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sábado, 5 de abril de 2014

Capítulo 14


Ashley estaba tendida en la cama, contemplando el juego de sombras en el techo de la habitación. Volvió la cabeza a medias, viendo las líneas de las luces de la calle invadir la oscuridad de su dormitorio. Recapacitó sobre los extraños incidentes de la tarde.

Ashley: ¿Que te están chantajeando? -le había preguntado a Scott horrorizada-. ¿Te parece eso un pequeño problemilla? ¿Y qué consideras tú un desastre?

Scott: Perder mi medio de vida -dijo con voz monótona-. Además, toda la historia es ridícula. Me están chantajeando por algo que nunca hice. Hace unos años una mera sugerencia en ese sentido habría arruinado mi carrera. Pero ya que está arruinada, no tengo nada de que preocuparme. Lo que me preocupa es quién me está chantajeando, y a quién más está amenazando. Por no mencionar la fuente de la información.

Ashley: ¿Por qué te chantajean?

Scott: Cuando comienzas en esta profesión, no eres muy escrupuloso con los trabajos que aceptas, no le das mucho valor a tu cuerpo.

Ashley: No sé si esto me va a gustar.

Scott: Lo siento, Ashley, pero no solo existo en tus fantasías. Soy un hombre de carne y hueso, y he cometido mis errores. Si quieres que tus amantes sean perfectos e intachables, te confundes de hombre.

La mano que Scott tenía sobre el brazo de Ashley estaba crispada.

Ashley: Tranquilo. Te conozco hace cuatro años y ya te he notado un par de fallos.

Scott: No se trata de excesos de narcisismo o de despiste con las facturas. Participé en una película porno.

Ashley respiró hondo.

Ashley: Bien. ¿Qué más?

Scott: Cariño, te juro que yo no intervenía. Solo me contrataron para formar parte de un grupo en una orgía. Querían cuerpos atractivos y el mío lo era. Pero no servía más que como decorado. No conseguía que me excitaran esas cosas.

Ashley: No creo que sea para tanto. Es algo sórdido, pero no me parece atractivo.

Scott: La cosa es más complicada. Yo tomé parte en una escena, simplemente haciendo bulto y mirando. Pero el resto de la película contenía escenas más que sórdidas. Eran horribles. Y delictivas. Y como no hay forma de probar que yo no tomé parte en esas otras escenas, cualquiera que fuera a darme un trabajo se lo pensaría dos veces. Y no, no te voy a contar lo que sucedía en esas escenas. Intenté verlas una vez, pero fue superior a mis fuerzas. Y creo que tu estómago es más delicado que el mío.

Ashley consiguió sonreír asustadamente.

Ashley: ¿Quién sabe esto?

Scott: Vanessa.

Ashley: ¿No pensarás...?

Scott: Claro que no -dijo ofreciéndole el vaso medio vacío de Drambuie-. Ella sabe mejor que nadie que es una amenaza sin sentido. No tengo dinero, ni tengo una carrera que perder.

Ashley: No entiendo por qué no me lo dijo.

Scott: Se lo dije en privado. Un amigo de gustos retorcidos había visto la película y me había reconocido. Decidí hablar con Vanessa y contárselo. Le ofrecí cancelar nuestro contrato si lo consideraba adecuado, pero no quiso ni oír hablar de ello. Dijo que si salía a la luz me apoyaría.

Ashley: ¿Pero por qué no me lo contó?

Scott: Decidimos que era mejor que no lo supieras. Vanessa hizo que sus abogados hablaran con los distribuidores de la película, exigiendo que retiraran de la circulación las copias existentes o que retocaran mi rostro de forma que no fuese identificable. Optaron por lo segundo. Pero en fin, da igual, porque en ningún caso conseguiría diez mil dólares para mañana por la mañana.

Ashley: ¿Diez mil dólares? No parece demasiado.

Scott: Ya, pero no los tengo.

Ashley: Quien esté haciendo esto no tiene idea de las cifras que se mueven en este negocio. Debe de ser alguien ajeno al mundo de la publicidad -argumentó-. Si siguieras trabajando, ¿pagarías?

Scott: Lo dudo -dijo recostándose en el sofá-. No me gusta la idea de que alguien se lleve mi dinero porque sí. Y después del retoque de las copias, supongo que les costaría mucho probar algo.

Ashley: Quizá no todas las copias fueron retocadas. ¿Cómo iba a haberlo averiguado el chantajista entonces?

Scott: Nadie lo sabía. El amigo que me lo había mencionado murió el año pasado. La información solo pudo salir de la oficina de Vanessa.

Ashley: No seas ridículo. Conozco cada rincón y cada papel de la agencia. Si yo no lo he encontrado ¿cómo iba a hacerlo alguien de fuera?

Scott: No lo sé, cariño. Todo lo que sé es que Vanessa tenía una copia del acuerdo legal que hicimos con los distribuidores de la película. El chantajista me envió una fotocopia.

Ashley: ¿Has hablado de ello con Vanessa?

Scott: No. Lo he intentado, pero no he conseguido localizarla. ¿Dónde anda?

Ashley: Está enamorada -dijo sombríamente-.

Scott: ¿De quién?

Ashley: Ella cree que del ex-novio de Britt. Y ha estado tan ocupada en cazarlo, que no se ha dado cuenta de que realmente está enamorada de Zachary Efron.

Scott dejó escapar un largo silbido.

Scott: Eso puede ser una bomba.

Ashley: No lo sé. Quizá sea mejor que persiga a Andrew Seeley.

Scott: A no ser que el rostro de los noventa decida volver con él.

Ashley: ¿Por qué iba a hacerlo? Puede elegir entre multitud de hombres ricos y famosos. ¿Por qué iba a quedarse con un granjero del Medio Oeste?

Scot: No sé. Quizá piense que él sería más estable.

Ashley: No entiendo por qué. No te gusta Britt, ¿verdad?

Scott: No mucho -dijo con voz despreocupada-.

Ashley: ¿Por qué no?

Scott: Mírala a los ojos. Mira al fondo, y verás lo que quiero decir.

Ashley: ¿Cuándo la has mirado profundamente a los ojos? -dijo con una punzada de celos-.

Scott: Es fácil de ver si estás acostumbrado, cariño. No he estado a menos de un metro de ella, pero fue suficiente. Además, es en ti en quien me estoy concentrando.

Ella se resistió ligeramente. No lo suficiente para soltarse, pero sí para hacerle comprender que no se lo iba a poner tan fácil.

Ashley: ¿Y qué vas a hacer con tu chantajista?

Scott: Lo pensaré mañana. Tengo un par de ideas.

Ashley: Pero...

Él acalló sus protestas con un lento y cálido beso que la dejó sin aliento. Cuando finalmente Scott apartó la boca de sus labios, sus ojos brillaban de alegría.

Scott: ¿Qué decías?

Ashley tardó un minuto en recuperar el sentido común. Scott le estaba acariciando un pecho por encima de la ropa.

Ashley: Scott...

Scott: ¿Sí? -dijo frotando su endurecido pezón con el pulgar-.

Ashley: Scott ¿qué estás haciendo aquí?

Él se echó a reír, abrazándola con más fuerza.

Scott: Hacerte el amor, cariño. ¿Qué otra cosa iba a hacer? ¿No creías que fuera a volver?

Ashley: No lo sabía -dijo intentando mirar la alfombra-.

Pero Scott le tomó la barbilla con una mano y la obligó a mirarle.

Scott: Ashley, somos amigos. Lo hemos sido desde hace cuatro años, y de los mejores. No quiero que lo que pasó anoche cambie las cosas.

Ashley: Pues las cambia. No puedes acostarte con alguien y suponer que todo va a seguir como antes. No es tan sencillo.

Scott: No se trata de sexo, Ashley. Si hubiéramos pasado juntos un rato agradable, no habría pasado nada. Pero no fue solo eso, y los dos lo sabemos. Creo que jamás me había sentido así. Pero no quiero perderte como amiga. Lo siento, pero lo quiero todo. Quiero tu amistad, pero también tu amor. ¿Es mucho pedir?

Ella cerró los ojos un momento, bebiendo sus palabras, sintiendo el dedo de Scott sobre sus labios.

Ashley: Oh, Scott, todo eso ya lo tienes. ¿Pero qué me ofrecerás a cambio?

Scott: Todo -murmuró-. Quiero casarme contigo. Quiero tener hijos contigo. Quiero envejecer y engordar contigo. Pero no te asustes, no quiero forzarte a tomar una decisión apresurada. Podemos vivir juntos unos meses primero. ¿En tu casa o en la mía?

Ashley: Scott...

Scott: La mía es mayor, pero la tuya está en mejor sitio, y no tiene cucarachas.

Ashley: Todo el mundo tiene cucarachas en Nueva York.

Scott: Bueno, las tuyas no son tan grandes como las mías. Las de mi casa te arrancarían la cabeza de un bocado.

Ashley no podía luchar más. Ninguna mujer hubiera podido hacerlo cuando le están ofreciendo en bandeja todo lo que siempre ha deseado. Tenía miedo, mucho miedo de que Scott le rompiera el corazón. Pero si no se arriesgaba merecería para siempre la infelicidad.

Ashley: Scott, si me haces sufrir, te mataré.

Él sonrió ampliamente.

Scott: Lo mismo digo, cariño. ¿Qué te parece si nos casamos en Navidad?


Huir no había sido una buena idea. Por primera vez, Vanessa comprendió que la cobardía era un error. Estaba sentada en el descansillo del tercer piso de la escalera interior, descalza, sin bolso, sin dinero, sin abrigo y sin llave. Y en su casa había un hombre al que no quería enfrentarse por nada del mundo. Y no tenía otra posibilidad.

De repente, recordó que Gina Petronelli, de la Agencia de Empleo Petronelli, siempre dejaba una llave de la oficina tras el rótulo de la puerta. Y tenía una maravillosa cafetera. Desgraciadamente, la oficina de Gina daba a la fachada este del edificio, y mientras Vanessa saboreaba su café en la oscuridad, pudo ver el solar con las amenazadoras máquinas. Había dos figuras rondando a su alrededor. Vaya, vaya. Así que Zac había cerrado el establo después de escaparse el caballo. Los agentes de seguridad no le servirían de nada, pensó Vanessa. Suponiendo que pudiera librarse de la amenaza que había recibido.
La carta anónima era breve y concisa:

“Si no quiere que Efron vea el informe de Williams Engineering Company sobre la Casa de Cristal, tenga preparados diez mil dólares en billetes pequeños y sin marcar. Seguirán instrucciones”. 

Maldición. Aquel informe estaba cerrado bajo llave en su archivo privado. Y no sospechaba de Ashley. Antes hubiera sospechado de su propia madre.

De hecho July podría haber sido una buena sospechosa, pero no hubiera sido tan ingenua como para pedir una cifra tan pequeña.

¿Entonces quién podía ser?

No podía ser Zac. No tenía nada que ganar. Si el informe caía en sus manos, todo habría acabado. El edificio sería cerrado por motivos de seguridad y, mientras se investigaba la estructura del edificio, la multarían por ocultación de datos. Tendría que rendirse.

Solo conocía a una persona que necesitase dinero con la suficiente desesperación y que tuviese acceso a su oficina. No quería ni pensarlo, y Ashley la mataría si supiera lo que estaba pensando, pero Scott Speer era el único sospechoso en el que podía pensar.

Sin embargo, diez mil dólares era una cifra demasiado pequeña incluso para Scott. Y no podía creer que le hubiera hecho eso a ella. Ni a Rostros de Cristal, ni a Ashley.

No pensaba pagar diez mil dólares por un estúpido anónimo. Investigaría hasta descubrir quién lo había hecho. Y en el peor de los casos, siempre podría empeñar las esmeraldas de su abuela, aunque era lo último que deseaba hacer. De todas formas, pensó, su abuela adoraba aquel edificio. No le habría importado sacrificar sus joyas para defenderlo.

No podía pasarse toda la noche bebiendo café a oscuras. Y ya estaba bastante nerviosa. Necesitaba descansar, aunque fuera unas pocas horas. Le dejó una nota a Gina, apagó la cafetera después de llenarse de nuevo la taza y emprendió la subida.

Al pasar por delante del apartamento de Efron apartó la mirada. Sabía dónde estaba Zac. Probablemente en la cama de Britt, sin acordarse en lo más mínimo de Vanessa  ni de la Casa de Cristal. Con suerte quedaría tan entusiasmado por los encantos de Britt que se olvidaría de su proyecto favorito.

«Oh, Dios mío», pensó para sí, «que Andrew se haya ido. Que no haya nadie en casa».

Solo pareció cumplirse la segunda parte de su ruego, ya que por las escaleras bajaban un par de piernas masculinas.

Acababa de girar en el rellano cuando su alta figura se recortó a contraluz. La voz de Vanessa le detuvo.

Ness: No sigas adelante. ¿Por qué no coges el ascensor? Creo que no puedo mirarte a la cara. -Él no se movió, y Vanessa se dio media vuelta y se sentó en los escalones, dando la espalda a la silenciosa figura-. Por favor, Andrew -siguió diciendo-, siento lo de esta noche. Todo ha sido culpa mía. Un error estúpido. Siento que te haya tocado a ti. Me alegro de haberte conocido, que tengas buen viaje y adiós. -El hombre no se movió ni dijo una palabra. Vanessa suspiró-. ¿Quieres una explicación? -dijo molesta al ver que no hacía ningún movimiento-. Supongo que es lo mínimo que te debo. Creí que podíamos llevarnos bien, pero me confundí. Creí que podías ser el hombre perfecto para mí, que podría enamorarme de ti, de alguien que no me exigiera nada, que me daría niños y me dejaría seguir con mi vida, un amigo que no fuera demasiado exigente. Pero bueno, ya estoy hablando como Efron. Le dije que era frío y calculador, pero yo soy como él. No me gusta, pero lo soy. No, quizá no lo sea. Yo no he podido acostarme contigo. No al darme cuenta de que no te deseo. Le deseo a él. -El hombre que había a su espalda se movió, pero ella levantó la mano deteniéndole, con los ojos fijos en sus pies-. Sé que suena ridículo. Ashley intentó convencerme, pero no la dejé. No sé cómo puedo preferir a un lobo frío y hambriento a un hombre tierno y decente. ¿Cómo he podido enamorarme de un hombre que solo quiere destruirme? ¿Y cómo puedo huir del hombre que me daría todo lo que una mujer puede desear? No tiene sentido, pero es así. De modo que en vez de cometer uno de los mayores errores de mi vida acostándome contigo, voy a continuar con mi vida de soltera. No tengo el suficiente valor para acostarme contigo, ni con Efron, si me lo llegara a proponer. Si no lo pienso, si solo me concentro en la idea de que es una serpiente traicionera y mortal, quizá consiga dejar de estar enamorada de él.

Pero aquel hombre siguió sin moverse. La taza de café se había quedado fría, y en su superficie flotaba la pequeña peladura de limón que había añadido. Por un momento se sintió igual de perdida que aquel trozo de corteza. Pero no. Ella era Vanessa Hudgens, fuerte, invencible, propietaria de la Casa de Cristal, y dueña de su destino y de sus emociones.

Se levantó sintiéndose muy pequeña sin tacones.

Ness: Adiós, Andrew. Siento haberte utilizado, pero no volveré a hacerlo. No voy a acostarme contigo.

Se puso de pie y comenzó a subir lentamente la escalera, esperando ver los suaves ojos de Andrew. Y lo que vio fueron los brillantes ojos azules de Zachary Efron.

Solo estaba unos pocos escalones por encima de ella. Llevaba vaqueros y un suéter de algodón abierto en el cuello. Su aspecto era muy peligroso.

Zac: Sí, lo vas a hacer -dijo con voz grave y profunda-.

Vanessa quedó paralizada por el horror y la vergüenza. Por un momento, fue incapaz de pensar en nada. Intentó golpearle, pero él la sujetó sin esfuerzo por las muñecas. Al día siguiente, tendría marcas, pensó Vanessa. Podía denunciarle por haberla atacado.

Ness: ¿Por qué no has dicho nada? -siseó con furia-.

Zac: ¿Y perderme una confesión tan interesante? Tienes una opinión muy alta de mi sentido del honor. Me preguntaba lo que estarías haciendo con Seeley. Ahora lo sé.

Ness: Lo mismo que tú estabas haciendo con Britt -le espetó-.

La boca de Zac se curvó con una leve sonrisa.

Zac: Exacto. La dejé a la puerta de su casa sin un simple beso de despedida. ¿Tú has besado a Seeley?

Ness: ¡Eso no es asunto tuyo! -dijo sintiendo las manos de Zac en sus muñecas como esposas-.

Zac: No, supongo que no. Además vas a acabar en mi cama, y no en la suya. Sin embargo...

Antes de que Vanessa pudiera reaccionar, él la había tomado en sus brazos y la apretaba contra sí. Estaba mucho más excitado que Andrew un rato antes, y la tensión y la fuerza que emanaba de su cuerpo barrieron todas las pegas de Vanessa. Cuando sus bocas se encontraron, estaba absurdamente dispuesta y hambrienta de él.

Vanessa gimió suavemente cuando la lengua de Zac tocó la suya. Intentó rechazarle con las manos mientras su boca respondía al beso de Zac. Ignorando la presión de sus manos, Zac tomó su barbilla y la besó de nuevo profundamente. Vanessa le golpeaba el pecho con los puños.

Cogiéndola en brazos, Zac comenzó a subir las escaleras hacia el apartamento de Vanessa.

Zac: Podemos utilizar tu cama ¿verdad? Está todo dispuesto para la seducción.

La puerta del apartamento estaba abierta, tal y como la había dejado el considerado hombre al que había rechazado aquella noche, y Zac la cerró tras de sí con una patada. La música seguía sonando, y los platos seguían sobre la mesa de nogal.

Zac: ¡Qué bonito! -dijo con sarcasmo-. Algún día tienes que invitarme a algo así. ¿Dónde está el dormitorio?

Ness: Déjame en el suelo y sal de aquí -dijo con voz temblorosa-.

Efron ignoró sus palabras, dirigiéndose con seguridad hacia la habitación.

Zac: No debemos desperdiciar un montaje tan perfecto. A no ser que prefieras bajar a mi casa.

Ness: Te acusaré de asalto y violación -siseó-. Me vas a dar las armas que necesito para acabar contigo.

Él se detuvo junto a la enorme cama, dejando a Vanessa en el suelo.

Zac: ¿De verdad? -dijo comenzando a bajarle la cremallera del vestido-.

Ness: Jamás tendrás la Casa de Cristal. Esto será tu final -dijo intentando ignorar el tacto de aquellas manos en su espalda-.

Zac: ¿Y si tú no te resistes?

Ness: Mentiré. Si sigues adelante, lo habrás perdido todo.

La expresión de Zac era osada y decidida. Deslizó el vestido por los hombros de Vanessa.

Zac: Valdrá la pena -murmuró descubriendo los preciosos pechos de Vanessa-. Mucho más que lo que pueda perder.




Oh my God! Oh my God! Oh my God! Oh my God!
Me he quedado sin palabras...
Yo de vosotras no me perdería el próximo capi.

¡Thank you very much por los coments!
Hacía tiempo que no tenía tantos. Espero que pueda seguir siendo así.
Bienvenidas a las nuevas comentadoras.
¡Comentad, please!

¡Un besi!


4 comentarios:

Maria jose dijo...

Este es el mejor capítulo de todas las
Novelas!!!! Me ENCANTO!!!!
Sube pronto.......
Esta novela tiene una excelente historia
Amo tus novelas

Unknown dijo...

POOOOOOOOOOR DIOS!
NO PUEDO CREER QUE VANE DIJERA TODO ESO Y ESTABA ZAC,.. BUENO AL MENOS LO SABEN YA.

AME EL CAPI , SUBE PRONTO

Unknown dijo...

Ame este capitulo!! Sube uno pronto :)

Unknown dijo...

Jajajaja wowwww!! Pero ni yo me di cuenta que estaba enamorada de él!! Jajaja!! La quiere destruir y ella se enamora!! Qué raro es el mundo!! Y se lo dijo!! jaja. Bueno, no sabía que él estaba allí, pero igual jajaja.. Quiero ver como reacciona Zac a esa confesión :D

Síguela pronto :D

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