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martes, 26 de mayo de 2015

Capítulo 1


Zac Efron soltó la maleta en el porche. Había vuelto a casa. Lo extraño era que aquella vieja casa de Crooked Oak ya no le parecía su hogar. La había abandonado a los dieciocho años y solo había vuelto un par de veces desde entonces, con ocasión del funeral de su abuelo y la boda de su hermana.

Y no habría regresado de haber tenido otro lugar donde ocultarse y lamerse las heridas.

Empujó la vieja mecedora del porche y la observó mientras se balanceaba adelante y atrás, recordando el verano en que ayudó a su abuelo a construirla. En aquel entonces, su hermano David ya llevaba ausente seis años, y nadie sabía dónde estaba. Alex llevaba un año en el ejército y Miley, la hermana pequeña, tenía catorce años. Zac acababa de cumplir los dieciséis, y su posesión más preciada era un Cámaro negro de 1980, el coche que destrozó más tarde, la noche posterior a su graduación en el instituto.

Mirando de nuevo hacia la casa, Zac buscó debajo del cojín de la mecedora y tomó la llave. Sonrió. Algunas cosas nunca cambiaban, especialmente en un lugar como Crooked Oak, Tennessee. Quizá por ese motivo había vuelto a casa, donde la vida era menos complicada y la gente básicamente bondadosa.

Con la mano derecha, introdujo la llave en la cerradura e hizo girar el pomo. La maldita puerta se negaba a abrirse. ¿Estaría atascada? ¿Habría cambiado Miley la cerradura? Apretó los dientes y maldijo. Luego se cambió la llave a la mano izquierda, probó de nuevo y, por fin, la puerta se abrió.

Zac se miró la mano, y sus ojos fueron ascendiendo por toda la longitud de su brazo incapacitado. A veces deseaba habérselo cortado del todo. ¿De qué le servía aquel apéndice flácido e inútil?

Abrió de par en par la puerta con el pie, recogió la maleta y entró en la sala de estar. Hogar, dulce hogar.

Una voz femenina, que tarareaba un antiguo éxito de Lionel Ritchie, le llegó desde el otro extremo de la casa. Zac se quedó petrificado. ¿Quién diablos estaba allí? No podía ser Miley. Vivía en Nashville y se había casado con el gobernador del estado. ¿Quién podía ser, pues? Nadie estaba al tanto de su regreso...

Quizá Miley había contratado a una mujer del pueblo para que adecentara la casa. Zac dejó la maleta, cerró la puerta y avanzó hacia el lugar de donde procedía la voz.

Zac: ¿Oiga? -llamó-. ¿Quién hay ahí?

Esperaba que la mujer de la limpieza supiera mantener la boca cerrada. Necesitaba unos cuantos días de paz y tranquilidad antes de que se corriera la noticia de que la celebridad local había regresado. Era el vecino más famoso de Crooked Oak. Zac Efron, lanzador estrella de los Atlanta Braves. Al menos, lo había sido.

**: Oh -exclamó-. No... no te esperaba hasta la noche.

Era más o menos alta, morena, y llevaba un mono con peto. Zac supuso que rondaría la treintena. Su cara le resultaba vagamente familiar.

**: Lo siento -siguió diciendo la mujer-. Tenía pensado irme antes de que llegaras. Miley me pidió que aireara la casa y trajera unas cuantas cosas. Me dijo que probablemente no querrías ir al pueblo hasta pasados unos días.

Lo miraba con sus enormes ojos marrón chocolate abiertos de par en par, mientras trataba de explicar atropelladamente el motivo de su presencia. Era evidente que Zac la ponía nerviosa.

Zac: No pasa nada -la miró de arriba abajo. Era una mujer delicada, bien formada y atractiva. Estaba seguro de que la conocía. ¿Por qué diablos no podía recordar quién era?-. Me alegra que Miley te haya contratado para limpiar la casa. ¿Aceptarás seguir viniendo un par de días a la semana?

**: Disculpa, ¿cómo dices? -aparentemente sorprendida por la pregunta, ella miró fijamente con aquellos grandes y hermosos ojos marrones-.

Zac: ¿No te ha contratado mi hermana?

**: Oh -el rostro se le enrojeció, otorgándole ligeramente color a sus mejillas-. No, Miley no me ha contratado. Somos amigas. Simplemente le he hecho el favor de limpiar la casa.

De repente, Zac se acordó por fin.

Zac: ¡Vanessa Montez! Dios mío, no te había reconocido.

Vanessa Montez, la chica que le había ayudado a aprobar el último curso de inglés en el instituto. ¿Cómo había podido no reconocerla? Estaba mayor y más delgada, pero no había cambiado tanto. El cambio más significativo se había producido en sus ojos marrones. Zac no los recordaba tan vacíos y desprovistos de emoción.

Ness: Vanessa Hudgens -corrigió-.

Zac: Ah, sí, es cierto. Te casaste con Andrew Hudgens y tuvisteis un hijo, ¿verdad? -intentó recordar cualquier detalle que Miley hubiera podido contarle sobre Vanessa a lo largo de los años-. Siento lo de Andrew. Era un buen hombre. Siempre me cayó bien. Mike y tú os hicisteis cargo de su parte del negocio cuando murió, ¿no? ¿Cómo le va a Mike? Tu hermano y yo fuimos buenos amigos.

Ness: Le va bien. Se casó por segunda vez y está esperando su primer hijo. Hace poco le compramos a Miley su parte del negocio. El taller y la grúa son ahora nuestros -señaló la cocina con la barbilla-. Te he preparado un plato de carne asada para la cena, y tienes comida suficiente para una semana. He puesto sábanas limpias en la cama de tu antiguo dormitorio, y...

Zac: Gracias, Vanessa. Te agradezco mucho todo lo que has hecho -dio un paso hacia ella, pero Vanessa retrocedió. Luego se giró e hizo gesto de marcharse-. Espera -pidió. Ella se detuvo, pero no se volvió-. Siento no haberte reconocido.

Ness: No pasa nada. Los dos hemos cambiado mucho.

Zac: ¿Por qué no te vi en el funeral de mi abuelo ni en la boda de Miley?

Vanessa era una de las mejores amigas de su hermana. No comprendía su ausencia en los dos únicos acontecimientos familiares lo bastante importantes para hacerle volver a casa.

Ness: Estaba allí, Zac. Lo que ocurre es que no te acuerdas. Y no tienes por qué. Ni siquiera tuve ocasión de hablar contigo -se giró lentamente para mirarlo-. Y llegaste tarde a la boda de Miley. Además, no creo que aquel día vieras a nadie salvo a tu novia. No le quitabas los ojos de encima.

La sola mención de Brittany le produjo a Zac un nudo en el estómago. Cerró los ojos, tratando de rechazar el dolor, pero el rostro de Brittany siguió relampagueando en su mente. Sus ojos azules. Su boca grande y sonriente. Su cuerpo delicado. Era la criatura más bella que había visto nunca. La había amado con locura. Y la había matado.

Percibiendo el dolor que nublaba los ojos de Zac, Vanessa lamentó haber mencionado a la mujer que había amado y perdido.

Ness: Lo siento. He hablado sin pensar...

Zac: No pasa nada. Ya casi hace un año que Brittany murió. Debería ser capaz de hablar de ella. Además, tienes razón. Cuando la llevé a la boda de Miley, no veía a ninguna otra mujer.

Ness: Era muy guapa. Todo el mundo lo creía así. Hacíais una pareja fantástica. Perfecta.

Nunca olvidaría lo fea e insignificante que se sintió al verlos juntos... Zac y la esbelta súper modelo que salía con él por aquel entonces.

Zac: Ya no somos tan «perfectos», ¿verdad? -se frotó el brazo derecho-. Britt ha muerto, y yo... he quedado inútil.

Aún quedaba en el interior de Vanessa algo de la jovencita que había adorado a Zac Efron. Los restos de aquella inocente quinceañera salieron de nuevo a flote, y Vanessa sintió un fuerte arrebato de compasión y tristeza por el hombre que tenía ante sí. Un hombre que ahora era prácticamente un desconocido.

Ness: Que tu carrera como jugador de béisbol haya terminado no quiere decir que estés inútil -dijo en tono sereno-. Aún eres rico, guapo e inteligente. Mucha gente lo daría todo por tener lo que tú tienes.

Zac soltó una risita, comprendiendo que Vanessa acababa de ponerlo en su sitio. Le sentaba bien ser capaz de reírse de sí mismo. Había pasado mucho tiempo sin poder hacerlo. Cuando alguien le hablaba con la franqueza de Vanessa, solía saltarle al cuello, sin más.

Zac: Recuerdo que la sinceridad era una de las cualidades que más me gustaban de ti. Nunca te andabas con los juegos de las demás chicas. Siempre decías lo que pensabas, y más de una vez me pusiste firme cuando me dabas clases de inglés en el último semestre.

Ness: Me sorprende que aún te acuerdes de eso. Fue hace mucho -toda una vida, se dijo-.

La vida de Andrew.

Zac: A pesar de que no te reconocí al principio, tengo muy presentes aquellos meses en los que me inculcaste un mínimo de sentido común. Sin tu ayuda, jamás habría podido graduarme ni jugar al béisbol en la universidad. Te debo mucho, Vanessa, más de lo que nunca podré pagarte.

Ness: Tu abuelo me pagó las clases de inglés. Y me in-vitaste a salir para celebrar tu graduación. Para mí significó mucho. Pudiste haber salido con cualquier otra chica del condado.

Vanessa se reprochó en silencio el error de haberle hablado de aquella noche. Por su bien y por el de Andrew, esperaba que Zac no recordara los detalles de lo sucedido. De lo contrario, podría sospechar la verdad que le había ocultado durante doce largos años.

Zac: Dios, y menuda noche fue, ¿verdad? Yo me iba de vacaciones una semana después de la graduación, y estaba absolutamente eufórico por la beca que me habían concedido.

Ness: Sí, menuda noche. Pero me temo que no puedo quedarme para seguir recordando los viejos tiempos. Andrew tiene prácticas, y...

Se interrumpió en mitad de la frase, comprendiendo que no debía hablar de Andrew con Zac Efron.

Zac: ¿Andrew? ¿Es tu hijo? -inquirió-. Le has puesto el nombre de su padre, ¿eh?

Ness: Sí, Andrew es mi hijo -entró en la cocina-. Espero que estés cómodo aquí. Disfruta de la cena. Y si necesitas algo, llámame. He dejado mi número anotado junto al teléfono.

Zac: Ojalá pudieras quedarte. Yo...

Estuvo a punto de decir que se sentía solo, que necesitaba a alguien con quien hablar, alguien que le escuchara y lo comprendiera. Pero Vanessa tenía su propia vida. Un hijo. Un hogar. Un negocio. No podía perder el tiempo con él. Al fin y al cabo, ¿qué era él para ella? Nada más que el hermano mayor de su amiga Miley.

«No permitas que la expresión triste y herida de sus ojos te conmueva» se dijo Vanessa. «No te involucres en la vida de Zac. Si lo haces, volverás a sufrir. Y esta vez no sufrirás tú sola. También sufrirá Andrew.»

Ness: Tengo que irme -le dijo, pero permaneció junto a él, irresistiblemente atraída por su presencia, igual que en los viejos tiempos-.

Había sido un joven irresistiblemente atractivo; algunos incluso le habían llamado «chico bonito». Pero a Vanessa siempre le había parecido demasiado masculino para ser considerado simplemente un «muchacho guapo», a pesar de sus rasgos perfectos. Y, en algunos aspectos, era incluso más atractivo ahora que había madurado. Siempre había sido forzudo, pero la figura larguirucha de su juventud había dejado paso a un cuerpo recio y musculoso, que hacía preguntarse a cualquier mujer cómo sería ser poseída por semejante poder masculino.

Zac estudió a la mujer que permanecía pensativa frente a él.

Zac: Gracias por todo. Por haber aireado la casa y haberme preparado la cena. Has sido muy amable.

Siempre le había caído bien Vanessa. Incluso había pensado a veces en ella en el transcurso de los años. Siempre había poseído una suerte de delicada fuerza que no había visto en ninguna otra mujer. Zac no creía que llegara a conocer a otra mujer, con la salvedad de su hermana Miley, que le cayera bien. Oh, sí, adoraba a las mujeres, había seducido a unas cuantas, e incluso se había enamorado perdidamente un par de veces. Pero no creía que ninguna de aquellas mujeres le hubiese caído bien, en realidad. Ni siquiera Britt. Había sido tan artificial como él mismo, por mucho que le doliera reconocerlo.

Ness: Debo irme, Zac -comprendió que debía dejar de mirarlo, romper el hechizo al que sus ojos suplicantes la habían sometido-.

Zac: Sí, lo sé. Adelante. Estaré bien. Cenaré y me iré a la cama temprano.

Ness: Llama a Miley y dile que has llegado bien a casa.

Zac: Desde el accidente, está tan pendiente de mí que parece mi madre, en lugar de mi hermana pequeña.

Ness: Eso es porque te quiere.

Por un fugaz momento, Zac creyó percibir un atisbo de honda emoción en el rostro de Vanessa. Después de tanto tiempo, era imposible que siguiera amándolo. Doce años antes había estado loca por él. Y, aunque ella no era su tipo por aquel entonces, Zac se había sentido halagado con su tímida adoración.

Ness: Ya nos veremos -dijo con voz firme y equilibrada-. Cuídate.

Consiguió llegar a la puerta trasera antes de que él la alcanzara. La sujetó por el hombro. Ella se quedó petrificada. Zac la obligó a girarse lentamente para mirarlo.

Zac: Para la mayoría de la gente del pueblo, soy solo un héroe local, y eso me pondrá las cosas muy difíciles. Necesito la amistad de alguien a quien no le intimide que haya sido jugador de los Atlanta Braves. Te necesito a ti, Vanessa.

«No», gritó su mente. «Sí», suplicó su corazón.

Ness: Lo siento, Zac. No puedo. Yo...

Él le frotó el hombro. Notó cómo se estremecía. Ignoraba por qué, de repente, ansiaba tanto renovar su antigua amistad con Vanessa, pero así era. Quizá le recordaba los buenos tiempos, la época de juventud, o... ¿A quién quería engañar? Era un hombre, y llevaba más de un año sin la compañía de una mujer. Había pasado meses en el hospital, tras el accidente, y hasta hacía poco no había podido ni siquiera vestirse sin ayuda.

Vanessa Montez Hudgens podía no tener una belleza como la de Britt, pero tenía algo que le hacía desear pasarle las manos por su esbelto cuerpo, colocarla encima de la mesa de la cocina y deslizarse entre sus piernas.

Aunque su mente no la hubiese reconocido al principio, su cuerpo sí se acordaba del de ella. Vanessa era virgen aquella noche de hacía doce años, pero se había mostrado tan ansiosa y dispuesta como cualquiera de las mujeres que Zac había poseído.

Habían pasado demasiadas mujeres por su vida, sobre todo cuando era más joven. Ni siquiera recordaba los nombres de algunas. Pero lo de Vanessa había sido distinto. Porque le gustaba de verdad.

Zac: ¿Hay algún hombre en tu vida que pueda oponerse a nuestra amistad?

Ness: Salgo con alguno de vez en cuando. Pero ahora mismo no tengo ninguna relación.

Zac: Entonces, ¿por qué no...?

Ness: Porque en mi vida no hay sitio para ti, Zac Efron -zafándose de sus brazos, se giró y abrió la puerta-. No tengo tiempo para ser la clase de amiga que necesitas. Pero hay docenas de mujeres en Crooked Oak que te complacerán encantadas.

Salió al porche, pero antes de que pudiera cerrar la puerta, Zac la agarró por la cintura y la obligó a volverse. A continuación le colocó la enorme mano en la nuca y le dio un beso en la boca.

Ella trató de resistir el impulso de fundirse con él, de ceder a su asalto, pero su esfuerzo fracasó. Respondió al brutal beso con igual furia, abriendo la boca para recibir su inquieta lengua.

El delirante vértigo que la embargó era una sensación única. Vanessa no había experimentado nada igual desde la última vez que Zac la besó. La noche en que le entregó su virginidad y su corazón. La noche en que él le dio un hijo.

Acordándose de repente de Andrew, el hijo que Zac ignoraba haber engendrado, Vanessa puso fin al beso e intentó retirarse.

Pero él la sujetó por las caderas y la apretó contra su excitación, emitiendo un ronco jadeo.

Zac: Fuimos amigos. Amantes, incluso, por una noche. Nada nos impide serlo de nuevo, dado que no estamos atados a nadie.

Vanessa apartó de sí a Zac y lo miró con rabia. Lloraba interiormente por lo que pudieron haber tenido, por lo que jamás tendrían. Pero su rostro aparecía sereno y despojado de emoción.

Ness: Cuando entraste en la casa, hace unos minutos, ni siquiera me reconociste. Dudo que hayas pensado en mí, o en nuestra amistad, ni una sola vez en estos doce años. No soy una de tus bellas y sofisticadas mujeres, Zac. Soy una madre viuda que vive en un pueblecito de Tennessee. Y no pienso tener una aventura pasajera con el héroe de la localidad -se dio media vuelta y se alejó por el caminillo de grava que atravesaba el patio-.

Zac la observó hasta que se hubo perdido de vista. Cada suave contoneo de sus femeninas caderas hacía que su cuerpo se estremeciera de necesidad.

Vanessa Montez Hudgens había vuelto a ponerlo en su sitio. Algo que ninguna mujer había hecho desde hacía muchísimo tiempo. De hecho, desde que Vanessa lo había abofeteado cuando la besó por primera vez. Las mujeres nunca le decían «no» a Zac Efron, el deportista estrella. Mujeres bellas, sexys y ricas caían rendidas a sus pies a diario. Y ahora acababa de darle calabazas una modesta pueblerina vestida con un mono desgastado.

A pesar de la dolorosa necesidad que invadía su cuerpo, Zac se echó a reír a carcajada limpia. Diablos, Vanessa tenía razón. En Crooked Oak habría docenas de mujeres más que dispuestas a irse a la cama con él. Pero, de momento, necesitaba pasar algún tiempo a solas, salvaguardando su intimidad.

Más tarde o más temprano se hastiaría de la soledad y echaría en falta la compañía femenina. Sin embargo, no le seducía la idea de acostarse con alguna fan encandilada por su fama. Por una vez, le gustaría hacerle el amor a una mujer que verdaderamente sintiera algo por él. Una mujer como Vanessa.


Vanessa apretó el paso en cuanto dobló la esquina de la carretera y supo que Zac ya no la veía. Se dirigió a su casa casi corriendo, deseosa de alejarse lo antes posible de Zac Efron.

Si Zac hubiera estado en el pueblo durante todos aquellos años, la gente no habría tardado en sumar dos y dos.

Andrew: Hola, mamá. ¿Has arreglado la casa de Miley para Zac?

Ness: Sí.

Andrew: ¿Y cuándo llegará? ¿Esta noche?

Ness: Ya está aquí. Llegó antes de que yo me marchara.

Andrew: ¿Y has hablado con él? Cielos, mamá, no puedo creer que Zac Efron esté viviendo tan cerca de nosotros -se sentó de un salto en el borde de la cama-. ¿Crees que me dará su autógrafo? Los chicos del colegio no me creyeron cuando les dije que mi madre iba a prepararle la cena a Zac Efron -cruzó la habitación, agarró su pelota de béisbol y su guante, e hizo gesto de efectuar un lanzamiento-. ¿Crees que le importará darme unos cuantos consejos? Puedes decirle que Miley es prácticamente tía mía, dado que ella y tú sois tan buenas amigas.

Vanessa agarró a su hijito por los hombros y esbozó una sonrisa forzada.

Ness: No vamos a molestar a Zac mientras esté en Crooked Oak. Ha venido a recuperarse. Pero, si se queda mucho tiempo, seguro que lo verás antes o después.

Andrew: Ah, vamos, mamá, ¿no puedo ir a su casa para pedirle un autógrafo?

Ness: No, no puedes. No quiero que agobies a Zac.

Andrew: Pedirle un autógrafo a un famoso no es agobiarlo.

Ness: Andrew Hudgens, prométeme que no irás a casa de Miley a molestar a Zac.

Andrew: Ah, mamá...

Debía procurar a toda costa que Andrew y Zac no se vieran, al menos de momento. Cuanto más tiempo pasaran juntos, más probable sería que alguien notase el parecido entre ambos. Incluso el propio Zac podría darse cuenta de que Andrew no se parecía en nada a Drew. Había heredado los ojos marrones de su madre, pero eso era todo. Su pelo castaño y su tez ligeramente morena eran los de su padre, así como su facilidad para el deporte.

Ness: Te propongo un trato. Si no lo molestas, te prometo que te lo presentaré para que le pidas un autógrafo antes de que se vaya del pueblo.

Andrew: Está bien -accedió a desgana-.

Ness: Ve a lavarte las manos. Cenaremos enseguida.

Mientras el pequeño desaparecía tras la puerta del cuarto de baño, Vanessa acarició amorosamente el guante de béisbol que le había regalado a Andrew por Navidad. El pequeño había sentido fascinación por el béisbol desde los dos años, cuando Drew le compró su primera pelota y su primer bate, ambos de plástico.

Drew había sido un buen hombre. Un buen esposo y un padre cariñoso con un niño que sabía que no era suyo. Vanessa aún lo echaba de menos. Sobrevivir al regreso de Zac Efron hubiera sido más fácil de haber estado vivo Drew.

Pero estaba muerto, y Vanessa no podía apoyarse en nadie salvo en sí misma. Ella, y solo ella, tendría que hallar el medio de protegerse y proteger a su hijo de un hombre que solo podía causarles dolor y sufrimiento.




¿Qué tal este primer capi? Guay, a qué sí.
Zac se llevará una gran sorpresa cuando se entere.

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2 comentarios:

Maria jose dijo...

wooowww gran capitulo, esta novela empieza muy diferente a
las otras
desde el primer capitulo la novela ya tiene muchas fuerzas
y promete ser una novela muy interesante
se pondra feo la situacion cuando zac se entere de que tiene
un hijo de vanessa y ella no le dijo nada
siguela que me dijo con mucha intriga
siguela pronto


besos

Unknown dijo...

Que gran primer capitulo.
No puedo creer que Zac ya beso a Ness, se siente que hay una atracción. Y para mi que Zac quiso a Ness a su manera.
Y me gustaría saber como reaccionaria Zac cuando se entere del hijo 12años después...

Sube pronto

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