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sábado, 9 de julio de 2011

Capítulo 4


Vanessa se quedó helada. Se levantó de un salto y se fue hacia Foxi.

Zac: ¿Qué ocurre, cielo? -preguntó en tono cortés-. ¿Deberíamos poner al gato en otra habitación?

Ness: El gato puede quedarse aquí si quiere. Pero yo me voy a otra habitación -declaró dirigiéndose a la puerta-.

Zac se levantó lentamente y la siguió.

Zac: ¿No podrías al menos darme una pista de lo que te ha hecho cambiar de opinión?

Vanessa se detuvo en el umbral y miró hacia el oscuro pasillo.

Ness: Me has dicho que era sexy y preciosa.

Zac: ¿Y eso te molesta? -estaba desconcertado-.

Ella se volvió para encararse con él.

Ness: Sí. Porque es mentira. Eso se lo dirás a todas las mujeres que te llevas a la cama, ¿verdad?

Zac: ¡Eso no es cierto! -protestó indignado-.

Vanessa salió al pasillo sin mirar atrás. No tenía ni idea de lo que iba a hacer. De pronto Zac estaba detrás de ella. Le puso las manos sobre los hombros, y aunque lo hizo con suavidad, ella sintió la fuerza de sus dedos, anclándola donde estaba.

Zac: Tienes que tener hambre -dijo antes de que ella tuviese tiempo de soltarse-. Yo estoy hambriento. ¿Por qué no hacemos una tregua y comemos algo?

La agarró del brazo y la llevó a la cocina. Vanessa lo dejó porque realmente tenía hambre y pensó que una tregua era una medida adulta y sensata.
Se sentó a la mesa de la cocina mientras Zac calentaba un guiso de carne en el microondas. Sus ojos se posaron en el teléfono, y recordó su conversación con el Reverendo.

Ness: ¿Por qué no le diste a mi tío Will la fecha correcta de mi llegada? -se atrevió a preguntar-.

Zac: Pensé que se presentaría en el aeropuerto y yo no quería compartirte con él. Quería que pasases tus primeras horas en Montara conmigo.

Ness: Eso suena a farol. ¿Cuál es la verdadera razón?

Zac: Pues... -le dirigió una sonrisa- ... tengo que admitir que tenía mis reservas de conocer a mi futura esposa delante del Reverendo. Podría haber sido muy violento si no nos hubiésemos gustado.

Vanessa se contuvo de preguntarle por su reacción en el aeropuerto. Aunque no la hubiese encontrado repulsiva, Zac se había mostrado de lo menos impresionado, como resignado a su destino.

Zac: Sé que no soy muy original en lo que se refiere a... -se aclaró la garganta- ... ciertos cumplidos. Pero en mi defensa diré que lo que digo lo siento de verdad.

Zac dejó platos y cubiertos encima de la mesa y automáticamente, Vanessa los colocó.

Ness: ¿Entonces cuando haces el amor con una mujer de verdad piensas que es sexy y preciosa?

Zac: Por supuesto. ¿Por qué iba a desear hacer el amor con alguien que me pareciese un sapo?

Ness: Claro, ¿por qué? -repitió ocultando una sonrisa-.

Zac: Siento haberte ofendido. No era mi intención.

Ness: Tu intención era meterme en tu cama porque me deseas muchísimo y porque soy muy sexy y preciosa -dijo con sarcasmo-.

Zac: No sé por qué te cuesta tanto creer eso -refunfuñó-. Acuérdate cuando estábamos en el Jeep y...

Ness: No quiero hablar de eso -lo cortó rápidamente-. Nuestra tregua incluye no hacer referencias a... a eso.

Zac: ¿Quién establece los términos de esta tregua? -preguntó poniendo una humeante cacerola en medio de la mesa-. Supón que insisto en incluir referencias a eso.

Vanessa sabía que estaba fastidiándola y que disfrutaba haciéndolo. Pero seguirle el juego implicaría un intercambio sexual, lo que no era precisamente su fuerte, así que optó por servirse y empezar a comer el guiso de carne.

Zac: He puesto tus maletas en la habitación de invitados -le dijo sentado en su silla mientras ella aclaraba los platos-. Por supuesto, la invitación de compartir mi habitación sigue en pie.

Ness: Foxi y yo nos quedaremos en la habitación de invitados, gracias -replicó mientras llenaba el lavavajillas-.

Zac la recorrió con la mirada. Cada minuto que pasaba le parecía más guapa y deseable, pero no se atrevió a decírselo por temor a una nueva reprimenda.
La habitación de invitados comunicaba con un cuarto de baño que daba a otra habitación. Apenas estaba amueblada y sólo tenía una cama y una deteriorada cómoda de caoba. La inevitable cabeza de un ciervo colgaba de la pared, pero era una hembra de mirada afable que no poseía la espectacular cornamenta de los otros.

Ness: Veo que tu abuelo no perdonó ni a la madre de Bambi -dijo con los ojos fijos en la cierva que los miraba-.

Zac: Tengo la sensación de que no apruebas la caza.

Ness: Nunca había pensado en ello hasta que he venido aquí. Ahora no sé si lo que me horripila es la caza o esas cabezas.

Zac: Cuando te cases conmigo y vivas aquí, puedes cambiar la decoración. Sustituir las cabezas por bonitos cuadros de flores o frutas o lo que sea. Siento que esta habitación esté así -se apresuró a decir antes de que ella pudiese replicar a su provocativa oferta-. Es pequeña y fría, pero es la única habitación disponible de la casa, y ya has dejado bien claro que no quieres dormir conmigo. Puedes echarte el pestillo si te preocupa que vaya a propasarme.

Su sonrisa burlona hizo sonreír a Vanessa.

Ness: No te tengo miedo.

Y era cierto. Lo que la asustaba era que él pudiese hacer que ardiese y se derritiese por dentro tan sólo con una mirada.

Zac: Bien -dijo ceñudamente-.

Tendrían que compartir el cuarto de baño, que era grande y lujoso con dos lavabos, una ducha y una bañera grande antigua. Zac insistió galantemente en que ella utilizase el baño primero, y después de sus baños nocturnos y de ponerse un camisón largo hasta los tobillos, Vanessa se metió en la cama con Foxi enroscado a sus pies.
El colchón era muy blando y parecía envolverla, pero el aire helado requería algo más que la manta y la colcha de la cama. Pensando con anhelo en el confortable edredón de plumas de la cama de Zac, intentó taparse mejor, pero seguía tiritando de frío. Así no iba a poder dormir. Tal vez si se levantaba y se ponía unos calcetines y un jersey...

Zac: ¿Vanessa?

Oyó la voz de Zac al otro lado de la habitación. Había entrado por el cuarto de baño y, aunque la habitación estaba oscura, Vanessa pudo ver una alta figura que se acercaba lentamente hacia ella.
Su corazón empezó a latir a alarmante velocidad y se sentó en la cama, tapándose bien.

Ness: ¿Qu... qué quieres? -preguntó observando a Zac aproximarse-.

Tenía el pecho desnudo, con su fuerte musculatura expuesta. Vanessa posó la mirada en el vello que descendía hasta ocultarse bajo la goma de sus calzoncillos. ¡Eso era lo único que llevaba! Se quedó mirando la poderosa longitud de sus muslos y el inconfundible bulto que estiraba la tela de algodón.
Vanessa se quedó boquiabierta. Era grande y fuerte, y ella estaba sola con él en esa oscura habitación.

Zac: Te he traído más mantas -dijo con la voz baja y profunda-. Hace frío esta noche y seguro que las necesitas.

Ness: Oh.

Vanessa sintió que la ansiedad se había apoderado de ella. Había estado tan pendiente de su cuerpo que ni se había dado cuenta de las mantas que llevaba.
Lo observó mientras se las echaba por encima. Una vez que acabó la tarea, Zac miró su rostro, iluminado por la luz de la luna que entraba a través de las persianas. Estaba encantadora... y absolutamente aterrada.
Se sentó en el borde de la cama.

Zac: Creía que no tenías miedo de mí -dijo con suavidad, tocándole los labios con la mano-. ¿Por qué entonces pareces tan asustada, como si fuera un vampiro?

Vanessa trató de sonreír, pero le temblaban los labios.

Ness: Me parece que he sido una estúpida -murmuró jadeantemente, sintiendo los labios hinchados bajo el roce de sus dedos-. Me he colocado en una posición muy vulnerable.

Zac: Cierto -pactó, inclinando la cabeza para acariciarle el cuello con los labios-. Por eso necesitas un marido que cuide de ti -deslizó las manos bajo las mantas hasta cubrir sus pechos con suavidad-. Yo cuidaré de ti y no dejaré que te metas en problemas... ni en situaciones vulnerables, tampoco. Excepto conmigo, por supuesto.

Vanessa se quedó pasmada y aterrada ante el placer que la abrasaba mientras él le tocaba los pechos. Y cuando empezó a hacer círculos con los pulgares alrededor de sus pezones, sin llegar a tocárselos, el deseo se hizo tan insoportable que casi no podía respirar.

Ness: Zac, por favor, yo... yo no... no podemos...

Su voz se desvaneció mientras su mente se cortaba. El placer era tan intenso que no le permitía pensar. ¡Ni respirar!

Zac: Podemos, pero no lo haremos -le dijo con la voz ronca-. Esta noche no. Ahora dame un beso de buenas noches y me iré de aquí.

Un tembloroso suspiro la recorrió mientras él reclamaba sus labios. Un profundo gruñido retumbó en el pecho de Zac al saquear la dulce humedad de la boca de Vanessa, incitándola persuasivamente a batirse en un sensual duelo con su lengua. Estaba haciéndole el amor a su boca y ella gimió de placer.
Se sintió invadida de un ardiente deseo y cuando volvió a acariciarle los pechos, se apretó contra la palma de sus manos. Él continuó excitándola con los dedos, haciendo eróticos círculos alrededor de las sensitivas aureolas de sus pezones, y Vanessa se retorció de placer, sintiendo que iba a explotar si no se los tocaba.
Zac la acostó en la cama, y ella le sujetó la cabeza, introduciendo los dedos en su claro cabello. Sus pezones presionaban la tela del camisón seductoramente. Zac entornó los ojos y bajó la cabeza, cerrando su boca, húmeda y cálida, en uno de ellos, y acariciándoselo con la punta de la lengua. Vanessa se arqueó, gritando su nombre.
Por alguna razón los botones del camisón se habían desabrochado, permitiendo a Zac descubrir sus senos. Volvió a tomar uno de los endurecidos pezones en su boca y succionó con fuerza, provocando en Vanessa un fuerte estallido de placer. Se retorció aferrada a él, deseando más... más...
Y entonces, bruscamente, terminó.

Zac: Vamos a parar ya o no nos detendremos nunca -dijo incorporándose, con la respiración jadeante-.

Vanessa se quedó tumbada en la cama, con el cuerpo crepitando con una mezcla de excitación y frustración tan intensa como su deseo. Sentía un palpitante dolor entre los muslos latiendo al ritmo de la plenitud de sus senos.
Si Zac no se hubiese detenido, ella no lo hubiese hecho. Vanessa cerró los ojos, incapaz de mirarlo.

Zac: Buenas noches, nena. -Se inclinó de nuevo y la besó ligeramente en los labios. Después, en una inconfundible muestra de posesión, bajó la cabeza y posó la boca en la hendidura de sus senos-. Que duermas bien -añadió, a sabiendas de que él no podría-.


Sentado en medio de la pequeña habitación, Foxi emitió un espeluznante maullido que sacó a Vanessa de su profundo sueño. Miró su reloj. Eran casi las nueve.
Se sintió ligeramente desorientada. La casa estaba en silencio. Se duchó lo más deprisa posible, asegurándose de cerrar bien las dos puertas del cuarto de baño. Después se secó el pelo y se vistió, poniéndose unos vaqueros y una blusa de color lila. Se atrevió a echar un vistazo en la habitación de Zac, pero estaba vacía.

Alysson: ¡Qué guapa! -saludó a Vanessa con entusiasmo en cuanto salió al vestíbulo-.

Vanessa se sobresaltó. Obviamente, Alysson estaba esperándola.

Alysson: Miley ha dicho que no te molestase hasta que no salieses -dijo parlanchinamente-. ¿Dónde está el gatito? Lo he oído llorar. -Foxi salió de la habitación y echó a correr por el vestíbulo como si lo persiguiesen-. ¿Quieres un burrito para desayunar? -le ofreció-. Puedo descongelarte uno en el microondas.

Las dos se dirigieron a la cocina. Vanessa advirtió que Alysson estaba en camisón, y con su larga melena clara toda despeinada cayéndole por los hombros. Pensó que era martes y que debería estar en el colegio, aunque tal vez ese día era fiesta local.

Alysson: Se pueden descongelar cosas en el microondas si ya están cocinadas -parloteó-. Pero no se puede cocinar pollo crudo porque el microondas no mata todos los microbios. Podrías envenenarte y morirte. Mis papás están muertos -continuó sin omitir palabra-. Pero no comieron comida envenenada. Su coche se estrelló. Le he dicho a Nick que él también va a matarse en un accidente, pero se ríe. ¡iJo, el tío Zac va a volverse loco!

Ness: ¿Se ha ido Nick en coche a alguna parte?

Alysson asintió con la cabeza.

Alysson: Se ha ido conduciendo el coche de la madre de David Dickson esta mañana a acampar en Yellowstone.

Vanessa la miró boquiabierta.

Ness: ¿Lo sabe tu tío Zac?

Alysson: No los dejaría ir -respondió-. No en un día de colegio.

Ness: ¡Sin contar con que Nick sólo tiene trece años y está conduciendo! -se sintió presa del pánico a pesar de que jamás había visto al chico-. Alysson, tenemos que decírselo a tu tío inmediatamente.

Alysson: Vale -admitió-. ¿Dónde está?

Ness: Esperaba que tú lo supieses -dijo consternada-. Tal vez Miley lo sepa. La llamaremos al colegio.

Alysson se rió alegremente.

Alysson: Miley no está en el colegio. Dijo que se iba a... -se detuvo, intentando recordar-. ¿Paraíso?

La preocupación de Vanessa se transformó en una total ansiedad. ¿Sería otro bar de mala fama? ¡Tenia que encontrar a Zac!

Alysson: Miley dijo que hoy yo no tenía que ir al colegio si no quería. Que tú nos cuidarías a Alex y a mí -le confió-.

Ness: ¿Dónde está Alex? -preguntó con inquietud-.

Alysson: Ha ido a ver a su caballo.

Ness: ¿No... no será Zeus?

Alysson: Sí, Zeus, ese caballo negro tan grande -afirmó-. A Alex le encanta y quiere montarlo.

Ness: Alysson, enséñame dónde está el caballo. Tenemos que encontrar a Alex ahora mismo.

Alysson: Vale. ¿Me visto antes?

Ness: No hay tiempo. Sólo ponte unos zapatos y un abrigo. ¡Deprisa!

Al cabo de unos momentos, iban corriendo de la mano hacia los corrales. El paisaje era impresionante. Una extensión de verdes pastos, y en el horizonte, majestuosas montañas encumbradas en el azul del cielo. Las cumbres eran rocosas y grises, y las faldas estaban cubiertas de árboles cuyas hojas eran una exhibición espectacular de colores otoñales, mezclados con otros perennes de diferentes tonos de verde.
Vanessa vio a Alex antes que Alysson. Estaba sentado en la valla, observando al magnífico animal que corría por el corral, bufando y alzándose sobre sus patas traseras de vez en cuando.

Alex: ¡Vamos, Zeus! ¡Ven aquí! ¡Tengo algo que te va a gustar! -lo llamaba extendiendo la mano hacia el caballo-.

Zeus, cada vez más inquieto por la intrusión, relinchó furiosamente y pateó el suelo.
Con el corazón estallándole en el pecho, Vanessa corrió hacia el pequeño y lo bajó de la valla. Estaba descalzo y sólo llevaba unos pantalones cortos y una camiseta. Tenía los brazos helados, pues a pesar de que hacía sol, era un día frío de otoño.

Ness: Alex, tienes que mantenerte alejado de este caballo -le dijo temblorosamente-. Es un animal peligroso y puede hacerte mucho daño.

Alex: Quiero que sea mi amigo -dijo tristemente-.

Ness: Tal vez deberías pensar en conseguir otro animal -sugirió-. Más pequeño y más amistoso.

Alex: ¿Como un perro? -se animó-. ¿Cuándo podemos ir por él?

Alysson: ¡Vamos a tener un perrito! ¡Vamos a tener un perrito! -chilló-.

Alex: Siempre he querido tener un perro -confesó dándole la mano a Vanessa-.

Ella se sintió conmovida ante ese gesto espontáneo. Parecía tan pequeño y tan inocente. Sus vivaces ojos azules y su cabello tieso y espeso le recordó a Zac. Era la viva imagen de su tío.

Alysson: ¡Me encantan los perros! -exclamó entusiasmada, saltando al lado de Vanessa-. El tío Zac dijo que no podíamos tener uno porque no había nadie en casa durante el día.

Alex: Pero tu estarás en casa, ¿verdad Vanessa? Lo ha dicho Miley -insistió-.

Momentáneamente Vanessa se quedó sin habla, pero ni Alex ni Alysson la presionaron para que respondiese. Parecía que habían tomado las palabras de Miley como una confirmación
De vuelta a la casa, Vanessa fue a la habitación de cada niño para que se cambiasen de ropa. Alex estaba a salvo, pero ignoraba la suerte de Miley y Nick. Se preguntaba dónde estaría Zac y cómo localizarlo.
Al entrar en la cocina y ver el teléfono tuvo un momento de inspiración. Zac llevaba un teléfono en el coche. Con las mejillas encendidas ante el recuerdo de su... cita en el jeep, Vanessa marcó el número escrito junto al teléfono.
Al cabo de un buen rato, Zac respondió.

Zac: ¿Sí? -dijo cautelosamente-.

Tras su aventura de esa mañana, Vanessa entendía muy bien su cautela.

Ness: Siento molestarte -empezó a decir, apenada-.

Pero inmediatamente se hizo reproches a sí misma. Esos chicos eran responsabilidad de él, no de ella.

Zac: Ah-ah. ¿Qué sucede?

Vanessa le transmitió el mensaje de Alysson sobre el viaje de Nick. Zac no se lo tomó bien. Vociferó y despotricó mientras Vanessa lo escuchaba, sin hacer ningún comentario, hasta que se calmó.

Zac: Estoy en los pastos de la zona sur, reparando la cerca y tardaré una hora por lo menos en llegar a casa -parecía abatido-. Si te quedases con Alex, iría directamente al pueblo a hablar con el sheriff. Es amigo mío y creo que podrá ir a por los chicos sin tener que arrestarlos. Alysson y Miley volverán pronto del colegio...

Ness: Alysson está en casa.

Zac: ¿Por qué? -alzó la voz con preocupación-. ¿Está enferma?

Ness: No, pero está aquí. No te preocupes por ella ni por Alex, me quedaré con ellos -prometió-.

Zac estaba tan preocupado por su sobrino que Vanessa no tuvo el valor de mencionarle lo de Miley.

Zac: Vanessa, siento no haber estado ahí esta mañana. Normalmente mis horarios son más flexibles, pero hoy es el día libre de Tom y tengo que hacer su trabajo. Entré a verte esta mañana a eso de las cinco, y estabas tan profundamente dormida que no quise despertarte.

Al imaginarse a Zac observándola mientras dormía, Vanessa se sintió violenta. ¿Y si estaba roncando o haciendo alguna otra cosa incalificable?

Zac: Parecías tan tierna, dulce y tentadora, que tuve que hacer uso de toda mi fuerza de voluntad para no meterme en la cama contigo -su voz era cálida e íntima y parecía envolverla en una tela de araña de sensualidad-. Una mañana de éstas, será así, Vanessa. Me quedaré en la cama después del amanecer y tú estarás ahí conmigo.

Vanessa se quedó sin aliento. Podía imaginarse la escena muy bien... los dos tumbados en la cama... Zac reclamándola...
Su cuerpo ardió de deseo ante el sensual recuerdo de sus caricias y de sus besos, y tuvo que hacer esfuerzos para dominarse.

Ness: Tienes que encontrar a Nick -dijo con la voz ronca, intentando apartar las fantasías de su mente-.

Él se rió ligeramente, como si adivinase lo que ella intentaba hacer. Y por qué.

Zac: No te preocupes, lo encontraré y lo llevaré a casa -dijo, y bajando la voz, añadió-: Hasta luego, nena.


5 comentarios:

Anónimo dijo...

Caromix27:
Q cara...!!! osea io comento! y tu blogger maldito borras mi comentario!!
encima q ia no puedo ocmentar x mi cuenta y tengo q ponerme como anonima!! KTD!!!
Te puse AYER q me habia encantado el cap!
me gusto como era Zac en esta nove y q Nessa tb quiere 222!
comenten chicas o no vaya a ser q blogger tb borro su coment ¬¬

ҳ̸Ҳ̸ҳĸaʀყҳ̸Ҳ̸ҳ dijo...

OMG!!!!pero que capitulo dios!jajaja pobre nessa todavia no se casan y ya esta cuidando de los peques jajaja y zac esta de calenturiento,y a donde se metio nick y miley?dios si yo tuviera que lidiar con niños asi ya estaria en la micomio o como se diga jajaja siguela pronto amix me encanta esta novela
baii baii

LaLii AleXaNDra dijo...

hahahaha
me encanta..
hahaha ame el capi..
esta super..
siguela pronto
:D

이지준 dijo...

hay ojala que se
casen!!
hay estos chicos si
jajaja hace rabiar al
sexi de su tio me encanta
la nove es muy buena
bye

Anónimo dijo...

muuuuuuuuuuuuuuuuuuuy bueno

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