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viernes, 21 de diciembre de 2012

Capítulo 4


El corazón de Vanessa se detuvo. Aly no estaba en la habitación. Desesperada, miró debajo de la cama, aunque sabía que lo único que cabía en tan poco espacio eran las cajas donde guardaba las fotografías. También comprobó el armario, pero dentro solo había un montón de ropa que raramente se ponía.

Ness: ¿Aly?

Se acercó a la ventana del dormitorio para ver si la veía en el exterior del edificio, pero justo entonces la rama de un árbol cercano golpeó en el cristal y se asustó. Además de llover, se había levantado mucho viento.

Zac: Aléjate de la ventana.

Zac la agarró por la cintura para impedir que perdiera el equilibrio con el susto, pero ella se apartó y siguió llamando a su sobrina. La sirena de emergencia no había dejado de sonar y el cielo se había oscurecido tanto que parecía de noche.

Ness: No está en la casa -dijo presa del pánico-. Tengo que encontrarla...

Zac: Pero si ni siquiera estás calzada. Déjalo, iré yo -dijo con voz firme-. Y quédate en casa. No puede estar muy lejos.

Zac acababa de salir del dormitorio cuando Vanessa se dirigió a su habitación, se puso unas zapatillas de deporte y lo siguió.

Por supuesto, se puso empapada en cuestión de segundos. Además, entre el sonido del viento y el de la sirena era prácticamente imposible que Aly oyera sus gritos.

Como Zac había tomado el camino de la parte delantera de la casa, ella decidió ir a buscar por la zona de la playa. Pero no encontró a su sobrina, aun¬que buscó por todas partes.

Ness: ¡Aly!

Al cabo de un rato, decidió regresar a la casa. Es¬taba tan mojada como si se hubiera caído al mar, y las zapatillas se le habían llenado de arena. Recobró el aliento, se dirigió al salón y miró a la calle.

Zac estaba allí, frente a la casa, solo.

La mujer volvió a salir y dijo:

Ness: No estaba en la playa, aunque dudo que se haya marchado por allí.

Zac: Te dije que te quedaras en la casa...

Ness: Lo sé, pero tenemos que encontrarla.

Zac: No te preocupes, la encontraré.

En ese momento se oyó un fuerte trueno y Zac maldijo y la apartó de la palmera bajo la que se habían guarecido. Unos segundos más tarde, un rayo cayó sobre ella y empezó a arder.

Asombrada, Vanessa se llevó una mano a la boca. En otras circunstancias se habría quedado helada, incapaz de reaccionar, pero su sobrina había desaparecido y no podía dejarse llevar.

Zac: No puede haber ido a la ciudad, porque tardaría demasiado. Si es lista, habrá buscado algún lugar donde protegerse de la lluvia.

Vanessa se estremeció y asintió.

Ness: Iré contigo.

Zac la miró con cara de pocos amigos, pero permitió que lo acompañara y se dirigieron hacia la carretera principal. Ella se sentía muy agradecida por contar con su ayuda; aquella situación la desbordaba.

Siguieron caminando varios minutos, que a Vanessa se le hicieron horas, bajo una lluvia tan intensa que parecía caer de todas partes. El cielo estaba completamente cubierto y la oscuridad era casi absoluta, aunque todavía faltaban varias horas para que se hiciera de noche.

Zac: Maldita sea...

Zac maldijo porque habían estado a punto de meterse en una especie de torrente. Vanessa se quedó asombrada; el camino que habían tomado debía de ser un viejo cauce de un arroyo, pero nunca se había dado cuenta porque jamás había llovido de aquel modo.

Cuando intentó apartarse, tropezó con él y estuvo a punto de caer.

Ness: Oh, lo siento...

Zac ni siquiera la miró. Se limitó a decir:

Zac: Allí. -Estaba apuntando hacia una vieja choza que, según Ashley, habían levantado las personas que construyeron la casa donde vivía-. Quédate aquí. Voy a echar un vistazo dentro.

Vanessa obedeció. Siempre había estado acostumbrada a valerse por sí misma, pero esa vez decidió no poner ningún pero.

Zac empezó a cruzar el torrente; el agua le llegaba hasta las rodillas y avanzaba lentamente, sin detenerse en ningún momento. Poco después, el vendaval arrancó parte del tejado de la choza, que fue a parar a escasos metros del hombre. Pero ni aun así se detuvo.

Cuando por fin llegó a la edificación, entró. Apenas un minuto después, volvió a salir con Aly en brazos y cruzó de nuevo el torrente.

Zac: Está bien, no te preocupes. Venga, volvamos a la casa...

Regresaron tan deprisa como pudieron. El tiempo estaba empeorando por momentos, como si la isla estuviera sufriendo un huracán.

En cuanto entraron, Zac dejó a la adolescente y Vanessa la abrazó con fuerza.

Ness: Menos mal que no te ha pasado nada...

Zac: Este sitio no es seguro. Deberíamos irnos a...

Zac no terminó la frase. El viento abrió la puerta de la casa y Vanessa se acercó a cerrarla. Echó un viejo pestillo de hierro que nunca había utilizado hasta entonces y que parecía muy resistente; pero aun así, la madera no dejó de crujir y de golpear contra el marco violentamente.

Zac empujó el sofá del salón y lo puso contra la puerta. Después, dijo:

Zac: Así nos aseguraremos de que no se vuelve a abrir. La última vez que oí la sirena de la isla, yo tenía diez años. Fue algo terrible. La gente se refugió en el sótano del instituto.

Un trueno hizo temblar toda la casa. Por fortuna, el camino que se había convertido en torrente se encontraba a cierta distancia, pero sabía que tendrían que cruzarlo si querían ir a la ciudad.

Ness: Pero no podremos llegar al instituto...

Zac: Entonces, vamos al cuarto de baño.

Vanessa notó que su sobrina estaba temblando y le puso una toalla sobre los hombros en cuanto entraron en el servicio.

Zac: Meteos en la bañera -ordenó. Las dos mujeres se metieron dentro. Zac quiso encender la luz, pero se había cortado-. ¿Tienes velas, o una linterna?

Vanessa comenzó a frotar el cuerpo de Aly. Todavía estaba temblando, pero afortunadamente se encontraba sana y salva.

Ness: Hay una linterna en la cocina, en alguna parte. Es posible que esté en el cajón de abajo, junto al horno. Y si no recuerdo mal, hay unas cuantas velas en la cómoda de mi dormitorio.

Zac: Está bien.

Zac se marchó y Vanessa abrazó a su sobrina. En otro momento le habría dicho unas cuantas palabras sobre la ocurrencia de marcharse con semejante clima, pero no era el momento adecuado.

Ness: No nos pasará nada, descuida -dijo intentando tranquilizarla-.

Aly: Se suponía que esta isla es paradisíaca...

Vanessa nunca se lo había planteado de aquel modo. Cuando decidió quedarse a vivir allí no estaba buscando un paraíso, sino únicamente un lugar tranquilo y pacífico.

Ness: ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? -Aly negó con la cabeza-. Gracias a Dios...

Zac regresó enseguida. Le dio a Vanessa la linterna y le dijo a Aly que pusiera las velas en la encimera de la bañera. También había recogido una garrafa llena de agua que Vanessa había dejado sobre la mesa de la cocina porque el frigorífico estaba lleno. La dejó en el suelo y volvió a marcharse.

Aly: Se quedará con nosotras, ¿verdad? -preguntó asustada-.

Ness: Por supuesto que sí -respondió cerrando los ojos-. Zac no nos dejará.

No tardaron mucho en averiguar por qué se había marchado otra vez. Cuando apareció, llevaba una manta, varios jerséis y el colchón de la habitación de invitados.

Vanessa no sabía qué la sorprendía más, si el hecho de que hubiera rebuscado en sus cajones para encontrar los jerséis o la habilidad para introducir el colchón en un cuarto de baño particularmente pequeño.

Zac le pidió que se apartara y un segundo después, para asombro de la mujer, se introdujo en la bañera con ellas, colocó el colchón a modo de pared y no contento con eso se quitó la camisa, totalmente empapada, y la tiró al suelo.

Aly: Esto empieza a ser inquietante -susurró acurrucada en una posición imposible para hacerles sitio-. Si empezáis a quitaros la ropa, me voy de aquí.

Ness: Aly, Zac está tan empapado como tú.

Aly gruñó, pero no dijo nada más.

Entonces, Zac agarró un extremo de la manta y comenzó a frotar a Vanessa tal y como ella lo había hecho antes con su sobrina.

Ness: No, espera... Tú también debes de estar helado.

Zac no dijo nada, pero Aly no pudo resistirse a la curiosidad:

Aly: ¿Por qué has traído mi colchón?

Zac: Para cubrirnos con él si es necesario.

Aly: ¿Bromeas? -preguntó alarmada-. Vanessa, ¿es que la casa va a salir volando o algo así? Estamos en Turnabout, no en una isla del Caribe...

Vanessa abrazó a Aly, que temblaba casi tanto como ella, y Zac lo hizo con Vanessa.

Durante unos segundos, se sintió inmensamente aliviada. Su antiguo amor había conseguido encontrar a su sobrina y todos estaban, al menos momentáneamente, a salvo.

Parecía que el cielo se iba a derrumbar sobre ellos. La puerta se había quedado abierta y Vanessa miraba hacia el pasillo y contemplaba los destellos de los rayos mientras contenía la respiración.

Aly: Enciende la linterna, por favor -rogó-. Está muy oscuro...

Vanessa la encendió e hizo un esfuerzo por mantener la calma. Ella misma estaba al borde de un ataque de nervios, pero no se podía permitir semejante lujo. Intentó concentrarse en lo más cercano, en la sólida y tranquilizadora presencia de Zac y en la vulnerable y temblorosa Aly, que se apretaba contra ella buscando calor.

A fin de cuentas, no era la primera vez que se enfrentaba a una gran tormenta. Aquélla era la peor, desde un punto de vista climatológico, que había sufrido; pero las emocionales eran mucho más problemáticas y sin embargo, se las había arreglado para sobrevivir a ellas.

Más o menos.

Volvió a mirar a Zac e inesperadamente fue consciente de lo íntimo de aquella situación. A pesar de que la manta y su ropa estaban mojadas, podía sentir el duro, ancho y perfecto pecho del hombre contra la espalda. Un pecho merecedor de situaciones bastante más cálidas.

En ese preciso instante, los truenos y los rayos cesaron. Fue como si el mundo se hubiera detenido, como si el cielo también estuviera conteniendo la respiración.

Zac le acarició una mejilla y Vanessa se estremeció. Un simple contacto había bastado para que comprendiera que el calor que sentía junto a él no se debía a la tranquilidad que le proporcionaba en semejantes circunstancias, sino a algo más profundo.

Suspiró, sin poder evitarlo, y él pasó un dedo por su barbilla y acarició levemente el borde de su boca.

Imposibles recuerdos de sus caricias y de su cuerpo inundaron la mente de Vanessa. Imposibles, porque Zac la había rechazado años atrás. Imposibles, porque las únicas relaciones sexuales que había mantenido con él eran sueños de su imaginación, deseos.

Zac: Estamos en el ojo de la tormenta -anunció con firmedad-.

Zac apartó la mano de la cara de Vanessa y le pasó la manta por encima de los hombros. Ella se estremeció una vez más al sentir su respiración, o tal vez fue por el tremendo rayo que iluminó todo el lugar.

Aly soltó una especie de gruñido, que en realidad era una risa histérica, y la casa empezó a temblar y a crujir como si estuviera a punto de reventar.

Zac maldijo en voz alta, les pidió que se acurrucaran en la bañera y situó el colchón por encima de sus cabezas.




¡El fin del mundo!
Para nosotros no, pero al parecer para ellos sí.
Espero que no vuele la casa con ellos dentro :s

¡Comentad para saber como sigue!
Bye!
Kisses!

2 comentarios:

Unknown dijo...

uuuh... pobres, estan pasando por el fin del mundo que horrible!
Esperaaaaaa.. zac le toco la cara a vane? Mm.. me parece que ahi va a pasar algo pronto eh! Y ya quiero saber si aly es la hija de vane, pero me mata la curiosidad de quien sera el padre..
SUBE PRONTO.

Anónimo dijo...

Que miedo con esa tormenta D=
Ya se empiezan a dar cuenta que se siguen gastando :D

Ya quiero leer el siguiente!! Saludos -Caro-

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