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viernes, 4 de noviembre de 2011

Capítulo 21


12 de abril
8.45


Zac llenó de nuevo su taza de café y luego se acercó a la ventana panorámica del despacho de Stephen y miró hacia fuera con la mirada perdida.

Zac: ¿Así que Walker llamó ayer?

Stephen: Sí. Por la noche, tarde. Llamó a casa. Tú ya te habías ido a la cama.

Zac: Oí el teléfono. Tuve la esperanza de que quizás fuera Nancy.

Stephen se dejó caer en su sillón, sintiéndose como si hubiera envejecido diez años en esa última semana.

Stephen: No hubo esa suerte. No sé nada de ella.

Zac: Llamará. Dale tiempo. -Ladeó la cabeza-. ¿Qué dijo Walker?

Stephen: Más o menos lo que esperábamos. Me recordó que solo faltaban unas pocas horas para que fuera jueves. Y luego preguntó cómo le iban los lanzamientos a Brian. -Tragó saliva con dificultad, angustiado-. Quería saber si Brian se mantenía firme bajo presión. O si con el tiempo se desanimaba y necesitaba que lo relevaran.


Zac: Maldito bastardo. Se mofa de ti. Eso es un pequeño recordatorio sobre el paquete que él envió con la gorra de béisbol de Brian.

Stephen: Sí, pero el lado bueno es que se trataba solo de una mofa. No se veía interesado en centrar la atención en Nancy y Brian. Está claro que sabe que se han ido. Debe de tener hombres vigilando la casa y los alrededores. Dijo algo acerca de prestarme un lote de vídeos porno para mantenerme ocupado mientras estoy solo en casa, por la noche, durante esta difícil temporada, dure lo que dure. Después, volvió a hablar de negocios, sin más.

Zac: Condenado maldito bastardo. -Bebió un trago de café-. Pero me alegra que su atención no se centre en tu familia, ¿Cómo respondiste tú a su mención del inminente fin del plano el jueves?

Stephen: Con el genuino estilo Efron -replicó amargamente-. Disimulé mi miedo. Le dije que resolvería lo del contrato del aparcamiento municipal a su favor, pero que necesitaba disponer de unos cuantos días más.

Zac: ¿Utilizaste la historia de los trapos sucios de los consejeros que estás a punto de airear?

Stephen: Sí. -Su tono era burlón-. De hecho, Walker pareció estar intrigado por el asunto. Dijo que admiraba mi iniciativa. Y me concedió una prórroga. Hasta el martes.

Zac: Es lo que necesitamos. -Se pasó una mano por el pelo-. A mí deberían llegarme unas respuestas preliminares de mis contactos a primera hora de la tarde. Podría haberlas presionado para que me las dieran esta mañana, pero pensé que nos convenía recibir llamadas de este estilo si nuestro padre va a entrar por esa puerta dentro de quince minutos.

Stephen: Decididamente, no. No queremos que papá sepa nada. Será mejor que nos veamos con él tranquilamente y que luego nos concentremos en Walker.

Zac: Estoy de acuerdo. -Se volvió y miró a su hermano-. Puede que papá no tenga a hombres vigilándote, pero lo que sí tiene son mil ojos. Estoy seguro de que ahora mismo ya está al corriente del viaje de Nancy y Brian. Lo mencionaban en la prensa de esta mañana.

Stephen soltó una risita llena de amargura

Stephen: Jamás he dudado que papá llegaría a saberlo. Estoy seguro de que ha leído cualquier artículo que se refiera a mí... y ha habido muchos, gracias a nuestra amiga Cheryl Lager. Tendrá páginas enteras de notas para someterme a interrogatorio.-Jugueteó con un bolígrafo-. En cuanto a lo que voy a decirle acerca de Nancy y Brian, empezaré con lo mismo que les dijimos a los periodistas. Después improvisaré según sus preguntas y reacciones. Tú sígueme.

Zac asintió.

Zac: Por cierto, cuando todo esto termine, voy a demandar a Cheryl Lager. La empapelaré por todos lados.

Stephen: Como gustes. -Hizo un gesto amplio con el brazo-. Tienes mi bendición.

Zac: Esa mujer no solo nos persigue a nosotros, persigue a Ness también. Ayer la abordó a la salida de la escuela, e incluso la acusó de mantener en silencio lo que sabe acerca del viaje de Nancy y Brian porque tiene una relación personal conmigo. La muy bruja. Ahora, ni se me ocurriría intentar ver a Ness en la escuela, no si Brian está fuera de la ciudad y no hay una razón justificada para que yo aparezca por allí. Lo más probable es que Lager esté acechando tras los arbustos con un fotógrafo, esperando robar unas instantáneas que confirmarían la relación entre Ness y yo, y darían credibilidad a su teoría de la conspiración. -Una amarga pausa-. De todos modos, Ness tampoco me hablaría.

Stephen enarcó una ceja, intrigado.

Stephen: La molestaron bastante las insinuaciones de Cheryl Lager, supongo.

Zac: Entre otras cosas, sí.

Stephen: ¿Te culpa a ti de lo que está pasando?

Zac: Diana. Cree que yo era un reclamo para distraerla mientras Nancy se iba.

Stephen: Bromeas.

Zac: ¿Tengo pinta de estar bromeando?

Stephen observó a su hermano.

Stephen: No, tienes pinta de estar pasándolo mal. Esa mujer te importa de veras, ¿no es así?

Zac resopló lentamente.

Zac: Dejemos esta conversación para otro momento, ¿de acuerdo? Hace días que no duermo, estoy llegando a mi límite y quiero que la reunión con papá vaya bien. ¿Cuándo viene Cliff?

Stephen consultó rápidamente su reloj.

Stephen: Debe de estar al caer. -Esbozó una leve sonrisa-. Con un poco de suerte, él y papá tendrán negocios de los que hablar durante la comida. Eso reducirá la tertulia al mínimo.

Zac: ¿Le has dicho a Cliff la verdad acerca de Nancy?

Stephen meneó la cabeza.

Stephen: Ayer Cliff estuvo ocupado con un cliente de fuera de la ciudad la mayor parte del día. Además, no quiero colocarlo entre Nancy y yo. Está demasiado implicado en la vida de Nancy, ya sabes.

Zac: ¿Crees posible que él sepa dónde están ella y Brian?

Stephen: Quizá. -Zac supo por la tensión que de repente se reflejaba en el rostro de Stephen que su hermano ya había pensado en aquello mucho antes-. Pero si por casualidad ella se lo dijo, él jamás traicionará su confianza. Y, lo que es más: si Nancy se lo dijo, yo no quiero saberlo.

Se oyeron unos golpecitos en la puerta, y Cliff entró en el despacho.

Cliff: Celeste me ha dicho que podía pasar. ¿Estáis a punto? -preguntó, cerrando la puerta tras de sí.

Stephen: Jamás me he sentido tan a punto. -Observó con mirada serena a su amigo mientras éste iba a servirse un poco de café-. Supongo que has hablado con mi padre esta mañana, ¿no?

Cliff: No hace ni diez minutos. Su chofer acababa de dejar la autopista por la salida de Leaf Brook. Llegará hacia las nueve.

Zac también observaba atentamente a Cliff.

Zac: Tienes tan mal aspecto como nosotros. ¿Va todo bien?

Cliff se frotó la nuca. Su rostro reflejaba fatiga.

Cliff: Sí, solo que estoy agotado. Supongo que necesito unas vacaciones.

Stephen: Bueno, hoy no te las puedes tomar. -Se dio cuenta de que le había respondido en un tono demasiado brusco-. Lo siento. Yo también estoy agotado. ¿De qué humor está mi padre?

Cliff se encogió de hombros.

Cliff: Es difícil adivinarlo, sobre todo por teléfono. Hemos hablado unos tres minutos. Quería ultimar detalles sobre una adquisición en la que estamos trabajando. No quería perder el tiempo haciéndolo mientras está aquí. Parecía estar meditabundo y tener cierta prisa.

Stephen: Como siempre -murmuró-.

Se oyeron otros golpecitos en la puerta y los tres hombres intercambiaron miradas de sorpresa.

Zac: ¿Desde cuándo llama papá a la puerta? -dijo en voz alta, expresando lo que los tres pensaban-.

Stephen: Nunca. Pasa como una exhalación por delante de Celeste y entra. ¿Sí? -dijo, levantando la voz-.

Celeste asomó la cabeza, frunciendo la nariz en un gesto de disculpa.

Celeste: Perdóneme, señor, pero he olvidado por completo comentarle que la señora Hudgens pasará por aquí antes de las nueve. Ha dicho que no le era necesario verle a usted, que podía dejarme los deberes de Brian a mí. Pero, ya que es la profesora de Brian, he pensado que usted debía saber que la señorita está aquí, y...

Zac: Hazla pasar -la interrumpió-.

Celeste se sobresaltó un poco y luego miró al alcalde para recibir corroboración. Stephen se la dio con un asentimiento de cabeza.

Stephen: Hazlo, Celeste. -Esperó hasta que ella se hubo marchado y, después, le dedicó una larga mirada de reojo a Zac-. Esto será un culebrón muy interesante. Ness y tú, discutiendo. Y entonces llega papá. Solo nos falta la bolsa de palomitas.

Zac: Muy gracioso. -Fruncía el ceño-. ¿La esperabas?

Stephen: No. No he pedido los deberes de Brian. Tenía la intención de esperar a que Nancy y él estuvieran instalados. ¿Sabe Ness que tú estas aquí?

Zac: Por supuesto que no. -Se frotó la mejilla con la palma de la mano-. Si no, no habría venido.

Stephen sonrió de medio lado.

Stephen: Estás realmente enamorado, ¿verdad?

Zac ni siquiera escuchaba. Tan solo miraba la puerta.

Un instante después, ésta se abrió, y Ness entró en el despacho con una bolsa de papel en un brazo.

Ness: Disculpe que le interrumpa, alcalde Efron, pero... -Vio a Zac y se detuvo en seco, con un destello de dolor en los ojos-. Oh, no sabía que había alguien aquí, con usted.

Stephen: No pasa nada -la tranquilizó poniéndose en pie-. Te presento a mi abogado, Cliff Henderson. Y ya conoces a Zac.

Ness: Sí. -Su tono era seco y evitó cruzar su mirada con la de Zac mientras estrechaba la mano de Cliff-.

Stephen: Mi secretaria me ha dicho que has traído los deberes de Brian, ¿no? -preguntó atónito-.

Ness: Sí, los deberes para toda la semana. -Ignorando aún a Zac, se acercó a la mesa y le entregó la bolsa a Stephen-. El señor Billard pensó que usted querría enviárselos a Brian a California. -Parecía estar a punto de atragantarse al decir esa mentira-. De ese modo, no irá retrasado cuando vuelva a casa.

Stephen cogió la bolsa. Su rostro reflejaba sincera gratitud.

Stephen: Lo agradezco. A ti y a Jack. Estoy seguro de que Brian se pondrá muy contento.

Ness: ¿Cómo está? -dijo de repente como si no pudiera evitarlo-. Le echamos de menos. La clase no es la misma sin él. Y el equipo de béisbol se resiente.

Stephen: Yo también le hecho de menos -repuso-. Mucho.

Apenas acababa de decir eso cuando la puerta se abrió de par en par y un majestuoso hombre de sienes plateadas, traje de diseño e implacable expresión entró en el despacho.

***: Buenos días, caballeros. -Le dedicó a Ness una mirada ligeramente sorprendida mientras dejaba un maletín de cuero sobre la mesa-. Y damas.

Ness ya hacía gesto de retirarse.

Ness: Estoy interrumpiendo una reunión. Le pido mis disculpas, alcalde Efron. Ya me voy.

Zac: Te acompañaré a la salida. -Fue tan rápido que Ness no tuvo tiempo de rehusar. Él se le puso al lado y la agarró del brazo con la fuerza suficiente para que ella no pudiera soltarse sin hacer una escena... cosa que sabía que Ness no haría-. Hola, papá -saludó a Harrison Efron-. Me alegro de verte. Te presento a Vanessa Hudgens, la maestra de Brian.

Harrison: Oh, vaya. -Un destello de interés brilló en aquellos ojos de gélido azul-. Es un placer conocerla, señorita Hudgens.

Ness: Gracias, señor Efron. Igualmente. -Inclinó breve y cordialmente la cabeza-. Tiene usted un nieto excepcional. Estoy convencida de que se siente muy orgulloso de él.

Harrison: Por supuesto. -Aquel hombre todavía estaba estudiando a Ness y su mirada se desvió un instante hacia la mano de Zac, que agarraba con fuerza su brazo-. ¿Tiene su visita aquí algo que ver con Brian?

Ness vaciló y Zac le leyó el pensamiento con tanta claridad como si lo hubiera expresado en voz alta. Ness quería hacer lo que fuera mejor para Brian. Al mismo tiempo, no tenía ni idea de lo que su abuelo realmente sabía. Y no deseaba en absoluto caminar por aquel campo de minas.

Zac dejó que Stephen tomara la iniciativa esta vez.

Stephen: La señorita Hudgens ha venido a entregarme los deberes de Brian -repuso concisamente, dando una explicación breve y diáfana-. Me alegro de que hayas podido venir, papá. ¿Quieres tomar algo?

Harrison: Un poco de café solo. -Abrió su maletín, inclinó la cabeza hacia Cliff a modo de saludo y volvió toda su atención a Stephen-. Tenemos mucho de qué hablar.

Ese era el momento para que Zac interviniera.

Zac: Acompañaré a la señorita Hudgens hasta el ascensor -anunció, llevando a Ness junto a la puerta-. Vuelvo enseguida.

En cuanto salieron al pasillo y la puerta se cerró tras ellos, Ness se soltó de Zac:

Ness: Conozco el camino.

Zac: Ya lo sé. -Le cortó el paso-. Tienes dos opciones: o dejas que te acompañe hasta el ascensor, o gritas que te estoy violando. Solo así podrás librarte de mí.

Ness se quedó boquiabierta.

Ness: ¿Te has vuelto loco?

Zac: Probablemente. Es el resultado de no dormir durante mucho tiempo. -Se cruzó de brazos, esperando la decisión de Ness-. ¿Y bien? ¿Qué eliges?

Ness: De acuerdo -repuso haciendo un gesto de impotencia con los brazos-, acompáñame hasta el ascensor. Pero no quiero hablar de nada. No estoy de humor.

Zac: Trato hecho.

Le abrió paso con un gesto de invitación y ambos recorrieron el pasillo, sorteando a los funcionarios, en su ir y venir, con los que se cruzaban.

Doblaron por la esquina y llegaron a los ascensores.

Como Zac había sospechado, el rellano estaba lleno a rebosar de ajetreados empleados. No era de extrañar. Eran las nueve de la mañana.

Siguió caminando. Ness se detuvo.

Ness: Ya hemos llegado -dijo, sin levantar la voz para no llamar la atención-.

Zac: No son estos ascensores. -Volvió a cogerla del brazo, a sabiendas de que ella no se soltaría en público-. Vamos.

Ness: ¿Adónde vamos?

Zac: A un ascensor que es más directo.

La llevó a la parte trasera del edificio, por un pasillo donde se encontraban los ascensores de servicio. Excelente. Tan solo funcionaban dos de los tres.

Zac se acercó al que estaba libre.

Al darse cuenta de lo que hacía Zac, Ness intentó soltarse de él.

Ness: ¿Has perdido el juicio? -le dijo, furiosa-. Suéltame.

Zac: Ahora mismo. -La metió en el ascensor vacío y pulsó el botón de cierre de las puertas. Éstas se cerraron. Zac volvió la cabeza hacia Ness-. No he planeado esto, como tampoco planeé llevarte a la cama la otra noche. Fue el destino. Ahora también. No podría haber maquinado esta excursión en ascensor. Ni siquiera sabía que ibas a venir hoy aquí. Como tampoco sabía que Nancy iba a marcharse. A veces, las cosas simplemente ocurren. En otras ocasiones, aprovechamos la oportunidad. Como yo en este momento.

Pulsó el botón rojo que detuvo en seco el ascensor.

Inmediatamente, la alarma empezó a sonar con su agudo y penetrante timbre.

Ness: Zac. -Lo miraba fijamente, atónita-. ¿Qué es lo que piensas...?

Zac: Sh... Has dicho que no querías hablar, ¿recuerdas? -La atrajo entre sus brazos, haciéndola echar la cabeza hacia atrás y posando los labios sobre los de ella antes de que Ness pudiera siquiera respirar-. Tan solo disponemos de un minuto -murmuró, saboreando su roce y su sabor-. Pero necesito que sepas lo equivocada que estás. Que recuerdes lo maravilloso que era. No te me resistas, cariño. -Le agarró ambos brazos, que intentaban apartarlo, y se los colocó rodeándole el cuello-. Durante los pocos segundos que tenemos antes de que aparezcan los mecánicos y arreglen este trasto, no te me resistas. No te resistas a ninguno de nosotros dos.

Ness abrió la boca para protestar y Zac aprovechó la ocasión al vuelo. Su lengua se deslizó entre los labios de Ness, se enroscó a la suya y la acarició con movimientos suaves y sensuales que le hicieron retumbar la cabeza de delicia. Zac sabía que estaba utilizando el deseo que Ness sentía por él como arma, pero no le importaba. No si con ello lograba hacerla entrar en razón, si la forzaba a ver la realidad. Además, volverla a tener entre sus brazos era como una sacudida a su propia y asentada realidad... al menos, la realidad que Zac había conocido durante veintisiete años. Estaba muy enamorado. Realmente enamorado. Y no tenía ganas de que se le pasara.

Esperó solo hasta que sintió que Ness respondía y se sumergía, casi en contra de su voluntad, en el beso, antes de llevarla hacia una de las paredes del ascensor, hacerle apoyar la espalda, levantar su cuerpo hasta que ambos encajaron y mantenerla allí, sujeta con el peso del cuerpo de Zac.

Zac: Me vuelves loco -murmuró contra sus labios entreabiertos-. Cuando te toco, pierdo la cabeza. Podría olvidarme de todo este maldito mundo y hacerte el amor aquí mismo, ahora mismo, incluso si nos encontrara la plantilla de mantenimiento en pleno. -Le levantó la falda, se colocó entre sus muslos y presionó su erección contra la hendidura-.

Ness gimió, con una reacción instantánea aunque involuntaria. Se arqueó para hacer más profundo el contacto y su cuerpo se relajó contra el de Zac en un deseo inequívoco.

Él tuvo que reprimir sus ganas de romperle las medias y acabar con aquella situación. La deseaba tanto que temblaba. Pero no era aquel el motivo por el que la había llevado allí. El motivo era obligarla a enfrentarse con la verdad.

Zac: Ness. -Su voz era un ronco susurro, apenas audible bajo la estridente alarma. Levantó la cabeza y enredó los dedos entre los cabellos de Ness-. ¿Cómo puedes dudar que esto sea real?

Ella tenía los ojos llenos de lágrimas.

Ness: No lo dudo. Pero, ¿qué demuestra? ¿Que nos deseamos? Eso ya lo sabía.

Zac: Demuestra mucho más. -Sus dedos se enroscaron con mayor desespero-. Dime que crees que no te utilicé.

Ness lo miró fijamente, con el semblante tenso y grandes ojeras de fatiga bajo los ojos.

Ness: Está bien. Creo que no me utilizaste. Eso no significa que crea que no me utilizarías. Zac, por favor, suéltame. Lo que necesito... -Tragó saliva con dificultad-. No eres capaz de dármelo, simplemente.

Él abrió la boca para replicar, pero no tuvo oportunidad.

De arriba, el sonido de fuertes pisadas se mezclaba con el estruendo de la alarma.

**: ¡Eh! -gritó una voz-. ¿Hay alguien ahí abajo?

Zac reaccionó a la expresión de pánico y aflicción de Ness. Se separó de ella hasta que sus pies volvieron a posarse sobre el suelo. Luego, se acercó a los mandos y volvió a pulsar el botón rojo.

La sirena cesó.

El ascensor continuó su descenso y se alejó de los mecánicos, en el piso de arriba.

Zac: Estoy bien -repuso alzando la voz, que se oyó claramente en el recién recuperado silencio-. Siento haber armado tanto alboroto. Me he apoyado contra el botón sin querer y se ha quedado trabado. Acabo de arreglarlo. Voy hacia abajo. -Se abstuvo de mencionar, a propósito, cualquier cosa que contradijera la suposición de que era un repartidor con derecho a utilizar aquel ascensor.

Al perecer, su artimaña funcionó, porque hubo un breve silencio, seguido de:

**: De acuerdo. Pero la próxima vez tenga más cuidado. Ha alborotado a todo el edificio.

Zac: Lo tendré, descuide. -Se volvió hacia Ness, que estaba poniéndose bien la falda-. ¿Estás bien? -le preguntó en voz baja-.

Ella asintió y se pasó los dedos por el pelo, peinándoselo.

Ness: Estoy bien, sí. Pero ahora tengo que ir a la escuela. Y tú tienes que volver a lo que sea que estás tramando con tu padre y tu hermano. -Esbozó una sonrisa triste-. Supongo que esto lo dice todo, ¿no?

Como si fuera una réplica a sus palabras, el ascensor se detuvo en la planta baja y las puertas se abrieron. Ness asomó la cabeza y su rostro reflejó alivio al comprobar que el vestíbulo se hallaba temporalmente vacío. Hizo una pausa y se volvió a mirar a Zac como si quisiera, como si necesitara, decirle algo más.

Fuera lo que fuera, cambió de opinión. Enderezó los hombros en un gesto firme (que, según Zac sospechó, también reafirmaba su resolución) y se alejó.

Aunque se sentía tentado, Zac no fue tras ella. Ahora no. No cuando a Ness la esperaba un aula llena de niños de los que cuidar y él tenía que velar también por Stephen.

Pero más adelante... más adelante sería otra cosa.

Puede que el momento no fuera el adecuado, pero ellos dos estaban hechos el uno para el otro

Zac lo sabía.

Y, para cuando él hubiera acabado con aquel asunto, Ness también lo sabría.


2 comentarios:

LaLii AleXaNDra dijo...

Awwwwwwwwww
ya es 12 y pronto pasara el accidente
me encato el momento que tuvo Zac y vanessa
pero triste porque el la ama y se que Nessa tambien,solo que esta confundida :(
siguela
ahora que pasara con el Efron mayor??
esta super tu nove
:)

Lau B. dijo...

loving this novel each chapter more and more!!!
Quiero ver el proximo y como alexandra sabe en que capitulo pasa el accidente :O
encerio me gusta mucho I think is the best I have been reading lately!!
continuala SOON PLEASE!!
Bye
Xx LB

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