topbella

lunes, 7 de diciembre de 2015

Capítulo 9


Zac: Debería haberlo llevado al hospital de Seattle -dijo cuando bajaban las escaleras después de dar las buenas noches a Alex por enésima vez aquella noche-.

Ness: No le pasa nada -repuso con firmeza-. Nadie se ha muerto nunca de un golpe en la pantorrilla. Aunque, conociendo a Alex y sabiendo cómo disfruta de nuestra atención, a lo mejor se queda meses en la cama.

El pequeño no había dejado de darles la lata en la última hora; les pidió que le estiraran las sábanas, un vaso de agua, una aspirina infantil, una almohada extra para su pierna, una manta ligera, un masaje en el cuello y que le leyeran dos veces su cuento favorito.

Zac sabía que la joven tenía razón, pero no podía evitar preocuparse.

Zac: Tal vez al doctor Ritcher se le haya pasado algo.

Ness: No. Le ha hecho radiografías desde todos los ángulos posibles. Tú las has visto y yo también. El único peligro que puede correr es por exceso de radiación. Los habitantes de Chernobyl estuvieron expuestos a menos rayos gamma que Alex. Si hubiera algún problema, el médico lo habría visto.

El hombre se pasó una mano por el pelo.

Zac: Tienes razón. No sé qué me pasa.

Ness: Es la adrenalina -le explicó-. Está bien cuando la necesitas, pero cuando se acaba el efecto, te deja agotado.

Zac miró las mejillas sonrosadas de la joven y una oleada de deseo lo recorrió.

Zac: No creo que sea eso -murmuró-.

Ness: O puede que estés cansado. Ha sido un día largo. Y antes has dicho que anoche no descansaste mucho. Necesitas dormir, eso es todo.

El hombre no creía que fuera eso. Sabía ya exactamente lo suave y deliciosa que era la piel de ella, conocía la textura de sus pezones bajo sus palmas y deseaba seguir explorando. ¿A quién quería engañar? Si se acostaba solo, no tenía ninguna probabilidad de dormirse.

Seguía tratando de adivinar lo que había ocurrido antes en el sótano. No lo referente a la parte sexual, ya que la atracción entre ellos era innegable. Le preocupaba lo anterior, cuando se descubrió confesándole sus sentimientos y compartiendo con ella sus inseguridades. Y lo que pasó después, cuando confió en el buen juicio y el sentido común de ella para superar la crisis con Alex. No recordaba haberse sentido tan cercano a alguien desde al muerte de Allison.

Vanessa miró su reloj.

Ness: Debería irme para que puedas descansar -dijo, dando un paso hacia la puerta-.

Zac: No -dijo sin pensar-.

Fuera cual fuera la causa, se sentía incómodo, nervioso, y no estaba dispuesto a renunciar a su compañía.

La joven lo miró sorprendida.

Ness: ¿Qué?

Zac: Te acompañaré a casa.

Ness: No es necesario.

Zac: Necesito tomar aire fresco y hacer un poco de ejercicio. Además, una de las sorpresas más agradables que he tenido en las dos últimas semanas ha sido encontrar aquí a la señora Rosencratz al volver del médico. Seguro que no le importa quedarse con los niños.

Después de todo, aquel mismo día le había ofrecido un aumento de sueldo y enviar la ropa a lavar fuera con la única condición de que no se marchara al ver la cocina.

Zac: Déjame que hable un momento con ella.

Se alejó antes de que Vanessa pudiera protestar.

Como suponía Zac, el ama de llaves se había ablandado mucho con los últimos acontecimientos. Se mostró muy dispuesta a acceder a su petición.

Cuando salió de la casa, Vanessa lo esperaba fuera.

Zac: Listos.

La noche estaba clara. Una brisa ligera se había llevado las nubes, dejando ver la luna, casi llena, y las estrellas. El aroma dulzón de la hierba mojada y las flores perfumaban el aire. Las luces de placa solar que alumbraban el sendero daban un aire festivo a la propiedad.

Vanessa trató de concentrarse en el susurro de la brisa entre los árboles y el canto de los grillos, pero no lo consiguió. Solo podía pensar en Zac.

Cualquier vestigio de duda sobre el cariño que sentía por sus hijos se había disipado en las últimas horas. Presenció el terror que él no pudo ocultar hasta que se aseguró de que Alex estaba bien. Vio el esfuerzo que hizo por controlar su miedo para que no lo notaran los niños y había visto antes su lado vulnerable cuando él le confesó sus preocupaciones.

Todo aquello solo sirvió para fortalecer lo que ya sabía desde aquel día: que estaba enamorada de él.

Zac carraspeó.

Zac: Creo que no te he dado las gracias.

Ness: ¿Por qué?

Zac: Por quedarte conmigo cuando se ha caído Alex. Por permanecer en calma. Se puede contar contigo en una crisis.

Ness: He tenido mucha práctica.

El hombre guardó silencio un momento.

Zac: ¿Lo echas de menos?

Ness: ¿El qué?

Zac: Tu trabajo. El peligro y la emoción. Estar en el centro de la acción.

Ness: Estas últimas semanas tampoco nos hemos aburrido aquí -señaló-.

Zac: Ya sabes a lo que me refiero.

Ness: Sí, lo sé. Y la respuesta es no. Me gustaba mi trabajo, pero siempre me faltaba algo; simplemente no quería admitirlo.

Zac: ¿Y qué es lo que ha cambiado ahora?

Ness: Que gané ese maldito Pulitzer.

Zac: ¿Eso es malo?

Vanessa se rió con suavidad.

Ness: No, es bueno. Pero me hizo reconsiderar lo que estaba haciendo, cómo vivía mi vida. Empecé a comprender algunas cosas y no me gustaron.

Zac: ¿Cómo por ejemplo?

Ness: Comencé a darme cuenta de que estaba haciendo lo mismo que mis padres: concentrarme por completo en mi trabajo. Y de que todos mis amigos estaban relacionados con el trabajo. Sé que te parecerá cursi, pero una mañana me levanté y comprendí que estaba cansada de no tener raíces y de sentirme siempre sola.

Zac asintió. Aquello no le resultaba difícil de entender.

Zac: Cuando murió Allison, una vez superado el terrible dolor, lo más difícil de soportar fue la soledad -movió la cabeza-. Todas las cosas íntimas que había llegado a considerar mías por derecho desaparecieron en un instante.

Ness: Debió ser duro.

Zac: ¿Te contó Andrew lo que ocurrió?

Ness: Mencionó algo de un aneurisma.

Zac suspiró.

Zac: Una tarde, cuando David solo tenía seis meses, acostó a los niños a dormir la siesta, se tumbó a su vez y no se levantó nunca. Yo llegué a casa temprano del trabajo y me la encontré así. Había sufrido una hemorragia cerebral mientras dormía.

Ness: Lo siento -susurró cogiéndole una mano para consolarlo-.

Zac miró sus dedos unidos sin verlos.

Zac: Llevaba días quejándose de dolor de cabeza. Le dije que fuera al médico, pero no me hizo caso. Acabábamos de cerrar el trato para el segundo hotel y no andábamos muy bien de dinero. Allison siempre trataba de economizar -suspiró-. Fue como si tuviera una vida perfecta y al momento siguiente lo hubiera perdido todo.

Vanessa le apretó la mano.

Ness: Lo siento -repitió-.

Zac: Cuatro años es mucho tiempo -musitó con un tono de voz que dejaba claro que prefería cambiar de tema-. Ya pasó.

No volvió a hablar hasta que llegaron a la cabaña.

Ness: Buenas noches -dijo volviéndose hacia él-. Y gracias por acompañarme.

Zac: Vanessa -vaciló un momento-. Respecto a lo que ocurrió antes en el sótano, yo no suelo tratar así a las mujeres. No sé muy bien lo que pasó.

Ness: No importa.

Zac: Sí importa. Estábamos hablando tranquilamente y de pronto, no sé. Perdí el control y…

Ness: Zac, por favor -se llevó un dedo a los labios para hacerle guardar silencio-. A mí tampoco me había pasado nunca algo así.

El hombre le cogió la mano y la acercó a su rostro.

Zac: ¿A qué te refieres?

Ness: Nunca había sentido eso. Esa necesidad. Ese ardor. Nunca había deseado a nadie tanto como a ti.

Fue como si aquella confesión rompiera algo en el interior de él.

Zac: ¿Nunca? -preguntó con incredulidad-.

Ness: No.

Hubo un silencio denso y luego él se pasó la mano por el pelo.

Zac: ¡Ojalá no me lo hubieras dicho!

Se acercó a ella y le cogió el rostro con las manos. Bajó la cabeza.

Su boca encontró la de ella y la besó con pasión.

Vanessa gimió, dejándose llevar por aquella sensación maravillosa. Los labios de él eran cálidos y firmes, su cuerpo, duro y tenso. Le pasó las manos en torno al cuello, regodeándose en el contacto de la barbilla de él contra su mejilla, el ligero temblor de sus dedos contra la nuca de ella, la presión firme del torso de él sobre sus senos suaves.

Cuando se separaron para coger aire, los dos temblaban.

Zac: Maldición -soltó una risita y apoyó su frente contra la de ella-. No me había sentido así desde que Sarah Jane Fenster me dejó besarla en la escuela superior.

Ness: ¡Qué suerte la de Sarah! -suspiró-. En mi escuela, nadie se sintió nunca así; estoy segura.

Zac: Vanessa…

Ness: Zac -oyó su risa y lo besó con rapidez en la boca-. Es muy agradable.

Zac: ¿El qué?

Ness: Oírte reír.

Recorrió la mejilla de él con los labios y le lamió la piel de detrás de la oreja.

Zac: Vanessa -se estremeció-.

Ness: Shhh. Por favor, Zac. Te deseo.

Aquellas tres palabras, pronunciadas con voz ronca, fueron demasiado para él. La cogió en sus brazos y empujó la puerta, cerrándola tras ellos de una patada.

El interior de la cabaña estaba bañado por la luz de la luna, que entraba por la pared de cristal de la parte de atrás.

Zac, agradecido a la iluminación, avanzó hacia la cama sin apartar su boca de la de Vanessa. La depositó con gentileza sobre el amplio colchón, se quitó los zapatos y se tumbó a su lado.

Ambos rodaron por la espaciosa cama enviando ropa en todas direcciones.

Cuando se detuvieron, los dos estaban desnudos y Zac encima de ella. Vanessa lo miró sorprendida. La pasión había conseguido alterar la pose elegante y civilizada de él.

Zac: Trataré de ir despacio -musitó con voz ronca, sin dejar de mirarla-, pero no te prometo nada. Al menos la primera vez. Después, ya veremos.

Le acarició con lentitud el interior de los muslos, se inclinó hacia adelante, bajó la cabeza y le besó el ombligo. Su boca era caliente, mágica, atrevida. Comenzó a besarle la piel del vientre, dejando una cadena de fuego tras él. Cuando sus dedos se posaron sobre su pubis, Vanessa contuvo el aliento. El hombre la tocó, acariciándola con lentitud y suavidad. Un temblor recorrió su cuerpo al sentir el calor húmedo de la joven, prueba de que su necesidad era tan intensa como la de él.

Vanessa levantó las caderas. No le parecía posible que él pudiera interpretar mal lo que quería, pero decidió asegurarse.

Ness: ¿Zac?

Zac: ¿Sí?

Ness: Olvida las lentitudes. Date prisa.

Zac le pasó las manos por el torso y se colocó sobre ella. Inclinó la cabeza y le besó un pezón, pasando luego la lengua por su garganta. Con un ansia que casi le dio miedo, la besó en la boca con furia.

La joven lanzó un gemido y él levantó la cabeza.

Zac: ¿Estás segura? -preguntó con fiereza-.

Vanessa levantó las manos y le bajó la cabeza.

Ness: ¿Estás loco? Sí.

Le mordió el labio inferior para confirmárselo.

El hombre flexionó sus caderas y ella gritó de satisfacción al sentir su presión dulce y firme. Las flexionó de nuevo y terminó de penetrarla. Vanessa rodeó con sus piernas los muslos de él y se arqueó para recibirlo todavía más adentro.

Zac se apartó todo lo que pudo y avanzó de nuevo, apretando los dientes contra la necesidad que lo embargaba. Vanessa lo volvía loco. Cada grito suave de ella era como un látigo que lo condujera cada vez más cerca del clímax que él intentaba retrasar.

Zac: ¡Maldición! Quiero que disfrutes tú.

Ness: Si disfruto todavía más, seguro que tengo un ataque al corazón.

Aquella fue la última gota. Zac se estremeció y renunció a controlarse. Sus embates se hicieron más rápidos y profundos. El corazón le latió con fuerza al percibir los movimientos de ella. Era su perfecta otra mitad; sus ritmos estaban perfectamente acompasados.

Vanessa le clavó los dedos en los hombros y su cuerpo se tensó en torno a él. Zac la sintió arquearse todavía más antes de lanzar un grito. El placer de ella le sirvió de aliciente. Con un grito profundo, se movió una vez más en su interior y su cuerpo empezó a temblar de un modo incontrolable.

Cuando todo terminó, se derrumbó, demasiado débil para soportar su propio peso. Se dejó caer a un lado, con la mente en blanco, abrazando a Vanessa contra él. Estaba tan agotado, tan sorprendido por la intensidad del placer que acababa de experimentar, que no podía hablar. Al parecer, a ella le ocurría lo mismo, ya que durante largo rato se limitó a permanecer pegada a su lado.

Al final, sin embargo, levantó una mano y tocó la mejilla de él.

Ness: Ha sido agradable -musitó-.

Zac: ¿Agradable? -exclamó-. Ha sido increíble.

La acercó más a él y le acarició la cadera. Aquel ligero movimiento fue lo único que fue capaz de hacer. Tal y como se sentía en ese momento, quizá pasara mucho tiempo antes de que pudiera hacer otra cosa.

Al menos, eso fue lo que creyó hasta que ella bajó una mano y le acarició el pene, provocando una reacción inmediata.

Ness: Bueno. ¿Cuándo crees que podemos intentarlo despacio?

Al parecer, sería mucho antes de lo que él habría creído posible.


Vanessa yacía contra el brazo de Zac, acariciándole el cabello con lentitud. Miró, sin verla, la luz de la luna; estaba concentrada en sus pensamientos.

Si había tenido alguna duda sobre la profundidad de sus sentimientos por Zac, ésta había desaparecido ya, abrasada en las horas de intimidad increíble que acababan de compartir.

En las últimas horas había aprendido que lento y rápido son dos conceptos distintos, pero igualmente maravillosos. Había aprendido que el sexo no tiene normas, sino una increíble gama de posibilidades. Y, sobre todo, había aprendido que hacer el amor con alguien a quien se ama es un acto de alegría mayor de lo que hubiera imaginado nunca.

Y sin embargo, no había habido declaraciones de amor, promesas, compromisos ni garantías.
Y no importaba. Eso no cambiaba nada. Lo dijera o no en voz alta, le había entregado su corazón a Zac y no se lo retiraría nunca.

Pero no quería engañarse. Sabía que no había elegido un camino fácil. Aunque empezaba a creer que Zac y sus hijos eran exactamente lo que podía hacer que su vida se sintiera completa, eso no significaba que él sintiera lo mismo.

Frunció el ceño al recordar la conversación que mantuvieron en el camino desde la casa, cuando él le contó lo que sintió a la muerte de Allison.

Cuando lo oyó, no supo qué pensar; pero luego el comportamiento de él empezó a cobrar sentido. Si tanto le había dolido perder a su esposa, ¿no era posible que quisiera mantener a distancia a todo el mundo, incluidos sus hijos, solo por proteger su corazón de otro dolor similar?

Parecía probable. Y si era así, ¿qué posibilidades tenía ella de que cambiara y apartara las barreras que rodeaban su corazón?

Suspiró. Si tuviera un mínimo de sentido común, acabaría con aquella historia antes de que fuera demasiado tarde. Sería lo más seguro y lo más prudente.

Y sin embargo, sabía ya que no iba a hacerlo.

¿Cuándo había huido ella de un reto o puesto su seguridad personal por encima de la búsqueda de la verdad? ¿Cómo iba a alejarse antes de estar segura de que no había un futuro entre Zac y ella?

La respuesta era muy sencilla. No podía. De un modo u otro, seguiría adelante hasta descubrir lo que la esperaba. Zac se removió a su lado.

Zac: ¿Estás despierta? -susurró, acariciándole un pecho-.

La joven se volvió, buscando en su rostro alguna señal que indicara lo que sentía por ella. En la penumbra, la emoción de los ojos de él era difícil de descifrar. Pero aquello no sirvió para disminuir la ola de ternura que la embargó ni su súbita seguridad de que él la necesitaba.

Supo de repente que, fuera cual fuera el riesgo emocional, fuera cual fuera el precio que tenía que pagar por aquella intimidad, valdría la pena.

Porque se trataba de Zac y ella lo amaba.

Una sonrisa iluminó su rostro.

Ness: Si no lo hubiera estado ya, lo estaría ahora -dijo con voz ronca-.

Se apretó contra él, ofreciéndole los labios.

La boca de Zac se apoderó de la suya.

Por el momento, era lo único que deseaba.




¡Por fin dieron el paso final! Esperemos que no se estropee nada.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha encantado este capitulo, ha sido perfecto desde que empezó hasta que termino ❤. Son tan perfectos juntos que me da muchísima ternura. Espero que Ness no se aleje de Zac y espero que Zac se enamore de Ness porque es todo lo que el necesita para ser feliz.
Me encanto mucho!

Sube pronto :)

Maria jose dijo...

Pero que CAPITULO !!!!!!!!
Me encanto el capítulo y me encanta
Su relación que ahora tienen
Solo espero que dure y que zac le corresponda
Sigue la novela
Esta increíble!!!!
Saludos y ya espero el siguiente capítulo con muchas ansias

Publicar un comentario

Perfil