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miércoles, 20 de julio de 2011

Capítulo 7


«¡A por él, chica!» Las palabras de Miley resonaban en los oídos de Vanessa cuando fue a ver a Alex y a Alysson, y acabó arropándolos en la cama. Los dos la abrazaron y le dieron un beso de buenas noches, y Vanessa se sintió conmovida de que la hubiesen aceptado tan fácilmente.
Se detuvo delante de las puertas de Nick y Miley, dándoles las buenas noches. Ambos le respondieron con simpatía. Vanessa sabía que por ellos podía quedarse.
Zac también quería que se quedase, aunque sus motivos fuesen inequívocamente interesados. Pero lo que más le importaba a Vanessa era sentir que la necesitaban. Que por fin había encontrado un lugar al que podía considerar su hogar.
Ella no iba a entrar en ese juego de movimientos astutos y estrategias. Y eso significaba llevarle a Zac la cena porque no había vuelto a la cocina, y ella sabía que tendría hambre. Después se iría a dormir. Había sido un día muy largo.
Llamó suavemente a la puerta del dormitorio de Zac.

Zac: Adelante.

Al oír su voz, Vanessa sintió que la sangre se le subía a la cabeza y el corazón empezó a latirle en los oídos.

Ness: No puedo abrir, tengo las manos ocupadas -dijo con la voz ronca y repentinamente jadeante-. Te traigo algo de cena.

La puerta se abrió de golpe. Zac estaba delante de ella, envuelto en un albornoz blanco. Se estaba secando el pelo con una toalla. Sus ojos recorrieron rápidamente la comida de un plato grande, en el que había pollo frito, ensalada de patatas, rollitos de col y un trozo de pastel de calabaza.

Zac: ¿Cómo? ¿No hay gelatina?

Vanessa se rió.

Ness: Ya que puede convertirse en un arma, está fuera del menú.

Zac: Buena idea. Uno nunca sabe cuándo le va a asaltar una irresistible necesidad de arrojársela a alguien -le aceptó el plato-. Creo que me he pasado esta noche, gritando y corriendo por la casa como un loco.

Zac sacudió la cabeza apenado.

Ness: Tenías razón para estar así -lo defendió sin pensarlo-. Quiero decir que después de conducir todo el día para ir a buscar a Nick, lo único que te faltaba era una pelea de comida en la cocina.

Zac: No, eso fue lo penúltimo. La llegada de los Carter fue lo último que me faltaba -replicó llevándose el plato a una butaca junto a la ventana y sentándose-. Me preguntaba si ibas a llamar al Reverendo para pedirle que viniese a buscarte.

Ness: No, he decidido que no.

Vanessa se acercó y le tendió un vaso de zumo de naranja.

Zac: ¿No hay café? -preguntó mirando el zumo recelosamente-.

Ella sacudió la cabeza.

Ness: Es demasiado tarde para tomar café. Si prefieres leche, iré a buscarte un vaso a la cocina.

Zac sonrió.

Ness: El zumo está bien. ¿Te quedarás conmigo mientras ceno? -le preguntó amablemente-.

Vanessa miró la puerta cerrada del dormitorio y a Zac, con el plato en su regazo.

Ness: De acuerdo. Pero sólo un rato.

Y se sentó vacilantemente en el borde de la cama.

Zac: Mientras estaba en la ducha, pensaba en la manera de estropearle el coche al Reverendo para que no pudiera llevarte al pueblo -comentó mordiendo un trozo de pollo-. Me alegro de que no le hayas llamado.

Ness: Zac, yo... la verdad, yo... -balbuceó, y se levantó de golpe-. Tengo que ir a ver a Foxi y después me iré a la cama. Yo...

Zac: Después -dijo con firmeza-.

La miró con tal intensidad, que Vanessa se quedó clavada en el sitio, y volvió a sentarse, ruborizada.
Se quedó mirando sus dientes blancos clavándose en la carne del pollo y vio la lengua asomándose por la comisura de sus labios... sus labios, tan sensuales, firmes y cálidos. Instantáneamente revivió el sensual recuerdo del contacto de su boca.
Vanessa apretó los muslos y cruzó los brazos sobre sus senos. Bajo la blusa y el sujetador sentía que sus pezones se endurecían.
Zac siguió comiendo, devorando su cena con apetito, hasta que puso el plato encima de una mesita. Se había comido todo excepto el pastel de calabaza.

Ness: ¿No quieres postre?

Zac: Ese no -se levantó y se dirigió hacia ella, sonriendo maliciosamente-. Me interesa otra clase de postre -se sentó a su lado en la cama-. Tú. -Vanessa sintió el corazón en la garganta-.

Ness: Yo... ehh... tengo que salir de aquí -murmuró-.

Pero no se movió.

Zac: Gracias por traerme la cena -le dijo con ternura, acariciándole su cabello ondulado de color negro-. Ha sido todo un detalle por tu parte.

Vanessa tenía a la vista en el vello negro del pecho de Zac, asomando por el blanco albornoz, que contrastaba con su piel ligeramente morena. Pensó que estaría desnudo bajo ese albornoz, pero siguió ahí sentada, sin moverse.

Zac: Échate -le dijo con una voz aterciopelada-.

Vanessa lo miró boquiabierta, demasiado sorprendida para hablar.
Suave, aunque inevitablemente, Zac le puso las manos en los hombros y la echó sobre el colchón. El se tumbó a su lado, recorriéndola posesivamente con su intensa mirada.

Zac: Qué ojos tan bonitos.

Zac inclinó la cabeza y le besó los párpados con una afectuosa sonrisa en los labios.
Vanessa cerró los ojos y no consiguió abrirlos de nuevo. Se sintió invadida de un excitante calor que la dejó sin fuerzas para moverse. Zac le agarró una pierna y se la colocó por encima, acariciándosela, desde la curva de las nalgas hasta la rodilla.

Zac: Tienes unas piernas estupendas -murmuró con aprobación-. Largas y bien formadas. Quiero verlas. Aunque estás buenísima con esos vaqueros, vamos a quitártelos.

Vanessa se retorció de deseo cuando él hizo el camino de vuelta con la palma de la mano. Al llegar a la caliente coyuntura de sus muslos, Zac le puso ahí la mano.
Vanessa ahogó un grito y se sentó de un salto. Pero él no retiró la mano. Vanessa palideció, y después se ruborizó intensamente al verle agarrándola tan íntimamente.

Ness: Zac, por favor -su voz sonó como un lejano gemido-. Esto... yo... apenas nos conocemos.

El calor de la mano de Zac cubría su feminidad; estaba húmeda y palpitante. Si no retiraba la mano...
No lo hizo.
Vanessa se volvió a tumbar en la cama, hipnotizada por la agonía del deseo que la invadía. Deseaba algo más que esa firme y caliente presión. Deseaba...
Zac la soltó y deslizó la mano hacia su vientre. Hábilmente le desabrochó el botón del pantalón.

Ness: Zac, sólo hace dos días que nos conocemos -le recordó sujetándole los dedos con la mano-.

Él se la llevó a los labios y le acarició la palma con la punta de la lengua. Vanessa sintió los efectos de esa simple caricia justo donde él pretendía.

Zac: Cielo, en esta casa un día equivale a cinco años. Cinco años de prisión -dijo sonriéndole-. Así que llevamos juntos el equivalente a... ¿cuánto tiempo?

Ness: ¿Diez años?

Zac: Eres un prodigio con las matemáticas -bromeó-. Pero la respuesta correcta es diez años de prisión.

Como por sí solas, las manos de Vanessa recorrieron las facciones del rostro de Zac, acariciándole los pómulos, la dura línea de su mandíbula, el cuello.

Ness: Estar aquí no es como estar en prisión, Zac -admitió con dulzura-.

Zac: ¿No? -dijo masajeándole los músculos de lo hombros y la espalda-. ¿Crees que podrías acostumbrarte a esto?

Ness: Ya me he acostumbrado. Y me gusta.

Él la besó en la frente, en las mejillas, en el cuello.

Zac: Ya eres como de la familia, sabes. Estaba predestinado -rió-. Alguien que se adapta instantáneamente a la vida en este manicomio es claramente un paciente más.

Podía estar bromeando, pero era lo más seductor que podía haberle dicho a Vanessa. Por fin había encontrado el lugar y las personas que había estado esperando toda su vida.

Ness: Gracias. Creo -bromeó también, pero su mirada era radiante-.

A Zac le dio un vuelco el corazón. Sin saber por qué, ver a Vanessa tan feliz lo conmovía profundamente, y le alegraba. Se sentía protector hacia ella, y posesivo. La deseaba.
Se aflojó el cinturón del albornoz y le puso un duro muslo entre las piernas.

Zac: No te obsesiones con el tiempo, nena. Es algo irrelevante, sobre todo para nosotros, que vamos a casarnos -le acarició los labios con la boca-. Me gusta cómo suena. Me gusta saber que estarás en mi cama cada noche. Empezando por esta noche.
Vanessa empezó a temblar al comprender que iba a hacerlo. Iba a casarse con Zac Efron. E iba a hacer el amor con él esa noche. Sintió una oleada de terror virginal mezclado con la excitación y la necesidad de pertenecerle completamente.

Zac: Sé que quieres que te haga el amor, Vanessa -le dijo con la voz áspera y profunda-. Por eso has venido esta noche a mi dormitorio.

Ness: Yo pensaba que sólo iba a traerte la cena -susurró-.

Pero sus dulces ojos marrones indicaban su rendición.

Zac: Pues te engañabas -le aseguró-. Pero si eso ha sido lo que te ha traído aquí...

Su voz se desvaneció mientras se concentraba en los botones de su blusa de seda.
Vanessa se quedó perpleja de la rapidez con la que los desabrochó. En un segundo también le había soltado el cierre delantero del sujetador.

Zac: Te deseo, Vanessa.

Con los ojos nublados por el deseo, Zac contempló sus senos. Eran firmes y redondos, pequeños y muy blancos, con los pezones rosados y oscuros.
Temblando y ruborizada, Vanessa resistió la tentación de cubrirse. La ardiente mirada de Zac sobre sus pechos desnudos, la violentaba y la excitaba al mismo tiempo.

Zac: Eres preciosa -murmuró con ternura, tranquilizándola-. Y lo digo de verdad, Ness.

Ness: Me gustaría creerte.

Zac: Créeme, nena.

Zac no pudo resistir un momento más sin tocarla. Tomó sus senos vorazmente, primero con las manos, después con los labios.
Se introdujo un pezón en la boca y lo succionó. Vanessa gritó de placer mientras oleadas de sensación recorrían su cuerpo.
Le separó los muslos con la rodilla, echándose sobre ella para que pudiese sentir su excitación. Vanessa se frotó contra él de tal manera, que Zac dejó escapar un gemido. Cerró su boca sobre la de ella, y Vanessa le rodeó el cuello con los brazos, besándolo también.
El beso continuó, salvaje y apasionado. Vanessa deslizó las manos bajo el albornoz para sentir la dura calidez de su piel y de sus músculos. Era todo masculinidad, y Vanessa saboreó la diferencia física entre ellos. Sus exploraciones hicieron que Zac se estremeciese de placer, y el impacto en su excitación provocó su efecto en ella también.
Vanessa dejó escapar un grito gutural. Se sentía débil y caliente y el pulso le latía con una mezcla de placer y deseo.

Ness: Jamás había sentido algo así -jadeó cuando él separó los labios, permitiéndole respirar-. Nunca imaginé que pudiera sentir esto.

Estaba asustada de que la arrastrase por ese torbellino de placer, asustada de perder el control por completo, entregándose a él. Y en ese momento Zac empezó a quitarle los pantalones.

Zac: Relájate, cielo -le dijo en tono dulce y seductor-. Sé que estás nerviosa, pero no hay razón para que lo estés.

Estaba completamente desnuda, y él se deleitaba mirándola mientras se quitaba el albornoz. Lo arrojó al suelo, donde había aterrizado el resto de la ropa.
Vanessa se quedó mirándolo, con la boca seca al ver su cuerpo musculoso y bien proporcionado, musculoso y duro, impresionantemente masculino. La fascinación sustituyó al miedo y extendió las manos para tocarlo. Cerró la mano en torno a él, sintiendo su calor, su dureza y su gran tamaño.
Zac cerró los ojos y ahogó un grito de placer. Observándolo, Vanessa sintió una embriagadora sensación de poder. Él la deseaba. Podía verlo, sentirlo...
Zac abrió los ojos y le retiró la mano, con una sonrisa de pesar.

Zac: Si sigues así, acabaremos antes de empezar.

Y deslizó una mano entre las piernas de Vanessa. Ella arqueó su cuerpo y gimió de placer mientras él le acariciaba los suaves pliegues y exploraba el cremoso centro aterciopelado de su feminidad. Un torbellino de maravillosas sensaciones la recorrió, haciéndose cada vez más intenso, hasta que el placer se hizo casi insoportable.

Ness: Por favor -sollozó-.

Zac la observó con sus ojos azules brillando de pasión y posesión.

Zac: Suéltalo, nena -le pidió con dulzura-. Suéltalo y ven a mí.

Ness: No... no puedo -jadeó-.

Zac: Sí, sí puedes.

Y entonces ella lo hizo. Se entregó a esa palpitante tensión de estar a punto de estallar, precipitándose en un apasionante éxtasis, en una dimensión de placer que jamás había soñado que existiese.
Zac no le dio tiempo a descender. Mientras el cuerpo de Vanessa seguía latiendo de placer, le separó ampliamente las piernas y se sumergió en ella, llenándola con la fuerza y el poder de su masculinidad. Vanessa gritó y sintió el escozor de lágrimas en los ojos.
Zac levantó la cabeza y la miró perplejo.

Zac: Nunca has hecho esto, ¿verdad? -le preguntó con incredulidad en la voz.-

Ness: No -admitió cerrando los ojos-.

Zac: Yo... creía que no tenías mucha experiencia. Pero no esperaba que...

Ness: Parece corno si el concepto de virginidad sobrepasase tu entendimiento -lo interrumpió sintiéndose humillada-.

Zac la miró y vio el brillo de lágrimas en sus ojos.

Zac: ¡Oh, Dios, no llores! -le suplicó-. Cielo, si... si estabas reservándote para el matrimonio, de verdad que voy a casarme contigo. Podemos... fingir que es nuestra noche de bodas.

Ness: Zac, por favor, esto ya es bastante humillante sin que...

Zac: ¿Humillante? -preguntó perplejo-.

Ness: Me siento humillada. Haces que me sienta como un bicho raro porque nunca... -apartó la mirada, ruborizándose-. Porque nunca he tenido relaciones sexuales.

Vanessa se preparó para recibir una respuesta poco sincera. Y esperó, hasta que finalmente tuvo el valor de mirarlo a los ojos.

Zac: Siento haberte hecho sentir como un bicho raro -le dijo en tono de necesidad-. Eres todo menos eso. Eres una mujer preciosa y apasionada, y me siento privilegiado de ser tu primer amante.

Vanessa se mordió el labio para contener las lágrimas.

Ness: Gracias, Zac -susurró-.

Él se inclinó y la besó en la boca con ternura.

Zac: Y te juro que jamás le he dicho esto a una mujer, porque nunca he... estado con una mujer virgen -se movió con cuidado dentro de ella-. Hoy es la primera vez para los dos, nena -murmuró con la voz ronca-.

Un delicioso estremecimiento la recorrió de pies a cabeza. Entonces Zac la besó profundamente. Vanessa gimió de pasión y lo abrazó con fuerza, arqueándose ondulantemente contra él.

Zac: Eso es -la animó con la voz áspera en su oído-. Rodéame con tus piernas.

Ella obedeció, recibiéndolo profundamente en su interior, y él empezó a moverse lentamente, creando un ritmo de corriente sensual en el que Vanessa se vio fluyendo felizmente.

Ness: Qué agradable, Zac -dijo maravillada-. Es tan agradable.

Su inocente proclamación actuó como un catalizador erótico, y Zac se sintió invadido por un torrente de placer.

Zac: Sí, nena. Es endemoniadamente agradable.

Aunque intentó prolongarlo, la naturaleza lo sobrepasó y empezó a moverse más rápida y profundamente, estallando finalmente en un explosivo clímax. Con un tembloroso gemido de placer, se derrumbó encima de ella.
Vanessa lo abrazó con fuerza, con su propio corazón retumbando en sus oídos, sintiendo el rostro húmedo de sudor, o de lágrimas, o de las dos cosas.
Zac se había quedado tan saciado y repleto que no tenía fuerzas para mover ni un sólo músculo. Cerró los ojos y sintió que caía en un profundo adormecimiento.

Ness: ¿Zac? -su dulce voz lo sacó de su ensueño-. Debería volver a mi habitación. No puedo quedarme aquí.

Zac: ¿Por qué no?

Zac estiró la mano para apagar la lamparita de noche, dejando la habitación en total oscuridad. A Vanessa se le aceleró el corazón.

Ness: No quiero que los niños nos encuentren juntos. Además, no voy a poder dormir... aquí.

Zac: La puerta está cerrada con pestillo. Los chicos no nos molestarán -dijo disgustado ante la retirada emocional de Vanessa-. ¿Y qué significa eso de que no vas a poder dormir aquí? Este colchón es mucho mejor que el tuyo.

Zac se echó a su lado y la tomó por la cintura, apretándose contra ella y haciendo encajar sus cuerpos.

Ness: No es el colchón -replicó-. Es que yo... nunca he compartido la cama con nadie. Tengo el sueño muy inquieto y si me quedo aquí, ninguno de los dos va a descansar.

Zac: Estoy dispuesto a correr el riesgo -la besó en la sien-. No vas a moverte de aquí, cielo. Buenas noches.

Vanessa intentó soltarse, pero el brazo de Zac era como una banda de acero que la aprisionaba. Se sentía furiosa. Esperaba que él le hubiese dicho que le había gustado, aunque no fuese cierto. Pero Zac permanecía en silencio.

Ness: Zac, no puedo dormir aquí -insistió retorciéndose en la cama-. Zac, lo digo en serio. Suéltame.

Zac: No.

Vanessa intentó contenerse. No debería culparlo porque él no viese su unión sexual como un momento culminante de su vida, aunque para ella si lo fuese.

Ness: Para ti es todo tan fácil -lo acusó-.

Vanessa ahogó un sollozo. Ella no se habría ido a la cama con cualquier hombre. No, había hecho el amor con Zac Efron porque en el curso de dos días caóticos y maravillosos, se había enamorado locamente de él. Necesitaba oírle decir que aquello había significado algo para él, que ella significaba algo para él además de una esposa de conveniencia.
Pero él interpretó su comentario literalmente.

Zac: ¿Fácil? -sonrió-. Por supuesto. Acabo de hacer el amor con mi futura esposa y ahora es el momento de dormir. Juntos.

Se sentía fabuloso, en la cima del mundo. Hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación de optimismo y bienestar. Zac cerró los ojos. El Reverendo Carter le había hecho un enorme favor sugiriéndole que invitase a Vanessa.
Mientras se quedaba dormido, Zac pensó que tendría que agradecérselo con un generoso donativo para la iglesia.
Vanessa se quedó inmóvil, escuchando cómo la respiración de Zac cada vez era más lenta y profunda. Había decidido esperar a que estuviese dormido para salir de la cama y volver a su dormitorio.
La habitación estaba a oscuras y en silencio. Zac había echado el edredón encima de ellos, protegiéndolos del frío, y el calor de su cuerpo junto a ella era excitante. Sus párpados se hicieron cada vez más pesados, y le costaba tanto mantener los ojos abiertos que acabó por cerrarlos.
Vanessa suspiró soñolientamente. Seguiría ahí echada unos minutos más y después se levantaría. Sólo unos minutos más.


4 comentarios:

caromix27 dijo...

WOW!!
lo hicieron!
yeah ness h)!
tan tranqui q parecia xD!
pero =
Estupido Zac ¬¬
q te cuesta decir algo bueno!!
q no entiendes q se siente dudosa!!
tarado ¬¬

LaLii AleXaNDra dijo...

Zac es estupido o se hace??
Hahahah
se nota que no entiende a una mujer..
siguela
esta super
:D

Jocelyn Mendoza dijo...

Hola!!!!!

Amo tu novela

Y el capitulo tambien lo am

Pero Zac es un estupido

Siguela pronto



Atte

Jocelyn Mendoza

P.D: Pasate por mi nove :D jeje

이지준 dijo...

hay zac no es nada
sensible tss mas
loco jajaja esta genial
la nove y ese reverendo
carter me sigue cayendo de
patada y esa miley jeje
la amo es super
bye
xoxo

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