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viernes, 28 de diciembre de 2012

Capítulo 6


«Me dijeron que habías vuelto, Zac. Me alegro de verte, Zac. Por fin has vuelto a casa, ¿eh. Zac?»

Zac empezaba a estar harto de oír tantas aproximaciones distintas al mismo tema. Una y otra vez le asaltaban con preguntas, y una y otra vez se veía obligado a negar con la cabeza y a explicarles que solo estaba en la isla de visita.

El centro social estuvo lleno de gente hasta bien entrada la madrugada. Habían estado haciendo lo posible por mantener en funcionamiento el generador del local y acumular combustible; sabían que dependerían de él durante varios días. Y en aquel momento, cuando todos se habían marchado o estaban durmiendo, Zac se detuvo y miró a su alrededor. Varias personas dormían en sacos de dormir, aunque no se oían llantos de niños y la situación estaba controlada. En el exterior seguía lloviendo ligeramente, y al menos había conseguido tapar los agujeros del tejado de Vanessa con un plástico que le había prestado Leo Vernon, el manitas de Maddie.

Mientras Vanessa y Aly se quedaban en la ciudad para ayudar a los demás, Zac, Leo y varias personas más dieron una vuelta a la isla y pasaron varias horas arreglando desperfectos. Pero a pesar de todo el trabajo que habían hecho, todavía quedaba mucho por hacer.

Por lo visto, Turnabout no había cambiado nada. Gracias a radio macuto se había enterado, sin pretenderlo, de que Daryl Vernon estaba otra vez en libertad condicional; de las aventuras pesqueras de Dave y de la extraña curiosidad que demostraba el último inquilino de Maddie, un individuo que había llegado una semana antes, por la gente y por los sitios de la isla.

Por supuesto, también hablaron de mujeres, desde el divorcio de Darla Towers hasta los modales de la propia Vanessa Hudgens, que según todos, espantaba a cualquier hombre que cometiera el error de acercarse a ella.

Precisamente entonces, Vanessa suspiró. Estaba sentada a su lado. Ya se le había secado el pelo y ahora brillaba como la luna.

Zac: ¿Te encuentras bien? -preguntó en voz baja-.

Ness: Sí, aunque todavía no puedo creer que el viento estuviera a punto de derrumbar el hotel Seaspray -respondió con voz suave-. Es un milagro que no haya más heridos. Me han contado que un hombre sufrió un infarto, pero al parecer se está recuperando... Tu padre ha estado trabajando sin descanso.

Zac: Ah, sí, mi padre. Todo un santo. -Vanessa lo miró, pero no dijo nada. Se limitó a humedecerse los labios con la lengua-. Por fortuna, Maddie tenía sitio libre y se ha podido hacer cargo de los clientes del Seaspray. Algunos se alojan en las habitaciones y otros en las cabañas.

Ness: Sí, eso me han dicho. Es curioso... Siempre tengo que recordarme que Ashley y tú sois familia de Maddie Dickens.

Zac: Solo familia indirecta.

Ness: Pues ella y tu padre se llevan muy bien, ¿lo sabías? Llevan juntos una buena temporada.

Zac: Sí, lo sé.

Ness: ¿Y qué te parece? -preguntó, con voz aún más dulce que antes-.

Zac: Que Maddie tiene muy mal gusto.

Ness: ¿Se puede saber qué pasa entre tu padre y tú? -Zac no respondió-. No te molestes por la pregunta. A fin de cuentas, tú sabes lo que pasa entre mis padres y yo. Me comporté mal con ellos.

Zac: Déjalo ya, Vanessa, no sigas. Parece que esto de estar sentada en el suelo del centro social te produce ganas de charlar.

Ella sonrió.

Ness: Qué remedio. Todas las mantas y los sacos de dormir están ocupados, así que tendremos que seguir en el suelo.

Zac: He visto que Aly y otros chicos se han encargado de cuidar a los niños...

Ness: Ah, sí, es cierto. Me preguntó si podía quedarse aquí para echar una mano y le dije que no había ningún inconveniente. Parece verdaderamente interesada en ayudar, así que supongo que está bien.

Zac frunció el ceño. Vanessa se comportaba como si necesitara dar explicaciones de todos sus actos.

Zac: Es una buena chica.

Ness: Es verdad. Y mientras tenga algo que hacer, seguramente no se meterá en más problemas -comentó-. En fin, me voy de aquí. -Se levantó y Zac la siguió y la detuvo, poniéndole una mano en un brazo, cuando estaba a punto de salir del edificio-. ¿Necesitas algo? -preguntó inquieta-.

Zac: Una cama.

Ness: Bueno, todas las camas están ocupadas, pero tal vez...

Zac: Hay una cama libre en tu casa. Si Aly se queda aquí, eso quiere decir que no ocupará su habitación.

Ella negó con la cabeza.

Ness: No, eso no es posible. Aprecio mucho lo que has hecho hoy, pero no es posible en absoluto.

Zac: Mira, aquí no queda espacio para dormir. Y por otra parte, tu casa está en mejor estado que la mayoría. Es lo mínimo que puedes hacer después de lo que ha pasado, ¿no te parece?

Ness: Duerme en casa de Ashley.

Zac: Según me han dicho, mi hermanita no duerme en una cama sino en una hamaca. Y no me preguntes cómo lo sabe Leo Vernon, que es quien me lo contó... Venga, Vanessa, ¿vas a dejar en la estacada a un viejo amigo, al mejor amigo de tu hermano?

Vanessa retrocedió un paso.

Ness: No somos amigos, sino solamente conocidos. Y si alguien ha dicho que Ashley duerme en una hamaca, es un idiota.

Zac estuvo a punto de reír, pero no lo hizo.

Zac: Voy a ir a tu casa contigo, Vanessa. Necesito una cama y tú tienes una libre. Además, estoy harto de tener que hablar contigo en voz baja para no despertar a los demás. Parecemos dos niños charlando por lo bajito durante un examen de matemáticas.

Vanessa salió entonces del edificio. Zac, por supuesto, la acompañó. Y al llegar a la calle, le enseñó unas llaves pequeñas.

Ness: ¿Qué es eso?

Zac: Las llaves del coche de golf de Leo.

Ness: ¿Te las ha prestado, o se las has robado?

Zac: ¿Importa mucho? -preguntó, mientras subía al diminuto vehículo-. Venga, sube. Está lloviendo y si no te vas a empapar.

Ness: Supongo que ésta es otra de esas ocasiones en las que te sientes obligado a proteger a las mujeres...

Zac: En realidad, solo intentaba ganarme un colchón razonablemente seco y cómodo para esta noche.

Vanessa cedió y subió al vehículo, que no tenía luces.

Ness: Está bien, pero conduciré yo. Viajando a oscuras, no me extrañaría que nos arrojaras por un acantilado.

Zac: Bah, dudo que la carretera haya cambiado mucho en quince años.

Vanessa no hizo caso. Lo apartó del asiento del conductor y se puso al volante.

Zac: ¿Cuándo fue la última vez que condujiste?

Ness: Cállate -respondió divertida-.

Zac sonrió. Empezaba a comportarse como la mujer que había conocido. Y aunque no dijo nada, pensó que conducía muy bien. A pesar de los baches y de los obstáculos que encontraron en la carretera, llegaron sanos y salvos.

Ella bajó del vehículo y entró en la casa silenciosamente, sin decir nada. Zac casi habría preferido que pegara un portazo, que hiciera algo que le recordara a la vieja Vanessa. Aquélla era muy distinta, más tranquila, más callada, y todavía no sabía cómo tratarla.

Pero en cualquier caso, la siguió al interior de la casa.

Ya en el salón, Vanessa encendió varias velas y preguntó:

Ness: ¿Cuánto te paga Will por llevarle a su hija? Te pague lo que te pague, doblo el precio si te marchas. Yo la llevaré a su casa en cuanto funcionen los transbordadores.

Zac: Pensaba que no querías obligarla a volver contra su voluntad.

Ness: Lo pensaba, es cierto, pero ahora creo que estará mejor allí.

Él entrecerró los ojos.

Zac: Pues ya que quieres saberlo, no le cobro nada a Will. De hecho, no vendo mi tiempo. Y si lo hiciera, no podrías permitírtelo. -Ella gruñó y él la tomó de la mano. Estaba temblando-. ¿Tienes frío? Es una lástima que no haya chimenea...

Ness: No tengo frío.

Zac: Pues estás temblando.

Ness: Entonces, será que tengo frío -se apresuró a corregir-.

Vanessa se alejó y segundos después Zac oyó un golpe y una maldición. Obviamente había tropezado con algo. La iluminó con la linterna y vio que estaba sacando una manta de un cajón.

Ness: Tendrás que recoger las sábanas tú mismo. Están en el cuarto de baño. Pero dudo que estés muy cómodo en la cama de invitados... el colchón ha quedado bastante dañado.

Zac: Descuida, me las arreglaré.

Vanessa se marchó a la cocina, pero cuando entró y vio el armario que se había caído al suelo y los platos rotos que contenía, se abrazó y se quedó mirándolos bajo la tenue luz de una vela.

Ness: Los compré cuando vivía en mí antiguo apartamento, un lugar tan pequeño que no tenía dormitorios ni más muebles que un sofá cama, un par de sillas y una mesa. Te parecerá ridículo, pero les tenía cariño a esos platos. Y pensar que Aly bromeó diciendo que esperaba que no fuera la vajilla de la familia...

Zac: Es evidente que te importan bastante más esos platos.

Ness: Por supuesto. Además, mi madre jamás me habría confiado su vajilla.

Zac: Tu madre era una bruja.

Vanessa lo miró, se plantó ante él con los brazos en jarras y dijo:

Ness: Si Will no te ha pagado por venir a buscar a su hija, ¿se puede saber qué estás haciendo? No me parece que seas de la clase de personas que deben favores a nadie. ¿Qué haces aquí, Zac?

Zac: ¿Crees necesario preguntarlo?

Ni el propio Zac estaba seguro de sus razones. Por supuesto, Cory se lo había pedido; pero podría haberse negado perfectamente. En realidad, había aceptado el encargo por curiosidad, o más bien porque en todos esos años no había dejado de pensar en Vanessa.

Ness: Al parecer, sí. ¿Es por tu familia? Ashley está bien, como ya sabes, aunque te echa de menos. Y en cuanto a tu padre...

Zac: No estoy aquí por ellos.

Ness: Entonces, ¿por qué? ¿Para meterte en otro lío con los Hudgens? Es posible que estuviera loca por ti hace años, pero no tengo ningún deseo de repetir esa experiencia.

Zac: ¿Seguro?

Zac quiso decirle que en aquella época la había rechazado únicamente porque era demasiado joven, pero no era el momento más oportuno. Sin embargo, ninguno de los dos habría podido negar que el viejo deseo seguía vivo.

Ness: Por supuesto. Ya me humillaste bastante una vez.

Zac: ¿Humillarte? ¿A ti? -preguntó, entre risas-. Vamos, Vanessa. Soy yo quien no pudo...

Ness: ¡Ya basta! -gritó-. Mira, será mejor que nos olvidemos de eso. Ha pasado mucho tiempo y ya está olvidado.

Zac: Créeme: yo no tengo tal capacidad de olvido. He intentado borrarlo de mi memoria, pero no he podido -comentó con sinceridad-.

Ness: Por Dios, Zac, ha pasado una eternidad... Entonces yo tenía diecisiete años y me arrojé a tus brazos, pero me rechazaste -le recordó-. Si hubieras actuado de otro modo, habríamos sido amantes.

Ella se echó el pelo hacia atrás, tomó una vela y se dirigió hacia el pasillo.

Zac se quedó en la cocina, oyendo los sonidos que hacía Vanessa al moverse en su dormitorio y el rumor del mar.

Había dicho que lo había olvidado, y aunque no quisiera admitirlo, aquel comentario le había herido. No en vano, la noche que lo había perseguido durante toda su vida no parecía significar nada para ella.




Oh, recordando el pasado...

Se me ha pasado volando esta nove. Creo que es la más corta que he leído. El siguiente cap ya es el último y adelanto que, por primera vez en una nove, no habrá final feliz.

¡Comentad!
Bye!
Kisses!


3 comentarios:

Unknown dijo...

COOOOOOOOOMO? EL ULTIMO CAPITULO? SIN FINAL FELIZ? DE VEEEEEEEEEEERDA? HAY NO, NO QUIERO QUE TERMINE MAL LA NOVEEEEEEEEE. ESPERO QUE SUBAS PRONTO.

Lau B. dijo...

No puede ser! no me lo debiste haber dicho!
ahora no voy a querer leerlo...
espera! es la clase de malo en la que no terminan juntos o en la que se muere alguien?
si es en la que muere alguien no lo puedo leer, me hecho a llorar como una estupida en cambio si es en la que no terminan juntos puede que sea mas soportable...
ya se es raro pero si no terminan juntos pienso que en algun futuro pueden estar juntos pero si alguno se muere.... :c
that's too much! I can't handle it!

Lau B. dijo...

de cualquier modo esta novela, si te digo la verdad no ha sido una de mis favoritas sin embargo me ha parecido muy interesante porque hay cosas que no comprendo y necesito entenderlas... digamos que no me gusta quedarme con la duda! y como es intrigante ya quiero saber de que va todo este rollo!
Publica pronto!
pero antes POR FAVOR! pon como una advertencia porque de verdad no me gusta hecharme a llorar
PLEASE PLEASE PLEASE PLEASE PLEASE PLEASE
Bye
Lau B.

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