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domingo, 20 de noviembre de 2011

Capítulo 27


15 de abril

8,05


La luz del sol se paseaba por el rostro de Ness, y ésta se desperezó y abrió los ojos.

Por primera vez desde ayer, se sentía completamente despierta y la cabeza no le retumbaba. Recordó haberse despertado varias veces durante la noche. También la vaga imagen del doctor Tillerman acudiendo a comprobar su estado en dos ocasiones, o quizá tres, y un par de manos (que no eran las del médico) que atentamente le cambiaban las vendas y la ayudaban a beber un poco de zumo. Cada vez que Ness había abierto los ojos, Zac estaba allí, vigilándola como un protector perro guardián.

Ahora, sin embargo, no la miraba.

Ella echó una mirada alrededor y sonrió al verle en el silloncito. Profundamente dormido, con la cabeza apoyada en una mano y el periódico arrugado en el regazo. Con la ropa igualmente arrugada Y barba de un día, el aspecto de Zac era aún peor que ayer. El pobre hombre llevaba dieciocho horas anclado en aquella habitación.

Zac debió de notar que era observado, porque parpadeó y se incorporó de un brinco al ver que Ness estaba despierta.

Zac: Hola. -Se inclinó hacia ella y contempló su rostro-. Tienes mejor cara. ¿Cómo te encuentras?

Ness: Debería ser yo la que te hiciera esa pregunta -bromeó suavemente-. Estás horrible.

Él sonrió de medio lado.

Zac: Acostúmbrate. Vas a despertarte junto a mí cada mañana del resto de tu vida.

Ness: Creo que podré soportarlo. -Le acarició tiernamente la mejilla-. Incluso la barba de un día.

Zac: Perfecto. -La besó en la palma de la mano-. Porque éste es el aspecto que presento después de una noche sin dormir. Y tú y yo vamos a compartir varias. Solo que no las pasaremos en una cama de hospital.

Ness: Tengo muchas ganas. -Emitió una leve risita e hizo una mueca de dolor-. Odio estar aquí. Quiero ponerme bien para poder irme.

Zac: Eso suena prometedor. Sacas tu genio. Lo que debe de significar que te encuentras mejor.

Ness: Sí, estoy mejor, pero preocupada. No he dejado de tener pesadillas sobre Brian. Zac, tenemos que terminar la conversación de ayer por la noche.

Zac: Estoy de acuerdo. Pero antes... -Buscó en el periódico la sección de noticias locales y señaló un titular bastante grande en la primera página-. Echa un vistazo a esto.

Ness leyó rápidamente el artículo y los ojos se le fueron transformando en dos enormes platos a medida que avanzaba la lectura.

Bajo el titular, firmado por Cheryl Lager, se desarrollaba la exhaustiva historia acerca de cómo la tragedia había ensombrecido la inauguración del centro comercial, el día anterior, cuando Vanessa Hudgens (la profesora de segundo ciclo de Brian Efron) fue atropellada por un coche robado que se dio a la fuga. La señorita Hudgens, ahora (según las fidedignas y exclusivas fuentes de información de la periodista, directamente del hospital Leaf Brook Memorial), permanecía en coma. Su vida pendía de un hilo y el pronóstico era muy grave.

Ness parpadeó, y miró fijamente a Zac.

Ness: Esto es una mentira descarada.

Él se encogió de hombros.

Zac: De hecho, se ajusta bastante a la realidad. Bueno, ella la ha adornado un poquito, pero el sensacionalismo es el sello personal de Cheryl Lager. En conjunto, se parece mucho a lo que yo le dije ayer por la noche.

Ness: No te entiendo.

Zac acarició la mejilla de Ness.

Zac: Era el único modo de mantenerte a salvo. Walker debe de haber estado esperando oír noticias sobre tu estado. Ahora ya las tiene. Creerá que estás a las puertas de la muerte. Eso evitará que lo intente de nuevo.

Ness: Oh. -Una repentina nueva preocupación la invadió-. Zac, mis padres. Si leen esto o alguien se lo dice, pensarán que...

Zac: No, no lo pensarán. Hablé con tu padre ayer. Tenías razón: es un gran tipo. Por cierto, quiere que le llames tan pronto como tengas ánimos suficientes. En cuanto a tu madre, creo que estabas demasiado aturdida para reconocer a tu enfermera privada.

Ness abrió la boca, sorprendida.

Ness: ¿Mi madre?

Zac: Así es. -Señaló hacia la puerta-. Ha estado ahí fuera toda la noche. Excepto cuando ha entrado a cuidar de ti. Cuando, hace una media hora, he ido a buscar el periódico, le he dicho que se tomara una taza de café. Debo de haberme quedado dormido justo después. Le diré que te has despertado en cuanto tú y yo hayamos acabado de hablar.

Saber que Zac había hecho aquello por Ness significaba para ella mucho más de lo que podía decir.

Ness: Zac, gracias.

Zac: Ha sido un placer. Sé lo unidos que estáis tus padres y tú. Por cierto, son lo únicos que conocen tu verdadero estado, además de Louis y Stephen. -Lanzó un pequeño resoplido-. Lo que me lleva a cómo están las cosas.

Ness: ¿Ha habido alguna nueva noticia?

El meneó la cabeza.

Zac: Todavía no tenemos ningún indicio importante que confirme nuestro miedo de que Brian esté en manos de Walker. Lo que es bueno y malo a la vez. Bueno, porque puede indicar que el plan de Walker quizá no tiene que ver con Brian. Y malo porque, hasta que estemos seguros, no podemos hacer ningún movimiento visible. Si Walker descubre que vamos tras él y tiene a Brian... -Se le quebró la voz-. En cualquier caso, hacer que lo detengan ahora sería del todo inútil. No tenemos pruebas. Pero disponemos de tiempo extra. Según lo que escuchaste de la conversación telefónica de Andrew, Walker saldrá del país mañana al mediodía. Estamos reteniendo esa información. A los ojos de las autoridades, eso es ocultación de pruebas. No puedo pedirte que hagas eso.

Ness levantó la barbilla.

Ness: No me lo pides. Yo me ofrezco. Si crees que hablar con la policía pondrá en peligro a Brian, no les diré nada. Seguiré en coma, como Cheryl Lager tan detalladamente ha informado.

Zac: Gracias -repuso simplemente. Luego, frunció el ceño-. No se trata solo de ti. Louis también se está arriesgando por nosotros. Solo puedo pedirle que siga cooperando un poco más. Lo mires como lo mires, tengo que darle a Marty tiempo suficiente para vigilar el aeropuerto del condado de Westchester y atrapar a Walker antes de que suba a ese avión. Lo que significa que debo encontrar a Brian antes de ese momento. -Se echó hacia atrás y se pasó una mano por el pelo-. Es el momento de asumir riesgos. Tengo que fiarme de mi instinto y rogar por que tú te hayas equivocado con respecto a Cliff. Porque si alguien sabe dónde está Nancy, es él.

Ness: ¿Por qué estás tan seguro de ello?

Zac: Porque ambos están muy unidos. Ella confía en él cuando no puede acudir a Stephen. -Una expresión de apenada resignación cruzó su rostro-. Ahora viene la confianza que me pedías. ¿Estás segura de que la quieres? Los Efron son una tribu bastante lamentable.

Estaba claro que aquella iba a ser una revelación muy dura. Y Ness se sintió un tanto culpable al pensar que había puesto a Zac en la posición de tener que mostrar su parte más íntima. Fuera lo que fuera lo que pasaba con Stephen Efron, era obviamente una cuestión grave y personal.

Haciendo caso omiso de su propia incomodidad, Ness se incorporó hasta quedar sentada y cogió la mano de Zac.

Ness: No estás obligado a airear los trapos sucios de tu hermano... no si te hace daño o te sientes desleal.

Zac: Ni lo uno ni lo otro. -Entrelazó sus dedos con los de ella-. El dolor que siento es por Stephen y los demonios con los que siempre está en lucha. En cuanto a la lealtad, él sabe que te lo voy a contar. Hablamos de ello ayer por la noche. Está muy agradecido hacia ti, Ness. Pusiste en peligro tu vida por Brian. Mi hermano se ha convertido en una persona muy distinta en estas últimas semanas. Sus prioridades han cambiado. Y las mías también, ya puestos a decir. Hasta ahora... como he dicho, mi familia es bastante lamentable. Las emociones nunca han aparecido como puntitos brillantes en nuestros radares y mucho menos han sido un motor importante. Al nacer Brian, eso cambió. Pero no lo suficiente. Y ahora... bueno, supongo que tanto Stephen como yo estamos experimentando sensaciones fuertes al mismo tiempo. El miedo a perder a la gente que amas produce eso

Ness: La gente... en el caso de Stephen, ¿estamos hablando de Brian o de Nancy?

Zac: De ambos. -No le sorprendió la percepción de Ness-. El meollo de todo el asunto es éste: Stephen es un jugador compulsivo. Hace apuestas en deportes. Lleva enganchado desde que estaba en el instituto. Su adicción pasa altibajos. Ciertos tipos de presión la acentúan. Por otro lado, he visto a mi hermano mantener su compulsión bajo control durante largas temporadas. Tú te graduaste en psicología, no hace falta que te cuente qué puede provocar la carencia de autoestima. Lo que sí puedo decirte es que eso es el obsequio por ser el primogénito de Harrison Efron y tener un padre que te empuja continuamente hacia la Casa Blanca. Le ha pasado una importante factura al matrimonio de Stephen. Cliff siempre ha estado ahí cuando Nancy lo ha necesitado. Estoy convencido de que ahora no ha sido una excepción.

Ness: Ya veo. -Se sintió invadida por una oleada de compasión-. ¿Así que Cliff sabe de las apuestas de Stephen?

Zac: Cliff es un tipo muy brillante. La amistad entre él y Stephen se remonta a hace casi veinte años. O sea que, sí, yo diría que lo sabe. Además de él, las únicas personas que también estamos al corriente somos Nancy y yo. Y ahora tú. -Una pausa llena de amargura-. Ah, y Walker.

Ness: Walker. -Más piezas del puzzle encajaron en su sitio-. Así que con eso presionaba a Stephen para obtener el contrato. Lo estaba chantajeando.

Zac: Exacto. Puso a Stephen entre la espada y la pared. Mandó que le dieran una paliza y amenazó a Brian. Ahí es donde tuvo lugar el capítulo de la gorra de béisbol. Cuando Nancy abrió el paquete que le habían enviado y leyó la nota que lo acompañaba, perdió los nervios. No pudo soportarlo más. Cogió a Brian y desapareció.


Ness: No la culpo por ello. Está aterrorizada por lo que le pueda pasar a su hijo. La pregunta siguiente es: ¿cómo descubrió Walker la adicción de Stephen al juego? Tuvo que ser mediante Cliff.

Zac: Quizás. Es curioso que Stephen se devanara los sesos intentando averiguar quién era el topo que Walker tenía infiltrado. Y a mí jamás se me ocurrió la posibilidad de que podría ser Cliff. Estaba demasiado obsesionado por una posibilidad todavía más desagradable.

Ness: ¿Cuál?

Zac: Que fuera mi padre.

Ness: ¿Tu padre? -repitió casi ahogando un grito-.

Zac: Su idea de la motivación. -Con asumida resignación, informó a Ness acerca de la relación entre su padre y Walker, y de la reacción de Harrison cuando Zac se enfrentó a él-.

Ness: No es de extrañar que tu hermano tenga problemas. Con un padre así... -Se calló de repente-. Lo siento.

Zac: No hace falta. Es un bastardo sin corazón.

Ness: De acuerdo pero, ¿cómo iba a ser él el chivato de Walker? Por lo que dices, he entendido que no estaba enterado de las apuestas de Stephen.

Zac se encogió de hombros, con expresión ambigua.

Zac: He intentado por todos los medios mantenérselo oculto. Eso no significa que lo haya conseguido. Es un tipo rematadamente listo. ¿Quién sabe de lo que está enterado, y qué haría en el caso de estarlo?

Ness sintió una náusea que no tenía nada que ver con la conmoción sufrida en el accidente.

Ness: Volvamos a Cliff. Es el mejor amigo de Stephen. No se me ocurre ninguna razón por la que lo traicionaría de ese modo.

Zac: Estoy de acuerdo. Excepto por una cosa: Cliff está enamorado de Nancy. Lo ha estado desde el principio. Yo creía que habría asumido y aceptado el hecho de que ella se casó con su mejor amigo, pero siempre hay una posibilidad de que no haya sido así. Ese es el riesgo del que te hablaba. Cliff es nuestra única respuesta. Tengo que hablar con él. No mencionaré lo que tú viste y oíste ayer en el Ayuntamiento, porque no quiero que sepa que has recuperado la conciencia. Por si trabaja para Walker.

Un denso silencio.

Ness: ¿Realmente le haría daño a Stephen? -susurró-.

Zac: No me atrevo a imaginarlo. Pero aún tenemos la pregunta, sin respuesta, sobre cómo tu pata de conejo llegó hasta el coche de Andrew. Es posible que éste diga la verdad acerca de eso. Si es así, y si Brian está a salvo con su madre, Cliff podría haber cogido sin darse cuenta la pata de conejo cuando visitó a Nancy... si es que realmente sabe dónde está. Todo son suposiciones. Lo cierto es que no podemos descartar nada. Ni a nadie. No cuando la vida de Brian está en juego.

Ness: De acuerdo. -No quería ni pensar en algunas de las posibilidades. Eran, simplemente, demasiado horribles-. Stephen querrá estar presente cuando interrogues a Cliff.

Zac asintió con la cabeza, cansado.

Zac: No va a gustarle, precisamente, tener que sacarle información a Cliff. Se pondrá enfermo cuando le diga por qué lo hacemos. Y se pondrá hecho una furia cuando le cuente la relación que hay entre mi padre y Walker, y lo que puede significar. Pero no puedo ocultarle nada. Ya no. Tengo que poner todas las cartas sobre la mesa. Lo único que importa es encontrar a Brian.

Ness: Ve. -Hizo un vago gesto señalando la puerta-. No puedes mantener esa conversación por teléfono. Ve a casa de Stephen y cuéntaselo todo. Luego, habla con Cliff. Solo disponemos de hoy. Tenemos que encontrar a Brian.

Zac vaciló, claramente contrariado por tener que dejar a Ness sola. Una ola de alivio se reflejó en su rostro cuando la puerta se abrió y Meredith Hudgens entró en la habitación y sus ojos se iluminaron al ver a su hija incorporada y hablando.

Ness: No te preocupes, Zac -dijo indicando cariñosamente a su madre que se acercara-. Estoy en buenas manos.


10.25

Philip Walker releyó el artículo del periódico tres veces.

Vanessa Hudgens seguía estando en coma. Era posible que jamás volviera en sí. Zac Efron la velaba a todas horas, junto a su cama.

Parecía un guión digno de Hollywood.

Seguro que Cheryl Lager tenía la historia en exclusiva. Probablemente, habría acampado en la sala de espera del hospital hasta que los Efron estuvieron a punto de explotar. Y seguramente le habían facilitado el material para la noticia solo para librarse de aquella mujer.

Aun así, a él lo tenía bastante escamado que ningún otro periódico dijera ni una sola palabra acerca del accidente de Vanessa Hudgens. No parecía que la policía sospechara juego sucio. Estaban muy ocupados intentando localizar el Mercedes plateado de Zac Efron, que suponían que había sido robado por ladrones profesionales-. Entonces, ¿por qué guardaban los Efron tanto silencio sobre aquel asunto?

Sí, de acuerdo, Zac Efron mantenía una relación con la maestra de escuela que había sido atropellada. Pues, vaya. Todo lo que tenía que ver con los Efron era merecedor de titulares.

¿Por qué esta vez la cuestión se mantenía tan en secreto? ¿Y de quién era la idea de que fuera así... del alcalde, de su hermanito o del padre de ambos?

Quizá le estaba dando demasiada importancia.

Pero... era justo después de que Ashley Tisdale se lo sacara a él de encima... Y le parecían demasiadas coincidencias.

Miró hacia el teléfono.

Quizás estaba esperando demasiado tiempo. Quizá debía acelerar las cosas un poquito, poner en marcha su plan antes de que todo se desmandara y se precipitara sin control.

Buena idea. Jugaría estratégicamente sus últimas cartas. Y luego dejaría caer la bomba. Una desagradable sonrisa curvó sus labios.

Aquella llamada tan solo podía confiársela a sí mismo. Era la jugada final, el potente remate.

Y tan solo le pertenecía a él.


10.35


Zac se había propuesto encontrar a Stephen a solas. No había sido así. Al entrar en la sala, comprobó que Stephen tenía otra visita: su padre.

Era obvio que Harrison Efron acababa de llegar. Estaba dejando el abrigo sobre el sofá cuando Zac cruzó el umbral.

Harrison: Perfecto -saludó a Zac, mientras cierto temblor agitaba un músculo de su mejilla-. Puedo teneros a los dos juntos. Ahora, quizás obtenga algunas respuestas claras y directas. -Hizo una pausa, como recordando las circunstancias y el modo en que éstas afectaban la vida de Zac-. La profesora de Brian... ¿cómo está?

Zac: Igual -repuso con cautela-. Su estado es muy delicado.

Harrison: Lo siento.

Zac: ¿De veras?

Harrison entornó los ojos.

Harrison: ¿Qué demonios quiere decir eso?

Zac agarró al toro por los cuernos.

Zac: Una de las razones por las que estoy aquí es para averiguar por qué y quién atropelló a Ness. ¿Alguna sugerencia?

Harrison: Supongo que te refieres a Walker.

Stephen volvió la cabeza como movido por un muelle y su mirada se dirigió de su padre a Zac y otra vez a su padre.

Stephen: ¿Qué es lo que sabes de Walker?

Harrison: No has informado tu hermano -observó dedicándole a Zac una mirada de disgusto-. ¿Lo proteges de nuevo, como siempre?

Zac: Ya no. Él podrá resistirlo. La pregunta es: ¿podrás tú? Creo que te sorprenderá el desenlace.

Stephen: ¿De qué estáis hablando los dos? -inquirió. Zac se volvió hacia su hermano-.

Zac: ¿Recuerdas mi reunión de negocios del martes por la tarde? Pues bien, era con papá. Yo acababa de descubrir que él y Walker hicieron un par de inversiones juntos hace años. Fui a averiguar detalles. Y, oh, sorpresa, me enteré de quién le metió a Walker en la cabeza la idea del contrato del aparcamiento municipal.

Stephen: Bromeas. -Su tono no era en absoluto divertido, sino furioso-.

Zac: No. Al parecer, es de gran ayuda para dar publicidad cuando tu hijo está preparando su candidatura al Senado -explicó-. Y Para fortalecer el carácter, también. Vamos, papá, explícale a Stephen cómo estás consiguiendo que su espinazo sea mucho más duro para afrontar su futuro político.

Harrison: No es necesario. Acabas de hacerlo tú por mí. -Con calma, echó un vistazo alrededor de la sala, divisó una jarra llena de café, se dirigió hacia ella y se sirvió una taza-. No has mencionado la parte que me soltaste justo antes de irte: la teoría de que Walker estaba detrás de los robos de los coches. Dijiste que no tenías ninguna prueba. ¿Lo has cotejado con Walker, de todos modos? Porque, si es así, has realizado una mala jugada. Walker es justo el tipo de hombre al que tus fisgoneos estimularían a robarte el coche. Es su idea del castigo. Lástima que Vanessa Hudgens se haya visto atrapada en medio del fuego cruzado.

Zac reprimió su ira. La de Stephen llamaba más su atención. Su hermano se había quedado rígido de pies a cabeza.

Stephen: ¿Sabías lo de los robos de coches? -preguntó, en tono inquietantemente sereno-. ¿Y conocías a Walker? ¿Sabías que me estaba chantajeando?

Harrison enarcó una de las cejas.

Harrison: ¿De veras? ¿Y qué es lo que podría utilizar contra ti para que tú le permitieras el chantaje?

Un silencio sepulcral.

Y, en ese mismo instante, Zac tuvo su respuesta. Stephen también.

Stephen: Así que lo sabes -declaró secamente-. Estabas enterado de la contribución de Walker a la campaña. Sabías que yo me la había jugado y que luego sableé a Zac para recuperar la cantidad. Sabías perfectamente lo que Walker podía utilizar contra mí.

Harrison: ¿Lo que solo Walker podía utilizar contra ti? -Dejó la taza sobre la mesa con un ruido sordo-. Lo que todo el mundo podría utilizar contra ti, si tu hermano no se ocupara de reparar tu chanchullo. Corrijo: tus chanchullos. Llevas trece años yendo de un embrollo a otro por culpa de tus estúpidas apuestas. A Walker se le puede controlar. Yo me ocuparé de ello. Pero dime, Stephen: ¿acaso no es ya hora de que madures y te enfrentes a la vida, en lugar de dejar que otro la dirija por ti?

Stephen: Tienes razón, papá, ya es hora. -Miró fijamente a su padre con una nueva clase de convicción emanando de él. Era como si hubiera llegado al borde de un profundo abismo y hubiera saltado otro lado-. Me estoy enfrentando a la vida ahora mismo. Mi mujer se ha ido. Mi hijo está siendo amenazado. Una mujer extraordinaria, cuyo único crimen ha sido preocuparse por el bienestar de Brian, yace en la cama de un hospital. Eso es todo lo que me importa. No tú. No unas insignificantes elecciones. No todos lo planes que tú has ideado para mi futuro y que nunca llegarán a realizarse. Soy el responsable de esta pesadilla que estamos viviendo ahora mismo. ¿Y por qué? Porque me he pasado treinta años como un pedazo de barro a la espera de que tú me moldearas. Treinta años dándome con la cabeza contra la pared, intentando cumplir con tus expectativas. Pues bien, se acabó. Es hora de que me espabile; es hora de que me mire al espejo y reconozca quién soy en realidad. Y, si tengo suerte, quizás algún día me guste lo que vea.

Harrison no parecía impresionado. Sorprendido, sí, pero no impresionado.

Harrison: ¿Ah, sí? ¿Y qué te gustaría ver, a un abogado de empresa? Los hay a patadas, incluso si son brillantes. Mira a tu amigo Cliff. Se pasa la vida recogiendo cualquier migaja que se le eche y luego espera pacientemente por si puede quedarse con las sobras. Y me refiero tanto a esposas como a casos legales... ¿o acaso creías que tampoco estaba al corriente de eso?

Stephen: Me importa un rábano lo que sabes o no.

Harrison: De acuerdo, juguemos con tus reglas. ¿Quieres ver lo que eres por ti mismo? Eres débil. Yo te he creado. Tienes encanto, intuición e inteligencia. Pero careces de agallas.

Stephen no se asustó.

Stephen: Probablemente. Pero tengo un hijo que sabe que puede contar conmigo, que sabe que le quiero pase lo que pase. Y eso es mucho mejor que tener un imperio industrial, al menos para mí. -Al oír sus propias palabras, hizo una pausa y en sus ojos destelló una chispa de satisfacción-. Quizás esté más cerca de recuperar mi vida de lo que pensaba.

Harrison: Lo dudo. Sobre todo con gente como Walker agarrándote por el cuello.

Zac: Y, hablando de Walker, ¿cómo consiguió la munición para hacer precisamente eso, papá? -intervino con dureza-. Muy poca gente sabe del problema de Stephen con las apuestas. Tú eres una de esas personas, según acabamos de descubrir. ¿Por casualidad le pasaste esta información a tu colega para ayudarlo a fortalecer el carácter de Stephen? ¿Es ese el motivo por el que crees que es fácil de mantener controlado?

Harrison: Tus acusaciones están empezando a ponerme furioso -contestó agresivo-.

Zac: En ese caso, responde a ellas.

Harrison: No.

Zac: ¿No le dijiste nada, o no piensas contestar?

Harrison: Escoge tú mismo.

Stephen emitió una especie de sordo rugido al caer brutalmente en la cuenta.

Stephen: Eres un perverso bastardo -bramó, avanzando hacia su padre con los ojos desorbitados-. Le diste a Walker lo que necesitaba para destrozar mi familia. Es por tu culpa que la vida de mi hijo está en peligro.

Cliff: No, Stephen, no es culpa suya. -Estaba en el umbral de la puerta y su rostro reflejaba culpabilidad y arrepentimiento-. El culpable soy yo. -Todos se volvieron a mirarlo-. El cerrojo no estaba echado. He entrado sin llamar. Y, según veo que están las cosas, me alegro de haberlo hecho. -Avanzó hacia ellos, con un sobre en la mano, en el que había escrita la palabra «confidencial». Se detuvo al llegar junto a Stephen-. Esto lo explicará todo. -Dejó caer el sobre en la mesa del café-. Antes de que lo abras, tengo unas cuantas cosas que decir. Te pido que me escuches. Luego, puedes echarme. -Le dirigió a Harrison una rápida mirada-. Los dos podéis.

Stephen se había quedado con la boca abierta.

Stephen: ¿Tú informaste a Walker sobre mí? ¿Por qué? ¿Para que él consiguiera meterme en la cárcel y tú pudieras quedarte con Nancy?

Cliff hizo una mueca de aflicción.

Cliff: No. Porque fui un cobarde. Y, sí, por mis sentimientos hacia Nancy. Pero no para quedarme con ella, sino para protegerla.

Con voz queda, Cliff le contó cómo Walker había obtenido unas fotos comprometedoras en las que él aparecía con una mujer que se parecía tanto a Nancy que, con un ligero retoque, podría pasar por ella. Acambio de su silencio, todo lo que Walker le había pedido era una pista... cualquier cosa que pudiera usar como fuerza contra el alcalde.

Cliff: Yo sabía que él iba detrás del contrato del aparcamiento municipal. Pero no sabía nada más. Jamás se me ocurrió que... -Tomó aire-. Tenía miedo de que, si aquellas fotos salían a la luz, destrozaran la vida de Nancy. Y no creía que a ti te supusiera nada grave apoyar la propuesta de Walker. Sabía que considerarías que su oferta de contrato tenía mérito. Porque lo tenía, sobre todo con el aumento de robos de coches que Leaf Brook ha sufrido.

Stephen: Robos que organizó Walker -puntualizó-.

Cliff: En aquel momento, yo no sabía eso. No sabía un montón de cosas. Estaba acorralado y me aferré al salvavidas que Walker me ofrecía. Después, la situación me estalló en las narices. No estoy justificando mis actos. Fueron deplorables. Me comporté corno un bastardo y un estúpido. Te traicioné. Lo que creo importante que sepas es que Nancy no lo ha hecho jamás. En ningún sentido. Incluso cuando yo creí... y, sí, esperé que vuestro matrimonio había terminado, ella se mantuvo fiel a ti. En cuanto a Brian, cuando Nancy me contó lo que Walker había hecho con aquella gorra de béisbol, me puse hecho una fiera. Le dije a Andrew que si se atrevía a...

Stephen: ¿A Andrew? -interrumpió, cuya serenidad ahora estaba empezando a resquebrajarse-. ¿Dónde encaja Andrew en todo esto?

Cliff: Es el contacto de Walker. No sé a qué acuerdo han llegado ni hasta qué punto está involucrado, pero fue él quien me chantajeó con esas fotos y a quien yo llamé para que le dijera a Walker que abandonara el asunto. Creí que mi presión había hecho efecto, porque Andrew me entregó los negativos. Supuse que era el ofrecimiento de paz de Walker. Me equivoqué. Cuando fui al despacho, ayer, Andrew me dio una carta. Era de Walker. Utilizaba un lenguaje que la hacía aparecer como un documento referido a un asunto legal pendiente en un contrato urbanístico. No escribía ni una sola palabra que pudiera incriminarle. Pero el mensaje se recibía alto y claro. Yo debía dejar de meter las narices, mantenerme al margen y dejar que las cosas llegaran a su fin para evitar daños en mi bando. Había una instantánea de Brian sujeta a la carta. Y eso dejaba muy claro quién saldría perjudicado.

La velada amenaza de Walker provocó un escalofrío de temor en el espinazo de Zac. Pero Zac se obligó a concentrarse en Cliff y en la explicación Que éste les acababa de ofrecer.

Y que provocaba, a su vez, más alivio que furia. Todo lo que Cliff había dicho verificaba lo que Ness le había contado, lo que insinuaba que Cliff tenía solo la parte de la culpa que acababa de admitir.

Zac: ¿Te entregó Andrew los negativos en mano? -preguntó intentando esclarecer el misterio de la pata de conejo-.

Cliff: ¿Que si me los dio en mano? No, pero seguro que venían de él, si es eso lo que me preguntas. Andrew salió a mi encuentro cuando yo dejaba el despacho de Stephen el jueves. Me dijo que los negativos estaban en su coche. Bajé hasta el aparcamiento y los recogí yo mismo.

Bien, así que Cliff había estado, efectivamente, en el coche de Andrew. Eso podía ser una buena noticia. Podía significar que Brian seguía aún con Nancy, sano y salvo, y que tan solo la pata de conejo había llegado a otras manos... e inadvertidamente.

Antes de que Zac pudiera preguntarle a Cliff, sin rodeos, acerca del paradero de Nancy, tenía otro punto que tocar.

Zac: Ayer era sábado. Y la gran inauguración del centro comercial. Sabías que Stephen estaría allí. Entonces, ¿por qué fuiste a su despacho?

Cliff señaló con el dedo el sobre que había dejado sobre la mesita del café.

Cliff: Fui a dejar esto. Mira, Zac, me sentía como un animal herido... furioso con el destino por ponerme en esta situación, con Nancy por amar a Stephen y con Stephen por abusar del amor de Nancy y, sin embargo, seguir gozando de él. Quería explotar, exponer mi dolor ante las narices de Stephen. Al mismo tiempo, ya no podía soportar ni un minuto más mi sentimiento de culpabilidad. Había traicionado a mi mejor amigo, por no mencionar mi amor por su esposa y, por primera vez, mi intenso deseo de que ella lo abandonara por mí. No podía mirarle a los ojos. Así que iba a tomar de nuevo el camino más cobarde y dejar las fotos y los negativos sobre la mesa del despacho de Stephen, con una nota explicativa. Empecé a escribirla y luego cambié de opinión. Habíamos sido amigos durante casi veinte años. Le debía una explicación cara a cara. Stephen se lo merecía. -Se pasó una nerviosa mano por el pelo-. Después, todo sucedió muy rápido. Andrew me entregó la carta de Walker. Apenas había acabado de leerla cuando Ness apareció por allí. Yo estaba tan destrozado que casi no recuerdo lo que me dijo. Algo acerca de que se había acercado a ver a Andrew. Supongo que, luego, ella se marchó directamente al centro comercial. Y debió de ser entonces cuando la... -En su rostro brilló un destello de comprensión y apoyo-. Lo siento, Zac. Espero que se ponga bien.

Zac: Lo hará. -Ya tenía suficiente explicación. Así que decidió pasar a la pregunta directamente a Cliff-: ¿sabes dónde está Nancy?

Una mueca de incomodidad.

Cliff: Le dije a Nancy desde el primer momento que Stephen merecía saber dónde estaba, que se desesperaría. Pero me hizo jurar que mantendría el secreto. No puedo...

Zac: ¿Ni siquiera si te digo que ella y Brian están en peligro? Porque tenemos motivos para creer que así es. Creemos que Walker está planeando algo realmente perverso. Como raptar a Brian.

Cliff: ¿Cómo va a poder hacerlo? No sabe dónde está. Nadie lo sabe.

Zac: Excepto tú.

Por primera vez, Cliff pareció enfurecerse.

Cliff: Si de algo puedes estar completamente seguro, Zac, es de que yo jamás le haría daño a Nancy. O a Brian, ya puestos. No le he dicho a nadie dónde se fueron.

Zac: ¿Has ido a verlos en alguna ocasión?

Una pausa de duda.

Cliff: Sí. Una vez. Les llevé el antibiótico de Brian.

Zac: En ese caso, alguien podría haberte seguido.

Cliff recordó algo y sintió cierta aprensión.

Cliff: Es posible. Fui a visitarlos el miércoles por la mañana, después de verme con Andrew. El único lugar donde me detuve fue la farmacia. Andrew pudo haberme seguido.

Zac: Y contárselo a Walker. -Se inclinó hacia delante-. Dime una cosa, Cliff. Y piénsalo bien antes de responder. Durante tu única visita a Nancy, ¿viste por casualidad una pata de conejo roja por allí?

Cliff: No hace falta que lo piense mucho. Brian la llevaba en la mano. No la soltó en ningún momento, ni siquiera para tomarse la medicina. Dijo que era su amuleto de la suerte.

A Zac se le hizo un nudo en la boca del estómago.

Zac: ¿O sea que no pudiste, de ningún modo, habértela llevado sin querer cuando te fuiste?

Cliff: De ninguna manera. -Meneó la cabeza-. Brian pasó todo el rato que estuve allí en su habitación. Le había disgustado mucho que fuera yo el que le había llevado su medicina. Quería ver a Stephen. Ni siquiera salió a despedirse.

Zac: Mierda -murmuró-.

Cliff: ¿Por qué has preguntado eso?

Stephen: Exacto, Zac, esa sí es una buena pregunta -intervino mostrando visibles signos de pánico-. Está claro que te refieres a la pata de conejo que Ness te pidió que le entregaras a Brian. Me dijiste que se la habías dado el martes. Así que, ¿por qué sacar ese tema ahora?

Zac: Porque Brian ya no la tiene consigo. Y el viernes, ese amuleto estaba en el coche de Andrew.

Stephen: Dios mío... no. -Palideció cual hoja de papel-.

El aspecto de Cliff no era mucho mejor.

Cliff: ¿Estás seguro?

Zac: Segurísimo. Y eso significa que quien sea que perdió esa pata de conejo tuvo contacto con Brian. O peor aún: que el propio Brian estuvo en el coche de Andrew.

Stephen cruzó la habitación con tres largas zancadas y agarró a Cliff por las solapas.

Stephen: ¿Adónde demonios se llevó Nancy a Brian? ¿Dónde están?

Esta vez, no hubo vacilación.

Cliff: Se fueron a mi refugio de montaña, en Stowe.

Stephen: Tú los viste el miércoles. Hoy es domingo. ¿Por qué no has vuelto a ir? -Sacudió a Cliff-. Eres el único que sabías que estaban allí, el único que podía haberlos protegido. Si tanto quieres a Nancy, ¿por qué no has vuelto para ver si están bien?

Cliff: Porque Nancy me dijo que no volviera. -Ni siquiera intentaba soltarse o resistirse. Parecía estar destrozado-. No quería que yo albergara ni una sola esperanza de futuro con ella. Está enamorada de ti. Y vio cómo mi visita afectaba a Brian. El chaval ya se sentía bastante abatido por estar lejos de ti. Y mi visita empeoró su estado anímico.

Stephen: Pero los has llamado, ¿verdad? -preguntó en tono lastimero-. Has hablado con Nancy; ¿no es así?

La frente de Cliff empezó a cubrirse de sudor.

Cliff: La última vez fue el jueves por la noche. Nancy me dijo que no volviera a llamar. Así que no lo hice más. Luego, ayer, después de que Andrew me diera la carta de amenaza de Walker, intenté llamar. Quería estar seguro de que Brian estaba bien.

Stephen: ¿Y?

Cliff: No me contestaron. Pero eso no me sorprendió. Nancy me había dejado muy claro que no quería que yo interrumpiera su tiempo de reflexión. Y, puesto que nadie más sabía dónde estaba ella, supuse que Nancy sabía que era yo y que decidía no responder.

Stephen: O sea que no has hablado con ella desde el jueves por la noche. -Ya se dirigía hacia el teléfono-. Eso significa que puede que Walker lleve dos días y medio reteniendo a mi esposa e hijo. ¿Cuál es el número de tu refugio de montaña? -Cliff se lo dijo. Stephen marcó los dígitos y esperó. Tres timbrazos. Cuatro. Cinco-. No contestan. -Colgó con fuerza-. Voy hacia allí ahora mismo.

Cliff: Voy contigo.

Stephen: Ni lo sueñes. -Se volvió hacia él, lanzando fuego por los ojos-. Son mi esposa y mi hijo. Míos. Si vuelves a olvidar eso, te partiré la cara.

El teléfono sonó.

Zac: Stephen -intervino mirando fijamente la lucecita parpadeante-. Es tu línea privada.

Stephen: Quizá sea Nancy. -Agarró rápidamente el auricular y se lo llevó al oído-. ¿Sí? -Se quedó callado durante largo rato, mientras palidecía y su semblante reflejaba cada vez más pavor-. Lo he oído perfectamente -respondió al fin, con la voz tan tensa que parecía que iba a estallar de un momento a otro-. ¿Cómo sé yo que él está bien? -Otro angustioso silencio-. ¿Y qué hay de mi esposa? Hijo de puta, si le has tocado un solo cabello... -Se forzó a no perder el control, y agarró un bolígrafo y un bloc de notas-. ¿Dónde y cuándo? -Garabateó algo-. Lo tendrás. No, no habrá policía. Ahora, déjame hablar con Bri... -Apartó el auricular de su oído y lo miro con abatimiento-. Ha colgado.

Zac lo agarró por el brazo.

Zac: ¿Walker tiene a Brian?

Stephen asintió con la cabeza.

Stephen: Quiere cinco millones en metálico. Tengo que meterlos en la bolsa de deporte de Brian y dejarlos en una consigna, cerca de uno de los accesos del aeropuerto del condado de Westchester. Mañana, a las siete y media de la mañana.

Harrison: ¿Estás seguro de que era Walker? -Hablaba por primera vez desde la llegada de Cliff. Parecía atónito y furioso-.

Stephen: ¿Qué? -Estaba claramente aturdido-. Ah, sí. Ha usado uno de esos aparatos que distorsionan la voz por si yo estaba grabando la conversación. Pero lo que ha dicho... Era él.

Zac: El horario que propone encaja -añadió con tono grave-. Ha llegado a mis oídos que Walker va a irse a Suiza mañana al mediodía. Ahora ya sabemos por qué.

Stephen: Mierda. -Se pasó ambas manos por el pelo, nervioso, intentando pensar con claridad. De repente, levantó la cabeza-. Nancy, me ha dicho que no tiene a Nancy. Eso significa que la ha dejado en Stowe. Y allí nadie contesta al teléfono. Ella podría estar... -Cruzó la habitación con solo cinco zancadas-. Tengo que reunirme con ella. -Se volvió-. Zac...

Zac: Yo reuniré el dinero -lo tranquilizó mientras un músculo de su mejilla se agitaba-. Tú ve con Nancy.

Stephen: Y nada de policías. Walker ha dicho que si ve a un solo agente... -Emitió un sonido ahogado-. Matará a Brian.


1 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

O_o
me dajaste sorprendida con el Capitulo... ya se descubrió todo.. y ahora que pasara con el rescate de Briam... y Nancy??
Ame que Zac fuera super protector...
siguela
espero pronto el otro capi

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