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sábado, 10 de diciembre de 2022

Capítulo 1


Aunque estaba escuchando villancicos en el iPod, Vanessa Hudgens oía discutir a sus hermanos. ¿Cómo no iba a oírlos? Individualmente sus voces ya retumbaban bastante. Juntos parecían todos los fans de un estadio de fútbol lleno. Los tres eran mecánicos del taller familiar, y medían más de un metro ochenta. Con su estatura, que resultaba intimidante, y sus voces, podían dar miedo al criminal más curtido.

Mike: Ya casi es Navidad -estaba diciendo el mayor de los tres-.

Chris: Vanessa dijo que la llamaría antes de Navidad.

George, el menor, permaneció callado. Era el más sensible de los tres, lo cual quería decir que le pediría disculpas a Dave Rhodes después de romperle los dedos por haber dejado embarazada a su hermana pequeña y haberla abandonado después.

George: Tenemos que hacer algo -insistió-.

Mike: Propongo que encontremos a Dave Rhodes y lo golpeemos hasta que acceda a casarse con nuestra hermana.

A Vanessa se le escapó un jadeo de horror. Conociendo a Mike, era muy posible que hablara en serio.

Chris: Creo que eso es lo que deberíamos hacer. Ojalá supiéramos dónde está.

Vanessa no pudo soportarlo más. Se quitó los auriculares y salió de su habitación hacia el salón, donde estaban sus hermanos, charlando alrededor del árbol con cervezas en la mano. Desde que sus padres habían muerto en un accidente de tráfico, cinco años antes, sus hermanos mayores se consideraban sus guardianes. Eso era ridículo, porque tenía veintitrés años. Parecía que a sus hermanos se les olvidaba que ella también era adulta.

Los cuatro vivían en la casa familiar. Mike y George salían con mujeres, pero no tenían ninguna relación seria. Chris acababa de romper con alguien. Parecía que Vanessa era la única que tenía ganas de marcharse, sobre todo, para evitar que sus hermanos decretaran cómo debía vivir su vida.

No podía negar que se había metido en un lío. Sin embargo, intentaba enfrentarse a las consecuencias de haberse enamorado de un hombre maduro.

Ness: ¿Os importaría ocuparos de vuestros asuntos? -les preguntó a sus hermanos con las manos en las caderas-. 

Sólo medía un metro sesenta, y sus hermanos le sacaban una cabeza.

Mike frunció el ceño.

Mike: Tú eres nuestra hermana, y eres asunto nuestro.

George: Estamos preocupados por ti. Vas a tener un hijo.

Sus tres hermanos ya habían decidido que se trataba de un varón, y no de una niña.

Chris: Y yo no sé nada de partos ni de bebés.

Ness: Vosotros no tenéis que preocuparos por el parto. Este bebé es cosa mía, solamente.

George: No, no es cierto.

Mike: No puedes privar al niño de su padre. Un niño necesita un padre.

Ness: Totalmente de acuerdo. Sin embargo, hace semanas que no veo a Dave.

Chris: ¿Y no te dijo que iba a llamarte antes de Navidad? 

Ness: Sí. Me dijo que iba a visitar a su familia, que vive en la zona.

George: ¿Dónde? 

Ness: En Cedar Cove.

Mike: Vamos a buscarlo allí.

Vanessa alzó ambas manos.

Ness: ¡No digas tonterías!

Mike: ¡No son tonterías! -exclamó con indignación-. No voy a permitir que tengas a este bebé tú sola.

Ness: No estoy sola. Os tengo a vosotros tres, ¿no?

Sus hermanos palidecieron.

Chris: ¿Quieres…? ¿Es que quieres que estemos contigo en el paritorio? -preguntó con un hilillo de voz, y tragó saliva-. Estás de broma, ¿verdad?

Vanessa se había apuntado tarde a las clases de parto porque Dave le había prometido que asistiría con ella, pero él no se había presentado a la primera, ni tampoco a la segunda. Entonces, Vanessa había desistido de esperarlo y se había apuntado a una segunda sesión aquella misma semana, con el embarazo mucho más adelantado de lo que hubiera debido. Había ido sola, y había salido de la clase llorando. Aunque había pensado en pedirle a George que la acompañara durante el parto, todavía no había reunido el valor suficiente para hacerlo. Y de todos modos, no estaba segura de que fuera la mejor elección. Sus otras opciones eran sus amigas, Ashley y Brittany. Sin embargo, a Ashley le aterrorizaba la idea, y Brittany, que se había casado el año anterior, estaba embarazada también.

Ness: Claro -dijo, intentando mantener la compostura-. Era una broma.

Todos soltaron un suspiro.

Mike: Nos estás distrayendo de lo importante. Quiero hablar con Dave Rhodes de hombre a hombre.

Chris: Y cuando termine Mike, yo también quiero mi turno.

Vanessa miró al techo con resignación. Ella había defendido muchas veces a Dave ante sus hermanos, y también ante Ashley y Brittany. Ashley trabajaba con ella en la compañía de seguros de Seattle, así que conocía a Dave, porque él iba a su oficina para mantener reuniones cada pocas semanas, en representación de diferentes empresas de California. Dave le caía bien a todo el mundo, con la única excepción de Ashley.

Él siempre le había dado buenas excusas para perderse las clases de preparación al parto, y ella lo había creído, porque quería confiar en él. Él decía que la quería, y aunque aquél no fuera un embarazo planeado, a Vanessa le dio la sensación de que se había alegrado mucho cuando se lo dijo. Dave le explicó que tenía que arreglar algunos detalles legales y financieros, pero en cuanto estuvieran resueltos, se casaría con ella.

Durante unos meses, Vanessa había conseguido tener a sus hermanos convencidos de que Dave tenía intenciones honorables.

Sin embargo, con el paso de los días había tenido que admitir que Dave o no quería o no podía casarse con ella. Se dio cuenta de que no sabía de él tanto como debería. Pese a que él tenía veinte años más que ella, Vanessa estaba tan enamorada que había pasado por alto la importancia de aquel detalle. En aquellos momentos, no obstante, tenía que dudar de su sinceridad. No había vuelto a tener noticias de él desde dos semanas antes, y no respondía al teléfono móvil. Además, durante su última conversación, Dave estaba preocupado y brusco. Le había dicho que iba a pasar las Navidades en Cedar Cove con su padre y su madrastra, y que la llamaría entonces.

George: ¿Tú quieres casarte con Dave? 

Era el único de sus hermanos que tomaba en consideración sus sentimientos.

Mike: Claro que quiere. Está a punto de tener un hijo suyo, ¿no? Él es el padre del niño, y tiene que cumplir con sus responsabilidades.

Ness: Y lo hará -aunque había perdido las esperanzas de que Dave se ocupara del bebé y de ella-.

Chris: Sí, claro que lo hará -dijo con firmeza-, porque nosotros vamos a asegurarnos de que lo haga.

Mike: Y eso incluye que se case contigo -dijo en un tono que no admitía réplica-.

En aquel momento, como si quisiera protestar, el bebé se puso a dar pataditas, y Vanessa se sintió agotada. Pese a la seriedad de aquella situación, bostezó sin poder evitarlo. Se tapó la boca con una mano, y posó la otra sobre su vientre abultado.

Ness: Me voy a la cama.

Mike: ¡Vanessa! -gritó como si fuera un instructor del ejército-. ¡Tenemos que decidir lo que vamos a hacer, aquí y ahora!

Ness: ¿No podemos seguir hablando por la mañana?  

Estaba demasiado agotada y eran casi las doce de la noche.

Mike: No.

Ness: Está bien, está bien -se hundió en el sofá, intentando mantener los ojos abiertos-.

Mike miró hacia el reloj de pared antiguo que había en el salón.

Mike: Desde hace un minuto, es oficialmente Nochebuena. Rhodes dijo que iba a ponerse en contacto contigo antes de Navidad.

Vanessa exhaló un suspiro y se encogió de hombros.

Ness: Tal vez dijo en Navidad. Se me ha olvidado.

Chris: Bueno, pues a mí no -intervino con los brazos cruzados sobre el enorme pecho-.

Mike: A mí tampoco se me ha olvidado -también se cruzó de brazos-. Dave dijo que se pondría en contacto contigo antes de Navidad, y eso es dentro de menos de veinticuatro horas. Ya es hora de que te des cuenta de que no tiene intención de hacer lo correcto.

Vanessa estaba de acuerdo con eso; sin embargo, también estaba harta de hablar de ello.

Ness: Nunca se sabe -respondió, intentando darle a su voz un tono de optimismo-.

Chris: Vives en un mundo de fantasía, hermanita.

George se sentó a su lado y le tomó la mano.

George: Mike y Chris tienen razón -le dijo con suavidad-.

Ness: ¿Acerca de qué?

Estaba tan agotada que empezaba a tener la visión borrosa.

George: Alguien tiene que encontrar a Dave. Y si no podemos encontrarlo a él, al menos deberíamos encontrar a alguien de su familia. Tiene que responsabilizarse.

Mike: Dave Rhodes tiene que convertirte en una mujer decente -insistió-.

Si Vanessa oía aquello una vez más, iba a ponerse a gritar.

Ness: ¡Yo soy una mujer decente! No necesito que Dave valide algo que tú deberías saber.

Mike: Bueno, bueno. No te enfades tanto. Es sólo una frase hecha.

Chris: Lo que nosotros queremos -dijo como si quisiera dejárselo bien claro- es que tú seas feliz con el padre de tu hijo.

Mike: Y él no nos está dejando otra elección -dijo con una mirada amenazante-. Vamos a encontrarlo y…

Ness: Mike, por favor. Aguantemos unos días más. Por favor.

Odiaba tener que suplicar de aquel modo, pero no quería que las Navidades se estropearan para ninguno de ellos. Estaba protegiendo a Dave, una vez más, y la ironía de todo aquello no se le escapaba. Pese a todos aquellos meses de contacto intermitente y de promesas rotas, Vanessa todavía sentía el impulso de protegerlo de sus hermanos.

Sin embargo, lo que le preocupaba en realidad eran Mike, Chris y George. No quería que terminaran en la cárcel por culpa de Dave.

Chris: ¡No vamos a esperar un minuto más! -bramó-. Si Dave está en Cedar Cove, vamos a encontrarlo.

Ness: No. Por favor -murmuró-.

Mike: Ya no tienes nada más que decir.

Ness: ¡Mike, es mi vida! Escúchame. Yo…

Mike: Ya te hemos escuchado lo suficiente. Nosotros tres hemos decidido encargarnos personalmente de este asunto.

Vanessa no podía permitir que sus hermanos se involucraran. Se estremeció al imaginárselos llegando a Cedar Cove en Nochebuena, con la intención de obligar a Dave a que se casara con ella.

No, no podía permitir que sucediera aquello. Se puso en pie y salió hacia su dormitorio.

Ness: Terminaremos de hablar de esto mañana por la mañana -dijo con toda la dignidad que pudo-.

Parecía que Mike iba a seguir con la discusión, pero debió de notar la fatiga de su hermana, porque asintió de mala gana.

Mike: De acuerdo. Pero no podrás librarte, ¿entendido?

Ness: Sí, entendido.

Mike: Buenas noches, querida -la abrazó, igual que hicieron Chris y George-.

Vanessa durmió profundamente durante seis horas, y se despertó con sudores fríos. Sabía que no iba a poder evitar que sus hermanos irrumpieran en Cedar Cove y la avergonzaran, y seguramente, agredieran a Dave. La única solución que se le ocurría era llegar antes que ellos y avisar a Dave o a su familia.

Con aquella idea en mente, Vanessa les dejó una nota a sus hermanos y salió silenciosamente de casa.
 

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