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viernes, 11 de septiembre de 2015

Capítulo 8


Zac: Lo que has intentado hacer no ha sido muy inteligente, ¿no te parece? -le dijo a Vanessa al entrar en el salón casi dos horas más tarde-.

Ella estaba dando vueltas delante de las ventanas, vestida con un gordo jersey verde y pantalones vaqueros negros. Llevaba el cabello arreglado en una tirante trenza.

Ness: ¿No deberías estar dormido? -respondió, mirándolo fugazmente-.

Él cerró la puerta del salón con cuidado.

Zac: Little vino a mi dormitorio para decirme que habías intentado tomar mi Harley para ir a ver a tu abuelo esta misma noche.

Ness: ¡Es un traidor!

Zac negó con la cabeza. Antes de bajar se había puesto apresuradamente unos pantalones vaqueros y una camiseta negra.

Zac: ¿Cuándo tomaste las llaves de mi Harley de mi mesilla de noche…?

Ness: Cuando oí que estabas duchándote -confesó que parecía sentirse un poco culpable-. Siento haberlas tomado sin tu permiso, pero en el momento no pensé que tuviera otra opción.

Zac: ¿Es así como te disculpas?

Ness: No -dijo suspirando-. Ha estado muy mal por mi parte y me disculpo sinceramente, Zac. ¡Mi abuelo se quedaría horrorizado si lo supiera!

Zac: Yo estoy horrorizado… ¡pero seguramente no por la misma razón! -espetó mirándola con exasperación al imaginarse lo que podía haber ocurrido si hubiera logrado marcharse con la motocicleta-. ¿Cómo pensaste siquiera que tomar mi Harley iba a funcionar, Vanessa, con todos los miembros de seguridad que hay en la propiedad?

Ness: Ni siquiera saqué la motocicleta del garaje -reconoció apesadumbrada-.

No había excusa para lo que había permitido que ocurriera en el despacho de su abuelo aquella misma velada… y simplemente había querido alejarse de Hudgens House y de Zac.
Pero en cuanto había encendido el motor de la Harley, tres miembros de seguridad se habían acercado a donde la motocicleta estaba aparcada. Le habían quitado las llaves y la habían acompañado de vuelta al interior de la vivienda. ¡Toda una humillación!

Ness: Obviamente no pensé en las consecuencias que podría acarrear -comentó con aire de culpabilidad-.

Zac: ¡Obviamente! -repitió negando con la cabeza-. ¡Podrías haberte matado, maldita sea!

En retrospectiva, Vanessa reconoció para sí misma que su idea había sido muy mala. No había tenido ninguna garantía de haber podido salir por la carretera trasera de Hudgens House, lo que había sido su idea para no ser vista. Pero ya nunca lo sabría.

No. Haber tomado la Harley no había sido una buena idea en absoluto. En realidad, había sido una idea muy infantil…

Ness: Me siento tan… tan inútil, al tener que sentarme aquí a esperar noticias de mi abuelo -comentó-.

La expresión de la cara de Zac se dulcificó.

Zac: Estoy seguro de que Geoffrey sabe cómo te sientes, Vanessa.

Ness: ¿Sí?

Zac: Sí -insistió-. Mira, es casi la una de la madrugada y sin duda el personal de cocina se fue a la cama hace horas. ¿Por qué no bajamos a la cocina y preparamos té o algo que nos apetezca?

Ness: El té es la panacea inglesa para cuando estamos alterados, ¿no es así?

Zac: Parece que funciona en la mayoría de las situaciones, sí.

Ness: ¿Por qué no? -concedió, que se encontraba demasiado nerviosa como para conciliar el sueño-.

Mientras se dirigían a la cocina, el único sonido que perturbó el inquietante silencio que imperaba en la vivienda fue el reloj de cuerda de su abuelo.

Aquello le recordó a Zac, si es que necesitaba algún recordatorio, que era muy tarde y que estaba a solas con Vanessa. La ducha fría de quince minutos que se había dado no había logrado apaciguar su excitación, como tampoco lo había logrado el sentarse a su escritorio para leer las anotaciones que había realizado hasta aquel momento para la película, ni el telefonear a su agente en Los Ángeles para hablar sobre ello.

Nada de todo aquello había impedido que fantaseara con hacerle el amor a Vanessa en el despacho de Geoffrey. De hecho, todavía seguía pensando en ello.

El ambiente de intimidad que se respiraba en la cocina y el ayudarla a ella a preparar el té no consiguieron mejor resultado sobre su lívido. No podía dejar de mirar como sus delicadas manos preparaban la tetera ni dejar de imaginarse esas mismas manos acariciándolo…

Zac: ¿Te sientes algo mejor? -le preguntó cuando por fin estuvieron sentados a la mesa de la cocina con dos tazas de té delante de cada uno-.

Ness: ¿Te refieres a que si estoy menos histérica?

Zac: No estabas histérica… -aseguró- simplemente comprensiblemente preocupada por tu abuelo.

Ness: Sí -reconoció suspirando-. Aun así, no debería haber sido tan insidiosa.

Zac: ¿Tú? ¿Insidiosa? -emitió un exagerado grito de incredulidad-. ¡Nunca!

Ness: ¡Jamás ganarás ningún premio con esa actuación!

Zac: Tienes razón -reconoció riéndose irónicamente-.

Vanessa se puso muy seria.

Ness: ¿Crees que mi abuelo está diciéndonos la verdad acerca de esta amenaza? -preguntó, preocupada-. Antes se me ocurrió que podría estar utilizándola como cortina de humo… y que tal vez el guión de tu película le haya causado otro ataque al corazón.

Zac: ¿Realmente piensas que tu abuelo te mentiría de esa manera?

Ness: Si creyera que yo iba a preocuparme menos, sí, lo haría -confirmó-.

Desafortunadamente, Zac pensaba lo mismo. Aunque deseaba con fervor que no fuera el caso.

Zac: Entonces es una de esas preguntas que no puedo responder correctamente, sea cual sea mi contestación. Si digo que creo que tu abuelo está diciendo la verdad, no vas a creerme. Y si te digo que es una posibilidad, me pedirás que considere abandonar la idea.

Ness: Tal vez debamos cambiar de tema -sugirió-.

Zac: Puede ser buena idea -concedió-.

Ness: Como probablemente no vayas a poder hablar con mi abuelo de la película durante varios días, quizá quieras contarme a mí lo que has descubierto en los diarios de mi abuela y que querías comentar con él.

Zac: Me temo que es otra pregunta que no puedo responder. Me parece una pena que vayamos a estropear las cosas cuando parecía que durante la última media hora habíamos logrado una tregua…

Ness: Probablemente sea una tregua armada, Zac -comentó-. ¡Y propensa a que se produzca un tiroteo en cualquier momento!

Zac: Está bien. Curiosamente, lo que he encontrado es algo que parece que el reportero que escribió la biografía de tu abuelo pasó por alto.

Ness: Hmm…

Zac: ¿No crees que lo pasara por alto?

Ness: Lo que creo es que, sea lo que sea que hayas descubierto, sin duda mi abuelo se aseguró de que el reportero no lo descubriera.

Zac: ¿Crees que Geoffrey tiene tanto poder?

Ness: Oh, sí -contestó esbozando una afectuosa sonrisa-.

Zac: Ni siquiera sabes de qué trata lo que he descubierto.

Ness: No necesito saberlo. Si mi abuelo ha dejado algunos documentos comprometedores para ti, entonces es que quería que los encontraras.

Aquello provocó que Zac se sintiera un poco mejor.

Zac: De hecho, he descubierto dos cosas, pero ambas están relacionadas. -Ella simplemente esperó a que continuara hablando-. He descubierto el certificado matrimonial de tus abuelos, que data de febrero de 1946.

Ness: ¿Sí?

Zac: Y el certificado de nacimiento de tu padre, de octubre de 1944.

Ness: ¿Sí?

Zac: Lo que deja una discrepancia de dieciséis meses.

Ness: Dos años o más si tienes en cuenta los nueve meses de embarazo -corrigió-.

Zac: ¿Sí…? -respondió en aquella ocasión-.

Ella sonrió y pareció relajarse.

Ness: Estoy segura de que hay muchos niños con certificados de nacimientos cuestionables durante los años de guerras.

Zac: Sin duda -concedió desconcertado-. Pero…

Ness: Pero el lugar de nacimiento de mi padre aparece como Berlín, Alemania.

Zac: Sí.

Ness: Y sin el nombre del padre.

Zac: No…

Ness: Lo que significa que no hay ninguna manera de saber con certeza que Geoffrey es su padre.

Zac: Yo no he dicho eso -protestó-.

Ness: No has tenido que decirlo -dijo riéndose-. ¿No crees que hubiera resultado un poco extraño que en la partida de nacimiento de un bebé varón en Berlín, en 1944, apareciera un hombre inglés como su padre?

Zac: Bueno, sí, pero…

Ness: ¿Quieres más té, Zac? -preguntó repentinamente levantándose para calentar más agua en la tetera-.

A continuación regresó junto a la mesa con esta.

Zac: Gracias -ofreció al servirle Vanessa más té. Se fijó en que parecía divertida-. ¿Te importaría compartir qué es tan divertido?

Ness: Tú -contestó sentándose de nuevo-. Tienes treinta y tantos años, Zac, eres un excelente actor y director de Hollywood, pero… ¡pareces escandalizado de que hace setenta años nacieran bebés fuera del matrimonio!

Zac: No estoy en absoluto escandalizado… Simplemente es que estamos hablando de tus abuelos. Y de tu padre.

Ness: Geoffrey y Anastasia jamás intentaron ocultarme el hecho de que mi padre tenía ya dieciséis meses el día de su boda -aseguró con delicadeza-. Tenemos fotografías que lo prueban. Te las puedo enseñar mañana… mejor dicho, más tarde hoy mismo -corrigió al mirar el reloj de la cocina y ver que eran casi las dos de la madrugada-. Si te gustaría verlas.

Zac: Desde luego, sí.

Ness: Las buscaré por la mañana.

Zac: ¿Entonces qué fue lo que ocurrió? -quiso saber-. ¿Por qué no se casaron tus abuelos cuando descubrieron que estaban esperando un hijo?

Ness: No se casaron antes porque al pasar a las líneas enemigas en febrero de 1944, mi abuela no sabía que estaba embarazada. Cuando conoció su estado, ya había adquirido la identidad de una joven austriaca que había enviudado recientemente y que obviamente sentía mucho rencor hacia los ingleses. No pudo hacer otra cosa que quedarse en Berlín y continuar con la misión que le habían encomendado. Siempre dijo que su embarazo la ayudó a confirmar aquella identidad.

Zac: Dios mío… -dijo dejándose caer sobre el respaldo de la silla-.

Ness: Sí -concedió-. Cuando mi abuelo se enteró del estado de Anastasia, ordenó que la sacaran de Berlín de inmediato.

Zac: Y ella se negó a marcharse hasta que no terminara la misión para la que había ido allí, ¿verdad?

Ness: Efectivamente.

Zac: ¿Tu abuela pasó su embarazo, tuvo a su hijo y se ocupó de él mientras se encontraba en el bando enemigo con una identidad falsa que podía haber sido descubierta en cualquier momento?

Ness: Sí -respondió levantando la barbilla-.

Incrédulo, él negó con la cabeza.

Zac: Dios, eso es tan… tan…

Ness: ¿Irresponsable? ¿Egoísta?

Zac: Iba a decir romántico -aclaró sonriendo con admiración-. E increíblemente valiente. ¡Debió haber sido una mujer increíble!

Ness: Siempre he creído lo mismo -comentó-.

Zac: Pues tú te pareces mucho a tu abuela, ¿sabes?

Ness: Yo creo que no, Zac. Incluso con noventa años, Anastasia se habría montado en tu Harley y habría logrado salir de la propiedad, ¡sin importar todos los miembros de seguridad que hubieran intentado impedírselo!

Zac: Tal vez -reconoció-. Pero tú lo intentaste con todas tus ganas.

Ness: Pero obviamente no fue suficiente -dijo encogiéndose de hombros-.

Zac: ¿Entonces crees que tu abuelo quería que yo encontrara esos certificados?

Ness: Estoy segura.

Zac: ¿Por qué?

Ness: Por alguna razón confía en que vas a hacer lo correcto.

Zac: ¿Y tú también confías en que vaya a hacerlo? -le preguntó inclinándose sobre la mesa para tomarle una mano-.

Al mirarlo, Vanessa se dio cuenta de que sí confiaba en él. Su mirada azul era inequívocamente sincera.

Confiaba en Zac, ¡pero no confiaba en ella misma cuando estaba a su alrededor! Incluso en aquel momento de preocupación y angustia por su abuelo, el que él le hubiera tomado la mano la había alterado por completo, la había excitado intensamente.

Ness: Confío en el juicio de mi abuelo con respecto a todo -contestó finalmente-.

Zac: ¿Pero no en el mío? -dijo con astucia-.

Vanessa apartó su temblorosa mano de la de él y la metió debajo de la mesa.

Ness: Es tarde, Zac -comentó, levantándose abruptamente-. Seguro que mañana será un día largo y angustioso. Deberíamos intentar dormir un poco -añadió, dirigiéndose a la cocina para aclarar las tazas que habían utilizado-.

Consciente de que él estaba mirándola, sintió como le ardía la sangre en las venas. Le temblaron las piernas y tuvo que agarrarse a la pila para no tambalearse.

Zac: ¿Vanessa…? -Ella respiró profundamente para intentar tranquilizarse-. Si algo de lo que he dicho o hecho te ha disgustado, te pido disculpas…

Vanessa había estado tan aturdida intentando controlarse que no se había dado cuenta de que él se había acercado y estaba detrás de ella.

Sintió la calidez de su respiración como una caricia en la nuca. ¡Si la tocara…!

Ness: No has hecho nada que me haya disgustado -aclaró, apartando aquel pensamiento de su mente y girándose hacia él-. Creo que simplemente estoy demasiado alterada.

Zac: Debemos irnos a la cama -sugirió tomándola de la mano y guiándola hacia el pasillo-.

Una vez allí, ambos se dirigieron de la mano hacia las escaleras que llevaban a la planta de arriba de la vivienda. Cuando comenzaron a subir, ella le apretó la mano con fuerza y sus pasos se hicieron más lentos.

Él se giró para mirarla en la penumbra. Parecía realmente pálida.

Zac: Vanessa, ¿preferirías tener compañía esta noche?

Al llegar a la planta de arriba, ella se detuvo en seco. Frunció el ceño y se giró para mirarlo.

Ness: ¿Qué es lo que estás sugiriendo exactamente, Zac…? -murmuró con recelo-.

Zac: Estoy preguntándote si te gustaría que fuera a tu dormitorio y pasara el resto de la noche contigo -espetó brevemente-.

Ness: ¿Por qué?

Zac: ¿Qué te parece si te digo que sé que las horas entre las dos y las cinco de la madrugada pueden ser muy duras de pasar si tienes algo que te preocupa en la mente?

Ness: ¿Hablas por experiencia personal? -quiso saber-.

Zac: Por muy difícil que obviamente te resulta creer, sí -confesó-. Nunca me ha quitado el sueño nada tan serio como la inquietud que sientes por tu abuelo, pero he tenido muchas preocupaciones a lo largo de los años.

Ness: ¿Como el mirarte en el espejo para buscar la primera cana y arruga?

Zac: Tinte de pelo e inyecciones de botox -respondió con tono displicente-.

Ella se quedó muy impresionada.

Ness: ¿Alguna vez has…?

Zac: No, ¡sinceramente puedo decir que jamás he utilizado ninguna de esas cosas! -aseguró irritado al darse cuenta de que Vanessa estaba divirtiéndose a su costa-.

Ness: Todavía -supuso-.

Zac: Jamás -afirmó-. Voy a envejecer con gracia -añadió con burla-.

Vanessa sabía que ambos estaban hablando simplemente por hablar.

En realidad, estaban esperando para ver qué respondía a la oferta de Zac de pasar la noche en su compañía.

Zac: ¿Entonces…? -provocó tras unos segundos-.

¡Dios sabía que ella no quería estar sola ya que en cuanto estuviera en su dormitorio iba a comenzar a volverse loca pensando en la seguridad de su abuelo! ¿Quería eso decir que estaba planteándose aceptar la oferta de Zac?




Todos sabemos lo que va a pasar si esos dos pasan la noche juntos XD
Ya veremos que pasa en el próximo capi.

¡Thank you por los coments y las visitas!
¡Comentad, please!

¡Un besi!


3 comentarios:

Maria jose dijo...

Jajajajajaja que final de capítulo
Solo nos haces sufrir
Dios!!!! La novela esta muy buena
Síguela pronto
Que pasara? Le dura q si? Oh tengo mucha curiosidad
Por saber lo que Vanessa le dirá!!!!
Sube pronto please!!!

Lau B. dijo...

Di que si. Di que si, di que siiiiiiiiii
Dedos cruzados para que diga que dice! :)
Publica pronto!
Xx

Unknown dijo...

Por diossssss!
Que capitulo madre saanta. Como lo vas a terminar ahi? Que intriga.
Me encanto este capi.


Sube pronto :)

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