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jueves, 29 de diciembre de 2022

Capítulo 10


En la estación de bomberos, Zac Efron estaba sentado a solas, en la cocina, tomándose otra taza de café. Hasta aquel momento, la única llamada de emergencias había sido la de aquella joven embarazada que se había desmayado en la biblioteca. Y, por algún motivo, él no había podido quitársela de la cabeza desde entonces.

Como no estaba casado, Zac se había ofrecido voluntario para trabajar en Nochebuena y parte de la Navidad, para que los demás sanitarios pudieran pasar las fiestas con sus familias. Por desgracia, su propia madre no estaba muy contenta con el hecho de que tuviera que trabajar aquellos días.

Los padres de Zac vivían en Cedar Cove, y su hermana también había vivido allí hasta varios meses antes. Un vaquero que trabajaba para Cliff Harding le había roto el corazón y Linnette se había marchado sin plan ni destino, y había terminado en un pueblecito de Dakota del Norte. Parecía que le gustaba mucho su nuevo hogar en medio de ninguna parte. Zac no lo entendía, pero no era su vida.

Se alegraba mucho por Linnette, al saber que ella había encontrado su lugar en el mundo. Siempre había dicho que quería vivir y trabajar en un pueblo pequeño. Era una enfermera con experiencia, y tenía mucho que ofrecer en una comunidad como Buffalo Valley, en Dakota del Norte.

Grace, la hermana mayor de Zac, fue dada en adopción de bebé, y habían descubierto su parentesco pocos años antes. Zac estaba empezando a conocerla, y se había quedado sorprendido al comprobar que tenían muchas cosas en común, pese a que se hubieran criado separados y de una manera tan diferente. Ella había dicho que iba a pasar por casa de sus padres el día de Navidad, pero aquella noche también estaba de guardia en el trabajo.

Cuando Grace se había mudado a vivir en aquella zona, con el objetivo de conocer a su familia biológica, había comenzado a trabajar para la policía de Bremerton. Sin embargo, finalmente había aceptado un trabajo en el departamento del sheriff, en Cedar Cove.

De repente sonó el teléfono de Zac, y él no se molestó en mirar quién llamaba. Ya lo sabía.

Zac: Hola, mamá.

**: Feliz Navidad -dijo su madre-.

Zac: Gracias. Lo mismo para ti y papá.

**: ¿Cómo va todo?

Su madre estaba apagada. El hecho de no tener a ninguno de sus hijos en casa durante las fiestas era duro para ella.

Zac: Esta tarde ha estado todo muy tranquilo.

Cindy exhaló un suspiro.

Cindy: Ojalá no te hubieras ofrecido voluntario para trabajar en Navidad. Tu padre y yo vamos a estar muy solos.

Zac: Vamos, mamá, vais a pasar una Navidad estupenda.

Cindy: Sí, claro que sí. Este año he decidido cocinar un jamón, en vez de pavo. Es mucho menos trabajoso, y ya tomamos pavo en Acción de Gracias. Por supuesto, también voy a hacer el estofado de patata favorito de tu padre, y el plato de judías verdes que a todo el mundo le gusta tanto.

Zac no entendía el motivo por el que su madre quería hablar con él del menú de Nochebuena, pero dejó que siguiera hablando, porque sabía que así, ella se sentiría mejor.

Cindy: Estaba pensando que deberías casarte -dijo de repente-.

Zac: ¿Cómo?

Cindy: Te vas a quedar aquí, en Cedar Cove, ¿verdad?

Zac: Bueno, todavía no lo sé…

Cindy: Yo sí. Ya tienes un trabajo fijo.

Su madre no añadió que aquél era, tal vez, su décimo cambio de profesión durante los últimos seis años. Zac se aburría fácilmente, y tenía tendencia a cambiar de trabajo a menudo. Había trabajado en correos, en la construcción, en un servicio de paquetería, y en media docena de trabajos más desde que había salido de la universidad. También había reformado una casa vieja y la había vendido con un buen beneficio.

Aquella inquietud de Zac había influido mucho en el hecho de que tuviera una relación difícil con su padre. Roy Efron no entendía la necesidad de cambio de su hijo. Pensaba que su hijo era irresponsable y no se tomaba la vida en serio. En algunas cosas, Zac suponía que su padre tenía razón. Sin embargo, aquel trabajo nuevo de técnico de emergencias médicas en el departamento de bomberos encajaba perfectamente con él, le proporcionaba variedad, emociones y camaradería. Además hacía que se sintiera realizado, algo que nunca le había sucedido.

Su padre y él se llevaban mejor últimamente. Roy se había disculpado por su actitud hacia Zac, lo cual había sido toda una sorpresa. Eso había marcado una gran diferencia en su relación, y Zac se lo agradecía mucho.

Zac: Crees que debería casarme -repitió como si aquellas palabras fueran de un idioma extranjero-.

Cindy: Tienes veintiocho años.

Zac: Sé cuántos años tengo, mamá.

Cindy: Ya es hora.

Zac: ¿De verdad?

Cindy: ¿No has conocido a nadie especial?

Zac: ¡Mamá! 

Sin embargo, la imagen de Vanessa Hudgens se le apareció al instante en la mente.

Cindy: No quiero presionarte, pero sería agradable tener nietos algún día.

Zac se echó a reír.

Zac: Si quieres, puedo ponerme a ello rápidamente.

Cindy: Zac -le reprendió-. Ya sabes a qué me refiero.

Lo sabía perfectamente, pero disfrutaba tomándole el pelo.

De repente, tomó la decisión de averiguar lo que pudiera sobre el padre del bebé de Vanessa. En la biblioteca había sabido que era Dave Rhodes, pero que no estaba casado con ella.

Zac: ¿Sabes algo de un tal Dave Rhodes?

Cindy: Dave Rhodes -repitió lentamente-. ¿Tiene algo que ver con Ben Rhodes?

Zac: Creo que es su hijo.

Cindy: Voy a preguntárselo a tu padre.

Zac: No te preocupes, mamá, no tiene importancia.

Cindy: Entonces, ¿por qué me lo has preguntado?

Zac: Oh, porque alguien me lo mencionó, nada más.

Cindy: Zac, vamos. Dímelo.

Zac: Esta mañana he atendido a una embarazada muy joven en la biblioteca.

Cindy: ¿A la chica embarazada? -preguntó con emoción-.

Claramente, las noticias corrían rápidamente en un pueblo tan pequeño como Cedar Cove, algo a lo que Zac todavía no se había acostumbrado del todo.

Zac: ¿Cómo te has enterado de lo de Vanessa?

Cindy: Vanessa -dijo melancólicamente-. Qué nombre tan bonito.

Y también tenía una cara muy bonita, pensó Zac, y se contuvo. Ella no era asunto suyo, en absoluto.

Cindy: Hoy me he encontrado con Shirley Bliss en el supermercado. Yo no quería ir al supermercado hoy, de ninguna manera. Ya sabes que los días de fiesta se pone hasta la bandera por las compras de última hora. Sin embargo, me quedé sin leche en polvo, y la necesitaba para la ensalada de gelatina verde que hago todas las Navidades.

Zac recordaba bien aquella ensalada. Era una de sus favoritas. Su madre se había empeñado en hacerla aunque él no iba a cenar con la familia.

Cindy: Podía haber usado leche normal, pero no tendría el mismo sabor. No me gusta usar sustitutos si es posible evitarlo.

Zac: Shirley Bliss, mamá -le recordó-.

Cindy: Oh, sí. Shirley. Me la encontré en el supermercado. Estaba con su hija, Tanni.

Zac: ¿Y Tanni fue la que te habló de Vanessa? 

Cindy: No. Fue Shirley. Bueno, mejor dicho, fue el novio de Tanni, Shaw, quien se lo contó a ella, así que en realidad fue la hija de Shirley la que lo sabía.

Zac: ¿Y cómo se enteró Shaw? -ya había perdido el hilo de los nombres-.

Cindy: Creo que Vanessa entró en el Mocha Mama's esta mañana, y se puso a preguntarle cosas.

Zac: Ah.

Cindy: Y él le sugirió que le preguntara a Grace Harding por Dave Rhodes.

Zac: Entiendo.

Al menos, estaba empezando a entenderlo.

Cindy: Shirley me contó que Shaw le dijo que parecía que Vanessa iba a dar a luz en cualquier momento.

Zac: No sale de cuentas hasta dentro de dos semanas.

Cindy: ¡Dios Santo! Entonces, ¿tú crees que Dave Rhodes es el padre del bebé? -susurró como si de repente hubiera establecido la conexión-. Tiene lógica, ¿no te parece?

Él ya lo sabía, pero prefería no contribuir a la cadena de chismorreos que se estaba formando. De todos modos, Zac no conseguía quitarse de la cabeza a Vanessa.

Zac: ¿Y te dijo Shirley dónde está Vanessa ahora mismo?

Tal vez alguien debiera comprobar su estado. Zac le había recomendado que descansara durante el resto del día, pero a él no le gustaba la idea de que estuviera sola.

Cindy: No. Pero estará bien, ¿no?

Zac: Supongo.

Cindy: Bueno.

Zac: ¿Dónde está papá?

Su madre se echó a reír.

Cindy: ¿Tú qué crees?

Zac: De compras -dijo con una sonrisa-.

Cindy: Exacto. Tu padre, tan eficiente para todo lo demás, siempre se deja los regalos para el último minuto.

Zac: Me acuerdo de aquel año en que sólo estaba abierta la farmacia. A ti te regaló un rompecabezas de la Torre de Londres, dos novelas románticas y un frasco de laca de uñas.

Cindy: Y se sentía muy orgulloso de sí mismo -dijo con cariño-.

Zac: Nos lo pasamos muy bien haciendo el rompecabezas, ¿a que sí?

Fue una de sus mejores Navidades, y la familia seguía haciendo rompecabezas a menudo durante las fiestas. Era una pequeña tradición familiar que se había establecido por la costumbre de su padre de comprar los regalos a última hora.

Cindy: ¿Vas a llamar por la mañana? 

Zac: Claro. Y me pasaré por allí en cuanto acabe mi turno. Será mañana por la tarde, así que guárdame las sobras, ¿de acuerdo?

Cindy: Claro -murmuró-. Grace tiene el horario al contrario que tú, así que ella va a venir por la mañana. Por lo menos, os veré a los dos durante un rato.

Después de unas palabras de despedida, Zac cerró su teléfono móvil y se lo prendió al cinturón.

Estaba empezando a hacer la cena de aquella noche cuando Brandon Hutton entró en la cocina.

Brandon: Tienes visita.

Zac: ¿Yo?

Brandon: Sí. Una pareja.

Zac: ¿Y no te han dicho quiénes son?

Brandon: Lo siento, no.

Zac caminó hacia la parte delantera del edificio. Oyó unas voces, y distinguió rápidamente la de su hermana.

Zac: ¡Linnette! 

Linnette: Zac -se lanzó a darle un abrazo-.

Zac: ¿Qué haces aquí? 

Lo último que había sabido de ella era que estaba en Buffalo Valley y que tenía intención de quedarse allí para las vacaciones.

Ella le pasó un brazo por la cintura.

Linnette: Es una sorpresa. Pete me lo sugirió y se ofreció a traerme, así que aquí estoy.

Zac se volvió hacia Pete. En una conversación telefónica, un mes antes, Linnette le había dicho que había conocido a un granjero y que estaban saliendo juntos.

Zac: Zac Efron -dijo, tendiéndole la mano-.

Pete se la estrechó con firmeza.

Pete: Encantado de conocerte, Zac.

Zac: Lo mismo digo -se giró hacia su hermana-. ¿Mamá sabe que estás aquí?

Linnette se echó a reír.

Linnette: No tiene ni idea. Papá tampoco. Les voy a dar una sorpresa.

Zac: ¿Cuándo has llegado?

Linnette: Hace cinco minutos. Hemos decidido venir a verte a ti primero, y después vamos a ir a casa.

Zac: Papá ha salido a hacer sus compras.

Linnette se rió de nuevo y miró a Pete.

Linnette: ¿Qué te dije?

Pete: Que tu padre estaría de compras -respondió lacónicamente-.

Linnette: Y mamá está cocinando, seguro.

Zac: Sí. Está haciendo mi ensalada favorita. Ya estoy deseando comerme las sobras. Y este año ha decidido asar un jamón.

Linnette volvió a reírse.

Linnette: ¿Te ha contado el menú de Navidad?

Zac: Con todo detalle.

Linnette: Pobre mamá -murmuró-.

Zac: Ojalá pudiera ver la expresión de su cara cuando entréis por la puerta.

Linnette: Me encanta darle esta sorpresa.

La enorme sonrisa de su hermana era el mejor regalo de Navidad que podía haber recibido. Su hermana, feliz otra vez.

Zac no había visto aquella sonrisa desde hacía… casi un año.

Zac: Llámame luego y cuéntame cuánto tarda mamá en dejar de llorar.

Linnette: De acuerdo.

Su hermana y Pete se marcharon, y Zac volvió a la cocina del parque de bomberos para cumplir con su deber de cocinar aquella noche. Mientras cortaba cebolla, se dio cuenta de que lamentaba no poder estar en casa de sus padres aquella noche, después de todo. Aunque acababa de conocer a Pete, le había parecido que era un hombre sólido y trabajador. Exactamente lo que necesitaba Linnette, y alguien a quien Zac quería conocer mejor.

Parecía que Linnette había encontrado a la persona que necesitaba, pero, ¿y él? Zac cabeceó.

No podía quitarse de la cabeza a Vanessa.

Lo cual no era lógico, teniendo en cuenta que la única relación que había tenido con ella era tomarle la tensión.

Y, sin embargo…

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