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domingo, 27 de enero de 2019

Capítulo 8


Ash: ¿Maui? -dijo mientras engullía un bocado de su hamburguesa con queso-. ¿Por un fin de semana? Suena poco propio de ti, Vanessa.

Ness: ¿Te parece? -hizo una pausa en su comida y lo pensó un momento-. Tal vez lo sea, pero pienso disfrutar de cada minuto de ese fin de semana. Hemos reservado una suite en un hotel que está justo sobre la playa, desde donde el folleto dice que se pueden ver las ballenas. Binoculares -dijo de pronto, y metió la mano en la cartera en busca de un bloc-. Necesito un buen par.

Ashley estiró el cuello y leyó la lista que Vanessa había comenzado.

Ash: Esa es mi Vanessa. ¿Te vas a comer todas estas patatas fritas?

Ness: No, cómetelas tú.

Enfrascada ya en su lista, Vanessa empujó su plato hacia Ashley.

Ash: Un fin de semana en Hawai suena bastante serio -dijo mientras bañaba las patatas fritas con ketchup-. ¿Lo es?

Ness: Podría ser. -Levantó la vista y el rubor de sus mejillas dijo más que mil palabras-. De veras, creo que podría serlo. Me siento muy cómoda con Mike.

Ash: Querida mía, tú te sientes cómoda hasta con un par de chanclas.

Ness: No hablo de esa comodidad. Con él puedo distenderme. Sé que no me presionará, así que puedo... dejar que las cosas sucedan cuando a mí me apetezca. Puedo hablar con él de cualquier cosa.

Las palabras salieron rápido. Demasiado rápido, pensó Ashley. Si conocía a Vanessa -y la conocía bien- apostaría el sueldo de un mes a que su mejor amiga intentaba convencerse de ello.

Ness: Mike tiene un increíble sentido de la justicia -prosiguió-. Nos interesan las mismas cosas. Y es tan romántico... No me había dado cuenta de lo maravilloso que es que alguien me mande flores y prepare cenas con velas.

Ash: Eso es porque siempre está buscando una trampa.

Ness: Sí -suspiró y cerró el bloc-. Pienso contarle lo de Jamie Thomas.

Ashley extendió el brazo y cubrió la mano de Vanessa con la suya.

Ash: Bien. Eso significa que confías en él.

Ness: Así es. Quiero una relación normal y sana con un hombre. Y por Dios que la tendré. Pero eso no podrá ser hasta que le cuente lo que me ocurrió. Mañana viene a cenar conmigo.

Ashley abandonó las patatas fritas para cogerle a Vanessa las dos manos.

Ash: Si necesitas apoyo moral, no tienes más que llamarme.

Ness: Estaré bien. Ashley, debo volver -agregó tras consultar su reloj-. Tengo un flash informativo a las veinte y treinta.

Ash: Presentarás las noticias de las diez de la noche, ¿verdad? Richard y yo te miraremos desde la cama. Y me aseguraré de que él esté desnudo.

Ness: Gracias -sacó unos billetes para pagar la cuenta-. Eso me permitirá tener una hermosa imagen mental mientras leo las noticias.


Era casi medianoche cuando Vanessa se metió en la cama. Como siempre, puso el despertador y se aseguró de que en la mesilla de noche, junto al teléfono, hubiera un bloc y un lápiz. El teléfono sonó justo cuando estaba por apagar la luz. Instintivamente, levantó el auricular con una mano y el lápiz con la otra.

Ness: Hudgens.

Mike: Has estado maravillosa esta noche.

Una oleada de placer la hizo sonreír mientras se reclinaba en las almohadas.

Ness: Gracias, Mike.

Mike: Solo quise que supieras que te estaba mirando. Fue casi tan paradisíaco como estar contigo.

Ness: Me alegro de saberlo. -Era una sensación maravillosa estar en la cama, medio adormilada, y oír la voz del hombre al que tal vez podría llegar a amar-. Estuve todo el día pensando en Hawai.

Mike: Yo también. Y en ti. -En la pantalla del televisor tenía la imagen congelada de Vanessa que había grabado, y se excitaba con esa imagen y su voz-. Estoy en deuda con Brittany Snow por habernos reunido.

Ness: Yo también. Que duermas bien, Mike.

Mike: Lo haré. Buenas noches, Vanessa.


Abrigada y contenta, Vanessa colgó. Se abrazó, se echó a reír y se permitió una fantasía. Ella y Mike caminaban por la playa mientras el sol teñía el mar de colores. Una brisa suave, palabras dulces. El cosquilleo que sentía la complació. Es normal, se dijo. Demostraba, por cierto, que ella era una mujer normal, con necesidades normales. Estaba lista para dar el siguiente paso para serlo por completo. Y se sentía impaciente.

Apenas segundos después de apagar la lámpara y acurrucarse debajo de las mantas, el teléfono volvió a sonar. Mientras reía por lo bajo, levantó el auricular en la oscuridad.

Ness: Hola -murmuró-. ¿Has olvidado algo? -Recibió un silencio como respuesta-. ¿Mike? Hola. ¿Quién es? -Pero el silencio continuó-. ¿Diga? ¿Quién es?

El clic le produjo un estremecimiento.

Número equivocado, se dijo al colgar. Pero sintió frío. Y tardó mucho en entrar en calor y quedarse dormida.


Otra persona estaba acostada y despierta en la oscuridad. La luz fantasmal de la pantalla del televisor era el único resplandor en el cuarto. En ella Vanessa sonreía, miraba la habitación, miraba directamente a los ojos de su único espectador. Su voz, tan suave, tan seductora, sonaba una y otra vez al rebobinarse la cinta en el apartado de vídeo.

«Soy Vanessa Hudgens. Buenas noches. Soy Vanessa Hudgens. Buenas noches. Soy Vanessa Hudgens. Buenas noches.»

**: Buenas noches.

El suspiro con que le contestó fue muy leve, más bien un ronroneo de placer.


Brittany había planeado meticulosamente cada detalle. De pie en el centro de su despacho, describió un lento círculo. Todo estaba listo. En el aire flotaba una leve fragancia de jazmín, proveniente de un jarrón con flores ubicado sobre la mesa, junto al sofá. Por una vez, la pantalla del televisor estaba en blanco. Los acordes suaves de una pieza de Chopin sonaban por el estéreo. Reeker había presentado un informe muy completo. Mike Crosby prefería la música clásica, un ambiente romántico y una mujer con estilo. Ella usaba el mismo traje a medida que había llevado para la grabación de aquella mañana, pero se había quitado la blusa. El cuello de la chaqueta era en V y en el escote se insinuaba encaje negro.

Exactamente a las diez en punto, contestó al timbre de su escritorio.

Britt. Sí, Cassie.

Cassie: El doctor Crosby está aquí, señorita Snow.

Britt: Muy bien. -Una sonrisa felina asomó en su cara al encaminarse hacia la puerta. Le gustaban los hombres puntuales-. Mike -extendió las manos para aprisionar la de él, mientras daba un paso adelante y ladeaba la cabeza para ofrecerle una mejilla y, de paso, darle la oportunidad de espiar ese encaje negro-. Le agradezco mucho que haya hecho tiempo para venir a verme.

Mike: Usted subrayó que era importante.

Britt: Y lo es. Cassie, ¿te importaría llevar estas cartas al correo? Después puedes ir a almorzar. No te necesitaré hasta la una -se volvió y condujo a Mike a su despacho, asegurándose primero de dejar entreabierta la puerta unos centímetros-. ¿Qué puedo ofrecerle, Mike? ¿Algo fresco? -Deslizó un dedo por su chaqueta-. ¿Algo caliente?

Mike: Estoy muy bien así.

Britt: Entonces sentémonos. -Ella volvió a tomarle la mano y lo guió hasta el sofá-. Me alegro muchísimo de volver a verlo.

Mike. Yo también de verla a usted.

Con sorpresa, la vio echarse hacia atrás y también observó que la falda se le subía por el muslo cuando cruzó las piernas.

Britt. Ya sabe lo complacida que estoy con la ayuda que me proporcionó para el programa; pero hoy le he pedido que viniera por un asunto personal.

Mike. ¿Ah, sí?

Britt: Sé que ha estado saliendo mucho con Vanessa.

Mike: Sí, es verdad. Estaba pensando llamarla para agradecerle por haber hecho, indirectamente, que nos conociéramos.

Britt: Yo le tengo mucho afecto a Vanessa. Estoy segura de que a usted le ocurre lo mismo -agregó y le apoyó una mano en la pierna-. Toda esa energía, ese entusiasmo juvenil. Es una muchacha muy hermosa.

Mike: Sí, lo es. Y muy dulce.

Los dedos de Brittany comenzaron a acariciarle la pierna.

Britt: Diría que no es para nada su tipo.

Mike: No sé qué quiere decir.

Britt: Usted es un hombre que se siente atraído por la experiencia, por cierta sofisticación. Salvo en un caso especial.

Él se puso tenso.

Mike: No sé de qué está hablando.

Britt: Sí que lo sabe. -Su voz siguió sonando agradable, pero sus ojos se transformaron en dos navajas azules-. Lo sé todo sobre usted, Mike. Estoy enterada de su tonto desliz con una tal Annie Gilby, de dieciséis años. Y de todas sus aventuras, diría que «pre-Vanessa», y los arreglos con cierta mujer que vive en Lake Shore. En verdad, me he propuesto saberlo todo sobre usted.

Mike: ¿Me ha hecho seguir? -Trató de enfurecerse, pero ya el pánico era mayor que cualquier otro sentimiento. Ella podía arruinarlo con solo una mención de paso en su programa-. ¿Qué derecho tiene usted de inmiscuirse en mi vida privada?

Britt: Ninguno en absoluto. Eso es lo que lo hace tan excitante. Y le aseguro que es excitante -agregó y se puso a juguetear con el botón superior de su chaqueta-.

Cuando él bajó los ojos para observar aquel movimiento, ella aprovechó para mirar la hora en el reloj antiguo que había detrás de él. Las once y diez. Perfecto.

Mike: Si cree que puede chantajearme para destruir mi relación con Vanessa, está muy equivocada. -Tenía las palmas de las manos húmedas, por el miedo y por la excitación que sentía. Pero la resistiría. Debía hacerlo-. Ella no es una niña. Lo entenderá.

Britt: Tal vez sí, tal vez no. Pero yo sí. -Mientras lo miraba a los ojos, Brittany se desabrochó el primer botón de la chaqueta-. Yo sí lo entiendo a usted. Y le he dicho a mi secretaria que se vaya, Mike... Para estar a solas contigo. ¿Por qué crees que me tomé el trabajo de averiguar cosas sobre ti?

Se desabrochó el segundo botón y jugueteó con el tercero y último.

Él no estaba seguro de poder hablar. Cuando por fin pudo hacerlo, las palabras fueron como granos de sal en su garganta.

Mike: ¿Qué clase de juego es este, Brittany?

Britt: El que tú quieras. -Y con la velocidad de una serpiente se abalanzó y le mordió el labio inferior-. Te deseo -susurró-. Hace mucho que te deseo. -Trepó encima de él y apretó sus pechos contra su cara-. Tú también me deseas, ¿verdad? -Brittany notó que él abría la boca y tanteaba a ciegas. Ella sintió una oleada de triunfo, de poder. Había ganado-. ¿No es así?

Mike: Sí... -comenzó a subirle la falda hasta la cintura-.


Vanessa aguardó con impaciencia a que el ascensor subiera al piso 16.

En realidad no tenía tiempo para acudir a la cita con Brittany, pero se sentía obligada a hacerlo por esa invencible combinación de cortesía y afecto.

Volvió a mirar su reloj mientras la gente bajaba y subía en el séptimo.

Pensó que Brittany se enfadaría. Y ella no tenía modo de impedirlo. Solo confiaba en que las rosas que le llevaba suavizarían su negativa.

Le debía a Brittany mucho más que unas pocas flores. Eran muchas las personas que no comprendían lo generosa y vulnerable que era Brittany Snow. Lo único que veían en ella era el poder, la ambición, la obsesión por la perfección. Si Brittany hubiera sido hombre, esos rasgos habrían sido aplaudidos. Pero como era mujer, se los consideraba defectos.

Al salir del ascensor en el piso 16, se prometió que ella seguiría el ejemplo de Brittany, y al demonio con las críticas.

Ness: Hola, Simon.

Simon: Ness. -Pasó junto a ella y de pronto se frenó en seco y retrocedió-. No es su cumpleaños, ¿verdad? Dime que no lo es.

Ness: ¿Qué? Oh. -Al ver la expresión de horror en su cara, al mirar el ramo de flores, se echó a reír-. No. Estas flores son de agradecimiento.

Simon suspiró.

Simon: Gracias a Dios. Me habría matado si lo hubiera olvidado. Esta mañana ya estaba en plan de cortar cabezas porque su vuelo se retrasó anoche.

La sonrisa cordial de Vanessa se esfumó.

Ness: Estoy segura de que solo se sentía cansada.

Simon puso los ojos en blanco.

Simon: Claro, está bien. ¿Quién no lo estaría? Yo me canso cuando viajo en ascensor. -Para demostrar su completa comprensión con los cambiantes estados de ánimo de su jefa, aspiró profundamente el aroma de las flores-. Bueno, me parece que este regalo la ayudará a cambiar de humor.

Ness: Eso espero.

Vanessa siguió avanzando por el pasillo y se preguntó si Brittany llevaría a Simon a Nueva York. Si no se llevaba a Drew... ¿cuántos de su equipo serían descartados? Simon, el eterno soltero preocupado por detalles sin importancia, podía ser una lata pero era leal.

El hecho de saber -sin que él lo supiera- que el trabajo de ese hombre corría peligro, la hizo sentirse culpable.

Cuando llegó a la oficina la encontró desierta. Intrigada, volvió a consultar su reloj. Cassie debía de haber salido a hacer algún recado. Se encogió de hombros y se acercó a la puerta del despacho de Brittany.

Lo primero que oyó fue una música suave y delicada. El hecho de que la puerta estuviera entreabierta le llamó la atención. Vanessa sabía que Brittany era obsesiva en lo referente a tenerla cerrada, estuviera ella o no dentro. Volvió a encogerse de hombros, se acercó y llamó a la puerta suavemente.

Oyó otros sonidos, no tan suaves y armoniosos como la música. Abrió un poco más la puerta.

Ness: ¿Brittany?

El nombre se le pegó en la garganta cuando vio las dos siluetas en plena lid amorosa sobre el sofá. Debería haberse alejado inmediatamente, con las mejillas arreboladas por la vergüenza; pero reconoció al hombre, y el calor se convirtió en un frío helado.

Mike tenía las manos sobre los pechos de Brittany, la cara hundida en el valle que los separaba. Incluso mientras Vanessa los observaba, esas manos, las que ella tanto había admirado por su elegancia, se deslizaron hacia abajo para tironear la falda de hilo.

Y en ese momento, Brittany giró la cabeza con lentitud y su mirada se cruzó con la de Vanessa.

Incluso en medio de su conmoción, Vanessa alcanzó a ver la rápida sonrisa, y el astuto deleite antes de que se instalara la congoja.

Britt: ¡Dios mío! -exclamó y se apretó contra el hombro de Mike-. Vanessa...

En su voz apareció el horror que no consiguió llevar a su mirada.

Él giró la cabeza. Sus ojos oscuros se fijaron en los de Vanessa. Todos los movimientos se congelaron, como si un control los hubiera fijado en una pantalla. Hasta que Vanessa gritó, se dio la vuelta y echó a correr, mientras las rosas que llevaba caían a sus pies.

Jadeaba cuando llegó al ascensor. Sentía un dolor intenso en el pecho. Apretó una y otra vez el botón de bajada. Como el ascensor no llegaba, corrió hacia las escaleras. No podía quedarse quieta, no podía pensar. Bajó dando tumbos, y el instinto le impidió caerse. Sabía solamente que tenía que alejarse, y bajó piso tras piso, mientras en las paredes resonaban sus sollozos.

Ya al nivel de la calle, embistió ciegamente contra una puerta. Llorando, la empujó hasta encontrar el picaporte. Al traspasarla, se topó con Zac.

Zac: ¡Eh! -dijo al principio divertido. Pero cuando vio la cara de Vanessa se puso serio. Estaba blanca como el papel, los ojos bien abiertos y empapados por el llanto-. ¿Te has hecho daño? -La tomó de los hombros-. ¿Qué ocurre?

Ness: Suéltame -se retorció para liberarse de él-. Maldita sea, suéltame.

Zac: No, no lo haré.

La rodeó con los brazos.

La meció y le acarició el pelo mientras ella lloraba contra su hombro. Vanessa no trató de soltarse, sino que dejó que toda la impresión y el dolor fluyeran con sus lágrimas. La presión de su pecho se alivió, del mismo modo en que una inflamación mejora con agua fría. Cuando Zac sintió que ella se calmaba, aflojó su abrazo. Con un brazo sobre los hombros de Vanessa, la condujo por el parque hasta un murete de piedra.

Zac: Sentémonos. -Sacó un pañuelo del bolsillo y se lo dio. Aunque detestaba ver llorar a una mujer, escapar lo hubiera convertido en un cobarde de la peor calaña-. Bueno, aquí puedes serenarte y contárselo todo al tío Zac.

Ness: Vete al diablo -murmuró y se sonó la nariz-.

Zac: Ese es un buen comienzo. -Con suavidad, le apartó el pelo de las mejillas húmedas-. ¿Qué ha ocurrido Vanessa?

Ella apartó la vista.

Ness: Acabo de descubrir que soy una idiota. Que no sé juzgar a la gente y que no se puede confiar en nadie.

Zac: Eso me suena como un resumen para una presentadora de noticias. -Al ver que ella no sonreía, le tomó una mano-. No llevo whisky encima, y el año pasado dejé de fumar. Así que solo puedo ofrecerte mi hombro.

Ness: Me parece que ya lo he usado.

Zac: Bueno, tengo otro.

Vanessa se sentó más erguida y cerró los ojos un momento. Tal vez fuera una idiota, pero seguía teniendo orgullo.

Ness: Acabo de pescar juntos a una mujer que consideraba mi amiga y a un hombre que casi consideraba mi amante.

Zac: Vaya, eso sí que es serio. -Y no se le ocurrió suavizar el hecho-. ¿El psicólogo?

Ness: Mike, sí. -Le temblaban los labios. Con un esfuerzo, los controló-. Y Brittany. En el despacho de ella.

Masculló una imprecación y Zac levantó la vista hacia las ventanas del piso 16.

Zac: Supongo que no existe posibilidad de que hayas entendido mal la situación.

Ella se echó a reír con amargura.

Ness: Soy una observadora entrenada. Cuando veo a dos personas, una de la cuales está medio desnuda, sobándose, sé qué ocurre. No necesito corroborarlo.

Zac: Supongo que no -asintió y permaneció un momento en silencio. La brisa susurraba a través del césped detrás de ellos y mecía el parterre de tulipanes que escribían CBC en un amarillo intenso-. Yo podría conseguir un equipo de personas con una cámara, luces y un micrófono, subir al piso 16 y convertir la vida de ese tipo en un infierno.

Ella volvió a reír.

Ness: ¿Y entrevistarlo en la escena del crimen? Es un buen ofrecimiento.

Zac: Realmente lo disfrutaría. -Cuanto más lo pensaba, más se convencía de que era la solución perfecta-. Doctor Crosby, como respetado consejero familiar, ¿cómo explica usted que lo hayan pescado con los pantalones bajados en un despacho antes del mediodía? ¿Era una visita profesional? ¿Una nueva forma de terapia que le gustaría compartir con los telespectadores?

Ness: No los tenía bajados... todavía -dijo con un suspiro-. Yo los interrumpí. Y aunque tu ofrecimiento es tentador, preferiría manejar la situación yo sola. Maldición, me han hecho sentir como una estúpida. Ella lo planeó. No sé por qué, y tampoco sé cómo, pero lo planeó. Lo vi en su ojos.

Esa noticia no lo sorprendió. Nada de lo que hacía Brittany lo sorprendía.

Zac: ¿En los últimos tiempos le has dado motivos para que se enfada contigo?

Ness: No. -Levantó una mano para apartarse el pelo y pensó. Nueva York, se dijo y estuvo a punto de reír de nuevo-. Tal vez sí. Y esta es una forma retorcida de venganza por lo que ella considera una ingratitud de mi parte. -Furiosa ahora, Vanessa lo miró-. Ella sabía lo que yo sentía por él, y lo usó. Qué sentido del tiempo y la oportunidad. Menos de una hora antes de que yo tenga que aparecer en pantalla. -Miró su reloj y se cubrió la cara con las manos-. Dios, solo faltan veinte minutos.

Zac: Tranquilízate. Le diré a Benny que estás enferma. Te conseguirán un sustituto.

Por un momento, Vanessa tomó en cuenta su ofrecimiento. Pero entonces recordó la sonrisa satisfecha de Brittany.

Ness: No. Ella lo disfrutaría demasiado. Puedo cumplir con mi trabajo.

Zac la observó. Tenía las mejillas surcadas por lágrimas y sus ojos lucían enrojecidos e hinchados, pero estaba decidida.

Zac: En Kansas las crían muy valientes -dijo con tono de aprobación-.

Ella levantó un poco el mentón.

Ness: Ya lo creo que sí -afirmó-.

Zac: Te acompaño a la sala de maquillaje.

Ella no dijo nada hasta que cruzaron el parque y traspusieron la puerta.

Ness: Gracias.

Zac: De nada.

Mantuvo con ella una conversación intrascendente hasta que llegaron a la sala de maquillaje. Le llevó hielo para los ojos, agua para la garganta, y después se quedó para charlar mientras ella disimulaba con cosméticos lo peor del daño. Pero él pensaba, y sus pensamientos no eran nada bondadosos.

Zac: Así está bastante bien. Ponte un poco más de colorete.

Zac tenía razón. Vanessa se pasó la brocha por las mejillas. Y entonces vio el reflejo de Mike en el espejo. La mano le tembló antes de apartar la brocha.

Mike: Vanessa, te he estado buscando.

Ness: ¿Ah, sí? -Sintió que Zac se replegaba junto a ella, como un leopardo a punto de saltar sobre su presa, y le puso una mano sobre el brazo. Con un estremecimiento, ella comprendió que atacaría a ese hombre ante la menor señal suya, idea que no era tan poco atractivo como ella quisiera pensar-. Yo he estado aquí -dijo con frialdad-. Tengo que hacer mi programa.

Mike: Ya lo sé. Yo... -La miró con expresión suplicante-. Te esperaré.

Ness: No es necesario. -Qué extraño, pensó. Se sentía poderosa. Invencible. No parecía existir ninguna relación entre la mujer que era en ese momento y la que había salido corriendo y llorando del despacho de Brittany-. Puedo concederte un par de minutos. -Con calma, se irguió y miró a Zac-. ¿Te importaría dejarnos a solas?

Zac: Claro -extendió el brazo y le levantó un poco el mentón con los dedos-. Te ves muy bien, Kansas.

Y con una gélida mirada a Mike, salió del cuarto.

Mike. ¿Era necesario meterlo a él en un asunto privado nuestro?

Vanessa lo interrumpió con una mirada.

Ness: ¿Realmente tienes el descaro de criticarme en un momento como este?

Mike: No -dejó caer los hombros-. No, por supuesto que no. Tienes razón. Es solo que esta situación ya me resulta suficientemente difícil y embarazosa sin que corra la voz por toda la sala de redacción.

Ness: Zac tiene cosas más importantes de que hablar que tu vida sexual, Mike. Te lo aseguro. Ahora, si tienes algo que decir, será mejor que lo digas. Solo me quedan unos minutos.

Mike: Vanessa -dio un paso adelante y habría extendido los brazos hacia ella si el fulgor en sus ojos no le hubiera advertido que no lo hiciera-. No tengo excusa para lo que sucedió... o casi sucedió. Pero quiero que sepas que no hay nada entre Brittany y yo. Fue solo un impulso -prosiguió hablando rápido al ver que Vanessa permanecía callada-. Fue algo puramente físico y sin ninguna importancia. No tuvo nada que ver con lo que siento por ti.

Ness: Estoy segura de que no. Y te creo. Creo que fue una reacción sexual e impulsiva, sin importancia.

Mike sintió alivio. No la había perdido. Se le iluminaron los ojos y extendió los brazos.

Mike: Sabía que lo entenderías. Desde el momento en que te vi por primera vez supe que eras una mujer suficientemente generosa para aceptarme y comprenderme. Por eso tuve la certeza de que éramos el uno para el otro.

Inmóvil como una estatua, ella lo miró.

Ness: Aparta tus manos de mí.

Mike: Vanessa -aflojó apenas la presión de sus manos-.

Ness: He dicho que me sueltes -insistió. Una vez libre, retrocedió y respiró hondo-. Y he dicho que te creía, Mike, y es verdad. Lo que hiciste con Brittany no tuvo nada que ver con tus sentimientos hacia mí. Sin embargo, tuvo todo que ver con lo que yo sentía por ti. Confié en ti, y has traicionado esa confianza. Eso hace que sea imposible que nos separemos como amigos. De modo que, sencillamente, nos separaremos.

Mike: En este momento te sientes herida, y eso te hace no ser razonable.

Era como con Patricia, pensó. Tan parecido a lo de Patricia.

Ness: Sí, estoy dolida. Pero soy muy razonable. Tengo por costumbre ser razonable. Notarás que no te estoy diciendo todos los insultos que se me cruzan por la cabeza.

Mike: Consideras esto culpa mía. Como una debilidad. -Al confiar en su habilidad como mediador, cambió de táctica-. Lo que todavía no has podido ver es tu parte en lo ocurrido. Tu responsabilidad. Estoy seguro de que concuerdas conmigo en que ninguna relación exitosa es fruto de los esfuerzos de una sola parte. Todas las semanas que hemos salido juntos yo me he mostrado paciente y esperado que tú permitieses que nuestra relación avance hacia la fase natural y muy humana del placer físico.

Vanessa no creía que él pudiera volver a lastimarla. Pero se equivocaba.

Ness: ¿Me estás diciendo que porque no quise acostarme contigo, te obligué a caer en brazos de Brittany?

Mike: No estás viendo los matices, Vanessa -dijo con voz paciente-. Yo respeté tus deseos, tu necesidad de un progreso lento. Al mismo tiempo, a mí me resulta imprescindible satisfacer mis propias necesidades. Brittany fue sin duda un error...

Ella asintió.

Ness: Comprendo. Me alegro de que esto se haya aclarado, Mike, antes de haber ido más lejos. Ahora me mostraré muy razonable al decirte que te vayas a la mierda.

Y avanzó hacia la puerta, pero él le bloqueo el paso.

Mike: Todavía no hemos terminado, Vanessa.

Ness: Yo he terminado contigo, y eso es lo único que cuenta. Los dos cometimos una equivocación, Mike, una equivocación muy grande. Ahora apártate de mi camino, y mantente lejos antes de que yo cometa otra equivocación cuando te arranque la piel a tiras.

Muy tieso, él se hizo a un lado.

Mike: Hablaremos de esto cuando te hayas tranquilizado.

Ness: Pero si estoy tranquila -murmuró al dirigirse al estudio-. Estoy muy tranquila, grandísimo hijo de puta.

Traspasó las puertas del estudio y ocupó su lugar detrás del escritorio del presentador de las noticias.

Zac la observó durante todo el primer bloque. Cuando se convenció de que estaba tranquila y controlaba la situación, salió y se dirigió al ascensor.


Mientras celebraba su éxito con una copa de champán, Brittany vio las noticias del mediodía en su oficina. No le importaban las palabras ni las imágenes, lo que le interesaba, incluso la fascinaba, era Vanessa. Tenía un aspecto sereno y dulce... salvo por los ojos. Brittany se habría sentido muy decepcionada si no hubiera notado la furia reprimida en su mirada.

Britt: Fue un golpe directo -murmuró, encantada-.

Yo gano, pensó de nuevo, pero no pudo evitar sentir admiración por Vanessa.

Acurrucada en el sillón de cuero detrás del escritorio, bebió y sonrió, y por último levantó su copa en un brindis silencioso por Vanessa.

Zac: Tiene estilo, ¿verdad? -preguntó desde la puerta-.

Brittany siguió bebiendo y observando atentamente la pantalla.

Britt: Ya lo creo. Podría llegar muy lejos con un buen maestro.

Zac: ¿Ese es el papel que te has adjudicado? -cruzó la habitación, rodeó el escritorio y se paró detrás del sillón de Brittany-. ¿Piensas enseñarle las cosas a tu manera, Brittany?

Britt: Mi manera funciona. Ness sería la primera en contarte lo generosa que he sido con ella.

Zac: Te da miedo, ¿no es así?

Colocó las manos sobre los hombros de Brittany y la sostuvo con firmeza para que los dos viesen la imagen de Vanessa.

Britt: ¿Por qué habría de asustarme?

Zac: Porque tiene algo más que estilo. Tú ya tienes suficiente como para que eso te preocupe. Ella tiene inteligencia, pero tú también la tienes. Pero ella te supera, Brittany. Porque tiene clase. Es algo innato en ella. -Sus dedos se clavaron más cuando Brittany intentó moverse. Él ignoraba con cuánta precisión había dado en el blanco-. Eso es algo que tú jamás tendrás. Por más que te pongas tus perlas y tus trajes de mil dólares, eso no significa nada. Porque la clase es algo que no se puede poner si no se posee. No se puede comprar ni simular. -Hizo girar el sillón para que quedaran frente a frente-. Jamás tendrás eso. Por eso ella te asusta, y tuviste que encontrar la manera de demostrarle quién era la que mandaba.

Britt: ¿Ella acudió enseguida a ti, Zac? -Se sentía muy alterada, mucho más de lo que se atrevía a reconocer, pero levantó su copa y bebió con delicadeza, aunque tuvo la sensación de que ahora la bebida era más una ayuda-. ¿Estaba desesperada y acudió llorando a ti para que la consolaras?

Zac: Qué gran hija de puta eres Brittany.

Britt: Siempre te gustó esa faceta mía -se encogió de hombros-. Lo cierto es que lamento haberla herido así. Es obvio que Mike no era el hombre que le convenía, pero sé que Vanessa lo quería mucho. Pasó que sencillamente él se sintió atraído por mí, y yo por él -explicó, como para convencerse a sí misma de que era así-. Pero las cosas se salieron de control y yo me culpo absolutamente de ello. Fue un accidente, algo que ocurrió sin que me lo propusiera.

Zac: Y un cuerno. Tú ni siquiera respiras sin pensarlo antes.

Britt: No estés celoso, Zac.

Zac: Qué patética eres. ¿Creíste que con esa estratagema la doblegarías?

Britt. Si ella lo hubiera amado, sí. De modo que quizá le hice un favor.

Él se echó a reír.

Zac: Sí, quizá sí. Pero en realidad me hiciste un favor a mí. La deseo, y tú me despejaste el camino.

No hizo falta que él tratara de esquivar la copa que Brittany le arrojó: fue a dar contra la ventana, a quince centímetros de su cabeza. El cristal se hizo pedazos. Encantado, Zac se metió las manos en los bolsillos.

Zac: Sigues teniendo mala puntería.

Ya no había risas, ni el arrepentimiento que ella había tratado de convencerse de que sentía. Solo había furia.

Britt: ¿Crees que ella te aceptará cuando escuche todo lo que yo puedo contarle sobre ti?

Zac: ¿Crees que te escuchará después de lo que hiciste? Esta vez has ido demasiado lejos. No vendrá llorando a ti. Capeará la tormenta y saldrá más fortalecida. Y tú tendrás que empezar a cuidarte las espaldas.

Britt: ¿Acaso piensas que puede preocuparme una insignificante lectora de noticias? Solo tengo que hacer una llamada y la despedirán. Así como así -dijo y chasqueó los dedos-. ¿Quién crees que ha sacado a flote este canal durante los últimos dos años? ¿Adónde crees que irá cuando yo me haya ido?

Zac: De modo que te vas... Bueno, felicidades y bon voyage.

Britt: Así es. Cuando empiece la nueva temporada estaré en Nueva York, y mi programa será producido por mi propia compañía. Las emisoras de la CBC se arrastrarán y tendrán que pagar lo que yo pida para poner al aire mi programación. En dos años seré la mujer más poderosa de la televisión.

Zac: Es posible. Por un tiempo.

Britt: Seguiré estando en la cima de los índices de audiencia cuando tú trates de conseguir un espacio de dos minutos en las noticias de última hora -temblaba, su furia acicateada por una oleada de inseguridad-. La gente me quiere. Me admira. Me respeta.

Zac: Yo también... antes.

Ambos giraron la cabeza hacia la puerta, donde se encontraba Vanessa, pálida debajo de su maquillaje. Notó, sin sorpresa, que Brittany había salvado la mayor parte de las rosas y las había colocado en un lugar prominente del escritorio.

Britt: Vanessa -con lágrimas en los ojos, cruzó la habitación hacia ella-. No sé cómo disculparme.

Ness: Por favor, no lo hagas. Puesto que solo estamos aquí los tres, creo que podemos ser sinceros. Sé que planeaste todo el episodio, que arreglaste las cosas para que yo entrara aquí en el momento justo.

Britt: ¿Cómo puedes decir una cosa así?

Ness: Vi la expresión de tu cara -le falló un poco la voz, pero se serenó. Estaba decidida a no perder el control-. Te vi la cara -repitió-. No estoy segura de si fue porque querías demostrarme que me equivocaba con respecto a Mike, o porque yo no quise aceptar tu ofrecimiento. Tal vez fue una combinación de ambas cosas.

Britt: Deberías conocerme mejor.

Ness: Sí, debería haberte conocido mejor. Pero quería creer en ti. Quería sentirme halagada por tu amistad, pensar que habías visto algo en mí. Así que me quedé en la superficie.

Britt: De modo que estás dispuesta a renunciar a nuestra amistad por culpa de un hombre.

Ness: No. No lo hago por ningún hombre sino por mí. Quería que lo supieras.

Britt: Te di mi tiempo, mi ayuda, mi afecto -saltó-. Nadie me rechaza.

Ness: Entonces supongo que soy la primera. Buena suerte en Nueva York.

Y muy buen libreto el mío, se dijo Vanessa al abandonar la habitación. Un libreto excelente.

Zac: No olvides cuidarte las espaldas -le aconsejó a Brittany al cerrar la puerta tras de sí-.




Wow! ¡Vaya capítulo!
No me gustó lo que le hizo Britt a Ness, pero por lo menos ahora sabemos que Mike no es trigo limpio.

¡Gracias por leer y comentar!

2 comentarios:

Caromi dijo...


Ness: Pero si estoy tranquila -murmuró al dirigirse al estudio-. Estoy muy tranquila, grandísimo hijo de puta.

Hasta ahora mi escena favorita xD, ya se veia venir que Mike era una rata, pero hecharle la culpa a ness?? Ahora si se paso de hijo de puta
Muy buen capi, pon el otro pronto

Maria jose dijo...

Wooowww que capitulo
Todo me lo imagine como una scena de drama
Digna de un oscar
Que buena esta la novela
Siguela pronto

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