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martes, 12 de mayo de 2015

Capítulo 10


Estaba sentado en la limusina negra que había alquilado en el aeropuerto, parado justo frente del edificio de Margaret Muldoon. Vanessa dormía en el asiento de al lado. Teniendo en cuenta el día que habían tenido, por no hablar de la noche anterior, lo sorprendía que hubiera aguantado tanto tiempo despierta... aunque solo eran las ocho. La pareja de recién casados había llamado a los bomberos para informar de la explosión y éstos habían extinguido las llamas en cuestión de minutos.

Zac había llamado a Mike para decirle que  tanto él como Vanessa estaban bien, que no se preocuparan, y le había prometido que le explicaría todo en un par de días.

La explosión lo había cambiado todo para él. Ya no podía dejarla ir a casa sola, tenía que asegurarse de que Vanessa llegaba a salvo a Filadelfia.

Estaba seguro de que quien quiera que estuviera detrás de ella, la seguiría desde Wolf River. Pero también sabía que tenia amigos bien situados, que podrían ayudarlo a localizar al agresor, y confiaba en encontrarlo en dos o tres días, con tiempo suficiente para irse a Washington e incorporarse a su siguiente misión.

Zac: Hola, morenita -le susurró al oído cuando Vanessa abrió uno de los ojos-.

Ness: ¿Hemos llegado? -preguntó soñolienta-.

Zac: Hemos llegado.

Lo sorprendía. Cualquier otra mujer se habría puesto histérica después de haber estado a punto de perder la vida, pero ella solo lamentaba haber arruinado la ropa que July le había prestado.

No habían tenido tiempo de cambiarse después de recoger el jeep en el taller de Walt, de modo que ambos seguían con la misma ropa, desgarrada y con olor a humo.

Zac: Si no te importa, podríamos dejar esto para mañana.

Ness: No, Margaret está deseando verte. Lleva esperando desde que la llamé desde el aeropuerto y le dije que venias.

Zac: Está bien -accedió-.

Salieron de la limusina, caminaron hasta la entrada y Vanessa golpeó en la puerta con el llamador.

**: Vanessa -lo saludó sonriente un hombre de unos treinta y cinco años-.

Ness: Hola, Peter.

Éste la abrazó con fuerza, con demasiado fuerza, pensó Zac.

Peter: ¡Santo cielo! ¿Qué te ha pasado? -le preguntó al advertir el estado en que se hallaban las ropas de Vanessa-. ¿Estás bien?

Ness: Sí, ya te lo explicaré luego. Peter, éste es Zachary Efron. Zachary, Peter Muldoon, tu primo.

Peter: Encantado de conocerte -lo acogió con una sonrisa fraternal-. Os estábamos esperando. Por favor, pasad.

Entraron en una habitación con suelo de mármol blanco y cuadros de la época victoriana.

Ness: ¿Dónde está Margaret?

Peter: Está hecha un manojo de nervios desde que la has llamado esta mañana. Le recomendé que descansara un poco hasta que llegarais.

Ness: ¿Se está tomando las medicinas que le mandó el médico? -quiso saber, mientras entraban en una sala de moqueta verde y muebles de madera-.

Peter: Solo si la vigilo. Y aun así se resiste bastante. Es de lo más testaruda -se giró hacia Zac-. Perdona, no es manera de presentarte a tu abuela. Ahora vuelvo.

Zac miró a Vanessa después de que Peter se retirara. Ella elevó la cabeza y, cuando él le acarició la barbilla, Vanessa sonrió con un brillo en los ojos que lo conmovió...

**: Cómo se nota que eres un Muldoon: incapaz de no poner tus manos encima de una mujer bonita.

Al oír la profunda voz de la mujer, Zac se giró de golpe: era alta, joven para su edad, y llevaba unos pantalones y una blusa marrón a juego con sus ojos.

Margaret se acercó a Zac sin dejar de mirarlo y solo entonces reparó él en que cojeaba un poco. Se detuvo a escasos pasos de ellos.

Margaret: ¿Por qué demonios parece que os ha tragado un volcán y os ha vuelto a escupir?

Zac: Es una larga historia -repuso sonriente-.

Margaret: Me encantan las historias largas -aseguró-. ¿Estás bien, Vanessa? Pareces muy cansada -añadió a continuación-.

Ness: Estoy bien -sonrió y abrazó a la anciana-. Solo ha sido un día un poco ajetreado.

Margaret: Eso parece -dijo para dirigirse a Peter a continuación-. Atiende a Vanessa mientras yo hablo con mi nieto, por favor. Tiene pinta de estar hambrienta. Y pídele a Emily que nos traiga un café y unos sándwiches. Vamos a estar un rato ocupados.

Zac miró a Vanessa y al ver que Peter se la llevaba, colocándole una mano en la espalda, se puso tenso.

Margaret: No te preocupes por Peter -le dijo cuando se hubieron quedado a solas-. Ha intentado llamar la atención de esa chica por todos los medios y ella ni se ha inmutado.

Daba la impresión de que a la mujer no se le escapaba un detalle, pensó Zac.

Zac: Señora Muldoon...

Margaret: Llámame Margaret de momento, a ver cómo te sientes -lo interrumpió-. ¿Sabes? Eres igualito a tu padre: tienes sus mismos ojos. Pero el color de pelo es el de tu madre. Solo tenía diecisiete años cuando naciste.

Zac: No puedes estar segura de que tu hijo fuera el padre de ese bebé...

Margaret: Claro que puedo -le indicó una fotografía en la que aparecía un hombre joven; idéntico a él-.

Era como mirarse en un espejo, pensó Zac.

Zac: No sé qué decir...

Margaret sonrió y lo invitó a que tomara asiento.

Margaret: De momento, empieza con tu larga historia. Algo me dice que va a ser fascinante.

Después de cenar, Vanessa le pidió a Peter que le acercara a su casa, para evitar tener que despedirse de Zac en presencia de Margaret y su sobrino.

Ella había cumplido su objetivo de reunir a Margaret con su nieto y ahora solo tenía olvidarse de lo que había ocurrido con Zac.

Peter: Si quieres, te acompaño -le ofreció tras aparcar frente al apartamento de Vanessa-.

Ésta advirtió un brillo de esperanza en los ojos de Peter, pero por desgracia, no sentía por él nada parecido a la que sentía por Zac.

Ness: Gracias, pero es mejor que no -rehusó-. Dile a Margaret que la llamaré por la mañana.

Le dio un beso en la mejilla, salió del coche y entró en el portal de su casa, pensando que acababa de separarse de Zac y ya lo estaba echando de menos.

Le asombraba la entereza con la que había reaccionado Zachary tras la explosión. Era extrañísima la eficacia con la que había actuado, como si estuviera acostumbrado a que le pusieran bombas todos los días…

Le parecía todo muy misterioso, pero no era momento para pararse a pensar. Estaba muy cansada. Y al día siguiente, eso sí, comenzaría a investigar quien podría estar interesado en matarla.

Echó un vistazo al correo acumulado, escuchó los mensajes del contestador automático mientras se desvestía y entro al baño para ducharse.

De pronto, tras cerrar los ojos para relajarse, oyó que la puerta del baño se abría:

Ness: ¡Maldita sea, Efron! -exclamó al ver a Zac-. Me has dado un susto de muerte.

Zac: Lo siento -se disculpó al tiempo que deslizaba la mirada por el cuerpo mojado y húmedo de Vanessa-. Te lo mereces por marcharte sin decirme nada.

Ness: Necesitabas pasar un rato a solas con Margaret. ¿Te importa si hablamos de esto luego? -añadió, dándose media vuelta por pudor-.

Zac: Prefiero que lo hablemos ahora.

Ness: ¡Zac, me estoy dando una ducha!

Zac: Perfecto -se quitó las botas y comenzaba a desabrocharse la camisa-. Te acompaño y lo hablarnos mientras tanto.

Ness: No te he pedido que me acompañes -se resintió-. Y no quiero que hablemos -espetó-.

Zac: Está bien -terminó de desnudarse y entró en la ducha-. Entonces no hablaremos.

La estrechó contra el pecho, hundió las manos en su cabello y la besó con urgencia.

Ness: Zac -susurró cuando separaron los labios-. ¿Cómo has entrado en casa.? Estoy segura de que eché la llave.

Zac: Margaret me dio una copia de las llaves. Como no contestabas, abrí por mi cuenta.

Ness: ¿Margaret te ha dado una copia de las llaves? ¿Ella sabe que venias para aquí?

Zac: Por supuesto. ¿Dónde iba a dormir sino esta noche?

Ness: En casa de Margaret -repuso mientras él la acariciaba el trasero-. ¿Qué va a pensar?

Zac: Es una mujer muy despierta, Hudgens. Y no está ciega -comentó-. Es evidente que nos estamos acostando.

Ness: ¿Y cómo voy a mirarla ahora a la cara? Ella me envió para encontrarte, no para que te sedujera.

Zac: ¿Eso es lo que has hecho? ¿Seducirme? -le preguntó sonriente mientras le pellizcaba un pezón-. Y yo que pensaba que había sido al revés.

Ness: Porque he dejado que te lo creas. Los hombres sois muy orgullosos con estas cosas.

Zac: ¿Cosas? -le agarró por las muñecas, la aplastó contra la pared y la hizo sentir su excitación-. ¿No se te ocurre ninguna palabra mejor?

El vapor los envolvía mientras sus cuerpos salpicaban el agua ardiente de la ducha. Vanessa le rodeó la cintura, con las piernas y se aferró a sus hombros para que él la penetrara.

Ness: Bésame -le rogó-. Más rápido, por favor -lo instó a continuación, mientras él la penetraba con fuerza-.

Zac emitió un sonido gutural, salvaje y desesperado. Ella sintió que el corazón le tronaba, le clavó las uñas en los hombros y se agarró a él con fuerza hasta que el placer alcanzó un clímax insostenible e insuperable... y gritó.

También Zac, después de aliviar su deseo, gimió estremecido y la abrazó como un náufrago a la tabla de la que pendía su vida.




Me gusta lo bien que sabe escuchar Zac a las mujeres, Ness le pide que se pire y él hace lo contrario XD

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2 comentarios:

Maria jose dijo...

Que buen capítulo, se ve que zac
Se esta enamorando de Vanessa y eso me gusta
Sigo pensando quien querrá hacerle daño a Vanessa
Síguela pronto ya quiero seguir leyendo
Saludos

Unknown dijo...

Ay que bonito capitulo.
Creo que es el mas tierno hasta ahora, como se nota que están muy enamorados... Me encanta.
Y me intriga saber quien quiere matar a Ness, espero que no le pase nada.

Sube pronto, me ha encantado el capitulo

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