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viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 13


Durante toda la noche Zac solo pensó en una cosa. «No quiero que este sea el final de todo».


Solo porque llevaba reloj supo que la cena con los Mulligan y el trayecto de trasladarlos al aeropuerto para subir al vuelo privado que los llevaría a casa habían durado seis horas; aparte de eso, no habría sido capaz de contar qué había sucedido durante la velada. Solo fue consciente de Vanessa, del tono melodioso de su voz y de su risa. La arrebatadora belleza de su cara lo había mantenido hechizado.


Pero en ese momento temía apartar la vista del camino para mirarla, por miedo a que hablara. El absoluto silencio que había mantenido desde que se despidieron de los Mulligan tenía una cualidad odiosa.


Al girar el coche para entrar en la calle de ella volvió a verse abrumado por una inquietud emocional que no entendía. Necesitaba tiempo para pensar sin distracciones... un tiempo a solas. Pero por primera vez en su vida la idea de quedarse solo lo tenía casi paralizado de terror.


Por un lado parecía ridículo que Ness pusiera fin a su relación por no estar embarazada, cuando en todo momento se había negado a aceptar la posibilidad de estarlo. Por supuesto, había dejado que su relación evolucionara porque lo deseaba, y no porque creyera que era inevitable que tuvieran que casarse. Pero, ¿y si decidía que todo se había acabado al desaparecer la preocupación de los Mulligan y de ser padres?


Antes de que rechazara la idea de las vacaciones, Zac había estado convencido de que en cuanto se alejaran de la sombra de
Norris y del trato con los Mulligan, ella comprendería que lo que compartían iba más allá de los negocios y de un sexo estupendo. Que era... bueno, especial de alguna manera. ¿Qué posibilidades tenía de explicarle sus sentimientos cuando ni siquiera él mismo era capaz de entenderlos?

Seguía confuso cuando introdujo el coche en la entrada de la casa de Ness.


Ness: Zac, sé que Dan espera que vuelvas a tu piso, así que no hace falta que me acompañes dentro -se había quitado el cinturón de seguridad antes de que el vehículo parara de golpe por la fuerza con la que él piso el freno. Cuando Zac logró salir del coche ella ya cruzaba el césped hacia la puerta, donde se detuvo para rebuscar en el bolso-. ¡Menos mal! -rió, agitando las llaves-. Por un segundo pensé que tendría que entrar por la ventana y darle explicaciones a la policía.


Zac: ¿Por qué? -preguntó con voz tensa-. ¿Es que cambiaste la cerradura cuando fui a buscar el esmoquin?


Ness: Imagino que hace falta algo más de una semana para acostumbrarse a compartir; olvidé que te había dado un juego a ti.


Zac: ¿Es un modo indirecto de pedirme que te las devuelva? -se obligó a preguntar, a pesar de temer la respuesta-.


Ness: ¡No! ¡Claro que no!


Zac se sintió aliviado al observar su expresión angustiada.

Zac: De acuerdo. Entonces, ¿por qué te muestras tan ansiosa por deshacerte de mí? -inquirió, alzándole la barbilla. Y en cuanto lo hizo se arrepintió-. Olvida que lo he preguntado -murmuró con la boca pegada a su frente-. Después de mi exhibición adolescente de conducta hormonal en el pasillo hoy, tienes derecho a pensar que seré lo bastante insensible como para saltar sobre ti lo desees o no.


Ness: No es eso -se apresuró a contestar-. Es que como Dan se queda en tu casa, se preguntará por qué tardas tanto. Y... y, bueno... preferiría...


Zac: ¿No anunciar el hecho de que somos amantes? -Ness bajó la vista. Zac supo que si decía algo sin duda lo lamentaría, así que en silencio le quitó las llaves de los dedos y abrió la puerta por ella, encendió la luz y entró para desactivar la alarma. Respiró hondo antes de atraparla en sus brazos para darle un beso intenso, pero muy breve-. Buenas noches, cariño. Cierra bien la puerta -ella asintió-. Y escucha, no te molestes en poner el despertador. Te despertaré con el desayuno en la cama.


Ness: ¡No! Será mejor que mañana lleguemos por separado a la oficina -otra sonrisa forzada iluminó su rostro-. Es por Dan.


Zac no se molestó en recordarle que por lo general Dan entraba en su despacho apenas amanecer, aún cuando no tenía que realizar el viaje de casi hora y media desde su hogar en las afueras.


Menos mal que conocía de memoria el camino hasta su casa, porque toda su atención la consumió su preocupación por Ness. A la mañana siguiente la preocupación se tornó en miedo al enterarse de que Vanessa había llamado a su secretaria para que cambiara todas sus citas por hallarse indispuesta.


Cuando no respondió a su llamada ni saltó el contestador automático, se metió en el coche hecho un manojo de nervios. Logró realizar el trayecto de cuarenta minutos en treinta y dos. Su temor no se evaporó al descubrir que la casa estaba vacía.



Ash: ¿Qué has dicho? -sus ojos estaban tan abiertos como su boca mientras miraba a Vanessa-.


Ness: Dormí con Zac -repitió-.


Ash: ¡Santo cielo! Dios mío, Ness... ¿cuándo?


Ness: Varias veces


Ash: ¡Santo cielo! Y... hmmm... -sacudió la cabeza-. ¿Exactamente cuántas veces es «varias veces»?


Ness: Muchas -se encogió de hombros-. Tenemos... una relación.


Ash: ¡Qué tenéis una relación! -su sorpresa se reflejó en las caras de los clientes de la cafetería del hotel que dirigía. Bajó la voz-. No puedo creerlo, Ness... quiero decir, ¡santo cielo! Una relación... y con Zac, de todos los hombres...


Ness: Créelo. Llevamos viviendo juntos...


Ash: Viviendo... San...


Ness: Ha empeorado -cortó antes de que Ashley agotara la paciencia del Vaticano-. Me he enamorado de él.


Ash: Bueno, eso ya lo había adivinado -agitó una mano-. Jamás te has acostado con un hombre del que no estuvieras enamorada.


Ness: Sí, y jamás me había acostado con un hombre y rezado para estar embarazada.


Ash: ¿Vas a tener el hijo de Zac?


Ness: Lo único... -deseó que la pregunta no doliera tanto-. Lo único que quiero más que eso es a él. Pero... pero sé que me quedaré sin ninguno de los dos -y por enésima vez aquella mañana prorrumpió en sollozos-.


Después de desperdiciar tres horas del tiempo de
Norris Corporation manteniendo alejada a Ashley de sus deberes para contarle toda la historia, Vanessa supo que era hora de recuperarse. Y como siempre que se sentía desgraciada o un romance empezaba a desmoronarse, decidió ir de compras.

Como comprar el sofá no había solucionado de inmediato el dolor de perder a Drew, cuando solo imaginaba estar enamorada de él, más muebles no la ayudarían en el caso de Zac. Quería algo más personal, como un collar o un anillo, tal vez... ¡no, un anillo no! No necesitaba recordatorios de lo asombrosamente romántico que podía ser; le hacía falta algo que la convenciera de lo bien que estaba sin él.


¡La cocina! Zac siempre insultaba sus habilidades culinarias y su deseo de cocinar... Compraría algunos libros de recetas y todo el equipo que fuera necesario para convertirla en un genio de la cocina. ¡Luego haría que él se comiera sus palabras!


Cuatro horas y miles de dólares más tarde, Vanessa se sentía desgraciada hasta el punto del dolor físico. Lo único que había conseguido era demostrar que cuando amabas a alguien con el corazón y el alma, y ese amor no era recíproco, no importaba lo que compraras, pelaras, cortaras o picaras, nada podía bloquear la angustia.


Con un poco de suerte, la tercera taza de té de camomila la ayudaría a pasar la noche sin que se desmoronara delante de Zac. Aunque tras un día de llorar de forma casi ininterrumpida, supuso que podía imaginar que ya había dejado atrás la fase de las lágrimas. Quizá en un día o dos, cuando le entregaran el juego de comedor que había adquirido, estaría de mejor ánimo para apreciar las cosas y pudiera dar una fiesta para marcar el inicio de un futuro sin hijos, soltera y sin amor.


El sonido del coche de Zac le aceleró el corazón, a pesar de que llevaba mirando el reloj desde que recibió la llamada de advertencia de Ashley. Ahí estaba. El comienzo del inevitable final.


«Oh, Dios, haz que el final tarde mucho, mucho tiempo en llegar», rezó, acurrucada en el sofá contando los latidos que dio su corazón hasta que él entró en el salón.


Zac: ¿Por qué no me llamaste para decírmelo?


Ni un «Hola» o «¿Cómo te encuentras?», solo una exigencia irritada. Vanessa maldijo la inútil esperanza que se obstinaba en no abandonarla.


Ness: No vi motivo alguno para preocuparte hasta saber con certeza que había una razón.


Zac: ¿De verdad? ¿No se te ocurrió pensar que podía estar más preocupado al ver que no ibas a trabajar ni respondías a mis llamadas? ¿O cuando vine esta mañana y vi que no estabas? Demonios, Vanessa, si no hubiera localizado a Ashley en una cena de negocios mi siguiente paso iba a ser ir a la policía -ella siguió dándole la espalda, inmóvil. Zac jamás se había sentido tan frustrado-. ¡Maldita sea! ¡Date la vuelta y mírame, Vanessa! -cuando se volvió y él vio su expresión de absoluta desesperación, se le rompió el corazón. Tenía los ojos colorados y la cara tensa. Nunca había visto esa preciosa cara tan desdichada-. Oh, Ness...


En cuanto se acercó a ella, se levantó de un salto del sofá y se alejó.


Ness: A pesar del riesgo de ofenderte, la mala noticia es que anoche no me vino el período. Todavía no ha venido. Y, según esa revista que compraste, los pechos sensibles y las otras incomodidades de la premenstruación también pueden ser provocadas por el embarazo.


Zac: Así que estás embarazada.


Ness: No... no estoy segura. Pero fuiste tú quien dijo que debíamos estar preparados para lo peor.


Zac: Bueno, pues creo que ya es hora de usar el test de embarazo que compré y averiguarlo con...


Ness: ¿Compraste un test de embarazo?


Zac: Está en el armario bajo el tocador. Si te encuentras preparada... Iré a buscarlo.


Ness: Se supone que hay que realizarlo con una muestra de orina apenas levantarte.


Zac: Entonces imagino que tendremos que esperar hasta...


Ness: No -corrigió, luego respiró hondo-. Yo también compré uno, y ya he hecho la prueba.


Zac: Pero acabas de mencionar que no sabías... -frunció el ceño-. Oh, ¿quieres decir que aún esperas el resultado?


Ness: Sí -suspiró-. Tenía demasiado miedo para mirar. Intentaba engañarme con la teoría de la ignorancia -añadió con amargura-.


Zac: Muy bien... -sabía que uno de ellos tendría que invocar el suficiente coraje para enfrentarse a lo inevitable-. ¿Dónde está? Yo miraré.


Ness: No. Yo también iré.


Unos segundos después Zac observaba el pequeño tubo que había en la cómoda de Ness. Se alejaba mucho de ser azul. Las instrucciones en el test que él había comprado ponían que azul era positivo; si no se modificaba, negativo.


Ness lanzó un grito y se soltó de la mano de él. La desesperación que Zac vio en su cara fue como una daga clavada en su corazón.


Zac: Ness, está bien -se apresuró a decir-. El color es claro. ¿Lo ves? -alzó la evidencia-. No estás embarazada. Para ello, se tendría que haber puesto azul.


Ness: ¡Lo sé! -espeto-.


Zac: ¿Lo... sabes? Pero... pero estás llorando... no lo entiendo.


Ness: ¡Claro que no! Tú nunca quisiste tener hijos; sin embargo, yo quiero ser madre desde que tengo memoria -sollozó-. Quería tanto tener este bebé.


Zac: Oh, cariño, tranquila... Eso no significa que no podrás tener hijos en el futuro. Demonios, solo tienes veinti...


Ness: ¡Pero no quiero otros bebés! ¡Quería a éste! ¡Tú bebé... nuestro...! Oh, Dios... lo quería tanto... -las palabras podrían haber salido apagadas por el llanto y los hipos, pero Zac las oyó con más claridad que nada de lo que había oído jamás. Y al instante la esperanza creció en su corazón hasta hacerle creer que el pecho le iba a estallar-. ¡Yo quería tu bebé!


Zac: ¿Por qué? -apenas era capaz de hablar por el nudo que le atenazaba la garganta, pero necesitaba su respuesta-. Dime por qué, Vanessa -instó-.


Ness: Porque... ¡estoy enamorada de ti, maldita sea! Sé que no lo creerás, que piensas que eso no existe, pero sí existe, Zac -insistió con convicción-. Cuando sucede, lo sabes. No puedo explicarlo, pero...


Zac: Entonces deja que yo lo intente -interrumpió con suavidad-. El amor existe cuando solo oír el nombre de una persona hace que te vuelvas, con la esperanza de que esté ahí. Es cuando con solo mirarla se te aceleran los latidos del corazón, aunque el sonido de su voz es la sinfonía clásica más maravillosa que jamás oirás; es tener a una persona en tu cabeza casi cada minuto que estás lejos de ella. Amar a alguien significa que su contacto es lo más excitante y tranquilizador que alguna vez experimentarás. Es tener el mejor sexo de tu vida, al tiempo que descubres que tu corazón es la zona más erógena de todo tu cuerpo. No es el deseo seguro y absoluto de compartir la última proximidad física, sino una montaña rusa de emociones que surge al sentir el dolor y el júbilo de esa persona con tanta intensidad como si fueran propios. Pero lo que hace que sea amor de verdad... de verdad, Ness, es algo tan precioso que resulta indescriptible. No se puede «encontrar», sin importar lo desesperadamente que lo busques. Pero tampoco se lo puede ignorar indefinidamente cuando lo tienes ante tu propia cara, sin importar la estupidez o terquedad con que desees negar su existencia. He creído en el amor desde que todo lo que pensaba que quería terminaba siendo lo opuesto a lo que necesitaba para ser feliz, y descubrí un gozo tan intenso que no estoy dispuesto a volver a negármelo negando el amor. Seré el primero en reconocer que he sido asombrosamente estúpido y terco, Vanessa... pero te juro por Dios que te quiero más que lo que puedas imaginar. Y jamás dejaré de quererte.


Los ojos bañados en lágrimas de Ness eran incapaces de estimar la distancia que los separaba, pero se lanzó hacia adelante, confiando en que él la atrapara. Cuando lo hizo, reclamó su boca con una pasión que le inflamó el corazón.


Zac: ¡Oh, Dios, Ness! ¡Te quiero tanto! Por favor, no llores -suplicó, besando la humedad de sus mejillas-. La próxima vez lo conseguiremos. Sé que es decepcionante no tener el bebé, pero si quieres podemos tener una docena...


Ness: ¿Estás diciendo que también esperabas que mi embarazo fuera positivo? -se separó para mirarlo. Él asintió con sonrisa agridulce-. ¿Desde cuándo? -preguntó sorprendida-.


Zac: No estoy seguro de la fecha exacta -bromeó-. Pero sé que desde el primer momento en que te imaginé con el vientre abultado con el bebé que habíamos creado, me di cuenta de que podían pasar cosas peores. Y un día, comprendí que no verte embarazada con nuestro hijo era una de ellas.


Nes: Oh, Zac... -la belleza y sinceridad de su declaración hicieron que se sintiera la mujer más afortunada y atesorada del mundo. Lo abrazó con fuerza y apoyó la cabeza en su hombro-. Jamás pensé que algo pudiera hacerme tan feliz.


Zac: ¿Ni siquiera ahorrarnos una boda enorme? -ironizó-.


Ness: ¡Zac Efron! Tener tu amor y tus hijos es mucho más importante que casarme contigo.


Zac: ¿Qué? -se mostró estupefacto, y Vanessa tuvo que reír-.


Ness: Vamos, Zac... Siempre supe qué te inspiraba el matrimonio. Pero ahora que sé lo que sientes por mí... bueno, el matrimonio resulta irrelevante. Ya no es un tema importante -explicó-, porque sé que vamos a estar juntos el resto de nuestras vidas. No necesito un trozo de papel firmado delante de quinientos invitados.


Zac: ¿Lo que estás diciendo es que vamos a tener hijos, pero que solo quieres que... que vivamos juntos?


Ness: Por supuesto, los niños tendrán tu apellido -añadió-. Es lo que tú quieres, ¿no?


Zac: ¡Demonios, no! Quiero que nos casemos ante la ley, la iglesia y nuestros hijos, contigo luciendo un anillo tan grande como para hacerle saber a todo hombre en un radio de quince kilómetros que ya no estás en el mercado.


Ness: ¿De... de verdad quieres casarte conmigo? -preguntó, preocupada por un posible engaño de sus oídos-.


Zac: ¡Claro que quiero casarme contigo! Santo cielo, Vanessa, ¿es que no has entendido ni una palabra de lo que dije? Te quiero. Quiero que formemos una familia. Una familia tradicional. Y quiero que tengamos una casa tradicional, con fotos de nuestra boda en la repisa y un montón de álbumes para que puedan mirar los niños. La próxima vez que alguien nos pregunte la fecha en que nos casamos, y nuestros hijos lo harán, quiero poder tener una para no equivocarnos. Y cuando seamos viejos y artríticos y no deseemos hacer otra cosa que estar echados en la cama, quiero poder recordar la sensación que me produjo tenerte en mis brazos durante el vals nupcial


Ness: Shhh -riendo, le tapó la boca con la mano-. Vale, vale. ¡Me casaré contigo! Aunque no me imagino una época en que sea tan vieja como para estar solo echada en la cama.


Zac: No tienes por qué hacer que suene como que me das el gusto -fingió tristeza-. Me gustaría pensar que tenías un buen motivo para aceptar...


Ness: ¡Oh, pero lo tengo! -se esforzó por mantener el rostro serio. Le acarició la mejilla y esbozó su sonrisa más seductora-. Convertirme en Vanessa Anne Efron va a hacerme increíblemente feliz el resto de mi vida.


Zac: Eso suena como si hubieras hablado con sinceridad -sonrió-.


Ness: Y así es. De verdad que voy a disfrutar siendo la señora Efron. Porque con dieciocho letras en mi nombre, quitar Hudgens hará que sea más fácil rellenar formularios y cheques... ¡Ehhh! -chilló cuando la alzó en brazos-.


Zac: ¡Eres incorregible! ¿Lo sabías? -la arrojó sobre la cama-. Ahora lo único que tengo que hacer -comenzó a desabotonarle la blusa-, es dejarte embarazada...



Mientras el sol del amanecer entraba en el dormitorio, Zac se sentó en la cama al tiempo que olvidaba la idea de adivinar cómo aceptar el amor podía elevar la unión de dos personas más allá del reino de cualquier descripción verbal.


Ness: Zac... ¿Qué pasa?


Zac: Es posible que después de todo estés embarazada -anunció-. Acabo de recordar que a veces las pruebas de embarazo en su primera fase pueden equivocarse. Incluso hasta las pruebas de sangre a veces se equivocan. Traeré la revista... -una mano suave en su brazo lo detuvo-.


Ness: Cariño, no estoy embarazada.


Zac: Pero no puedes estar segura.


Ness: Sí que puedo -repuso, y al mirar en sus ojos esperanzados supo que había alcanzado un sueño-. Puede que aún no tenga las pruebas físicas, aunque tampoco espero que un test me indique cuándo lo estoy porque... -se llevó una mano al pecho- aquí lo sabré. Con todo lo que te quiero, Zac, mi corazón registrara el instante en que Dios bendiga ese amor.


Y para sorpresa de Zac, cuatro meses después lo pudo demostrar, ya que le anunció que iba a ser padre tres semanas antes de que el doctor lo confirmara...



FIN




¡Ooooooh! ¡Precioso!
¿Tanto les costaba decirse "te quiero"? XD
Mira la de quebraderos de cabeza que se hubieran ahorrado si se lo dicen al principio XD
Y Zac seguía ahí pesadito con lo del niño, ¡pero es que Ness también! El berrinche que se pilla porque no está embarazada XD
Pero al final mira, todo sale bien. Happy ending ^_^

Gracias por los coments del capi anterior. Espero que me comentéis mucho en este. Cuanto antes vea muchos coments, antes pongo la sinopsis de la próxima nove ;)

Por cierto, ¿de ahora en adelante mirareis a vuestro mejor amigo con los mismos ojos? XD

Bye!
Kisses!

3 comentarios:

Lau B. dijo...

AWWWWWWWW! ME ENCANTO!
la discurso de Zac fue lo mejor de todo
ya quiero ver la proxima
publica pronto
Bye
Lau B.

Anónimo dijo...

Aaaaaaawwwwww ame por completo este capítulo!! Pura felicidad y amor!! No pudo ser más perfecto :D
Amo los finales así tan bellos!! Y la declaración de Zac, uf! Sin palabras <3
H E R M O S O

Saludos -Caro-

Unknown dijo...

ME ENCAAAAAAAAAANTO.
AME LO QUE DIJO ZAAAAC.
SUBE PRONTO.

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