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sábado, 14 de mayo de 2016

Capítulo 15


Vanessa descubrió que una ausencia de tres años no había hecho que se sintiera menos nerviosa durante las horas previas a una actuación. En las dos semanas anteriores había tenido que soportar horas de entrevistas y sesiones fotográficas. El reencuentro de Hudgens y Anderson para una única actuación en un ballet escrito y coreografiado por él mismo era noticia.

Por Mike y por la compañía, Vanessa se prestó para la publicidad requerida. Por desgracia, ello contribuyó a endurecer los días ya imposiblemente largos.

La representación se haría con fines benéficos y entre el público habría muchas estrellas. El ballet sería televisado y toda la recaudación se destinaría a una beca para jóvenes bailarines con talento. La publicidad podría alentar más donaciones. Por ese motivo, Vanessa deseaba que fuese un éxito.

Si el ballet tenía una buena acogida, sería incorporado al programa de la temporada. Mike ampliaría enormemente su prestigio en el mundo de la danza. Por él, y por sí misma, Vanessa esperaba que fuese un éxito.

Había recibido una llamada de su madre y la visita de Jessica mientras estaba en el camerino. La llamada había tenido un tono suave y cálido, sin presiones.

Molly estaba satisfecha a más no poder con la inminente actuación; sin embargo, para sorpresa y deleite de Vanessa, su nueva vida y sus nuevas responsabilidades habían exigido que permaneciera en California. Sus pensamientos y su corazón estarían con Vanessa, prometió, y vería el ballet por televisión.

La visita de Jessica había supuesto un soplo de aire fresco. Jessica estaba fascinada con los entresijos de la vida entre bambalinas. Se ponía al servicio de cualquiera que se lo pidiera. En un año, se dijo Vanessa mientras la veía cargar con un montón de trajes y accesorios, tendría que preocuparse de sus propios trajes.

Vanessa tomó un martillo, se sentó en el suelo y empezó a martillear el par de zapatillas nuevas para dotarlas de flexibilidad antes de coserles las cintas. Sus trajes estaban colgados ordenadamente en el armario. La cacofonía de los bastidores se mezclaba con el sonido del martillo contra la madera. Aún debía peinarse y maquillarse, así como colocarse el tutu blanco para el primer acto. Vanessa hizo ambas cosas, consciente de las cámaras que grababan la fase previa a la representación. Solamente insistió en hacer el calentamiento en privado. Así reuniría la concentración que iba a necesitar durante las horas siguientes.

La presión que sentía en el pecho fue aumentando conforme recorría el pasillo hacia el ala izquierda del escenario. Desde allí haría su entrada cuando sonara la danza de apertura en el bosque. La música y los focos ya se centraban en ella. Sabía que Mike estaría aguardando en el ala derecha del escenario, en espera de hacer su propia entrada.

Jessica permanecía al lado de Vanessa, tocándole suavemente la muñeca como si quisiera desearle suerte sin decir palabra. Las supersticiones jamás desaparecían en el teatro.

Vanessa observó a los bailarines; las mujeres, con sus largos trajes acampanados; los hombres con sus chalecos y sus túnicas.

Veinte compases, luego quince, y Vanessa empezó a respirar lenta y profundamente. Diez compases, cinco. Se notó la garganta seca. El nudo que sentía en el estómago amenazó con convertirse en genuinas náuseas. En la piel sentía el frío del terror.

Cerró los ojos brevemente y corrió hacia el escenario.

Cuando hizo su entrada, fue recibida con una fuerte oleada de aplausos. Vanessa no los oyó. Para ella solo existía la música. Sus movimientos fluyeron con el goce de la primera escena. Se trataba de una danza lenta pero agotadora y, cuando Vanessa volvió a los bastidores, tenía la frente perlada de sudor. Permitió que se lo enjugaran y tomó un refrescante sorbo de agua mientras veía cómo Mike iniciaba la segunda escena. Al cabo de pocos segundos, ya tenía al público en la palma de la mano.

Ness: Oh, sí -resolló, y luego se giró para sonreír a Jessica-. Va a ser perfecto.

El ballet giraba en torno a sus protagonistas principales, y solo en contadas ocasiones uno o ambos no se hallaban presentes en el escenario. En la escena final, la música se tornó más lenta y las luces adoptaron un color azul brumoso. Vanessa lucía un vestido de vaporosa gasa que le llegaba hasta las rodillas. Era entonces cuando Ariel debía decidirse a renunciar a su inmortalidad por amor; para casarse con el príncipe, tenía que volverse mortal y renunciar a toda su magia.

Vanessa bailó sola en el bosque iluminado por la luna, recordando el goce y la sencillez de su vida con los árboles y las flores. Para lograr el amor, el amor de un mortal, tenía que volver la espalda a todo lo que había conocido. La disyuntiva le producía gran tristeza. Cuando se sintió desesperada, y cayó en el suelo para llorar, el príncipe apareció en el bosque. Se arrodilló junto a ella, acariciándole el hombro y atrayendo su rostro hacia el suyo.

El grana pas de deux expresaba su amor por ella, su necesidad de tenerla a su lado. Ella se veía arrastrada hacia él, pero tenía miedo de perder la vida que siempre había conocido, miedo de enfrentarse a la muerte como mortal. Se remontó por el cielo libremente, a través de los árboles y la luna que siempre habían sido suyos, pero, una y otra vez, se veía arrastrada de vuelta hacia el príncipe, impulsada por su propio corazón. Se detuvo, pues estaba rompiendo el alba y debía tomar una decisión.

Él alargó la mano hacia ella, pero Ariel se giró, insegura, asustada. Desesperado, el príncipe hizo ademán de dejarla. Pero, en el último momento, ella le pidió a gritos que volviese. Los primeros rayos de sol se filtraban por entre los árboles mientras ella corría hacia él.

El príncipe la alzó entre sus brazos mientras ella le entregaba su corazón y su vida.

El telón se había cerrado, pero Mike aún sostenía a Vanessa. Los pulsos de ambos latían frenéticamente y, por un momento, solo tuvieron ojos el uno para el otro.

Mike: Gracias -la besó con suavidad, como un amigo despidiéndose-.

Ness: Mike -sus ojos estaban impregnados de emociones, pero él la soltó antes de que ella pudiera hablar-.

Mike: Escucha -ordenó señalando el telón cerrado. El estruendo de los aplausos se abatía sobre él-. No podemos hacerles esperar eternamente.

Flores y gente. Daba la impresión de que ya no cabían más en el camerino de Vanessa. Entre el sonido de risas, alguien le sirvió una copa de champán. Ella la soltó sin probarlo. Su mente ya estaba lo suficientemente embriagada con el momento. Respondía a las preguntas que se le hacían y sonreía, pero todo parecía estar desenfocado. Seguía maquillada y vestida, seguía siendo, en parte, Ariel.

Hombres con esmoquin y mujeres con brillantes trajes de noche se mezclaban con los elfos y los duendecillos del bosque.

Vanessa había hablado con un actor famoso y con un dignatario francés de visita en el país. Tan solo podía rogar que sus respuestas hubiesen sido coherentes. Vio a Jessica y le hizo una seña, mirándola con ojos suplicantes.

Ness: Quédate aquí conmigo, ¿quieres? -pidió cuando la chica hubo conseguido abrirse camino entre la multitud-. Aún no he vuelto a la normalidad. Necesito a alguien.

Jess: Ay, Vanessa -le rodeó el cuello con los brazos-  ¡Has estado maravillosa! Jamás había visto una actuación tan fantástica.

Entre risas, Vanessa le devolvió el abrazo.

Ness: Bájame. Aún estoy flotando en el aire -se vio interrumpida por el ayudante de dirección, que le llevaba más flores y más champán-.

La multitud tardó más de una hora en disiparse. Para entonces, Vanessa sentía la debilidad que solía seguir a un subidón emocional. Fue Mike, quien consiguió abrirse paso para salir de su propio camerino, quien vació la habitación. Al ver los reveladores síntomas de fatiga en su rostro, recordó a los pocos que quedaban la recepción que se estaba celebrando en un restaurante cercano.

Mike: Deben irse para que ptička pueda cambiarse -dijo jovialmente, dando palmaditas en la espalda a uno de los presentes y empujándolo hacia la puerta-. Guárdennos algo de champán. Y caviar -añadió-, si es ruso.

Cinco minutos más tarde, solo él y Jessica se hallaban con Vanessa en la habitación repleta de flores.

Mike: Bueno -dijo dirigiéndose a Jessica y pellizcándole la barbilla-.  ¿Crees que tu maestra lo ha hecho bien esta noche?

Jess: Oh, sí. Lo ha hecho maravillosamente.

Mike: ¿Y yo? -le revolvió el cabello-.

Ness: No ha estado mal.

Mike: ¿No he estado mal? -se sorbió la nariz, poniéndose muy recto-. Jessica, quisiera pedirte que nos dejes solos un momento. Esta señorita y yo tenemos que hablar de una cosa.

Jess: Faltaría más.

Antes de que Jessica pudiera irse, Vanessa le agarró la mano.

Ness: Espera -del tocador tomó una rosa, una de las que le habían lanzado después de la actuación. Se la entregó a Jessica-. Para la que será la nueva Ariel algún día.

Jessica se quedó mirando la rosa, sin habla, y luego miró a Vanessa. Sus ojos eran elocuentes, aunque solo pudo asentir con la cabeza antes de salir del camerino.

Mike: Ah, mi pajarillo -tomó la mano de Vanessa y le posó un beso-. Qué gran corazón tienes.

Ella le dio un apretón en respuesta.

Ness: Pero tú le darás el papel. Dentro de tres años, quizá dos.

Michael asintió.

Mike: Hay personas que están hechas para esto -buscó sus ojos-. Jamás bailaré con una Ariel más perfecta que la de esta noche.

Vanessa se inclinó hacia él.

Ness: ¿Te estás mostrando encantador conmigo, Mike? Creí que ya no recibiría más flores esta noche.

Mike: Te quiero, ptička.

Ness: Y yo a ti, Mike.

Mike: ¿Querrás hacerme un último favor?

Vanessa sonrió, recostándose en la silla de nuevo.

Ness: ¿Cómo podría negarme?

Mike: Hay otra persona a la que quiero que recibas esta noche.

Ella le dirigió una mirada de desenfadado hastío.

Ness: Rezo por que no sea otro periodista. Pero recibiré a quien quieras -añadió temerariamente-. Siempre y cuando no esperes que vaya a esa recepción.

Mike: Estás excusada -dijo inclinando regiamente la cabeza. Fue hacia la puerta y, tras abrirla, se giró brevemente para mirar a Vanessa-.

Ella permaneció sentada, ostensiblemente exhausta. Su melena caía libremente sobre los hombros del fino vestido, sus ojos parecían más exóticos debido al exagerado maquillaje. Sonrió a Mike, pero él se fue sin decir nada.

Vanessa cerró los ojos brevemente, pero, casi al instante, un cosquilleo recorrió su columna. Sintió la garganta tan seca como antes de iniciar la primera danza del ballet. Supo quién estaba allí antes de abrir siquiera los ojos.

Se levantó cuando Zac cerró la puerta tras de sí, pero lentamente, como si quisiera medir la distancia que los separaba. Volvía a estar alerta, completamente alerta, como si acabara de despertar de un largo y profundo sueño. De pronto fue consciente del intenso aroma de las flores y del color que estas aportaban a la habitación. Reparó en que la cara de Zac parecía más delgada. Permanecía muy recto, mirándola con ojos directos y serios.

Vanessa descubrió que su amor por él no había menguado ni un ápice.

Ness: Hola -trató de sonreír-.

El traje formal que llevaba le favorecía, decidió mientras entrelazaba los dedos. Recordó, asimismo, lo atractivo que estaba con unos vaqueros y una camisa de franela. Había tantos Zac Efron, se dijo, y los amaba a todos ellos.

Zac: Has estado magnífica -no se acercó a Vanessa, sino que permaneció donde estaba, absorbiendo cada centímetro de ella con los ojos-. Pero supongo que eso lo habrás oído muchas veces esta noche.

Ness: Todas las veces son pocas. Sobre todo si me lo dices tú -deseó cruzar el camerino hasta él, pero el dolor seguía allí, y la distancia era demasiado grande-. No sabía que ibas a venir.

Zac: Le pedí a Jessica que no te dijera nada -avanzó un poco más hacia ella, pero el abismo seguía siendo inmenso-. No vine a verte antes de la actuación porque temí que eso pudiera alterarte. No me parecía justo.

Ness: Dejaste venir a Jessica... Me alegro.

Zac: En eso estaba equivocado -tomó una rosa de una mesa y la estudió un momento-. Tenías razón, su lugar está aquí. Estaba equivocado respecto a muchas cosas.

Ness: Yo también me equivoqué al tratar de presionarte demasiado pronto -separó las manos y luego, sin poder remediarlo, volvió a entrelazarlas-. Jessica necesitaba lo que tú le estabas dando. No creo que fuese la persona que es ahora si tú no hubieras estado todos estos meses con ella. Se siente feliz.

Zac: ¿Y tú? -alzó de nuevo la mirada, inmovilizándola con los ojos-. ¿Eres feliz?

Vanessa abrió la boca para responder pero, al no encontrar las palabras, se dio media vuelta. Sobre el tocador había una botella de champán medio llena, junto a la copa que no había tocado. Vanessa tomó la copa y bebió. Las burbujas suavizaron la tirantez de su garganta.

Ness: ¿Quieres un poco de champán? Hay de sobra.

Zac: Sí -dio los últimos pasos hasta ella-. Me gustaría.

Nerviosa al tenerlo tan cerca, Vanessa miró en derredor buscando otra copa.

Ness: Parece que no quedan copas limpias por ningún lado.

Zac: Beberé de la tuya -le colocó una mano en el hombro, haciendo suavemente que se girase para mirarlo-.

Colocó los dedos sobre los de ella en la copa. Bebió, sin apartar los ojos de los suyos.

Ness: Nada vale la pena sin ti -su voz se quebró mientras él bajaba la copa-. Nada.

Los dedos de Zac se tensaron sobre los de ella, y Vanessa vio que algo centelleaba en sus ojos.

Zac: No me perdones demasiado pronto, Vanessa -aconsejó. El contacto se rompió cuando soltó la copa en la mesa-. Las cosas que te dije...

Ness: No. No, ya no importan -sus ojos se ribetearon de lágrimas-.

Zac: Sí que importan -corrigió serenamente-. Me importan a mí. Tenía miedo de perderte y te eché de mi vida.

Ness: Nunca he salido de tu vida.

Vanessa se habría acercado a él entonces, pero Zac se giró.

Zac: Es aterrador estar enamorado de una persona como tú, Vanessa, una persona tan cálida, tan generosa... Jamás he conocido a alguien como tú -cuando se giró de nuevo hacia ella, Vanessa vio las emociones que se reflejaban en sus ojos, ya no tan contenidas ni controladas-. Nunca había necesitado a nadie antes; de repente, te necesitaba y sentí que te perdía...

Ness: Pero no era así -se lanzó a sus brazos antes de que él pudiera decir nada. Al notar que se tensaba, alzó el rostro y encontró su boca. El besó se tornó instantáneamente ávido y profundo-. Zac. Oh, Zac, llevo tres meses en un sinvivir. No vuelvas a dejarme nunca.

Apretándola contra sí, Zac inhaló el aroma de su cabello.

Zac: Tú me dejaste a mí -murmuró-.

Ness: No volveré a hacerlo -alzó el rostro para hacerle esa promesa con sus ojos, enormes y brillantes-. Nunca más.

Zac: Vanessa -elevó las manos para enmarcar su cara-. No puedo... ni quiero pedirte que dejes lo que tienes aquí. Al verte esta noche...

Ness: No tienes que pedirme nada -colocó las manos sobre sus muñecas, deseando que la creyese-. ¿Es que no lo comprendes? No es esto lo que quiero. Ya no. Te quiero a ti. Quiero un hogar y una familia.

Zac la miró profundamente, y luego meneó la cabeza.

Zac: Es difícil creer que puedas abandonar todo esto. Seguramente oirías todos esos aplausos.

Vanessa sonrió. Sería tan sencillo, se dijo.

Ness: Zac, me he castigado a mí misma durante tres meses. He trabajado más que nunca en mi vida para realizar una única actuación. Estoy cansada. Quiero volver a casa. Cásate conmigo. Comparte mi vida.

Con un suspiro, Zac descansó la frente sobre la de ella.

Zac: Nadie se me había declarado antes.

Ness: Bien, pues entonces soy la primera -resultaba tan fácil fundirse entre sus brazos-.

Zac: Y la última -murmuró entre besos-.


FIN




¡Muy bonita novela!
Espero que os haya gustado. Muy pronto otra nueva.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


2 comentarios:

Lu dijo...

Ayyyy ame este capitulo!Ame esta novela.
Que lindo como termino todo, me encanto!!


Sube pronto

Maria jose dijo...

Pero qué lindo capítulo
Qué bien que todo termino muy bien
Ellos se querían mucho
Me muero por saber la trama de la próxima
Gran novela!!!!!

Sube pero yo

Saludos y besos

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