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miércoles, 6 de julio de 2011

Capítulo 2


Vanessa lo miró boquiabierta, y volvió a sentir un intenso calor en las mejillas.

Ness: Si... si es un chiste, no me hace ninguna gracia -consiguió decir al fin -. Mi tío Will me ha comprado el billete de avión y...

Zac: No, ese billete lo pagué yo. Si el Reverendo le ha dicho otra cosa, estaba... bueno, mintiendo.

Ness: ¿En serio espera que me crea que el tío Will me ha invitado a que venga para que me c... case con usted? Ni siquiera me ha mencionado su nombre.

Zac: Oiga, su tío Will es el que ha ideado todo esto. Él fue el que sugirió que estaría dispuesta a casarse conmigo para ayudarme con los chicos. Al aceptar mi billete, supuse que aceptaba el... ehh... puesto.

Ness: ¡Oh! -se cubrió las mejillas con las manos-. ¡No es cierto! Yo he venido aquí a visitar a mi tío...

Zac: Es su padrastro -dijo sin contemplaciones-. El Reverendo me lo ha contado todo, y me sorprendió. No creo que nadie en Bear Creek sepa que ha estado casado anteriormente y que tiene una hijastra.

Ness: Ex-hijastra -le corrigió tensamente-. Sophie, su esposa, lo dejó bien claro cuando yo aún era una niña. Me dijo que él ya tenía hijas propias y que yo no era una de ellas, y que no volviese a llamarlo papá.

Zac: Uf.

Ness: Sí, duele. Entonces él me dijo que lo llamase tío Will. Pero yo sigo considerándolo mi padre. Mi padre verdadero murió poco después de que yo naciese.

Zac: ¿Así que calmó a su esposa a costa de usted?

Ness: No tenía elección -defendió a su padrastro-. Un marido hace lo que tenga que hacer para hacer feliz a su esposa.

Zac: Y eso siempre es un gran error -dijo con indiferencia-.

Ness: Que usted jamás cometerá, claro -murmuró por no dejar ese comentario machista sin una réplica-.

Zac: Cierto -admitió orgullosamente, y luego sacudió la cabeza, divertido-. Nada de esto tiene que ver con el Reverendo que conozco desde hace quince años. Ni con Sophie.

Ness: El tío Will se quedó destrozado cuando mi madre lo dejó por otro hombre. Igual que yo -dijo con tristeza-. Sophie sabe que mi tío Will se casó con ella de rebote, y por eso le molestaba tanto nuestra relación. Soy el recuerdo de que mi madre, y no Sophie, fue el gran amor de su vida.

Zac: Cuesta imaginarse al Reverendo en un papel romántico -dijo irónicamente-. Y más imaginarse a Sophie como una posesiva arpía, cruel con una niña pequeña. Siempre ha sido muy amable y positiva.

Ness: Dudo que a ninguna mujer, por muy amable y positiva que sea, le guste la idea de ser la segunda en lo que se refiere al amor. Las mujeres siempre consideraban a mi madre una amenaza porque era, y todavía es, muy guapa.

Vanessa sintió los ojos de Zac sobre ella, juzgándola. Indudablemente intentando imaginar cómo una mujer guapa podía haber tenido una hija tan vulgar.

Ness: Desafortunadamente, no me parezco en nada a mi madre. Parece que soy más como mi padre -explicó-. Corriente en todos los sentidos.

Zac: No hay nada malo en su aspecto -dijo indignado-.

Vanessa cambió de postura, incómoda, y volvió la atención a su gato. Se sintió furiosa con Zac Efron por ponerla en esa situación tan embarazosa.
Zac reaccionó a su silencio.

Zac: ¿Está esperando que enumere sus encantos? -dijo con un suspiro de impaciencia-. Mire, yo no soy de esos tipos finos que se deshacen en cumplidos. Y...

Ness: Obviamente no -le cortó ásperamente-. Parece que es demasiado práctico para perder el tiempo con las emociones o los sentimientos. ¿No tendrá eso relación con su necesidad de... de intentar comprar una esposa?

Zac: ¡Uf! -exclamó arqueando las cejas. Levantó la mano del volante y le pasó un dedo a Vanessa por el brazo, desde el hombro hasta la yema de los dedos-. La señora tiene uñas, ¿eh? Como su gatito.

Vanessa se estremeció. A pesar del grueso jersey que llevaba, sintió un hormigueo en la piel por donde su mano había pasado.

Ness: No me menosprecie.

Zac: Lo que usted diga, encanto -replicó con una sonrisa de guasa-.

Se hizo el silencio entre ellos, y Vanessa sintió deseos de gritar ante la disparatada situación en la que se encontraba. Deseó que sólo fuese un sueño.
Zac, sin embargo, no parecía afectado por ninguna tensión.

Zac: Esta es una de mis canciones favoritas -dijo alegremente, subiendo el volumen de la radio, y tamborileando los dedos sobre el volante al ritmo de la música.

Ness: Le devolveré el dinero del billete, por supuesto -dijo tragando saliva, sin poder ocultar sus nervios-. Yo... siento muchísimo este malentendido. Todo esto es muy embarazoso.

Zac: No quiero que me devuelva el dinero. Espero que cumpla con nuestro acuerdo y se case conmigo.

Ness: ¡Pero si no tenemos ningún acuerdo!

Zac: ¿Entonces se está aprovechando de mí? -la acusó-. ¿Está utilizando mi dinero para viajar gratis a Montana? ¿Cuánto dinero más pretende sacarme? Tal vez el Reverendo esté compinchado con usted para...

Ness: ¡Cómo puede pensar una cosa así! -gritó con pánico en la voz-. No tiene motivos para pensar eso.

Zac: ¿Ah, no? ¿Entonces cómo es que Sophie ha permitido a su marido que la invite y que le pague el billete? -Vanessa abrió la boca para hablar, pero la cerró de golpe. Ella ya se había hecho esa pregunta-. Nunca los ha visitado -continuó-. Las únicas veces que ha visto al Reverendo ha sido cuando él ha ido a verla. ¿Me equivoco? -Vanessa sacudió la cabeza de mala gana-. El Reverendo me dijo que no se habían visto todo lo que hubiesen deseado -prosiguió-. Y eso fue a causa de Sophie. ¿Y por qué iba cambiar ella sus sentimientos a estas alturas?

Vanessa tragó saliva.

Ness: Está utilizando la información que le he dado contra mí.

Zac: Todo es justo en la guerra y el amor, cielo.

Ness: Pues esto no es lo uno ni lo otro. ¡Pare el coche! -le ordenó impulsivamente-. Quiero bajar.

Zac se rió.

Zac: ¿Piensa hacer auto-stop hasta Helena? ¿Con su equipaje y el gato?

Ness: Sí.

Él arqueó una de sus castañas cejas.

Zac: ¿Está segura? Se está poniendo el sol y esto es un poco peligroso de noche. Hay osos y lobos.

Vanessa intentó ignorar el escalofrío que la estremeció.

Ness: Está intentando asustarme. Creo que corro más peligro con usted que con cualquier animal depredador que haya por aquí. Y si no para el coche inmediatamente... me tiraré en marcha.

Zac detuvo bruscamente el Jeep a un lado de la carretera.

Vanessa tembló. ¿Y si realmente hubiese animales salvajes ahí fuera?

Zac: Será mejor que ponga al gato otra vez en su jaula -le aconsejó-.

Vanessa asintió en silencio y volvió a meter a Foxi en la jaula. Entonces Zac la colocó en el asiento de atrás.

Ness: Sacaré mi equipaje y luego recogeré a Foxi -dijo muy estirada, disponiéndose a abrir la puerta-.

Zac: Eso no será necesario.

Antes de que ella se diese cuenta de lo que sucedía, Zac la tomó de las manos. Sus rodillas se tocaron y sus rostros quedaron muy cerca.

Ness: ¿Qué hace? -chilló intentando soltarse-.

Zac: No voy a abandonarte en la carretera -dijo tuteándola por primera vez-. Jamás te expondría a ese peligro, Vanessa. -A Vanessa le retumbaba el corazón en el pecho. ¡El peligro estaba ahí, en el Jeep!-. Relájate -dijo con suavidad-. Estás temblando. No voy a hacerte daño.

Ness: Entonces suélteme. ¡Inmediatamente!

Zac: No tienes que tener miedo de mí, Vanessa.

Ness: ¿Entonces por qué intenta asustarme? Me hace creer que va a dejarme en la carretera y luego me agarra.

Zac: Me has pedido que pare, incluso me has amenazado con tirarte en marcha -le recordó-. No iba a seguirte el juego. Nunca se me ha dado bien lidiar con mujeres histéricas. Si no pregúntale a mi ex-mujer.

Ness: ¿Ha estado casado?

Zac: Una vez. Duró tres años. Nos divorciarnos hace nueve años, así que ya ha pasado a la historia. No te sorprendas tanto, Vanessa, la mayoría de los hombres no llegan a los treinta sin haber experimentado la idiotez del matrimonio.

Ness: Idiotez -repitió-. Si se siente así, entonces por qué...

Zac: Ya te lo he explicado. Hay cuatro apremiantes razones. -Foxi maulló, reclamando que lo sacasen de la jaula y Zac puso los ojos en blanco-. Te hice creer que iba a dejarte salir del coche porque quería que pusieses a esa bola de pelo con uñas en la jaula y así pudiésemos hablar.

Vanessa sintió el dedo pulgar de Zac deslizándose por la sensitiva piel de su muñeca, ascendiendo después para acariciarle la palma de la mano. El pequeño gesto fue sensual y provocativo y todo su cuerpo respondió a él con una fuerte oleada de deseo.

Zac: ¿No estás de acuerdo en que necesitamos hablar antes de seguir adelante?

Ness: Sí... estoy de acuerdo -murmuró intentando controlarse-. Siento muchísimo la molestia y el gasto que...

Zac: Olvídalo, Vanessa. Sé que esta situación es poco ortodoxa, y que las esposas por correo ya no son de esta época, pero...

Ness: ¿Esposa por correo? ¿Es eso lo que soy?

Vanessa no pudo contener una carcajada.

Zac: Sí, lo sé. Suena ridículo. Yo también me reí cuando el Reverendo lo sugirió -sonrió irónicamente, pero volvió a ponerse serio al instante, mirándola intensamente-. Pero he llegado a creer que sería una buena idea, y ahora que te conozco me parece incluso mejor.

Ness: ¡Oh, por favor! -se arregló el cabello nerviosamente con la mano-. Ya es bastante desagradable que crea que estoy tan desesperada por un hombre que estaría dispuesta a casarme con un extraño que me paga un billete a Montana. No empeore las cosas fingiendo que se siente atraído por mí.

Zac: ¿Quién dice que finjo? -su voz se hizo más profunda-. Me siento atraído por ti.

Vanessa tragó saliva. Aunque sabía que él no lo decía en serio, le agradaba oír que la encontraba atractiva.

Ness: Si espera que me crea que usted...

Zac: Ya está bien de hablar de mí, Vanessa -la cortó-. Hablemos de ti. Yo creo que también te sientes atraída por mí, Ness -con un rápido movimiento la tomó por la cintura y la sentó en su regazo-. Así que intentemos eliminar ese temor tuyo e intensifiquemos la atracción.

Ness: ¡No, Zac! -protestó-.

Zac sonrió, apretándola con fuerza contra la masculina dureza de su cuerpo, haciéndola sentir su fuerte musculatura y la evidente excitación de su cuerpo. Vanessa lo miró horrorizada.

Zac: Te dije que me sentía atraído por ti -le rozó los labios con los suyos-.

Ness: No... no soy tan ingenua como usted cree -susurró con el aliento de Zac en su boca-. Sé que no inspiro deseo...

Zac: ¿Que no? -le pasó la punta de la lengua por los labios, hasta que ella los separó inconscientemente-. Pues no veo a nadie mas aquí que a ti. Sabes a lo que me refiero, ¿verdad?

Ness: Probablemente ha estado en un... un estado de privación y cualquier mujer lo excitaría.

Vanessa trató de soltarse con las mejillas encendidas de vergüenza, aunque sabía que sus intentos eran inútiles.

Zac: No te subestimes -dijo con la voz ronca e hipnotizante-. Tú eres la única que me ha inspirado esta instantánea excitación. Tú, Vanessa.

La mano caliente de Zac se cerró en uno de sus senos, y lo acarició suavemente, estudiando la forma femenina de su cuerpo.
Vanessa respiró agitadamente. Ella nunca había experimentado el avance de un hombre. Sus citas siempre habían sido con jóvenes tan tímidos como ella, en donde la pasión ni siquiera era una remota posibilidad. En Washington, los hombres atractivos y seguros de sí mismos como Zac, nunca se fijaban en ella ni la miraban intensamente, murmurando lo sexy que era. Jamás había estado en el regazo de un hombre que le provocase con sus manos y sus labios esa excitante sensación que la hacía cerrar los ojos y apretarse contra él, impotente ante la agonía de un ardor cada vez más intenso.
Zac llevó sus labios a las mejillas de Vanessa y los deslizó por su mandíbula hasta su oreja, mordisqueándole el lóbulo sensualmente.

Zac: Qué piel tan suave -se maravilló-. Suave y preciosa -su mano hizo una exploración bajo el suéter de Vanessa-. Quiero ver más. Quiero saborearte, sentirte.

Deslizó lentamente la mano bajo el sujetador, y le acarició con los dedos el pezón endurecido.

Ness: ¡Zac, no! -gritó frenéticamente, asustada del calor que invadió repentinamente su cuerpo-.

Zac: ¿No? -retiró la mano de mala gana-. ¿Voy demasiado rápido, cielo?

Ness: Pu... pues sí -apretaba los muslos para reprimir el excitante placer que la había provocado-. Después de todo, acabamos de conocernos.

Zac: Cierto. Pero eso es lo mejor de nuestro trato -llevó las manos hasta su firme trasero, acariciándoselo con los dedos-. Ya que sabemos que vamos a casarnos, podemos saltarnos todos los preámbulos.

Su voz era cálida y tranquilizadora mientras sus manos empezaban a acariciar insistentemente los muslos de Vanessa. Instintivamente, ella separó las piernas y él empezó a trazar eróticos círculos con los dedos, acercándose cada vez más al lugar que palpitaba por él.
A Vanessa se le había acelerado el pulso desenfrenadamente. Su natural inhibición y sentido común habían sido bombardeados por el placer sexual de sus caricias y se sentía incapaz de controlar las oleadas de deseo que la invadían.

Zac: Bésame -dijo roncamente-.

Pero no espero a que ella cumpliese su deseo. Le inclinó la barbilla con la mano y tomó su boca sin vacilación, separándole los labios con la lengua y penetrando en la humedad de su boca. Con una mano le sujetaba la cabeza mientras que con la otra continuó acariciando las curvas de su cuerpo seductoramente.
El beso se hizo más profundo, más íntimo, y Vanessa se vio inmersa en un torbellino de sensaciones. Se frotó agitadamente contra él, aferrada a su cuerpo, ardiendo en una necesidad que jamás había experimentado.
Inesperadamente, sonó el teléfono, destruyendo el sensual hechizo que los envolvía.

Zac: ¡Maldita sea! -murmuró sin retirar las manos del cuerpo de Vanessa-. Esto es lo malo de llevar teléfono en el coche. -Ella gimió débilmente cuando Zac la apartó de él-. Sí, de verdad soy el tío Zac, Alysson -dijo en el teléfono-. No, no soy un hombre malo fingiendo ser él.

La voz de Zac se filtró a través del torbellino de confusión de Vanessa. Según fue recobrando la calma lentamente, advirtió que Zac conversaba con su sobrina como si nada hubiese sucedido.

Zac: ¿Ella qué? -gritó-. Alysson, que se ponga Tom al... ¿Qué? -Vanessa lo miró. Parecía agitado-. Alysson. Haremos un trato. Si Alex y tú os quedáis sentados viendo la televisión hasta que yo llegue, te pediré lo que quieras del catálogo de juguetes. Pero recuerda, para eso Alex y tú no tenéis que pelearos ni moveros de delante de la tele.

Colgó el auricular y arrancó el coche, apretando el acelerador. El Jeep rugió por la carretera a gran velocidad. Zac iba con el ceño fruncido y Vanessa se retorció los dedos con nerviosismo. Se sentía como si fuese en un tiovivo de emociones, sin tiempo para mantener el equilibrio.

Ness: Parece que... que pasa algo en el rancho -se atrevió a decir para romper el agonizante silencio-. ¿Los chicos?

Zac: Siempre pasa algo con ellos -gruñó-. Alysson ha llamado para decirme que el sheriff ha detenido a Miley en un bar a las afueras de Bear Creek. No es un lugar para una colegiala de diecisiete años -añadió con expresión severa-. Mi capataz ha ido a recogerla, y eso significa que Alex y Alysson están solos.

Ness: Y por eso los sobornas -dijo, tuteándolo también-.

Zac: ¿No apruebas que se soborne a los niños?

Ness: Bueno, yo...

Zac: No puedo arriesgarme a probar teorías infantiles. Prometer juguetes y caramelos es el único método que me funciona.

Ness: ¿Y qué utilizas para sobornar a los mayores?

Zac: Nada. No los puedes comprar. Nick y Miley hacen lo que les da la gana -soltó un quejido-. A veces pienso que es demasiado tarde, que ya están destinados a ser unos delincuentes. Sus padres los consideraban espíritus libres y los dejaron en completa libertad.

Ness: Parece que esos niños necesitan límites -murmuró-. La completa libertad es algo aterrador. Los niños necesitan que se les ponga límites para sentirse seguros.

Zac: Estoy completamente de acuerdo -sonrió, aliviado, y le puso una mano en la rodilla-. Vamos a ser un buen equipo. Te agradezco tanto que hayas aceptado...

Ness: No quiero tu gratitud -lo interrumpió enseguida-. Yo no he aceptado nada, todavía.

Ella cruzó deliberadamente las piernas. Él captó el mensaje y apartó la mano. Decidió darle tiempo y buscó un tema neutral de conversación.

Zac: Háblame de tu trabajo -dijo en tono conversacional-. El Reverendo dice que trabajas para el... um... Ministerio de... -se rascó la cabeza, tratando de recordar- ...del gobierno.

Ness: Trabajo en estadísticas en el Ministerio de Comercio.

Vanessa no se molestó en decirle que en menos de un mes habría perdido su puesto, y que se estaba tomando esa semana de vacaciones para no perderla.

Zac: ¿Estadísticas? -reflexionó-. Entonces se te darán bien los números.

Ness: Sí... ehh... siempre se me han dado bien las matemáticas.

Zac: ¡Fantástico! -exclamó-. Puedes hacer nuestra declaración de la renta. Es mi pesadilla anual. Y también te cederé encantado el tema del dinero que les dan a los niños por la poliza de seguros de sus padres. Y además puedes llevar las cuentas del rancho.

Ness: Yo...

Zac: Oh oh, ya estoy otra vez. Haciendo suposiciones -trató de parecer apenado-. Es decir, por supuesto, siempre que decidas quedarte.

Vanessa lo miró con incredulidad.

Ness: Voy a sacar a Foxi de la jaula -murmuró-.

Zac: Buena idea -dijo cortésmente, sonriendo-. Es un bonito gato.

Cuando estuvo en el regazo de Vanessa, fue a acariciarlo, pero Foxi intentó morderlo.

Ness: Se pone nervioso con los desconocidos -le explicó, disculpándose-.

Zac: No te preocupes. Tendremos mucho tiempo para conocernos. ¿Te he dicho que la hija mayor del Reverendo es alérgica a los gatos? -preguntó en tono casual-. Lo sé porque una vez sus padres le regalaron un gato por su cumpleaños y la pobre Jessica acabó en el hospital con un ataque de alergia.

Ness: ¡Te lo estás inventando! -lo acusó-.

Zac: ¿Y por qué iba a hacer eso? Sólo te estoy dando una información-.

Ness: ¡Estás insinuando que Foxi no podrá quedarse en casa de los Carter conmigo!

Los ojos marrones de Vanessa se abrieron de par en par de inquietud, a pesar de sus dudas respecto a la credibilidad de Zac.
¿Y si fuese cierto? Su tío Will conocía la existencia de Foxi.

Zac: Eso dalo por hecho -le aseguró-. Pero quiero que sepas que Foxi puede quedarse en el rancho si decides quedarte en el pueblo con el Reverendo. Aunque dejarlo solo en una casa llena de desconocidos podría ser traumático para un gato tan sensible.

Ness: ¡Como si te importara mucho! -estalló-. Sólo pretendes hacerme...

Zac: Sí -la cortó sonriendo maliciosamente-. Es cierto, es eso lo que pretendo.

Vanessa tardó un poco en comprenderlo, y entonces se ruborizó intensamente y se quedó callada.
Durante el resto del camino, la conversación fue esporádica y siempre iniciada por Zac. Le habló un poco de la historia de la zona y de la familia Efron.
El Rancho Doble R había pertenecido a los Efron durante cuatro generaciones, pasando de padre a hijo.

Zac: Fue una sencilla tradición para las tres primeras generaciones porque cada familia sólo tuvo un hijo, y algunas hijas que no podían heredar el rancho -le explicó-. Entonces mis padres tuvieron tres hijos. ¿Quién iba a quedarse con el rancho? Acabé quedándomelo yo porque me gustaba esto y quería quedarme aquí. Mi padre me cedió el rancho hace diez años, no mucho antes de que muriese mi madre. Él vive ahora en Scottsdale, Arizona.

Vanessa lo escuchó atentamente.

Ness: ¿Entonces tú te quedaste con el rancho y tus hermanos sin nada?

Zac asintió con la cabeza.

Zac: A Andrew no le importó porque se había casado por dinero. Pero Jesse se ofendió. No cuentes con que él y Sarah vengan a nuestra boda -añadió irónicamente-.

En lugar de morder el anzuelo, Vanessa dijo en defensa de su propio sexo:

Ness: Pues yo creo que es totalmente injusto que todas las hijas Efron fueran eliminadas automáticamente y que no se les diese la oportunidad de elegir si querían vivir y trabajar en el rancho.

Zac: Sí, mis tías no estaban muy contentas. Ni las tías de ellas tampoco. Pero es la tradición.

Ness: Una tradición estúpida y sexista -replicó-. Si yo tuviese una hija...

Zac: Con suerte, la tendremos -intervino-. Además del imprescindible heredero Efron, por supuesto.

Vanessa lo ignoró.

Ness: Si tuviese una hija, podría compartir cualquier herencia con su hermano, sin ninguna duda.

Hablar de sus hipotéticos hijos era un tema demasiado provocativo para Vanessa. Se sentía nerviosa y combatiente, con la necesidad de mantenerlo a raya.

Zac: Nos estamos anticipando, encanto. En cuanto conozcas a los hijos de Andrew, puede que optes por la esterilización.

Ness: No pueden ser tan malos como dices -insistió, sintiendo la necesidad de discrepar de todo lo que él dijese-.

Zac: Tienes razón... son peores -salió de la carretera y se desvió por un camino de tierra-. La casa está a pocos kilómetros. Prepárate para el ataque.

6 comentarios:

...La yakii... dijo...

Me encanto el capitulo
y me encanta esta novela
la verdad es que odio el machismo
y espero que nessa le quite
esos estupidos pensamientos a zac
de que el hombre vale mas que la mujer

LaLii AleXaNDra dijo...

Omg
que calenton Zac, apenas la conoce y ya le esta tirando hahaha
y pobre nessa, nadie se reciste
siguela amix
gracias por pasarte por mi nove
a mi me encanta tus adaptaciones..
ya kiero ver que pasa cuando conozca a los chicos
:D

ҳ̸Ҳ̸ҳĸaʀყҳ̸Ҳ̸ҳ dijo...

Por dios!!amo esta novela esta genial,jaja esa zac anda anticipando las cosas,pobre nessa como la trae,y tuvo razon porque una mujer no lo hereda ehh! jajaja siguela pronto amiga amo las adaptaciones que pones

baii baii
xoxo

Anónimo dijo...

Caromix27:
Aqui ia no es en el barco sino en el auto xD!
no se xq siempre en tus noves me siento indentificada con una de tus personajes xD!
me encanta la nove!!
siguela pronto!
y si me parece q Zac es muy machista jum!
ia Vanessa lo controlara xD
Total las mujeres somos las q mandamos. Solo q los hombres no lo saben ;)

Natalia dijo...

Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!
Siguela porfiiiiiii!!!!
Me encanta la novelaaa :D
Muackkk

Anónimo dijo...

jajjajajajajajaja si muy buena me encato

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