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lunes, 5 de diciembre de 2016

Capítulo 10


Zac: Brittany, ¿te acuerdas de Ness Hudgens?

La secretaria de Zac le echó una mirada a Ness.

Britt: Oh, sí.

Ese primer día, Ness había hecho un esfuerzo. Zac se dio cuenta de que había intentado adoptar ese aspecto duro de mujer de carrera al vestirse con un traje azul marino muy entallado y controlar sus bucles en un moño algo informal. El traje le gustaba, pero hubiera preferido que se dejara el pelo suelto.

Zac: Ness va a trabajar aquí con nosotros.

Britt: Ah, muy bien.

Zac la miró como diciendo: «cambia la cara si quieres ascender».

Britt: Qué estupenda noticia -sonrió de oreja a oreja-.

Ness: Estoy segura de que nos llevaremos a las mil maravillas -dijo con una sonrisa no falta de exageración-.

Zac carraspeó.

Zac: Ness va a ayudarme con el proyecto del Manual Doméstico. Ya conoce a Tess, y me ha estado ayudando con los niños toda esta semana pasada. Todas las llamadas que tengan que ver con el manual pásaselas a Ness y ella me informará directamente. ¿Alguna pregunta?

Ness: ¿Dónde está mi mesa? -dijo sin preámbulos-.

Zac: El despachito D. Ahora te lo enseña Brittany. ¿Brittany, puedes también programar los teléfonos y enseñarle a Ness cómo funciona su buzón de voz? Y envía un correo electrónico detallando su ubicación y número de teléfono. Yo la presentaré al resto de la plantilla en la reunión.

Mike: Hola Ness. Bienvenida a Efron -se detuvo junto a la mesa de Brittany para darle unos documentos y después se acercó a ellos-. Me he enterado de que has ayudado mucho a Zac con mis hijos esta semana pasada. Quería darte las gracias.

A Ness se le iluminó la cara.

Ness: No hace falta… En realidad disfruté mucho y, además, los echo de menos.

Mike: Bueno, los llevaría a que te hicieran una visita, pero ya sabes cómo es la gente de vuestra urbanización -dijo, arqueando las cejas-.

Ness: Me gustaría volver a ver a los niños -dijo con nostalgia, sin percatarse del sarcasmo implícito en la contestación de Mike-.

Mike: Zac, tienes que llevarla un día a casa.

Mike le guiñó un ojo a su hermano pensando que lo estaba provocando. Qué poco sabía lo mucho que habían cambiado las cosas en la semana que había pasado fuera.

Zac: ¿Qué os parece el fin de semana que viene? -sugirió-.

Tras mirarlo sorprendido, Mike añadió en tono agradable.

Mike: Espera a que hable con Stephanie y ya os digo cuál es la mejor hora y todo eso.

Le dio unas palmaditas a su hermano en el brazo, hizo un gesto con la cabeza para despedirse de Ness y se fue a su despacho.

Aquella conversación no se le escapó a Brittany, que empezó a mirar a Ness con más respeto.

Zac se alegró de tener un problema menos.

Zac: Te dejo con Brittany -sonrió a Ness para darle ánimos-. Llámame si necesitas algo.

Entonces se metió en su despacho. Lo había echado de menos.

A medio día, Ness tenía ya el moño medio caído. A las tres de la tarde, se sentía ya tan a gusto en la oficina que se quitó los zapatos y anduvo por allí descalza, sólo con las medias.

Pero cuando llegó el jueves, Zac se dio cuenta de que había pasado de tomarse demasiadas confianzas a tomárselas todas.

Llegó a la hora de siempre, pero Brittany no estaba en su sitio. Pensándolo bien, recordó que al pasar no había visto a mucha gente en su sitio. Se acercó a la mesa de Ness con curiosidad. Tampoco estaba allí, pero se veía que había estado.

Sorprendentemente, el espacio de trabajo de Ness se asemejaba a su abarrotado apartamento. Había un montón de hojas sujetas a un panel con chinchetas. Ciertamente, el material del panel estaba preparado para que se pudieran usar chinchetas y grapas, pero Zac no animaba a sus empleados a colgar papeles de la pared, sino a archivarlos.

El cajón archivador de Ness estaba vacío, a excepción de un paraguas, una caja de medias y una manzana.

Todas las superficies del espacio estaban cubiertas de hojas, material de oficina y hojas adhesivas, incluido el teléfono. Pequeños muñequitos de plástico, de esos que regalaban en las bandejas de comida preparada, descansaban sobre el ordenador. Había colocado una gárgola entre su espacio y el de al lado; junto a la figura había otra idéntica que miraba en dirección opuesta. Zac se acercó a la mesa contigua y no le gustó lo que vio: un montón de tebeos y adhesivos de los que venían en las galletas llenaban la pared.

Caminó por los pasillos, notando que la influencia de Ness había llegado a todas partes. En vez de asimilar Ness las Normas Efron, los empleados de Efron habían asimilado el desorden de Ness.

¿Y dónde se había metido todo el mundo?

Oyó risas provenientes de la salita donde los empleados tomaban café y descubrió a la mayoría de ellos metidos en la habitación.

Ness: ¡Hola, Zachy!

Se oyeron unas risitas después del saludo de Ness, ya que todos sabían lo mucho que odiaba que lo llamaran Zachy. ¿Por qué no se acordaba?

Ness: He preparado una de mis especialidades: molletes de avena, germen de trigo y salvado. Por aquí nadie toma la fibra necesaria para estar en forma. He utilizado arándanos secos en lugar de pasas. ¿Quieres uno?

No, no quería. Lo que quería era gritarle a todo el mundo que volviera al trabajo. Con sólo una mirada vio que eso era lo que esperaban.

Pero al mirar a Ness, con esa expresión en su rostro de querer complacer, se dio cuenta de que, si se ponía a criticarla en público, se vendría abajo.

Zac: Claro, dame uno -le dio un mordisco-. Está bueno -asintió mirando a los presentes y dijo con tranquilidad-. A trabajar todo el mundo.

Enseguida se quedaron solos en la salita. Dejó lo que quedaba del mollete sobre una servilleta y se limpió los dedos.

Ness: ¿No te gusta?

Zac: Sí, está rico, pero he desayunado a las 6:42 de esta mañana.

Ness dejó de sonreír.

Ness: Bueno, esto es un tentempié.

Zac: La jornada Efron empieza sin dilación a las ocho en punto de la mañana. Si alguien quiere tomar algo debe hacerlo antes de esa hora.

Ness le echó una mirada al reloj de esfera gigante que llevaba en la muñeca.

Ness: Sólo son y diez.

Zac: Son las ocho y trece minutos. Eso significa que cada empleado de los que estaba aquí ha perdido trece minutos de trabajo. He contado una docena, incluida tú. Trece minutos multiplicados por doce personas son ciento cincuenta y seis minutos de trabajo perdido; es decir, más de dos horas y media.

Ness dejó el plato de molletes sobre la encimera con rabia.

Ness: ¡Bueno, perdone, señor Miserable!

Entonces se fue hacia su mesa muy indignada.

Zac no había terminado la discusión, pero sería mejor continuar con ella cuando ambos se hubieran tranquilizado.

Volvió a su despacho, evitando de camino pasar junto a la mesa de Ness. Él también iba ya retrasado y al llegar le hizo una seña a Brittany para que le entregara todos los mensajes que había anotado desde el día anterior.

Durante la primera hora de trabajo, Zac estuvo ocupado haciendo llamadas, o más bien dejando mensajes en los contestadores. Después se ocupó de varias pequeñas tareas que le llevaron unos cinco minutos. Para evitar que se le amontonaran o que le llevaran más tiempo del que merecían, las realizaba todas juntas. Esa era otra de las normas Efron.

Brittany entró en su despacho descalza.

La influencia de Ness había echado raíces más rápidamente de lo que habría imaginado. Zac no podía concentrarse en lo que le estaba contando Brittany.

¿Cómo podía una empleada ejercer una influencia tan grande, y tan terrible, en tan poco tiempo?

¿Qué estaba pasando?

Apartó a un lado la carpeta que Brittany le había llevado, abrió el cajón archivador de su mesa y sacó los formularios de análisis de la empresa.

Iba a analizar objetivamente esa situación como si estuviera haciendo un análisis de cualquier otra empresa.

Veintitrés minutos después no había encontrado ninguna solución. Entonces, llamó a la puerta del despacho de Mike.

Mike: ¡Pasa!

Cuando Zac entró vio a su hermano al teléfono, y lo peor era que estaba hablando con Stephanie. Estaba haciendo una llamada personal durante el horario de trabajo.

Hasta Mike estaba olvidando los principios de la filosofía Efron.

Mike: ¿Qué ocurre? -preguntó alegremente mientras colgaba el teléfono-.

Zac: Quizá tú puedas decírmelo -en vez de sentarse, se empezó a pasear por el despacho-. Al llegar me he encontrado a la mayoría de los empleados celebrando una fiesta en la cocina. Y por si fuera poco, sus espacios de trabajo están hechos una porquería. Y encima, todo el mundo va descalzo.

Mike: Es la influencia de Ness.

Zac: ¡Lo sé! Lo que no sé es cómo o por qué.

Zac le enseñó a su hermano el análisis que había trazado de la situación y Mike se echó a reír.

Mike: No hay ningún misterio. Le has dado a Ness un trato preferente y todo el mundo se ha dado cuenta.

Zac: No es cierto.

Mike: ¿No? Hace un par de semanas llegó aquí, le dio una pataleta y consiguió entrar a verte. Ahora está trabajando aquí como ayudante tuya en un proyecto que tendrá un gran impacto en la empresa.

Zac: Todo esto ha ocurrido sin que yo lo planeara; además, es sólo temporal.

Mike: Pero eso no lo sabe nadie. ¿Y no se te ha ocurrido que hay varias personas a las que deberías haber considerado para ese ascenso?

Zac: No es ningún ascenso.

Mike: ¡Oye, Ness es la ayudante de dirección!

Lo mismo que le había pedido Brittany. Lo mejor sería que se lo ofreciera inmediatamente a su secretaria.

Zac: Esto es obra de Tess… Ness es más como una ayudante de proyecto.

Mike: Actúa como si fuera la ayudante de dirección… ¿Me entiendes? Te informa directamente a ti y no le da cuentas a nadie más. Hace lo que le viene en gana y nadie le dice nada; la gente se da cuenta de esas cosas, Zac.

Mike tenía razón. Zac se dejó caer en un sillón y se cubrió la cara con las manos.

Zac: ¿Qué debo hacer?

Mike: Deberías deshacerte de ella, pero no vas a hacerlo porque estás enamorado.

Enamorado de Ness. No se molestó en negarlo, ni siquiera a sí mismo.

Zac: ¿Lo saben todos?

Mike: Probablemente sí. Pero Ness les gusta -sonrió-. A Stephanie y a mí también nos gusta.

Zac resopló y dio rienda suelta a las frustraciones de una semana entera.

Zac: No sé por qué la quiero. Es muy desorganizada, eso lo sé, pero cuando estaba con los niños era tan eficiente. Pensé que era cuestión de enseñarla y que la ayudaría ver la filosofía Efron en la práctica. Creí que querría aprender.

Mike: Pobre Zac -pero tenía más cara de guasa que de pena-.

Zac: ¿Y dónde está esa eficiencia? -sacudió la cabeza-. Ha perdido algunos papeles, está llamándome constantemente para preguntarme cosas, no ha completado varios informes a tiempo. Además, ni siquiera sabía qué estaba haciendo porque no ha escrito ningún informe de progreso. En vez de intentar ceñirse a la programación, se pasa el día entero repasando esa programación… ¡O bien decorando su mesa!

Mike: ¿Por qué le pides a Ness informes diarios y semanales al resto?

Zac: Pensé que eso le ayudaría a adquirir habilidad para organizar y así sabría lo que está haciendo.

Mike: Está haciendo su trabajo, Zac, y lo está haciendo muy bien. ¿Por qué crees que ha empezado a tener tanta influencia sobre el resto de la gente? Es porque ha estado entrevistando a toda la plantilla sobre su vida en familia, tal y como tú se lo pediste. Sí, es verdad que sus métodos son poco ortodoxos, pero está recabando información que nosotros jamás podríamos conseguir. Cae bien a la gente, por eso hablan con ella.

Zac: ¿Cómo sabes todo esto?

Mike: La he visto y se lo he oído decir a Tess.

Zac: ¿Has hablado con Tess?

Mike lo miró seriamente.

Mike: Zac, estás desarrollando una tendencia a querer controlarlo todo. Sabes que eso no resulta eficiente.

A Zac le molestaba muchísimo que su hermano tuviera razón.

Zac: Y Ness tampoco lo es.

Mike: Quizá no trabaje como tú desearías que lo hiciera, pero está progresando en la recopilación de datos para el manual.

Zac: Tendré que fiarme de tu palabra -dijo en tono muy seco-.

Mike se levantó de su asiento y dio la vuelta a la mesa.

Mike: Hay muchas parejas que no pueden trabajar juntas; seguramente yo no podría trabajar con Stephanie.

Zac: Es mucho peor que eso. No creo que pueda vivir con ella. Si vieras su apartamento… Está peor que su mesa.

Mike: No me había dado cuenta de que las cosas entre vosotros habían llegado tan lejos.

Zac: No lo han hecho, pero habrá que enfrentarse al asunto.

Mike: ¿Le has dicho lo que sientes?

Zac: No.

Mike: ¿Cómo? ¿Es que esperas que te adivine el pensamiento?

Zac: Pues no, pero…

¿Es que no veía cómo vivía él? ¿Acaso no había leído el manual de personal de la empresa?

Zac: Hablaré con ella.

Zac continuó con su abreviada rutina matinal antes de llamar a Ness a su despacho.

Entró rebosando entusiasmo, sonriente, iluminando la habitación con su alegría. Parecía que lo había perdonado por la reprimenda de la mañana.

Ness le echó los brazos al cuello y lo besó, haciendo caso omiso de lo que le había ordenado Zac, es decir, que mantuvieran al margen su relación personal durante las horas de trabajo.

Ness: Oh, Zac, siento haberme enfadado. Me desagrada tanto enfadarme contigo. No pensé que un par de minutos fueran tan importantes para ti, pero veo que lo son y, al fin y al cabo, ésta es tu empresa. Intentaré no olvidarlo y hacerlo lo mejor posible.

Zac se sentía como un cerdo.

Ella lo besó hasta que él murmuró una protesta. Ness se apartó riéndose.

Ness: ¿Qué ocurre? He echado el pestillo de la puerta.

Zac: No me dejas concentrarme.

Zac quiso sentarse al otro lado de la mesa para no estar tan cerca de Ness. Esta sonrió, claramente satisfecha consigo misma.

Ness: Oye, tengo muy buenas noticias en referencia al manual. Doug, que está en la mesa de al lado, me ha enseñado a utilizar Internet. Claro que había oído hablar de ello, pero pensé que era algo para locos de la informática.

Zac asintió.

Ness: Pues resulta que hay montones de información en Internet. ¡Puedo lanzar mi encuesta y obtener respuestas de todo el mundo! Por eso quería verte; pensé que sería mejor pedírtelo primero.

Zac: Has pensado bien.

Ness: ¿Es que no te parece una buena idea?

Zac: Podría serlo -dijo, intentando no desanimarla-. Pero preferiría que los abogados le echaran primero un vistazo. Siéntate.

Ness: Muy bien -se sentó y lo miró con expectación-.

Zac: Necesito comentarte un par de cosas. ¿Has tenido oportunidad de leer el manual del personal?

Ness se miró las manos.

Ness: No lo he terminado.

Zac sospechó que ni siquiera lo había empezado.

Zac: Necesitas hacerlo. Sabes, mi empresa hace negocio enseñándole a otras empresas métodos más eficientes para llevar sus negocios.

Ness: Eso lo sé.

Zac: No puedo vender modelos de eficiencia a otras compañías si la mía propia no los pone en práctica. Es por eso que insisto a mis empleados para que sigan las Normas Efron para la Gestión del Tiempo.

Ness: He estado leyendo algo de eso en tu libro.

Zac: Ness, tú también necesitas seguir esas normas.

Ness: ¿Y quién puede acordarse de todas?

Zac: Los miles de personas que han asistido a mis seminarios no han tenido dificultades para hacerlo.

Ness: A lo mejor es que no te lo han dicho.

Zac: Ness, las normas básicas están en el manual de los empleados. Por favor, te pido que te familiarices con ellas. Empieza por el capítulo que trata sobre el mantenimiento del espacio de trabajo. Intento disuadir a la gente de que cuelgue papelitos y recortes en las paredes. La desorganización lleva a la ineficiencia.

Ness: En mi caso no es así.

Zac: No puedo permitir que ignores la política de la empresa mientras insisto al resto de los empleados para que la sigan.

Ness: ¿Aunque sea una política ridícula?

Zac: Aunque lo sea.

Ella sonrió provocativamente y Zac se dio cuenta de que no le estaba tomando en serio.

Zac: Por favor, limpia tu mesa y quita los muñecos y los dibujos.

Ness: Iré a limpiar mi mesa y me convertiré en una esclava, como el resto de tus empleados.

Zac: No quiero que seas una esclava.

Ness: ¿Te has preguntado alguna vez que el método más eficiente puede no ser el mejor? Somos seres humanos; eso tienes que tenerlo en cuenta.

Zac: Lo he hecho, me creas o no. Y eso es otra cosa que quiero discutir contigo. La semana que he pasado con Alex y David me ha hecho darme cuenta de que había subestimado el efecto que causan los niños en la vida de un trabajador. La preocupación que acompaña el cuidado de los niños tiene que afectar por fuerza el rendimiento de los empleados. Estoy pensando en establecer una guardería de emergencia aquí en el edificio. No creo que podamos ofrecer servicios a jornada completa pero seguramente podremos…

Ness: ¡Oh, Zac! -corrió hasta él, se sentó en sus rodillas y lo abrazó-. ¡Es maravilloso! Haciendo las entrevistas no hacía más que oír a la gente lamentándose del problema de dejar a los niños a cargo de otras personas. Lo verás en mis anotaciones. ¡Sabía que había una razón por la cual me enamoré de ti!

Zac: ¿Quiere eso decir que estás dispuesta también a encargarte de investigar para ese proyecto?

Ness: ¿Puedo?

Zac asintió aliviado. Ness acabaría entrando en razón y todo iría bien.


Pero las cosas no fueron bien. A finales de la semana siguiente, Zac le sugirió a Ness trabajar desde casa, ya que se pasaba la mayor parte del tiempo visitando las guarderías de la ciudad. Ella accedió, visiblemente aliviada.

Intentaba seguir las Normas Efron, él lo sabía, pero su incapacidad para lograrlo estaba afectando su relación de pareja.

Cuando por tercera vez tuvo que esperarla porque no encontraba un zapato, el bolso, o cualquier otra cosa que hubiera perdido entre el barullo de cosas que la rodeaban, Zac tomó una decisión.

Zac: ¿Ness?

Ness: El vale estaba aquí ayer; estoy segura -dijo rebuscando entre un montón de papeles-.

Zac: No pasa nada, olvídalo.

Ness: Pero no quiero que pagues el importe completo teniendo yo un vale.

Zac: No me voy a arruinar.

De todas formas, no le gustaba tanto el pescado frito.

Ness: Sólo porque puedas permitírtelo no quiere decir que tengas que pagar el importe completo… ¡Aquí está! -con gesto triunfante, le dio el recibo de la tienda de comestibles-. El vale está por detrás.

Zac: Muy bien. ¿Ness?

Ness: ¿Qué?

Estaba metiendo el recibo en su bolso, que también había tenido que buscar porque no lo encontraba.

Zac: Tenemos que organizar este lugar.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Bueno, necesitas un sitio donde trabajar y archivar tus papeles.

Señaló la mesita de centro que había delante del sofá.

Ness: Ahí es donde trabajo.

Zac: También existe la posibilidad de que tengas que mudarte en un par de semanas, si la junta rechaza tu recurso -habría preferido no sacar el tema-. En ese caso, tendrías que organizar todas tus cosas.

Ness: ¿No podría simplemente mudarlas de sitio tal y como están?

La expresión de angustia en su rostro le indicó que tenía delante un caso clínico. La situación requería mucho tacto.

Zac: Hemos estado trabajando juntos en un sistema de administración para el hogar. Necesito probar su eficacia -dijo, señalando todo lo que había a su alrededor-. ¿Qué mejor lugar para probarla que éste? Podríamos hacerlo este fin de semana. En realidad, podríamos ir a comprar recipientes y clasificadores. Será divertido.


Pero resultó que el sábado no fue nada divertido. Ness ponía pegas por cada cosa que Zac desechaba, hasta que pensó que se iba a volver loco de frustración. Afortunadamente, Ness había planeado visitar una guardería infantil mientras estaba cerrada el fin de semana. Zac le sugirió que se llevara al director a comer y que él pagaría la invitación.

Mientras Ness estaba fuera, se dedicó a ordenarlo todo tan rápidamente como le fue posible. Seleccionó los montones de papeles, quedándose con las facturas y tirando el resto. Organizó sus cajones y armarios, pero dejó la ropa. Le gustaría haberle quemado los muebles, también. De ninguna manera iba a meter nada de eso en su elegante apartamento.

Aún no le había hablado de matrimonio, pero, cuando se habituara a ese nuevo estilo de vida, sabía que lo haría. Sonrió mientras tiraba a la basura una cacerola vieja y fea. Su matrimonio sería el premio que Ness recibiría por llevar una vida organizada.

Ness: ¿Dónde están todas mis cosas?

Abrió un cajón y lanzó una exclamación; abrió otro e hizo lo mismo.

Zac había estado esperando fervientes manifestaciones de gratitud. Había creído que se pondría a dar vueltas por la habitación con los brazos extendidos, deleitándose con la gran cantidad de espacio.

Y, la verdad, también esperaba que protestara un poco.

Ness: ¿Qué has hecho?

Ness estaba en su diminuta cocina, con las puertas de los armarios abiertas de par en par.

Zac: He tirado todos los platos que estaban rajados o desportillados y un par de cazuelas horrorosas. Ah, y también cientos de cierres de alambre plastificado. Creo que se han reproducido en el cajón.

Ness: Entonces, ¿qué platos se supone que voy a usar cuando vengan mis amigos?

¿Les ponía platos desportillados a sus amigos?

Ness: Y la cazuela… Era mi cazuela para hacer sopas. Cabía la cantidad suficiente de sopa para dar de comer a todo el mundo.

Zac: ¿No podrías comprarte otra?

Ness: ¿Y por qué iba a hacerlo? Hasta hace poco tenía una cacerola estupenda.

Zac: Era… horrorosa.

Ness: Tenía encanto y personalidad, y había cocido litros de sopa.

Ness dejó los armarios abiertos y se fue hecha una furia hacia la salita. Zac cerró las puertas.

Ness miró debajo del sofá y de una silla, luego corrió de nuevo la cortina que separaba su cama del resto de la pieza y miró también debajo de la cama.

Ness: ¿Dónde están los periódicos?

Zac estaba perdiendo la paciencia.

Zac: ¡El montón que había en el rincón era de periódicos de hacía meses! Si no los has leído ya no vas a leerlos.

Ness: ¿Has tirado los periódicos? -dijo con voz un poco temblorosa-.

Zac: Sí, claro que los he tirado.

Ness: Esas eran mis críticas. ¡Eran las únicas copias que tenía!

Zac: ¿Por qué no las recortaste y archivaste?

Ness: Iba a hacerlo -dijo a la defensiva-.

Zac: No, no es cierto. Ibas a seguir amontonándolos hasta que llegasen al techo.

Ness lo miró furiosa y fue hacia la puerta.

Zac: ¿Adonde vas?

Ness: Al contenedor.

Zac: Ness, puedes conseguir copias del periódico… ¡Ness, espera!

Ness: Dime -le soltó cuando Zac la alcanzó-. ¿Me has dejado algo de ropa para ponerme, o has tirado todo lo que no te pareciera apropiado?

Zac: No he tocado ni tu ropa ni tu maquillaje, pero la razón por la que necesitas diecisiete barras de labios no la sé. Las cosas del baño están donde estaban, lo único que he tirado han sido las medicinas caducadas y los botes vacíos.

Ness: Oh, Dios mío, así era como llevaba la cuenta de las medicinas que me he tomado para saber qué es lo que me va mejor.

Zac: Ness, el médico y el farmacéutico lo tendrán apuntado en tu ficha.

Llegaron a la parte trasera de la urbanización donde había dos contenedores de basura gigantes.

Ness: ¿Dónde están mis cosas? -Zac señaló el más cercano. Ness corrió hacia el contenedor y se asomó dentro-. ¡Ahí está mi cacerola! -se agarró del borde-. Ayúdame a meterme.

Zac: Tú no vas a meterte en el contenedor para sacar Dios sabe qué.

Ness: Muy bien, lo haré yo sola.

Para asombro de Zac se encaramó, pasó una pierna al otro lado y se tiró dentro del contenedor.

Zac: Ness… -tuvo que esquivar una cacerola que salió volando-. ¿Ness?

Ness: ¿Qué?

Con gran esfuerzo, subió una caja hasta el borde del contenedor.

Zac: Piensa lo que estás haciendo.

Ness: Sé perfectamente lo que estoy haciendo; estoy recuperando mis cosas.

Zac no podía soportar imaginársela revolviendo en la basura de todo el mundo. Conociéndola, saldría con más cosas de las que él le había tirado.

Zac: Ness, escúchame.

Como no le hizo ni caso, Zac se alzó y saltó dentro del contenedor. La agarró por los hombros.

Ness estaba llorando.

Ness: Mis cosas… Las has tirado todas.

Zac: Oh, Ness -la abrazó con fuerza-. Sé que debe de ser duro, pero la mayoría de las cosas no las vas a echar nunca de menos. Ya has recuperado tu cacerola, ¿por qué no dejas el resto y ya está?

Ness: ¡De eso nada! -Se incorporó y le lanzó una figurita de plástico de Batman a la cara-. Has tirado mi colección de muñequitos que venían en los platos precocinados, ¿verdad?

Zac recordó las figuritas alineadas sobre los antepechos de las ventanas y estanterías.

Zac: Sí.

Ness señaló al montón de basura.

Ness: Empieza a buscar. Tenía ciento tres y quiero recuperar hasta la última.

Zac: Es que… en mi casa no pegan.

Ness: ¿Cómo? -dijo, apartándose el flequillo de los ojos-.

Aquel no era ni el momento ni mucho menos el lugar adecuado, pero si Zac no se explicaba iba a tener que pasarse una hora en el contenedor de basuras.

Zac: He dicho que no pegan en mi casa -le tomó la mano-. Ness, debes saber lo que siento por ti. Quiero que formes parte de mi vida. Me estoy refiriendo al matrimonio y a los hijos. Pero no puedo soportar la desorganización y el barullo; no puedo. Y no podía dejarte que metieras todas esas guarrerías en mi casa.

El rostro de Ness expresó emociones variadas, pero la alegría no fue una de ellas.

Ness: No recuerdo que me lo hayas propuesto.

Zac: No pienso proponértelo en un contenedor de basura, pero mi plan es pedirte dentro de un tiempo que te cases conmigo.

Ness: ¿A qué estás esperando?

Zac: Estoy esperando a que ambos estemos seguros. Es un compromiso para toda la vida. Para ti será un gran cambio.

Ness ¿Y para ti no?

Zac se dio cuenta de que no se había expresado bien.

Zac: Quiero que te acostumbres a tu nuevo estilo de vida antes de casarnos.

Ness: ¿Mi nuevo estilo de vida?

Zac: Sí. No espero que te conviertas en una persona organizada y eficiente enseguida; tendrás que poner empeño para conseguirlo.

Ness: ¿Poner empeño?

Zac: ¿Por qué repites todo lo que digo?

Ness: ¡Porque no puedo creer lo que estás diciendo! Quieres que yo me amolde a tu estilo de vida, que haga las cosas a tu manera, que me mude a tu casa… En otras palabras, quieres que cambie completamente.

Zac: ¿Es que no quieres cambiar?

Ness: No, Zac, no quiero. Si me amas, entonces tendrás que aceptarme como soy.




¡Vanessa le ha dado un ultimátum! ¡Bien hecho! Zac se ha pasado...
Vale que el piso de Ness era una pocilga 😆, pero él tendría que haber actuado de otro modo.
Lo que daría por ver esta novela hecha película... La escena del contenedor se merecería un Oscar 😆

¡Gracias por los coments!
¡Comentad, please!

¡Besis!


2 comentarios:

Lu dijo...

Me encantó el capitulo.
Y Ness tiene razón, si la ama no la va a querer cambiar.
Vamos a ver como todo sigue.


Sube pronto

Maria jose dijo...

Que buena novela!!!
Esa escena del contenedor no me la dejo de imaginar
Muy bien vanessa, que te ame como eres
Gran capítulo
Ya quiero leer que dira zac
Síguela que esta muy buena


Saludos

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