topbella

viernes, 3 de enero de 2020

Capítulo 6


Zac Efron se sentía el amo del mundo.

La vida era maravillosa. Por primera vez en muchos años, esperaba con impaciencia la llegada de la Navidad. De forma milagrosa, el dolor había desaparecido de su corazón. Decidió que se casarían antes de Navidad. Había olvidado pedir a Vanessa que ayudara a Ella con el vestido que se estaba haciendo para las fiestas. Estaba seguro de que lo haría con mucho gusto.

Se reclinó en la silla de su despacho y cerró los ojos. Se preguntó si David necesitaría un bate de béisbol, o tal vez un guante. Aunque tal vez tuviera cariño al suyo. David coleccionaba cromos de béisbol, y aquel deporte le encantaba. Su secretaria llamó por el intercomunicador para anunciarle que Ashley quería hablar con él. En cuanto vio su expresión supo que algo marchaba mal.

Ash: Perdone, señor Efron, yo…

Zac: ¡Por favor, Ashley! En otras ocasiones me has tuteado, y sabes que puedes venir a verme libremente para decirme todo lo que quieras -le dijo con paciencia-.

Ella se puso muy pálida.

Zac: ¿Ashley?

Ash: Lo siento, señor Efron. No me gusta tener que hacer esto. Pero yo…

Dio un paso al frente y dejó el anillo de diamantes sobre la mesa. Zac se quedó mirando el anillo, y después la miró a ella.

Ash: Vanessa se ha despedido -dijo apresuradamente-.

Zac palideció, y sintió que todos sus dolores volvían incrementados.

Zac: ¿No me lo podía haber dicho personalmente?

Ashley se humedeció los labios.

Ash: Creo que le daba miedo volver a verlo. Le daba miedo que no la escuchara. La verdad es que yo tampoco la entiendo.

Zac se quedó mirando el anillo en silencio durante largo rato. Después se lo metió en el bolsillo y caminó hacia la ventana.

Ash: Va a terminar con lo que tiene entre manos y después no volverá -dijo en voz muy baja.

La espalda de Zac era ancha y recta.

Zac: No es propio de ella. Vanessa Hudgens siempre ha sabido imponerse sin problemas.

Se dio cuenta de que se le daba muy bien. Desde el día en que había entrado en su despacho para decirle exactamente lo que pensaba de él, había cambiado su vida. Al principio de forma sutil.

Contempló los adornos navideños de la calle, mientras se cernía la prematura oscuridad del invierno.

Se sentía vacío. El futuro estaba vacío sin ella. De repente se dio cuenta de lo que aquello significaba.

Amaba la sonrisa de Vanessa. Amaba sus ojos, y amaba su pelo. Amaba su sentido del humor, y amaba su carácter y su forma de ser. Amaba la confianza con que lo miraba cuando estaban juntos. En definitiva, estaba locamente enamorado de ella.

Pero no quería saber nada de él.

Ashley se dio cuenta de que Zac no decía nada. Estaba de pie frente a la ventana. Sintió deseos de consolarlo.

Y sintió deseos de matar a Vanessa por hacerle tanto daño. No entendía qué la podía haber impulsado a actuar de aquel modo.

Ash: Normalmente, Vanessa siempre se ocupa de sus propios asuntos. Supongo que pensó que en esta ocasión le resultaría más fácil mantenerse alejada.

Se preguntó por qué no habría pedido a Jeremy que fuera a visitar a Zac. A fin de cuentas, era amigo suyo, mientras que Ashley se encontraba con él en una situación de inferioridad. No podía olvidar que se trataba de su jefe.

Ash: Debe resultarle mucho más difícil porque está enamorada -prosiguió, nerviosa-. Pero le aseguro que, aun así, no puedo entender…

Zac: ¿Cómo?

Ashley se detuvo, sobresaltada por la brusquedad de su tono. No recordaba lo que estaba diciendo.

Zac: ¿Podrías repetir eso?

Ash: Ah, sí. No entiendo a Vanessa. No entiendo por qué hace esto. Dejar al hombre del que está enamorada y…

Zac: Esa parte. Repítelo.

Ash: Dejar al hombre del que está enamorada.

Zac: ¿Cómo lo sabes?

Ash: Me lo ha dicho, de modo que…

Ashley se interrumpió de nuevo. Zac cruzaba el despacho hacia ella, y se movía con tal brusquedad que estuvo a punto de gritar y salir corriendo. Pero no tuvo tiempo para hacerlo.

Zac la cogió por los brazos, la levantó y le besó las mejillas.

Vanessa estaba enamorada de él. Y él estaba enamorado de ella. Al ver la sonrisa de Zac, Ashley lo entendió todo. Los dos estaban demasiado perdidos en el pasado, en el dolor del que no habían conseguido librarse. Y él, como un estúpido, le había ofrecido todo lo que quisiera. Todo excepto lo que más deseaba una mujer como Vanessa. Amor.

Zac: Se va a casar conmigo. Gracias, Ashley, pero ahora tengo que marcharme. Te aseguro que se va a casar conmigo.

Dejó a Ashley boquiabierta y salió del despacho a toda prisa.


Al final de la tarde Vanessa daba por supuesto que Zac había aceptado con caballerosidad la devolución del anillo y su dimisión.

Se permitió el lujo de llorar un poco más y después decidió que debía intentar controlarse o sería una desgraciada toda su vida. Pero le resultaba difícil. Muy difícil.

Miraba el teléfono una y otra vez, considerando la posibilidad de llamarlo. Pero no se sentía capaz. Estaba demasiado avergonzada por no haber ido a verlo personalmente. No debería haber recurrido a Ashley para resolver un problema que era sólo suyo.

Pero le daba demasiado miedo ver a Zac Efron, porque si insistía un poco podría convencerla, y sabía que aquello no estaba bien.

David volvió del colegio, y Vanessa se preguntó si debería hablar con él. Sólo le había dicho que no iba a trabajar durante una temporada, pero no le había explicado que estaba sin trabajo.

A fin de cuentas, estaban en Navidad. No le parecía justo estropear las fiestas a su hijo.

No le dijo nada, de modo que él se pasó todo el rato hablando de Zac, diciendo lo maravillosas que habían sido las vacaciones y comentando que esperaba que volvieran a verse pronto.

Vanessa estuvo a punto de gritar.

Se fue a la cama a las diez. Se quedó tumbada mirando el techo. Intentó obligarse a dormir, pero no lograba conciliar el sueño.

En cambio, le resultaba muy fácil llorar. Estaba luchando contra las lágrimas cuando oyó el primer golpe en la ventana. Se enderezó rápidamente, preguntándose qué ocurriría, y fue a la ventana.

Dos pisos por debajo había una figura bajo una farola. Mientras la miraba, otra bola de nieve se estrelló contra el cristal.

Abrió los ojos sorprendida. Zac Efron estaba en la acera, sonriendo y tirándole bolas de nieve.

Vanessa abrió la ventana y se estremeció de frío.

Ness: ¡Zac! ¿Qué haces ahí?

Para su sorpresa, Zac empezó a cantar Navidades blancas, un villancico que había popularizado Bing Crosby. Vanessa advirtió además que sonaba mejor que el cantante.

La ventana contigua a la suya se abrió. La señora Crowley se asomó.

Crowley: ¿Se puede saber qué pasa?

Ness: Cállate, por favor -suplicó-.

Pero Zac siguió cantando.

Otra ventana se abrió. Era la del señor Calahan, que vivía debajo del piso de Vanessa.

Calahan: No está mal -dijo, riendo-. ¿Podría cantarnos Deck the Halls?

Ness: Zac, por favor, ¿qué haces?

Zac: Intento llamar tu atención.

Crowley: Pues ha llamado la mía, joven.

Zac le devolvió la sonrisa.

Zac: He venido a pedir a Vanessa otra vez que se case conmigo. Sólo quiero que sepa que tengo un gran espíritu navideño. Cree que lo sabe todo sobre mí, pero hay muchas cosas que aún desconoce.

Ness: ¡Zac! -Gritó-. Te he dicho que no me puedo casar contigo.

Zac: ¿Por qué no? Explícamelo.

Calahan: Eso. ¿Por qué no?

Ness: ¡Zac! -exclamó desesperada-.

Zac: No pasa nada. Ya lo sé -dijo a sus espectadores-.

Pero no dejaba de mirar a Vanessa. Ella sintió que le dolía el corazón y que las piernas dejaban de sostenerla.

Zac: ¿Saben? -Dijo a los vecinos de Vanessa-. El problema fue que le expuse todos los motivos equivocados. Le dije que seríamos buenos padres para nuestros hijos. Yo también tengo una hija, ¿saben? También le dije que así no estaríamos solos. Tengo bastante dinero, y le dije que nunca le faltaría nada.

Calahan: A mí me suena bastante bien.

Crowley: Siga.

Zac sonrió. Tenía una sonrisa preciosa.

Zac: Quiero replantear mi proposición con otros términos. Quiero decirle que me quiero casar con ella sólo por un motivo. Por el motivo más importante del mundo. Porque me ha devuelto la alegría. Gracias a ella, cada hora que transcurre merece vivirse. Porque la amo con todo mi corazón.

Ness: ¡Oh, Zac! -susurró-.

Crowley: Qué romántico.

Calahan: Dígale que sí, señorita. Acepte al pobre chico antes de que se muera de frío ahí fuera.

Ness: ¡Sí! -Gritó-. ¡Claro que sí! No te muevas. Ahora mismo bajo.

Podía haberle pedido que subiera, pero no era capaz de pensar con claridad. Bajó a toda prisa las escaleras vestida sólo con un camisón, y una vez abajo se arrojó entre sus brazos.

Ness: ¡Oh, Zac! ¿De verdad?

Zac: De verdad. Por supuesto, quiero daros a David y a ti todo lo que necesitéis para ser felices. Puedes seguir trabajando, si es lo que deseas. Y sé que Ella y David se alegrarían mucho, pero te amo con todo mi corazón.

Ness: Yo también te amo.

Crowley: ¿Por qué no se dan un beso?

Calahan: De acuerdo. Dense un beso y entren de una vez en casa. Así podremos dormir un poco.

Vanessa decidió obedecer. Se puso de puntillas y dio a Zac un largo beso.

La señora Crowley suspiró. Una ventana se cerró.

De repente empezaron a caer copos blancos. Bellos y delicados copos de nieve. Probablemente aquélla sería una navidad muy blanca.

Cuando al fin se separaron, se cogieron de la mano y subieron las escaleras a toda prisa.

En cuanto entraron en la casa, volvieron a abrazarse. Y cuando al fin terminó el beso, Vanessa se apoyó contra el pecho de Zac, sorprendida, aturdida, preocupada y asustada a la vez.

Ness: Esto no es justo -protestó-. Tú me has dado muchas cosas. ¿Qué puedo darte yo a ti?

Zac: El regalo de Navidad que más deseo.

Ness: ¿En qué consiste?

Zac: Tú. Con una cinta roja. Y nada más. Sólo tú.

Vanessa sonrió con timidez, y volvieron a besarse. De repente, Zac se apartó.

Zac: Tal vez puedas regalarme algo más.

Ness: ¿Qué?

Zac: Siempre soñé con tener una familia enorme y maravillosa. Me crié solo, y me apetecía tener un montón de gente a mí alrededor. Podemos proporcionárselo a nuestros hijos. Los dos son maravillosos, pero podríamos tener dos o tres más. ¿Qué te parece?

Ness: Una idea excelente -susurró-.

Zac: ¿Así que vas a casarte conmigo?

Ness: Sí, Zac. Claro que sí. Me casaré contigo.

**: ¡Bien! -exclamó una voz infantil-.

David estaba de pie, en la puerta, y había estado escuchando.

David: ¿Es verdad lo que he oído?

Ness: Deberías estar en la cama.

Zac: Es verdad -le aseguró con una sonrisa-.

David: ¿Cuándo? Tiene que ser antes de Navidad.

Ness: ¡David!

Zac: Será antes de Navidad.


Y se casaron antes de Navidad. La ceremonia se celebró el veinte de diciembre. David y Ella asistieron, al igual que Jeremy, Ashley y todo el personal de Elegance.

Retrasaron el viaje de novios porque querían pasar las fiestas en familia. Zac y Ella se alojarían en el piso de Vanessa hasta finales de año, y después, todos se mudarían a la casa de Zac.

Y la convertirían en un hogar. Zac estaba seguro de ello.

Fueron todos juntos a la misa del gallo. Y cuando llegaron a casa, todos cantaban villancicos y dejaban paquetes bajo el árbol.

Pero cuando los niños se fueron a la cama, Zac encendió las luces del árbol y se sorprendió al ver una nota dirigida a él.

Tengo un regalo especial para ti. En mi habitación, dentro de cinco minutos.

Intrigado, Zac esperó cuatro minutos y medio y corrió al dormitorio de Vanessa.

Allí, tumbada sobre las sábanas blancas, estaba su mujer.

Su regalo, el mejor regalo de Navidad que había recibido nunca.

Su esposa.

Y no llevaba absolutamente nada salvo un enorme lazo rojo.

Se detuvo un momento, demasiado impresionado para acercarse.

Después caminó hacia ella, riendo, y cogió su regalo de Navidad entre los brazos.


0 comentarios:

Publicar un comentario

Perfil