topbella

martes, 8 de noviembre de 2011

Capítulo 23


15.35


Ness entró en su apartamento. Llevaba todo el día esperando aquella soledad y ahora que había llegado el momento, estaba de demasiado mal humor para disfrutarla y demasiado inquieta para sentarse relajadamente.

Su mirada se posó sin querer en el contestador automático. El indicador luminoso le indicó, con la ausencia de parpadeos, que no había llamado nadie.

Maldita la punzada de desánimo que eso le provocó.

Se dejó caer sobre un taburete de la cocina, cruzó los brazos sobre la encimera de mármol y reposó la cabeza en ellos.

Durante todo el día, Ness había revivido aquellos instantes en el ascensor. Su cuerpo aún ardía con el recuerdo y le dolía de deseo insatisfecho. Peor aún: se le partía el corazón por todas las cosas que sabía que no podía compartir con Zac pero que, de todos modos, ansiaba.

Maldita sea, maldita sea, maldita sea... ¿Por qué tenía que haberse enamorado de Zac Efron? ¿Por qué no de un hombre sin complicaciones, con una familia normal, un hombre con valores que ella pudiera entender, capaz de confiar y de inspirar confianza a cambio?

¿Y Por qué seguía empeñada en creer que Zac podía llegar a ser ese hombre?

Levantó la cabeza, decidida a no pensar en Zac durante al menos cinco minutos. Una distracción. Eso era lo que Ness necesitaba. Alguien con quien hablar de algo, de cualquier cosa que no acabara por ir a parar al apellido Efron.

Alguien que le había ofrecido ser su amigo y nada más. Marcó el número del despacho de Andrew.

Andrew: Andrew Matthews -contestó él mismo. Perecía estar inmerso en sus negocios, abstraído-.

Ness: ¿Andrew? Soy Ness. Lo siento. Está claro que llamo en mal momento.

Andrew: ¿Eh? No, solo que estaba trabajando y mi secretaria, está enferma. -Soltó aire, emitiendo algo entre soplido y suspiro, y luego lanzó una torpe carcajada-. Empecemos de nuevo. Hola, Ness, me alegro de oírte.

Sin complicaciones. Gracias a Dios.

Ness: Y yo de hablar contigo. -Se sintió un poco más relajada-. Recibí tu mensaje, pero ayer estaba histérica, tuve una migraña asesina. Me gustaría que nos viéramos.

Andrew: A mí también. Pero hoy no va a poder ser. Probablemente me quede trabajando hasta medianoche. -Una pausa-. ¿Qué te parece mañana? Sé que tienes una de tus conferencias, pero podríamos reunirnos después. Aunque sea solo para tomar una copa.

Ness: Mejor que eso. La charla ha sido anulada. Te invito a cenar. Pero solo si me prometes que no hablaremos de trabajo.

Andrew: Por mí, perfecto. -Se quedó en silencio unos instantes otra vez-. Suenas realmente estresada. ¿Estás bien?

Ness: Estaré mejor después de una copa de vino y una conversación agradable.

Andrew: Hecho. -Un ruido de papeles indicó que iba a colgar y a zambullirse de nuevo en la tarea que estuviera haciendo-. ¿Qué te parece el restaurante de Maple Street? ¿Te va bien?

Ness: Perfecto. -Se sentía más aliviada que complacida. Una agradable velada fuera de casa. Puede que no fuera el remedio, pero quizá fuera una medicina que disfrazara los síntomas-. ¿A las siete?

Andrew: Que sean las siete y media. Te pasaría a recoger, pero por desgracia estaré liado con este asunto hasta el último minuto. De hecho por lo que parece, tendré que venir el sábado para terminarlo. ¿Te importa que nos encontremos en el restaurante?

Ness: Claro que no. ¿Estás seguro que puedes dedicar tu tiempo a salir a cenar?

Andrew: Por supuesto. Nos vemos.


16.15


Stephen acababa de salir del despacho para reunirse con su investigador privado y tomar una copa con él, y, además, esperaba recibir información sobre probados trapos sucios de Walker.

Zac estaba sentado tras la mesa de la oficina de su hermano, con el móvil en la mano, realizando las llamadas de negocios a los clientes que llevaba toda la semana desatendiendo.

Sonó el zumbido del intercomunicador.

Zac miró el aparato, sorprendido. Obviamente, Celeste no sabía que Stephen se había marchado. O eso, o era a Zac a quien la secretaria buscaba.

Solo había un modo de averiguarlo.

Zac dejó el móvil sobre la mesa, se inclinó y pulsó el botón del intercomunicador.

Zac: ¿Sí, Celeste?

Una breve pausa antes de que ella replicara.

Celeste: Lo siento, señor Efron. Buscaba al alcalde.

Zac: No debes de haberlo visto salir. Hace unos cinco minutos escasos que se ha ido.

Celeste: Oh, yo estaba en el despacho del señor Matthews. Su secretaria está de baja y él necesitaba unos informes. ¿Hace cinco minutos, dice usted? Eso significa que probablemente esté aún en el aparcamiento. Muy bien, le diré al jefe de policía que espere un poco e intentaré localizarlo en su coche.

Zac: Espera. -Soltó la palabra rápidamente-.

Stephen se había ido tenso como piel de tambor. Su atención estaba totalmente centrado en la inminente reunión y rogaba que Shaw le proporcionara algún dato con lo que pudiera hincarle el diente a Walker. Lo último que necesitaba era charlar con Marty Hart sobre los refuerzos en las medidas de seguridad para la inauguración del centro comercial.

Celeste: ¿Cómo dice? -Esperaba una aclaración-.

Zac: Stephen y Marty han estado persiguiéndose toda la tarde con el teléfono -explicó-.

Eso era una inmensa exageración: Stephen le había devuelto la llamada al jefe de policía, una sola vez, y le había dicho que estaba comiendo. No podía decirse precisamente que ambos hubieran mantenido una persecución telefónica.

Bien. Zac se atendría a las consecuencias de sus actos. Se daba cuenta de que ultrapasaba sus límites. Y también se daba cuenta de que era necesario. Mantendría al jefe de policía fuera del juego durante unas horas, hasta que Stephen pudiera pensar con claridad. Los detalles sobre el despliegue de las medidas de seguridad podían permitirse el lujo de esperar.

Zac: Sé que Stephen quiere ponerse en contacto con Marty inmediatamente -continuó-. Así, la policía puede empezar a preparar las medidas de seguridad adicionales para el sábado. Pásamelo. Le daré la información que necesita. Cuando él y yo acabemos de hablar, Stephen ya estará localizable en su móvil. Y si Marty tiene alguna pregunta, puede llamarlo directamente.

Celeste: Estupendo. Espere un momentito y le paso la llamada.

En cuanto el teléfono sonó, Zac descolgó rápidamente.

Zac: Hola, Marty.

Marty: Zac. -El jefe de policía sonaba extrañado. Aunque él y Zac se conocían a través de Stephen, no podía decirse que fueran amigos-. Me ha sorprendido que Celeste me dijera que iba a ponerme contigo. ¿Va todo bien?

Zac: Absolutamente bien. Solo que Stephen está fuera de cobertura y sé que tú y él habéis estado intentando poneros en contacto por lo de las medidas de seguridad de la inauguración.

Un incómodo silencio.

Marty: Bueno, sí, pero ése no es el motivo de mi llamada de ahora. Me pidió que comprobara unas cosas. Asuntos del Ayuntamiento. Quería pasarle la información. -Otra pausa embarazosa-. ¿Tienes idea de cuándo estará localizable? Sé que está impaciente por escuchar los resultados de mis pesquisas.

Lo que Zac hizo a continuación fue lo que le salía mejor. Siguió su instinto y se arriesgó.

Zac: ¿Se trata de Construcciones Walker? -El silencio de Hart le indicó que lo había adivinado-. Marty, estoy ayudando a su hermano a investigar a esa compañía. Estoy averiguando las cuestiones financieras para complementar el trabajo de Andrew y sé que tú te encargas de indagar los posibles antecedentes delictivos. ¿Has descubierto algo?

Marty: No, no en el sentido al que te refieres. Pero he repasado la lista de coches robados en los aparcamientos municipales de Leaf Brook en los últimos seis meses. Es curioso, pero ninguno de ellos ha sido robado de un parking con mantenimiento a cargo de Construcciones Walker.

Zac: Interesante coincidencia.

Marty: Llevo mucho tiempo como policía, Zac. No creo en las coincidencias. Creo en el instinto. Y esto me da mala espina.

Zac frunció la boca, pensativo.

Zac: Quizás el personal de seguridad de Walker es tan bueno que ahuyenta a los posibles ladrones.

Un leve gruñido de desconfianza.

Marty: Ese hombre no contrata precisamente al servicio secreto. Y, modestia aparte, mi departamento es muy eficaz. Me tragaría el asunto si hubieran robado menos coches de los aparcamientos de Walker que de los nuestros. Pero... ¿ninguno? No cuela. Así que, sí, quizás el equipo de seguridad de Walker convierte sus zonas de parking en las más seguras de Leaf Brook. O quizás ese tipo esté haciendo algo para convencer a la gente de ello. -Exactamente lo que Zac estaba pensando-. Zac, ¿hay en este asunto más de lo que el alcalde Efron me dice? ¿Tiene algún motivo para pensar que Walker está cometiendo alguna ilegalidad?

Zac ni se inmutó.

Zac: Lo cierto es que no hay la menor prueba de que Walker esté incurriendo en ningún delito. Stephen actúa con cautela, simplemente. Al igual que tú. Le informaré de lo que me has contado. Y le diré que te llame.

Marty: Hazlo, sí.

Bingo, pensó Zac mientras colgaba el teléfono. Habían encontrado algo. Era el momento de seguir la pista, de obtener alguna Prueba. O, al menos, algo que pudiera pasar como tal, para poder contraatacar el chantaje de Walker.

Zac le estaba dando vueltas a cómo hacerlo cuando sonó su móvil. Pulsó la tecla para responder.

Zac: Zac Efron.

**: Hola, Zac.

Era Tom Roderman, su principal contacto. Un reconocido abogado de empresa especializado en fusiones y adquisiciones de alto nivel. Sus relaciones abarcaban toda la gama desde gigantes de la manufactura a empresas de tecnología que crecían rápidamente y sociedades anónimas de sólidos nombres. Y eso incluía bancos, compañías de seguros y un montón de otras empresas que sin duda tendrían una información más interna y completa sobre Construcciones Walker.

Zac: Tom. Excelente. ¿Tienes algo para mí?

Su amigo lanzó un soplido.

Tom: Nada tan revelador como lo que buscas. He hecho unas cuantas llamadas telefónicas discretas. Y, sí, ese Philip Walker se mueve claramente rozando la frontera de lo ilegal. Ha estado a punto de cruzar la línea en muchos de sus negocios. El problema es que nunca se le ha podido atribuir nada fuera de la legalidad.

Zac: ¿Por qué no me sorprende eso? -Se cruzó de piernas-. Ese tipo es listo y anda con pies de plomo. Muy bien. O sea que no encontraremos ningún movimiento ilegal descarado. Voy a tener que ponerme en contacto con alguien que haya cerrado algún trato con él, alguien que se haya sentido presionado por Walker. ¿Puedes pasarme nombres?

Tom: La mayoría de negocios son de domino público, así que, sí, puedo hacerte una lista. -Un ligero titubeo-. Mira, Zac, no tengo ni idea de por qué necesitas esto pero, si tan importante es para ti, ¿por qué no empiezas por tu padre? Ya sé que no es tu primera opción cuando te hace falta recurrir a alguna fuente, pero en este caso él podría ser el camino más sencillo. Sobre todo teniendo en cuenta que el tiempo es esencial y...

Zac: ¿Mi padre? -lo interrumpió-. ¿Por qué iba a acudir a él con esto?

Tom: Tu padre y Walker llevaron a cabo un par de negocios inmobiliarios juntos. Desconozco los detalles, en realidad fue hace bastantes años y, sinceramente, creía que tú lo sabías. Ahora que lo pienso... no sé por qué lo suponía, sin embargo. Tú eras muy jovencito, quizás estabas todavía en la escuela. Veamos: invirtieron juntos en un centro comercial textil en Danbury y un complejo de oficinas en Starnford. Ambas inversiones fueron muy sagaces. La población en esas dos zonas se ha multiplicado con rapidez y los beneficios también.

Zac: Maldita sea -murmuró-.

Su mente iba a toda velocidad mientras recordaba la vaga sensación de familiaridad que había experimentado cuando Stephen le mencionó el nombre de Walker por primera vez. Así que eso era lo que le había rondado durante toda aquella noche. En aquel momento, Zac no había intentado descifrarlo. Se había concentrado en atender a su hermano y llevarlo a casa, y todo había sido demasiado confuso y agitado. Pero ahora... sí, se acordaba.

La pregunta siguiente era: ¿se trataba de una coincidencia?

Al igual que Marty, Zac no creía en las coincidencias. Y menos en los negocios. Y, por supuesto, no cuando tenía que ver con su padre.

Tom: ¿Zac? -preguntó intrigado-.

Zac: Tienes razón. Recuerdo aquella inversión conjunta. -Agarró el teléfono con más fuerza al caer en la cuenta de que, hacía un rato, su padre había mencionado (aunque de pasada) el tema de la disputa sobre el contrato municipal y la buena prensa que resultaría de ello. ¿Otra coincidencia? Muy dudoso-. Hazme un favor, Tom. -De repente estaba ansioso por despachar aquel asunto-. Empieza a confeccionar esa lista de nombres para mí. Mientras, me pondré en contacto con mi padre. Te llamaré mañana a primera hora para contarte cómo están las cosas.

Tom: Dalo por hecho.

Zac: Gracias. Te debo una.


18.30

Central Park West


Harrison Efron entró a zancadas en su apartamento, dejó caer su abrigo sobre una silla y se dirigió al mueble-bar de la salita mientras se aflojaba la corbata. Había sido un día condenadamente largo. Demasiado largo. Cuando él tenía veinte años y pico, o incluso siendo aun treintañero, le entusiasmaban esos maratones de reunión en reunión. Pero, a sus sesenta y un años, le cansaban. O quizá se estaba haciendo viejo... aunque lo dudaba. Ninguno de esos engreídos jovenzuelos de la generación X podía competir con él en inteligencia. Ni tampoco en cuanto a ambición o perspicacia. De hecho, la mayoría estaban tan obsesionados con obtener un millón de la noche a la mañana, que perdían la perspectiva general, dejándose cegar por su propio ego y subiéndose a lo más alto del mismo para caer luego de narices al suelo.

Lo cual era el motivo por el que el imperio de Harrison Efron seguía creciendo y sus millones se multiplicaban sin fin.

Se sirvió un vaso de whisky y saboreó un largo trago. La generación venidera era, en general, bastante patética. De todos modos, también lo eran sus padres. Eran ellos los que habían criado un hatajo de mocosos débiles y mimados, sin agallas y sin ingenio.

Él, por el contrario, lo había hecho bien.

Volvió a llenarse el vaso, se dio la vuelta para ir a acomodarse en el sofá... y se sobresaltó al ver a Zac sentado en él, mirándole.

Zac: Hola papá. Me he imaginado que ya habrías acabado, a estas horas. Espero que no te importe que haya venido sin ser invitado.

Harrison entornó los ojos, observando a su hijo. El tono y el semblante de Zac eran serenos. Pero a él no lo engañaban. Su hijo estaba totalmente preocupado y furioso por algo.

Harrison: La próxima vez, avisa que estás aquí -le replicó-. A menos que tu objetivo sea provocarme un ataque al corazón para poder heredar pronto. -Señaló con un vago gesto hacia el mueble-bar-. ¿Quieres beber algo?

Zac: No. -Meneó la cabeza-. Quiero hablar.

Harrison: Me daba la impresión de que ya lo habíamos hecho, durante toda la mañana. -Seguía en pie. Le daba cierta ventaja que pretendía mantener hasta conocer el motivo de aquella improvisada y repentina visita-.

Zac: Eso no ha sido una charla. Ha sido un interrogatorio -corrigió-. Y solo has preguntado tú. -Se echó hacia atrás, estiró los brazos y los apoyó en el respaldo del sofá, sin dejar de mirar a su padre directamente a los ojos, demostrándole que estar sentado podía ser tan autoritario como estar de pie-. Ahora me toca a mí.

Harrison esbozó una leve media sonrisa. Se sentía muy orgulloso de Zac. En muchos aspectos, era la famosa astilla del palo.

Acariciando el vaso, apoyó un codo en el respaldo de cuero de una silla alta.

Harrison: Dispara.

Zac: Quiero hablar de Philip Walker.

Harrison: ¿Qué pasa con él?

Zac: ¿Habéis trabajado juntos alguna vez?

Harrison: Si lo preguntas, estoy convencido de que ya tienes la respuesta. -Por muy cansado que estaba, sintió que le subía la adrenalina. Iba a disfrutar de aquella conversación. Además, le intrigaba extremadamente saber hacia dónde conducía-. Pero si quieres una aclaración, aquí la tienes. Sí, Walker y yo hemos colaborado en un par de negocios. Unos, hace años; otros, más recientemente. ¿Quieres detalles?

Zac: Solo los que tengan que ver con Stephen -repuso avanzando ligeramente en el asunto-. Esta mañana has sacado el tema del contrato del aparcamiento municipal. No se ha tratado de un ejemplo al azar, ¿verdad?

Harrison: Dímelo tú. Es obvio que has venido a ello.

Zac: ¿Qué papel desempeñas tú en la propuesta de Walker? ¿Sabías algo antes de que él hiciera la oferta?

Harrison tomó un trago de whisky.

Harrison: Fue idea mía.

Zac tensó la mandíbula.

Zac: Eso es un movimiento un tanto bajo, incluso para ti. ¿Qué pretendías: conseguir buena prensa para la campaña electoral de Stephen?

Harrison: Bingo.

Zac: ¿Tienes idea de la clase de escoria que es Walker? ¿Sabes hasta dónde es capaz de llegar para lograr lo que quiere?

Harrison se encogió de hombros.

Harrison: Sé que creció y se crió en la calle. Está acostumbrado a jugar sucio para salir adelante. Si a eso lo llamas escoria, lo es. Yo lo llamo ambición.

Zac se puso lentamente en pie.

Zac: Su ambición es lo que está destrozando el matrimonio de Stephen.

Harrison: ¿De veras? ¿Y cómo? ¿Sometiendo a Stephen a presión? ¿Añadiendo un poco de desafío a su trabajo? -Emitió un ronco sonido de disgusto-. Si es eso, ya era hora. Ser el alcalde de Leaf Brook se ha convertido en algo demasiado cómodo para tu hermano. Por lo que concierne a sus electores, es intocable. Pues bien, Stephen va a tener que ganar contiendas de popularidad más importantes y duras que ésa. Tiene que aprender a soportar la presión, a superarla y encontrar soluciones creativas, si quiere un puesto en el Senado... y los otros puestos que vengan luego. Y si quiere llegar a la Casa Blanca, no solo va a tener que aprender a soportar la presión, sino a prosperar con ella.

Zac: En otras palabras, a convertirse en un hijo de puta como tú. -Dijo aquello con tanta calma como si estuviera manteniendo una educada e inocente conversación-.

Harrison: Creo que eso es un tanto optimista, tratándose de tu hermano. Me conformaría con un segundo puesto a corta distancia.

Zac le dedicó a su padre una dura mirada.

Zac: ¿Y qué hay de su matrimonio? ¿De su familia?

Harrison volvió a encogerse de hombros.

Harrison: Nancy sabía dónde se metía. La noche que Stephen le puso el anillo de compromiso en el dedo, me la llevé a un rincón y le dije claramente qué clase de futuro le esperaba. Le gustó la idea de estar en el punto de mira de la vida política. Si, de repente, ha cambiado de opinión, mala suerte. Dijo sí en el altar. Y mantendrá su promesa. Aunque sea solo por Brian.

Un destello de incredulidad cruzó el rostro de Zac.

Zac: Para ti, todo esto es como una partida de ajedrez, solamente. Cada paso es un movimiento calculado, cada persona es un peón al que explotar.

Harrison: Si esperas una disculpa, no vas a tenerla. Eduqué a mis hijos para que lograran el éxito. Y es justamente lo que están haciendo. Mírate... yo diría que contigo hice un gran trabajo.

Zac ignoró los elogios.

Zac: Hablando de peones, ¿qué me dices de Cheryl Lager? ¿También fue idea tuya?

Harrison frunció el ceño.

Harrison: ¿Quién? Ah, esa odiosa periodista. No, apareció en el ruedo ella solita. Pero sus pequeñas indagaciones e insinuaciones añaden sin duda un poco de color al periódico local. -Una sonrisa forzada-. Aunque me alegra que el debate del contrato haya desviado su atención. Sus recientes comentarios jocosos sobre que yo financio la llegada de tu hermano al Senado ya empezaban a atacarme los nervios

Zac respiró hondo y a Harrison le dio la impresión de que estaba eligiendo cuidadosamente sus palabras. Si esperaba producir un golpe de efecto, o estaba confirmando mentalmente que lo que dijera o dejara de decir protegería a Stephen... eso estaba por ver.

Zac: Volvamos a Walker -fue lo que finalmente dijo-. ¿Cómo reaccionarías si te dijera que planeó Walker que fueran robados varios coches de los aparcamientos no protegidos por Construcciones Walker para que así su propuesta se viera con mejores ojos?

Harrison ladeó la cabeza con interés.

Harrison: ¿Lo hizo?

Zac: Eso creo. No tengo pruebas... aún.

Harrison: En ese caso, diría que es una brillante idea, mientras cumpla su meta y no lo pillen.

Eso llamó la atención de su hijo. En sus ojos hubo un breve destello.

Zac: No tienes escrúpulos, ¿verdad? Ni un miserable escrúpulo, maldita sea.

Harrison: Los negocios son los negocios. -Apuró su vaso-. Haces lo que tienes que hacer para triunfar. Yo no soy un tramposo pero, si lo fuera, me aseguraría de que nadie se diera cuenta. Así que mi respuesta es ésta: si encuentras pruebas, es que Walker es un estúpido. Si no las encuentras, o es inocente, o condenadamente listo. Y si es este último el caso, lo quiero en mi equipo... sin quitarle el ojo de encima, por supuesto.

Zac se dirigió hacia la puerta, dispuesto a irse.

Zac: Me largo antes de perder el control. -Se volvió un momento y le dedicó a su padre una dura mirada-. Ruego a Dios que no acabes pagando con creces todo esto. Pero, ¿recuerdas ese agudo instinto que heredé de ti? Pues bien, me está diciendo a gritos todo lo contrario.


19.05

Leaf Brook


Philip Walker hizo girar su sillón de despacho y miró por la ventana. Puesta de sol en las afueras. Era mucho más bonito desde allí arriba que desde el suburbio.

Esbozó una mueca a modo de sonrisa al pensar en el hecho de que Harrison Efron estaba en la ciudad, y preguntándose cuál sería su reacción cuando se enterara de los acontecimientos que habían tenido lugar en las últimas semanas.

Se sentiría impresionado por el ingenio que Philip había demostrado, sobre todo teniendo en cuenta que el muy hijo de puta creía que la piedra angular de la inspiración estaba en su poder.

Por otro lado, algunas de las cosas que Walker había llevado a cabo fastidiarían a Efron. Estupendo.

En cuanto a lo que Philip había planeado... eso sí le provocaría un infarto al papaíto del alcalde.


19:15

Central Park West


Zac sacó su Mercedes de la plaza de parking y puso el coche en dirección a Leaf Brook aún con la respiración agitada. No estaba seguro de lo que había esperado, pero sí había albergado la esperanza de encontrar un poco de compasión, qué estúpido había sido. Su padre era un bastardo sin corazón. Aquel breve encuentro con él no había hecho más que confirmárselo. Muy bien, de acuerdo. Eso ya era lo suficientemente malo. Pero ¿y su reacción ante las acciones de Walker, ante el hecho de que aquel tipo podía ser un rematado criminal? Por Dios, pero si solo le había faltado aplaudir su iniciativa.

A Zac, aquello en sí mismo lo ponía enfermo. Pero, más importante aún, también le preocupaba extremadamente. Planteaba algunas preguntas realmente desagradables acerca de cuánto sabía su padre. ¿Estaba al corriente de hasta qué punto había llegado Walker para asegurarse aquel contrato? ¿Había hecho Harrison la vista gorda o, incluso peor, se había mostrado de acuerdo?

Había dejado muy claro que pretendía endurecer y hacer madurar a Stephen. ¿Era aquello parte de su campaña de maduración, pues? ¿Realmente era capaz de llegar hasta el punto de permitir que Walker le diera una paliza a su hijo y amenazara a su nieto?

Zac ya no estaba seguro.

Pero si su padre sabía de las tácticas violentas de Walker, entonces también sabía qué las había provocado. Lo que significaba que estaba al corriente de la contribución de Walker a la campaña y del chantaje al que sometía a Stephen.

Al igual que de la munición que utilizaba para chantajearlo.

Esa era la perspectiva más desagradable y preocupante de todas. A pesar de lo mucho que Zac y Stephen habían hecho para mantener a su padre en la ignorancia, ¿sabía éste de las apuestas de Stephen?

¿Y les había ocultado que lo sabía desde cuando demonios fuera que lo hubiese averiguado? Si era así, ¿por qué? ¿Por qué no se lo había echado en cara a Stephen, exigiéndole que enmendara sus actos por el bien de su futuro? No, aquello no tenía sentido.

Pero alguien le había ido a Walker con el cuento de las apuestas de Stephen. ¿Podía ser ese alguien el mismo Harrison Efron?

De ningún modo. Ahí es donde la línea de pensamiento de Zac llegaba a un irrefutable callejón sin salida. Facilitarle a Walker información de ese tipo significaba correr el riesgo de destruir todo lo que su padre estaba construyendo. Le otorgaba a Walker el poder de arruinar la carrera política de Stephen y arrastrar el apellido de los Efron por el lodo. Y Harrison Efron no permitiría jamás ninguna de las dos cosas.

Así que era dudoso que supiera del talón de Aquiles de Stephen. De lo contrario, estaría ocultándolo y luchando por eliminarlo inmediatamente.

Pero, ¿cuánto sabía?

Zac rechinó los dientes. Deseó haber podido tantear a su padre contándole con pelos y señales los acontecimientos de las dos últimas semanas... sin mencionar las apuestas. Pero eso era un riesgo demasiado grande. Si decía una sola palabra acerca del chantaje de Walker, y si Harrison no estaba al corriente de la adicción de Stephen, Zac abría de golpe la caja de Pandora.

O sea que estaba atado de pies y manos.

Mascullando para sí, sacó su móvil y lo colocó en su receptácuIo. El teléfono emitió un breve pitido, indicando que empezaba a recargarse. Zac lo había apagado durante el encuentro con su padre. Había tomado la decisión de enfrentarse a él sin interrupciones Como mínimo.

Otro pitido anunció que el móvil había completado su recarga y que estaba listo para ser utilizado. En la pantalla aparecía el aviso de que abía recibido un mensaje de voz.

Zac cogió de nuevo el teléfono. El mensaje, de hacía media hora, era de Stephen, que le pedía que le llamara a casa inmediatamente.

Mientras dirigía el coche hacia la entrada de la autopista, Zac pulsó el número.

Stephen contestó al segundo timbrazo con voz tensa.

Stephen: ¿Dónde estabas?

Zac: En una reunión -repuso sorteando la pregunta-. Voy de camino de vuelta. ¿Te ha dicho algo el investigador privado?

Stephen: Sí, pero antes de entrar en el tema, cuando he llegado a casa he encontrado un mensaje de Nancy. Ha llamado hace unas horas, porque sabía que yo estaría en el trabajo. Pero, bueno, dice que ella y Brian están bien. La infección de oído va mejorando. Nancy dice que si no vuelven pronto a casa, dejará que Brian me llame y hable conmigo.

Zac: ¿Te ha dicho dónde están?

Stephen: No. -Zac lo oyó tragar saliva-. Pero su voz tenía un tono extraño, muy tenso. Como si quisiera decir algo más... pero no lo hiciera. O no pudiera. Quién sabe, quizá tenía compañía.

Zac: En ese caso, Nancy habría esperado un poco y habría llamado más tarde -replicó-.

Stephen: Sí, ya. Sea como sea, al menos sé que están bien y que Brian se encuentra mejor. -Se aclaró la garganta, emitiendo un sonido áspero-. ¿Has sabido algo de tu contacto?

Zac: Sí.

Le contó a Stephen que, según lo que Tom le había dicho, Walker rozaba el límite de lo legal en sus negocios. Y también que no se le podía acusar claramente de nada. No le mencionó el papel de su padre en todo el asunto... aún no. No hasta que evaluara las diversas posibilidades en las que Harrison estuviera implicado y el efecto que tendrían sobre Stephen.

Ahora mismo, Stephen parecía estar demasiado nervioso y agotado para tener que enfrentarse aún a otra cuestión más.

Zac: También he recibido una interesante llamada de Marty -continuó-. O, mejor dicho, la has recibido tú. La he contestado yo porque acababas de irte a la reunión con Harry Shaw. He supuesto que tendría que ver con el dispositivo de seguridad en la inauguración de los almacenes. Pero no ha sido así. Espero que no te importe que me haya inmiscuido.

Stephen: Claro que no. ¿Se trataba de Walker?

Zac: Pues sí. -Puso a su hermano al corriente de aquella pieza del puzzle-.

Stephen: O sea que, según parece, nuestras sospechas eran fundadas -murmuró-.

Zac: Ya no son solamente nuestras -le advirtió-. Prepárate. Marty va a hacerte un montón de preguntas. Su intuición está en alerta roja. -Aceleró y tomó el carril de la izquierda-. ¿Qué ha pasado con Shaw?

Stephen: Ha averiguado algunas cosas acerca de su vida personal. Al parecer, Walker ha estado saliendo con una mujer, últimamente, en repetidas ocasiones y a horas inoportunas. Ella es lo suficientemente joven para ser su hija.

Zac se encogió de hombros.

Zac: ¿Y qué? Es un hombre rico. Eso atrae a mujeres de todas las edades. ¿Por qué le ha llamado la atención a Shaw?

Stephen: Es la persona en concreto lo que ha puesto en alerta a Shaw.

Zac: ¿Quién es?

Stephen: Ashley Tisdale.

Zac enarcó las cejas.

Zac: ¿La profesora de informática de la escuela de Brian?

Stephen: ¿La conoces?

Zac: Hemos sido presentados. Es amiga de Ness. ¿Cómo ha establecido Walker una relación con ella? ¿Y por qué ahora? ¿Crees que ha empezado a salir con ella para poder tener acceso a la escuela de Brian... y a Brian?

Stephen: Son las mismas preguntas que he hecho yo. Shaw aún no ha averiguado las respuestas. Quería mi consentimiento. Estaba más que ansioso por interrogar a Ashley. Depende de mí. -Respiró hondo-. Le he dicho que espere. Creo que hay un camino mejor y menos obvio. Sé que las cosas no están demasiado bien entre Vanessa y tú pero, ¿crees que ella te diría algo?

Zac: Si puede y con ello ayuda a Brian, sí. -Pensaba a toda velocidad-. La llamaré ahora mismo. Pero ya te advierto que va a dispararme un montón de preguntas. Y voy a tener que darle respuestas. Yo confío en ella. Y tú también vas a tener que confiar.

Stephen lanzó un cansado suspiro.

Stephen: Llegados a este punto, no creo que tengamos otra opción. Haz lo que necesites hacer. Pero averigua si hay algo que pueda servirnos de ayuda en ese asunto.

Zac: Lo haré. Te pondré al corriente cuando llegue a casa. Dentro de cuarenta minutos, más o menos.

Zac pulsó el botón para colgar y, preparado para ello, marcó los dígitos del número de Ness.

Un timbrazo. Dos.

Al tercero, ella descolgó.

Ness: ¿Diga?

Zac: Soy yo.

Ness emitió un sonido de disgusto.

Ness: Zac, no quiero que...

Zac: No cuelgues, Ness, por favor. Necesito tu ayuda.

Un breve silencio.

Ness: ¿Se trata de Brian? -preguntó finalmente-.

Zac: Indirectamente, sí.

Ness: Te escucho.

Zac: Tu amiga Ashley Tisdale... ¿sabes con quién está saliendo?

Ness: ¿Cómo dices?

Zac apretó los dientes.

Zac: Te he preguntado si sabes...

Ness: He oído tu pregunta. ¿Qué tiene eso que ver con Brian?

Zac: Quizá mucho. Te lo explicaré pronto.

Ness soltó una risa forzada.

Ness: Lo dudo. Pero, para responder a tu pregunta, no, no conozco a su amigo. Sé que sale con alguien que es especial desde hace unas semanas. Pero es todo lo que me ha dicho.

Zac: ¿O sea que no sabes si ese hombre ha estado alguna vez en escuela... para verla o para acompañarla a casa?

Ness: Nunca he visto a Ashley hablando con ningún hombre, aparte de sus compañeros de trabajo, en el recinto de la escuela.

Zac: Maldita sea. Golpeó el volante con el puño- ¿Hay algún modo de que puedas hacerle unas preguntas y conseguir que hable de él sin levantar sospechas?

Ness: No veo por qué no. A Ashley le encanta hablar de su vida social. -Hizo una pausa al percibir claramente la urgencia que se desprendía de la inequívoca petición, disparada sin rodeos-. Zac, ¿qué pasa?

Zac: Tu instinto no te engañó -repuso sin pensarlo dos veces-. Pasa algo grave, algo que podría hacerle daño a Brian. Ahora mismo prefiero no decirte mucho... no porque no confíe en ti, sino porque no me fio de los teléfonos móviles. Solo te diré que Stephen está bajo amenaza. A Brian lo están poniendo en el punto de mira. Y el hombre por el que te pregunto podría ser el que tiene el dedo en el gatillo. ¿Te parece eso suficiente para ayudarme?

Ness: Oh, Dios mío. -Le temblaba la voz-. ¿Brian está bien?

Zac: Sí. -Al menos, eso sí podía decírselo-. Nancy ha llamado hoy. Ambos están bien.

Ness: Pero ella sigue reteniéndolo lejos. -Tragó saliva-. De acuerdo, no te obligaré a darme detalles. En cuanto a Ashley, la veré durante el recreo de la tarde. Ella no tiene clase entonces, así que siempre sale a charlar un poco. Averiguaré todo lo que pueda sobre ese hombre. -Otra pausa reflexiva-. ¿Crees que está saliendo con Ashley para acercarse a Brian?

Zac: No lo sé. Pero Stephen está destrozado. Y, francamente, yo también. -Percibió la aprensión en su propia voz y se descubrió a sí mismo deseando con todas sus fuerzas que Ness estuviera allí, junto a él. Necesitaba abrazarla, reconfortarla y reconfortarse-.

Ness: Te llamaré en cuanto pueda salir de mi clase. O, como muy tarde, cuando llegue a casa.

Zac: Bien. -Miró fijamente el teléfono-. ¿Ness?

Ness: ¿Sí?

Zac: Te agradezco de veras que hagas esto.

Ness: Lo sé. -Larga pausa-. Me alegro de que me hayas llamado.

Y colgó, con un diminuto clic.

3 comentarios:

Lau B. dijo...

por fin veo las palabras claves: se enamoro de Efron :P
me encanta!!!!!!!
continuala
Bye
Xx LB

LaLii AleXaNDra dijo...

1. Si Harrison esta detras de todo eso que mal padre y espero que no este en nada malo..
2. pobre Ashley la utiliza o si ella esta con eso? O_o
3. ya zac esta empezando a arreglar las cosas con vaness :)
siguela.. espero con ansias ese dia...

Carolina dijo...

Lo logre!!
lo siento pero la emoción de xfin comentar es infinita!!!!!!
el capitulo me pareció genial!!
maldito walker y maldito su padre ¬¬
viejo de mie...!!
que se joda!!
no se da cuenta de lo que le esta haciendo a su hijo ¬¬
hijo de puta ¬¬
y ahora mi gran duda es... ness esta embarazada? Zac es tan efectivo xD?
bueno publica pronto please!
tkm mi ali!

Publicar un comentario

Perfil