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lunes, 12 de diciembre de 2022

Capítulo 2


Cedar Cove era un pueblecito festivo. A Vanessa le pareció, al bajar del ferry, que allí se tomaban las Navidades muy en serio. Incluso la pequeña terminal estaba adornada, con campanillas colgando del techo y grandes copos de nieve en las ventanas. Ella nunca había estado allí, y se quedó muy agradada por su encanto. Después de tomar el ferry del Estado de Washington desde Seattle a Bremerton, había tomado otro ferry para atravesar la Ensenada Sinclair hasta el pueblecito que le había mencionado Dave.

Él sólo le había hablado de Cedar Cove una vez, y ella se había quedado con la impresión de que no le gustaba, pero no entendía el motivo.

Miró a su alrededor.

En la distancia había un faro que, junto al bosque de abetos que rodeaba la bahía y el agua verde del mar, era muy pintoresco. Las olas rompían rítmicamente contra las grandes rocas de la playa. Vanessa se ajustó la correa del bolso en el hombro y recorrió el muelle hacia el pueblo.

La calle principal de Cedar Cove, llamada Harbor Street, estaba adornada con grandes ramas de abetos, de las cuales colgaban guirnaldas, angelitos y velas. Las farolas estaban engalanadas con acebo. El efecto de todos aquellos adornos era delicioso, y la animó, hasta que recordó el motivo por el que había ido a Cedar Cove.

Eran las diez de la mañana del día de Nochebuena, y parecía que todo el mundo tenía que ir a algún sitio, o a ver a alguien. Vanessa también, salvo que ella no tenía prisa por llegar, y con razón. Seguramente, la esperaba una confrontación dolorosa.

Sin saber dónde podía empezar a buscar, y desesperada por aclararse las ideas, Vanessa se detuvo en una cafetería llamada Mocha Mama's, a una manzana del muelle. El local también tenía decoración navideña, y estaba lleno de aromas de Navidad: abeto, canela, menta. Y también del aroma fuerte y rico del café recién hecho.

No había nadie en la cafetería, salvo el camarero, que estaba detrás de la barra, escribiendo o dibujando algo en un cuaderno, enfrascado en su tarea.

Ness: Feliz Navidad -dijo mientras se quitaba los guantes y el gorro de lana y se los metía en el bolsillo del abrigo-.

El joven se sobresaltó. Llevaba una etiqueta de identificación en la que decía que su nombre era Shaw. La miró con desconcierto, y después sonrió.

Shaw: Lo siento, no te he visto entrar. ¿Qué deseas?

Ness: Me gustaría tomar un café descafeinado con un bastón de caramelo, Shaw.

Shaw: ¿De qué tamaño?

Ness: Eh… mediano, como ése -señaló una pila de tazas-.

Entonces, los ojos de Shaw fueron hacia su vientre abultado, y comentó:

Shaw: Vas a tener un bebé.

Ness: Sí -se posó una mano sobre el vientre, con un gesto protector-.

Shaw comenzó a prepararle el café mientras charlaba con ella, y cuando se lo sirvió, Vanessa tomó la taza con ambas manos y aprovechó para preguntarle si conocía a alguien que se apellidara Rhodes por aquella zona.

Shaw: Rhodes, Rhodes… Me suena el apellido, pero no le pongo cara. Aunque… sí, hay una familia Rhodes en Cedar Cove -sacó un listín telefónico de debajo del mostrador-.

Vanessa tuvo ganas de darse una palmada en la frente. Ella misma debería haber mirado en el listín inmediatamente, eso era, seguramente, lo que iban a hacer sus hermanos.

Shaw: Aquí tienes -le mostró el listín abierto para que pudiera ver los apellidos-.

Había un B. Rhodes, un Kevin Rhodes y otros tres, pero Vanessa no sabía si alguna de aquellas personas estaba relacionada con Dave. Lo único que podía hacer era llamarlos a todos y preguntar.

Le pidió prestado el listín telefónico a Shaw y le dio las gracias por su ayuda, y se sentó en una mesa con el café. Entonces sacó del bolso el teléfono móvil y llamó a B. Rhodes. Obtuvo la respuesta del contestador automático, que decía que Ben y Charlotte no estaban disponibles en aquel momento, y que la invitaba a dejar un mensaje. Vanessa no lo hizo. Habló con el siguiente Rhodes del listín, que parecía joven, y que no conocía a nadie llamado Dave. De los tres últimos, el primero había desconectado su línea telefónica y los otros dos no respondieron.

Shaw: ¿Has tenido suerte? -le preguntó después de un rato-.

Ness: No.

Shaw: Se me ocurre que hay una persona que tal vez pueda ayudarte -le dijo pensativamente-.

Ness: ¿Quién?

Shaw: Grace Harding. Es la bibliotecaria, y conoce a casi toda la gente del pueblo. No sé si trabaja hoy por la mañana, pero puedes ir a comprobarlo.

Ness: ¿Y por dónde está la biblioteca?

Shaw: ¿Cómo has venido a Cedar Cove?

Ness: En el ferry.

Él sonrió.

Shaw: Entonces, has pasado por delante al salir de la terminal. Es el edificio de cemento que tiene los murales en la fachada. No tendrás ningún problema para encontrarlo.

Vanessa se había fijado en los murales, así que sabía cuál era el edificio. Rápidamente, se puso los guantes y el gorro y, después de despedirse de Shaw, salió a la calle. Encontró la biblioteca con facilidad y, al entrar, vio que había una mujer en el mostrador principal. Se acercó a ella y dijo:

Ness: Disculpe, ¿es usted Grace Harding?

Shaw: Me temo que no. ¿Quiere que la avise?

Vanessa asintió.

Ness: Sí, por favor.

La mujer desapareció en la oficina anexa. Unos minutos después, apareció de nuevo, acompañada por otra mujer de mediana edad que saludó a Vanessa con una sonrisa cordial. Llevaba un jersey rojo de cuello alto y una chaqueta verde, y parecía que tenía el brazo derecho vendado bajo la manga.

Grace: Yo soy Grace Harding. ¿En qué puedo ayudarte?

Vanessa sonrió a la mujer.

Ness: Hola, buenas. Me llamo Vanessa Hudgens y…

En aquel momento, el bebé le dio una patada, fuerte, y a ella se le abrieron los ojos como platos al sentirlo. Se posó las manos en el vientre y exhaló lentamente.

Grace: ¿Te encuentras bien? 

Ness: Yo… creo que sí.

Grace: Será mejor que te sientes.

Vanessa asintió. Aquello era tan… inesperado. A ella no le gustaba nada dar la lata, pero la bibliotecaria tenía razón. Necesitaba sentarse. Afortunadamente, la señora Harding la llevó al otro lado del mostrador y la ayudó a sentarse en una silla. Se marchó y volvió a aparecer después de unos instantes con un vaso de agua.

Grace: Ten, bebe un poco.

Ness: Gracias.

Se sentía muy azorada, porque casi todo el mundo la estaba mirando. Sin duda, había dado el espectáculo, y la gente pensaba que estaba a punto de tener el bebé. En realidad, salía de cuentas en dos semanas. No creía que hubiera peligro de que el bebé se adelantara, pero era su primer embarazo, así que no lo sabía con seguridad. Ojalá todo fuera según lo previsto…

Grace se sentó a su lado.

Grace: ¿En qué puedo ayudarte? 

Vanessa se bebió todo el vaso de agua y lo dejó en una mesita. Después respiró profundamente y dijo:

Ness: Estoy buscando a un hombre llamado Dave Rhodes.

Al instante, su interlocutora se puso rígida.

Ness: ¿Lo conoce? ¿Está aquí? Me dijo que iba a venir a visitar a su padre y a su madrastra a Cedar Cove. Necesito hablar con él cuanto antes.

Grace se desplomó en la silla.

Grace: Oh, Señor.

Ness: ¿Qué quiere decir?

Grace: Bueno…

Ness: ¿Dave está en el pueblo?

Grace hizo un gesto negativo con la cabeza.

Grace: Me temo que no.

A Vanessa se le encogió el corazón. Tenía que haber sabido que no podía confiar en Dave. Aquello era otra mentira, evidentemente.

Ness: ¿Y su padre y su madrastra? ¿Están aquí?

Grace: Ben y Charlotte se han ido de crucero estas Navidades. Según una amiga mía, vuelven mañana.

Ness: ¿El día de Navidad?

Grace: Bueno, eso es lo que yo tengo entendido. Si quieres, puedo asegurarme.

Ness: Sí, por favor.

Grace titubeó.

Grace: Antes de que llame a Olivia, que es la amiga que te he mencionado, debería decirte que su madre está casada con Ben Rhodes.

Ness: Entiendo.

Grace: ¿Te importaría que te hiciera una pregunta?

Ness: Claro que no -aunque ya sabía cuál era aquella pregunta-.

Grace: Tu bebé… ¿es de Dave Rhodes?

En vez de responder, Vanessa cerró los ojos y bajó la cabeza.
Grace le acarició suavemente el brazo.

Grace: No te disgustes, querida. Eso no tiene importancia en este momento.

Vanessa abrió los ojos, y Grace le apretó la mano para reconfortarla.

Ness: Hace semanas que no sé nada de Dave. A veces llama, y la última vez que lo hizo, me dijo que iba a venir aquí a pasar la Navidad con su familia. Mis hermanos quieren obligarle a que se case conmigo, pero… no es eso lo que yo quiero.

Grace: Claro que no.

Por lo menos, Grace compartía su punto de vista.

Ness: Tengo que hablar con los señores Rhodes en cuanto pueda, y explicarles que, aunque Dave estuviera dispuesto a casarse conmigo, no creo que eso fuera lo mejor para mí ni para mi bebé.

Grace: Yo tampoco lo creo. No se puede confiar en Dave.

Vanessa sonrió débilmente.

Ness: Estoy de acuerdo con usted. Pero éste es su nieto. O… por lo menos, el de Ben. Tal vez quieran conocer al bebé. Tal vez Dave quiera tener algún tipo de relación con él. ¿No debería darles esa oportunidad?

Grace: Sí, es exactamente lo que deberías hacer -volvió a apretarle la mano-. Voy a hacer esa llamada y vuelvo ahora mismo. Olivia sabrá cuándo van a volver Charlotte y Ben. Sin embargo, creo que volvían a casa el día veinticinco.

Ness: Gracias -murmuró-.

Se sentía un poco mareada, así que se quedó sentada hasta que Grace volvió. No tardó mucho.
Grace se sentó de nuevo a su lado.

Grace: He hablado con Olivia, y me ha confirmado que Charlotte y Ben volverán mañana por la tarde.

Ness: Oh… bien.

Sin embargo, no sabía qué podía hacer. Si volvía a casa, le resultaría imposible soportar a sus hermanos. Estarían muy enfadados por el hecho de que ella se hubiera marchado dejándoles una nota, sin más. Además, en cualquier caso, seguro que ya estaban de camino a Cedar Cove. Y con poco esfuerzo, averiguarían las mismas cosas que había averiguado ella.

Grace: ¿Qué te gustaría hacer? 

Ness: Creo que voy a pasar la noche aquí. -No llevaba maleta, pero tampoco necesitaba muchas cosas, aparte de un hotel decente-. ¿Puede recomendarme algún alojamiento?

Grace: Oh, sí, hay varios, incluyendo una preciosa posada. Pero no sé si vas a poder encontrar habitación para esta noche. Voy a ver si hay algo en Comfort Inn. Está muy cerca y es un lugar muy limpio.

Ness: Eso sería estupendo. Muchísimas gracias.

Y allí estaba, en Nochebuena, con la sensación de que había encontrado un ángel que iba a ayudarla. Un ángel que tenía el nombre apropiado de Grace…

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