mano de Penny y la besó.

Zac: No sabe cuánto se lo agradezco.

No podía creerse la suerte que había tenido

A la semana siguiente, Zac se maravillaba de la suerte que había tenido mientras dirigía la mudanza de sus muebles y de la mesa de dibujo.

Había ido al acto benéfico con la única intención de conocer a la mujer de sus sueños. ¿Sueños? Ella no habitaba sus sueños, ella estaba en su memoria y sabía exactamente de dónde había llegado.

Era la viuda de Mike Hannigan. Vanessa. Se deleitó con cada sílaba. No vio su nombre en su historial médico, pero sí vio el nombre del hospital que envió su corazón en un helicóptero. El corazón tenía que ser reciente porque solo servía durante seis horas, por lo que el donante tenía que haber muerto el mismo día del trasplante en algún sitio de la región de Baltimore. El resto fue fácil.

Entró en Internet y buscó en el periódico más importante de esa región. Lo supo en cuanto leyó la noticia de la muerte de Mike Hannigan. El corazón se le salía del pecho mientras leía el artículo que describía a un hombre que encajaba con sus características. Hasta que leyó el nombre de ella: Vanessa Hudgens Hannigan.

Vanessa. Ni Vane ni Ness ni Nessa. Sencillamente, Vanessa.

El nombre le había evocado la imagen borrosa de una sonrisa dulce, unas pestañas oscuras y unos ojos marrones que llevaban meses adueñándose de sus pensamientos. Súbitamente, pudo imaginarse su rostro con una claridad cristalina, como si estuviera viéndola. ¿Era real o estaba volviéndose loco? Durante días se devanó los sesos intentando encontrar la forma de conocer a Vanessa Hudgens para conseguir saber si solo soñaba despierto. Hasta que leyó que había ese baile benéfico; aunque tampoco sabía qué le diría si se la encontraba cara a cara.

«Hola, tengo el corazón de tu marido y me parece que te conozco».

Ella saldría corriendo del espanto. El artículo decía que ella estaba en el comité organizador y él supuso que asistiría al baile. Aunque no hablara con ella, por lo menos sabría si era como la mujer que lo abrumaba con su imagen.

Pero resultó que su plan tenía un fallo. Era ella. No pudo apartar los ojos de ella desde que sus miradas se cruzaron entre la multitud. Percibió que la conocía. Podía recordar su aroma y su tacto. Incluso conocía el regusto característico de Vanessa. Una parte de él quería conservarla porque era suya, pero, en realidad, nunca había sido suya.

Sabía que la había importunado y lo lamentaba, pero no tanto como para no acercarse a ella.

Sin embargo, ¿cómo podía lidiar esa situación? Mike Hannigan tuvo que amar a aquella mujer con todo su corazón, pero el corazón de Mike Hannigan latía en el pecho de otro hombre.

Su pecho. Él deseaba a la mujer de Mike Hannigan con toda su alma y lo peor de todo era que ella no lo sabía y nunca lo sabría. No podía saberlo, se dijo al recordar la reacción de ella cuando se planteó conocer al receptor del corazón de su marido.

Penny: ¡Holaaaa!

Zac miró en dirección a la voz y vio a Penny Hannigan. La suegra de Vanessa lo saludada vigorosamente con la mano desde la galería de una gran casa de ladrillos que había al otro lado de la piscina.

Zac: Hola, señora Hannigan.

Penny: ¡Llámame Penny! ¿Vendrás a comer?

Se dijo que no debería hacerlo. Ya había terminado con la mudanza y le vendría bien empezar a instalarse, pero... a lo mejor volvía a ver a Vanessa y si era sincero consigo mismo, estaba deseándolo.

Zac: Te lo agradezco.

Rodeó la piscina y subió por el camino de piedras que trascurría entre los elegantes y descuidados jardines.

Penny: Cómo me alegro -dijo mientras él se acercaba-. Vanessa se ha ido a una comida y el ama de llaves acaba de acostar a mi nieto para la siesta. No tengo nada que hacer. Distráeme un poco.

Zac sonrió aunque se sintió muy decepcionado al saber que Vanessa no estaría con ellos. Penny era irresistible. Su propia madre había muerto hacía unos años y si bien su serenidad no tenía nada que ver con la exuberancia de Penny, las dos se parecían en que todos los que las rodeaban se encontraban inmersos en el cariño y el amor.

Zac: Me encanta la idea.

Zac le ofreció el brazo y dejó que ella lo introdujera en la casa.

Penny: ¿Qué te parece Vanessa?

Penny no se anduvo con rodeos mientras se acomodaban en el mirador donde había cuencos con consomé, deliciosos sándwiches de pepino y ensalada de huevo duro.

Amy, el ama de llaves, no se alteró lo más mínimo cuando Penny se lo presentó y le dijo que se quedaría a comer. El se recordó que tenía que alabarle la comida.

Zac sonrió a Penny y ella le devolvió la sonrisa con un brillo de alegría en los ojos.

Zac: ¿Haces esto con todos los hombres que conoce ella?

Penny: Sí, pero estás eludiendo la pregunta.

Zac: Vanessa es preciosa, pero no estoy seguro de si es tan impresionante como tú vestida de rosa.

Penny se rió mientras se acariciaba el vestido que parecía sacado de una fiesta campestre del siglo pasado.

Penny: Adulador.

Zac: Sincero -brindó con el vaso de agua-. Esta casa es muy bonita. Tengo que confesar que no sabía si había hecho bien al aceptar tan rápidamente, pero ahora a lo mejor tienes que sacarme de aquí con una palanca.

Penny: Era la casa familiar de la familia de mi marido -los ojos se le abatieron-. Glenn murió repentinamente hace unos años.

Zac sintió lástima al darse cuenta de que ella había sobrevivido tanto a su marido como al único hijo que había tenido y le cogió la mano.

Zac: Tu cara me dice que fue un matrimonio feliz. Tienes que añorarlo mucho.

Penny: Todos los días -se limitó a decir-. Pero a veces me alegro de que no tuviera que sufrir la muerte de Mike.

Zac: Tuvo que ser algo espantoso.

Estuvo a punto de añadir, mami, pero se contuvo. ¿Su hijo la llamaba mami o era una expresión que su subconsciente había decidido que encajaba en el revoltijo que empezaban a ser sus recuerdos?

Ella sintió con la cabeza y los labios temblorosos. Se llevó una servilleta a los labios con las manos avejentadas y cuidadosamente arregladas y esperó unos segundos.

Penny: Ha sido lo peor que me ha pasado en mi vida. No sé qué habría hecho sin Vanessa -el dolor de sus ojos se disipó un poco-. Nos enteramos de su embarazo cuando estaban haciéndole pruebas en el hospital después del accidente. Después del entierro y cuando empezó a pasar la conmoción de todo, comprendimos que teníamos que estar agradecidas por tener ese regalo póstumo de Mike.

Zac: Seguro que tu nieto será un mimado insoportable.

Zac le guiñó un ojo y se sintió aliviado cuando ella le sonrió y el ambiente volvió a distenderse. Estaba deseando ver al niño y saber algo más de él.

Penny: No si interviene Vanessa -lo dijo con una sonrisa cariñosa-. Es una madre muy buena.

Ness: Como Penny es una mami.

Vanessa entró en la habitación con una sonrisa resplandeciente y besó a Penny en la mejilla. A él le dirigió un saludo muy educado con la cabeza.


Mami... No se había vuelto loco. Sin embargo, miraba a aquella mujer y se sentía como un hombre lobo que se esforzaba por no aullar a la luna.


2 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Wao, esta super la nove, vanessa tiene un bebe, que tierno, pobre esta aun triste por la muerte de su esposo..
Zac es un coqueto con la suegra de Vanessa hahah
esta muy buena la nove, siguela :D

Natasha dijo...

naaah me encanta como comenzo la novela!
siguela pronto!
ando apuradita.. bye

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