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viernes, 11 de noviembre de 2011

Capítulo 24


13 de abril 10.45

Stowe, Vermont


Nancy estaba sentada ante el rústico mostrador de la cocina, saboreando lentamente su tercera taza de café. Llevaba en aquel pequeño refugio de montaña desde la medianoche del martes al miércoles, y apenas sí había dormido cinco horas en total. Se sentía aislada de todo, como si estuviera cayendo lentamente y no tuviera ni idea de cuándo iba a aterrizar.

O quizás era que había dejado de importarle.

Desde la habitación contigua le llegaba el sonido de la televisión, mientras Brian, cambiaba de canal en canal. El chaval no había hecho otra cosa que mirar la tele desde que habían llegado a aquel lugar. Había pasado de estar aturdido a intranquilo, deprimido y, finalmente, indiferente. Ver a Cliff le había contrariado aún más y había provocado el comprensible alud de preguntas acerca de dónde estaba Stephen y por qué no había sido él el que le había llevado el medicamento.

Nancy no le había podido dar respuestas. Pero le pidió a Cliff que se mantuviera alejado y no volviera a aparecer por allí.

Cliff no discutió ni se opuso. Probablemente, una parte de él se sintió aliviada. Nancy le importaba, mucho, pero Stephen era su mejor amigo. Toda aquella situación debía de estar destrozándole.

Había llamado un par de veces desde entonces, para asegurarse de que Nancy y Brian seguían bien y añadiendo que Stephen estaba muy preocupado por ellos.

En cierto modo, todo sería más fácil si ella estuviera enamorada de Cliff. Era un hombre con entereza, estable, libre de lastres emocionales. Y la quería, con una especie de intensidad que lo abarcaba todo. Ella sería el centro de su universo, no una preciada faceta.

Pero Nancy no amaba a Cliff. Amaba a Stephen. Incluso ahora, cuando él había puesto su vida y la vida de su hijo en peligro. Probablemente, Nancy tenía que acudir a que le revisaran el cerebro por sentir de aquel modo. La cuestión era que conocía a Stephen (al verdadero Stephen) de un modo en que ni siquiera él mismo se conocía. Stephen era mucho más de lo que él se consideraba, mucho más de lo que Harrison Efron lo había entrenado para creer. Era un hombre bueno, un hombre atento y sensible, de nobles convicciones... convicciones que transformaba en realidad. Un hombre notable, especial, que gustaba a la gente siendo él mismo, aunque insistía (tanto ante Nancy como ante su propio yo) en que todo era pura fachada de estrategia política. Era el hombre del que Nancy se había enamorado la primera vez que se vieron, durante la primera conversación que habían mantenido, en el primer instante en que él le dedicó su carismática sonrisa. Y, sí, era el padre de Brian... un padre fantástico y cariñoso al que Brian adoraba.

Convertirse en una Efron no había sido fácil para Nancy. Y lidiar con los demonios de Stephen había sido más duro aún. Pero ella lo amaba y él a ella. No del modo sencillo, simple y total en que Cliff lo hacía pero, de todos modos, Stephen no era un hombre sencillo y sin complicaciones. Y el matrimonio no era un romance eterno en un camino de rosas. Era una tarea compleja, difícil, un compromiso para toda la vida.

Y Nancy se había comprometido con un fervor que había sido puesto a prueba una y otra vez por contratiempos que habían desgastado, pero que de algún modo jamás habían logrado romper los lazos que la unían a Stephen.

Nancy había intentado con todas sus fuerzas ser lo que Stephen necesitaba, rogando por que fuera suficiente para procurarle la fuerza con la que superar todas sus inseguridades, con la que llenar todos sus vacíos.


Quizás había llegado el momento de admitir que había fracasado. Quizás era, simplemente, que Nancy se sentía demasiado agotada para seguir luchando.

¿Y adónde los llevaba aquello? ¿Adónde podían dirigirse desde aquel punto?

Los ojos de Nancy se llenaron de lágrimas, que resbalaron lentamente mejillas abajo.

Un ligero ruido en la puerta principal llamó su atención y Nancy se volvió, aún sentada, para averiguar a qué se debía.

El resto sucedió en un abrir y cerrar de ojos.

Un hombre, vestido todo de negro y con un pasamontañas en la cabeza, se abalanzó sobre ella, la levantó del taburete y la obligó a echar la cabeza atrás. Nancy abrió la boca para gritar, pero entonces él le metió un trapo, cubriéndole también la nariz. Ella se retorció, inhalando aquel olor a medicina a pesar de sus esfuerzos por evitarlo. Negros filamentos de vértigo y mareo treparon hasta su cerebro como serpientes, debilitando su forcejeo y empujándola hacia la inconsciencia.

La realidad fue huyendo de ella a marchas forzadas, cada vez más rápido, hasta que ya no hubo nada más que oscuridad y un miedo aterrador.

Brian. Aquel hombre iba a por Brian.


14.45


Ness estaba al borde de la histeria.

Por supuesto, hoy había habido un simulacro de incendio, con lo que todo el horario de la tarde se había alterado. El habitual recreo se había cancelado y, en su lugar, los niños disfrutaron de un pequeño descanso en el patio a última hora antes de que llegaran los autobuses.

En cuanto sus alumnos corrieron a jugar en sus respectivos rincones favoritos del patio, los ojos de Ness comenzaron a recorrer la zona en busca de un ayudante al que encargar que vigilara a los niños, para poder así ir al encuentro de Ashley.

Pero al final no resultó necesario. Ashley la encontró a ella.

Ash: Hola -la saludó su jovial amiga, acercándose a ella-. No te he visto en todo el día.

Ness: Lo sé. -Se hizo el firme propósito de permanecer en calma-. El simulacro de incendio ha hecho pedacitos mi planificación de hoy.

Ash: He estado preocupada por ti. Puedes negarlo tanto como quieras, pero estás completamente colada por Zac Efron. Y desde la noche en que saliste con él, pareces estar hecha un auténtico lío, Tienes mal aspecto... y no todo es debido a tu preocupación por Brian, tampoco. ¿Qué es lo que hizo Zac para dejarte en este estado?

Ness tragó saliva. Aquello era lo último de lo que Ness quería hablar, en parte porque se sentía condenadamente confusa, ahora mismo, y en parte porque tenía una misión que cumplir... precisamente para el hombre por quien Ashley preguntaba.

Ness: Tienes razón, Ash, estoy hecha un lío. Mis sentimientos por Zac son muy intensos y están muy mezclados. Tengo que pensarlo con detenimiento antes de hablar de ello. Pero, cuando lo haya meditado, serás la primera en saberlo, ¿de acuerdo?

Ashley asintió, con un destello de comprensión y complicidad en los ojos.

Ash: De acuerdo.

Era el momento de atacar el tema crucial.

Ness: Bueno, ¿y a ti qué tal te va? -Intentó que su tono sonara informal, despreocupado-. ¿Sigues con tu acostumbrado romance de fin de semana?

Ashley se encogió de hombros.

Ash: De hecho, no.

Ness enarcó las cejas.

Ness: ¿Ya no sales con tu hombre misterioso?

Ash: Sí, pero creo que voy a acabar con la historia. La relación está empezando a parecerme un poco rara.

Ness: ¿Rara? -Sus antenas se pusieron alerta-. ¿Qué quieres decir? Creía que ese hombre era todo un triunfador.

Ash: Y yo también, al principio. Es maduro, muy sexy, tiene éxito y me dejó francamente impresionada. Pero empiezo a tener la clara sensación de que todo este asunto es una farsa, de que él me está utilizando para conseguir sus propios fines. Que te utilicen ya es lo suficientemente desagradable. Pero me da en la nariz que sus fines son algo en lo que no quiero tomar parte.

Un escalofrío recorrió el espinazo de Ness.

Ness: ¿Por qué dices eso?

Ash: Como ya he dicho, es un hombre de mucho éxito. Es propietario de una compañía de construcciones inmobiliarias, una empresa de las grandes. Bueno, hace unas cuantas noches comenzó a hablar de contratarme para elaborar un programa especial de software para él. Pensé que eso era un tanto extraño. Para empezar, yo no le he dicho jamás que trabajo en eso.

Ness: ¿Le preguntaste cómo lo sabía?

Ash: Sí. Me respondió que había sabido de mi especialización por un colega. Es posible, supongo. Pero, Ness, la empresa de ese hombre dispone de un departamento completo de informáticos. ¿Por qué iba a necesitarme a mí para elaborar un programa para él?

Ness: Tú eres un genio de la informática, Ashley. Quizás entre el personal de su departamento no haya nadie con tu nivel.

Ash: O quizá no quiere que sus empleados sepan lo que él tiene en mente.

Ness: ¿Qué quieres decir?

Ashley se mordió el labio.

Ash: Puede que me equivoque por completo. Pero no hago más que leer por todas partes sobre ese contrato del aparcamiento municipal por el que él puja y que el alcalde Efron y el consejo del Ayuntamiento siguen aún debatiendo.

Ness: Al parecer, es un tema de candente actualidad -pactó mientras pensaba a toda velocidad, recordando los artículos que había leído e intentando ensamblar las piezas del puzzle-. Hay desacuerdos acerca de si el contrato debería o no concederse a una empresa privada. -De repente, miró entre sorprendida y asombrada a Ashley-. ¿El hombre con el que estás saliendo es Philip Walker?

Ash: Exacto. Y quizá no hay relación alguna entre su oferta para ese contrato y el trabajo que me ofrece a mí. Pero, si esa conexión existe… bueno, el programa que quiere que yo elabore suena a algo que pudiera utilizarse para automatizar los pagos en los aparcamientos que estarían a su cargo. Si consigue el contrato, claro está. El consejo sigue dividido. Pero Philip está totalmente resuelto. Quiere ese contrato a toda costa. Y no es del tipo de hombres que aceptan un no como respuesta.

A Ness se le revolvió el estómago. Así que se trataba de eso.

Walker estaba presionando al alcalde. Y fuera lo que fuera lo que
utilizaba para ello, representaba una amenaza para Brian.

Ness: Cuando habla del contrato, ¿menciona al alcalde? -preguntó logrando que su tono sonara normal-.

Ash: Constantemente. Oh, es sutil, desde luego. Primero, nombra a Brian, porque sabe que es alumno mío. Pregunta cómo le va, qué tal progresa su lanzamiento esta temporada... cosas de ese tipo. Siempre se asegura de comentarme lo orgulloso que está el alcalde Efron de su hijo. Luego, procede a declarar lo unidos que están el alcalde y él mismo y me recuerda la cantidad de proyectos que han hecho juntos. Y eso conduce a su disertación sobre el contrato del aparcamiento municipal. Eso se está volviendo un auténtico patrón de nuestras charlas.

Ness se sentía cada vez más enferma.

Ness: ¿Qué más dice de Brian?

Ash: ¿De Brian? -Parecía sorprendida-. No mucho más. Solo lo listo que es, lo fantástico que debe de ser tenerlo en clase, lo difícil que le debe de resultar estarse quieto cuando preferiría estar en el patio, jugando a la pelota. Una vez, me preguntó cada cuánto tiene recreo Brian y qué le gusta hacer cuando sale al patio. Sinceramente, creo que tan solo muestra interés por Brian porque sabe que me encantan los niños y quiere cautivarme. Así, yo no me daré cuenta de que saca a relucir el tema del contrato.

El interés de Walker por Brian significaba algo completamente distinto para Ness y ésta casi no podía soportar lo que implicaba.

Ness: Has dicho que es mucho mayor que tú -dijo buscando una confirmación e intentando que no le temblara la voz-. No creo que lo haya visto nunca por aquí. ¿Ha venido alguna vez a la escuela?

Ash: No. Tú ya me conoces. No invito a los hombres con los que salgo a venir por aquí. Me recoge en casa. Y, sí, es un hombre maduro, debe de rondar los cincuenta y cinco, supongo. Ya sé que eso suena a realmente mayor, pero es uno de esos tipos a los que la edad les sienta de maravilla. Está increíblemente en forma, es sexy de un modo... rudo, por así decirlo, y tiene mucho dinero y encanto. Demasiado encanto, quizá. Lo que creo es que es un auténtico manipulador. Y yo piqué, me tragué el anzuelo e incluso la caña. Si estoy en lo cierto en cuanto a sus motivos, me engañó totalmente, no hay duda. Desde el primer instante. Ese tipo de juego sucio no es algo en lo que yo quiera meterme. Me produce repugnancia y me pone los pelos de punta. -Se volvió hacia su amiga y frunció el ceño-. ¿Ness? Estás pálida como el papel. ¿He dicho algo que te haya disgustado?

Ness: ¿Cómo dices? -Tuvo que hacer un gran esfuerzo para recobrar la compostura-. Bueno, de hecho, sí. Quiero que dejes de ver a ese hombre inmediatamente. Tiene toda la pinta de acarrear problemas.

Una sonrisita burlona.

Ash: De acuerdo, mamá.

Ness: Lo digo en serio, Ashley. -Tenía que asegurarse de que conseguía mantener a su amiga lejos de Plhilip Walker. Era obvio que ese hombre era escoria y quizá mucho peor que eso aún-. Tú eres una persona maravillosa. Te mereces mucho más que un sinvergüenza que te está utilizando.

Ash: Tienes razón. -Sonrió de nuevo, esta vez con dulzura-. Gracias por interesarte por mí. Romperé con él esta noche, por teléfono. Así, evitaré entrar en largas explicaciones. No quiero que sospeche nada. Me limitaré a poner como excusa la diferencia de edad. Eso debería ser suficiente. -Le dio a Ness un cariñoso apretón en el brazo-. Reconduzcamos las dos nuestras vidas por el buen camino. Yo encontraré otro hombre, uno que será estupendo, y tú solucionarás las cosas con Zac Efron. Estás enamorada de él, querida. Lo llevas escrito en la cara. Y, puesto que eres de las de un solo hombre para siempre, te sugiero que procedas a su acoso y derribo... sin más dilación.


15.35


Mientras entraba apresuradamente a su apartamento, Ness decidió que era eso precisamente lo que pensaba hacer con Zac, aunque sus razones para el acoso y derribo se alejaban mucho, al menos en aquel momento presente, de los motivos románticos a los que Ashley se refería.

Ness cerró la puerta del apartamento de golpe y cogió el teléfono. Le temblaban los dedos mientras marcaba el número del móvil de Zac.

Zac: Zac Efron.

Ness: Hola -repuso-. No te llamo desde mi móvil porque has dicho que no te hacía gracia que los usáramos para comentar los detalles más espinosos. Pero tenía que llamarte al tuyo. No sabía dónde estabas. Y no quería perder tiempo averiguándolo.

Zac: Estoy en el despacho de Stephen. ¿Tú estás en casa?

Ness: Sí.

Zac: Cuelga, y te llamo ahora mismo.

Ness descolgó el teléfono aún antes de que el primer timbre hubiera sonado del todo.

Ness: ¿Zac?

Zac: Sí, soy yo.

Ness: Tenías razón. Philip Walker estableció una relación con Ashley por un motivo. Por más de uno, creo. Ella ha adivinado el primero pero, en cuanto al otro... -Le falló la voz-.

Zac: Cariño, cálmate. Dime, ¿qué te ha contado Ashley? -Ness respiró hondo y le relató a Zac la conversación entera-. Mierda -murmuró-.

Ness: O sea que Ashley sospecha de la ética de Walker en los negocios. Sabe que la está utilizando, cosa de la que yo estoy segura. Pero el resto... Zac, le ha hablado mucho de Brian. ¿Por qué quería saber ese hombre qué hace Brian en el patio o a qué hora está programado el recreo? ¿Crees de veras que quiere hacerle daño? Ashley dice que Walker no ha estado nunca en la escuela, pero eso no significa que no haya aparecido por allí sin que ella se haya dado cuenta. ¿Es posible que haya...? -Se detuvo en seco al recordar algo de repente-. La gorra de béisbol de Brian -dijo, casi sin aliento- ¿Recuerdas que dijiste que había desaparecido durante el recreo de la tarde? Brian jamás perdería esa gorra. Lo significa todo para él.

Zac: Walker la cogió -repuso sin preámbulos-. Luego se la envió a Nancy con una nota de amenaza. Por eso ella se fue, llevándose a Brian. -Antes de que Ness pudiera interrumpirlo añadió rápidamente-: No más preguntas, ahora no. Piensa solo que Brian está con su madre. Ella lo mantendrá a salvo. Ahora tengo que colgar. Necesito pasarle tu información a Stephen.

Ness: De acuerdo -aceptó serenamente. Una pausa-.

Zac: Ness, has prestado una ayuda mayor de la que te puedas imaginar. Nunca podré agradecértelo lo suficiente. Te llamaré más tarde.

No fue hasta que ambos hubieron colgado que Ness recordó que más tarde, estaría fuera de casa, con Andrew.


18.40


El letrero del cartel que rezaba Construcciones Walker estaba colgado de un árbol frente al solar en construcción. Al contrario que los otros proyectos que Construcciones Walker estaba actualmente llevando a cabo en Leaf Brook, éste estaba detenido. Las vigas de acero yacían, como durmientes, los cimientos de hormigón estaban tan solo a medio terminar. Los trabajadores llevaban dos semanas sin aparecer por allí, porque un retraso con el arquitecto había aplazado la entrega de los planos actualizados al departamento de construcción. La ausencia de planos equivalía a la ausencia de permiso. Como resultado, las obras se habían detenido en seco.

Y el solar estaba desierto. Por eso lo había escogido. Era el escondite perfecto, por más de un motivo.

Aparcó detrás de un remolque en el solar y salió del coche. Lo rodeó y fue hacia el asiento del acompañante e incorporó a Brian Efron hasta que éste quedó sentado. El chaval aún estaba un poco atontado, aunque el efecto del cloroformo que le había administrado ya empezaba a desaparecer. Pero por si acaso, el hombre se colocó el pasamontañas antes de sacar a Brian del coche. Más adelante ya no tendría importancia, pero ahora prefería mantenerse en el anonimato.

Tenía unas inmensas ganas de que todo aquel maldito asunto terminara. Quería deshacerse del hijo de Stephen Efron, acabar con aquella operación y cobrar su recompensa.

Sacó a Brian del coche y se acercó al remolque a toda prisa. Estaba entrando ya en el oscuro y desordenado compartimiento, cuando Brian levantó la cabeza y miró alrededor. Al principio, pareció estar aturdido y confuso. Luego, recordó, y sus ojos se abrieron como platos de puro miedo. Empezó a forcejear y gritó. Su raptor ignoró la protesta y lo dejó caer sobre una silla.

***: No te tomes la molestia de chillar -murmuró mientras agarraba los brazos de Brian, lo obligaba a ponérselos tras la espalda y ataba al chiquillo por los tobillos y las muñecas-. Nadie puede oírte. Pero, por si acaso... -Sacó un pañuelo del bolsillo y le metió parte de él en la boca a Brian-. Ya está. Esto hará que te portes bien y te estés calladito.

Se puso en cuclillas junto al chiquillo, contemplando su rostro aterrado a través de las aberturas del pasamontañas.

***: Vas a quedarte aquí un par de días. Así que tómatelo con calma. Volveré a ver cómo estás. Si eres buen chico, te traeré agua y comida. Y si tu padre también se porta como un buen chico, estarás en casa el lunes. ¿Entendido? -Brian tenía los ojos llenos de lágrimas, pero asintió con la cabeza-. Bien. Te veré mañana. -El hombre salió del remolque, subió a su coche y se alejó de allí-.


19.20

Jefatura de Policía de Leaf Brook


Marty Hart apoyó la cadera contra su mesa de despacho. Se cruzó de brazos y frunció el ceño, mirando a Zac y a Stephen.

Marty: Hablemos del asunto que nos urge y dejamos el tema del centro comercial para más tarde -planteó sin rodeos-. Philip Walker. Ese tipo me da aún más mala espina que cuando hablé con Zac ayer.

Stephen, sentado en una silla, se inclinó hacia delante.

Stephen: ¿Por qué? ¿Has averiguado algo más de él?

Marty: ¿Algo en concreto, quieres decir? -Frunció aún más el ceño-. No, pero el concepto de coincidencia es sin duda menos creíble cada minuto que pasa. Escuchad. He hecho indagaciones más extensivas sobre los robos de coches que han tenido lugar en Leaf Brook. He ampliado la búsqueda hasta cubrir los dos últimos años. Y... ¿adivináis qué? -Dejó que la pregunta flotara en el aire un instante, antes de responderla él mismo-. Según se desprende de la investigación, hubo un montón de robos ocurridos en aparcamientos con propiedad y mantenimiento a cargo de empresas privadas. Los incidentes ocurrieron a lo largo de un período de tiempo considerable y por ese motivo no levantaron la alerta roja en mi departamento. Pero todos tienen algo en común con los robos más recientes, los llevados a cabo en los aparcamientos municipales. Ninguno de ellos se ha dado en las instalaciones a cargo de Construcciones Walker. Corrijo: los aparcamientos no estaban a cargo de Walker cuando se produjeron los robos. Pero tiempo después, ahora, es otra historia. De repente, todas las pequeñas empresas propietarias de zonas de aparcamiento se apresuraron a encargar su equipo de seguridad a Construcciones Walker. Es como si hubieran necesitado algo que los convenciera y como si Walker se lo hubiese proporcionado.

Stephen: Más pruebas de que ese tipo es un sinvergüenza -refunfuñó pasándose una mano por el pelo-.

Marty enarcó las cejas.

Marty: No pareces muy sorprendido, alcalde Efron. Dime, ¿a qué se debe eso? ¿Acaso es que ahora mismo te encuentras bajo ese mismo tipo de presión? Porque se me ha ocurrido que ésa podría ser la razón por la que el coche del concejal Kirson fue robado. El caso ha sucedido en el preciso momento en que el voto de Kirson podría inclinar la balanza a favor de Philip Walker. Así que, dime, ¿fue esa la manera usada por Walker para ganarse al consejo del Ayuntamiento y convencerles de concederle el contrato del aparcamiento municipal? ¿Te ha animado también a ti, con la misma fuerza, a hacer lo mismo?

Stephen miró a Marry directamente a los ojos, sin mostrarse evasivo.

Stephen: Sí. El problema es que no poseo ninguna prueba tangible, aparte de alguna que otra conversación ambigua y unos cuantos hechos desagradables que, de hecho, no puedo imputarle claramente. Por otro lado, hay otras cosas en juego, además de dinero o contratos... asuntos de los que no puedo hablarte aún. Hace mucho tiempo que tú y yo somos amigos, Marty. Te pido que me comprendas. Y por supuesto, también que colabores. No dejes de investigar a Walker, por favor. Pero hazlo discretamente. En cuanto tengas algo sobre ese tipo, nos meteremos de lleno en ello. Te doy mi palabra.

Marty llevaba demasiado tiempo como policía como para no reconocer lo que Stephen estaba diciendo en realidad.

Marty: Si ese tipo te está amenazando...

Stephen: Como ya he dicho, no tengo pruebas. Pero sí la intención de conseguirlas.

Zac escuchó toda aquella conversación con una mezcla de sorpresa y orgullo. No había esperado que Stephen fuera tan sincero. Pero quizá debería haberlo hecho, teniendo en cuenta sus últimas charlas con él. Stephen quería a su familia, quería rehacer su vida, retomar el timón. Eso requería mucho valor, sobre todo porque significaba jugarse su propio pellejo.

Bien, si Stephen iba a la guerra, no iba a hacerlo solo.

Zac: Lo único que te pedimos es un poco de tiempo, Marty -intervino apoyando a su hermano-. Removeremos cielo y tierra. Stephen está en ello de lleno. Yo también. Y tengo, además, algunos contactos de negocios privados metidos en el asunto. Me mantienen informado permanentemente. Estamos investigando a todo aquel que haya cerrado algún negocio con Walker en la última década y más allá si es necesario. Si se puede destapar algo contra ese tipo, lo encontraremos.

Marty: ¿Andrew no ha averiguado nada aún?

Stephen: No. Pero ha estado muy metido en otro trabajo y no tiene idea de la gravedad del asunto y lo crítica que es la situación. Así que no puedo culparlo.

Marty se aclaró la garganta.

Marty: ¿Acudirá
Walker a la inauguración de mañana? Ha invertido mucho dinero en la construcción del centro comercial.

Stephen: Estoy seguro de que asistirá.

Marty asintió con la cabeza, muy erguido.

Marty: En ese caso, yo también. No hay nada como el toque personal de un jefe de policía para avivar el miedo en los que no tienen la conciencia tranquila. Por si a Walker le apeteciera llevar a cabo las amenazas que está o no lanzando, sean cuales sean.

Stephen comprendió lo que decía.

Stephen: Gracias, Marty. Te lo agradezco.

Marty: De nada. -Esbozó una ligera sonrisa de medio lado-. La buena noticia es que el aparcamiento del centro comercial debe de ser, sin duda, muy seguro. Si Walker ha invertido tanto en ese sitio, dudo que mañana tengamos que preocuparnos por posibles robos en ese monstruo de doce plantas.


21.05


Aquella cena era, definitivamente, un error.

Ness cambió de postura en su silla, tomando otro sorbito de vino con la esperanza de que aquello le calmara los nervios. Hasta ahora, no lo había conseguido. Ni tampoco la conversación, aunque Andrew lo había intentado todo para relajarla. No era culpa suya. Ni siquiera eran los sentimientos de Ness hacia Zac lo que perturbaba aquella velada o provocaba que su bistec le hubiera sentado como un pedazo de plomo a su estómago. Todo se debía a su preocupación por Brian.

Por Dios, en aquel asunto había mucho más que tensiones o discordia familiar. Encerraba peligro físico. O la amenaza de ello, al menos. Qué bien que Nancy se había llevado a Brian a tiempo.

Sin embargo, a la mente de Ness acudían un montón de preguntas.

¿Por qué Stephen Efron no había acudido a la policía? ¿Por qué él y Zac mantenían las amenazas de Walker en secreto y llevaban a cabo una investigación por su cuenta? ¿Qué era lo que Ness desconocía y les impedía a ambos denunciar a Walker? ¿Falta de pruebas? La policía podía ayudarles a encontrarlas. ¿Descenso de la popularidad política? La ciudad tan solo podría aplaudir al alcalde Efron por denunciar a un criminal. Entonces, ¿qué era?

Andrew: Tierra llamando a Ness. -Estaba inclinado sobre la mesa y daba unos golpecitos en la copa de Ness-. ¿Estás estableciendo contacto telepático con eso?

Ella esbozó una sonrisa de disculpa.

Ness: Lo siento. De hecho, pensaba que ojala pudiera beber más. Si estuviera totalmente ebria olvidaría lo mala que ha sido toda esta semana. El problema es que he venido en coche. Así que emborracharme no es posible.

Andrew soltó una risita.

Andrew: Tan mala ha sido, ¿eh? -Tomó un sorbo de su copa de vino-. ¿Tiene que ver con la escuela?

Ness: Más o menos -repuso con actitud evasiva-. Desde que Brian se fue con su madre a California, todo ha sido como un circo: Jack me hace ir al despacho del alcalde con los deberes de Brian, la prensa se apelotona ante mi puerta... Supongo que no estoy tan acostumbrada al mundo de la política como tú.

Un leve resoplido de disgusto.

Andrew: Puede que yo me mueva por él mucho más que tú, pero uno nunca se acostumbra a ese mundo. Sobre todo en lo referente a los medios de comunicación. Son como sanguijuelas. -Enarcó las cejas, en un gesto de curiosidad-. Hablando de Brian: ¿cómo van las cosas entre tú y Zac Efron... siguen adelante?

Ness sintió que se sonrojaba. No es que la pregunta fuera indiscreta... después de todo, era su relación con Zac Efron lo que la había hecho romper con Andrew. Solo que Ness se sentía un poco incómoda hablando de un tema tan íntimo con un hombre que sentía algo hacia ella.

Andrew: ¿Es demasiado personal? -se atrevió a decir dejándola libre de la obligación de responder-.

Ness: En parte. Y tampoco estoy segura acerca de cómo contestarte. Yo no diría que las cosas estén progresando. Diría que están fermentando.

Andrew esbozó media sonrisa ante aquella elección de vocabulario.

Andrew: ¿Para convertirse en un buen vino o en un escabeche avinagrado?

Ness: Ah, ésa es la cuestión -repuso esforzándose por ser tan sincera como le fuera posible sin sentirse incómoda-. Mi relación con Zac es una gran paradoja. Como ya te he dicho, no me interesa el mundo de la política. Y no me interesa el dinero. Pues bien, el apellido Efron es sinónimo de ambas cosas. Así que me siento como la famosa Dorothy, de El Mago de Oz. Estoy en Esmeralda, la ciudad maravillosa, pero no estoy segura de querer quedarme ahí.

Andrew: Se está mejor en casa que en ningún sitio, ¿eh? -la compadeció cariñosamente-.

Ness: Algo así, sí. -Observó su rostro. No parecía estar preocupado por lo que ella le acababa de decir. Pero sí parecía tenso y cansado-. Espero no haberte disgustado.

Andrew: No, no lo has hecho. He sido yo el que ha preguntado Además, yo te he estado contando mis problemas durante toda la velada. Y tú te has comportado como una auténtica confidente, escuchándome. Incluso después de haberte prometido que no hablaríamos de trabajo. -Se frotó los ojos-. Lo siento. No quiero ser descortés. No es que me aburra tu compañía, en absoluto, créeme. Solo que estoy agotado. El alcalde se ha pasado la semana metido en reuniones, mi secretaria está de baja y yo todavía tengo un montón de cálculos por revisar antes de acabar el presupuesto.

Ness: ¿Todavía tienes la intención de trabajar mañana?

Andrew: Sí. -Bostezó-. Será un día muy tranquilo. Todo el mundo va a ir a la inauguración del centro comercial, así que nadie me interrumpirá. Empezaré pronto. Calculo que hacia el final del día ya habré acabado.

Ness cogió su bolso.

Ness: ¿Por qué no damos la velada por terminada? -sugirió, sacando el monedero-. Son casi las diez. Ambos estamos agotados. La cena ha sido estupenda y la conversación muy agradable. Ahora es hora de darnos las buenas noches e irnos a dormir, sobre todo tú.

Andrew le dedicó una mirada de disculpa.

Andrew: ¿No te importa?

Ness: En absoluto. -Lo cierto era que tenía muchas ganas de llegar a casa. Quería intentar localizar a Zac, saber de qué más podía informarla-. Cumpliré mi trato, como prometí -dijo firmemente, rechazando con un vago ademán el gesto de Andrew, que se disponía a pagar-. Me has salvado de una pizza fría y varias reposiciones aburridas en la televisión.

Andrew: Eso suena casi tan mal como preparar mi presupuesto -repuso tajante. Se puso en pie y se desperezó-. Vamos. He aparcado mi coche junto al tuyo. Como mínimo, puedo acompañarte hasta allí.

Cruzaron el aparcamiento y se detuvieron antes sus respectivos vehículos, bajo la potente luz de un farol. El Audi de Andrew estaba a la izquierda del Escarabajo de Ness. Andrew rodeó su coche hasta llegar a la puerta del conductor y esperó a que ella se metiera entre ambos vehículos y abriera la suya.

Andrew: Gracias por la cena -le dijo a Ness mientras ésta introducía la llave en la cerradura-.

Ness: De nada, cuando quieras -repuso dedicándole una breve y sincera sonrisa-.

Sin querer, su mirada se desvió por un instante hacia el interior del coche de Andrew, mientras ya se estaba volviendo de espaldas.

Con repentina sorpresa, Ness se volvió de nuevo, y miró fijamente el objeto brillante y rojo que yacía sobre el asiento del acompañante del coche de Andrew.

Andrew: ¿Qué pasa? -preguntó al ver la asombrada expresión en el rostro de Ness-.

Ness: Esa pata de conejo -repuso señalándola-.

Enarcando las cejas, Andrew abrió el coche, se agachó, la recogió y sacó aquel pedazo de piel.

Andrew: ¿Esto?

Ness: Sí. -Lo tomó de su mano y lo examinó atentamente-. Es mía.

Andrew: Bromeas.

Ness: No. Se la entregué a Zac el día que Brian se fue de la ciudad. Para que le diera buena suerte. Era mía. Quería que la tuviera Brian.

Andrew: Qué raro. -Observó la pata de conejo, claramente perplejo-. La única explicación que se me ocurre es que Zac no tuvo ocasión de dársela a Brian antes de que él y su madre se dirigieran al aeropuerto. Debió de pensar que ya se la enviaría. Probablemente, se mezcló con el resto de cosas que Celeste ha estado empaquetando para mandar a Brian. La pobre mujer anda como loca. Con mi secretaria de baja, ha sido ella la que ha estado ayudándome, corriendo arriba y abajo como una gallina sin cabeza. Veamos, en tan solo el día de ayer hizo dos viajes hasta mi coche para recoger unos informes. De hecho, Cliff Henderson también. Tenía que coger el material que yo le había llevado para un asunto de informes legales que estamos llevando a cabo para el alcalde. -Una sonrisita de disculpa-. O sea que, como puedes ver, mi coche es igual que la Gran Estación Central. Tu amuleto de la suerte se le debe haber caído a alguien durante uno de los viajes.

Ness: Ah. -Asintió con la cabeza, con la pata de conejo aún en la mano. No sabía por qué, pero aquel objeto la hacía sentirse más cerca de Brian-.

Andrew: Te diré lo que voy a hacer -le prometió-. La dejaré en el despacho del alcalde mañana por la mañana, con una nota. Y él podrá enviarla el lunes.

Ness: Muy bien.

Se la devolvió, con una extraña sensación de inquietud, aunque sin tener ni idea de qué se la provocaba. Aquella explicación era perfectamente verosímil. No había modo de que Andrew supiera que Brian no estaba en California. Él, como todos los demás creía que Brian estaba con su tía y la familia de ésta. Andrew no podía saber que la seguridad de Brian estaba siendo amenazada. Y, desde luego, no podía saber lo vacía que Ness se sentía al saber que Brian no llevaba consigo la pata de conejo.

Andrew: ¿Ness? -dijo interrumpiendo sus absortos pensamientos-. Siento que se haya extraviado.

Ness: No pasa nada. No es culpa tuya. -Se masajeó un poco las sienes-. Solo que estoy muy cansada. Será mejor que me vaya. -Le dio a Andrew unos cariñosos golpecitos en el antebrazo-. Gracias por esta agradable velada. Buenas noches.

Andrew: Buenas noches.

Esperó hasta que Ness hubo puesto el motor en marcha antes de subir a su propio coche.

Luego, la observó mientras se alejaba, con expresión pensativa.


22.15


Cliff estaba agotado.

Observó los negativos que había sacado del coche de Andrew el día anterior y se preguntó cómo era posible que las cosas se hubieran deteriorado hasta el punto de que él se veía reducido a hacer lo que había hecho.

¿A quién intentaba engañar? Conocía la respuesta a aquella pregunta. El motivo y la justificación eran lo mismo: su amor por Nancy. Durante trece años, Cliff se había mantenido en segundo plano, viendo cómo Nancy construía una vida con otro hombre (su mejor amigo, ni más ni menos). La había visto casarse con él, la había visto engendrar y criar al hijo de Stephen. Cliff se había mantenido junto a ella como amigo y confidente, ayudándola a soportar los momentos más difíciles del estado emocional de Stephen, sin decir jamás ni una sola palabra en contra de su mejor amigo, aunque se sentía resentido por la debilidad de éste y por cómo esa debilidad afectaba a Nancy.

Lo cierto era que Stephen no la merecía. Y, por mucho que Cliff intentara convencerse de lo contrario, siempre había albergado la secreta esperanza de que algún día Nancy viera aquella evidencia con sus propios ojos y terminara con aquel matrimonio.

El miércoles pasado, por primera vez, se había dado cuenta de que aquello no iba a suceder... jamás.

Fue como si le cayera encima una tonelada de ladrillos, después de conducir hasta Stowe para llevarle la medicina a Brian, con la esperanza de que una Nancy en su momento más crítico acudiera a él, no ya como amigo, sino como su futuro.

En lugar de eso, ella le había hablado de Stephen llorando, admitiendo que, después de horas de meditación, se había enfrentado a lo inevitable y tenía que serle sincera. Nunca dejaría de amar a su marido, por mucho más fácil que resultara poder hacerlo. Además, para mayor e innecesario dolor de Cliff, había decidido que lo más honesto era mantenerse a distancia... o, según Cliff lo recibió, rechazo del todo, librarse de él.

Nancy le dijo que no debía volver al refugio mientras ella estuviera allí. No solo por su bien, sino también por el de Brian. Al parecer, el niño se había alterado al saber que sería Cliff, y no Stephen, quien le llevaría la medicina e iría a ver si él y su madre estaban bien. Lo interpretó como una señal de que Cliff asumía el papel de la figura paterna, cuando era a Stephen a quien Brian quería Y echaba de menos.

¿Resultado? Nancy tenía que tener en cuenta a su hijo ante todo. Así que Cliff debía mantenerse alejado.

Había topado, en fin, con la realidad pura y dura.

Cliff se pasó el miércoles entero digiriéndolo. Luego, ayer, estuvo observando a Stephen durante toda la reunión con Harrison. Stephen estaba tan atrapado por su propio infierno que ni siquiera se daba cuenta de que existiera el de nadie más.

Y fue entonces cuando Cliff tomó su decisión.

El foco de atención de Stephen estaba a punto de cambiar. Vería el infierno de otra persona. Y, mientras, el suyo propio iba a empeorar mucho.


22.25


Ness vio el piloto rojo intermitente de su contestador automático en cuanto entró en su casa. Corrió hacia él y pulsó la tecla para escuchar la cinta.

**«Tiene un mensaje» -anunció la máquina-.

Zac: ¿Ness? Esperaba encontrarte en casa antes de que te fueras hacia tu conferencia. -Parecía muy preocupado-. Ésta es la única llamada que voy a poder hacerte en toda la noche. Stephen y yo estamos reunidos con el jefe de policía para hablar del tema del despliegue de medidas de seguridad en la gran inauguración de mañana, entre otras cosas. Bajo las circunstancias en que nos hallamos, toda prudencia es poca. -Hizo una pausa, como si tuviera mucho que decir pero no quisiera arriesgarse dejándoselo a un contestador- Ya hablaremos -continuó-. Pronto. Yo asistiré al evento del centro comercial la mayor parte de mañana, por Stephen. Si tengo cobertura, te llamaré. Si no es así, intentaré localizarte en cuanto salga de allí. Debo verte inmediatamente. Tenemos importantes asuntos que resolver.

Un clic, seguido de la información de la máquina:

**: «Mensaje recibido el viernes, a las dieciocho cuarenta».

Menos de cinco minutos después de que ella hubiera salido por la puerta para verse con Andrew. Ness no había estado en casa para contestar la llamada de Zac.

Se dejó caer en el sofá y apoyó la cabeza sobre el brazo acolchado. Se sentía aún invadida por la inquietud de hacía un rato, a la que ahora se sumaba el hondo pesar que le provocaba el mensaje de Zac. Ojala pudiera hablar con él ahora mismo. No solo porque quería saber cuáles eran aquellos importantes asuntos (tanto si tenían que ver solo con Brian, como si se referían a ellos dos), sino porque se había sentido muy mal al recibir su llamada la noche anterior y aquella sensación no la había abandonado desde entonces, ni había bajado de intensidad. Quizá si Zac le daba más detalles, su temor menguaría.

De todos modos, quizá no.


3 comentarios:

Alice dijo...

Si, vale, pero comentadme aquí ¬¬
No en la entrada de "soy idiota" ¬¬

Lau B. dijo...

me encanta no me canso de decirlo! pero si te soy sincera hubiese preferido quedarme como estaba y que colocaras el que le sigue al anterior!! ESTOY MUY ANSIOSA POR SABER QUE PASA cuando vi el post en mi dashboard pense "porfin voy a saber que pasa despues del accidente" (que por cierto alexandra sabia y yo no :'( me hirio no se vale que tengas seguidora preferidas) ASI que por favor te lo pido publica pronto!! PLEASE :D
lol :P
Bye
Xx LB

Carolina dijo...

Ashley asalta tumbas!
No se... desde que leo esta nove me imagino a Walker como un viejo muy muy feo :s
Y a si digan lo contrario no puedo dejar de imaginármelo así xD
Ha estado bueno el capi!
tkm mi ali!

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