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sábado, 30 de mayo de 2015

Capítulo 3


Ness: No hacía falta que aceptaras la propuesta de Andrew de invitar a Ben y a Dylan para que te conocieran esta noche -dijo mientras colocaba los vasos en el lavavajillas-.

Zac: Lo sé -le pasó la pila de platos sucios que había retirado de la mesa-. Pero, ¿por qué iba a negarme? Tengo bastante tiempo libre y sé que para Andrew significa mucho.

Ness: No lo sabes bien -colocó los platos orde-nadamente en el compartimento inferior-. Mi hijo es uno de tus mayores fans, lo cual es decir mucho, teniendo en cuenta que eres el ídolo de todos los varones de Crooked Oak.

Zac: ¿Te he dado las gracias por la deliciosa cena?

Se acercó a Vanessa por detrás mientras estaba inclinada sobre el fregadero, llenando de agua caliente la tetera. Ella percibió su proximidad. El calor de su cuerpo. El poder de su virilidad. La fuerza de su presencia.

Ness: Sí. Dos veces.

Zac: He disfrutado mucho cenando contigo... y con tu hijo.

Ness: Supongo que cenar con una madre y su hijo es una experiencia nueva para ti -tomó aliento y se apartó de Zac-.

Él la agarró del brazo, con mano suave pero firme.

Zac: No querías que viniera esta noche, Vanessa. ¿Por qué?

Ness: No sé de qué hablas -alzando la mano, se retiró con las puntas de los dedos un mechón de cabello que le caía sobre el ojo derecho-.

Sus miradas se encontraron y, por un fugaz momento, Vanessa rezó por que sus ojos no reflejaran lo que sentía. A continuación se soltó de él y salió de la cocina. Si no le respondía, empezaría a preguntarse qué intentaba ocultarle. ¿Y cómo podía explicarle por qué no lo quería en su vida, salvo contándole la verdad?

La voz de Andrew la sacó de sus preocupaciones.

Andrew: Sí, Ben. Está aquí, y se quedará hasta que me vaya a la cama. Va a firmarme la pelota y, si se lo pido, también os firmará las vuestras.

Vanessa se detuvo en la puerta del dormitorio de su hijo. Hacía mucho que no veía a Andrew tan contento y entusiasmado. Si permitía que su hijito y Zac se hicieran amigos, el desastre sería enorme.

Antes o después, Zac podía descubrir la verdad.

Solo tendría que preguntarle a Andrew la fecha de su cumpleaños.

Vanessa se tapó la boca con las manos y reprimió un grito de desesperación. ¿Qué iba a hacer?

Zac la siguió hasta el pasillo, se detuvo a su lado y se asomó al dormitorio.

Zac: Tienes un hijo estupendo -le susurró, inclinando la cabeza hasta el extremo de que rozó con los labios la oreja de Vanessa-.

Ella cerró los ojos, estremeciéndose. El corazón empezó a martillearle el pecho.

Ness: Sí, lo sé. Andrew es un niño maravilloso.

Trató de notar que Zac le había deslizado el brazo por la cintura. Dios santo, su mero contacto hacía que le flaquearan las rodillas.

«Domínate, chica. No le permitas que te haga esto. Sabes que no traerá nada bueno.»

Ness: Zac, te agradezco que hayas sido tan amable con Andrew y que aceptaras su invitación a cenar... -miró por encima del hombro en el mismo momento en que él le sonreía, y el estómago le dio un vuelco-. Pero no quiero que mi hijo asuma que...

Zac la arrastró hacia el extremo opuesto del pasillo, y la arrinconó con delicadeza contra la pared. Su enorme cuerpo la cubría por completo. Vanessa tragó saliva.

Zac: No quieres que Andrew asuma... ¿qué? -inquirió-.

Ness: Perdió a su padre hace cinco años, y aunque es muy amigo de Mike, solo desea tener un papá -dudó momentáneamente, permitiendo que Zac asimilara sus palabras y, con suerte, llegara a la conclusión correcta-.

Zac: ¿Crees que Andrew puede verme como a una figura paterna? ¿Eso es lo que te preocupa? ¿No quieres que se acerque demasiado a mí e intente imitarme? No apruebas mi forma de ser, ¿verdad, Vanessa?

Ness: No es eso lo que intento decirte.

Zac: Entonces, más vale que hables claro.

Ness: De acuerdo -enderezó los hombros y lo miró directamente a los ojos-. No quiero que Andrew te tome demasiado cariño, ni empiece a creer que eres el sustituto de su padre. Porque sufriría mucho cuando te marches de Crooked Oak.

Zac retrocedió un paso, permitiendo que Vanessa entrara en el salón, y permaneció en el pasillo un rato, pensando en lo que acababa de decirle. Vanessa tenía razón. Andrew se encontraba en una situación muy delicada.

El pequeño salió veloz del dormitorio y se detuvo junto a él.

Andrew: Los chicos vendrán dentro de unos minutos. Los traerá el padre de Ben. El señor Flecher se muere por conocerte.

Zac revolvió el pelo moreno del niño y sonrió. Lo último que deseaba era lastimar al pequeño o decepcionarlo. Por algún extraño motivo, se veía a sí mismo reflejado en el hijo de Vanessa. Era alto y delgado, cómo él de pequeño.

Zac: Andrew, sabes que solo voy a estar en Crooked Oak unos meses, ¿verdad? No me he venido a vivir aquí definitivamente. Cuando haya decidido qué voy a hacer en la vida, me marcharé.

Andrew lo miró fijamente con unos enormes y expresivos ojos marrones, idénticos a los de su madre.

Andrew: Sí, claro. Lo sé.

Zac: Quiero que seamos amigos, y... bueno, cuando me vaya del pueblo, seguiremos en contacto. Pero...

Andrew entrecerró los ojos, mirando a Zac inquisitivamente.

Andrew: Zac Efron y yo, amigos. Eh, me gusta cómo suena.

Zac: A mí también.

Zac esperó en el porche mientras Vanessa se aseguraba de que Andrew estuviera dormido. Lo había acostado tres veces desde que se marcharon sus amiguitos, pero el pequeño no dejaba de levantarse para decirle algo a Zac.


Andrew: Te prometo que esto es lo último, mamá -había dicho diez minutos antes-. ¿Querrás venir al entrenamiento de mañana, Zac?

Ness: ¡Andrew! -le regañó-.

Zac: Puedo llegarme un rato -había respondido-.


Vanessa cerró la puerta y se reunió con Zac en el porche.

Ness: Está profundamente dormido. Y esta vez parece que no finge.

Zac se sentó en la mecedora. Sabía que debía marcharse en vez de intentar prolongar la velada. Pero temía la soledad de la vieja casa.

Zac: Espero que no te importe que haya aceptado ir con Andrew al entrenamiento de mañana.

Ella dudó unos segundos antes de contestar.

Ness: No, no me importa. Se habría sentido muy decepcionado si te hubieras negado a ir.

Zac: Es un chico muy inteligente. Ha entendido que mi estancia en Crooked Oak será solo temporal

Sintiendo un súbito escalofrío al oír sus palabras, Vanessa se frotó los brazos con las palmas de las manos.

Ness: Hace frío para ser primavera, ¿verdad?

Zac: Siéntate a mi lado y te haré entrar en calor -sugirió en tono tentador-.

Ness: ¿No te vas? Son las diez y media. Ya debería haberme acostado. Solemos madrugar mucho.

Zac dio una palmadita en la madera de la enorme mecedora.

Zac: Siéntate conmigo un rato. Hace una preciosa noche de primavera. Las estrellas, la luna, el fresco del campo...

Ness: No quieres volver a tu casa, ¿verdad?

Zac: ¿Qué?

Ness: No te gusta estar solo.

Zac: Chica lista.

Ness: Si tanto odias la soledad, ¿por qué no fuiste a  Nashville, con Miley y Will, en vez de regresar a Crooked Oak?

Zac: Necesitaba retirarme a un lugar tranquilo -admitió-. Pero he descubierto que soy un solitario. Me gusta demasiado el contacto con los demás. Sobre todo, con mis antiguos amigos.

Vanessa se echó a reír. Dios santo, era un donjuán incorregible. Y encantador. En ese aspecto no había cambiado nada.

Ness: De acuerdo, me sentaré contigo quince minutos. Luego te irás a casa y yo me meteré en la cama.

Zac: Mmm -esbozó una sonrisa traviesa-. Podemos saltarnos los quince minutos e irnos directamente a la cama.

Vanessa sabía que estaba bromeando, al menos a medias, y se preguntó cuánto tiempo hacía que no se reía y bromeaba desde el accidente.

Tomó asiento a su lado, y él le echó el brazo por los hombros. Ella permitió que la tocase, que se acercase a su cuerpo, y por un momento cerró los ojos y se engañó pensando que sus actos estaban motivados por algo más que la simple soledad.

Zac: ¿Cuándo fue la última vez que hiciste el amor? -inquirió con voz baja y ronca-.

Ness: ¿Crees que eso es asunto tuyo?

Zac: Tal vez no -le deslizó la mano debajo del cabello y le acarició la nuca. Ella se estremeció-. ¿Y si te digo cuándo ha sido mi última vez? ¿Me lo dirás?

Ness: Quizá no quiera saberlo.

Zac: Claro que quieres -le frotó el cuello con la nariz-. Hace un año que no hago el amor. Desde el accidente -le trazó un círculo en la oreja con la lengua-.

Vanessa abrió la boca, sorprendida.

Ness: Me… resulta difícil creerlo. Habrá habido montones de mujeres dispuestas a… -noto que él le besaba la oreja-. Zac, no me hagas esto.

Zac: Pude haberme acostado con algunas enfermeras, e incluso con alguna fan que se coló a hurtadillas en la habitación del hospital. Pero no estaba en forma. Luego, una vez recuperado, pasé varios meses con una profunda depresión.

Ness: Lo siento. Miley me dijo lo preocupada que estaba por ti...

Zac: Confiesa, cariño -la interrumpió-. Te lo he dicho, de modo que ahora te toca a ti. ¿Cuánto tiempo hace?

Ness: Cinco años -dijo suavemente-.

Zac: ¡Cinco años! -le agarró la barbilla y la obligó a mirarlo-. ¿Insinúas que no has hecho el amor con nadie desde que tu marido murió?

Ness: Exacto.

Zac: Pero, ¿por qué?

Ness: Porque no hago el amor con un hombre a menos que sea importante para mí, y sienta él... No me mires de ese modo.

Zac: ¿De qué modo? ¿Cómo te estoy mirando?

Ness: Basta.

Se puso en pie de un salto y se dirigió hacia la puerta, pero él la alcanzó antes de que pudiera tocar el pomo.

La rodeó con los brazos y apretó el pecho contra su espalda.

Zac: Me necesitas tanto como yo a ti. Podemos hacernos mucho bien mutuamente -le dio vuelta y acercó los labios a los suyos-.

Vanessa aceptó el beso con entusiasmo, y abrió la boca para recibir su intrusión. Mientras la sondeaba con la lengua, la sostuvo firmemente con ambas manos y apretó íntimamente su cuerpo contra el de ella. Su sexo palpitaba contra el vientre Vanessa, solicitando permiso para entrar.

Ella le rodeó el cuello con los brazos y lo atrajo hacia sí, ansiando rendirse y entregarle todo lo que le pedía. Cada fibra de su ser clamaba de deseo. Solo tenía que abrir la puerta y llevar a Zac a su dormitorio. Después, él volvería a la granja y nadie se enteraría de lo ocurrido. Igual que doce años antes, cuando hicieron el amor. La noche en que Andrew fue concebido. La noche en que comprendió que amaría a Zac Efron hasta el día de su muerte.

Interrumpiendo el beso, Vanessa respiró hondo y apartó a Zac con un suave empujón. Si no ponía fin a la situación, lo lamentaría durante toda su vida.

Ness: Vete a casa, Zac -dijo, colocándole las manos en el pecho. Notó que el corazón le latía con fuerza-. No quiero otra aventura de una sola noche.


Zac se ajustó las gafas de sol mientras salía del Porsche. Se había pensado mucho en llegarse a ver el entrenamiento del equipo de Andrew aquella tarde. De hecho, había decidido que Vanessa tenía razón. No convenía que el niño le tomase demasiado cariño. Pero, aburrido como una ostra, había optado finalmente por meterse en el coche y salir de la granja.

Al llegar, lo asaltaron los recuerdos. Había entrenado de pequeño en aquel mismo campo. Aquellos días los recordaba como los más felices de su vida.

Apoyándose en el capó del coche, Zac buscó entre el grupo de niños. No le resultó difícil localizar al hijo de Vanessa. Era unos centímetros más alto que los demás, y su cabello castaño, cuyos mechones sobresalían bajo la gorra, brillaba al sol de la tarde.

Zac se mantuvo alejado un rato, pues no deseaba que su presencia provocara una escena. Observó a los chicos y al entrenador, que había colocado a Andrew como lanzador del equipo. El puesto del propio Zac. Alzando el brazo derecho contempló el flácido apéndice como si ya no formara parte de su cuerpo. Un estúpido accidente. Un error fatal. Solía decirse una y otra vez que había tenido más suerte que Brittany, su novia, y Chad McGregor, su compañero de equipo. Al fin y al cabo, había sobrevivido al accidente. Ellos no.

El entrenador Butler se quitó la gorra la cabeza y escupió en el suelo. Luego echo un vistazo a los aparcamientos, como si buscara a alguien en concreto. Al divisar a Zac, sonrió y alzo la mano. Zac asintió.

El entrenador no tardó en acercarse a cederle la mano.

Austin: Le agradezco que haya venido, señor Efron. Los chicos estarán encantados.

Zac: Llámame Zac.

Austin: De acuerdo. Zac. No me importaría que me dieras unos cuantos consejos útiles para los muchachos.

Zac: El béisbol necesita más entrenadores Austin. Por cierto, Andrew Hudgens es un lanzador muy bueno para su edad. ¿No han intentado ficharlo otros equipos?

Austin: No hasta hace poco -explicó-. Cuando la mejor amiga de su madre se convirtió en primera dama del estado, otros equipos se interesaron por él. Pero Andrew y Vanessa rechazaron las ofertas. El pequeño es muy bueno. Le doy todas las oportunidades que puedo para que demuestre su valía.

Zac: Le has tomado cariño, ¿verdad?

Austin: Sí, me gusta Andrew, y también Vanessa -admitió-. He salido con ella unas cuantas veces, pero no siente lo mismo que yo. Jamás pensé que siguiera siéndole fiel a su difunto marido después de tantos años. Será por eso por lo que no se ha vuelto a casar. Vanessa sería una buena esposa para cualquier hombre.

Zac: Tienes razón. Es la madre y esposa idónea, ¿verdad?

Austin: Sí, es seria, leal y cariñosa. Nunca he visto a una mujer que quiera tanto a su hijo. Haría cualquier cosa por él. Por eso no entiendo por qué no ha vuelto a casarse para darle un padre.

Zac: Quién sabe.

En realidad, él también se había hecho la misma pregunta. ¿Tanto había amado Vanessa a Andrew Hudgens? Por algún motivo, no los imaginaba amándose apasionadamente. Andrew le doblaba la edad a Vanessa. Y Zac sabía que Vanessa había creído estar enamorada de él tras la noche que pasaron juntos. De hecho, lamentó haberla herido al decirle que no podía corresponder a sus sentimientos.

Austin: Tómate un descanso, Andrew -su fuerte voz atravesó el campo-. Que Ben lance un rato -se giró hacia Zac-. Quédate, ¿de acuerdo? Tengo que volver al trabajo, pero acabaremos en pocos minutos.

Andrew salió del campo, se colocó el guante debajo del brazo y se dirigió hacia una enorme nevera, de donde extrajo una botella de agua helada. Mientras tomaba el primer trago, miró hacia los aparcamientos y vio a Zac. El pequeño alzó la mano y luego se acercó veloz a su ídolo.

Andrew: ¡Eh, Zac! Sabía que vendrías. Es genial. Ven, te presentaré al resto del equipo. Ya casi hemos terminado -agarró la mano derecha de Zac y tiró de él-.

Zac hizo una mueca. Instintivamente, se soltó de la mano del pequeño. Nadie le tocaba la mano del brazo derecho. La mayoría de la gente trataba incluso de no mirarla.

Andrew: Lo siento -se excusó-. Ese es tu brazo herido, ¿no? -sin pensárselo dos veces cogió la mano izquierda de Zac y lo condujo al campo-.

Había algo en la sonrisa del niño que observó Zac de un modo extraño. Algo familiar. Quizá había heredado la sonrisa de Vanessa, igual que sus enormes ojos marrones. Zac estudió a Andrew por un momento. No, no era eso. La sonrisa de Andrew no era la de su madre.

**: Preséntame a tu amigo, Andrew -dijo una melosa voz femenina-.

Andrew dio un salto. Zac giró rápidamente la cabeza. Una apetitosa morena con tejanos ajustados le sonreía.

Andrew: Oh, hola, señora Baker -la saludó-. No sabía que iba a venir. Este es Zac Efron, te presento a la madre de Dylan.

La morena tendió una pequeña mano llena de anillos y se acercó a escasos centímetros

**: Soy Grace Baker, señor Efron. Los de Crooked Oak estamos muy orgullosos. De hecho, soy una de sus mayores admiradoras.

Zac: Gracias -en cuanto aceptó su mano, la mujer cerró los dedos en torno a los suyos con fuerza-. De modo que eres la madre de uno de los niños que conocí anoche, en casa de Andrew. No fuiste tú la que vino a recogerlos.

Grace: Lo sé -sus carnosos formaron una amplia sonrisa-. Por lo general, Dylan regresa a casa con los padres de algún compañero. Cuando Bill Flecher dejó a Dylan en casa, me dijo que tal vez vendría usted hoy, de modo que decidí acercarme para conocerlo.

Zac separó su mano de la de Grace, pero no pudo escapar de su sonrisa coqueta ni de su brazo, que de repente se le enroscó en la cintura.

Andrew: Vamos, Zac -tiró de él-. Los chicos se mueren por conocerte.

Sin prestar ninguna atención a Andrew, Grace siguió diciendo:

Grace: Si alguna vez se siente solo o aburrido, estaré más que encantada de enseñarle los alrededores. Conozco los mejores sitios de aquí a Nashville.

Zac: Pero, ¿qué pensaría el señor Baker?

Grace: No existe ningún señor Baker, encanto. Bueno, sí, existe, pero vive en Arkansas y ya no es mi marido.

Austin Butler, seguido del equipo entero de los Bulldogs, se acercó a Zac.

Austin: El equipo te agradece mucho que estés aquí. ¿Te gustaría dirigirles unas palabras a los chicos?

Zac: Cómo no.

Después de hora y media de charla y firma de autógrafos, Zac comprendió que, a pesar de su incapacidad, seguía siendo el héroe de la localidad. Aquellas personas seguían admirándolo. Los niños aún lo adoraban. Y para las mujeres, como Grace Baker, seguía siendo un galán irresistible.

Grace: ¿Tienes planes para esta noche, Zac? -le preguntó tuteándolo ya descaradamente-. Podemos ir al Palé Rider a tomar unas cervezas.

Una noche con Grace Baker podía ser justo lo que necesitaba. Parecía de esa clase de mujeres que hacían pasar un buen rato sin pedir nada más a cambio. Justo cuando se disponía a aceptar la oferta de Grace, vio a Vanessa Hudgens, que atravesaba los aparcamientos y se dirigía hacia Andrew.

Austin sonrió a Vanessa, le puso a Andrew la mano en el hombro y los tres abandonaron juntos el campo. Parecían la familia ideal.

Zac notó una opresión en el vientre. Austin podría ofrecerle a Vanessa un compromiso, un futuro como esposo y como padre. Mientras que él solo podía ofrecer unos cuantos meses de su vida, un breve futuro como amante de Vanessa y amigo de Andrew.

Zac: No tengo ningún plan -le dijo a Grace-. Dime dónde vives y pasaré a recogerte a eso de las siete y media.

Grace le guiñó el ojo.

Grace: Vamos a pasarlo muy, pero que muy bien -buscó con la mirada entre el grupo de niños y llamó a su hijo-. Vamos, Dylan. Tenemos que irnos. Hoy pasarás la noche en casa de tía Brenda. -Una vez montada en el coche, sacó la cabeza por la ventanilla y gritó-: Nos vemos a las siete y media, Zac. No te retrases, encanto.

Zac le sonrió y le dijo adiós con la mano. En ese momento, notó un fuerte tirón en el brazo derecho y, al agachar la vista, vio que Andrew Hudgens lo miraba fijamente.

Andrew: ¿Vas a salir con la madre de Dylan?

Vanessa y Austin se colocaron detrás del niño. La mirada de Vanessa se cruzó momentáneamente con la de Zac.

Zac: Pues sí, campeón. Verás...

Andrew: Pensé que ibas a salir con mi madre -tragó saliva-. Sé que la madre de Dylan es muy guapa, pero no es la...

Ness: Ya basta, Andrew. Con quien salga Zac no es asunto tuyo -agarró el hombro tenso de su hijo-.

El pequeño se soltó de su madre y echó a correr hacia el coche.

Zac se aclaró la garganta.

Zac: Lo siento. Yo...

Ness: No importa. A Andrew se le pasará. Es preferible que comprenda cuanto antes que no va a haber nada entre nosotros.

Austin le echó el brazo sobre los hombros.

Austin: ¿Quieres que os acompañe a ti y a Andrew en la cena de esta noche? Irán todos los padres de los chicos del equipo.

Vanessa esbozó una sonrisa forzada.

Ness: Me parece una idea estupenda.

Cuando todos se hubieron ido, Zac permaneció un buen rato a solas en los aparcamientos. ¿Por qué se sentía como un miserable? ¿Por qué lamentaba tanto haber decepcionado a Andrew Hudgens?

«Admítelo» se dijo. «Te cae bien el niño y quieres caerle bien. Y Andrew desea tanto tener un padre como lo deseabas tú de pequeño.»

Por algún motivo incomprensible para Zac, una disparatada idea se le pasó por la cabeza. ¿Cómo sería tener un hijo? ¿Un hijo... como Andrew Hudgens? Jamás había pensado en tener hijos. Pero tras regresar a Crooked Oak, y pasar algo de tiempo con Vanessa y su hijo, empezaba a preguntarse si no faltaría algo esencial en su vida desde que el accidente acabó con su carrera. Una esposa. Hijos. Una familia propia.




¡Zac, espabila! ¡Te van a robar a la chica! Y también a tu hijo.

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¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Wow que capítulo.
Me parece que Zac ya esta sospechando algo del hijo de Ness...
Y espero que cuando se entere no se enoje, ya que ahora se da cuenta que necesita una esposa e hijos.
Me encanto este capítulo.



Sube pronto

Maria jose dijo...

Hoooohh!!! Esta novela se pone muy interesante
Espero que zac no vea a la chica en la noche
Y vaya a casa de Vanessa
Zac es poco engreído en esta novela
Síguela pronto por favor
Me muero por seguir leyéndola

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