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martes, 29 de diciembre de 2015

Capítulo 4


Horas más tarde, mientras la noche avanzaba inexorablemente hacia el alba, Zac pensó que Vanessa no había podido saciarse de él. Ni él de ella. ¿Por qué no? Por el límite de tiempo que ella había impuesto. Giró la cabeza para verla dormir. Tenía el cabello alborotado alrededor del rostro. El suave sonido de su respiración. La fresca fragancia que emanaba de su piel iba a turbar la memoria de Zac durante bastante tiempo.

Se sentía demasiado relajado como para preocuparse sobre el hecho de que nunca antes le había ocurrido nada semejante con nadie. Ese vínculo que él tan casualmente había mencionado para atraerla. Había sido... bueno... mucho más de lo que había esperado.

Se apoyó sobre un codo para mirarla bañada por los rayos dorados del amanecer. Ansiaba poder acariciarle el rostro, los labios, el cabello. La deseaba de nuevo. Quería sentirse dentro de ella, experimentar de nuevo su orgasmo... Quería mirar aquellos maravillosos ojos y...

Frunció el ceño. Tal vez no estaba tan relajado como había pensado. Sin embargo, se le pasaría. Por supuesto que se le pasaría. Y Vanessa se lo había dejado muy claro: una noche. A él le había parecido bien esa propuesta. Más que bien.

Suspiró aliviado. Después de todo, la cordura seguía intacta. Habían compartido unas horas fantásticas, pero había llegado el momento de ir pensando en marcharse de allí.

Con cuidado de no molestarla, Zac se levantó y se marchó hacia el cuarto de baño, comprobó su teléfono móvil para ver el estado de los horarios de los vuelos, se duchó y, después, se marchó a buscar algo para desayunar mientras ella se quedaba dormida.


Vanessa se despertó con el sonido del aire acondicionado y el sonido del agua corriendo en el cuarto de baño. No se movió durante un largo instante, reviviendo la noche anterior, todo lo que Zac y ella habían hecho juntos. Había perdido la cuenta de cuántas veces él le había hecho alcanzar el clímax.

Sin embargo, el lado de la cama que él había ocupado estaba vacío en aquellos momentos. Las sábanas ya casi estaban frías. Sintió una ligera desilusión porque él no la hubiera despertado antes.

En aquel momento, Zac salió del cuarto de baño afeitado y vestido.

Zac: Levántate. La nube de ceniza se ha levantado. Los vuelos van a volver a operar dentro de una hora aproximadamente. Tenemos que darnos prisa.
 
Ness: ¿Qué hora es? -murmuró sin moverse-.

Estaba completamente desnuda bajo las sábanas.
 
Zac: Las seis y media.
 
Ella lanzó un gruñido contra la almohada. Todo había terminado. Por un lado, le daba pena. Por otro, se sentía aliviada. La noche anterior, el cuerpo de Vanessa Hudgens parecía haberse visto poseído por una ninfómana. De hecho, en aquellos momentos prácticamente sentía vergüenza de mirarlo a los ojos. Un ligero rubor le cubría todo el cuerpo.
 
Ness: ¿Huelo a café? ¿Café de verdad?
 
Zac: ¿Capuccino o con leche? -le preguntó mientras levantaba un par de tazas de plástico del escritorio-. No sabía cuál te gustaba, así que he comprado uno de cada.
 
Ness: Prefiero el café con leche, por favor. ¿Ya has salido?
 
Zac: Organización, nena -contestó mientras se sentaba en la cama y le ofrecía una taza de café-. Creo que también necesitas esto.
 
Vanessa se apoyó sobre un codo y miró el interior de la bolsa que Zac le ofrecía. Se trataba de un par de braguitas color rosa chicle, con un mapa de Australia impreso en la parte delantera. De repente, ella recordó la razón por la que iba a tener que llevar aquellas braguitas durante el resto del día. Se ruborizó.
 
Ness: Ah. Gracias.
 
Zac: Es por mi bien tanto como por el tuyo. Me volvería loco imaginándome tu trasero desnudo bajo esa falda todo el día sin poder aprovecharme de la situación.
 
Vanessa se ruborizó aún más. Se sentó y se cubrió el torso todo lo que pudo.
 
Ness: Ah... bien. En ese caso...
 
Zac: Una mujer que está desnuda en la cama a excepción de un collar de perlas resulta algo misterioso. ¿Por qué llevas esas perlas?
 
Ness: Eran de mi madre -se limitó a decir. No iban a compartir secretos sentimentales. Dejó la taza sobre la mesilla de noche y se tapó un poco más con la sábana-. Yo...
 
Zac: ¿Va todo bien?
 
Ness: Sí, claro. ¿Por qué no iba a ser así?
 
Zac: Pareces...
 
Ness: Voy a darme una ducha -replicó como si no tuviera ni una sola preocupación en el mundo-.

Sin embargo, no se movió. Le resultaba imposible soltar la sábana. Le preocupaba lo que Zac pudiera pensar de ella.

 ¿Y por qué tenía que ser así? En menos de una hora, se despedirían y no volverían a verse. Lo único que tenía que hacer era superar aquellos momentos complicados. Luego podría relajarse y disfrutar de sus vacaciones.
 
Zac: Pues date prisa -replicó mientras consultaba el reloj. Entonces, se levantó, tomó su bolsa y se dirigió hacia la puerta-. Te espero en el vestíbulo dentro de quince minutos.
 
 
Vanessa agradeció la sensibilidad que él demostró al dejarla sola para que pudiera levantarse de la cama, a pesar de que la había visto, tocado y saboreado por todas partes. No obstante, el rubor no había desaparecido cuando se reunió con él en el vestíbulo. Al ver la gente que lo rodeaba, se metió la mano en el bolso y sacó las gafas de sol.

Echaron a andar hacia la terminal con buen paso, junto con el resto de las personas que abandonaban el hotel en aquellos momentos. No intercambiaron palabra alguna.

Cuando llegaron al interior de la terminal, Vanessa se volvió para mirarlo.
 
Ness: Gracias por todo -le dijo antes de que pudieran llegar al mostrador de facturación-. Bueno... me refiero a lo de rescatarme y todo eso.
 
Zac: Ha sido un placer -respondió con un brillo especial en sus ojos azules-.
 
Ness: Bueno... supongo que... Adiós, entonces.
 
Zac: Digamos mejor hasta la vista, nena.
 
Zac se inclinó para darle un casto beso en los labios. Entonces, Zac se dio la vuelta y se marchó, desapareciendo entre la multitud.

Vanessa se mordió el labio inferior y contuvo un fuerte impulso de llamarlo para que regresara. ¿Por qué estaba dejando que aquel hombre saliera de su vida cuando apenas existía la posibilidad de volver a encontrarse con él?

Echó a andar detrás de él, pero no tardó en darse cuenta de que era demasiado tarde. La terminal estaba sumida en el caos. Corría el riesgo de no encontrarlo y de perder el vuelo. Además, aunque lo encontrara, ¿qué iba a decirle?


Agradeció la comodidad y la relativa intimidad que le proporcionaba el asiento de la ventana en la parte delantera del avión. No tenía que mirar a otros pasajeros y, además, el asiento al lado del suyo estaba vacío. Se puso los cascos, cerró los ojos y se dejó llevar...

Tenía frío. Vanessa se frotó los brazos al notar el potente aire acondicionado del avión, luchando contra el sueño y las imágenes que llevaban turbándola ya seis semanas.

Austin en la cocina de su casa, tan guapo como siempre.

Austin: He decidido presentarme a candidato para la siguiente elección del estado.
 
Ness: ¿Cómo? ¿Política? -preguntó sin entender-. Pensaba que estabas simplemente haciendo contactos entre el electorado, ofreciendo tus habilidades como voluntario. Que era parte de tu plan para nuestro negocio de vinos y quesos...
 
Austin: Ese negocio no va a existir, Vanessa.
 
Ness: Pero el curso de viticultura...
 
Austin: Cambié de curso el año pasado.
 
Ness: ¿Y no me lo dijiste? -le había preguntado, muy enojada-. ¿No te molestaste en decirle a tu prometida que estabas considerando una carrera en el mundo de la política? ¿Qué ha pasado con lo de compartir todo lo que hay entre nosotros? ¿Cómo has podido dejarme al margen de ese modo?

Austin: Sé cómo te sientes al estar en el ojo público -respondió encogiéndose de hombros-. Y, francamente, estar casado con una doña nadie que odia ser el centro de atención no es bueno para un futuro político. Mírate, Vanessa. Mira este lugar -añadió mientras miraba la cocina en la que se encontraba-. Vives en otra época. Yo necesito una esposa que pueda estar a mi lado en el futuro. Una mujer que sepa cómo convertirse en icono de moda. Una mujer que tenga agallas suficientes como para no temer hablar en público.

Aquella traición de todo en lo que ella había creído sobre Austin, sobre ambos, la hirió profundamente.


Vanessa se despertó cuando el avión atravesó unas turbulencias. Se puso a mirar por la ventana y contempló la línea costera sobre la que el avión descendía, en Nadi. Austin había utilizado la posición social de su prometida para establecer contactos. Luego, se había deshecho de ella.

Una doña nadie.

Apretó los dientes mientras contemplaba el paisaje. La noche anterior había demostrado que era una mujer segura y capaz de ser quien quisiera ser. Debería darle las gracias a Austin por haberla hecho reaccionar.

Salió del avión para encontrarse rodeada de un aire húmedo y tropical. Siguió al resto de los pasajeros a través del asfalto para llegar a la terminal. Cuatro componentes del personal local, ataviadas con ropa de brillantes colores, el Sulu Jaba, la tradicional falda larga y flores de hibisco tras la oreja, los recibieron con sus resplandecientes sonrisas. Tocaban el banjo para acompañar unas deliciosas armonías isleñas.

Vanessa sonrió a las mujeres y se dirigió a la zona de recogida de equipajes para recoger su maleta. Ya le encantaba Fiji. Un lugar en el que no conocía a nadie ni nadie la conocía a ella...

Aquel pensamiento se esfumó cuando vio un par de anchos hombros cubiertos por una familiar camisa oscura cerca de la cinta del equipaje. El corazón se le detuvo durante un instante. Observó cómo él tomaba su maleta. Antebrazos bronceados. Músculos tensándose.

Zac.

No podía moverse. Contra su voluntad, tampoco podía apartar la mirada de él. Su alto y bronceado cuerpo, las largas piernas que lo llevaban hasta las Aduanas. ¿Qué estaba haciendo él en Fiji? Trató de apartar la mirada, pero le resultó imposible. La única aventura de la que se había permitido disfrutar...

Vanessa atravesó las Aduanas guardando las distancias con él, pero, de repente, Zac se detuvo con el móvil en la mano, justo en las puertas de salida. ¿Cómo iba a poder pasar a su lado?

Entonces, como si él sintiera que Vanessa le estaba observando, giró la cabeza y, por encima del hombro, cruzó su mirada con la de ella. Sin dejar de hablar por teléfono, la miró muy fijamente. Vanessa no podía moverse. Por fin, terminó con su llamada y se dirigió hacia ella.

Ness: ¿Qué estás haciendo aquí?
 
Zac dejó su maleta en el suelo y le dedicó una sonrisa llena de encanto.
 
Zac: ¿Qué es lo que hace uno habitualmente en Fiji? Relajarse y disfrutar.
 
Ness: Me mentiste.
 
Zac: ¿Mentirte, dices? -repitió frunciendo el ceño-.
 
Ness: Dijiste que ibas a Hawaii.
 
Zac: No. Tú diste por sentado que yo iba a Hawaii.
 
Ness: Y tú me lo permitiste -le espetó-. Hablamos al respecto y tú me dejaste creer que...
 
Zac: Me preguntaste si había estado antes en Hawaii. Yo te dije que trato de ir cada dos años más o menos. Da la casualidad que este año no voy.
 
Ness: Tú sabías exactamente a lo que yo me refería. No me dijiste que te dirigías a Fiji cuando hablamos sobre Hawaii.
 
Zac: ¿Y por qué iba a hacerlo? Dijimos que nada de intercambiar información personal. Tus reglas, Vanessa, ¿recuerdas?
 
Ness: No te vi en la sala de embarque de Melbourne ni en las Aduanas...
 
Zac: Esa era mi intención. Tú insististe mucho en que solo querías una noche. Que no requerías más servicios.
 
Vanessa se sonrojó al escuchar aquella manera tan cruda de resumir su velada juntos. Evidentemente, eso era lo que le parecía a él. Acababa de hacer que su noche juntos pareciera algo barato y sórdido. Acababa de estropear los recuerdos. Vanessa sintió que le odiaba por eso.

Ness: Habría estado mejor enfrentándome a ese reportero.
 
Zac: Venga, Vanessa -comentó con una sonrisa-. Relájate un poco.
 
Ness: ¿Y ahora qué? Ahora no estás tratando de evitarme. De hecho, has hecho todo lo posible por encontrarte conmigo. Tal vez tú también seas un reportero y estabas metido en esto con ese tipo.
 
Zac: ¿De verdad crees eso? ¿Por qué no nos buscamos un lugar un poco más privado para hablar...?
 
Ness: Nada de eso. Aquí estamos bien
 
Zac: Está bien. Me he pasado todo el vuelo pensando en ti. Me preguntaba si habrías cambiado de opinión porque realmente me gustaría volver a verte mientras los dos estemos aquí.
 
Ness: Yo no he venido a Fiji para estar con nadie. He venido aquí para estar sola.
 
Zac: Pues es una pérdida de puestas de sol románticas, ¿no te parece?
 
Ness: No...
 
Zac: Admítelo, Vanessa. Disfrutaste del tiempo que pasamos juntos tanto como yo. Podría ser mucho mejor en una cálida noche tropical, con las ventanas abiertas, la brisa del mar entrando por la ventana y refrescándonos la caldeada piel...
 
Ness: Sí -le espetó-. No me refiero a lo de que podría ser mejor... Anoche lo dije en serio. Lo admito, pero eso solo fue anoche.
 
Zac: Y ahora estás pensando en lo mucho que te gustaría volver a repetir.
 
Ness: Tú... tú estás demasiado seguro de ti mismo.
 
Zac: ¿Acaso prefieres un hombre menos firme?
 
Ness: Prefiero estar sola, como ya te he dicho. En estos momentos, los hombres no están en mi agenda.
 
Zac. Sin embargo, conmigo has hecho una excepción. Me siento halagado.
 
Ness: Pues no deberías estarlo. Tú estabas disponible. Resultabas conveniente y te utilicé. Te utilicé sin vergüenza alguna. Una noche. Nada más -concluyó-. Espero que disfrutes de tus vacaciones. Adiós.
 
Zac: Tengo un coche esperando. Al menos, permíteme que te lleve a tu hotel. ¿En dónde te alojas?
 
Ness: He pedido que un coche de mi hotel venga a recogerme. De hecho, el chófer se estará preguntando dónde estoy.
 
Zac: En ese caso, te acompañaré fuera.
 
Vanessa comenzó a tirar de su maleta y se dirigió a la salida. Mientras examinaba la zona para descubrir su coche, vio que Zac le hacía una señal a una reluciente limusina que se acercó inmediatamente al bordillo. El chófer bajó y les dedicó una sonrisa.
 
**: Hola, Zac. ¡Buenos días!
 
Zac: Malakai, hola.
 
Vanessa contempló asombrada cómo los dos hombres se daban la mano y se saludaban con gran familiaridad.
 
Malakai: Otra huésped del hotel que iba en tu vuelo va a venir con nosotros -dijo el chófer mirando a su alrededor-. Aún no la veo.
 
Zac miró a Vanessa.
 
Zac: ¿Vas a Vaka Malua Resort, por casualidad?
 
Vanessa no se lo podía creer. Entonces, se fijó en el uniforme que llevaba el chófer y reconoció el logotipo. ¿Por qué de todos los hoteles de Fiji había tenido que escoger precisamente aquel? El destino la estaba sometiendo a un duro castigo...

Asintió lentamente.

Zac le dijo algo al chófer en voz muy baja y luego se dispuso a ocuparse del equipaje de Vanessa. Lo metió en el maletero de la limusina y dijo:

Zac: Vanessa, te presento a Malakai.

Malakai le dedicó una amplia sonrisa y abrió la puerta del coche.
 
Malakai: Hola señora. Bienvenida a Fiji.
 
Ness: Hola -repuso con una sonrisa forzada mientras entraba en el vehículo-.
 
Se sentía muy confusa. Tal vez lo comprendería mejor cuando pudiera cerrar por fin la puerta de su suite y olvidarse del resto del mundo. Vaka Malua era un resort de lujo y, según la página web, resultaba espacioso e íntimo. Ella tenía una piscina privada y vistas al mar. Si quería, podía evitar al resto de los turistas. A Zac, por ejemplo.

Cuando Vanessa estuvo en el interior del coche, Zac se montó también. Se sentó a su lado, aunque se aseguró de dejar el espacio suficiente entre ellos.

No creía ni un minuto en la aseveración que Vanessa había hecho sobre la noche que habían pasado juntos. Conocía bien a las mujeres y ella no era ese tipo de fémina. Él había manipulado la situación para que se convirtiera en lo que él quería, por lo que, comprensiblemente, Vanessa estaba enojada con él.

Al contrario que él, resultaba evidente que ella provenía de una familia de dinero. Una niña rica con algo que ocultar. Zac había notado cómo la emoción le nublaba la mirada cuando ella le habló de las perlas de su madre y de las vacaciones familiares en Hawaii. Resultaba evidente que la familia era muy importante para ella.

Había afirmado que no quería tener nada que ver con él. Por lo tanto, le quedaban cuarenta minutos para trabajar en esa situación.

Apretó el botón y abrió un poco su ventanilla para dejar que el aroma de los trópicos entrara en el vehículo.
 
Zac: ¿Has estado antes en Fiji, Vanessa?
 
Ness: No.
 
Zac: ¿Y tu primera impresión?
 
Ness: Me parece que se trata de un lugar agradable, relajante...

Zac: ¿Te molesta que haya abierto la ventanilla?
 
Ness: No. Conoces al conductor -murmuró en voz muy baja-.
 
Zac: Suelo venir con frecuencia a Fiji y siempre lo hago a Vaka Malua. Malakai trabaja allí desde que abrieron el resort.
 
Ness: Entiendo...
 
Zac: ¿Sueles viajar mucho?
 
Ness: No. Llevo dos años sin hacerlo.
 
Zac: ¿Cuánto tiempo te vas a quedar aquí?
 
Ness: Dos semanas.
 
Zac: Bien. Espero que encuentres lo que andas buscando.
 
Vanessa no respondió.

Por fin, el resort apareció en la distancia. Se trataba de un grupo de tejados de color gris, construidos según la arquitectura local de Fiji. Los lujosos bungalows se extendían por la ladera de una colina mientras que el resto del resort se extendía hacia la playa.

Malakai se detuvo bajo el pórtico de entrada, en el que se encontraba la recepción.
 
Ness: ¿Tú también te bajas aquí? -le preguntó a Zac-.
 
Zac: No. -Entonces, se volvió para mirar a Vanessa mientras Malakai descendía del coche para abrirle la puerta-. Ya hemos llegado. Tengo algo de lo que ocuparme en otra parte.
 
Ness: Espero que disfrutes tu estancia aquí.
 
Zac: Tú también.
 
Zac observó cómo descendía del coche. Vanessa tenía el trasero más sexy que había visto en mucho tiempo.

E iba a estar allí durante dos semanas.
 
Zac: Espera. -Entonces, abrió la cartera y sacó un billete de cincuenta dólares australianos y anotó su teléfono en el borde. Después, bajó de la limusina y la rodeó para entregárselo-. Por si cambias de opinión. -Sin esperar a que ella respondiera, se volvió a meter en la limusina y cerró la puerta-. Llévame a casa, Malakai.
 
Entonces, con una sonrisa, se preguntó quién cedería el primero.




Está claro que el destino quiere que estén juntos XD

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¡Un besi!


2 comentarios:

Maria jose dijo...

Esta novela se está volviendo
Mucho más interesante de lo que ya era
Me encanta cada capítulo de esta novela
Esta muy buena
Síguela pronto por favor
Me ponen muy feliz estos capítulos tan lindos
Yo creo que Vanessa tendrá que de él síguente pasó


Síguela
Besos

Unknown dijo...

Wow.. Tremendo capitulo!
Y si, yo también creo que Ness deberá dar el siguiente paso, Zac ya hizo mucho.
Además Ness se muere de ganas.
Me encanto este capitulo!

Sube pronto!


Feliz año!! 🎉

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