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lunes, 18 de mayo de 2015

Capítulo 12


“Contestador automático de Vanessa Hudgens. En este momento no puedo atenderlo, deje su mensaje después de la señal. Beep...”

Zac: ¡Maldita sea, Vanessa! -gritó desde la habitación de invitados de Margaret-. ¡Es la sexta vez que te llamo! ¡Sé que estás ahí! ¡Contesta!

Cuando el contestador se cortó, colgó el auricular colérico. Estaba seguro de que seguía en la casa, pues sus hermanos la habían estado vigilando y Andrew le había dicho que no había salido ni entrado nadie.

Se mesó el cabello y miró los nombres de un hombre y una mujer que le habían pasado por fax desde el Centro de Ordenadores de la Agencia.

La pareja había volado a Dallas y había alquilado un coche antes de que Vanessa llegara, y habían regresado el mismo día que ellos, en un vuelo posterior.

Lo que más rabia le daba era no entender porqué estaba tan enfadada Vanessa. ¿Cómo no iba a haber avisado a sus hermanos? ¿Acaso pensaba que podía marcharse sin estar seguro de que ella estaba a salvo?

La idea de que le ocurriera algo le atenazó el corazón. Puede que hasta ese momento lo hubiera negado, pero era evidente que la quería...

Denegó con la cabeza y pensó que tal vez en otra vida habrían podido sacar adelante aquella relación, pero en esa era todo demasiado complicado...

Margaret: ¿Zachary? -lo llamó entonces, golpeando suavemente la puerta-.

Zac: Sí.

Se levantó y le abrió la puerta a su abuela.

Margaret: No has bajado a desayunar.

Zac: Lo siento. Tenía que hacer unas llamadas.

Margaret: Siempre ha sido muy testaruda -repuso, en alusión a Vanessa-. Es curioso que el rasgo que uno más admira en una persona sea con frecuencia el que más te desquicia... Pero tenemos que hablar antes de que te vayas, Zachary. Tienes que saber un par de cosas... para que estés preparado cuando llegue el momento... -añadió vacilante-.

Zac: Seguro que no hace falta -contestó conmovido-.

Margaret: Hace treinta años, con la muerte de tu padre, parte de mí murió con él -arrancó de todos modos-. Luego, cuando tu abuelo falleció cinco años después, solo me quedaron tres opciones: resignarme a ser una mujer desgraciada, suicidarme o creer que tenía una misión para seguir viviendo…

Zac: ¿Fue entonces cuando asumiste el mando de la empresa de mi abuelo? -preguntó sabedor de que Margaret jamás se habría decantado por las dos primeras opciones-.

Margaret: Al principio me encontré con la oposición de los miembros masculinos de la junta directiva, pero si algo me enseñó tu abuelo era que nunca había que rendirse -arrancó-. Cuando vieron que no se librarían de mí, empezaron a trabajar conmigo. Al final, acabaron aceptándome. Hace unos años cuando comencé a sentirme mayor, introduje a Peter para que colaborara en la dirección de la empresa y poco a poco, lo fui dejando todo en sus manos. Yo iba a la oficina todos los días, pero no tenía nada que hacer. De nuevo, pensé qué mi vida había terminado, hasta que apareció Vanessa.

Zac: Te quiere muchísimo -comentó-.

Margaret: Nos hicimos amigas, socias y, antes de que me diera cuenta, la quería como a la hija a la que nunca tuve -repuso sonriente-. Hace dos meses decidí incluirla en mi testamento y dividirlo todo entre Peter y ella. Sabía que ella se negaría, así que no se lo conté.

Zac: ¿Lo sabe Peter? -preguntó petrificado-.

Margaret: Nunca hemos hablado del tema. Él siempre dio por sentado que heredaría toda mi fortuna, pero aunque solo le legue la mitad, siempre tendrá más dinero del que pueda necesitar.

De modo que era Peter, comprendió Zac, sabedor de que la ambición y la codicia podían llevar a las personas a cometer crímenes espantosos.

Para Peter, estando informado como estaba de los planes de Vanessa, habría sido muy sencillo contratar a dos profesionales para que simularan un accidente y...

Margaret: Pero cuando Vanessa te encontró -prosiguió-, todo cambió.

Zac: Margaret, no -rehusó con delicadeza, tratando de no herir los sentimientos de su abuela-. Yo no quiero tu dinero.

Margaret: Parece que estoy rodeada de cabezotas. Pero imaginaba que dirías algo así, de modo que añadí una cláusula, si alguno de los tres decide no aceptar su parte de la herencia, ésta será donada a mi nueva fundación.

Zac: ¿Cómo dices?

Margaret: Una fundación para madres solteras. Tendrán un lugar donde ir, así como dinero suficiente para poder aprender un oficio que les permita sacar adelante a sus hijos. Ninguna mujer debería abandonar a un bebé por falta de medios -acarició la mejilla de Zac-. Y a ninguna abuela debería privársele de sus nietos. Por eso he decidido que la mitad de mi herencia vaya a parar a la Fundación Zachary Efron.

Zac: Margaret -dijo conmovido por el afecto tan profundo de su abuela, así como por el sentimiento que él mismo había desarrollado hacia ella-, ¿hay alguien más que sepa todo esto?

Margaret: No, estaba esperando a que mi abogado terminara de arreglar el papeleo. Luego iba a anunciar la inauguración de la fundación con una fiesta sorpresa.

Zac, convencido de que la noticia no sería ninguna sorpresa para Peter, volvió a descolgar el teléfono y marcó el número de Vanessa.

Zac: Escúchame, es importante. Voy para allá ahora mismo. No dejes que nadie entre hasta que yo llegue -colgó y luego llamó al móvil que le había dado Andrew-. ¿Sigue en casa?

Andrew: Sí, todo parece en orden.

Zac: Voy para allá -colgó el teléfono y agarró las llaves del coche-.

Margaret: Zachary, ¿qué pasa? -preguntó alarmada-. ¿Con quién acabas de hablar?

Zac: Cuándo vuelva -le dijo con suavidad, a pesar de la prisa que tenía-, tengo que contarte un par de cosas sobre mí… ¿Tienes un teléfono móvil?

Margaret: ¿No tienes móvil? -frunció el ceño-. Creía que tenías una empresa de teléfonos móviles…

Zac: Es parte de lo que tenemos que hablar luego. ¿Lo tienes?

Margaret: En la cocina. Zachary, prométeme que tendrás cuidado.

Zac: Te lo prometo -le aseguró-.

Luego salió de la habitación y la dejó mirándolo.


Salió de la ducha y se vistió. No tenía un gran aspecto, pero llevaba veinte horas revisando los archivos de su ordenador, lo cual no formaba parte de ningún tratamiento de belleza precisamente.

Decidió tomarse un café para despejarse. Justo cuando iba hacia la cocina, llamaron a la puerta... Era Peter, comprobó decepcionada tras correr la mirilla.

Ness: Buenos días -lo saludó fingiendo un entusiasmo que nada tenia que ver con su estado de ánimo real-.

Peter: Buenos días. ¿Te pasa algo? Tienes ojeras -comentó-.

Ness: Ha sido una noche muy larga -confesó-, Pasa, ¿quieres un café?

Peter: Perfecto -aceptó- ¿Qué es esto? -preguntó al ver los papeles que había por todo el salón-.

Después de dudar unos segundos mientras preparaba el café, Vanessa resolvió desahogarse y resumirle todo lo que había ocurrida en Wolf River, sin mencionar lo referente a su relación con Zac.

Peter: ¿Y no tienes idea de quién está intentando matarte?

Ness: Todavía no. Voy a tener que seguir investigando, porque todos los posibles sospechosos están ya en la cárcel... Peter, ¿te pasa algo? -añadió al ver que éste la miraba con una expresión muy extraña-.

Peter: Un hombre desesperado es capaz de hacer locuras -dijo crípticamente-. Con lo fácil que habría sido todo si hubiéramos estado juntos.

Ness: ¿Qué quieres decir? -preguntó impresionada por el tono frío y distante de él-. ¿Por qué estás desesperado?

Peter: Estoy metido en un fondo de inversión; pero no he tenido tanta suerte como Margaret con el dinero, pierdo todo lo que invierto -arrancó-. Hace un par de años empecé a jugar para recuperar capital, pero me rodeé de malas personas… personas que no aceptan retrasos en las deudas... necesitaba mucho dinero.

Ness: ¡Eras tú el que defraudaba a la empresa! -comprendió asombrada-.

Peter: Estaba seguro de que podría devolver el dinero, pero mi secretario descubrió mis movimientos y me dijo que se lo iba a decir a Margaret...

Ness: No se suicidó -susurró-. Lo mataste tú...

Peter: Yo no lo hice, pero contraté a alguien para que se encargara de solucionar el problema -reconoció-. La culpa de todo la tiene Margaret. Si no hubiera cambiado el testamento para incluirte en él, no me habría visto obligado a tomar medidas tan extremas.

Ness: ¿Cómo? -preguntó estupefacta-. No, Margaret sabe que yo no quiero su dinero.

Peter: Eso dices ahora -contestó con dureza-. Pero te lo habrías quedado llegado el momento. Y ahora que has descubierto a Zac, lo incluirá a él también en el testamento y al final me quedaré sin un centavo.

Ness: Peter, escucha. Tenemos que ir a la policía. Todavía podemos aclararlo todo.

Peter: Demasiado tarde, demasiado complicado. Me temo que te vas a suicidar tú también por amor no correspondido... y Margaret estará tan desolada que acabará tomando una sobredosis de pastillas.

Ness: Eras tú -susurró-. El coche, aquella noche en la caseta, la explosión. Fuiste tú todo el tiempo.

Peter: No, no fui yo.

Se dirigió a la puerta, la abrió y, de pronto, entraron un hombre y una mujer de aspecto familiar… ¿Henry e Isabella Winston? ¿Qué hacían allí los recién casados?

Ness: No... no entiendo nada -dijo mientras Peter cerraba la puerta-.

Isabella: En seguida lo vas a entender -repuso al tiempo que sacaba una pistola-.

Todos se giraron al oír el teléfono.

Peter: No contestes -ordenó-.

Después de tres timbrazos, el contestador automático saltó:

Zac: Vanessa, contesta. Es importante, contesta…


Andrew: Todavía está dentro. Alex esta detrás y tampoco ha visto entrar a nadie extraño -informó a Zac-. ¿Quieres que suba contigo?

Zac: Mejor que no. Puede que se ponga un poco furiosa después de que le cuente un par de cosas sobre mí. No te extrañe si me tira por la ventana del salón.

Andrew: No me sorprendería -estrechó la mano de Zac-. Pero como hagas daño a mi hermana, me temo que tendré que matarte.

Zac: Te aseguro que haré lo posible por no ponerte a prueba.

Luego cruzó la calle desde la que había estado vigilando Andrew, entró en el portal de Vanessa, subió las escaleras y llamó a la puerta.

Henry: Adelante, señor Efron -dijo tras abrir, apuntándole con una pistola-. Le estábamos esperando.

Zac podría haberse deshecho de él con facilidad, pero al ver a Vanessa con las manos atadas a una silla, no le quedó más remedio que controlarse.

Zac: ¡Vaya con los recién casados! -comentó-.

Peter: Deberías haberte marchado en tu vuelo, primo -intervino-.

Ness: Ha sido él -dijo enfurecida-. Él es quien contrató a esos dos idiotas para que me mataran en Wolf River.

Zac: No te vas a librar de ésta -le dijo a Peter-. Hay dos hombres vigilando la parte delante y trasera de la casa.

Peter: Genial. Hemos entrado por la puerta lateral. Muchas gracias por la información, primito. No nos verá nadie al salir después de que os hayamos matado.

Zac: Margaret ya ha cambiado el testamento.

Peter: ¿Cómo dices? -preguntó sobresaltado-.

Zac: Ya lo ha cambiado. Va a donar parte de su dinero a una fundación para madres solteras.
 
Peter: Estás mintiendo -replicó rojo de ira. Luego se dirigió a la pareja-. Necesito unos minutos para hacer unas llamadas antes de que os encarguéis de ellos. Id atándolo.

Zac: La policía está de camino -mintió-. No tienes escapatoria -añadió mientras Henry le ataba a una silla junto a Vanessa-.

Ness: Efron. ¿Te acuerdas del récord que te comenté en la bañera? Creo que lo he mejorado -añadió en referencia a su habilidad para desatarse-.

Peter: Mis fuentes confirman lo que ha dicho mi querido primo -comentó tras colgar el teléfono-.

Ness: Vamos, Peter. Déjalo ya -le pidió-. Todavía no ha pasado nada. Márchate y nos olvidaremos de todo.

Peter: De verdad que lo voy a sentir por ti. No sabes cómo.

Vanessa estudió la situación: tenía a Peter delante, a la mujer al lado, y Henry estaba arrodillado, atándole los tobillos a Zac... Entonces, de un movimiento veloz, golpeó al primero con la silla  y le pegó un puñetazo a la mujer mientras Zac le daba un rodillazo en la nariz a Henry.

Se desató el caos.

La pistola de la mujer se disparó, Peter echó a correr, Zac pegó un segundo rodillazo a Henry y lo dejó inconsciente sobre el suelo.

Zac: ¿Estás bien, morenita? -le preguntó sonriente, viendo que tenía reducida a la otra mujer-.

Ness: Perfectamente, Rayo -repuso mientras ataba a la pelirroja-.

Zac: Peter se ha escapado -comentó-.

Andrew: ¿Estáis bien, chicos? -preguntó de pronto-.

Alex: Mirad a quién me he encontrado en la puerta lateral -dijo acto seguido-. Vaya, parece que me he perdido la fiesta -añadió al ver a la pareja tendida en el suelo-.

Zac: Podían haberte matado -le dijo entonces a Vanessa, con un nudo en la garganta-.

Ness: ¿Qué haces aquí? Sé suponía que te habías ido.

Zac: Pero he vuelto.

Ness: ¿Sí? -lo miró a los ojos-.

Zac: Sí. He vuelto.




¡Vaya capítulo!
Menos mal que Zac llegó y no pasó nada.
¡Solo queda un capi!

¡Thank you por los coments y las visitas!
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¡Un besi!


2 comentarios:

Unknown dijo...

Wow wow wow que capitulo.
Siempre ha sido Peter y los recién Casados, y todo por la herencia de la abuela de Zac.
Me ha encantado el capitulo. Amo a Zanessa



Sube pronto

Maria jose dijo...

Ame el final!!!! Gran capítulo
Woooww me gusta mucho esta novela
No puedo creer que solo quede 1 capítulo
Quisiera que siga Jajajaja
Sube pronto el último capítulo
Saludos

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